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A principios de la década del 30 la Compañía de Tranvías Anglo Argentina (CTAA)

comenzó las obras de la línea, pero por diferentes motivos las obras se
paralizaron. La Anglo-Argentina era propietaria de la actual línea A de
subterráneo, y una empresa de peso en el rubro de las líneas de tranvías ya que
manejabael 80� la red, pero se vio afectada por la Gran Depresión y la crisis
mundial. En ese contexto, la empresa española CHADOPyF (Compañía Hispano Argentina
de Obras Públicas y Finanzas) recibió la aprobación del Concejo Deliberante el 30
de julio de 1930, cuando el Concejo aprobó el proyecto español mediante la
ordenanza 4070 para la construcción de su propia red de subterráneos, superpuesta
al proyecto que la CTAA tenía desde hacía décadas, y que fue cancelado. En febrero
de 1939 se creaba, en el marco del Tratado Roca-Runciman, la Corporación de
Transportes de la Ciudad de Buenos Aires (CTCBA), órgano único de composición mixta
(estatal y privada) que se quedó con el control de los tranvías, subterráneos y las
primeras líneas de colectivos.

La parte privada fue representada por la Anglo Argentina, que pasaba a tener el
monopolio del transporte.
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