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Parte I: El cerebro emocional

Capítulo 1: ¿Para qué son las emociones?


Las emociones nos guían a enfrentar predicamentos y tareas demasiado
complejas para el intelecto.

En los seres humanos de la prehistoria, las emociones marcaban la


diferencia entre la supervivencia y la muerte.

Seguimos siendo ese humano emocional de la prehistoria, ahora


enfrentando un escenario moderno.

Parte de nuestro repertorio emocional incluye:

 La ira, que hace fluir nuestras manos con sangre, haciendo más
fácil tomar un arma para golpear a un enemigo.

 El miedo, que hace fluir la sangre a todos los músculos del cuerpo,
por ejemplo, las piernas, para que sea más fácil correr y escapar.

 La felicidad, que incrementa la actividad en el cerebro para inhibir


sentimientos negativos, bloqueando las preocupaciones.

 El amor, que crea sentimientos tiernos y la satisfacción sexual,


relajando el cuerpo.

 La sorpresa hace que abramos con fuerza los ojos para visualizar


mejor lo que tenemos en frente.

 El disgusto provoca una expresión facial en la que curvamos el


labio superior y bloqueamos nuestras fosas nasales para evitar
olores nocivos o para bloquear la ingesta de alimentos tóxicos.

 La tristeza ayuda a adaptarnos a una pérdida significativa.

Las dos mentes


Podría decirse que tenemos dos mentes: una que piensa y otra que
siente. Una mente es intelectual, y la otra mente es emocional.
En la mayoría de las situaciones, estas dos mentes se coordinan
exquisitamente. Pero cuando las pasiones surgen, la mente emocional
toma el control.

Capítulo 2: La anatomía del secuestro emocional


En ocasiones, las emociones toman el control de una persona.

Esto sucede cuando el sistema límbico del cerebro decide que se


presentó una emergencia. En esos casos, el sistema emocional toma el
control para provocar las acciones que cree convenientes en la persona.

Este secuestro emocional sucede en un instante, disparando una


reacción mucho antes de que la neocorteza del cerebro (el cerebro
intelectual y pensante) tenga oportunidad de revisar qué es lo que está
pasando.
Investigadores han comprobado que, anatómicamente, el sistema
emocional (el sistema límbico) puede actuar independientemente de la
neocorteza (el cerebro que piensa). Y hay señales de alarma que van
directo al sistema límbico, saltándose a la neocorteza, para provocar que
el ser humano actúe ante las emergencias que se le presentan.

Parte II: La naturaleza de la inteligencia emocional


Capítulo 3: Cuando ser inteligente es igual a ser un
tonto
La inteligencia académica no tiene nada qué ver con la vida emocional.

Las personas más brillantes caen presas de las pasiones y de los


impulsos. Aun teniendo un coeficiente intelectual alto podrían llegar ser
pobres conductores de sus vidas privadas.

Tener un coeficiente intelectual alto no significa que tendrás éxito en tu


vida. A lo mucho, el coeficiente intelectual contribuye un 20% a los
factores que determinan el éxito, dejando el 80% a otros factores
diferentes.

La inteligencia emocional es mucho más importante que el coeficiente


intelectual para tener éxito en la vida. Ser capaz de motivarse a sí
mismo, persistir al enfrentar frustraciones, controlar el impulso, retrasar la
gratificación, regular los humores y evitar que el estrés te afecte.

Tu inteligencia emocional afecta las decisiones que tomas, lo que haces


en el trabajo, con quién decides casarte, entre muchas otras cosas que
determinan el éxito y la felicidad.

Los cinco dominios de la inteligencia emocional:

1. Conocer tus propias emociones.

2. Administrar las emociones.

3. Motivarse a uno mismo.

4. Reconocer las emociones en otros.

5. Manejar las relaciones interpersonales.

Capítulo 4: Conócete a ti mismo


Son dos cosas muy diferentes ser víctima de un sentimiento que ser
consciente de él.

Conocerse a uno mismo es una de las piedras angulares de la


inteligencia emocional.

Ser consciente de los sentimientos que tenemos conforme van


sucediendo es esencial para ser capaz de prevenir y manejar las
situaciones con inteligencia emocional.

La conciencia de uno mismo (self-awareness) es la atención de los


estados internos que tenemos. En este estado mental la mente observa e
investiga las experiencias que atraviesa, incluyendo las emociones.

En resumen, la conciencia de uno mismo es estar al tanto de


nuestros humores y de nuestros pensamientos acerca de nuestros
humores.

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