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2022-09-03 : Pág. 6
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—Hoy partí el día trabajando con una brisa súper rica


aquí en la playa —dice Jimmy Acevedo, abogado, de
26 años, al otro lado de la pantalla de Zoom. Está en un
departamento en Santa Bárbara, una playa de arena
blanca y agua turquesa, en Colombia.

Desde ahí teletrabaja con su esposa, Olga


Korenevskaya, una rusa a la que conoció cuando ella
hizo un intercambio estudiantil en Chile y con la que se
casó diez meses después. Ambos trabajan de manera
remota: él con sus clientes como abogado, y ella como
ejecutiva comercial para una empresa chilena de
exportación de fruta.

Hace un mes exacto que dejaron Chile con la idea de


viajar durante dos años por el mundo. No de
vacaciones, sino que teletrabajando. La idea comenzó a
principios de 2022, cuando juntos hicieron un listado
con sus objetivos para ese año. La meta principal fue:
convertirse en nómadas digitales.

Compraron computadores y teléfonos nuevos.


Entregaron el departamento que arrendaban. Regalaron
el refrigerador, la lavadora, las camas y todos los
muebles que tenían. Olga tuvo varias reuniones con la
exportadora hasta que consiguió el permiso para
trabajar desde cualquier parte del mundo. Y Jimmy,
como buen abogado, hizo un mandato general para que
un tercero lo represente en Chile por cualquier
eventualidad. Cada uno se las ingenió para meter sus
cosas en una sola maleta y partieron.

—En Santiago pasábamos meses cada uno en su


escritorio, trabajando desde la casa, pero abríamos la
ventana y veíamos edificios. Yo decía: “Esto lo
podríamos hacer perfectamente desde una playa en
Colombia”. Y aquí estamos —agrega sonriendo.

Pero antes de ser nómada, Jimmy se hizo digital.


Él es conocido como “el abogado de TikTok”. Tiene
más de 460 mil seguidores y más de 80 clientes activos,
que llegaron a él a través de los videos de tips legales
que sube a la red social.

Desde chico, recuerda Jimmy, era bastante extrovertido.


Le gustaba hacer magia, protagonizaba obras teatrales
en su colegio y tocaba bajo y batería.

—Siempre me gustó el show —dice.

Explica que a pesar de que hoy vive en gran parte de las


redes sociales y la tecnología, ese es un mundo que le
interesó mucho después. Tampoco, dice, es que haya
sido un nativo digital. Cuenta riéndose que le tocó
varias veces disertar en el colegio con cartulinas y que,
aunque nunca los usó, en su casa sí había disquetes y
CDs.

Jimmy es el menor de tres hermanos. Su padre es


psicólogo, pero se ha dedicado a varios
emprendimientos. Y su madre es “mamá profesional”,
como dice él. Creció en San Joaquín y después en
Conchalí, donde estudió en un colegio municipal.
Luego se mudaron a Ñuñoa y entró al Liceo José
Victorino Lastarria, donde le tocó vivir en 2011 la
irrupción del movimiento estudiantil.

—No me involucré mucho en el colegio en ese sentido.


Me gustaba más la música y me agotaron mucho las
tomas. En segundo medio estuve siete meses en toma y
fui solo tres meses al colegio —recuerda Jimmy, quien
en ese época usaba su tiempo libre para ir a talleres de
teatro fuera del colegio. Tenía la duda entre la actuación
y el Derecho.

—Me acuerdo que vi la película A few good men, de


Tom Cruise, ese era mi referente del Derecho —cuenta
riéndose. —El abogado que igual tiene que ser un
personaje en cierta forma.

Entró a estudiar Derecho a la Universidad Adolfo


Ibáñez y ahí se encontró con una nueva realidad.

—Yo venía de un colegio público y en la universidad


conocí otro Chile. No podía creer que mis compañeros
llegaran en un Mercedes Benz a los 17 años. Me llamó
la atención que los cabros tenían más mundo, conocían
Europa. Para mí los viajes eran una cuestión impensada.
Yo fui a Disney con la familia de mi hermana en
segundo medio y yo era como el “millonario” del
Lastarria y mi familia había hecho un gran esfuerzo
para enviarme a ese viaje —recuerda.

También se dio cuenta de que la mayoría de sus


compañeros hablaban inglés y él no. Para ser
competitivo, dice, congeló su carrera y partió a
California un año a estudiar inglés. Consiguió una
opción como voluntario en una fundación que le pagaba
el hospedaje y paralelamente trabajaba como jardinero,
puliendo muebles o en lo que saliera. Y en las noches
estudiaba inglés.

—Ese viaje me cambió el chip. Yo sentía que Chile era


tan bacán y bonito y dije “oye, no somos nada, el
mundo es mucho más grande”. Ahí acuñé el concepto
de que quería ser habitante del mundo.

Al regresar retomó sus estudios y comenzó a trabajar en


un restorán que su papá había arrendado en La Pintana.

—Ahí yo ganaba lucas, pero no me servía para mi


carrera. El tema es que es la primera pega es difícil si
no tienes contactos ni experiencia. Mandé como 100
currículum y no me respondían ni los correos.

—¿Era muy cerrado el mundo de los abogados?

—Creo que igual es meritocracia, había algunos que


eran buenos, otros que quizás entraban al estudio de
alguien o tenían a algún amigo abogado, lo que pasa es
que yo no tenía nada de eso. Pero era inquieto y me
movía. Me puse un terno y una cortaba y me fui a
golpear puertas de oficinas en Providencia con mi
currículum impreso.

Así consiguió su primer trabajo como pasante en un


pequeño estudio. En ese época ya se había casado con
Olga Korenevskaya, a quien había conocido por una
amiga en un paseo a la playa. Él era el que mejor
hablaba inglés del grupo y haciendo de traductor
comenzaron a salir y luego se pusieron a pololear. Pero
ella tuvo que volver a Rusia a terminar su carrera en
Relaciones Internacionales. Él vendió una cámara y una
tabla de surf que se había comprado en su experiencia
en Estados Unidos y partió a verla solo con 200 mil
pesos en el bolsillo. Al regresar a Chile se casaron.
Jimmy seguía estudiando y arrendaban un departamento
en Quilín.

—Yo prácticamente no fui más a la universidad porque


pasaba trabajando, pero aprobé todos mis ramos bien y
me titulé como abogado. Tenía que sumar experiencia y
también necesitaba la plata.

Luego fue procurador en otra empresa, después en una


consultora, hasta que entró al estudio de abogados dnpv,
donde llegó a ser asociado, viendo principalmente
temas de derecho corporativo.

Era 2020, ya había comenzado la pandemia y con eso,


el trabajo remoto. En el aburrimiento del encierro
Jimmy cuenta que comenzó a hacer videos junto a su
esposa para TikTok. Eran videos chistosos o juegos
sobre su relación, contando cómo se conocieron o
riéndose de los contrastes entre la cultura chilena y
rusa. Los videos se hicieron virales, los seguidores
aumentaron (hoy suman más de 684 mil) y grandes
marcas comenzaron a contactarlos para que les hicieran
publicidad.

—Era el boom, cuando todos decían que era la red


social para adolescentes que bailaban. Ahí yo pensé:
“tengo esta tremenda plataforma, tengo que poder hacer
algo”. Se me ocurrió empezar a dar tips legales y
convertirme en el abogado de TikTok.

Se puso una camisa y una corbata y subió su primer


video sobre los derechos al consumidor. La respuesta
fue explosiva: tuvo casi un millón de reproducciones.

Cuando Jimmy abrió su cuenta como abogado de


TikTok, estaba trabajando en el estudio de abogados
dnpv. Pero antes de abrir la cuenta decidió contarles a
los socios del estudio de su idea.

—Les hice una presentación respecto a qué era esta red


social y cómo funcionaba. Les dije: “socios, por si sus
hijos me llegan a ver bailando en TikTok, les quiero
contar lo que quiero hacer”. Me complicaba porque dije
pucha y si después llama una empresa y le dice al socio
“oye, vi al abogado que me está ayudando bailando en
TikTok…”. Por eso me quise poner el parche antes de la
herida —explica Jimmy.

Sus jefes lo apoyaron y de a poco su mundo como


tiktoker comenzó a cruzarse con su trabajo como
abogado de un estudio tradicional.

—Me acuerdo que le estaba tramitando la visa a la


señora de un gerente de una empresa grande y me junté
con ella para que me pasara unos documentos. Ella
estaba con su hijo y él me pidió una foto. Ella no
entendía por qué su hijo le pedía una foto al procurador
de la empresa de su marido —recuerda riéndose.

La cuenta con tips legales comenzó a crecer muy


rápido. Y más aún cuando Jimmy contó un caso de
éxito de cómo reclamar como consumidor.

—Empecé a dar modelos de reclamos para temas de


consumo o por incumplimientos de contrato. Me
llegaron a escribir dos mil personas para pedirme un
modelo de reclamo. Yo lo daba gratis y a la gente le
funcionaba. Me decían: “reclamé y me devolvieron las
100 lucas” o “me entregaron mi teléfono”. Así me
empecé a hacer viral.

Jimmy dice que estaba feliz trabajando en el estudio,


pero veía en su cuenta de TikTok una gran oportunidad.
Después de pensarlo y conversarlo con amigos y
colegas, en agosto del año pasado tomó la decisión de
renunciar al estudio.

—Me había costado mucho entrar a ese mundillo


corporativo en el que yo quería estar, lo había logrado y
estaba muy cómodo, pero igual sentía que era un
mundo muy tradicional y yo quería algo muy poco
normal. No tenía la confianza para decir “quiero ser un
abogado que trabaja con short y polera”. Saqué los
números, mi sueldo no era alto, entonces yo decía:
“cierro un par de casos al mes, cómo no voy a ser capaz
de hacerlo solo”, y me lancé. Tenía el respaldo de
TikTok, pero yo era el abogado gratis del pueblo. De
ahí a conseguir clientes que pagaran era un gran paso.

Cuando renunció, subió un video a la red social


contando lo que había hecho y ofreciendo servicios
legales, principalmente corporativos. En pocas horas le
escribieron cerca de 80 personas.

—Ese día ya me puse a constituir empresas, a tener


reuniones con potenciales clientes y hacer propuestas de
honorarios. Me llamaba gente de empresas con 40
trabajadores y yo les decía: “no tengo la estructura para
ser tu abogado, no tengo la experiencia ni el equipo”.
Pero me decían: “me da lo mismo, porque confío en ti
porque te conozco”. Me di cuenta que yo generaba una
cercanía en las redes sociales. La gente busca un
abogado de confianza y confiaban en mí, porque
conocían mi historia y la de mi señora por la cuenta de
TikTok. Yo a veces tenía una reunión con un cliente y lo
primero que me preguntaba era “oye, ¿cómo está tu
señora?”, y era un cliente que yo jamás había visto en
mi vida.
Jimmy hoy tiene tres negocios. Se asoció con otros
abogados y tiene la empresa “Borra tu deuda”, también
tiene “Jimmy asesoría legal” y un tercer proyecto
tecnológico relacionado a los reclamos para la
empresas, con el que cuenta que acaba de ganar un
fondo Corfo.

Su oficina quedaba en el segundo dormitorio del


departamento que arrendaba con su esposa. Teniendo un
trabajo casi completamente remoto, se le vino a la
cabeza la idea de un concepto que había escuchado
cuando estaba en el estudio de abogados.

—Yo trabajaba en un proyecto con una empresa


americana en Costa Rica, que estaba desarrollando una
plataforma para los nómadas digitales. El concepto en
Chile está en pañales, pero si vas a Costa Rica o varios
países de Europa, tienen visa para nómadas digitales,
que te permiten quedarte en esos países y trabajar para
tu país de origen. Solo debes tener un seguro y
demostrar renta —cuenta.

Hace un mes Jimmy y Olga dejaron Chile con el plan


de recorrer el mundo teletrabajando. Partieron por
Colombia, porque tiene solo una hora de diferencia y el
cambio de moneda afecta poco. Han pasado por
Bogotá, Medellín y Santa Bárbara y luego piensan ir a
Cartagena. Después decidirán si quieren seguir
subiendo por Latinoamérica o partir a Europa.

—Quizás vamos a recorrer en dos meses Colombia,


porque somos turistas de fin de semana. Esa es la
dinámica. De lunes a viernes es como la vida que
teníamos en Santiago, pero abrimos la ventana y vemos
distintos paisajes todas las semanas.

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