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Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la
promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó
con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos
días (Hechos 1.4-5).
En los años 1975 a 1980 nuestra iglesia experimentó una transformación espiritual de
grandes proporciones; el Espíritu Santo se manifestó en la congregación como nunca
lo había hecho y todo cambió para nosotros. Por supuesto, conservamos nuestra
doctrina y toda nuestra enseñanza tenía una sólida base bíblica, pero el Espíritu
Santo nos guiaba en todo lo que hacíamos. Al principio tuvimos algunos problemas,
pero finalmente entendimos que la manifestación del Espíritu Santo en la iglesia solo
reafirmaba la doctrina que siempre hemos sustentado y el resultado fue un
crecimiento, tanto numérico como espiritual. El conocimiento de la Biblia fue
fundamental en aquel tiempo, de la misma forma como lo es actualmente.
Sin duda, los primeros cristianos, que se mencionan en el libros de Hechos de los
Apóstoles, tuvieron algunas dudas sobre lo que sería su futuro después que su
Maestro había sido levantado a los cielos. Sin embargo, decidieron obedecer las
palabras de Jesús cuando les dijo que permanecieran en la ciudad hasta que
recibieran la promesa que les había dicho. No sabían exactamente lo que iba a
ocurrir, pero sabían que recibirían poder para testificar de Cristo. El momento glorioso
se describe con detalle en Hechos 2 y el evangelio empezó a ser predicado de tal
forma que ese mismo día tres mil personas entregaron su vida a Cristo.
Peticiones de oración:
1. Que Dios ponga en nosotros el deseo de predicar el evangelio.
2. Que nos de la oportunidad de hablar con nuestros vecinos y presentarles a
Jesús.
3. Que el Espíritu Santo quite de nosotros todo temor y duda.
4. Que nuestra iglesia crezca en el conocimiento de Dios y en la predicación del
evangelio.