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Por ello para la mayoría de los estudiosos resulta fundamental que el análisis de
estos tipos penales deba enmarcarse en el ámbito de los peligros presentados en
una sociedad moderna como la que actualmente vivimos y en las manifestaciones
sociales que en el futuro se presentaran.
De allí que los delitos contra la seguridad pública son aquellos que generan una
situación de peligro respecto de otros bienes jurídicos respecto de cuya integridad
debe velar el Estado.
Concepto de Delitos de Peligro Común
La idea de peligro en estos tipos no se refiere desde luego una relación individual
de interés personal, sino al amplio concepto del peligro general que la doctrina ha
entendido con la designación de común peligro.
El peligro común es el que afronta la comunidad en un momento dado como es el
caso de producirse un incendio, explosión o liberación de cualquier clase de
energía.
En esencia, el peligro constituye un juicio sobre una situación real, que debe
efectuarse en el momento de la ejecución. Este juicio de peligro es siempre un
juicio ex ante que prescinde, de los factores reales que no son reconocibles desde
un determinado momento en el tiempo. Si ex post todas las condiciones resultan
posibles de abarcar visualmente, la lesión es segura o queda excluida totalmente.
“El que crea un peligro común para las personas o los bienes mediante incendio,
explosión o liberando cualquier clase de energía, será reprimido con pena privativa de
libertad no menor de tres ni mayor de diez años”.
“El que causa estragos por medio de inundación, desmoronamiento, o por cualquier
otro medio análogo, será reprimido conforme a la pena señalada en los artículos 273º
y 275º según el caso”.
“El que daña o inutiliza diques u obras destinadas a la defensa común contra
desastres perjudicando su función preventiva o el que para impedir o dificultar las
tareas de defensa sustrae oculta, destruye o inutiliza materiales instrumentos u otros
medios destinados a la defensa común, será reprimido con pena privativa de libertad
no menor de tres ni mayor de ocho años”
Que el delito por ser reprimido con una pena mínima, de un año, fácilmente cae en
prescripción, ya que no existe un impulso regular, al haber una sobrecarga procesal,
por lo que en muchos casos el mismo órgano jurisdiccional que abre instrucción por
dicho delitos, los prescribe de oficio. No logrando su finalidad de represión, quedando
en muchos casos impune dicha conducta, al no condenarse dicha figura.