Está en la página 1de 104

La danza en Michoacán:

Cuentos del cuerpo y el alma


Michuanani anapu uarhantsikuecha:
P’ikuarengiku ka angangatekuerhi uandatsikua

Versión en purépecha
Ubaldo Felipe Cruz
Paula Bautista Salas Jesús Morales Figueroa
Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas

Lic. Adelfo Regino Montes


Director General del Instituto Nacional
de los Pueblos Indígenas

Mtra. Bertha Dimas Huacuz


Coordinadora General de Patrimonio
Cultural y Educación Indígena

José Luis Sarmiento Gutiérrez


Director de Comunicación Social

Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas

3
La danza en Michoacán:
Cuentos del cuerpo y el alma
Michuanani anapu uarhantsikuecha:
P’ikuarengiku ka angangatekuerhi uandatsikua

Paula Sofía Bautista Salas

Versión en purépecha
Ubaldo Felipe Cruz
Jesús Morales Figueroa

Ilustraciones
José Ángel Osorio Cuellar

Diseño editorial
Brenda Marián Castillo Ruíz

Coordinación
Norberto Zamora Pérez

México, 2022
Índice

01 Presentación
05 UENAKUA

08 Hablaba con el Takari la danza


24 UARRARIICHA UANDONTSIRIXEMTIXI
TAKARHINI JINGONI

32 El ritmo de los kurpites


56 KURPITIICHERH UARHAKUA

71 La tradicional danza y el viejito


87 JUCHAARHI P’INDEKUA T’ARHEPITIIRHI
UARHAKUA
Presentación
Las narraciones que leerán son pequeñas ficciones
con el tema central de la danza, específicamente tres
danzas celebradas en distintas regiones del estado
de Michoacán. Decimos celebradas porque varias
de ellas se practican durante fiestas ­completas,
en el sentido amplio de la palabra, es decir que
­implican eventos multitudinarios ocurriendo a la
par de la danza. Por ejemplo, el Takari o Tacare
(Hablaba con el Takari la danza) se celebra un par
de ­semanas antes de la ­Navidad y todo el pueblo
­participa junto con los danzantes; i­ncluso, de forma
aledaña se llevan a cabo carreras de caballos, se
degusta comida y se bebe con alegría, aunque el
­sentido principal de la fiesta es llevar en procesión
el heno (pinabate) al pesebre del niño Jesús. Aquí la
fiesta surge como una combinación de una ­fecha

01
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

relevante para el calendario cristiano-­católico y con


los bailes que se practicaban en la región, que solían
prolongarse desde la época de la cosecha hasta
­entrado diciembre. La danza resulta ser entonces
un ritual ­eminentemente sincrético, parte ­religioso
cristina y parte tradicional purépecha.

De igual forma, la danza de los Kúrpites (en El ­ritmo


de los kúrpites) mezcla elementos ­simbólicos del
­cristianismo con atuendos y artefactos p ­ rehispánicos,
una vez más aprovechando la danza para c ­ onciliar
una única ­celebración juntando de lo cristiano
con la práctica ritual de los ­tarascos. También, la
­celebración de la danza de los Kúrpites se lleva
a cabo durante varios días previos al día de los
­Santos Reyes durante el mes de enero; asimismo

02
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

­involucra el esfuerzo de las mujeres del pueblo para


cocinar, para proporcionar parte del atuendo de
los danzantes y en general de toda la gente para
acompañar en procesión a los danzantes.

En contraparte, la danza de los Viejitos (en La


­tradicional danza y el viejito) es la que más c
­ onserva
su raigambre i­ndígena, por el atuendo de ­manta
y por el hecho de provenir de una celebración
­particular practicada por los ­purépechas en la cual
los chamanes más sabios (y por eso viejos) bailaban
en honor a la deidad del fuego o del sol, a quien
celebraban para asegurar una buena siembra y su
respectiva cosecha. Esta danza solía realizarse con
cada cambio de estación, por lo que en la ­actualidad
no está empatada con ninguna celebración ­cristiana

03
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

en especial. Eso sí, cada que se baila la danza, ya muy


difundida en todo el ­territorio michoacano, la gente
vuelve a c
­ ongregarse en torno a los d ­ anzantes. Es
que la danza siempre llama a todo el mundo.

En fin, los cuentos que aquí recopilamos para


ustedes lectores son imaginaciones de los ­múltiples
mundos a los que nos lleva la danza, buscamos que
sean similares a la realidad, por eso los retacamos
de detalles, pero también y con mayor r­ elevancia
­buscamos exaltar el papel ­prominente de la ­danza
dentro de las comunidades m ­ ichoacanas, eco
­análogo de la universalidad de la danza como
­ritual de c
­ oncordia y liberación del sentir humano.
Ahora no queda más que añadir, a la danza nos
remitimos.

04
UENAKUA
Ari karakata eraxaxindi uarakucherhi u
­ andantsikua
­ imixikua ka p’ikuarerakua uararicherhi ­tanimu jaxi
m
­michoacani ­anapucheri. Mimixekuecha ­jimboka
­uarhangaxingaxi ­k’uichikuechani ­jimbo ka ­mamarhu
jaxi ambe eraxaparini p ­ atsakurikuechani ambe, t­ akarhi­
­uarhakua uarhangaxindi emanga tembini iumu
­j­irietecha kueratani jauaka enga ­andapinujka tata
ninu ka ­iamunducha ­pampexindi ka ­ajmberi jaraxindi
­andaperakua ­tekechuchani ­uiristani, ka ­marhotangaxindi
t’irekua ambe ka i­tsimakuecha ambe k ­ anikua t­ sipekua
jingoni, ka j­indestimindu pani k ­ umbuechani ka
­pirhirakuntani tata ninuni. Ixu ­jiuepakuristia iaxi anapu
­jakukuechani jimbo ka enga tua anapucha jatsikuariapka
­mimixikuechani exika na jindepka p’ikuntsikua ambe,
­uarakua nindesti ­mindakata iaxi anapu jakakukuani ka
tua anapu j­anguechani p’urhecherhi.

05
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

Majku jaxi kurpitichari uarhakua, ­jiuepangurixindi


j­ akakukuechani jingoni ka tua anapu ­mixikurintsi–
kuechani ­jingoni ka uarhangaxindi enga ­andmutani
jarajkka ­k’uinchekua r­ eixicherhi enero jimbo, jimgoni
­j­aropixindi uarieti ka ­iuritsikiricha ­xukuparantsikuechani
uani ka t’irekua ambe i­ntsipenxi.

Ka enga sanderu mitikata jaka jindesti tata


­k’ericheri ­uarhakua, jimbokaxi chungumaxaka
tua anapu x ­ ukuparantsikua jingoni ka enga tua
anapu ­p’urhecha uarhamka engaxi uarhakomka
kurikua k’erini ka j­uriatani t­ sipintsiparini exika
sesi j­­apongapinga c ­ onteperata ambe ka t’irekua
ambe ka u ­ arangaxemti meni enga m ­ ojtakukurijka
ma uexurini anapu p ­ ’ikuarerakuecha jimboxi no
­mintakata jati j­akakukua iaxi anapuni jingoni xaxi

06
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

jimbo kanikua ­mingarikukata jati i uarharicha


­mentku ixi engaxi uarhajka uani k’uiripu tsitiaxindi.

Xaxi jimbo ari karakata jindesti ma e


­ rangaxikakua
enga ch’a arintaka p’ikuarerakua tachani jaxi
­uarhakuechani ­jingoni ka angani ixi m ­ ititaranxini
michoacani anapu ambe p’ikuarerakua u ­ arharicherhi
ka mimixikuechani jimbo enga jimbo uarahangajka.

07
Hablaba con el Takari la danza
Hablaba con el Takari la danza

¡Qué verdor fresco el de Michoacán!


¡Qué olor del oyamel y la c­ asuarina!
A donde quiera que uno mire altísimos á ­ rboles
­engalanan el camino, gallardos y fuertes se ­muestran
para ­embellecer el paisaje. ¡Y los lagos! Qué decir de
los lagos de ­Michoacán, de su clara ­tranquilidad, de su
movimiento delicado y constante, espejo f­ ascinante
del panorama. Hay una cierta ­consonancia entre el
agitar firme de las ramas y el ­chapuceo­­seductor de
las ondas del agua. Mundo de ­encuentros ­dinámicos,
la danza le sale natural a los amigos tarascos.
Pensemos, amigos, que ellos ya tenían ­arraigada
la ­costumbre de celebrar a los dioses con danzas,
de ­ofrecer su baile con espíritu ­ceremonioso para
­obtener una buena cosecha, fruto de su esfuerzo en

09
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

la siembra, ellos siempre han estado en contacto


con la tierra. Aún después de la llegada del enviado
español Cristóbal de Olid y los enfrentamientos
que ello provocó, sólo hubo lugar para la paz en la
cultura compartida de las fiestas ceremoniales. La
tregua conciliadora fue entonces el acto ritual de
la celebración, traída por tata Vasco, el mero mero
emisario de la religión católica.

Resultó que el gusto por el baile sí que lo tenían


en común, así fueron empalmando celebraciones
para hacer que los festejos indígenas coincidieran
con la apretada agenda de días solemnes dentro
del calendario c­ ristiano y al final terminaron las
cosas medio m­ ezcla­das. Por si eso fuera poco, cada
quien le fue añadiendo de su c ­ osecha y ahora las

10
Hablaba con el Takari la danza

­comunidades siguen con las ­mismas ­celebraciones,


pero le han quitado buena parte de lo solemne.
Además cada región se acomodó con su propia
versión de las fiestas y ahí si no hay por donde
moverle. Por ejemplo, al ‘takari’ también le dicen
‘tacaré’; unos dicen que se celebra en Tarímbaro,
el único que yo he visto es en Tiríndaro. Miren, yo
ya no salgo de la Pátzcuaro, debo admitirlo, vivo
de lo que los puesteros del tianguis me tiran y
no me quejo. Algunos de nosotros se ­acuestan
todo el día en el suelo, más o menos hasta que el
sol se ­esconde entre los ­árboles y yo mismo me
­acuesto con mis amigos perros, pero siempre me
ha ­interesado ­saber más allá de mi naturaleza,
sobre todo lo que dicen los humanos. Le sé a la
lectura y un poco a la geografía, de la psicología

11
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

humana podría t­ ener un doctorado y e


­ specialmente
me interesa la “­fiesta”. Me refiero a la fiesta en un
sentido amplio, cuando el aire parece despedir
un olor especial que atrae a todos los humanos y
de repente empiezan a ­comportarse fuera de lo
común. Es entonces cuando mejor puedo entender
lo que dicen los cuerpos de los humanos, cuando
se mueven con naturalidad, como i­ntentando
­expresarlo todo con sus torsos lampiños.

Antes, hace ya un par de décadas caninas, solía


viajar en un camión de redilas que repartía fruta por
todo el estado, desde Tarímbaro hasta Tingambato,
pasando por Morelia o por Ihuatzio, varias veces
fuimos a Jarácuaro y una vez terminamos hasta San
Juan Parangaricutiro. Quizá estén d­ esconfiando de

12
Hablaba con el Takari la danza

lo que les digo, pensarán ¿qué sabe un perro de


nada? Sé que el baile une a las p ­ ersonas, l­ evanta a
las viejitas más achacosas y a los niños más t­ ímidos.
Sé que es mejor ir empezando las cosas desde
­temprano, para que el asunto se vaya cocinando a
fuego lento. Por ejemplo, para cuando los jóvenes
regresan de haber salido en busca del pinabete, el
caldo del baile ya está comenzando su burbujeo.

Allá en Tiríndaro las jovencitas solteras salen para


el baile del takari; se visten con una falda bonita, su
mejor blusa bordada y listones en el cabello. Creo
que les ­estoy ­contando todo revuelto, déjenme
ordenar mis ideas. Les estaba c ­ ontando del baile
como celebración mixta, m ­ uestra más que viva de
lo que fue la unión de dos c ­ ulturas y ­épocas e iba

13
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

a comenzar el relato de los eventos del ­takari. Soy


un perro ya viejo, deben disculparme si mezclo las
cosas al narrar. Veamos, sé que un grupo de jóvenes
sube a la montaña para recolectar heno para el niño
Jesús y ­cuando regresan, por ahí del 16 de ­diciembre,
todo el pueblo sale en una suerte de procesión y
desfile para l­ levarlo al lugar que le corresponde: el
pesebre colocado en la plaza ­central. Las jóvenes
se arreglan porque durante el camino de ­entrada
al pueblo, ya con el pinabete (así se le dice al tipo
de heno que traen) comienzan los r­ ituales de la
fiesta. Se hace una hilera de b ­ ailarinas en torno
a las cuáles se forma una comitiva ­movible: a las
jóvenes que van danzando se les unen sus f­ amilias,
los vecinos solteros o casados, con perros y sin
perros, y obviamente una banda de músicos que

14
Hablaba con el Takari la danza

acompaña con su furor la larga fila de transeúntes


hasta que llegan a su destino.

Me acuerdo que en el juego del toreo (que ahora


es parte de la celebración) cada joven d ­ anzante va
­sacudiendo un pañuelo o servilleta para ­intentar
cortejar a la muchacha que más le guste, la ‘­torean’
y sin dejar de bailar nunca, la muchacha debe
contestar su invitación. Dos s­ ervilletazos significan
que ella tiene compromiso con otro, 3 s­ ervilletazos
significan que acepta el noviazgo y 4 servilletazos
significa que rechaza, amablemente, la oferta.
Siempre puede haber confusiones entre el tercer
y cuarto servilletazo, entonces aunque el ‘toreo’ lo
hace el hombre hacia las muchachas, al final puede
que sea el muchacho quien resulte ­fintado. Y así

16
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

nomás van caminando entre bromas y declaraciones


serias, entre sorpresas y desalientos, balanceando
sobre las piernas danzantes todas las emociones.

El asunto se pone interesante con los pañuelos,


porque recuerden amigos que el amor le pone el
sabor picosito a la comida, yo percibo clarito como
los muchachos se ­desgañitan por ­impresionar
a la bailarina que más les gusta y ellas nomás
van dando negativas, porque ellas quieren la
atención de otro que no les hace caso por más
que andan baile y baile. Yo veo como la emoción
va de aquí para allá, trémulo el ánimo anda un
segundo ­excitadísimo y luego se cae al piso, se
levanta ­cuando cree haber encontrado una ­pareja
y se ­desaíra al segundo ­siguiente. Hasta se me

18
Hablaba con el Takari la danza

­revuelve la panza de ir ­sintiendo los ánimos de


los ­bailarines. Los ­muchachos, de empezar con
los hombros bien alzados y un ­bailoteo seguro, de
pronto se a ­ chaparran y encorvan la espalda muy
tristes. Si hablara y ellos pudieran e
­ ntenderme, les
diría que ­tuvieran ­paciencia, que muchas veces
he sentido como de entre los ánimos caídos se
van ­armando las parejas de danzantes que no se
habían ­conocido, pero que así en el ­momento se
gustan. “No se preocupen” les diría, antes de que
lleguen a la plaza ­principal de Tiríndaro ya van a
tener con quien bailar y ­hacerle a los novios.

Cuando miró a los humanos bailar entiendo


perfecto lo que dicen. Justo cuando el danzante
adelanta el pecho y la danzante encorva el suyo,

19
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

como que lo recibe haciendo eco del mismo


­ ovimiento, y a su vez ella avanza, como que q
m ­ uiere
­confirmar con su danza lo que ya sospechan los
dos. Y e
­ ntonces el hombre se adelanta un paso
más y aún ­meciéndose se avienta a torearla. Ella
no le va a decir nada, nomás se va a juntar ­poquito
más con él, va a ­soltar los servilletazos que ya le
venían diciendo que sí pues, que sí pues, vaya,
que sí pues.

No vayan a pensar que les quiero contar puro


cuento, como los frailes nunca se pusieron bien
de acuerdo en el sentido de la danza y como cada
­comunidad indígena celebraba de manera ­particular,
hay otras versiones de esta celebración. Terco (el
perro de don Remigio) me contó que para la época

21
Hablaba con el Takari la danza

de Navidad en el pueblito de Quinceo se hace la


fiesta ‘Uarokua’, que hace una representación del
momento en que se le corta el cordón u ­ mbilical
al Niño Dios. O también en Patzímaro el takari se
celebra el mero día de Navidad en vez de unos
días antes. Ahí en Patzímaro la peregrinación va
encabezada por la M ­ aringuía, su esposo el caporal
y sus hijos. Entiendo que la Maringuía representa a
una mujer que llevaba una vida libertina pero que
luego decide seguir los mandamientos cristianos. Su
atuendo es de paja o de heno (simbolizando el tipo
de vida que tenía) y va acompañada de su ­esposo
el caporal y sus hijos hasta llegar a la Iglesia donde
se representa el cambio de vida de la M ­ aringuía,
quien de ahí en adelante adopta los preceptos
cristianos. Todo el recorrido va ­haciendo piruetas,

22
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

chanzas y otros juegos entre la gente, bailarines y


compadres. El takiri tiene ese halo de relevancia que
logra convocar a la comunidad entera, que tiene
su importancia enraizada en el tiempo pero que
apela hasta los más pequeños, que remueve todos
los espíritus, que hace bailar a todas las personas
en el lenguaje universal de la danza.

¡Qué bello el verde frescor de Michoacán! Yo,


no salgo mucho de Pátzcuaro, pero algo sé de
­naturaleza y danza, de mi amado Michoacán…

23
UARRARIICHA
UANDONTSIRIXEMTIXI
TAKARHINI JINGONI
UARRARIICHA UANDONTSIRIXEMTIXI TAKARHINI JINGONI

Michoacani anapu xungapikua en p­ ’ikuarerakurijka


k’erati amgatapuchani jinmbo ka japundechani jimbo
engaxi metku ixi pirinpiringarini jaka ka ­kaxiperani ma
uanondani ixi kurakurijka angatapucheri ­manakurikua
ka japundarhu anapu manamikuecha, xaxi jimboxi
sesi manakuriti ­iamindu arhari p’ureecha. Uretku ixi
tsimi ­t’uini mingarikuxitixa ­imecherhi m
­ imixikuechani
­namangaxi m ­ indakuamkaxi imecherhi irhechechani
­uarhakuechani, ureta ka ixi tatsikua enga janopka
Cristóbal de Olid enga ­uenapka uariperakua ambe
ka engamindu juapaka ­jakakukuani tata Vazco.

Ka jiakani uratini jiuepekuriti mimixikua p­ ’ur–


hecherhi iaxi anapu jakakukuani jingoni. Ka iaxi
­jamberhi ­mamarhuambe kurutakgasti ka ­k’amarastixi
­nemangakakxi m­ idakontamka u ­ arhakuechani ka ixi

25
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

tachani p’itsikuristixi xatata ni u


­ arhakuechani naueki
j­ ­atinini ­jimboka ­undangaxindi ­exika ­takarhi ­uarakua
­uarhangaxindi Trimbarhu ka ­engani j­ iminduni exika
­uarhangani jindesti Tirindarhu ka ji ambe ma uanda
enbokani ­noterhuni ­uekuaxinga ixu ­P’atzekuarhu
pauani ka pauani ixutarkuni ­jaraxinga juchiti
­pemperichani jingoni ka juchiti uichucahni j­ ingoni,
­jorenaxika ­arntani ka ­jamberhi ­upiringa ­materhu
ambe ­anchikurini, ka ­engani sandarhuni ­tsitijka
jinesti ­k’uichekuecha ­jimboxi ­chungumajka enboka
enga manakuringajka kani ­ambetsini ­arikukuekaxindi
imecherhi p ­ ’ikuarerakuechani jingoni.

Uretku ixi metku ixi motsitarakuarhu ji ­niraxeremka


jima emanga jamka amu angechakua ambe ­atarantani
­Tarimbaro ka T’ingangio ka meni ixi ­nitamaxepkaxi

26
UARRARIICHA UANDONTSIRIXEMTIXI TAKARHINI JINGONI

­Uaianagriu ka meni ixi ­jiuatsio ixi ka meni ­Xarakuarhu


ka jamberi ­jimbangi P ­ arangarikutirhu. ­Notsini
­jakakuchini jaka chatsi u ­ andajka ambe ma miti ari
­uichu joeri ji mitixika exika ma ­uarhakua ­tsingatixaxinka
ma ­kutsimitini ka ima enga ­santerhu ­kuratsimxika
­uaraxindi, ­jimboka enga tumbicha ­nitajka ch’apani
kumbuni ka juanxi t’uini ­uenagaxindi ­uarhangani.

Jini Tirinarhu iuritsikiricha sesi jaxi ma x


­ iritakua ka
inchangekua xukuparantaxindixi pari uaranxi ­takarhiri
uarakuani ka mamarhu jaxi k ­ uaurantsikuchani ­jingonixi
tepetsintaxindi, pengani p’iep’ieskani jaka eingukxini
­satsini tekachintaka embokani ma uichu t’arepitixika,
xetje arixisti.

27
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

Ma kunkurikua tumbicheri nixaxindixi juata


­ a­j­imbo ka xunganda juanxi ka mintakuntanxi
m
tata ninuni, uani k’uiripu niraxindi kuantani ka
k’eri ma u ­ anokpikua u­ akuarixindi ka k
­ opekuarhu
­pengantaxindi enga ­piririrantsikata­ ­jauaka, ka
jini ueramani u ­ enaxindi uarhangani ma a ­ kandu
­iuritsikiricha k ama akandu tumbicha engaxi juani
jarajka kumbuni ka istu uaraxindi acheti ka ­uarieticha
majku jaxi k ama k’eri kunkurikua kustaticharhi
pambitaxindi.

Ka tumbicha jima jandongarikuxini ma ­iuritsikirini


­enmanga tsitingarikoka p’aringarikuparini ma
­karangarikuta jimbo ka iuritsikiritu mokukuantaxindi
enga tsinamida ­p’aringarikoka arikuekaxini exika
ima materhuni t­ sitingarikuxaka ka enga taninda

28
UARRARIICHA UANDONTSIRIXEMTIXI TAKARHINI JINGONI

p’aringarikoka akikuekaxindi exika jiokurixaka e


­ xika
uaka uandapani jarani ka enga t’anda p’aringarikoka
­arikuekaxindi exika no jiokurixiga eska u ­ andapani
jauaka ka ixi uaraparini indeni jaxi p’imarperata j­ingoni
­c­hungamaxindixi uarhakuani.

Jimintu uarhaparini tumbichatu mamarhu j­angurita–


xindi ka iuritsikirichatu kani t­ eparalurixindi mintsikaparini
­exika tsimaxi uantapauaka enga imecha mintsikani jaka
ka meni ixi ima ­tumbicha no meni ­p’andongarikoxini ka
­indeni jaxi ambe ma xeparini ma kanikua sesi ­nitamakuriti
ka xeni imani tumbi ka uiritsikiricha enga jima ­uenajka
sesi ­ariperani ka majku jaxi uarani ­jarajkaxi ­kanikua
ambe ma xexindi jimboa meni ixi t­ umbicha u ­ ekaxindi
iuritsirini andareni ka maruxi ­kendikukuani ka maruxi
tsipingarini ka makunixi terkuritsiperani.

29
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

Axi uanda je exikani ji chuanderakua a


­ mbekukxini
­ ekaxinga eianguni joperi frailicha noxi meni u
u ­ xipti
­terukutanta ambe jimboka tachani i­rhetecha
mendarhuni ambe uxindi ixi eianguxaptirini tata
rwemigiorhi uichu exiak jini kincei ukurixinga u
­ arokua
enga ­kachokungajka imerhi jindekua tata ninu ka
exika jini p’atzimurhu­­jiakani enga ­andpinujka tata
ninu ka exika urhekupaxinga M ­ aringuia ka uamba ka
uapecha, Maringuia a­ rikuekaxindiga ma nanaka enga
ikichakueni jandipka ka t­ atsikua ­p’amontakurintapka
imerhi ambe menterhu ­uentani sesi irhekentani
­jakakuparini ­kuerapiriri ambe, ­takarhi jindesti ma
mijkukurikua enga t­ siperantajka k’eratichani ka
­sapiratichani ­mamarhu jaxi ­manakurikuechani
jingoni.

30
UARRARIICHA UANDONTSIRIXEMTIXI TAKARHINI JINGONI

Tsipikueni p’ikuarerakuristi xungapendikua ka


t­ sirapekurikua michoacani anapu, ji n
­ otarhuni u
­ kuxinga
P’atzekuari joperhi mingarikuxika j­atsikurikua ka
­uarakuecheri ka uarharicheri m
­ ichoanani anapu.

31
El ritmo de los kurpites
El ritmo de los kurpitres

—¿Puedes escucharme?— le gritó


Erandi a su primo Atachi.

Claro que su primo no podía escucharla bien


porque la camioneta pick up donde iba la ­banda del
pueblo con sus dos trombones largos y la t­ ambora
estaba estacionada frente a su casa. Las l­ ­levadas ya
habían empezado y los kúrpites que había e ­ ncargado
su abuelita llevaban dos horas afuera z ­ apateando,
brincando y alborotando a todos los vecinos que
no habían encargado ningún kúrpite pero que
les gustaba estar en la pachanga. Para Atachi
todo eso era común, todavía se acordaba de la
­primera vez que llegó a San Juan Parangaricutiro
“el ­Nuevo”, como solía enfatizar su abuelita pues a

33
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

ella sí le había tocado salir de Parangaricutiro (el


viejo) a la carrera y con la vida en las maletas aquel
­sábado 20 de febrero del ‘43, ­cuando el ­Paricutín
hizo erupción y obligó a todo el pueblo a cambiar
de domicilio. Aunque habían abandonado t­ antos
recuerdos ­materiales, su abuela decía que su
­comunidad no se había perdido en ese desastre,
pues conservaba su espíritu en las tradiciones que
seguía ­practicando su gente.

Él se acuerda del olor que emanaba la casa de


su abuelita, que para esas fechas se convertía toda
en cocina para alimentar a los kúrpites y a la b­ uena
cantidad de personas involucradas en la fiesta.
Porque ser kúrpite es rifarte en la bailada, practicar,
quizá mejorar lo suficiente como para competir

34
El ritmo de los kurpitres

en el evento principal y darle la victoria a tu barrio,


nomás de lo bonito que puedas m ­ over los pies.
Atachi reconocía que tiene su chiste la danza de los
kúrpites, pero pensaba que también los e­ ncargados
de vestir a los danzantes se ­cargaban un esfuerzo
importante y más aún, como su abuelita y sus tías
habían sido palmeras ya en varias ocasiones, él
sabía que andar cocinando tres días seguidos para
multitud de gentes y sus respectivas tres comidas
al día no era cosa sencilla.

—Vete con tu primo Juan Pablo por gasolina


para la troca— le ordenó su prima.

Atachi se enojó un poco por el encargo porque a


él le encantaba el calorsito del fuego y el humo de la

35
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

carne de puerco congestionándole la nariz, además


había estado siendo un enero p ­ articularmente
frío pero ni modo, su prima ya organizaba y daba
órdenes como la tía que más. Encima, la fiesta
transcurría del 7 al 9 y ¡ese día era 8!, si se iban por
gasolina seguramente tendrían que irse c ­ aminando
y ­regresarían hasta después de varias horas. Además,
quien sabe en donde andaba metido Juan Pablo.

En lo que Atachi se terminaba de quitar la masa


de las manos se empezó a escuchar un ruidero
nuevo, debían ser los kúrpites feos que ya debían
haber hecho su entrada ceremonial por la avenida
Educación y ahora recorrían las calles haciendo
­algazara y jugando con sus máscaras de susto para
seguir con la tradición. En la mañana habían pasado

36
El ritmo de los kurpitres

los kúrpites ‘bonitos’, que eran los solteros y a los


que sus novias les habían regalado el mandil que
se colocaban en el pecho. De hecho, su­­primo Juan
Pablo normalmente la hacía de kúrpite b
­ onito, pero
este año Atachi no lo había visto con la orquesta,
ni en las llevadas.

La calle estaba llena de gente festejando, en cada


grupito se veían los vasos de charape o ­cerveza y
cada que se oía la música de una orquesta la gente
se emocionaba y se ponía a imitar el ­zapateado de
los kúrpites. En la celebración se tocaban ­abajeños,
toritos o jarabes, toda esta música para bailar
­zapateando. Había una orquesta que se contrataba
para el evento principal: el duelo entre los kúrpites
del barrio de San Miguel contra los kúrpites del

37
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

barrio de San Mateo. La tradición era montar un


entablado en la plaza principal frente al santuario
de San Miguel y era el último día de la celebración
cuando todo el pueblo, hasta foráneos a veces,
se reunía a contemplar la pelea de baile entre las
­cuadrillas de cada barrio. También había varias
bandas improvisadas o más pequeñas que se
trepaban en coches para ir inundando el ambiente
del ritmo de la fiesta. Todo el pueblo encontraba
su lugar en la fiesta.

Atachi empezó a caminar por las calles b ­ uscando a


su primo, pero se distrajo cuando vio que la ­Maringuía
estaba bailando en la casa de Doña Naomi. Hay
dos danzantes que se distinguen de los kúrpites
normales, bueno comunes digamos, y esos son la

39
El ritmo de los kurpitres

Maringuía y el Tare’piti, que son ­representaciones


de la Virgen María y San José. Es evidente que solo
los mejores danzantes pueden hacerla de Maringuía
o Tare’piti y deben hacerlo con honradez, hasta su
atuendo es llevado a bendecir. El Tare’piti lleva un
bastón de mando con un burrito en la punta y una
campana que le sirve para indicarle a la ­orquesta
cuando empezar, así de respetado es su baile y
así de fastuoso es su atuendo. De repente, una
­camioneta verde se amarró junto a la congregación
que le bailaba a la Maringuía (que curiosamente
es un hombre danzante vestido de mujer).

—¡Atachi, mi amigo! Vente con nosotros, ya hace


falta que empecemos la fiesta— se oyó que le
­gritaron. El conductor de la camioneta se ­l­lamaba

40
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

Rogelio y era un compañero de la escuela del


hermano mayor de Atachi que ahora vivía en los
Unites. Atachi no era precisamente su amigo,
pero le gustó que pese a su edad lo considerara
parte del desmadre. Los otros cuatro vatos que
lo a
­ compañaban iban tomando mientras un solo
violinista hacía lo que podía por seguir el ritmo
general del festival. Atachi no conocía a ninguno
de ellos, pero igual se quedó a darle varias vueltas
al pueblo en su camioneta.

—¡Ya es bien tarde! Déjame en la gasolinera— le


dijo Atachi a su nuevo compa, que para ese ­entonces
estaba más que enfiestado y e ­ fectivamente lo dejó
en la gasolinera y se fue. Atachi consiguió sus litritos
de gasolina pero ya no tenía forma de regresar a

42
El ritmo de los kurpitres

su casa. Eran pasadas las nueve de la noche. Corría


un viento helado y Atachi casi podía escuchar la
bronca que le iban a echar en su casa su mamá,
sus tías y su abuelita. Un poco ­atolondrado se puso
a caminar de retache para San Mateo, “lo bueno
que la municipalidad puso alumbrado” pensó
Atachi. Lo malo era que ya se habían robado ­todos
los focos.

—Hueles a alcohol, muchacho. ¿A dónde vas tan


tarde?— dijo una voz de viejo en la o
­ scuridad. Atachi,
que venía siguiendo la línea blanca de la ­carretera,
casi se disloca por voltear tan ­bruscamente la
cabeza. El hombre era un viejo y un conocido
de su papá, aunque nunca había hablado con él
antes.

43
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

—Voy para mi casa, nomás se me hizo tarde— dijo


Atachi, procurando omitir que se había tomado el
primer par de cervezas de su vida.

—Te acompaño—le dijo el señor Taki. Atachi le


dijo que sí, aún cuando estaba seguro de que lo
iba a sermonear todo el regreso.

En realidad, Don Taki andaba algo nostálgico de


su juventud y de los días en que él mismo la hacía
de kúrpite. El viejo le contó a Atachi que, en su
­origen, los kúrpites habían sido jóvenes que querían
­integrarse a la danza de los viejitos y que siempre
eran rechazados por los danzantes. La tradición no
los incluía a ellos, por más que ­quisieran desgastar
su alegría bailando. Entonces, los jóvenes se juntaron

45
El ritmo de los kurpitres

para hablar con el cabildo del pueblo, algo así como


el consejo de a ­ ncianos, para p ­ ropornerles una nueva
danza: la de los k ­ úrpites. Y así se hizo. Se acordó que
la celebración de los kúrpites fuera junto con la de
los Santos Reyes y que hubiera una representación
respetuosa de San José y María. Su atuendo quedó
conformado de la siguiente m ­ anera: en la parte inferior
del ­cuerpo un pantalón de manta en la primera capa
de su vestuario, s­ obre este las “encimas”, que son un
pantalón corto decorado con chaquiras y espejos; en
las ­pantorrillas llevan cascabeles de danzante sobre
fajas para e­ vitar que los cascabeles le corten la piel
al danzante, ­acompañados de las botas típicas “de
rayita, blancas o cafés, botas que no usa ningún otro
danzante. En la parte superior del cuerpo llevarían
un suéter de lana adornado con pedrería fina, un

46
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

­capotillo en la espalda, que es una especie de capa con


­ spejos y un guaje largo, también pintado con esmero
e
y en el cuello una mascada. Cubriéndoles el rostro,
todos los kúrpites bonitos debían llevar una máscara
de ­madera ­tallada a mano y pintada virtuosamente
por los artesanos de la comunidad. Además, algunas
­veces los kúrpites se atavían con una capa negra ­sobre
todo, con un bordado ­tradicional minuciosísimo. A
Atachi le parecía interesante que fuera la novia del
kúrpite quien le regalaba ­tradicionalmente el mandil
como regalo de Día de Reyes, pensó que era como
si todo el zapateado que hiciera se lo dedicara a su
enamorada.

En ese momento estaban entrando a la b ­ ocacalle


de casa de su abuelita. Atachi no quiso saber ni qué

47
El ritmo de los kurpitres

hora era. Sorprendido por segunda vez esa noche,


su abuela salió a abrazarlo en vez de ­regañarlo. Sí le
reclamó que llegara tan tarde pero fue en un tono
tranquilo, de preocupación cariñosa s­ olamente. ¡­Hasta
alcanzó un plato de carnitas que había ­sobrado!

—¿En dónde andabas Atachi?— le dijo su ­primo.


­Resultó que la Maringuía con la que había ­estado
­bailando era en realidad Juan Pablo. Atachi, a
­ prove–
chando que Don Taki no había aclarado nada sobre
cómo ni dónde lo encontró, decidió fingir demencia
y guardar su ­ánimo para el evento del día siguiente.
Ahora que sabía que su primo subiría a bailar al
escenario más grande de su pueblo sentía unos
nervios inusitados que no le permitieron dormir
casi nada.

49
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

Al amanecer, parecía que todo el barrio ­compartía


su ­nerviosismo. Se oía un rumor de c ­ uchicheos
­continuos y parecía que aún los amigos más ­queridos
de la familia señalaban con la mirada a Juan Pablo.
Alguna trompeta rompió el murmullo y pareció
estallar la burbuja de ansias que se había ­formado
en torno al danzante, la gente volvió a reír y ya
comenzaba a dirigirse al escenario. Sin embargo,
la tensión no se había disuelto para Atachi, que
caminaba con un vértigo extraño en el estómago
porque avanzaba, pero no era capaz de sentir los
pies en contacto con la tierra.

—¡Estuvo increíble! No hay manera de que no


ganemos este año— seguía repitiendo Doña N ­ aomi,
ella y el resto del barrio que no cabían de emoción

50
El ritmo de los kurpitres

al ver bailar a Juan Pablo. Atachi pensaba que


estaban siendo amables, las verdaderas chispas
las había sacado Ramón cuando se enfrentó con
Francisco, el de San Miguel.

Terminada la fiesta y habiéndose bailado la ­danza


de los kúrpites, era hora de que Atachi volviera a
Morelia para continuar con sus estudios. Sus dos
primos y su tío lo llevaban en la troca, que ya tenía
gasolina, de regreso a su d
­ epartamento. N­ inguno de
ellos dejaba de repetir que había ­estado ­asombroso
el baile.

La carretera de dos carriles se alargaba ­formando


una línea delgada en el monte ­a terciopelado
de floresta verde esmeralda y a ­ guacate, más

51
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

­ guacate por supuesto, y el cielo creaba un fondo


a
de c
­ ontraste que magnificaba todas las cosas del
paisaje, todo su Michoacán que parecía esmerarse
por mostrarse espléndido con cada árbol, con cada
vaquita, con cada casa de tejas y con cada anciana
­apilando la leña, con sus artesanías de madera que
­moldeaban una forma de ver el mundo, la forma
que él tenía de ver el mundo y su belleza. De pronto
volvía a sentir en el pecho el golpe de los tacones
­atronando el entablado de madera, se acordaba
del inicio de la canción, veloz, no había tiempo de
­introducciones lentas, Ramón había aventurado
un paso donde suspendía los pies sobre la punta
e ­inmediatamente regresaba al compás. Era este
un abajeño rápido pero que tenía una especie de
­notas tónicas que funcionaban con estribillo, ­pronto,

52
El ritmo de los kurpitres

en el e
­ stribillo ambos danzantes aprovechaban
y ¡­saltaban! ­cambiaban de la punta al talón, del
talón a la punta, sin ­abandonar el ritmo, siempre
­siguiendo el compás, un danzante suspendía todo
el peso de su cuerpo en la punta de sus pies y al
instante siguiente el otro danzante combinaba el
talón en el pie derecho y en el izquierdo la punta,
nadie se distraía, nadie amainaba los esfuerzos.
Cada ­proeza era aplaudida por el público que
­entusiasmado aventaba dulces a destajo y que ya
no podía gritar más. Atachi estaba en un alto nivel
de excitación cuando Ramón llevó a la multitud
al punto m­ áximo de emoción. El ritmo se había
ido acelerando ­sutilmente, como si la banda no lo
­hubiera hecho a propósito, sino que la ­intensidad de
los danzantes los hubiera conducido a a ­ presurarse.

53
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

Así, justo con la taquicardia del ritmo, Ramón hizo


un tránsito inverosímil entre ambas puntas del pie
hacia los talones y luego intercaló su talón ­izquierdo
con la punta del d­ erecho mientras su talón d ­ erecho
­pasaba de la punta al talón ­provocando un ­choque
con el tacón de la bota. Con el sonido sutil de aquel
choque Ramón había tocado la ú ­ ltima nota. P ­ unto.
El abajeño había terminado. No, Ramón había
­terminado con el abajeño.

—Rajando leña y apoquinando un chorro de d ­ ulces—


dijo su tío, sin dejar de sonreír como siempre que
hablaba de la usanza de su pueblo.

La conversación circulaba en torno a cómo se habían


conocido los tíos de Atachi, pero eso él no lo sabía

54
El ritmo de los kurpitres

pues no estaba prestando atención. Atachi no podía


superar la forma de bailar de Ramón. Guardó esa
admiración en un lugar profundo de su corazón y,
aunque no se dio cuenta en ese preciso momento,
se enamoró de la danza de los kúrpites. Ya en el
coche y lejos en tiempo y espacio de lo sucedido,
a Atachi todavía le saltaba el pecho con el jaleo de
los kúrpites y pensaba que ese mismo son le había
alegrado el corazón a sus abuelos y que al final de
todo, sí con cambios y circunstancias nuevas, de
todas maneras los de su pueblo siempre volvían
a ser “los que se juntan”.

55
KURPITIICHERHI UARHAKUA
KURPITIICHERHI UARHAKUA

-Uarhiri kurajchandeni?- uinhachakusti Erandi


imeeri primu jembani Atachini.

Imeeri primu jemba no usïreendi sesi ­kurajchani


jimboka imeeri motsitarakua jimbo jatsiratiuxapi
kustatiichani iretarhu anapu tsimani tromboni
­iorhatiicha ka k’eri tamborhu enga jima inchamantku
cheni jembo japkaksï, pajperakua u­ eenakuaresptia ka
kurpitiicha enga p’imarhiupka nanita jemba jimaksï
jarhaspti uerakua uaraxaptiksïa, t­ sankuaraparhini
ka jimastooni jimeesï anapueechani enkaksï no
p’imarhuipka kurpitiichani, joperhuksï tsitisïreendi
jima jarhani, atachi jimbo inde ambe p’indesptia, utasï
miasïreendi emenga janopka San Juanu ­jimbanhe
parhanharhikutirhu, joperhu enga nanita jemba
uandantajka eska ima miasïnga emenga ueekupka

57
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

san juan Parhanharhikutirhu tamapu uirhiaparhini


takusï sutupurhi jatsiratini imani sabadu jurhiatikua
ma ekuatse kutsï febrehu uexurhikua 1943 jimbo,
emenga charakua xararapka, ka iamu iretani ­chutani,
joperhu noksï iamu ambe tsïtaspti utasïksï iamu
ambe miasïndi isï eska p’indekuecha.

Ima miasïndi ne emenga jajkundeenka ­nanita­


­jembeerhi k’umanchiku enga umanteenga t’ire–
kua ambe ka enga iasï jamberi ­chungumajka
­umantani k ­ urpitiichan i t’ireraani ka iamu k
­ ’uiripu
enega ­pambetajka k’uinchekuarhu, kurpitiini
kanekua ­ts’unhapesti, jimboka jatsiskarhi uanekua
­jurhiatekueecha jorenkuareni uarhani ka e ­ skarhi
sesi pakaraaka cheeti uapatsekuarhu, ka ­eskarhi sesi
kusïnderooka. Atachi jaipanhantasïndi ­eska kanekua

58
KURPITIICHERHI UARHAKUA

jukaparakueska miteni uarhakua k


­ urpitiicherhi,
j­operhu istu enkaksï sanderhu ­tsunhapekua ­jatsika ima
k’uiripuecha emenkaksï xukutaaka ­kurpitiichani, ka
istu sanderhu ­tsunhapini ­jindeesti eska nanita jemba
ka huahuachi ­jembeecha ­umantasïreendiksï tanimu
jurhia tirekua eska uani k’uiripu ­marhuatapirhiingainde
ambe kanekua tsúnhapesti.

Ni cheeti primuJuanu Pabluni jingoni gasolina


­piani motsitarakuani jatsirani- isï arhisti prima jemba.

Atachi kanekua ikiaspti jimboka tsitisírendi sïroota


sïpirhuni enega ninini jarheenga kuchiirhi k’uiripeta,
ka jimboka kanekua ts’irakuarexapka jimbo enerhu
kutsïispka, prima jembajtu undasïreendia juramuni
sanderhu ka eska huahuachi jemba,k’uinchekua

59
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

ukuaresíreendi iumu tsimani, iumu tani ka iumu


t’amu jurhia ka jindeesptia iumu tanimu jurhia
enga ukuarentani japkia kucnhekua ka jatsispiksï
nirhani xanharakuareparhini nani emenkaksï
­intspekuareeni gasolina, ka menderhu uentani
Juan Pablu, materhu ambe ukua jatsispti.

Enga jamberhi atachi p’ikurkuarenteenga t­ sïreri


­jajkirhu uenakuarespti kuraakuareni isku jasï
­kuskakua, ka perika jindeepkia kurpitiicha no sesi
jarhatiicha enkaksï inchajpeni japkia xanharhu
Jorhengua ka majku jasï xanharaparhini ­mamarhu
ambe uparhini imeecheri kanharhikua jinguni
chungumani p’indekueechani jingoni, tsipaksï
nitamasptiksï kurpitiicha sesi jarhatiicha engaksï
tumbiika ka enga tembunha jemba intsikuareka

60
KURPITIICHERHI UARHAKUA

tanharhikua Juanu Pablu mentikisï uerasireendi


ambakiti kurpitiini, jioperhu ini uexurhikua jimbo no
exespti kustatiichani jingoni ka nijtu ­pajperakuarhu.

Xanarhu jimbo uani k’uripu erookaresïrendi m


­ arhuksï
charape marhuatani jarhani ka ­marhuksï ­kahuikua
ambe, enga na kuskeenga jire jiresï k’uiripujtu
­uarhasïreendi, ini k’uinchekua jimbo kustatiichaksï
kustasïndi uarhakueechani, u ­ anhajtsïkukueechani,
k’arhirhi anhantsï uarhakua ka materhu jasï u ­ arha–
kueecha.

Jarhspti ma kunkuarekua kustatitiicherhi enga


­p’imarhenheenga eska pambitapirhiinga ­kurpitiichani
uapatsekua San Migueli ka uapatsekua San M ­ ateo
emenkaksï jupiperheenga, unhasïreendi nani ­emenga

61
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

uatatapirhiinga kurpitiicha jima k


­ opikuarhu ka nani
enga iamu ireta ka uerakua anpu k’uiripu t­ ankuareenga
urariichani exeani, ka menichanksï p’imarhiuni marhu
kunkuarekua kustatiicha bandeechani.

Atachi uenaspti xanharhu xanharhu jimbo primu


­jembani jirhinhantani joperhu jima p ­ akaraspti
exeni marikuani enga uarhani japka na ­Nahomi
­k’umanchikuarhu, jarhastiksï tsimani jasï ­kunkuarhikua
kurpitiicha sesi jarhatiicha marikua ka ­t’arhepiti
­enkaksï nana huarhini mindakujka Mariani ka ­Joseni,
ka imajkuksï usïndi jindeeni marhikua ka ­t’arhepiti
ka kasïpekua jingoni uarhani ka x ­ ukuparakua
­ujchakurhanhasïndi, t’arhepiti kamasïndi ma tunkusï
enga xanchaki eratakata jukajtsijka ka enga uamutakua
sapichu jukaka enga manatanhajka ka arhikuekajka

62
KURPITIICHERHI UARHAKUA

eska ueenokaksïa kustani , jimajku anhaxurhisïndi ma


motsitarakua xunhapiti enga uani k’uiripu jarhajka
marikuani uarhakuni (enga tsihueriti maeka enga
­xukuparhantatini jaku marhikuaeeri).

—¡Atachi, jucheeti p’ichpirhi! Ju juchantsïni


­jingoni uetarixati kuinchekua untani— ­kuraakuaresti
­eskaksï uinhachakuska. Motsitarakuani x ­ anha–
tatajka arhinksïni Rogeliu ka markuksï ­jarhaspti
­jorhenguarhikuarhu atachiirhi k’eri erachi j­ emba
enga iasï irekaka Unitesi. Atachi no p’ichpiri
­jembeesti, joperhu kanekua janhanharhispiti
­eskaksï marku ikichakuaeni ambe upirhiinga,­
­materhu t’amu k’uiripuechaenkaksï ­pambeteenga
­m arhuataxapti kahuikua ka majku kustatini
­violini atarhi k
­ ustapasïreendi, atachi no miteospti

63
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

­marhuterhuiichani joperhu majkuini ­pakaraspti


ka pambetooni motsitarakuarhu jatarhini.

Iondakuaruistia jurajkujtsïni nani emenga ­intspe–


kuarenhajka gasolina, arhispti atachi ­jimbanhe
­pampirhiichani tuinksï tsipekuarexaptia, ka isï uspti,
jimaksï jurhajkuspti ka nirastiksï. Atachi piasti ­gasolina
joperhu no nemeesptia enga k ­ ’unhaskuntapirhiinga
cheni jemboo, jindeesptia iumu t’amu atakuarhu
churekua jimbo, kanekua tarhiasïreendi ts’its’irasï ka
atachi p’ikuareraxaptia na enkaksï arhipiringa cheni
jembo amamba, huahuachi jembeecha ka nanita jemba,
nanirkuiini p’ikuareraparhini uenasti nintani San mateo,
nandi sesi juramukua jatsikuntapi ­erajkukueechani
jimboka jukarhi p ­ apjandesïreendi jimbo iamuksî
­erajkukueechani p’ikuaspkaksî k’uiripueecha.

64
KURPITIICHERHI UARHAKUA

Enajkirhi kahuikua jajkunderaki, nanirhi xani


churekua? Kuraakurespti papku jandurhu. Atachi
enga xanharakuarepuni nirani japka atantskua ­urapiti
chungumaparhini mentku ­p’irhikuatseeraaspti
ka sano kuaratseni uekani exeni nesï u ­ andajpapi,
­jindespti achamasï ma enga p’ichpiriipka ­tatembeerhi,
najkirhuka no meni uandontskurepka imani ­jingoni,
ji nirasïnga nitani najkiruka sani churekia- uanasti
Atachi, no uekani eska mitepiriinga eska ­araspkia
­tsimani kahuikueechani, —pambetaakini – ­arhisti
Tata Takì, atachi arhisti eska joo, najkiruka ima
sïtamarhinapka eska ambe ma arhipirhinga ­x­anharhu
jimbo isï, joperhu tata Taki san miskuarhini j­amaxapti
jimboka imajtu kurpitiispka. T’arhepiti eiangusti
Atachini eska kurpitiicha jindeespkaksï tumbiicha
enkaksï uekenga kuparakuni t’arepiti uarharhiicha

65
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

jingoni joperuksï no meni jiokosptiksï uarharhicha,


najkiruka imaksï tsipekua jingoni ­jameenga isï
jimbo tumbiicha kunkuarentaspiksï ka eratsenksï
­juramutiichani ­jingoni ­uandontskuareni isï eska
k’erhi ­janhaskatiichani jingoni eska sesi j­ apirhiinga
­uaxastani jimbanhe uarhakua k ­ urpitiicherhi. Ka isï
ukuarespti. Ka p ­ akatperanhaspti eska kuincheku
­kurpitiichei majku ukuarentapirhinga reesîicheri ­jin–
goni eska janhanharhikua jingoni ­ukuarentapirhiinga
­janhanharhiparhini Joseni ka Mariani, x­ ukuparakua
rhisï pakaraspti: jajchutakua m aka materhu
­jajchutakua sapichu ma meremeresï ­unharikukata
k ama ­eranharhitarakua anhanhastakuarhu ­charhira­–
kueecha marhu Ureta jonguarekua ma ka eska
kuajpeaka anhanhastakua ka i­ nchandurakuechani
emenga no materhu uarharhichaksï jukajka, ka

66
KURPITIICHERHI UARHAKUA

istuksï xukuparasïndiksï ma inchanhikua sesi


­ irirantskata ka istuksï oparani enga ­jukanharikuraka
p
ma eranharhikutarakua k ama itsusi ka omu takusï
sapichu ma, iamindu kurpitiicha sesi jarhatiicha
papiriindiksï ma kanhrhikua chikarhiirhi jajki jimbo
ukata atantskata ukata urhi ma jingoni menichani
isï kurpitiicha jukaparasïndiksï k’eri ma ­oparakua
takusïirhi turipiti ka sesi unharikukata jajki jimbo.
Atachini tsitisireendi eska jindeeprhinga ­tembunha
enga instkupirhiiga tanhrikua kurpitini indeni
­jurhiatekua resïicherhi k’uinchekua ka eska u­ arhakua
mindakupirhiinga tembunhani.

Jimajkani niaraxaptiksia nanita ­jembeerhi ­k’uman–


chikua. Atachi no ueksïreendi miteni na ­janduespia,
ima churekua nanita erokasti ka ­kamajchakusti

67
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

ka no xukani, sani xukasti andisï ima jandu niatapi


j­operhu no ikiatapu jingoni jimbosï andajkuarepi
­marhuatani sani kucheerhi k’uiripeta tinamakata
enga sani pakarapka.

—Nanirhi jamsireeni Atachi?— k ­ uramarispti


primu jemba, marikua enga jingoni ­uarapka ­Juanu
­Pabluiguespti. Atachi pinasku jarhani ­jimboka tata
Taki no undantaspti nen a ka nani exespi, isku
pakarhani joperhu tsipekua jingoni jimboka isï
­pahuandekua chungumapirhinga ­uarhakua, mitespti
eska primu jemba ­kararapirhiinga ­urhani kanekua
uandanhiakua jingoni emenga no j­ amberhi uiinga
k’uini, isï pahuandekua isï p
­ ’ikuarerasïrheendi enajki
iamu uapatsekuajtu cheni japka, k ­ uraakuaresïreendi
enajksî a ­ dontskuareeni,ka p’ikurerasïreendi e
­ najkiksï

68
KURPITIICHERHI UARHAKUA

iamindu p’ichpirhi jembeecha Juanu Paluni ­t’antsi–


reeni, jimajka k ­ uraakuarespti ma k ­ ustatarakua ka
­pinatooni noterhuksï ­uandontsakuareni, ­k’uiripi
­uenastiksï tsipeni ka sanhani arhini ­andaparakuni
nani e­ menkaksï urhapirhiinga uarharhiicha, a ­ tachi
majku jasï u­ andaniata jingoni jarhani, jini no sesi
­p’ikuarerhasïreendi enga niarani japkia u ­ arhakuarhu,
ka sanderhu isï p’ikuarerasïreendi enajki no ­ataspapaeni
echerindi.

Sesi ukuarespti! Jatsiskachi andani ini u


­ exurhikua,
uandasïreendi Nana Naomi, ima ka iamindu ­uapat–
sekua anapuecha kanekuaksï tsipexapti j­imboka
­exexaspkaksî Juanu Pabluni uarhani, emenga s­ anderhu
sesi u
­ arhapka jindeespti Ramoni, enga uarapka
­Franiskuni jingoni enga uapatsekua San Migueli

69
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

anapueka. Enga na ­k’amurukupkia k’uinchekua


­ urpitiicherhi ­uarhakua, Atachi ­jat–sispti ­k’uanhatsentani
k
­uaianharhiu ­chungumani ­jorhengua p¡irani imeri
­tsimani primuica ka ­tapichu ­jemba ­motsitarakua
jimboksi ­pantaxapita ­enkaksï na ­jatsirapkia ­gasolina
nani enga ima ­irekaka ­iaminduksï uandasïreendi eska
kanekua sesi ­jaxespka ­k’uinchekua ­xanharhu jimbo
emenkaksï nirhani jakpa isïksï ­p’ikuarerasïreendi
enajka ioskapi, ka mentku xuxunhaxeni ma ­akan–
deecharhu uaneka ­anhatapuechaksï jarhani ma majasï
tsïtsïkiichaksï jukani ka istu uanekua kupandeechaksï
jarhani, ­ahuanda sesi xararani anhatapuecha ­jingoni, sesi
­jarhati k’umanchikueecha, uaani k’arhirhi ­anhantsïichaksï
jarhani, naniteecha chkarhi tanani, ukata urhiicha
mamarhu ambe xaratani jarhani imeecheri ukata kan
e na erankuirhanim jarasïni irekuarekua.

70
La tradicional danza
y el viejito
La tradicional danza y el viejito

Aquel miércoles, la plaza Gertrudis


Bocanegra tenía poco m
­ ovimiento.
Ya era esa época del año en que los turistas ­regresan
a sus respectivas ciudades y quedan solamente las
gentes del lugar, mercando cosas. Faltaban tres
horas antes del anochecer y todo estaba s­ ereeeno,
como quien dice. Los árboles mecían sus hojas con
tranquilidad y solo se oía un murmullo l­igero del
viento y una que otra palabra suelta. Los transeúntes
caminaban arrastrando los pasos, los perros nomás
estaban echados panza arriba y los vendedores
del tianguis esperaban tratando de esquivar
una s­ iesta que les pesaba sobre los ojos. Hasta
las m
­ oscas s­ obre los vasos de f ruta se habían
­quedado quietas.

72
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

En uno de los primeros puestos de la calle ­Libertad


estaba Juan Pablo, sosteniendo su cabeza que se
le iba en picada hacia el piso. Aunque él era de San
Juan Parangaricutiro, solía ir a Pátzcuaro a ofrecer
las verduras que su familia cultivaba porque ahí todo
se vendía mucho más rápido. Ese día casi nadie se
había acercado a su puesto. El calor de la tarde le
causaba un letargo profundo a la gente, el viento
casi era somnífero y el tiempo parecía detenerse
en el sopor espeso del ambiente.

Un músico que disimulaba su oficio recargado


frente a la biblioteca pública sacó de debajo de
un guacal un estuche mediano. Los vendedores
no lo sabían, pero tocaba practicar la danza de
los viejitos para el equinoccio de primavera. Juan

73
La tradicional danza y el viejito

Pablo no sabía si el cuate se estaba estirando o


estaba preparándose para tocar. Nomás había
sacado su instrumento dos perritos levantaron
la cabeza, Doña Chela por instinto los imitó y en
seguida todo el tianguis buscaba con la mirada
qué era lo que los demás estaban viendo. Estuvo
raro, como que se sentía que algo podía ocurrir en
cualquier momento. El sonido del arco frotando
la cuerda de su violín se alargó en un rechinido
bastante prolongado hasta convertirse en otra
nota, casi igualita. Nada se inmutaba, Doña Chela
se volvió a acostar con la panza al aire y los perros
siguieron esperando clientes. Casi inmediatamente
después, un hombre comenzó a acercarse desde
la esquina de Padre Lloreda hacia la callejuela del
tianguis. Juan Pablo lo reconoció al instante: era el

74
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

viejito, el danzante pues, Don Taki. La máscara de


madera que traía en el rostro era de algún artesano
de la región, laqueada con la mejor exhibición de
estética purépecha y elaborada minuciosamente
con surcos que simulaban arrugas de la edad. Los
danzantes de la danza de los viejitos tienen de
­viejo nomás eso: la máscara, el espíritu de hacer
una buena interpretación.

El origen de la danza se remonta a cuando los


abuelos eran llamados purépechas por los aztecas
y los españoles todavía no aparecían en los sueños
premonitorios de nadie. Cuatro de los viejos más
sabios de la comunidad de la Isla de Jarácuaro
danzaban en honor de ‘Tata Jurhiata’, el Padre
Sol. La danza se llevaba a cabo en los cambios de

75
La tradicional danza y el viejito

estación y cada uno de los chamanes o ‘petámutis’


r­ epresentaba una estación del año; uno de ellos
llevaba máscara de niño ­simbolizando la estación
entrante y los otros tres usaban una máscara de
anciano como si fueran las estaciones ­pasadas.
­Curiosamente, en tiempos más actuales se ha
­i­ncorporado a la danza un niño junto con los demás
viejitos, eco de la ­antigua significación del ritual.

La verdad sea dicha, el señor Taki efectivamente


ya estaba entrado en años, casi como para no
­tener que usar la máscara tradicional. Juan ­Pablo
se acordaba de haberlo visto bailando hacía
más de 10 años atrás y ya se veía grande desde
­entonces. Quizá la danza le hacía mantener su
espíritu ­juvenil.

76
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

—Uste’ ya no anda para esos trotes don Taki, no le vaya


a tronar la rodilla de a deveras— le dijo el papá de Juan
Pablo al Viejito cuando pasó frente a su puesto, ­sacándole
unas risas socarronas a la gente del tianguis. Taki se
quedó callado, él no era hombre de muchas palabras,
pero Juan Pablo notó cómo apretaba los músculos del
brazo. La danza de los viejitos es muy alegre, retozona, se
necesita que el danzante zapatee mientras se ­agacha,
da vueltas y se embroma con los demás viejitos. El
toque de humor también reside en que los d ­ anzantes
fingen achaques en el cuerpo, a ­ unque el público sabe
que nomás están aparentando. Eso la primera parte de
la danza, después viene lo más interesante.

El violinista que mencioné hace rato no era otro


que Irepan, joven trabajador y de buen ver, y no

78
La tradicional danza y el viejito

lo digo yo sino las muchachas de Pátzcuaro, San


Pedro Pareo y otros tantos pueblos más. Tenía lo
suyo el Irepan, además es bien sabido que t­ ocar
un ­instrumento te abre más puertas que el hecho
­mismo de ser rico. En fin, más allá de si estaba ­guapo
o no estaba guapo, Irepan estaba ­obsesionado
con su instrumento y así como don Taki, prefería
no decir mucho y mejor hablarle a las personas a
través de su arte. Ambos se miraron un instante con
­intensidad, como zurciendo pactos mudos. Salidos de
la nada, los otros tres danzantes ya­­f ranqueaban las
­esquinas de la plaza hasta el pasillo central. ­Seguro
en ­cualquier momento comenzarían el baile.

Poco a poco, pausadamente, Irepan fue c­ uajando


una melodía ostensiblemente lenta en el aire. ­Lento,

79
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

sí, con achaques dramáticos, también, pero con


ritmo en sus pisadas don Taki se a ­ garró a zapatear.
Todos los viejitos formaron una c ­ adena, cada uno
agarrado del extremo del bastón del otro, m ­ arcando
un ritmo tardo y avanzando m ­ edio en círculo m ­ edio
en verbena. El viejito venía s­ iguiendo las notas de
su danza, convocado por el sonido de su h ­ ermano
el violín y haciendo un c ­ hacualeo a ­ cuático con
­chapaleando en el piso de sus ­huaraches. Juan Pablo
se quedó mirando las piruetas que ­acompañaban
el zapateado del señor Taki, ­jugando con el peso de
su cuerpo como un niño y ­transmitiendo de ­alguna
manera su buen humor. Su atuendo ­consistía
en pantalón y camisa de manta, bordados los
puños y el borde inferior de las pantorrillas, e­ ncima
de todo un gabán de lana y sobre la cabeza un

80
La tradicional danza y el viejito

­sombrero decorado con cintas de hilos de colores,


representando a los rayos del sol. Y por supuesto
un bastón delgado de madera, como una varita
torcida en una de las puntas para el apoyo de la
mano. Taki ya se estaba atizando a sus conocidos
del tianguis con el bastón, venganza bromista
contra sus amigos.

Mientras Juan Pablo seguía el trayecto de los­


­viejitos se le vino a la mente el tiempo de la s­ iembra
del maíz, los pies bien plantados de su madre
sobre la tierra, el balanceo de su tronco al costal
y luego al surco, dando un tumbo ahogado en
el suelo; la misma inercia de este balanceo para
tomar el c ­ ostal y avanzar un tramito más; otra vez
del costal al surco, mover el costal y aun con esa

82
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

misma fuerza original levantar el brazo para secar


el sudor de su rostro; de nuevo del costal al surco
hasta terminar todos los surcos.

De pronto el chancleo del viejito a la cabeza se


volvió más animoso, contagiando su acelere a los
demás viejitos, sus pies se alzaban con prisa y se
apresuraban a seguir matracando en el piso, más
rápido ¡más deprisa! sus rodillas parecían resortes
y las tiras de colores de su sombrero ya eran franja
de un solo color difuminado. Todos se soltaron y en
dueto zapateaban frente a frente, las piernas de
uno le contestaban a las piernas del otro y así con
el mismo vuelo se volteaban, prestos se agachaban
y levantaban, la sonrisa fija y el corazón contento.
También su padre danzaba en la milpa, con las

83
La tradicional danza y el viejito

espigas ya crecidas y el maíz listo para la cosecha.


Tomaba con la firmeza de su mano izquierda una
mazorca completa y de un tirón la arrancaba del
tallo y del mismo tirón dejaba que su cuerpo se
jalara hasta la mazorca más próxima a su mano
derecha, como escalando, intercalando una mano y
la otra quebraba el nudo del tallo y así iba ­dejando
espiga por espiga pelona de la milpa. Tomaba su
tiempo pasar de la siembra a la cosecha, desde
que el sol brillante y chamaquito de la primavera
se iba madurando hasta el ocre anciano del otoño
.
De un momento a otro los viejitos habían r­ efrenado
su ritmo. Otra vez levantando una rodilla, despacio,
luego la otra rodilla, más bajito y más despacio. El
sonido de sus chanclas anunciaba que la danza

85
La danza en Michoacán: Cuentos del cuerpo y el alma

había terminado. Ahora flotaba en el ambiente un


reposo agitado, como cuando se ha levantado todo
el polvo del piso y, de pronto, la polvareda móvil se
queda suspendida en el aire, quieta pero sostenida
con vida en el aire. La gente del tianguis no dijo
nada, nomás miraba con el corazón enternecido
a los danzantes.

— Oiga don Taki ¿y cuántos años tiene? — le


preguntó Juan Pablo al viejito que descansaba en
la banqueta aún con la respiración agitada.

Por ahí en algún lado consta todavía que taki,


en purépecha, significa niño.

86
JUCHAARHI P’INDEKUA
T’ARHEPITIIRHI UARHAKUA
JUCHAARHI P’INDEKUA T’ARHEPITIIRHI UARHAKUA

Imani jurhia miercolesï kopikuarhu gertrudisi


­ ocanegrarhu notarhu uani k’uiripu jarhasptia.
B
Jideespti imani jurhiatikueecha enga iamindu ­k’uiripu
k’uanhatentajka cheni jembo ka jima ­anapujku k’uiripu
pakarani ambe ma piakuareni, sani no churekuespti
ka iamu ambe ­pinandeni ­imaterku kuraakuareni
na emena nirenga a ­ nhatapueecha manakurhini ka
mandani uandakueeehajku ­kurhaakuareni, k’uiripu
iatsikuarhuksï n
­ irasïreendi xanharhani, uichuichajtuksï
apondetni jarhani, ambe ma intskuareriichjtuksï
xarhanhari eskaksï kuataratixapka, tindiichajtuksï
pinasku jarhani jatarhakuecharhu.

Imani xanarhu jimbo jarhspti ambe ma i­ntspekuareni


Juanu Pablu, kuataratini isï nirasïreendi enajki m
­ entku
kuimatseerapirhini, najkirhu ima jini anapuepka

88
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

jimbanhe Parhanharikutirhu, p’indesïreendi nirani


Petatsikuarhu mamarhu ambe intspekuareni jimboka
imeeri k’umanchikuarhu anapueecha indeni ambe
juskasïndi ka jini petatsikuarh sontku pianhasïndi.
Iamani jurhiatikua jimo no nema andarerasïreendi
imani inchatirukua jimbo, k’uiripu kanekua no sesi
p’ikuarerasïreendi aparekua jimbo ka k’uinchanhani.

Kustati ma enga jim japka p’eraparatini ­k’umanchi–


kuarhu enga jindeeka j­anhaskakuarhu p ­ ’rakusti
imeeri kustatarakua, ambe ma ­intspekuareriicha
noksï mitespiti jorhenkuarespti t’arepiti ­uararhiicheri
kustani enga janonkuani japkia tsïpntsekueeri.
­Juanu Pablu, no mitespti ima kustati a ­ ntsikuarexapi o
­jankuarentaxpi sesi anhaxurhini kustani. ­Kustakuajkusï
p’itapti, tsmina uichu sapiratiichaksï ejpu t­ aratasptiksï,

89
JUCHAARHI P’INDEKUA T’ARHEPITIIRHI UARHAKUA

Nana Chela jire jiresï t­ aranhatastjtu ejpu ka i­amindu


enga jima intsperanhajka i­mntuksï jire jiresï i­ojchantstiksï
exeni ambesï ukuareni japi, isï p­ ’ikuarerakuaresïreendi
enajki ambe ma u ­ kuarepirhiini, kustakuani i­ostarantasti
kustani ka uenaspti sesi kuraakuarreni kuskakua,
Nana Chela menderhu apondentasti ka uichuicha
­erokuareni eska piariichaksï niarapiringa ambe ma
piani, jimajkani xararaspti achamasï ma sanhani arhi
andareerani imani xanharhu enga arhinhajka Tata
Lloreda enga jima no iahuantku jaka k’umanchikua
enga mamarhu ambe intspekuarhenhajka.

Juanu Pablu jire jiresï mitentasti ­jindeespti ­t’arepiti


uarharhi Tata Takí, kanhahikua enga ­kameenga
jindeespti enga uka ma ukata urhi jima no ­iaguatku
anapu, kanharhikua eratakata puheerhi, ka eska

90
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

kanekua t’arhepepkia iamu chununharhitini


t­ ’arepekuam jimbo, tarhepiti uararhi k ­ anharikuaj–
kusï urajti ka isï xaratani eska t’arepeskia.

T’arepiti uarhakua jiajkani anapuesti enga


­astekeecha juchaarhi tatiteecha arhinheenga
­p’urhepecheecha, ka enga notkiksï janoenga u ­ tsïicha
España­­anapueecha, t’amu t’arepiti u ­ ararhiicha
­xarakuarhu anapu ­uarakusïreendiksï Tata Jurhiatani.

Uarhakua ukuaresïreendi enga ­mojtakureenga


kuaresïma, emenda, p’ikuntskuarhu o t­ s’irakuarekuarhu
ka nani enga mindeenga ­mandani petamutiichani,
ma petamuti jukasïreendi ma ­kanharhikua sapi
eratakata inde arhikueksïreendi eska uenasïrenga
kuaresïma, ka tanimu p ­ etamutiicha, jukasïreendi

91
JUCHAARHI P’INDEKUA T’ARHEPITIIRHI UARHAKUA

kanharhikua tàrepiti eratakata ka inde arhikueksïreedi


eska ­nitamaspkia emendeecha, iasï kuparakusïndi ma
sapi t’arepiti uarhakuarhu, ioni anapu p’indekueerhi.

Tata takí k’eriistia, noterhu uetrasïndi jukani


­kanharhikua, Juanu Pablu miasïndi exeni takini
uarhani enga notki xani t’arepeenga sanderhu
jimbanhe p’ikuarerani ka tsipekua jingoni uarhani.

Chajtsï noterhu jindeeskia jiminiisï jamani


­a rhisti juanuirhi tatemba tata Karini emenga
jimeesï n ­ itamani japka, emenga jamberhi k­ ’uiripu
­terekuarepka, taki pinasku pakaraspti, no kani
­uandasïreendi, joperhu Juanu Pablu exespti na
enga xarateenga tepaxurakua, t’arepiti uarakua sesi
jaxesti, sanderhu enga tsipekua jingoni uarhooka

92
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

mentku uatsïkuareparhini iamindu t’arhepitiicha,


ka isï xaratani enajkiksï kanekua t’arepia, najkiruka
k’uiripu miteka eska no isïiska, joperhu tatsekuarhu
jurasïndi sanderhu ambe.

Kustati emenkaksïni arhipka t’uini no j­indeespti


materhu k’uiripu jindeespti Irepani, tumbi ma enga
anchekuarejka ka kaxumbiti ma ka no jisïni isï a ­ rhijka
uacheechaksïsï isï arhijti ixu petatsikuarhu anapu,
San Pedro Pareo ka marhuterhu ireteecha. Irepani
mitesti sesi kustani jimbosï j­atsikuarepti a
­ nchekuareta,
ka no uetarisïreendi kanekua t­ umina jatsini, irepani
no indeni ambe exesïreendi sesi ­jaxekua ambe ima
kanekua tsitisïeendi imeeri kustatarakuani ka isï eska
Takí, no kani u
­ andasïreendi jopehu kuskakuani jingoni
sesi pakatasïreendi k ­ ’uiripuni, ­tsimaperani erakperasti

93
JUCHAARHI P’INDEKUA T’ARHEPITIIRHI UARHAKUA

enajkiksï ambe ma ­arhitperani japi, ka marhuterhu


tanimu ­uarharhicha mandani ­tsumindarhuicharhuksï
jarhani enajkiksï erokuareni japia uenani urakua.

Sanhami arhispti Irepani kuskakuani sesi ­jajkuntani


sesi kurookuareni ka emenga jamberi Tata Takí
uenapka kusïndurhan uarhani, i­amindu t­ ’arepitituicha
jupikusti tekexkurhikuani ka uenanksï sanhani
­arhini kusïndurhani kuskakua jingoni, Juanu ­Pablu,
exesïreendi na emenga kusïndueeni k ­ uskakua
­jingoni, tata Takí, uarasïreendi eska mas api kanekua
tsipekua jingoni ka sesi p’ikuastani k ­ ’uiripuni,
imeeri xukuparakua jindespti ma j­ajchutakua ka
inchanhikua takusïirhi sïrikukata unharikukata
ka tekexkurhika jurhintskuarhu jamberi ka sani
­matsikurhitini, Takí uenaspti sani arhirhooni k’uiripu

94
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

emenga imani k’umanchikuarhu jimboksï japka


ambe ma intspekuareni.

Jiajkanisï Juanu Pablu, miantasïreendi eska inde


uarakua jindeeska tsirhi jatsiriicheri ­jimboka isïksï
uarasinga enejkiksï tsirhi jatsini jampka, menichani
isï xaratani enajkiksï tsirhi jatakuani taratajki m
­ oskuni
ka enajki jukarhi k’uetsape ka isïksï k’amarhani
tsirhi jatsini.

T’arhepiti uenasti sanderhu tsipekua jingoni


­uarhani ka kokuani nindurhani uarhani ka pajtamaani
marhuterhu t’arepitiichani, anhanhastakueecha
isïksï xarharhani enajkiksï antsireeni, ka takusï enga
pirireenga kajtsïkuani enajki majkuini ­atantskateeka,
iaminduksï jurajperaspti ka markuksï uarhani

95
JUCHAARHI P’INDEKUA T’ARHEPITIIRHI UARHAKUA

­eratperaparhini, mokukuntasïreendiksï ­tepajtarakua


jingoni ka p’irikuaresïreendiksï ka k’utitseni ka.

Taratani ejpuni kanekua tsipekua jingoni ka


istu ­tatemba uarhasïreendi jini taretarhu enga
iamu ­petapkia pintseta ka xanini jukaparakutini
jarhania, jupikasïreendi ma xani jaki uikixkandani
anapu j­ imbo ka ­ch’ahuapandikuni xaninini ­kajajki
t’irexkandani kuarakuparhini arhonini, noterhu
pintsiteni jingoni jurhaajkuni.

Isï nirasïreendi tsirhi jatsikuarhu ueratini ka


p’ikuntskuarhu jamberi ka eska na andarajka tata
jurhiata ka emenga jindeeka emenda ka isï nirhani
k’epani ka niarhani p’ikuntskuarhu.

96
MICHUANANI ANAPU UARHANTSIKUECHA:
P’IKUARENGIKU KA ANGANGATEKUERHI UANDATSIKUA

Jimajkani uarharhiicha sesiksï nindurasïreendi


­ arhani, tarataparhini iatsitakuarhu jantsirhi ka
u
­menderhu materhu chunhumaparhini k ­ uskakuani
ka sanhani arhini eska k’amakurixapkia ­uarhakua, sesi
­kuataratinksï ka jire jirejtakua jingoni isï e
­ najki ­t’upurhi
tarareenga ketsikuarhu ueratini ka ­tarhiatarhu ­­pakar­–
hani t’upurhi, k’uiripu emenga ambe ­intspekuarejka
no m­ ambe uandasti iskuksï pakarasti t’arhepiti
­uarharhiichani exeoparhini.

Tata Takí, najtsï xani jatirhiiski cha?— kuramarhisti


Juanu Pablu t’arhepitituni enga sani m ­ intsikuarhini
japka ka enga no jamberhi uiinga sesi jirejtani.

Jiminiisï uandanksïndi eska takí arhikuekasïnga


p’urhepecha jimbo tataka sapichu.

97
México, 2022

También podría gustarte