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Cesura.

El advenimiento de una estética de la existencia

“Hacer de la vida una obra de arte sería


un gesto radicalmete nietzscheano:
abrazar la espesura y gravedad del arte
como único fundamento metafísico”

Juan Pablo Arancibia Carrizo

En nuestros días, lo que se afirma no es tanto la ausencia o la muerte de dios, sino el fin del hombre: un
desplazamiento mínimo, imperceptible; un retroceso hacia la forma de la identidad que hace que la
finitud del hombre se haya convertido en su fin. Se descubre así, entonces, que la muerte de dios y del
último hombre han partido juntas. En este proceso de disolución del anthropos moderno lo que tendría
lugar es el advenimiento de una “estética de la existencia” que habilita otro campo de coordenadas y, a
su vez, otro régimen de politicidad. Así el panorama, la estética de la existencia no se pregunta por la
existencia de dios o si hay vida después de la muerte. Sino más bien elabora la pregunta por“cómo
vivir” aquí y ahora: una cierta tekhné vital, emparentada con una estética que pueda producir y
conducir la vida conjugando fundamentalmente una ética y una política -pero también una estética-.

La crítica a las políticas identitarias, a nuestro entender, no necesariamente parte de premisas erróneas.
A saber, que esas buscarían acomodarce a la lógica reproductiva libidinal de la subjetividad neoliberal.
El punto en que se pierde el horizonte de una crítica como esa es la de cierta nostalgia -o
“resentimiento” en términos nietzscheanos- por un cierto momento en el que se perdió de vista el
horizonte emancipatorio anticapitalista. Para Lazzarato, “la impotencia de la política actual es una
consecuencia directa de la exclusión de la guerra de la teoría política, que a su vez es el resultado de
otra exclusión: la de la lucha de clases”. A nuestro entender, esto es sin duda correcto. Preocupaciones
como la de cierto ecologismo, cierto feminismo, cierta izquierda, etc., que no tienen por finalidad la
subversión de las condiciones materiales de existencia, se convierten en remedros de luchas políticas.
Lo que para Lazzarato se ha convertido en una prioridad por luchas de corte identitario, reconocimiento
y búsqueda de Derechos; responde no sólo a una exclusión de las problemáticas enmarcadas en la lucha
de clases. Es necesario, si queremos salir del impasse -y no volver a ser derrotadxs- asumir que no sólo
hubo una masacre de las luchas obreras que tuvo una expresión internacional sin duda alguna, hacia
mediados de los '70- sino que también las narrativas de izquierda, han tocado un límite. Su correlato
ontólogico, por así decir, es el “fin del hombre”.

Esta fuga, esta mutación de las coordenadas del anthropos moderno posibilita una nueva sensibilidad y
una nueva experiencia de lo político. Cesura del fin del hombre, entonces, allí donde lo que queda es la
posibilidad de pensar el cuerpo como aquello que muta hacia una “época posmoderna”, en el centro de
las preguntas por-venir. Para Marx, no se trata del anuncio de que la administración de las cosas
reemplazará al gobierno de los hombres, sino de observar -con los “franceses modernos”- que el
advenimiento de la democracia significa la desaparición del Estado político: se trata de afirmar que la
democracia, en tanto comunidad política, no puede existir si no se dirige contra el Estado, a la
reducción de éste, en combate directo con éste. Para Ranciere, “democracia es el nombre de una
interrupción singular del orden policial de reparto, distribución y funciones de una colectividad
cualquiera. La política no tiene arché, ella es en sentido estricto, anárquica. Esto es lo que indica el
nombre mismo de democracia. La democracia no tiene arché, ni medida”. ¿Defensa de la democracia,
acaso? Habría que insistir en una definición inacabada y abierta de lo que se ha entendido por
democratización. A saber, la Democracia como la entiende Ranciere, no dice relación alguna con
procesos de democratización de las instancias de decisión, confrontación y disenso; sino más bien,
procesos de legitimación de los gobiernos de las élites -esos que, en palabras de uno de los personajes
de Pasolini, son “los verdaderos anarquistas”-.

Para Guattari, “una empresa que implosiona -la que sea- corre el riesgo de dejar caer una
proliferación de microfascismos. A pesar de propagar elementos semióticos de carácter ideológicos
hegemónicos, pueden expresar en cierto momento a un nivel inconsciente aquello que llamo 'vector de
revolución molecular' lo cual puede subvertir la modelización de la subjetividad”.

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El cambio climático es un problema únicamente técnico que tiene que ver con el tipo de energías
empleadas (litio, metales raros, etc), o a lo sumo con un modo de vida determinado (modo de vida
imperial). El desbocamiento del capital queda escondido por una naturalización generalizada. Decir el
acontecimiento es radicalmente imposible, porque es empezar a detener la marcha del propio
acontecimiento. Sin embargo, hay que decirlo e ir más allá de la impotencia actual que quiere en
detener la reverberancia anímica que el acontecimiento aporta como posibilidad de futuro, como
“mundo por venir”.

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Guattari: Lo que está en juego no es tanto una carrera entre las grandes potencias para la obtención de
los primeros puestos, sino más bien la instauración de una nueva segregación social, homogeneizada a
escala planetaria. Mientras en los países más pobres se implantarán élites obreras y técnico-científicas
en las escalas más altas, inversamente, en los países más ricos, subsitirán inmensas zonas de miseria -
sur global-. La nueva aristocracia mundial burocrático-burguesa continuará basándose en la jerarquía
de las potencias internacionales, pero tiende cada vez más a no identificarse con ninguna de ellas en
particular. Se trata en definitiva de conservar en el plano local una reterritorialización nacional de la
fuerza de trabajo, a nivel estatal de una gestión del control social y de la represión y a nivel global una
adaptación sin fisuras al nuevo funcionamiento del capitalismo

Nuevo tipo de fascismo: Este orden estará en todas partes y en ninguna. Contaminará zonas enteras del
planeta, pero al lado de zonas de hiperrepresión habrá zonas de relativa libertad. Y a su vez, el trazado
de estas zonas fluctuará. Sus medios de acción no serán exclusivamente los instrumentos del poder del
Estado, sino también vectores que contribuyen a la formación de la fuerza de trabajo, al modelado de
cada individuo, a la imposición de determinado estilo de vida, esto es, sistemas de servidumbre
semiótica, etc. que no tiene por finalidad de la subversión de las condiciones materiales de explotación;
sino, más bien, la búsqueda acomodaticia de instancias de consumo ancladas a la lógica libidinal de
goce capitalístico.

¿Logrará el CMI fundar un orden social que sea aceptado por la mayoría y que implique una
acentuación de la segregación social? El capital no es sino capital de poder, es decir, un modo de
semiotización, de homogeneización y de transmisión de las diferentes formas de poder. Sólo la
aparición de nuevo modos de relación en el mundo y en el socius permitara transformar esta “fijación
libidinal” de los individuos al sistema del capital y sus distintas formas de cristalización del poder. El
derrocamiento del capitalismo moderno no es, por lo tanto, una simple lucha contra el sometimiento
material y contra las formas visibles de represión; atañe tambien y sobre todo a la creación de una
multiplicidad de funcionamientos alternativos.

APUNTES – Extraviar a Foucault -JPA


“la afirmación de una estética de la existencia como un gesto propiamente estético-trágico”
“El advenir del superhombre y el eterno retorno, en Nietzsche, acontecen como condiciones para la
nueva valoración noble. Esta valoración noble se inscribe en la recuperación del sentido trágico-
estético cuya, quizá, mayor declaración, es la afirmación del amor fati. Dicho de otro modo, el
superhombre en Nietzsche parece traer consigo una disolución, pero también una afirmación. Lo que
quiere disiparse es la metafísica de los valores, el socratismo, la moral esclava, el espíritu del
resentimiento. Lo que se afirma, sería el sentimiento trágico, el pensamiento de la unidad [(*)
FRAGMENTAR EL MUNDO], el amor fati, el devenir del ser. Este devenir del ser, el ser como
devenir, tal como lo indica Deleuze, cuando mucho, sólo se puede presentir [(*) UN
EXTRAÑAMIENTO DE SÍ], pues ya no puede ser un contenido comunicable”.

*espacios de inscripción del malestar solo en la esfera del consumo* → políticas identitarias/goce

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