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ESCUELA SUPERIOR

POLITÉCNICA DE CHIMBORAZO

TEMA DE INVESTIGACION:
Instrumentos de
responsabilidad social

FACULTAD/CARRERA:
Ciencias
Ingeniería Ambiental

REALIZADO POR:
Darwin Jahir Chacha Zurita

CODIGOS:
436

INGENIERO:
ING. William Carrillo

SOSTENIBILIDAD AMBIENTAL
OBJETIVO
El objetivo común de los gobiernos que han suscrito las Directrices consiste en fomentar las
contribuciones positivas al progreso económico, medioambiental y social que pueden tener las empresas
multinacionales, con vistas a lograr un desarrollo sostenible, y reducir al mínimo las dificultades que
causan sus diversas problemáticas.
INTRODUCCIÓN
Desde la década de los sesenta aproximadamente, las actividades de las empresas multinacionales han
sido objeto de numerosos debates a nivel internacional. A medida que ha crecido el impacto de las
actividades de las multinacionales en la economía mundial y en la vida de la población en general, mayor
ha sido la necesidad de regular sus operaciones, especialmente respecto de materias de derechos humanos,
ambientales, prácticas laborales y de inclusión social. (Quevedo, 2019)
Distintos organismos internacionales han desarrollado principios generales y normas de conducta respecto
de las empresas multinacionales. En un comienzo, primaba la tendencia a confundir la responsabilidad
social con prácticas de filantropía. Hoy la responsabilidad social cobra cada vez más importancia a nivel
internacional como herramienta para el desarrollo sostenible. En general, la preocupación por los impactos
sociales, ambientales y económicos que genera una organización o empresa se ha acentuado en los últimos
tiempos. Hoy, nuestro comportamiento, los valores que llevamos a la práctica a través de las maneras que
producimos y, en general, nuestra ética, adquieren una significación crucial. Los instrumentos
internacionales incluidos en este documento fueron desarrollados con el objeto de fomentar los efectos
positivos de las empresas multinacionales al progreso social y evitar, en la medida de lo posible, los efectos
negativos que sus operaciones pudieran generar. Paralelamente, un mayor número de empresas y
organismos han reconocido los beneficios empresariales asociados a las prácticas de responsabilidad
social, tales como el fortalecimiento de la imagen de la marca y la reputación de la empresa como factores
de competitividad, fomentar la fidelidad del cliente, aumentar la capacidad para atraer y mantener una
fuerza de trabajo cualificada, incrementar la productividad y la calidad a largo plazo. Asimismo, es
importante señalar la importancia que la responsabilidad social tiene hoy en las cadenas globales de valor
y de suministro. (Quevedo, 2019)
Cualquier empresa, independientemente de su tamaño y sector, necesita adquirir bienes y servicios para,
tras cierta transformación donde se añade valor, producir otros bienes y servicios. Las compras de
suministros tradicionalmente han seguido criterios puramente económicos. Sin embargo, cada vez más las
empresas están incorporando criterios sociales y ambientales a la hora de seleccionar suministradores, ya
que los riesgos vinculados a la reputación por actuaciones irresponsables tienen cada vez mayor impacto
negativo. Las empresas tienen, por tanto, una responsabilidad sobre lo que ocurre en su cadena de valor,
así que deben incentivar a sus proveedores a que también sean social y ambientalmente responsables con
el fin de garantizar que sus acciones no tengan un efecto desfavorable en la cuenta de resultados. Esto
provoca un efecto cascada a lo largo de la cadena de proveedores, ya que las empresas suministradoras se
ven incentivadas por sus clientes a adoptar prácticas empresariales socialmente responsables. (Quevedo,
2019)
INSTRUMENTOS DE REPONSABILIDAD SOCIAL
El impulso de la Responsabilidad Social de las Empresas (RSE) se viene canalizando a través de multitud
de iniciativas que persiguen inculcar de forma práctica y efectiva este nuevo valor de conciencia
empresarial en los procesos productivos de las empresas y demás actividades de las mismas. Para ello las
muy diversas iniciativas recurren a lo que se ha dado en llamar de forma genérica “Instrumentos de RSE”,
tales como las declaraciones de principios, los códigos de conducta y buenas prácticas, las etiquetas
sociales, verdes…, los índices bursátiles éticos, las guías de elaboración de memorias de sostenibilidad,
modelos de triple balance, modelos o estándares de gestión, acreditaciones de los mismos, etc. Ello ofrece
un panorama, por un lado, entusiasta y expectante en torno a la RSE; pero cercano a lo caótico, por otro.
(Ochoa, 2021)
Así, son varias las fuentes de las que emanan estos instrumentos: organizaciones internacionales,
gobiernos nacionales, organizaciones del Tercer Sector (ONGs, grupos de interés, etc.), asociaciones y
fundaciones diversas, etc. Diversa también es su finalidad, pues mientras unos sólo promocionan,
impulsan o promueven; otros instrumentos concretan principios o recomendaciones a tener en cuenta por
las empresas que pretendan ser socialmente responsables; y algunos, además, establecen mecanismos de
información, evaluación y seguimiento de las medidas concretas adoptadas por las empresas en materia
de Responsabilidad Social, obteniendo así un compromiso más serio de las empresas. Tampoco hay
coincidencia en lo que respecta al ámbito de la RSE al que estos instrumentos van dirigidos, abarcando
algunos los aspectos económicos, sociales y medioambientales en conjunto; y ciñéndose otros a sólo
alguno de ellos. Igualmente, no todos los instrumentos de RSE alcanzan a los mismos destinatarios; los
hay generales, aplicables a cualquier empresa, pero también dirigidos a sectores industriales y de actividad
específicos. (Ochoa, 2021)
En efecto, la cantidad y variedad de instrumentos de RSE es difícilmente manejable de forma que resulte
operativa. Es por ello que corresponde llevar a cabo una primera tarea de clasificación y clarificación del
panorama que el movimiento de la RSE ofrece en estos momentos. Desde el punto de vista jurídico-laboral
el interés reside en distinguir aquellos instrumentos sensibles con las cuestiones sociolaborales de la RSE,
de los que se centran en los aspectos económicos o medioambientales; así como identificarlos en función
de su naturaleza, alcance, ámbito, finalidad, etc. Sólo de esta forma se podrán valorar los resultados de la
puesta en práctica de estos instrumentos deRSE y hacer comparaciones entre los mismos sin riesgo de
confrontar instrumentos de naturaleza y esencia diversas. (Ochoa, 2021)
En el sentido expuesto, se recogen a continuación tres posibles criterios clasificatorios de los instrumentos
de RSE:
a. Desde el punto de vista de la Organización y Gestión de Empresas1 . Los instrumentos de RSE se
distinguen en función de que establezcan o no modelos completos de gestión de la RSE; esto es,
previendo la planificación de objetivos concretos de RSE, la manera de ejecutar por fases lo
planificado, el sistema de seguimiento, control y medición cuantitativa y cualitativa de la ejecución, y
el método de evaluación y revisión de los resultados obtenidos. En función de ello, se distinguen:
1. Instrumentos de promoción, comunicación y transparencia: establecen ideas, pautas y principios
generales para el desarrollo de conductas socialmente responsables con el objeto de que las
empresas los hagan suyos y desarrollen en la práctica; algunos, incluso, ofrecen modelos o
sistemas para dar a conocer, informar y publicar las conductas de RSE acometidas por las
empresas. Sin embargo, ninguno de estos instrumentos establece el modo en que esos principios
deben reflejarse en el sistema productivo y de relaciones de las empresas, quedando esta cuestión
al particular criterio de las mismas. (Ochoa, 2021)
En este grupo de instrumentos se encontrarían, a grandes rasgos, los códigos de conducta y buenas
prácticas, las declaraciones de principios y los modelos de elaboración de memorias sociales o de
sostenibilidad. (Ochoa, 2021)
2. Instrumentos de gestión, normas de proceso y acreditación: son aquéllos que, de una parte,
establecen los requisitos técnicos que una empresa debe llevar a efecto en su estructura y
organización para que sea calificada como socialmente responsable, esto es, el “cómo ser
socialmente responsable”; y, de otra parte, son instrumentos que certifican o acreditan la condición
socialmente responsable de una empresa a través de agentes externos a la misma.
Dentro de esta categoría de instrumentos se distinguirían los sistemas e informes de auditoría
social, medioambiental o en materia de RSE en general; así como las certificaciones y
acreditaciones expedidas por diversas organizaciones (por ej. ISO). (Ochoa, 2021)
3. Instrumentos de autoevaluación o desempeño: centran su atención en las metas y objetivos de la
RSE, estableciendo mecanismos y criterios para determinar los superados y los pendientes, y
evaluar conjuntamente el desempeño de la empresa en materia de RSE. Así, si bien no establecen
cómo ser socialmente responsables, la evaluación de la actividad de las empresas desde la óptica
de la RSE, sí permite extraer conclusiones que de alguna forma inspiren cambios concretos en los
sistemas de gestión y organización de las mismas en aras de mejorar y superar los resultados
obtenidos. (Ochoa, 2021)
¿EN QUÉ CONSISTEN LAS DIRECTRICES?
La OCDE utiliza el concepto de Responsabilidad Corporativa y lo define sucintamente como “las acciones
desarrolladas por negocios para consolidar sus relaciones con las sociedades en las que actúan”. Las Líneas
Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales son recomendaciones dirigidas por los gobiernos
a las empresas multinacionales. Contienen principios y normas de buenas prácticas de carácter voluntario
para una conducta empresarial responsable y compatible con las disposiciones legales aplicables en el
derecho nacional. (Ormaza, 2019)
¿CUÁL ES EL ORIGEN DE LAS DIRECTRICES?
Fueron aprobadas en 1976 en el marco de la Declaración sobre Inversiones Internacionales y Empresas
Multinacionales, en una década donde comenzaban las discusiones sobre los impactos negativos derivados
de las actividades de las empresas multinacionales en los países en desarrollo. Así, las Directrices fueron
concebidas en sus inicios como una herramienta para el fortalecimiento de las relaciones entre las
multinacionales y la sociedad en que operan, y también como un mecanismo de fomento de la inversión
internacional. En 2011 fueron actualizadas incorporándole una visión comprehensiva del mundo
internacional de los negocios, con un nuevo capítulo sobre Derechos Humanos y la inclusión de los
conceptos de debida diligencia, responsabilidad en la cadena de suministros y una definición mucho más
proactiva del papel de los Puntos Nacionales de Contacto. (Ormaza, 2019)
¿CUÁL ES SU FINALIDAD?
El objetivo común de los gobiernos que han suscrito las Directrices consiste en fomentar las
contribuciones positivas al progreso económico, medioambiental y social que pueden tener las empresas
multinacionales, con vistas a lograr un desarrollo sostenible, y reducir al mínimo las dificultades que
causan sus diversas actividades en la comunidad donde desarrollan sus actividades⁶ . Del mismo modo se
busca garantizar que las actividades que realizan las empresas multinacionales se desarrollen bajo
parámetros de responsabilidad social empresarial, en armonía con las políticas nacionales de los países de
la OCDE y ayuden a fortalecer la base de la confianza mutua entre las empresas y la sociedad y las
autoridades gubernamentales que la representan. (Ormaza, 2019)
CONCLUSIÓN
Si pensamos que las empresas se nutren del mercado, la actuación socialmente responsable con los
trabajadores, proveedores (RSE interna) y con los distintos sectores sociales (RSE externa), se traduce en
una importante mejora de la imagen corporativa y, por ende, del producto o servicio que se ofrece, al
mismo tiempo que se logra mayor identidad y sentido de pertenencia por parte de sus colaboradores.
De esta manera, actuar socialmente responsable no es una actitud idealista que arroja beneficios sólo
hacia el medio ambiente, los recursos naturales, sociales y humanos, sino que representa para la empresa
una inversión que repercute en ventajas financieras. (Ormaza, 2019)

COMENTARIO PERSONAL

Considerando el rol económico que desde siempre se le ha reconocido a la empresa, esto es, generar
utilidades, queda demostrado que la RSE constituye por sí misma un estímulo suficiente para que las
empresas se decidan a actuar con responsabilidad. No obstante, ello, considerando las múltiples ventajas
que su accionar representa para la protección y reconocimiento de los derechos humanos, laborales y
medio ambientales, la utilización de incentivos legales para la implementación de éste tipo de políticas al
interior de las empresas es un recurso de gestión que no puede ser subestimado.
En efecto la RSE puede fácilmente absorber aquellos fines que hasta ahora correspondían principalmente
a la Organización Estatal.
En definitiva, de la experiencia de múltiples empresas en todo el mundo, queda demostrado que la RSE
contribuye eficazmente y, lo hará en los próximos años, a construir una sociedad más respetuosa y
conciente de nuestras obligaciones con el medio ambiente, con los derechos humanos y con los derechos
laborales, de los que aún somos deudores.

Bibliografía
Ochoa, C. (11 de Septiembre de 2021). globalstd. Obtenido de globalstd:
http://portal.uned.es/Publicaciones/htdocs/pdf.jsp?articulo=0180266CO01A01
Ormaza, A. (17 de Julio de 2019). revistas.javeriana. Obtenido de revistas.javeriana:
https://revistas.javeriana.edu.co/files-articulos/CC/19-48%20(2018)/151557795005/
Quevedo, F. (29 de Enero de 2019). redalyc. Obtenido de redalyc:
https://www.redalyc.org/journal/280/28063519009/28063519009.pdf

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