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La cueva encantada

En un cerro del norte de Jalisco existió una cueva encantada que se


abría un solo día al año, se decía que quien tuviera la dicha de entrar
encontraría grandes tesoros contabilizados en sacos llenos de
moneadas de oro, plata, piedras preciosas y lujosos trajes que
pertenecieron a personas españolas que en un tiempo fueron robadas
por ladrones y toda esa riqueza fue escondida en esa cueva.

A la espalda del cerro estaba ubicado un rancho donde vivía un muchacho


junto a su familia, el joven leñador subía cada tercer día a lo alto para proveer
de leña a su madre.

Una mañana emprendió como de costumbre la subida a lo más alto del


cerro, acompañado únicamente de su asno

Al pasar un barranco le sorprendió ver una fuerte luz proveniente de la cueva


pues a pesar de que el sendero era conocido por él nunca antes había visto
algo igual y se dispuso a entrar para ver de qué se trataba.

Al entrar había mucho oro, plata y piedras preciosas, todo aquello que
brillaba lo deslumbro y anduvo un rato viendo los grandes tesoros.

El Interior de la cueva era amplio y largo, conforme el muchacho se


adentraba vio a otras personas en el lugar, varios hombres sentados
alrededor de una mesa jugando a las cartas y moviéndose con gran lentitud

Desesperado pensó en regresar a casa y contarle a su familia lo que había


visto pues con su ayuda sería más fácil llevarse el tesoro.

Un pequeño viaje en el tiempo…


Afuera de la cueva había caído la noche, se dirigió por su burro, pero el
animal no estaba, extrañado tomo el rumbo a casa tropezando con varias
piedras lo que le pareció raro pues conocía muy bien el camino y no
recordaba que estuviesen allí.
A lo lejos visualizó su ranchito y noto que de su casa no salía luz alguna, pero
eso no lo extraño pues ya era muy tarde y pensó que todos estaban
dormidos, sin embargo, entre más se iba acercando más raro la veía.

Cuando llego frente a la casa se dio cuenta que estaba deshabitada y en


ruinas, se sentía tan cansado que sin desearlo se quedó dormido entre los
escombros, al día siguiente despertó y de un salto corrió a averiguar qué
había pasado con su familia.
Cuando llego todo estaba cambiado, preguntando se enteró de lo sucedido,
todos los miembros de su familia habían muerto hace muchos años, la gente
le hablo también de un joven que salió con su burro una mañana y
desapareció misteriosamente, ese joven era el mismo.

Pregunto fecha y hora a los vecinos y se dio cuenta que las dos horas que
paso en la cueva habían sido doscientos años.

Esta es una de las leyendas mexicanas contada por nuestros abuelos y


transmitida de generación en generación.

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