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Ensayo lectura Vulnerabilidad de pescadores de Yucatán.

Hernández Russi Nicole, MSZC, 1101.


Las pesquerías ribereñas han sido explotadas hasta el máximo de su capacidad
(50%), han sido sobreexplotadas o sufrido algún tipo de colapse a lo largo de los
años (25%) en el periodo de 1980. Debido al cambio climático, las especies de
lugares templados han estado migrando cada vez más a lugares más cercanos a
los polos, con lo que claramente se verían afectadas las pesquerías a nivel
mundial por los escases de estos recursos, además de que los mismos efectos del
cambio climático como la lluvia ácida y la elevación de los mares, pone en riesgo a
los ecosistemas marinos de los cuales depende directa o indirectamente la
pesquería. Se dice que son vulnerables ya que todas estas repercusiones traen
consigo afectaciones económicas que ponen en riesgo su estilo de vida y las
comunidades y sociedades en donde habitan y se desarrollan.
La vulnerabilidad es el resultado de la conjugación de procesos económicos,
sociales, naturales y políticos, así como los efectos secundarios que pueda tener
en los grupos sociales y/o comunidades, además su análisis debe tomar en cuenta
riesgos y amenazas. En ese sentido la vulnerabilidad humana interactúa en forma
dinámica con el ambiente físico, natural o socialmente construido lo cual implica
identificar las amenazas y vulnerabilidades específicas de los grupos sociales para
incorporar los resultados a programas y proyectos. (PNUD,2007). La
vulnerabilidad también varía dependiendo del país, el estado, la comunidad y las
clases sociales.
La península de Yucatán se caracteriza por sus costas que presentan 1)
plataforma caliza emergente con ausencia de ríos y corrientes de aguas
superficiales, 2) fuertes corrientes marinas provenientes del canal de Yucatán que
llevan materiales que se van depositando a lo largo de la costa y 3) geomorfología
condicionada por los procesos biológicos y naturales (Salas et al., 2006). Además,
se caracteriza por presentar el fenómeno natural de la marea roja, que también
interviene en las problemáticas que tienen lugar en la península, y huracanes, que
cada cierto periodo de tiempo afecta la dinámica social, económica y natural de la
región. Cabe recalcar que la zona se ha visto movilizada por diversas migraciones
desde otros lugares de la república y también por pobladores de la misma
península que se mueven a los estados vecinos para conseguir una mejor calidad
de vida. Se estima que, en toda la península se encuentran 4352 embarcaciones
actualmente funcionando.
Los objetivos del trabajo son: 1) reconocer condiciones de vulnerabilidad en
relación a aspectos sociales, 2) identificar los riesgos que los pescadores
ribereños enfrentan en términos económicos y 3) describir las estrategias que en
términos organizativos los pescadores despliegan para hacer frente a su propia
condición.
La investigación tuvo como lugares Holbox, ubicada al norte de Quintana Roo,
San Felipe, Dzilam de Bravo y Celestún pertenecientes a Yucatán e Isla Arena
ubicada en Campeche. El proyecto se realizó durante siete meses (mayo-
noviembre) con estancias de cinco a seis semanas por comunidad. Los resultados
corresponden a cien cuestionarios semiestructurados con preguntas abiertas y
cerradas. Dirigidos a socios de cooperativas, pescadores con y sin
embarcaciones, pescadores libres y permisionarios. El cuestionario se estructuró
en cinco apartados a saber: aspectos demográficos (lugar de origen, escolaridad,
vivienda y familia), acceso a servicios médicos y estado de salud, aspectos
económicos (costos de pesca, comercialización, actividades económicas
adicionales) y percepción respecto al estado que guardan los recursos marinos.
(Pérez, 2017).
Los resultados de la investigación nos muestran que en las cinco comunidades
costeras, las prácticas de pesca van desde viajes diarios de pesca hasta viajes de
pesca con una duración de 5 días, en donde la pesca es multiespecífica y
obtienen diversas especies a lo largo del año como langosta, tiburón, cazón,
pepino de mar, pulpo, mero rojo, negrillo, abadejo, pargo, rubia, canane,
esmedregal, coronado, mojarra blanca, picuda, cherna, sierra y carito; que varía
dependiendo de la comunidad costera. De acuerdo a las respuestas el 83.3% de
los pescadores realizan sus actividades de pesca a más de 10 millas náuticas y el
16.7% realizan la actividad a menos de 10 millas. En cuanto a las características
de los pescadores, la edad promedio de los informantes fue de 42 años siendo el
mayor de 60 y el menor de 22 años. El 91% tienen casa propia mientras que el 9%
renta o vive con algún familiar. En cuanto al estado civil el 80% son casados, el
11% separados y el 9% solteros. Las familias son de tipo nuclear y el número
promedio de dependientes económicos fue de tres personas. En cuanto a la
escolaridad el 47% de los pescadores tiene educación básica, seguido por 44% de
pescadores con educación secundaria, 7% nivel medio y el menor porcentaje
corresponde a pescadores con nivel superior 2%. (Pérez, 2017)
En cuanto a las formas organizativas se encuentran los grupos de pescadores
organizados, pescadores empleados, permisionarios y pescadores “libres”. Los
ingresos que obtienen los pescadores varían en función de las capturas, de la
inversión realizada y del pago que reciben por los intermediarios. Sin embargo, en
buena parte también dependen del tipo de acuerdos formales o no formales entre
los diferentes grupos de pescadores. (Pérez, 2017) Estos acuerdos van de
industriales a permisionarios locales o cooperativas, de permisionarios locales a
pescadores empleados y de permisionarios locales a pescadores “libres”.
En la región, la comercialización de los productos pesqueros tanto de la flota
mayor como de la ribereña está controlada por aproximadamente 100 plantas
procesadoras y congeladoras concentradas en su mayoría en el Puerto de
Progreso y Yucalpetén, Yucatán. En general dichas plantas cuentan con buena
infraestructura y capacidad de exportación a Estado Unidos, países de Europa y
Asia. (Pérez, 2017). En la región no hay una economía diversificada lo cual
representa un escenario de vulnerabilidad subordinado a cuestiones biológicas, es
decir de sobreexplotación de los principales recursos pesqueros, por lo que los
pobladores son altamente dependientes de la pesca como su mejor o única opción
productiva.
La gestión del riesgo se propone como la mejor manera de reducir y controlar las
amenazas, lo que implica realizar acciones sobre las causas que las producen que
incluyan medidas y formas de intervención que pueden ir desde lo global, integral,
sectorial y macro territorial, hasta lo local, comunitario y familiar (PNUD, 2007). O
sea, que el diseño de las políticas y toda la planificación de las diversas acciones
encaminadas a acabar con la vulnerabilidad requieren no simplemente la
intervención de los organismos técnicos encargados de la pesca y todas las
investigaciones científicas sino también de los encargados de las planificaciones
de desarrollo financiero y nacional.

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