Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MORIR EN EL INTENTO
Empieza con la mirada. Tiene que ser una mirada que aprueba, que valora el
diamante que se forma dentro de cada preadolescente por encima de las
presiones que lo transforman. Nunca les juzgues los zapatos ni levantes la
mirada por encima de sus ojos. Salúdalos con una leve sonrisa que no suene
exagerada. Sabrán si eres honesto. Pregunta su nombre. Repítelo con aprecio.
Apréndelo. No hay atajos. Nuestro nombre entonado con cariño será siempre un
bálsamo al corazón.
Lo básico
Sí. Los preadolescentes también comen, se cansan, transpiran, se emocionan,
se aburren, se avergüenzan y se intimidan, igual que nosotros. Si te confían algo
personal y a ti se te sale una broma relacionada con sus sentimientos,
difícilmente confiarán en ti de nuevo a menos que seas honesto y te disculpes.
Funcionan las mismas normas básicas con todos los seres humanos. La
diferencia radica en cuán heridos están sus corazones, cuánto se han sentido
humillados por otras personas mayores y cuánto temen que alguien como tú les
haga recordarlo. Pero aparte de eso, saben pasarla muy bien.
Recuerdo a Lupe. Llegó a un campamento para chicos de un barrio controlado
por pandillas. Ese día fue su cumpleaños 14. Compramos un pastel en secreto
fuera del campamento. Sus ojitos brillaron al oír su nombre cantado por 100
chicos diciéndole que celebraban su vida. Ella lloró de alegría, nunca le habían
celebrado así. Después de eso, ella era el alma del campamento.
…Aquella vez volví a casa con mi mochila llena de ropa sucia, la garganta hecha
pedazos y algunos raspones. Me desparramé en la cama para recuperar fuerzas.
Entró un WhatsApp: “¡Gracias por ser tan buen amigo, Dios lo bendiga y a su
familia!”. Era una de las chicas del campamento. Ella sabía que ya no soy ni por
asomo, un preadolescente, pero me honró inmensamente que me considerara
un “amigo”.