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El niño tiene que entender que la muerte se produce por una causa, hay algo
que la ha motivado, que las personas no mueren de la nada o sin una causa física. Es
fundamental explicarles a los niños cuál ha sido la causa exacta de la muerte del ser
querido: si falló el corazón, si fueron los pulmones, si el cerebro dejó de funcionar o
cualquier otra causa física que desembocase en la interrupción de las funciones vitales.
Si los niños no entienden que hay una causa física, lo que puede ocurrir es que
asocien la muerte a un detalle, a un estado o incluso que se sientan culpables de la
misma. Pueden llegar a pensar que sus pensamientos, sus enfados o su
comportamiento han podido causar ese fallecimiento y añadir problemas a la
elaboración de su duelo. Con frecuencia los adultos utilizamos expresiones confusas
para explicar la muerte a los niños, suelen ir en esta línea:
1
Diaz Seaone, P “Hablemos del Duelo”. Manual práctico para abordar la muerte con niños y
adolescentes. Fundación Mario Losantos del Campo. 2016
Un problema común a la hora de abordar una pérdida con los niños es que, a
pesar de la explicación científica de la muerte, a menudo las familias tienen creencias
religiosas, espirituales o filosóficas que otorgan a ésta diferentes significados. En el ser
humano existe la necesidad de dar continuidad a la vida después la muerte, así que
tendremos que adaptar algunas explicaciones para que los niños entiendan las
diferentes interpretaciones religiosas o espirituales de la muerte y no se queden en el
mundo abstracto.
Por esta razón, partiremos de la explicación de la muerte física antes de dar paso
a la interpretación religiosa. Sólo cuando el plano físico esté aclarado podremos dar
paso a las creencias que comparta la familia, buscando la forma de que los niños
entiendan que esas creencias religiosas constituyen un modo de elaborar el recuerdo
de la persona fallecida.
En este punto hay que aclarar que el Cielo que imaginamos los adultos no tiene
nada que ver con el cielo infantil -ese espacio azul al que miran todos los días-, o de lo
contrario pueden acabar buscando incesantemente al fallecido entre las nubes y el
paisaje. Basta con explicarle al niño que cuando decimos que un ser querido “está en
el cielo”, hablamos del lugar en el que a nosotros nos gusta recordar a esa persona y
que tiene que ver con la manera en que la recordamos. Así, si el fallecido era muy
aficionado a la música, su cielo seguramente será un precioso concierto; si era muy
aficionado a la montaña, podremos explicarle al niño que su cielo será como una
preciosa montaña por la que podrá pasear, y que es así como a nosotros nos gusta
recordar al fallecido y llevarlo en el corazón.
Básicamente hay que conseguir que el niño entienda que la muerte ocurre en
un momento determinado y es independiente de la bondad o la maldad de la persona
que fallece, así como de su edad o sus circunstancias. Y que comprenda que ante un
mismo suceso, hay personas que sobreviven y otras que no. En cierto modo, se trata
de explicarles a los niños el grado de azar que a veces tiene la muerte.
Mc 14, 43-50:
Toda muerte humana tiene una causa física. Nos morimos por enfermedad,
accidente, tragedia (natural) o desgracia (robo o secuestro). Jesús murió por la
maldad de los líderes religiosos y políticos de su tiempo. Judas solo fue el traidor que
lo vendió para sacar ventaja (dinero). Este discípulo que acompañó al maestro por un
largo tiempo, no aprendió la manera de amar de Dios, la lógica del reino, no
comprendió que la justicia de Dios no viene por la fuerza, ni por la espada, ni lucha
por el poder y el reconocimiento. Sino desde el servicio, la enseñanza, el perdón, la
compasión y la misericordia especialmente con los pecadores. Jesús, teniendo todo
el derecho como justa víctima y como verdadero Dios, hace silencio.
Acepta la realidad tal cual se le presenta y enfrenta la tragedia como Hijo de Dios.
Amando sobre todas las cosas, sin insultar, ni amenazar, ni maldecir elige que Dios lo
defienda, sea el amor y el reino quienes tengan el protagonismo y la última palabra.
Esto sucedió en la resurrección demostró a la humanidad que triunfó el amor
silencioso y entregado cotidianamente. El mal, las injusticias, los pecados, la muerte
han sido vencidas.
(Para trabajar juntos. Este tiempo de oración lo pueden realizar antes de irse a dormir)
Juntos saltamos por dos minutos, expresando con el cuerpo la alegría por el encuentro
y por el amor.
Luego de ello, nos sentamos en el suelo o en una silla con la espalda recta, cerramos
los ojos y ponemos las manos en el pecho para sentir el latir del corazón. Cuando se
calme el corazón abrimos los ojos, sonreímos, nos miramos y nos abrazamos.
https://www.youtube.com/watch?v=zLkjMQHACos&t=18s
Luego de terminar el cuento, reflexionar con el niño que la muerte tiene una causa.
Esta puede ser una enfermedad por la cual el corazón deja de latir o un accidente o por
la vejez. Siempre tiene una causa.
§ ¿Qué personaje o hecho es el que más te agradó?, ¿Cuál menos? ¿Por qué?
§ ¿Qué sentiste al leer este cuento?
§ ¿Hay algo que te diera pena? ¿Por qué?
§ ¿Algo de lo que sucede en este libro te ha pasado a tí?
§ ¿Cuál fue la causa de la muerte de Zorro?
§ ¿Qué hicieron Nutria, Ardilla y Topo para que les pase la tristeza?
§ ¿Le cambiarías algo a la historia?
§ ¿Con quién te gustaría compartir este cuento?
1. Cartulina
2. Colores
3. Lapiz
Algo que nunca morirá son los recuerdos de todo lo que vivieron juntos.
Ahora explicale que mientras le recuerden al ser querido que ha muerto, nunca será
olvidado.
Para terminar escoge una de las cosas alegres o graciosas y en una cartulina dibujala,
pintala y abajo escribe lo mucho que le amas a tu ser querido que ha muerto.
Para terminar la semana, puedes sacar tu creación de la cajita del duelo y darle
gracias a Dios por lo que vivieron. Eso siempre estará en el corazón: