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No apetezcas la participación en los bienes de este mundo,

donde la polilla y la herrumbre corrompen tanto,


porque tu tesoro estará allá
donde también se encuentra tu corazón.
-Moby Dick

Carta sobre el retorno del Alma en una sociedad del cansancio

Querido lector, espero que estas palabras te ayuden a volver tu vista a un lugar más

apacible, en el cual, seas capaz de hallar tranquilidad luego de pasar un día en este

mundo tan agitado en el que vivimos cotidianamente. Te escribo porque sé que

ahora se necesitan palabras de aliento que nos den cuenta de otra experiencia, una

distinta a la que se nos ha impuesto, o dime tú, ¿acaso no crees que los seres

humanos tenemos una idea muy singular acerca de eso que llamamos felicidad? “Se

nace para ser feliz”, dicen, esperando que, con eso, vivamos en un horizonte donde

la única luz u aspiración sea la de vivir plenamente con una sonrisa en el rostro, -en

su máscara no estaba pintada una sonrisa, sino tres-; debido a esto, vida y gozo se

han transformado en un sinónimo imposible de asimilar, lo sabe(mo)s bien. Se nos

va la vida tratando de ser felices, estamos en una búsqueda necesaria de hacer,

comer, creer en cualquier religión, ciencia o forma de vida que nos garantice

felicidad plena. Sin embargo, la felicidad, al ser un estado tan inconstante, nos ha

hecho daño tanto en nuestra mentalidad como en nuestro cuerpo, porque, ¿qué pasa

cuando no se es feliz?, ¿cuándo la cotidianidad se irrumpe por un hecho o

pensamiento trágico? ¿has estado triste sin razón aparente? Estas situaciones, en este

mundo moderno, parecen no tener ya una causa o siquiera un sentido, puesto que:

la vida productiva en la modernidad es la que vale. ¿Qué hacer frente a esto?

Actualmente, para evitar contratiempos o para justificar una falta al trabajo,

acudimos a un psiquiatra -si bien nos va-, quien, a su vez, recurre al Manual

1
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM, (por sus siglas en inglés) donde

los síntomas como desgana, mal humor, culpabilidad, pérdida de placer, desaliento,

desesperación, entre otros, son diagnosticados como: trastorno límite de

personalidad (TLP), trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH),

síndrome del desgaste ocupacional (SDO), depresión, y muchas otras. Así, el poder

del mundo ha velado nuestros ojos interiores para mantenernos al margen de una

drástica y trágica historia de producción material. La sociedad nos educa de la peor

manera, en donde sólo hay cuerpo y mente y en donde los problemas deben de

resbalarse de nuestro cuerpo y nuestra mente debe de concentrarse en ser

productiva. Y a la par, ambos deben de preocuparse de no ser marginados. El premio

mayor lo tiene la mente, ¡la razón que todo lo puede y todo lo alcanza!, ¡alcanza todo

cuanto lo desees! Porque el poder mental es la llave del éxito. Si lo deseas, lo

controlas y entonces lo tienes. Todo esto decimos muy ilusoriamente…

Han Chul en su libro, La sociedad del cansancio, nos dice, y con mucha razón,

que la patología del siglo XXI es la neuronal. Bajo estos nombres rimbombantes de

enfermedades nuevas se encuentra un “exceso de positividad por la

sobreabundancia de lo idéntico”. La cura para estos males, según la psiquiatría, será

la medicación, para que, con la secreción de alguna u otra sustancia en el cerebro, el

individuo siga viviendo, o, mejor dicho, produciendo como tuvo que hacerlo en todo

momento. Estamos sometidos al desborde del gentilicio, a la presión torrencial para

un mejor rendimiento en las labores productivas, tanto, que ahora nuestra

preocupación es mejorar nuestra productividad dejando de lado el amor, o bien, el

deseo de realizar las cosas por el mero deseo. Por ende, nos hacen creer que el

cansancio que arrastramos es por convicción nuestra más que por obligación

impuesta “el sujeto del rendimiento se cree en libertad, pero está tan encadenado

2
como Prometeo”1

Sobre la violencia neuronal, Han Chul dice que, mientras en épocas pasadas

las enfermedades se mantenían a la vista, es decir, en el cuerpo, ahora han transitado

a la mente, en donde la prevención se ha vuelto nula, a no ser que cumplas con los

requisitos y estés al día con todas las obligaciones, en este caso, te halles en una

sobreabundancia de positividad, pues este es “el exceso del aumento de rendimiento

que provoca infarto del alma”2. Las vacunas previnieron y acabaron con las

enfermedades corpóreas, ahora no existe amenaza alguna porque no hay ya un

enemigo externo con el cual enfrentarse, luego, no existe una reacción inmunitaria,

pues “cada reacción inmunológica es una reacción frente a la otredad”3 Sí, es cierto

que hay una deshumanización, ya no hay simpatía ni empatía que nos haga

trasladarnos al otro. Las relaciones humanas se han deteriorado demasiado.

Igualmente, nuestro autor indica que además de esta heterogeneidad, hemos

dejado atrás lo que Foucault llamó “sociedad disciplinaria” donde en ésta, había una

escisión que marcaba la diferencia entre los individuos haciendo que entre ellos

hubiese prohibiciones, ejercicio de poder, de control, donde hubiese una soberanía

con la ayuda de hospitales, psiquiátricos, cárceles, etcétera. Mientras que ahora “la

sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria sino una sociedad de rendimiento, los

súbditos son ahora sujetos de rendimiento, emprendedores de sí mismos”4 hay una

clara sustitución en la subjetividad por el “yes, we can”, y lo importante ahora es ir

al gimnasio, a la oficina, ser un buen godínez, enorgullecerse de ello, comprar en

centros comerciales, en fin, todas estas cosas de las cuales es imposible escapar. “Los

proyectos, iniciativas y motivación reemplazan a la prohibición (...) en vez de locos

1
Han, Byung-Chul, La sociedad del cansancio, p.9.
2
Ibíd., p.73.
3
Ibíd., p.14.
4
Ibíd., p.26.

3
y criminales, ahora se generan depresivos y fracasados.”5 Pues no me dejarás mentir

que hay veces que uno se siente mal por el puesto que no ha conseguido y que quizás

no consiga, te sientes insuficiente para la sociedad si a tus veintitantos años sigues

viviendo con tus papás, no has terminado la escuela, no has conseguido un trabajo,

lo primero que se piensa es que uno no vale frente a la sociedad, que no ha hecho

bien las cosas, que quizás vino al mundo a ocupar simple espacio, te he escuchado

comentarlo, te he visto asentir a tal proposición; continuemos.

¿Has estado haciendo alguna otra cosa mientras me lees ahora?, ¿cuántos

mensajes te han llegado desde que comenzaste? Con esto, pretendo entrar a eso que

el autor presenta como un monstruoso exceso de imágenes que llaman nuestra

atención, sin darnos cuenta nos hemos pasado la vida atrayendo un paraíso neón,

uno rosa fosforescente y artificial del que habla la gente allá afuera, por esto mismo,

le huimos al reflejo del verdadero paraíso coloreado delicadamente, a los colores

claros y profundos que se hallan en nuestro interior, repelemos al amor como al agua

cuando llueve, y estamos ciegos cuando no vemos que el amor nos prueba la

existencia de la trascendencia y de todo aquello que aún no alcanzamos. Con esto

quiero decir que, nuestra atención se ha dispersado por tanta propaganda, nos

cuesta trabajo ahora profundizar en algún tema que requiere más atención de los

normal, la filosofía, por ejemplo, pero “la pura agitación no genera nada nuevo.

Reproduce y acelera lo ya existente”6 preferimos siempre concentrarnos en aquellas

tareas vanas y vacuas que nos ayudarán a conseguir eso que siempre quisimos

porque convencionalmente nos lo hicieron creer, tener una buena vida, es decir, un

buen carro, una casa, una familia, hijos, nuestra atención se ha obturado por los

dispositivos que se hallaban ya en el mundo. No nos dan tiempo de pensar o

5
Ibíd., p.28.
6
Ibíd., p.36.

4
reflexionar si realmente eso es lo que deseamos.

“La sociedad de rendimiento, como sociedad activa, está convirtiéndose

paulatinamente en una sociedad de dopaje” 7


nos dice Chul Han, pues el

rendimiento es lo que nos hace ser, somos siempre frente a la sociedad, mediante el

uso de dispositivos móviles que se han vuelto nuestra persona, el sujeto no existe

sino muestra presencia al mundo, sus palabras y acciones son dirigidas siempre a

otro que le escucha, el cual, de igual manera debe dirigirse fuera de sí para lograr

ser escuchado.

Si observas de cerca, tal vez, alcances a notar que el mal se ha definido como

tal, puesto que encierra además de dolor y sufrimiento; y es cierto que, como

hombres modernos, llenos de tecnología, técnica y ciencia nos hemos

acostumbrados a repudiar lo difícil y a desear andar por un camino donde el fin

único y valorable es la “felicidad,” el “optimismo”, y el menor trato posible con la

humanidad. El mal siempre se acompaña de la dificultad. Cada una de las etapas

del hombre, el enfrentamiento a nuevos retos, oportunidades, consciencias, etcétera,

son sinónimos de dificultad puesto que siempre en el inicio se es inexperto. Un niño

que pasa a la adolescencia es inexperto de ésta, un joven que pasa a la adultez es

inexperto en ésta, un nuevo trabajo, una nueva escuela, una nueva pareja, un nuevo

proyecto, etcétera. La dificultad es la puerta que necesariamente se tiene que abrir

para poder avanzar, así mismo es la que otorga sentido al aprendizaje. Sin la

dificultad en el camino, no habría significado en la experiencia, y si lo pensamos

profundamente, sin la dificultad no existiría el progreso, ni la humanidad. El mal

encierra mucho más que letras, encierra todo un mar de posibilidades, progresos y

fracasos. De esta manera, si reflexionas, hallarás que de los conflictos y los

inconvenientes que entrega la existencia a la vida humana, se obtiene un indicador,

7
Ibíd., p.71.

5
el que marca una posible transformación que seguramente dispensará un beneficio

mayor.

Mi intención ahora es ayudarte en tanta desesperación. Quiero compartirte

las enseñanzas de un libro que recién leí. Inmediatamente que lo terminé, pensé en

ti. Supe que de una u otra forma tenía que hacértelo llegar. El libro es El pensamiento

del corazón: Anima mundi, el retorno del alma al mundo, de James Hillman, psicólogo

Junguiano perteneciente a Círculo Eranos, en él, encontré una pequeña posibilidad

de plantear y ver desde otro ángulo lo que ya nos mostró Han Byung-Chul. Ambos

autores concuerdan cuando se expone a grandes rasgos la idea de un igualitarismo,

el psicólogo dice que “la transfiguración de nuestra cultura occidental en un

igualitarismo industrial con valores materialistas fue la primera circunstancia que

llevó a la transformación del corazón”8, cuando habla del corazón lo está haciendo

desde una visión de la filosofía como lo hacía Marsilio Ficino. Pensando en un

mundo con alma, en el mundo en donde todas las cosas materiales tienen consigo

cualidades anímicas que te ofrecen alma.9 “Todas y cada una de las cosas de nuestra

artificial vida urbana tienen importancia psicológica”10

Luego, hablar del corazón es hacer notar que antes de que la rutina y

cotidianidad llegaran a pasos agigantados con sus distracciones y velocidades, los

sentidos -αἰσθητική- eran el medio entre el mundo externo y el corazón, antes de

que se presentara la sabiduría, estaba el amor (φιλοσοφία: φιλεῖν «amor», σοφία

sofía «sabiduría»). El corazón que siente desde un campo de la imaginación, de las

imágenes y fantasías que nos ocurren, hay un mundo que media la conciencia y el

mundo terreno. Ahora bien, esta transformación del corazón hace referencia a un

8
Hillman, James, El pensamiento del corazón: Anima mundi, el retorno del alma al mundo, p.40.
9
Ibíd, cf. p.133.
10
Ibídem.

6
trastorno notable que tuvieron los pacientes, pues si aceptamos la teoría del corazón,

todo lo que está fuera, determinará en gran medida lo que está dentro, “los

trastornos del mundo son obra del hombre, son representaciones y proyecciones de

la subjetividad humana” 11
Ya no había una distinción entre la neurosis de un yo,

frente a la neurosis que se vive en el exterior. 12 “En el siglo XIX era el individuo el

que acudía a la terapia; en el siglo XX, en cambio, el paciente que sufre el

derrumbamiento es el propio mundo (…). Los nuevos síntomas son la

fragmentación, la especialización, la maestría, la depresión, la inflación, la pérdida

de energía, las jergas y la violencia. Nuestros edificios están anoréxicos, nuestras

empresas paranoicas, nuestra tecnología neurótica.” 13


¿Me he dado a entender? El

mundo es la proyección que tenemos nosotros en nuestro interior, si nosotros

estamos más actualizados en noticias de última hora, pero no en lo que hemos

sentido o creído de ello, lo que ha de reflejar el mundo, de igual manera, es una

sociedad llena de vacío, una sociedad sin alma. Hay que sentir la realidad con un

nuevo olfato, no sólo uno psicoanalítico, como podría pensarse, sino uno que vaya

más allá del primer signo, busquemos el significado, y la transformación, “lo que

necesitamos es el olfato del sentido común animal: una respuesta estética al mundo.

Esta respuesta vincula de inmediato el alma individual al alma del mundo; yo soy

animado por su ánima, como un animal. De esta manera se retorna a este cosmos

planteado desde Platón, dónde “el alma del individuo no puede sobrepasar nunca

al alma del mundo porque ambas son inseparables, y la una implica siempre a la

otra. Cualquier alteración de la psique humana produce un cambio en la psique del

mundo. 14

11
Ibíd. p.144.
12
Ibíd, cf. P.134.
13
Ibíd. pp.141-142.
14
Ibíd., cf. p.153.

7
La Tierra está infestada de paraísos y hoy en día ya nadie los mira, incluso los

destruimos. Cuando la mirada está puesta en que seas un dispositivo te obtura las

posibilidades. La idea es usar el dispositivo de otra manera, darles otro uso es tratar

de darle una utilidad más, que la que ya está impuesta, nos hace realizar actos

violentos, actos que violentan las reglas ya dadas. El lenguaje es violencia porque te

obliga a decir cualquier cosa de una determinada manera, es por esto, que en

palabras de Hillman, “la mejora de la calidad de vida depende de la recuperación

de un lenguaje que tenga en cuenta las propiedades de los cuerpos, las cualidades

de la vida” 15

La violencia en tanto fuerza no es propiamente mala, pues el mundo es un

lugar donde los fracasos son ineludibles, los bienes son fugaces, se es vulnerable a

la muerte y a la enfermedad, se obliga a conocer el terreno de lo llamado humanidad,

se sabe de la finitud, se vive un desequilibrio que plasma el claroscuro de la vida, el

exceso de positividad no deja apreciar todo de la vida. La vida implica siempre una

ambivalencia de estados de luz y oscuridad, en los cuales se debe aprender a estar.

El negativismo hace valer la vida en todos sus ámbitos, los malos y reales.

Y finalmente, querido lector, quiero despedirme dejándote el mensaje de que

no temas padecer nunca, sé que suena complicado de entender, pero el día en que

pienses ¿Por qué la vida trae tanto mal?, necesitarás recordar que un viejo amigo

alguna vez te dijo que bien comprobado está que de lo terrible nace lo hermoso ¿No

es cierto que el humano conoce a través de sombras? Pues todos nacemos en el

mundo sombrío que es luz para la sociedad. La claridad sólo puede ser producto de

una continua y profunda reflexión.

Sin duda que la claridad que acompaña a la consciencia emergida de las

tinieblas es el arma más eficiente para hallar al mal en coyuntura con el bien. Sentirse

15
Ibíd., p.171.

8
torturado por las dificultades que se nos oponen, es un síntoma que indica que

padecemos nuestra existencia en el lugar más conveniente para nuestra propia

realización y la de los demás.

Cordialmente:

Aguado García Karina Alejandra

9
Bibliografía

Han, Byung-Chul, La sociedad del cansancio, tr. Arantzazu Sara Arregi, Barcelona:

Herder Editorial, 2012.

Hillman, James, El pensamiento del corazón : Anima mundi, el retorno del alma al

mundo, tr. Fernando Borrajo, España: Ediciones Siruela, 1999.

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