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¿Qué es el ayuno?

6 sencillos elementos para practicarlo


El Ayuno nos ayuda a fortalecer la voluntad para elegir siempre el bien y
permite abrirnos a la gracia de Dios

Antes de hablarte del ayuno, me gustaría que conocieras que es la


Ascesis o Penitencia (puedes leerlo en este artículo que hemos
publicado: ¿Sabes qué es la Ascesis o Penitencia?), ya que el ayuno es solo
parte de este trabajo espiritual que todo cristiano debe hacer si quiere
llegar a la santidad propuesta por Jesucristo.
El Ayuno, desde la vida espiritual, nos ayuda en dos áreas de
nuestra vida. Por un lado, es la forma como la voluntad se entrena con
la renuncia a cosas buenas, para en su momento poder rechazar las
malas. Por otro lado, ejerce una acción misteriosa, que permite al alma
abrirse de una manera particular a la gracia y a la presencia de Dios, es
decir, el alma toma más gusto por las cosas de Dios.
Cuando nos privamos de cualquier cosa que está en relación con
nuestros apetitos, especialmente con el placer (comer, beber, ver, oír,
sentir), estamos acostumbrando a nuestra voluntad a recibir ordenes
directamente de nosotros y no de nuestras pasiones. Nos lleva a ser
dueños de nosotros mismos. De esta manera, una persona habituada a
ayunar será una persona habituada a la renuncia, y tendrá sometidas
sus pasiones a la voluntad, de manera que el cuerpo come, duerme, y
hace lo que la voluntad le indica. Si la voluntad está orientada a
Dios, buscará evitar todo lo que lo separa de Dios y orientará
todas sus acciones a EL.
Por otro lado, como te decía, el Ayuno, especialmente el de la comida,
nos abre de una manera misteriosa a la presencia de Dios. Parecería
como si el hambre corporal se fuera convirtiendo en hambre de Dios.

Ahora bien, para que esto se realice, el Ayuno debe estar unido a la
oración. Sin oración el Ayuno se convierte en dieta o en estoicismo, que
poco o nada ayuda a la vida espiritual.

¿Qué es la abstinencia y cómo se


practica?
Abstenerse no es lo mismo que ayunar
La abstinencia es un gesto penitencial en el que los fieles se
privan o abstienen voluntariamente de comer carne.
Proviene de la palabra del latín “abstinentia” y al realizar este
sacrificio la persona hace –en espíritu, alma y cuerpo– un acto de
reparación por el daño ocasionado por el pecado y para el bien de
la Iglesia.
El Código de Derecho Canónico indica que “todos los fieles, cada
uno a su modo, están obligados por ley divina a hacer penitencia”,
con el fin de que “se nieguen a sí mismos”.
“Para que todos se unan en alguna práctica común de penitencia,
se han fijado unos días penitenciales, en los que se dediquen los
fieles de manera especial a la oración, realicen obras de piedad y
de caridad”, señala el canon 1249.
Por lo tanto, a partir de los 14 hasta los 59 años de edad, los
católicos deben practicar la abstinencia todos los viernes del año
en honor a la Pasión de Cristo, a menos que este día coincida
con una solemnidad; en el Miércoles de Ceniza y el Viernes
Santo.

En el Canon 1253, la Iglesia señala que cada Conferencia


Episcopal puede determinar los modos de observar el ayuno y la
abstinencia, así como “sustituirlos en todo o en parte por otras
formas de penitencia, sobre todo por obras de caridad y prácticas
de piedad”.
En declaraciones a ACI Prensa, el Donato Jiménez explicó el
origen de la práctica de la abstinencia.
Dijo que antiguamente preparar una comida que incluyera carnes
era costoso y se consideraba “suculento”. Por ello, “una forma de
ayunar y una forma de austeridad era no comer carne”.
Agregó que en la actualidad la abstinencia implica no solo
“privarnos de carne sino de otros manjares exquisitos”, como la
comida rápida, los dulces, los snacks y otras opciones
gastronómicas agradables.
Abstenerse no es lo mismo que ayunar

El ayuno consiste en reemplazar la comida fuerte del día (el


almuerzo) por pan y agua. Los católicos que tienen entre 18 y 59
años de edad están obligados a practicarlo el Miércoles de Ceniza
y el Viernes Santo. Si la persona tiene problemas de salud, puede
ingerir comidas sobrias.

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