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Capitulo III. Los países divididos. Alemania e Italia. Lapeyre.

Alemania posee al menos un elemento aglutinante del que carece Italia: la institución imperial, que,
aunque sin fuerza operativa, conserva, sin embargo, un gran prestigio, mientras que Italia, pese a la
presencia del papado, no constituye mas que un mosaico de Estados rivales.
1- Fraccionamiento del Sacro Imperio:
Cuando, en 1493, Maximiliano I, rey de Romanos desde 1486, sucedió a su padre Federico III, el Sacro
Imperio era un nombre altisonante que no contenía, sin embargo, una autentica realidad política, hasta el
extremo de que resulta difícil precisar su extensión con exactitud y se hace necesario, en nuestra opinión,
distinguir un imperio teórico de otro real.
Como parte realmente constitutiva del imperio debe considerarse el territorio dividido en circunscripciones
por las reformas de Maximiliano. Definido de esta manera, comprenda aun, al oeste, los países bajos y
varias provincias que, con posterioridad, pasarían al dominio francés, como Alsacia, Lorena y Franco
Condado, al este, quedaban fuera de sus limites Prusia, sometida a Polonia, o vasalla de la misma,
Bohemia, Silesia y Moravia, mientras que, hacia sudoeste, las posesiones de la Casa de Habsburgo
formaban un amplio saliente.
Las instituciones imperiales se hallaban integradas, en primer término, por la dieta, convocada por el
emperador y constituida, hacia finales del siglo XV por tres bancos: el de los electores, el de los príncipes y
el de las ciudades, que, al no tener verdadero derecho de voto, se encontraban en condiciones de
inferioridad.
2- Tentativas de reforma política.
Por un lado, Maximiliano, soberano ambicioso y desprovisto de recursos, necesitaba el apoyo financiero y
militar del imperio pasa su defensa contra los turcos y sus empresas italianas reclamaban reformas
susceptibles de asegurar el orden y la paz en el interior de Alemania.
Maximiliano trató de establecer una administración común a sus estados patrimoniales y al imperio. La
cancillería áulica, única institución que funcionaba hasta entonces como nexo con las provincias
austriacas, amplió su competencia a todos los asuntos concernientes al imperio, y por ende, entró en
competencia con la cancillería de éste.
Con su nieto y sucesor, Carlos V, los problemas planteados fueron de índole diversa. Como es sabido, la
elección de 1519 fue posible Mercer al soborno y a la compra de los electores con los 850.000 florines
anticipados por los Fugger y sus socios.
La cuestión esencial del programa de Carlos V radicó en hallar una formula capaz de conciliar y hacer
factible el gobierno del imperio con el de los estados que le habían correspondido por herencia. Su gran
atención a los asuntos españoles e italianos y el haberse mezclado, por el deseo de recuperar Borgoña,
en el interminable conflicto con Francisco I, lo llevarían a permanecer alejado de Alemania durante ocho
años.
3- Consecuencias de la revolución religiosa.
Los problemas de índole institucional que han acaparado anteriormente nuestra atención quedaron muy
pronto relegados a un segundo plano por la revolución religiosa, que trastornó la situación de Alemania
tras la predicación de Lutero.
Alemania fue sacudida por dos crisis sucesivas. La revuelta de los caballeros, la primera
cronológicamente, no fue la mas grave. Sickinger y sus seguidores de la religión del Alto Rin juzgaron
propicia la coyuntura para apoderarse de los bienes eclesiásticos, y se arrojaron sobre las tierras del
arzobispado de Tréveris.
Una amplitud mas considerable revistió la sublevación de los campesinos. Iniciada en junio de 1524 en la
región fronteriza con Suiza, extendiéndose rápidamente por Alsacia, el Palatinado, Hesse, Brunswick,
Turingia y Sajonia, y sus secuelas llegaron incluso a invadir las posesiones patrimoniales de los
Habsburgo.
Lo mismo que había ocurrido con la revuelta de los caballeros, la de los campesinos fue, finalmente,
ahogada con sangre. En el transcurso del mes de mayo de 1525, sus huestes sufrieron una serie de
graves reveses en Alsacia, cerca de Saverne, en Wurtemberg.
En la dieta de Spira de 1521, el partido luterano evidenció su cohesión al pretender Carlos V, representado
en las sesiones por su hermano Fernando, retirar algunas de las concesiones hechas a su credo años
atrás.
Las divisiones de los protestantes hicieron nacer en el animo de Carlos V la ilusión de que era posible
solucionar el problema y obligo a la dieta a adoptar una resolución por la que se concedía a los reformados
un plazo de siete meses para abandonar la doctrina y someterse.
4- Fraccionamiento de Italia.
En el XVI, Italia carecía incluso de esa sombra de unidad que el imperio confería a Alemania y, conforme a
la expresión utilizada por Metternich, no era en realidad más que una expresión geográfica. Sin embargo,
desde el punto de vista del derecho feudal, la Italia del norte y la central, salvo Venecia, no se hallaban
completamente seccionados del Sacro Imperio y, así, por ejemplo, Milán, Módena y Mantua eran
consideradas aun como feudos imperiales.
En esta Italia fraccionada, la paz de Lodi, 1454, había establecido un equilibrio, que aseguraba una
tranquilidad casi constante, hasta el extremo de que cuando estallaban las guerras, eran llevadas con
moderación ejemplar por condottieri, muy preocupados por conservar a sus tropas.
Los italianos se mostraban en general, inconscientes de su debilidad política, pues su indiscutible
superioridad en el terreno de las letras, las artes, el gran comercio y las finanzas, les hacia concebir ciertas
ideas ilusorias y, creyéndose más hábiles que los restantes pueblos europeos, no acertaban a valorar las
ventajas que la institución monárquica y la fuerza militar daban a franceses y españoles.
La principal preocupación de los pontífices fue la de establecer sólidamente su autoridad sobre la totalidad
de sus territorios. Lo intentaron, con diferentes métodos, en el periodo a que hacemos referencia, Alejando
VI y Julio II.
La más poderosa de las repúblicas aristocráticas era Venecia. Alrededor de la ciudad de San Marcos,
protegida por su laguna, se fue erigiendo poco a poco un estado continental y colonial, que abarcaba las
vastas posesiones de la tierra firme, extendida desde la llanura del Po hasta el Adda, con ciudades tan
importantes como Verona, Vicenza, Padua, Brescia.
La soberanía pertenecía al gran consejo, integrado por los representantes de las familias nobles. El
senado elegido por el gran consejo, no comprendía mas de 300 miembros, y podía celebrar sesiones
diarias. Los órganos ejecutivos formados por un pequeño numero de personas, aseguraban el
cumplimiento de las tareas ordinarias.
Por último, en la cima de la estructura política veneciana hallamos al dux o dogo, jefe oficial del estado,
personaje majestuoso suntuosamente vestido de brocado purpura y oro y tocado con el cuerpo ducal,
insignia de soberanía. No podía ausentarse de Venecia debido a que estaba estrictamente vigilado y su
poder real era muy débil.
Como sabemos, Milán fue la baza de mayor importancia jugada en las guerras de Italia. Los Visconti
habían construido un gran estado, sus sucesores, los Sforza, fueron desposeídos de su gobierno en 1499
por Luis XII, restablecidos de 1512 a 1515 y, finalmente, después de seis nuevos años de dominación
francesa, repuestos de 1521 a 1535.
En 1541, Carlos V dio a Milán una nueva constitución, que no implicó grandes modificaciones. Las
principales personalidades eran el gobernador, representante del soberano, y el archicanciller que presidia
el consejo secreto, compuesto por algunos dignatarios.
5- El fin de la República florentina.
En el momento de desencadenarse las guerras de Italia, las instituciones florentinas comprendían, aparte
los consejos en cuestión, la señoría formada por 8 demandantes, que presentaban a las corporaciones
mas destacadas y el gonfaloniero de justicia, elegidos todos por dos meses.
El gran consejo, formado por todos los ciudadanos pertenecientes a familias cuyos miembros hubieses
desempeñado anteriormente ciertas funciones, comprendía unas 3.000 personas.
Muerto Savonarola, el régimen republicano se mantuvo en la ciudad del Arno durante cerca de quince
años. Con el fin de consolidarlo, se creo el cargo de gonfaloniero vitalicio, conferido a Pietro soderini,
mientras Maquiavelo, secretario de la segunda cancillería, reclutaba una milicia ciudadana a ejemplo del
ejercito romano. Pero la república, excesivamente comprometida con Francia, sufría las consecuencias de
los fracasos de Luis XII.
En 1527, una revolución restablecía la república, al par que se restauraba el espíritu de Savonarola,
Niccoló Capoli, nombrado gonfaloniero por un año, proclamó a Cristo rey de la ciudad.
Florencia resistió cerca de un año a las fuerzas de la coalición, pero hubo que rendirse en 1530, y el
acontecimiento marcó la caída definitiva del sistema republicano.
El poder recayó entonces sobre Alejandro de Médicis, que introdujo, una vez más, ciertas modificaciones
en la constitución. Al mismo tiempo que se creaban dos consejos, uno de 200 y otro de 48 miembros, el
gobierno se confiaba a cuatro consejeros, entre los cuales se hallaba, con el titulo de duque, el propio
Alejandro, que en 1537 moría asesinado por su primo Lorenzaccio.

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