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RESPONSABILIDAD

Los policías usan esposas para recortar la libertad de los sospechosos y evitar que se escapen.
En la vida, con frecuencia nosotros mismos nos ponemos las «esposas» y restringimos nuestra
libertad. Ello ocurre cuando nos quedamos paralizados entre los problemas y, en lugar de
hacernos responsables, buscamos responsables, buscamos culpables de nuestras desgracias.
Siempre es más fácil para nosotros pensar que no pudimos hacer algo por que estuvimos
«esposados» - es decir, buscar alguna excusa que aceptar que nos hicimos responsables.

Adicionalmente, con las excusas cuidamos nuestra imagen ante los demás. Pasamos nuestra
vida esposados imaginariamente a varias creencias que nos impiden movernos y actuar. Por
ejemplo, hay personas que no hacen su maestría o no inician estudios de postgrado porque
están esposadas a la creencia de que son muy viejas o no son buenas para los estudios. Otros
no aprovechan las oportunidades porque están esposados a la creencia de que no serán
capaces o que no serán tomados en cuenta. Eliminemos estas amarras. La vida presenta ya
suficientes retos como para vivirla esposados.

Otro elemento es la responsabilidad sobre nuestros pensamientos. Cuando las cosas van mal,
nos quejamos de que el mundo está en un complot contra nosotros, ¿«o será que somos
nosotros lo que estamos en un complot contra nosotros mismos? Cuando pensamos
negativamente actuamos como el imán que atrae a las partículas de hierro, que son de color
oscuro. Similarmente, cuando nos negativizamos, atraemos magnéticamente todo lo oscuro a
nuestra vida. Atraemos hechos y situaciones

difíciles y, además, a personas que son tan negativas como nosotros. Todo esto inicia un
círculo vicioso difícil de romper. Finalmente, ¿Quién decide lo que pensamos?

La respuesta es: nosotros mismos hacer pasar por las tuberías de la mente.

Pero, ¿Por qué nos cuesta trabajo tomar la responsabilidad sobre nuestra vida y nuestra
mente? La respuesta está relacionada a los capítulos anteriores del libro. Cuando no estamos
es equilibrio, cuando el ego nos controla y cuando nos apegamos a las metas, es más difícil
tener libertad para responder y tomar responsabilidad sobre nuestros actos.

Imaginemos el siguiente ejemplo: Están os muy estresados, tratando de lograr una meta de
ventas crucial para nuestra carrera, cuando nos enteramos de que hemos perdido un cliente
clave. Sin ese cliente, las metas que hemos perseguido desesperadamente no se cumplirán. En
ese momento viene un compañero de trabajo a reclamarnos el informe que prometimos para
la semana anterior... y nuestra reacción es la de un oso feroz. Descargamos en la persona
todas nuestras angustias de manera agresiva. Luego, por supuesto, nos arrepentimos, pero el
daño ya está hecho. No pudimos tomar responsabilidad de nuestros actos en ese momento,
porque estábamos desequilibrados, estresados y angustiados. Además, nuestro ego tenía
mucho que perder si no conseguíamos alcanzar la meta de ventas. Recordemos que el ego es
esa fuerza que quiere mostrarse a toda costa como competente y capaz. Nuestro ego
condimentó la situación con una dosis elevada de angustia, que nos permitió escoger nuestra
respuesta. Finalmente, estábamos apegados a la meta. En

ese momento pensábamos que nuestra felicidad dependía del logro de los objetivos. Cuando
sentimos que nuestra felicidad depende de algún elemento externo, nos lo tomamos
demasiado en serio. Normalmente distorsionamos la realidad y exageramos nuestras
emociones negativas y, como consecuencia, nuestras acciones.
Durante siglos, desde la época de los juegos olímpicos en la antigua Grecia, se trató de correr
una milla en cuatro minutos. Los griegos llegaban a soltar leones para perseguir a sus
corredores y así apurarlos, pero no lo lograban. A comienzos del siglo XX, doctores expertos
justificaron la Imposibilidad de lograr esa meta por la estructura ósea, la resistencia del viento
y la dimensión de El Espejo del Líder nuestros pulmones. Pero en 1954 Roger Bannister probó,
al correr una milla en cuatro minutos, que los expertos estaban equivocados. Increíblemente,
ese mismo año otros 57 corredores también lograron la meta, y el siguiente año 300 personas
hicieron lo mismo. No era un problema físico o ambiental: Era un problema de actitud.' El
liderazgo es un camino de desarrollo personal y

empieza por tener la capacidad de dirigirse a uno mismo.

No puedo liderar a otros si puedo dar primero el ejemplo. El liderazgo personal se basa en la
actitud con que enfrentamos la vida. Roger Bannister, el corredor, no escuchó a quienes
alegaban la imposibilidad de lograr la meta. Se hizo responsable, no buscó excusas, no culpó a
nadie; únicamente enfrentó el reto con positivismo, iniciativa y perseverancia. Roger Bannister
es un líder personal que dio a muchos el ejemplo de que las barreras que impiden lograr
nuestros objetivos están a menudo sólo en nuestra mente.

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