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es
1

La dignidad humana de la mujer y la maternidad subrogada en Colombia*


The human dignity of women and surrogate motherhood in Colombia
Steffy Daniela Cuéllar Garzón**
Universidad Católica de Colombia

Resumen
Dentro de las técnicas de reproducción humana asistida se encuentra la maternidad
subrogada, esta técnica ha originado un debate jurídico en Colombia, ya que no se encuentra
regulada por la legislación. Debido a lo anterior, no existen garantías para las partes, en específico
para la mujer que participa como madre gestante. Esto deriva en una potencial afectación a su
dignidad humana y esencia como persona, ya que, generalmente por necesidad, accede a llevar a
cabo un embarazo a partir de un embrión que biológicamente no es suyo y con el que al nacer no
tendrá un vínculo. De esta manera, cambia el concepto mismo de maternidad, la mujer sufre una
instrumentalización, como reproductora, sin tener en cuenta las profundas implicaciones que un
embarazo conlleva de forma física y psicológica para la misma.
Palabras Clave: maternidad subrogada, dignidad humana de la mujer, alquiler de vientre,
fecundación in vitro, derechos humanos, Colombia.

Abstract
Within the techniques of assisted human reproduction is surrogate motherhood, this
technique has caused a legal debate in Colombia, since it is not regulated by legislation. Due to
the above, there are no guarantees for the parties, specifically for the woman who participates as a
surrogate mother. This derives in a potential affectation to her human dignity and essence as a
person, since, generally out of necessity, she agrees to carry out a pregnancy from an embryo that
is not biologically hers and with which she will not have a link at birth. In this way, the very
concept of motherhood changes, the woman suffers instrumentalization, as a reproductive, without
taking into account the profound implications that a pregnancy entails physically and
psychologically for her.

* Artículo de investigación presentado como requisito para optar al título de Abogado de la Universidad Católica de
Colombia, bajo la asesoría del doctor Luis Carlos Pinto Rodríguez, docente de la Facultad de Derecho.
**Estudiante en proceso de grado de la facultad de derecho de la Universidad Católica de Colombia, identificado con
código estudiantil 2113561 y correo electrónico sdcuellar61@ucatolica.edu.co
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Keywords: surrogate motherhood, human dignity of women, surrogate motherhood, in


vitro fertilization, human rights, Colombia.

Sumario
Introducción; 1. Técnicas de Reproducción Humana Asistida; 1.1 Maternidad Subrogada; 2.
Antecedentes de Maternidad Subrogada; 3. Legislación de la Maternidad Subrogada en el Derecho
Internacional; 3.1. Maternidad Subrogada en Argentina; 3.2. Maternidad Subrogada en México; 4.
Maternidad subrogada en Colombia; 4.1 Legislación; 4.2 Jurisprudencia: Análisis de la Sentencia
T-968 de 2009 – Corte Constitucional de Colombia; 5. La dignidad humana de la madre gestante;
6. Conclusiones; 7. Referencias.

Introducción
La maternidad subrogada es una práctica utilizada por aquellas parejas, o personas solteras,
que por diferentes razones no pueden o no desean quedar en embarazo. Este método crea diversos
conflictos éticos y morales, debido a que potencialmente afecta la dignidad humana de la mujer
que alquila su vientre para el procedimiento, ya que la instrumentaliza como un aparato
reproductor, dejando de lado su valor como persona. Si bien esta práctica no se encuentra regulada
en el Estado colombiano, muchas mujeres desde la clandestinidad se exponen a este
procedimiento, sin ninguna regulación que proteja sus derechos, como lo evidencia el periódico
El Tiempo (2017).
Por ello, en el presente artículo se explicarán las características y modalidades de esta
práctica, así como sus antecedentes y la necesidad de regular jurídica o legalmente el tema en
Colombia. Esto teniendo en cuenta, por un lado, la conveniencia de estos procedimientos en
nuestro entorno nacional, sus efectos en el entorno personal, familiar y social, especialmente en la
madre gestante o subrogada; por otro lado, estudiando la normatividad internacional,
principalmente en aquellos países que ya han regulado el tema legislativamente o mediante su
jurisprudencia, esto con el fin de reflexionar alrededor de la pregunta ¿La falta de regulación en la
práctica de la maternidad subrogada aumenta la vulnerabilidad de la mujer gestante, la
instrumentaliza y desconoce su dignidad humana?
En la presente investigación se utilizaron varios métodos con el objeto de alcanzar un
acercamiento al nuevo conocimiento en esta área del derecho; el primero de ellos es el teórico -
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descriptivo, toda vez que se basó en leyes, jurisprudencia, doctrina, artículos de investigación, etc.
Lo anterior de forma cualitativa, indagando sobre esta problemática actual, que se encuentra
además agravada por la vulnerabilidad histórica de la mujer, todo ello bajo un enfoque naturalista,
humanista, constructivista e interpretativo. En segundo lugar el método Hermenéutico, esto con el
fin de determinar los significados del objeto de estudio de manera independiente y ligado a su
contexto histórico social actual, posteriormente apliqué el método de pensamiento lógico - racional
con el cual se buscó realizar una síntesis de la regulación actual de la práctica de la maternidad
subrogada, tanto en Colombia como en otros países, aplicando paralelamente los recursos del
derecho comparado, para de esta manera, llegar de forma deductiva a unas conclusiones generales
sobre la eventual vulneración de los derechos de la madre gestante, llevando a cabo una revisión
crítica de la situación actual, que a su vez enuncie diversas propuestas que puedan ser tenidas en
cuenta para su eventual regulación.

1. Técnicas de Reproducción Humana Asistida

Las Técnicas de Reproducción Humana Asistida, (en adelante TRHA), nacen inicialmente
como una solución a la infertilidad como enfermedad, la cual afecta la dignidad o la integridad de
quien la padece, como lo explica la Corte Constitucional:

Es considerada por la Organización Mundial de la Salud como una enfermedad del sistema
reproductivo que afecta la salud de las personas que la sufren. Si bien, la Sala reconoce que
esta enfermedad no involucra gravemente la vida y, no necesariamente, la dignidad o a la
integridad personal, en un aspecto determinante de la condición general de la salud, sí
puede interferir negativamente en otras dimensiones vitales cuando la
paternidad/maternidad hace parte del proyecto de vida de la persona o la pareja. (Corte
Constitucional de Colombia, Sala primera de revisión, Sentencia T-528/14)

Adicionalmente la Corte Constitucional también indicó que es obligación del estado el


tomar acciones para que las técnicas o procedimientos de reproducción asistida sean incluidas
dentro del sistema de seguridad social en salud, ya que de no hacerlo puede vulnerar los derechos
a la salud, integridad personal y vida digna de las personas que padezcan de esta enfermedad. Sin
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embargo, debe resaltarse que estas técnicas han pasado de ser utilizadas únicamente como solución
a parejas con problemas de infertilidad, a ser una opción para otras personas, quienes a pesar de
no tener este tipo de limitaciones desean alcanzar la maternidad o paternidad, sin recurrir a una
procreación natural (Bladillo y Herrera, 2017).

En la actualidad, dentro de estas técnicas podemos encontrar en primer lugar la


inseminación artificial, la cual como lo define la Sociedad Española de Fertilidad (2011):
“Consiste en tomar el semen, e introducirlo en el aparato reproductor femenino por medio del
instrumental adecuado, y, por ende, es considerada como la técnica más sencilla” (p. 34). Existen
dos tipos de inseminación artificial, la IAC (Inseminación artificial con semen del cónyuge), y la
IAD (Inseminación artificial con semen de donante) las cuales se diferencian en que:

Mientras que en la IAC el semen lo aporta la pareja y es procesado en el laboratorio,


en la IAD el semen procede de un banco donde ha estado congelado por lo menos
unos 6 meses. Este tiempo de criopreservación del semen donado es necesario para
comprobar que el donante no tiene ningún tipo de infección como podría ser el VIH.
(Rodrigo et al, 2020, párrafo 24)

Otra de las TRHA es la Fecundación In Vitro, la cual consiste en:

Una estimulación ovárica controlada mediante medicamentos aplicados a la mujer con la


intención de obtener múltiples folículos, los cuales contienen los ovocitos que serán
aspirados posteriormente vía vaginal. Esos ovocitos serán fertilizados en el laboratorio (“in
vitro”) y, posteriormente, los ovocitos que sean fertilizados y progresen adecuadamente a
embriones serán transferidos a la cavidad uterina. (Bagnarello, s.f, p. 205)

Es decir, la fecundación in vitro es el procedimiento mediante el cual se extraen los óvulos


de la mujer y se realiza una inseminación de manera extracorpórea, logrando la fecundación de
manera asistida. Posterior a ello, se realiza un seguimiento que garantiza que la fecundación es
exitosa y se introducen dentro de la mujer, para que dentro de su cuerpo se desarrolle el embarazo.
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Este avance médico y tecnológico permite que muchas mujeres con dificultades médicas para
procrear puedan lograr una fecundación y embarazo exitoso.

A pesar del gran desarrollo científico que se ha dado en esta práctica, no es un


procedimiento efectivo en la totalidad de los casos, como lo indica la Fundació Víctor Grífols i
Lucas (2015): “La FIV es la técnica que ofrece un porcentaje más elevado de éxito, con cifras que
alcanzan el 40%” (p.13). Es por ello que algunas parejas, o personas solteras, a quienes este método
no les resulta efectivo, deciden optar por otro tipo de prácticas, encontrándose como una posible
solución la maternidad subrogada, procedimiento que se definirá a continuación.

1.1. Concepto de maternidad subrogada

Para el desarrollo de esta investigación resulta necesario conocer con claridad el concepto
de maternidad subrogada, por ello, en este capítulo recopilaremos algunas de las definiciones que
existen al respecto. Diferentes autores hacen énfasis en el concepto de subrogación, el cual consiste
en sustituir o suplantar a otro en su lugar. En la maternidad subrogada, una mujer presta su útero
para que, con los óvulos y espermatozoides de una pareja, o persona soltera contratante, lleve a
término el embarazo (Candal, como se citó en Arteta, 2011, p. 92).

La maternidad subrogada puede presentar algunas variables, como se expone a


continuación:
a) Hijo de gametos de pareja, gestado por una segunda mujer.
b) Hijo de óvulo de la mujer de la pareja, semen de donante y gestado por una
segunda mujer.
c) Hijo de óvulo donado, semen del varón de la pareja y gestado por la mujer de la pareja.
d) Hijo de óvulo donante, semen del compañero y gestado por una tercera mujer.
f) Hijo de óvulo de donante –que es, a su vez, la gestante- y semen del miembro de la
pareja.
g) Hijo de óvulo de donante, a su vez gestante, semen de donante.
h) Hijo de óvulo y semen de donante, gestado por la mujer de la pareja. (Chiapiero, como
se cita en Monroy, 2013, p. 142)
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Sin embargo, la doctrina identifica como maternidad subrogada, generalmente, a la clase


establecida en el literal “a”, como se verá a continuación.

Se entiende por maternidad subrogada el acuerdo entre la pareja o persona soltera y aquella
madre sustituta que presta su útero, donde esta última se compromete a llevar el embarazo a
termino y entregar el bebé a los pocos días del nacimiento a las personas contratantes, renunciando
de esta manera a sus derechos como madre, así lo expresa Rodríguez et al. (2012):

El contrato de madre subrogada ha sido definido como un acuerdo por medio del cual una
mujer acepta quedar embarazada mediante un procedimiento de inseminación artificial,
para que luego, una vez que se produzca el nacimiento del bebé, lo entregue al donante de
la esperma y su esposa, renunciando para ello a los derechos que la ley le confiere sobre el
recién nacido, y en contraprestación, por regla general, al pago de una compensación,
generalmente consistente en una suma de dinero (p. 63).

Teniendo en cuenta lo anterior, se identifica que es un procedimiento en el cual la mujer


gestante no será quien tenga derechos sobre el bebé, ya que a través de un contrato, pacto o
compromiso “Cede todos los derechos sobre el recién nacido a favor de otra persona o personas
que asumirán la paternidad o maternidad del mismo” (Vela, 2015, p. 28). Esto va de la mano con
una modificación en la filiación, la cual conforme los avances científicos en materia de
reproducción humana, ha pasado de nacer únicamente por vínculo natural a aceptar el criterio
volitivo como generador de la filiación jurídica (Vela, 2015). Este cambio podrá entonces ser
aplicado a la legislación, que eventualmente permita y regule esta práctica, de forma tal que
permita la filiación de los padres contratantes y la renuncia a la filiación por parte de la madre
gestante.

Otra de las definiciones de gran importancia respecto a este tema es la aportada por
Gómez (1994), la cual es expuesta por la Corte Constitucional en su Sentencia T-968 de 2009, de
la siguiente forma:
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El acto reproductor que genera el nacimiento de un niño gestado por una mujer
sujeta a un pacto o compromiso mediante el cual debe ceder todos los derechos sobre el
recién nacido a favor de otra mujer que figurará como madre de éste (Gómez, como se cita
en Corte Constitucional de Sala segunda de revisión, Sentencia T-968 de 2009).

Complementa la corte al afirmar que:

En este evento, la mujer que gesta y da a luz no aporta sus óvulos. Las
madres sustitutas aceptan llevar a término el embarazo y una vez producido el parto,
se comprometen a entregar el hijo a las personas que lo encargaron y asumieron el
pago de una suma determinada de dinero o los gastos ocasionados por el embarazo
y el parto. (Corte Constitucional de Sala segunda de revisión, Sentencia T-968 de
2009).

Por su parte, la gestante subrogada es definida, por la Organización Mundial de la Salud,


como “Mujer que lleva adelante un embarazo habiendo acordado que ella entregará el bebé a los
padres previstos. Los gametos pueden originarse de los padres previstos y/o de terceros” (Zegers,
2010, p. 7).

Como se ha venido expresando, esta práctica nació de la necesidad de aquellas parejas o


personas solteras que pasan por situaciones médicas que no permiten la gestación. Por ejemplo,
casos como la ausencia de útero, las anomalías uterinas, enfermedades que ponen en riesgo la salud
o vida de la madre o el bebé, el cáncer, abortos repetitivos, fracasos reiterativos del FIV
(Fecundación in vitro) (Mark y Salvador, 2019). Sin embargo, a la fecha, este método es usado por
más personas, entre ellos solteros, parejas homosexuales, mujeres que no quieren afectar su cuerpo
con el embarazo o simplemente no quieren gestar, pero quieren ser madres: “Hoy en día muchas
personas buscan alquilar vientres por cuestiones estéticas o por sus preferencias sexuales que les
impiden convertirse en padres de manera natural” (Brunet, como se cita en Cadavid y Barrera,
2016, p. 4).
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Finalmente debe tenerse en cuenta que la maternidad subrogada también es conocida bajo
diversos términos, como lo son:

Gestión por sustitución, alquiler de útero, madres suplentes, madres portadoras,


alquiler de vientre, donación temporaria de útero, gestación por cuenta ajena o por cuenta
de otro, gestión subrogada, maternidad sustituta, maternidad de alquiler, maternidad de
encargo, madres de alquiler y madres gestantes, entre otros. (Lamm, 2013, p. 25)

2. Antecedentes de técnicas de reproducción humana asistida (TRHA)

La historia de las TRHA se remonta al año 1776 en Londres, donde el cirujano John Hunter
“Tomó el semen de un hombre que padecía hipospadias, una deformación que hace que el semen
caiga fuera de la vagina en la eyaculación, y lo introdujo en la vagina de su esposa para obtener un
embarazo” (Unilive, 2021), marcando así el inicio del desarrollo científico en este campo.

Posterior a ello, en 1890 se dio el primer caso de trasplante de embriones de conejo, dando
como resultado una gestación y nacimiento exitoso. Sin embargo, solo fue hasta 1973 que se
reportó el primer embarazo humano mediante FIV, reportado por Carl Wood y John Leeton en
Melbourne, Australia. Desafortunadamente, para los investigadores, el proceso de embarazo no
pudo llegar a término, al igual que las 102 transferencias de embriones fallidas que se dieron antes
de que finalmente, en 1978, naciera el primer bebé bajo esta técnica (Mata-Miranda y Vázquez-
Zapién, 2018).

La primera noticia conocida donde se habló sobre la gestación subrogada se publicó en


California-Estados Unidos, en el año 1975, donde a través de un periódico informativo local se
solicitó la colaboración de una mujer para poder ser inseminada de manera artificial. La petición
era realizada por parte de una pareja heterosexual que tenía problemas de infertilidad, por ello, no
podían gestar. A cambio de esta prestación se ofrecía una retribución económica considerable
(Rodríguez, et al., 2021). Esta noticia solo quedo en medios informativos, ya que, al ser una
práctica inusual y no reglamentada, ninguna mujer decidió exponerse a ella. Posteriormente, en
1976 se dio el primer acuerdo de maternidad subrogada, este lo documentó un abogado de
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Dearborn, Michigan, Estados Unidos. Quien a través de su agencia Surrogate Family Service Inc.,
facilitó el acceso a esta práctica sirviendo de mediador entre las partes (Beetar, 2019).

Sin embargo, el primer caso en el que los óvulos utilizados no eran los de la madre gestante
se dio en el año 1984:

Dando como resultado que fuera la primera mujer que dio a luz a un bebé con quien no
tenía ninguna relación genética, generando un avance enorme a la medicina dando
posibilidad a aquellas madres infértiles pudieran tener un hijo genéticamente propio sin
tener que gestarlo. (Ávila, 2017, p. 318)

Otro hecho importante se dio posteriormente en el año 1986, en Estados Unidos, cuando
se evidenció un caso de incumplimiento al contrato pactado entre las partes:

Conocido popularmente como “Baby M” se trató de una pareja de esposos, los Stern,
quienes presentaban problemas fisiológicos que les impedía convertirse en padres, razón
por la cual tomaron la decisión de contratar con una señora de nombre Mary Whithead para
que les alquilara su vientre a cambio de un pago de diez mil dólares; así se suscribió un
contrato donde se indicó que se realizaría la inseminación artificial con el semen del señor
Stern y los óvulos de la madre sustituta. Posterior al nacimiento, el bebé sería entregado a
sus padres genéticos, la madre gestante renunciaría a su relación materno-filial,
permitiendo que la señora Stern pudiera adoptarla. No obstante, cuando nació la señora
Mary no quiso entregar a la pequeña porque se había encariñado con ella, incumpliendo lo
pactado en el contrato. (Cadavid y Barrera, 2016, p. 3)

En este caso, el tribunal decidió que el contrato de maternidad subrogada era invalido, toda
vez que exigía una suma de dinero en contraprestación de la adopción, además, vulneraba otras
leyes existentes sobre la filiación y la custodia. Sin embargo, priorizó el interés superior de la niña,
dando como resultado que la custodia debía permanecer a cargo de los Stern, ya que resultaba
favorable para la menor, y la señora Whithead, al reconocerse como su madre, tendría derecho a
visitarla (Ávila, 2017).
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Posterior a estos casos, la frecuencia de esta práctica ha ido aumentando en la actualidad,


a razón de:

1) El aumento de la esterilidad, que aumenta cada año, entre un 10 y un 15 por ciento de


la población en edad reproductiva, es decir, a una de cada seis parejas. Algunos factores
que influyen son; la espera en la programación para tener hijos, lo que influye
directamente en la capacidad reproductiva tanto de hombres como mujeres, las
enfermedades de transmisión sexual, cáncer, efectos ambientales...etc; 2) La
legalización de las parejas del mismo sexo que desean acceder a la paternidad, y 3) El
deseo de muchas personas de ser padres o madres de forma individual, sin formar una
pareja. (Brugo, 2003, p. 45)

En consecuencia, muchos países han tenido que avocarse a estudiar esta práctica y la forma
en que puede ser regulada, o en su defecto prohibida, algunas de estas perspectivas se expondrán
en el capítulo siguiente.

3. Legislación de la Maternidad subrogada en el Derecho Internacional.

3.1. Maternidad Subrogada en Argentina

En Argentina, al igual que en Colombia, no existe una ley que prohíba la maternidad
subrogada o alquiler de vientre. Sin embargo, dentro de la Constitución de la Nación se encuentra
el artículo 19 que establece:

Artículo 19- Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden
y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de
la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que
no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe (Constitución de la Nación de
Argentina, 1994, art. 19).
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De esto se deduce que podría considerarse permitido este método, bajo el entendido de que
no afecta a terceros, y al no existir norma que lo prohíba explícitamente, no puede ser sancionada
su práctica. Además de esto, a partir de la Ley 26.862 de 2013, el gobierno argentino reglamento
el derecho al “Acceso integral a los procedimientos y técnicas médico-asistenciales de
reproducción médicamente asistida”, dentro del cual se contemplan doce artículos que establecen
la intervención del Estado para regular lo relacionado con las TRHA. Siendo el Ministerio de
salud de la Nación el encargado de la respectiva aplicación de estas normas (art. 3º), a través de
una función de control y vigilancia de las instituciones que brindan estos servicios, con previa
inscripción en el registro del Ministerio de salud de la nación (art. 4º). Estas instituciones deben
poseer los requisitos que determina el Estado argentino, a través de esta entidad inscrita.

El Ministerio de Salud de la Nación de Argentina, como autoridad competente para este


procedimiento, tiene funciones que se encuentran reguladas por el artículo 6 de la Ley 26.862 de
2013:
a) Arbitrar las medidas necesarias para asegurar el derecho al acceso igualitario de
todos los beneficiarios a las prácticas normadas por la presente;
b) Publicar la lista de centros de referencia públicos y privados habilitados,
distribuidos en todo el territorio nacional con miras a facilitar el acceso de la población
a las mismas;
c) Efectuar campañas de información a fin de promover los cuidados de la fertilidad
en mujeres y varones.
d) Propiciar la formación y capacitación continua de recursos humanos especializados
en los procedimientos y técnicas de reproducción médicamente asistida. (Ley 26.862,
05 de junio de 2013, art. 6)

Respecto a los antecedentes, el primer caso judicialmente conocido en Argentina se registró


en el año 2018, donde el Juzgado de Familia No. 2 de Villa Mercedes público sentencia donde
“autorizó la transferencia embrionaria en el útero de la gestante y ordenó la inscripción del niño/a
como hijos/as de los padres comitentes” (Periódico Judicial, 2021, párrafo 19). En este caso, se
identificaba una pareja heterosexual que por problemas de salud no podría llevar a cabo un
embarazo, estos se establecieron como padres contratantes y la hermana de la mujer como madre
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gestante. Es decir, la mujer prestó su útero para llevar el embarazo de su sobrino, ya que la carga
embrionaria sería transferida por la pareja (Periódico Judicial, 2021, párrafo 20).

Esta regulación indirecta realizada por el Estado argentino puede llegar a establecer una
posible propuesta para que el congreso colombiano legisle y proponga al Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar como la entidad que realice la supervisión, vigilancia y control de la práctica
de este método gestacional. De esta manera, se podrían verificar estatalmente las condiciones bajo
las cuales se realiza esta práctica, pudiendo garantizar la protección de los derechos fundamentales
de las mujeres que prestan este tipo de servicios y buscando que no sean instrumentalizadas por
medio de contratos jurídicos, sino que se reconozca y proteja su dignidad como mujer, además de
otros aspectos de interés para el estado colombiano en cumplimiento de los mandatos
constitucionles.

3.2 Maternidad Subrogada en México

En México la gestación o maternidad subrogada, a nivel federal no ha sido regulada. Sin


embargo, a nivel estatal se encuentra prohibida en casi todos los estados, siendo solamente dos de
ellos donde se ha permitido y regulado: Sinaloa y Tabasco. En Sinaloa, a partir de 2013, se
introdujo la figura conforme a la cual, como indica el diario local El Sol de Sinaloa (2021), “Sólo
se permite cuando una mujer padece contraindicaciones físicas o médicas y no puede embarazarse.
En el sector salud no se tienen registros de cuántos vientres se han alquilado en el estado, porque
la ley no los obliga.”. Sin embargo, como el mismo diario indica: “Desde hace 8 años se permite
alquilar un vientre, sin embargo, algunas mujeres prefieren el clandestinaje”, esto se ha dado
gracias a la desinformación al respecto, y las limitaciones que la ley impone, haciendo que resulte
más fácil y rentable realizarlo de manera clandestina, como mismas fuentes del artículo lo indican
(El sol de Sinaloa, 2021).

Por su lado, en el estado de Tabasco, inicialmente en el Art. 92 del Código Civil de


Tabasco, se estableció que se permitía la maternidad subrogada, pero esta regulación se limitó a
permitir que el niño nacido mediante este proceso pudiera ser registrado como hijo de la madre
contratante, dejando de lado una reglamentación de requisitos, trámites y derechos para las partes;
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esto derivo en que la práctica se pudiera realizar de manera legal con gran facilidad, causando que
el estado de Tabasco: “Se convirtiera —aunque en menor medida— en un destino nacional e
internacional de gestación subrogada y los problemas con su normativa comenzaran a hacerse
visibles” (GIRE, 2017).
A razón de esta problemática, se dio en el año 2016 una reforma a la norma, la cual resultó
problemática, debido a que dentro de esta se presentaron las siguientes irregularidades:

(i) Establece que la madre gestante debe tener una edad de veinticinco a treinta y cinco
años de edad, que solamente parejas heterosexuales puedan participar como padres
contratantes, y que quienes participen en el procedimiento solamente puedan ser
mexicanos. Estas limitaciones resultan discriminatorias con mujeres mayores o
menores del rango, parejas homosexuales o personas solteras que deseen contratar, y
extranjeros, toda vez que el análisis de las capacidades para participar debería ser un
análisis de las condiciones individuales de la persona y no limitarse a una segregación
por motivos de edad, orientación sexual y nacionalidad.

(ii) La ley indica como requisitos que la madre gestante “no ha participado más de dos
ocasiones consecutivas en dicho procedimiento”, esto causa una inseguridad jurídica
ya que no especifica si la participación a tener en cuenta puede ser intentos de
implantación, embarazos, o meramente los nacimientos producto de la práctica, lo cual
resulta confuso al momento de interpretar la nulidad o eficacia del contrato. De igual
forma solo exige a los padres contratante el pago de los gastos médicos, dejando de
lado todo gasto adicional a causa del embarazo que pueda surgir. (GIRE, 2017)

En conclusión, se puede evidenciar que en México si se ha llevado a cabo una legislación


para regular el procedimiento, la cual, pese a tener muchas críticas, permite que se lleve a cabo el
procedimiento en estos estados. Sin embargo, una problemática adicional nace debido a que pese
a que la normatividad prevé y prohíbe que agencias o terceros intervengan en el negocio, eso no
ha logrado limitar que efectivamente suceda, provocando que: “El único beneficiario de todo esto
es el sistema encargado del negocio, pero no redunda en los derechos humanos de las mujeres”
(Aimèe Vega, 2017).
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Sin embargo, pese a que la regulación prohíbe que se dé una remuneración económica
adicional a los gastos médicos por el embarazo, en la realidad nos encontramos con que:

En muchos casos, siempre acaba habiendo acuerdos y contratos (económicos) al margen


de la ley y de forma clandestina, lo que deja a la mujer desprotegida cuando no cumplen la
palabra dada. Esos son los patrones de conducta que hemos observado en casos que hemos
acompañado en Tabasco. (Isabel Fulda, 2017)

Esta problemática también la recalca Luis González Alcántara, ministro de la Suprema


Corte de Justicia de la Nación, quien opina que no reconocer ni regular los acuerdos económicos
que innegablemente se darán en el desarrollo de la maternidad subrogada puede generar:

“Riesgos de violencia económica y obstétrica contra la gestante”, especialmente en las zonas


más pobres del país. “Creo que se debe regular con perspectiva de género”, añade. No observa
este asunto desde una perspectiva de ánimo de lucro, opina que “hay reembolsos razonables”
para atender los gastos del embarazo y el parto, pero “no hay que negar que puede haber
consecuencias económicas negativas”, afirma, “Una mujer en su autonomía no puede quedar
expuesta a un mercado que afecte su esfera personal”. (Citado en El país, 2017)

4. Maternidad subrogada en Colombia

4.1. Legislación

Actualmente en Colombia, esta práctica se encuentra en un vacío jurídico, ya que no está


prohibida, la Constitución Política la ampara, pero legislativamente no ha sido regulada. Esta
situación resulta relevante al tener en cuenta que Colombia, un país donde no se encuentra
prohibida esta práctica, se ha convertido en un destino de gestación para personas extranjeras,
quienes desean encontrar una madre gestante para llevar a cabo un contrato de maternidad
subrogada. Esto lo confirma la Cancillería de Colombia, que manifiesta haber recibido diferentes
solicitudes de visado donde se busca ingresar a Colombia para dar cumplimiento al contrato de
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alquiler de vientre y recoger al recién nacido, contrato que es realizado por medio de clínicas de
fecundación localizadas en el país. A continuación, se reflejan las solicitudes recibidas durante los
años 2020 y 2021:
Tabla 1

Solicitudes

Países Solicitudes
Estados Unidos 6
Chile 1
Dinamarca 2
Israel 1
Reino Unido 1
Republica Checa 1
Polonia 1
Canadá 1
Brasil 1
Australia 1
Total 16
Nota. Fuente: Gaceta del Congreso 958 (Congreso, 2021, p. 8)

A lo largo de los últimos años, han existido varias iniciativas legislativas en cuanto a la
gestación por sustitución, sin embargo, ninguna ha llegado a ser aprobada en el Congreso
(Montoya, 2019, p. 18). Dentro de estas iniciativas encontramos las siguientes:

(i) Proyecto de Ley 037 de 2009: “Por medio del cual se establecen procedimientos
para permitir en todo el territorio nacional la práctica de la gestación sustitutiva en
desarrollo de las técnicas de reproducción asistida y se dictan otras disposiciones”
(ii) Proyecto de Ley 202 de 2016: “Por medio del cual se prohíbe la práctica de la
maternidad subrogada al ser una categoría de trata de personas y explotación de la
mujer con fines reproductivos”
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(iii) Proyecto de Ley 70 de 2018: “Por medio de la cual se prohíbe la maternidad


subrogada con fines de lucro en Colombia y se reglamenta en otros casos”
(iv) Proyecto de Ley 263 de 2020: “Por medio de la cual se crea el tipo penal que
sanciona a quien constriña a la mujer a la maternidad subrogada con fines de lucro
y se prohíbe su práctica, se frena la ‘cosificación de los bebés’, (…)”: Este proyecto
fue archivado en cumplimiento de lo establecido en el art. 162 de la Constitución
Política de Colombia.

La más reciente iniciativa legislativa fue el Proyecto de Ley 113 radicado el 21 de Julio de
2021, que de igual forma al presentado en el 2020 propone una ley: “Por medio de la cual se crea
el tipo penal que sanciona a quien constriña a la mujer a la maternidad subrogada con fines de
lucro y se prohíbe su práctica, se frena la ‘cosificación de los bebés’(...)” el cual a la fecha se
encuentra en trámite en la Comisión Primera Constitucional Permanente de la Cámara de
Representantes.

4.2. Jurisprudencia: Análisis de la Sentencia T-968 de 2009 – Corte Constitucional de


Colombia.

Pese a que no existe normatividad dirigida a regular la maternidad subrogada, la Corte


Constitucional se ha pronunciado al respecto, logrando que a través de la jurisprudencia se
establezcan algunos lineamientos sobre ello, específicamente en la sentencia T - 968 de 2009, la
cual se expone a continuación:

Inicialmente, dentro de los hechos jurídicamente relevantes encontramos que en 2005 se


celebró un contrato verbal entre la pareja conformada por Salomón y Raquel, quienes residían en
el extranjero, y una mujer colombiana llamada Saraí, quien sería la contraista, gestante o madre
subrogada . Este acuerdo tenía como finalidad que la mujer contratada alquilara su vientre, para
que allí se gestase un hijo producto de la unión vía inseminación artificial de los espermatozoides
y óvulos del matrimonio contratante.
17

Este procedimiento resultó fallido, por lo que el señor Salomón acuerda con la señora Saraí
que se llevara a cabo una inseminación artificial, usando sus propios óvulos en lugar que los de su
esposa Raquel; con el fin de reducir la posibilidad de que el procedimiento fallara nuevamente.
Este procedimiento funcionó satisfactoriamente, y dio paso al nacimiento en el año 2006 de
gemelos. Sin embargo, la señora Saraí, decide conservar sus hijos, registrándolos únicamente con
sus apellidos y ocultando información sobre el parto al padre, para que este no pudiese asistir; pese
a esto, el padre logró reconocer judicialmente a los menores como sus hijos y responder legalmente
por ellos.

De allí derivó un conflicto referente a la patria potestad de los menores y su custodia, la


cual, en un inició estuvo a cargo de la madre, pero debido a que la vivienda donde residían
presentaba problemas ambientales que afectaban a los menores, se otorgó custodia temporal a la
familia paterna. Pese a ello, los procesos judiciales continuaron su trámite. Después, en 2008 luego
de varios meses a cargo de los menores, el padre decide iniciar un proceso de solicitud de permiso
de salida del país para ellos, trámite sobre el cual procede esta sentencia de revisión. La corte
establece que toda vez que Sarai, la madre gestante, aportó sus óvulos al embrión, debía ser
reconocida como la madre de los menores, ya que el contrato suscrito por las partes no tenía por
sí mismo, la capacidad de excluir la maternidad de Sarai, por otro lado, al señor Salomón se le
deben reconocer sus derechos como padre biológico. En consecuencia, la Corte Constitucional
decide:

(…) En primer lugar confirma la decisión que dejo sin efectos el permiso de residencia
fuera del país. En segundo lugar, se ordenan unas medidas de protección encaminadas a
lograr el restablecimiento de los derechos de los menores y de la madre, hasta tanto se
decidan los procesos de pérdida de la custodia y cuidado personal y el de pérdida de la
patria potestad que ha sido suspendido, por lo que se ordena al padre de los menores traer
los niños a donde este la madre, como mínimo 3 veces al año, durante las vacaciones de
Semana Santa o su equivalente. Todos los gastos deben ser asumidos por el padre, de
acuerdo con la cuota que para tales efectos determine el juzgado, la cual deberá estar acorde
con las reales condiciones económicas del padre de manera que se garantice el nivel de
18

vida que los menores han tenido hasta el momento. (Corte Constitucional de Colombia,
Sala segunda de revisión, Sentencia T-968 de 2009)

Dentro de la sentencia, la Corte Constitucional establece la necesidad de regular este


procedimiento, especialmente:

La mediación lucrativa entre las partes que llegan a un acuerdo o convenio de este tipo;
la desprotección de los derechos e intereses del recién nacido; los actos de disposición del
propio cuerpo contrarios a la ley; y los grandes conflictos que se originan cuando surgen
desacuerdos entre las partes involucradas. (Corte Constitucional de Colombia, Sala
segunda de revisión, Sentencia T-968 de 2009)

Así mismo, expresa que, conforme a lo establecido por la doctrina, esta práctica es
considerada como beneficiosa para personas solteras o parejas que no han podido concebir sus
propios hijos, permitiéndoles que el hijo sea genéticamente propio, ya que la madre gestante
únicamente se encarga de llevar el embarazo fruto del óvulo y espermatozoide de los padres
contratantes (Corte Constitucional de Colombia, Sala segunda de revisión, Sentencia T-968 de
2009).

Debido a ello, la Corte Constitucional permite el desarrollo de este procedimiento, entre


tanto existan las siguientes condiciones y requisitos:

(i) Que la mujer tenga problemas fisiológicos para concebir; (ii) que los gametos que se
requieren para la concepción no sean aportados por la mujer gestante (quien facilita su
vientre); (iii) que la mujer gestante no tenga como móvil un fin lucrativo, sino el de ayudar
a otras personas; (iv) que la mujer gestante cumpla una serie de requisitos como mayoría
de edad, salud psicofísica, haber tenido hijos, etc.; (v) que la mujer gestante tenga la
obligación de someterse a los exámenes pertinentes antes, durante y después del embarazo,
así como a valoraciones psicológicas; (vi) que se preserve la identidad de las partes; (vii)
que la mujer gestante, una vez firmado el consentimiento informado, e implantado el
material reproductor o gametos, no pueda retractarse de la entrega del menor; (viii) que los
19

padres biológicos no pueden rechazar al hijo bajo ninguna circunstancia; (ix) que la muerte
de los padres biológicos antes del nacimiento no deje desprotegido al menor; y (x) que la
mujer gestante sólo podría interrumpir el embarazo por prescripción médica, entre otros.
(Corte Constitucional de Colombia, Sala segunda de revisión, Sentencia T-968 de 2009)

Conforme a lo anterior, se observa que la Corte Constitucional, desde hace más de una
década, dejo en evidencia la necesidad de reglamentar la maternidad subrogada en busca de la
protección de los derechos del menor, los conflictos contractuales que derivan y los actos de
disposición del propio cuerpo contrarios a la ley. Sin embargo, no analizó específicamente la
potencial afectación a la mujer gestante en su dignidad humana.

5. La dignidad humana de la Madre gestante.

Sobre la maternidad subrogada existe una postura que la define como una práctica que
permite que, por medio de una decisión libre y consensuada entre dos partes, una de ellas – los
contratantes – logre su deseo de vivir la maternidad o paternidad, mientras que la otra parte – la
madre gestante – consigue un beneficio personal al poder ayudar a otras personas, y en la mayoría
de ocasiones recibe un pago económico en contraprestación de su servicio de gestante. (Camacho,
2009). Conforme a esta posición, el procedimiento debe ser permitido al considerar que no suscita
realmente un problema jurídico, ni ético, inclusive se llega a comparar con la prestación de un
servicio laboral, como por ejemplo lo expone Camacho (2009), de la siguiente forma:
Algunas personas, sobre todo mujeres, en situaciones de dificultad económica deben
trabajar en tareas no tan gratas o alquilando su cuerpo para vivir o sobrevivir, muchas se
ven obligadas a trabajar de empleadas domésticas, deberíamos decir ¿Que alguien está
realizando una acción moralmente objetable o está explotando a una mujer necesitada
porque le da trabajo como empleada doméstica? (p. 8)

Sin embargo, esto desconoce el trasfondo de la situación, porque si bien es cierto que estos
acuerdos se dan de forma consensuada y en la mayoría de casos se le da una recompensa
económica a la mujer, los bienes que se intercambian en esta relación contractual no resultan
equivalentes, y la realidad es que nos encontramos con un mercado en el cual los efectos de
20

comercializar este tipo de servicios resultan en una afectación de la salud de la mujer (Balaguer,
2017). Adicional a ello, permite la instrumentalización de la mujer y la deja desprotegida,
violentando sus derechos fundamentales, como la dignidad humana, debido a que “Mercantiliza,
cosifica e instrumentaliza el cuerpo de la mujer gestante, además de que la discrimina y, en
definitiva, disgrega su unicidad personal” (Aparisi, 2017, p. 168).

Es por ello que se debe tener en cuenta que, dadas las condiciones de necesidad en las que
normalmente se encuentra la mujer gestante, resulta “Sumamente complicado discernir entre
voluntades plenamente libres y consentimientos viciados” (Aparisi, 2017, p. 171). Esto respaldado
en que se ha encontrado que las madres que alquilan su vientre lo hacen bajo una presión
económica; al respecto la Organización Panamericana de la Salud (OPS), afirma que la mujer que
actúa como madre subrogada, generalmente:

 Está preocupada por su difícil situación económica y la de su familia


 Su consentimiento libre e informado es obviado
 Su único atributo valorado es su capacidad de servir de máquina para procrear
 Una vez se concluye el acuerdo, siente todo el peso de la explotación, de la
separación del bebé y de la cosificación del embarazo. (Proyecto de Ley Estatutaria, 2021,
Senado, p. 7)

Este último ítem expone otra problemática de la maternidad subrogada, y es que no es


correcto entender un embarazo como una simple “labor” o “bien”, esto desconoce el trasfondo
médico y psicológico de este proceso natural, que es peor aún en estos casos cuando se gesta un
hijo no deseado y no propio, con quien además no debe formar un vínculo afectivo, como lo explica
Aparisi (2017):

La madre uterina debe vivir su embarazo en la indiferencia, en la perspectiva del abandono,


con el pensamiento de que no es su hijo. Tiene prohibida, psíquica y contractualmente, la
formación de cualquier vínculo sentimental con el niño que porta en ella. En más de un
10% de los casos necesitan terapia intensa para poder superarlo. (p. 169)
21

Encontramos también una posición intermedia, que, si bien reconoce los aspectos
desfavorables de permitir este tipo de procedimientos, se enfoca en que siempre existirán países
que permitan la práctica. El permitirlo y regularlo evitará la especulación y que se genere turismo
procreativo, por ende, resulta en una mejor solución (Aparisi, 2017). Otro punto de vista propone
que se podría interpretar la prohibición como una protección paternalista de índole moral de parte
del Estado y con fundamento en la protección de la dignidad, e interfiriendo en la libertad de
decisión de la mujer y en su esfera interna como persona, limitando de esta forma aún más sus
derechos. Pero esto no es cierto, toda vez que esa protección se da principalmente con el fin de
cuidar la salud y dignidad de esta, la cual se ve afectada negativamente por esta práctica (Balaguer,
2017).

Esto resulta de vital importancia dentro del contexto jurídico colombiano, toda vez que la
dignidad humana se encuentra consagrada en Colombia dentro de la Constitución política, la cual
establece que:

Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria,


descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y
pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de
las personas que la integran y en la prevalencia del interés general. (Constitución Política
de Colombia, [C.P.] 1991, art. 1)

Adicional a ello, la Corte Constitucional en su Sentencia T-291/16, ha indicado que “la


dignidad humana se erige como un derecho fundamental, de eficacia directa”. Esta dignidad debe
tenerse en cuenta respecto a la mujer dentro de esta práctica, toda vez que como la misma Corte
ha considerado
El legislador al adoptar normas de carácter penal, no puede desconocer que la mujer es un
ser humano plenamente digno y por tanto debe tratarla como tal, en lugar de considerarla
y convertirla en un simple instrumento de reproducción de la especia humana, o de
imponerle en ciertos casos, contra su voluntad, servir de herramienta efectivamente útil
para procrear. (Corte Constitucional de Colombia, Sala plena, Sentencia C-355/06)
22

Si bien es cierto, que en ese caso la Corte se refería a legislación penal respecto al aborto,
podemos inferir de esta postura, que el mismo tratamiento se debe dar a la mujer dentro de todos
los ámbitos del derecho y para nuestro caso, el de poder disponer de su cuerpo y en general de
todo su ser para gestar a un hijo con el cual no generará vínculos luego de haber nacido, lo que a
todas luces implicaría su instrumentalización la cual afecta de forma directa su dignidad cuando
además de cumplir un objeto meramente reproductor, no le son protegidas sus garantías mínimas.

Esto no quiere decir que la única solución derive en la prohibición de la misma, ya que
como lo ha establecido el Comité Técnico del Consejo Superior de Política – en su examen al
proyecto de ley 118 de 2019 que buscaba la prohibición de la práctica – es cierto que se debe tener
en cuenta la protección necesaria de las mujeres que a causa de su situación de vulnerabilidad vean
afectada su voluntad dentro del negocio jurídico, ya que esta se encuentre condicionada a una
necesidad económica y a razón de ello accedan a realizar la práctica; sin embargo, la prohibición
excede el nivel de protección a la mujer, y deja de lado la capacidad de estas a decidir sobre su
cuerpo, por lo que consideramos que con la implementación de un sistema normativo
proteccionista de la mujer gestante, los riesgos de afectar su dignidad como mujer se verán
mermados.

Es por ello que dentro de este respeto de la dignidad de la mujer, se debe garantizar también
el derecho a tomar decisiones libres, informadas y consentidas sobre su cuerpo, lo cual se logra
permitiendo: “Por una parte contar con la información necesaria para adoptar decisiones de esta
naturaleza y en esa medida está estrechamente relacionado con el derecho a una educación sexual
adecuada y oportuna” (Corte Constitucional de Colombia, Sala plena, Sentencia C-355/06).

Lo anterior, entendiendo la magnitud de la afectación que sufre la mujer que presta este
servicio, reconociendo que la gestación de un hijo ajeno o propio en su vientre tiene una
repercusión en todos los contextos de su vida, no solo como mujer sino como ser humano íntegro,
y por ende esta nueva vida, no puede ser considerada simplemente como un “objeto” en el contrato,
o entender al embarazo como una simple “obligación de hacer” por parte de la madre gestante,
esto se fundamenta también en lo expuesto por la Corte Constitucional al indicar que:
23

La dignidad de la mujer excluye que pueda considerársele como mero receptáculo,


y por tanto el consentimiento para asumir cualquier compromiso u obligación cobra
especial relieve en este caso ante un hecho de tanta trascendencia como el de dar vida a un
nuevo ser, vida que afectará profundamente a la de la mujer en todos los sentidos.
(Corte Constitucional de Colombia, Sala plena, Sentencia C-355/06).

Adicional a esto, la Corte también reitera la labor del estado en la protección a las mujeres
de la siguiente forma:

Reconocer la dignidad de las mujeres y de las niñas e implementar medidas para su


efectividad conduce a materializar un compromiso que el Estado colombiano ha asumido
en consideración a la discriminación histórica que han padecido y que ha fundamentado la
adopción de medidas para garantizar su protección jurídica. (Corte Constitucional de
Colombia, 2022).

El mismo artículo 43 constitucional garantiza a la mujer que no será sometida a ninguna


clase de discriminación, que durante el embarazo y después del parto gozará de especial asistencia
y protección, lo que a todas luces nos lleva a concluir, que sin importar la procedencia de su
embarazo, ella es sujeto de especial protección por parte del Estado. Conforme a lo expuesto
anteriormente, podemos observar cómo esta práctica puede derivar en la afectación de la dignidad
humana de las madres gestantes, esto teniendo en cuenta la vulnerabilidad en la cual se encuentran
muchas de ellas en nuestro país, partiendo de la premisa de que en muchos casos acceden a prestar
sus servicios de maternidad subrogada para suplir necesidades económicas propias y de su familia,
asumiendo los riesgos propios de la gestación y el parto, y el desprendimiento físico y psicológico
del nacido, sin que se pueda verificar que las condiciones mínimas de protección garantías se estén
dando.

Como consecuencia, se puede establecer que resulta necesario que se legisle sobre el tema,
a fin de garantizar que esta práctica exista respetando los derechos de las madres gestantes,
garantizando que quien desee realizarlo lo haga con voluntad plena, brindando su consentimiento
24

de forma libre e informada, donde efectivamente cuente con las garantías necesarias para que su
dignidad como mujer no se vea afectada; y no simplemente accedan a satisfacer necesidades
económicas.

6. Conclusiones

Teniendo en cuenta la metodología de investigación propuesta y los análisis cualitativos


realizados dentro de los acápites anteriores, se entiende que la maternidad subrogada es una
Técnica de Reproducción Humana Asistida, la cual se usa primordialmente por parejas o personas
solteras, o con problemas de fertilidad. Pero, en la actualidad, es usada por cualquier persona que
no puede o no desea llegar a procrear de forma natural, o utilizando otras técnicas. Este
procedimiento va ligado, como se pudo evidenciar, a una discusión jurídica en razón de las
implicaciones que tiene frente a las figuras de maternidad y paternidad reconocidas en la
actualidad. Además, toma complejidad debido al contexto socio económico en el que se suele
desarrollar, específicamente por las condiciones de las madres gestantes.

Respecto a la normatividad internacional encontramos el caso de Argentina, situación en


la cual no existe prohibición explicita, lo cual ha derivado en que se desarrolle informalmente sin
tener unos requisitos o procedimientos establecidos. Sin embargo, otras TRHA si han sido
reguladas y se estableció una entidad encargada de la vigilancia y promoción de estas, así como la
protección de los derechos de quienes participan, estableciendo así una posible propuesta para la
regulación de la maternidad subrogada en Colombia.

Por otro lado, en México podemos evidenciar cómo una legislación incompleta, poco
comunicada a la población o sin la vigilancia necesaria, deriva en una situación en la que pese a
existir una regulación, esta no cumple su función. Lo anterior debe tomarse como ejemplo para
lograr una reglamentación completa y con la participación de una institución o entidad que se
encargue, y logre la correcta aplicación de las normas que se estipulen además de la protección
de los derechos de las partes, especialmente el de la madre sustituta y los niños y niñas que nacen.
25

En Colombia nos encontramos frente a un panorama donde la única regulación existente


es la establecida por la Corte Constitucional, en la sentencia T-968 de 2009; sin embargo, pese a
que existen lineamientos como guía para la validez del negocio jurídico, no existe una
reglamentación exhaustiva que establezca los requisitos del acuerdo de voluntades, ni los derechos
y obligaciones de las partes que garanticen no afectar la dignidad de la mujer y otros derecho
derivados o asociados a la misma, entre estos, la familia, la salud física y mental , la vida, la
filiación, el interés superior del menor. No puede entonces entenderse como un simple negocio
jurídico, máxime que en este caso el objeto del mismo es la concepción de un ser humano.

En consecuencia, la madre gestante se obliga a una prestación de gran magnitud, toda vez
que la gestación de un ser humano en su vientre y la posterior entrega del mismo le afecta
profundamente en todos los aspectos de su vida. Adicional a esto, estas madres son la parte más
débil de la relación contractual, por un lado, cuando existe una necesidad económica que las
motiva, y por otro, por los efectos corporales y psicológicos que esta práctica trae. Advirtiendo
además sobre la instrumentalización de su cuerpo reduciéndola en el peor de los casos a una simple
reproductora de seres humanos, dejando de lado la trascendencia de este proceso biológico y su
dignidad como ser humano.

Como resultado de esta investigación, concluimos que se debe establecer especial


protección a la madre gestante según los mandatos constitucionales, de forma tal que se garantice
que lleve a cabo esta práctica de forma voluntaria, otorgando su consentimiento libre e informado,
y en todo caso garantizarle beneficios y prerrogativas a ese importante aporte que hace para brindar
apoyo a quienes no pueden efectivamente lograr un embarazo de forma natural. Así es como se
evidencia la necesidad de que el Estado establezca un sistema de vigilancia y control a la práctica
de la maternidad subrogada, para que se desarrolle bajo estándares que impidan que se afecte la
dignidad humana de la mujer gestante.
26

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30

Corte Constitucional de Colombia (10 de mayo de 2006), Sala plena, MP. Jaime Araújo Rentería
y Dra. Clara Inés Vargas Hernández, Sentencia C-355/06
https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2006/c-355-06.htm
Corte Constitucional de Colombia (21 de febrero de 2022), Sala plena, M.S. Antonio José́
Lizarazo Ocampo y Alberto Rojas Ríos, Comunicado Nº5: Sentencia C-055/22.
https://www.corteconstitucional.gov.co/comunicados/Comunicado%20de%20prensa%20
Sentencia%20C-055-22%20-%20Febrero%2021-22.pdf

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