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MI FANTASTICO VIAJE POR EL CICLO DEL AGUA

“No puede perderse mucha agua de la que se recibe a gotas”


Lucio Séneca

Todo sucedió una tarde de octubre, cuando el invierno arreciaba sin contemplación alguna
por toda la región. Un torrencial aguacero acompañado por sus aliados sobrenaturales:
rayos, truenos y centellas me atrapó en mi casa de campo, de modo que bajo esa
circunstancia, me acosté en la hamaca colgada en la terraza del patio y me dediqué a vivir
con todos mis sentidos, la intensidad de aquel fenómeno, que desde niño, siempre han sido
para mi un estimulante espiritual, pues, al hacerme sentir pequeñito, me reconcilian con
la familia, con la naturaleza y con el mundo.

Cautivado por la tormenta, me quedé observando las gotas de agua que corrían por debajo
de una cuerda de nylon que se utiliza para tender ropas al sol. No se por qué razón, aquella
cuenta de gotas de agua en movimiento de una manera gradual, me fue hipnotizando hasta
que la conciencia se me fue. De repente, en mi subconsciente fue develándose un episodio
de lo más extraño. Pero al mismo tiempo extraordinario. Me vi inmerso en una gota de
agua que corría por la cuerda, formando parte de la cadena que se precipitaba al vacío
estallando en bengalas cristalinas.

Ya en el abismo, me atrapó una corriente de energía de un inmenso plasma provisto de


millones de vasos comunicantes que ocupaba una inmensa superficie de la tierra

. Me sentí sumergido en una gigantesca matriz llena de una paz sublime, pero también de
un halo misterioso y en donde la acción era la constante. Allí, navegando en compañía de
otras tantas moléculas de agua y de otras diversas sustancias químicas, fui descubriendo en
su memoria que somos hijos del agua, que todos los seres vivos somos agua en permanente
flujo.

Después de recorrer un buen trecho de un riachuelo que surcaba una plantación de mangos
y en tanto trataba de asimilar lo que el agua almacenaba en sus entrañas, fui absorbido por
una pequeña raicilla de uno de aquellos árboles, que de golpe, por la acción de una fuerza
impulsora y sin darme tiempo a percibir lo que me ocurría, me trasladó a través de un
atajo vascular a una de sus hojas. Mi capacidad de asombro llegó al límite; los
acontecimientos se sucedían de una manera tan exultante, que no podía dar crédito a lo que
experimentaba.

Allí, en el interior de la hoja, aprecié en toda su plenitud la fábrica biológica natural de


transformación de alimentos más maravillosa de la creación - El microcosmos en
funcionamiento. Pude ver, cómo a partir de la absorción de cuantos de energía luminosa se
produce en su interior, un estado de excitación que pone en operación el circuito de uno
de los procesos más importante para que la vida fluya de manera continúa en el planeta
Tierra: la Fotosíntesis.

Entretenido en descifrar el intricado, pero bien organizado mecanismo de precisión sobre


cómo funcionaba el proceso, escuché, vía extrasensorial, la siguiente presentación:

-Nosotros somos los cromosomas, dijo un orgánulo en forma de filamento, señalando a


otros agrupados en parejas y ubicados en el núcleo de la célula – somos los directores que
controlamos todas las funciones de la planta, incluyendo la herencia. Allá fuera del núcleo,
están las mitocondrias, esas que tienen forma de pelota de rugby, ellas son las encargadas
de la respiración de la planta; contienen la maquinaria para quemar los carbohidratos, y
liberar la energía almacenada en ellos, como subproductos del proceso resultan las
moléculas de bióxido de carbono y agua.

Aquellos orgánulos más grandes y alargados de color verde que ustedes llaman
cloroplastos, son los depositarios de cientos de moléculas de clorofila, el pigmento clave
para poner en marcha el proceso de la fotosíntesis, claro que también contienen otros
pigmentos y diversas sustancias que son esenciales para el proceso. La clorofila absorbe la
luz del sol, la transforma en energía química y la incorpora a la materia orgánica que resulta
de combinar el bióxido de carbono tomado de la atmósfera, con el agua absorbida por las
raíces, Esta materia orgánica, que es enriquecida con diversos minerales abastecidos por el
suelo, es empleada para, proporcionarnos nuestro propio sustento y generar alimentos,
medicamentos, fibras y una gran cantidad de sustancias valiosas para el reino animal y en
especial para la supervivencia del hombre.

¡El ciclo del Carbono! Pensé de inmediato. La respiración desarrolla la mitad del ciclo y la
fotosíntesis la otra mitad – pensé para mí.

-Así es, pero el ciclo del carbono sólo gira sin cesar en las plantas, no en los animales

Como puedes ver, además de estos orgánulos que te he presentado, también intervienen…
El cromosoma siguió explicándome cómo los diversos átomos, moléculas y sustancias
involucradas, intervienen de una manera sincronizada en un intricado camino de pasos, que
en cuestiones de segundos, una vez la hoja recibe la luz solar, el bióxido de carbono y el
agua se convierten en tejido orgánico.

¡Sencillamente asombroso! Dije excitado, al comprender que también somos hijos de la luz,
hijos del sol. En este fascinante microcosmo, descubrí que hay mucho más que aprender de
la unidad más pequeña mejor organizada que existe en mundo viviente.
Embriagado por la emoción de todo lo que allí se me revelaba, no me percaté que había
quedado libre como subproducto de la fotosíntesis. Sin darme cuenta me vi involucrado en
un segundo proceso que también se da en la hoja: la Transpiración. Aquí por la acción de
la dinámica y la estática de la fuerza impulsora completé el circuito en el interior de la
planta; fui convertido en vapor de agua y salí expulsado a la atmosfera a través de una
estoma.

Afuera me encontré con otras partículas de vapor de agua que provenían de la evaporación
que sobre los cuerpos de agua y el suelo ejercía la radiación solar. Como un gas invisible y
atrapado por una masa de aire caliente cargada de humedad, ascendimos hasta una zona
en donde por acción del frio reinante, nos condensamos en gotitas de agua suspendidas
hasta formar un cirrus, una nube en el estrato más alto de la atmósfera en la zona tórrida.

¡Ah las nubes!, que delicia fue hacer parte de ellas, mirar hacia el espacio infinito
insondable, misterioso, pero atrayente con sus paisajes siderales navegando por el cosmos
con una precisión de movimientos. Allí, en el silencio más profundo, admirando el mar del
universo, sentí que yo sólo era una partícula cósmica navegando en la memoria del tiempo.

Al observar hacia la Tierra, la vi hermosa con su traje azul transparente, con visos verdes y
marrones, pero también la pude ver frágil, por la diversidad de sucesos internos que
afectaban su equilibrio. Desde mi observatorio espacial pude apreciar como su tapiz de
vegetales se había reducido significativamente, y cómo esta situación afectaba los ciclos
energéticos, hidrológicos y los biogeoquímicos que regulan la vida en la tierra.

Me di cuenta, en el caso del ciclo del agua que, no obstante conservarse la misma cantidad
que se conoce desde los albores del planeta, sus estados naturales: líquida, gaseosa y sólida
ya no guardaban el equilibrio natural. La relación desde hace unas décadas, está rota,
desbalanceada. No nos percatamos que con la reducción de los bosques, el agua y el
carbono almacenados en sus tejidos quedaban libres en la biosfera y con la combustión
de los combustibles fósiles, miles de toneladas de gas carbónico aumentaban su
concentración en la atmósfera, lo que a su vez incidía en un mayor efecto invernadero:
elevación de la temperatura en la tierra, aumento del vapor de agua en la atmósfera,
descongelamiento de los casquetes polares y así el desencadenamiento de una serie de
consecuencias funestas para el equilibrio ambiental en la Tierra.

Qué panorama sombrío percibí desde mi sitio de observación. Grandes y frecuentes


precipitaciones e inundaciones por doquier, deslizamientos de grandes masas de tierra,
pérdidas de cultivos, de infraestructura, de vidas humanas y animales. Me sentí culpable
de esta situación. Comprendí que el hombre, en su afán por cambiar, de transformar el
mundo para modernizar su vida en la tierra ha producido una grave inestabilidad en el
funcionamiento de las leyes naturales que la rigen. Experimenté la sensación de que la
modernidad lo que ha hecho es alejarnos cada vez más de la simpleza, nos ha llenado de
profundas y complejas contradicciones que nos ponen al borde del abismo.

En tanto meditaba sobre estas cosas, sentí que la gotita de agua de la que hacia parte en la
nube, fue aumentando de volumen y por la acción de la gravedad nos precipitamos en
caída libre. No sé donde reboté, pero sentí que mi conciencia regreso gracias al totazo que
sufrí en el piso, debido a que una de las sogas de la hamaca se había partido.

Tan pronto me paré de esta caída, corrí a escribir la experiencia vivida antes que la
cotidianidad de mi vida borrara del subconsciente aquel episodio, que no sé, ni cómo
explicar afloró por la hipnosis inducida por unas gotas de agua.

DISPUTA TERRITORIAL

"Toda la armonía total de este mundo está formada de discordancias."


Lucio Séneca

El loro Celedonio, cuyo lugar predilecto era un árbol de almendro sembrado en el jardín de
la residencia de cuyos ocupantes era la mascota preferida, desde hacía meses atrás, era
testigo de las frecuentes e inútiles peleas que se desarrollaban entre los perros y gatos
mascotas de los residentes del barrio más popular de la ciudad.

¡Qué idiotas son estos animales! Se decía para sí Celedonio al ver como en las reyertas, los
gatos salían con lesiones graves, fracturas de sus miembros e incluso la muerte; cuatro de
ellos la habían encontraron de manera fulminante y los perros, con laceraciones en sus
cuerpos y heridas profundas en la cara, algunos morían tiempo después, por infecciones
bacterianas.

La situación se estaba volviendo tan insostenible que el loro Celedonio, decidió intervenir
para poner fin a esa absurda guerra en la que ninguno de los miembros de las dos especies
antagónicas podían vivir tranquilo. Por el contrario, los ánimos si iban exacerbando cada
vez más e incluso, hasta los dueños se vieron envueltos en discusiones por culpa de sus
peloteras escandalosas. Por lo mismo algunos, cansados de estas grescas sin sentido,
estaban considerando la posibilidad de deshacerse de sus respectivas mascotas.

Celedonio, buscando la ocasión la encontró una mañana de lluvia tenue acompañada por
nubes negras que presagiaban un día lúgubre. El perro más viejo, huyendo de la pertinaz
lluvia, se refugió debajo del almendro que ocupaba el loro.
Kalimán, - así llamaban al perro – escúchame, me llaman Celedonio, te hablo desde la rama
que está a tu derecha. He observado que tú casi no intervienes en las trifulcas que los demás
perros del barrio mantienen con los gatos.

.El perro Kalimán mirando hacia donde le indicaba el loro, le dice: Es cierto, uno con los
años aprende a ser mas tolerante y la verdad es que hoy miro la vida con más respeto,
siento que es una tontería perder el tiempo en luchas estériles. Pero dime: ¿Qué puedo
hacer con unos compañeros irascibles que por nada se ofenden? Es mejor mantenerme al
margen de esos conflictos.

Creo que tu deber es hacer algo para que la paz reine entre tus compañeros y los gatos.
Todos somos merecedores de vivir en armonía siempre que cada especie cumpla con el
papel que la naturaleza le ha asignado: le dice el loro - esperanzado en despertar interés en
el tema - a Kalimán

¿No veo cómo? Contesta Kalimán, reunirlos para buscar una solución es perder el tiempo,
sobre todo, por que con tantas heridas que se han causados, los sentimientos de venganzas
son tan fuertes que la situación entre ellos es irreconciliable.

-Pues, yo te tengo una solución. Le responde Celedonio.

¿Cuál es esa solución de la que me vas hablar Celedonio? No estoy para burlas, bien sabes
que entre perros y gatos siempre ha existido una rencilla que lleva siglos.

-Se trata de lo siguiente Kalimán. Primero dime ¿Qué es realmente lo que ustedes se
disputan?

El territorio, que es nuestro y que ellos quieren usurpar.

-¿Y quién se los ha escriturado a ustedes? Que yo sepa, jamás nadie ha sido dueño de nada.
En la naturaleza, el aire, el agua, el suelo, el sol, el paisaje, la vegetación, son patrimonios
ambientales que existen para bien de todos los seres vivos, de modo que, ante esta realidad,
lo mejor es compartir en armonía lo que la naturaleza nos da generosamente.

Bueno, nosotros seguimos el mismo ejemplo que hacen los hombres – responde Kalimán
algo enojado- así como ellos delimitan áreas que escritura a su nombre, nosotros con
nuestros orines demarcamos nuestros territorios para informar a otros animales que ya estos
tiene dueño.

-Y tú no te das cuenta que todo aquello que uno cree que es de uno, en cualquier momento
se desmorona, se derrumba, se lo lleva el viento, casos se han visto. Un terremoto, un
ventarrón, una inundación, un incendio, en cuestiones de segundo se lleva lo que el hombre
ha construido. Esta es una verdad incuestionable. Las cosas son para el que las necesita
dice el dicho popular. A lo mejor, el pleito entre los perros y gatos obedece a que ambos se
autodenominan dueños de un mismo territorio, pero no se han puesto de acuerdo para
disfrutarlos en tiempos diferentes.

¿Cómo así, Celedonio? Explícame eso, que me parece interesante. Observa Kalimán

-Sencillo, Kalimán Normalmente la vida de ustedes es diurna. Y la de los gatos es


nocturna. Cada uno cumple un papel distinto en la naturaleza, ustedes los perros, además
de servir de

compañía al hombre, los adiestran para desarrollar oficios de vigilancia, rastreos y


entrenamientos, los gatos, igual son animales de compañías, que en el día pasan
desapercibidos porque pasan durmiendo, pero en las noches son cazadores de roedores, a
los que ustedes les tienen pavor y persiguen también cuando merodean su entorno.

-De modo que, solo falta que conversen sobre el tema, se den una tregua y respeten el
tiempo que cada uno tiene para disfrutar su territorio. Ustedes los perros en el día pueden
correr sus calles, mear sus límites, revolcarse en la tierra, bañarse de sol, admirar los
paisajes y regocijarse con el calor de su hogar ignorando la presencia dormida de los gatos.
Y estos, pueden complacerse en el mismo territorio por las noches recorriendo los tejados,
las callejas oscuras, merodear las canecas de basuras, embelesarse con la luna y cumplir
con su función de mantener controlada la población de roedores en el barrio. ¿Qué te
parece? Finaliza Celedonio su disertación.

¡Excelente, excelente! Grita Kalimán, dando saltos de alegría. Gracias Celedonio, muchas
gracias. ¡Carajo! Porque no se me había ocurrido a mi esta solución.

Porque sólo los que están fuera del conflicto, pueden ver como se alimenta la hoguera de la
discordia y estudiar las salidas más inteligentes para ponerle fin al litigio. Responde
Celedonio, pavoneándose con sus alas abiertas.

Bien, no espero más. Por algo me trajo el destino a este lugar. Adiós Celedonio, que Dios te
Bendiga.

Igual a ti Kalimán, suerte en tu empresa.

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