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3.3.

- Liberalismo John Locke


John Locke (1632 – 1704), considerado como el padre del individualismo liberal.
La obra de Locke es el prototipo de obra que aparece en el momento más oportuno y que refleja la opinión de
la clase ascendente. En ese sentido es que Locke, teórico de la revolución inglesa,
expresa el ideal de la burguesía al justificar en su obra Tratado sobre el Gobierno Civil la revolución triunfante.
Pero Locke no se contenta con transformar un accidente histórico en un acontecimiento dirigido por la razón
humana; sino que sus reflexiones al respecto integran toda en una filosofía coherente.

Para el autor la filosofía debía renunciar a su tradicional preocupación por el estado anterior y destino ultimo del
hombrey dedicarse a generar conocimiento que permitiera a los hombres explotar el mundo natural. Ocuparse del
mundo cotidiano y lograr mejoras allí. Hay un vuelco hacia afuera de la filosofía
Es de destacar que la política de Locke es solidaria con su filosofía, cuyo rasgo dominante es el Empirismo. Su
filosofía política, como el conjunto de su filosofía,
implica el poder del hecho, lo que le conduce a justificar el hecho realizado en cuanto ese hecho le parece
eminentemente razonable. En efecto, para Locke el hombre es un ser razonable y la libertad es inseparable de
la felicidad. El fin de la política – el mismo que el de la filosofía – es la búsqueda de una felicidad que reside
en la paz, la armonía y la seguridad. Así, no hay felicidad sin garantías políticas y no hay política que no deba
tender a extender una felicidad razonable.
Como Hobbes, Locke comienza su indagación con individuos que viven en un estado de naturaleza, aunque en
Locke éstos se encuentran menos determinados o aislados psicológicamente. Locke sostiene que aún en la
situación primitiva del estado de naturaleza, todos tienen conciencia del bien y del mal; todas las personas
tienen plena conciencia de las leyes de la naturaleza, cuya obediencia garantiza que la mayoría de los hombres
no dañe la vida, la salud, la libertad o la propiedad de los demás.
Vemos así que la comunidad pre-política de Locke es en esencia una versión benevolente de su propia
sociedad del siglo XVII, con excepción del gobierno. Aunque atractiva, Locke creía que sólo podía tener una
existencia temporaria.
tal como lo había postulado antes Hobbes, Locke afirma la existencia de ciertas leyes o derechos naturales
presentes ya en el estado de naturaleza:
derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad. Tales derechos no eran obstáculo para una convivencia pacífica
y un relativo orden dentro de la anarquía (entendida no como caos sino como ausencia de gobierno). Sin
embargo, tal situación era extremadamente frágil ya que era grande la tentación de los hombres de hacer
justicia por mano propia, y eso pone de manifiesto la necesidad de un consenso en pos de originar una
instancia arbitral o gubernamental que asumiera tal responsabilidad. Es así como surge en Locke la sociedad
civil como perfeccionamiento del estado de naturaleza.

La Teoría de la Propiedad en Locke


Locke considera muy importante el tema de la propiedad – clave para comprender su filosofía política – para
lo cual habrá de elaborar una teoría explicativa de su origen y de su valor.
Para comprenderla, es necesario partir de su concepción de las leyes naturales. Como hemos señalado, Locke
señala que existen leyes de la naturaleza, que son compulsivas, pues han sido impuestas por Dios (Dios ejerce
en su teoría una función similar a la del monarca absoluto de Hobbes), y son las leyes naturales a la vida, la
libertad y la hacienda. Son racionales, y por lo tanto, universales y absolutas.
Y en estado de naturaleza también existe ya la institución de la propiedad privada, es decir, antes del
surgimiento de las sociedades y los estados; y ningún poder supremo puede despojar legítimamente a ningún
hombre de su propiedad sin su consentimiento. Es por eso que Locke considera la propiedad – es decir, los
bienes, el derecho a heredar así como la capacidad de acumular riquezas – como exenta de la intromisión del
gobierno, puesto que existe con anterioridad a las leyes surgidas de la sociedad política o de la acción de tal o
cual gobierno.
A la hora de explicar el origen de la propiedad privada, Locke afirma que en el estado primigenio de
naturaleza Dios entregó la tierra a todos los hombres así como la razón para que pudieran obtener los mejores
beneficios de los recursos en el mundo. Todos son propietarios de su propia persona, del trabajo que realizan
y del fruto de ese trabajo, por lo que si toman algún elemento de la naturaleza y lo modifican, cambiando su
estado gracias al trabajo agregado, ese nuevo elemento pasa a ser de su propiedad. Es así como los hombres,
por ejemplo, adquieren derechos de propiedad sobre ciertas parcelas y las apartan del lote común. Los
sirvientes también pueden vender su trabajo a sus amos. Sintetizando, el derecho a la propiedad privada surge
de agregar la creatividad humana a recursos naturales existentes, transformándose así los hombres de
productores a propietarios.
Locke pensó que finalmente podía proponer todo un sistema moral, el de una ética deductiva basada en leyes
naturales evidentes por sí mismas. En este, el derecho de propiedad – de carácter absoluto e irrenunciable –
brinda a los individuos derechos inviolables y los libera de la interferencia del Estado, ya que una vez
conformada la sociedad civil, el fin del gobierno será la preservación de la propiedad. Esta teoría de la
propiedad ocupa en Locke un destacado lugar y atestigua los orígenes burgueses de su pensamiento y su éxito.
¿Cómo explica Locke el surgimiento del valor?
Según Locke, es el hombre industrioso y razonable - y no la naturaleza - quien está en el origen de casi todo lo que
tiene valor. Por lo tanto, la propiedad es natural y bienhechora, no sólo para el propietario, sino para el conjunto de
la humanidad; quien se apropia de una parcela de tierra mediante su trabajo no disminuye, sino que aumenta, los
recursos comunes de la humanidad. La propiedad confiere la felicidad, y la mayor felicidad coincide con el mayor
poder: la mayor felicidad no consiste en gozar de los mayores placeres, sino en poseer las cosas que producen los
mayores placeres. De este modo, Locke define lo que se denomina un hedonismo capitalista. Luego, los hombres
llegaron a poseer más de lo que podían adquirir con su trabajo, y este proceso se aceleró con la invención del
dinero al que define como un instrumento mediante el cual Dios recompensa a los laboriosos y aprueba la
desigualdad social (a la que Locke nunca cuestionó porque le resultaba evidente que los hombres consintieran en
gozar de la tierra de una manera desigual y desproporcionada)
¿Qué diferencia existe entre Estado de Naturaleza y Estado de Guerra en Locke?
Como ya hemos analizado, contrariamente a Hobbes, Locke estima que el estado de naturaleza es un estado
pacífico, o relativamente pacífico. La naturaleza no es para él ni feroz, como para Hobbes, ni perfecta, como
para Rousseau. El estado de naturaleza es un estado de hecho, y una situación perfectible en el que no existen
ni los jueces ni las leyes positivas. Rige la ley natural; y la paz se mantiene mientras no exista el empleo de la
fuerza al margen de la ley natural.
No obstante, este estado de naturaleza podría devenir fácilmente en un estado de guerra. Siempre habrá
inadaptados que roben y asesinen a personas inocentes. Así, ante el crimen de un hombre por parte de un
semejante, algunos insistirían en la aplicación de la ley natural, que impone el derecho de la víctima (un
deudo) a tomar venganza. Pero cuando todos se convierten en jueces de su propia causa, se desata una
seguidilla interminable de venganzas puesto que cada uno hará su propia
interpretación de la ley natural, y algunos incluso recurrirán a actos violentos de forma preventiva (que
Hobbes ya había mencionado). Para Locke, la solución es convertir los preceptos ambiguos de la ley natural
en leyes del derecho positivo claras y aplicables.
El estado de guerra puede darse tanto en el estado de naturaleza como en la sociedad civil; la diferencia es que
en la sociedad civil existe un juez que puede hacer cumplir la ley y esta es, precisamente, su ventaja.
Por ello, en un principio los individuos no constituyen un Estado, sino que acuerdan formar una sociedad
contractual. La sociedad es como una entidad comercial anónima en la que participan libremente los
individuos prósperos para beneficiarse unos a otros. Pero una vez que los hombres (y sus descendientes) se he
convierten en miembros no pueden abandonarla jamás. Ningún individuo recupera el poder que delega en la
sociedad al ingresar. El contrato social de Locke es totalmente vinculante.
Es por eso que, para Locke, los individuos ya se han socializado y no necesitan un monarca absoluto para
imponer orden, si no sólo de una autoridad neutral para zanjar las disputas y garantizar castigo a los
delincuentes sin distinciones. Esto es así porque para Locke el principal objetivo de quienes se someten a un
gobierno es preservar la propiedad y éste es el fin por el que la sociedad crea gobiernos. Por lo tanto, concluye
Locke, puede eliminarlos cuando quiere.

La Teoría de la Soberanía en Locke.


Para evitar los males del estado de guerra, los hombres dan origen a la sociedad civil, pero para hacerlo, antes
deben renunciar al poder del que disponían para castigar los delitos perpetrados contra las leyes naturales.
Así encontramos en Locke, el origen de los poderes legislativo y ejecutivo. A través del contrato, los poderes
naturales de los hombres en estado de naturaleza se transforman en poderes políticos de una sociedad civil. O
dicho de otra manera, los hombres dan origen a la sociedad civil al unirse en un solo cuerpo y poner en
vigencia una ley positiva común así como un sistema de justicia con autoridad y poder de decisión suficiente
como para resolver los conflictos que surjan entre ellos y dar castigo a quienes infrinjan la ley.
Locke consideraba que una sociedad política que tiene jueces neutrales, un marco legal y un poder ejecutivo
con atribuciones limitadas debe ser predecible, estable y pacífica. En tal sociedad política, los hombres jamás
renuncian a su soberanía para dársela al monarca. Para Locke, la soberanía siempre reside en el pueblo y éste
la ejerce destituyendo a los gobiernos que dejan de observar la ley positiva y la ley natural.
¿Qué significa derecho de insurrección?
Como hemos visto, los gobiernos son depositarios de la autoridad, pero la ciudadanía siempre conserva el
derecho a eliminarlos en caso de que abusen de ella (por ejemplo, si aumentan los impuestos contra la
propiedad sin su consentimiento). Si el poder ejecutivo se vuelve tiránico, la gente puede recurrir a la fuerza
para retornar a lo debido así como lo hizo el parlamento británico con el rey Carlos I. En este sentido, Locke
consideraba al gobernante despótico como un rebelde que se opone a la sociedad política. Un alzamiento
contra su autoridad es una forma de restablecer el orden político. Claro que derrocar a un gobierno no
significa que se cambie el régimen político. En este sentido podemos afirmar que Locke no fue un
revolucionario pese a su influencia en movimientos extremistas como los de los colonos norteamericanos.
Es importante destacar que en Locke, el derecho a sublevarse está ligado al perjuicio que pueda imponer el
poder a los derechos naturales, especialmente a la libertad y a la propiedad. Pero el derecho de resistencia de
Locke es muy diferente de la teoría calvinista que descansa en la soberanía popular ya que el de Locke no
tiende a realizar las aspiraciones populares, sino a defender o a restaurar el orden establecido. Su teoría es de
corte conservador: el reconocimiento del derecho de resistencia es un medio para hacer reflexionar al príncipe
y para hacerle respetar la legalidad. Permite alejar el peligro de una revuelta popular, pero no constituye una
invitación a la sublevación. En definitiva, el derecho de resistencia es para Locke un llamado a la prudencia y
al compromiso.

La diferencia entre política y sociedad surgida en el liberalismo.


El ideal político de Locke – y de allí su inmensa influencia – concuerda con el de la clase media en expansión.
Nada muestra mejor la evolución de los espíritus en menos de cincuenta años que la diferencia entre la obra
de Hobbes y las de Locke. Ambos estaban preocupados por la paz y la tranquilidad, pero mientras en Hobbes
su búsqueda conduce al poder absoluto, en Locke lleva al predominio parlamentario. Esto no se explica tan
sólo por divergencias doctrinales, sino por el medio social en el que deben situarse las dos obras: en la época
de Hobbes, la clase media debe situarse bajo la protección del poder; en 1688, se cree lo suficientemente
fuerte como para reivindicarlo.
En ese sentido, con el objetivo de de colocar a la sociedad como la base que habría de sostener el orden
político – y no al revés – Locke sostiene que la mayoría es el instrumento a través del cual actuaba la sociedad,
invirtiendo de esta forma las prioridades tradicionales con un profundo impacto en el orden político. En
efecto, para Locke la mayoría es una fuerza que dota de conducción dinámica a la sociedad puesto que cuenta
con un poder superior.
Pero Locke no se detuvo ahí sino que postuló que esa mayoría debía contar con una autoridad legítima con lo
que ese poder adquiría una cobertura de legalidad, punto que fue alcanzado gracias al contrato fundamental
en el que los hombres aceptan la obligación de que cada uno de ellos – en tanto parte de esa sociedad –
habrán de someterse a las decisiones de la mayoría y no actuarán en contrario. Así, la autoridad suprema se
identifica con la sociedad.
Tal socialización de la autoridad tuvo un devastador efecto sobre la jerarquía del orden político. Es que para
materializarla debía sustraerse la autoridad de la esfera de las instituciones políticas, a la vez que debía colocarse a
éstas en una posición de subordinación respecto de la sociedad.
Tradicionalmente considerada como la encarnación suprema de la autoridad política, la monarquía pasó a ser
considerada por Locke apenas como un cargo ejecutivo carente de independencia, un mero agente de la
sociedad. El rey debía ser un simple representante de la nación y su función era la de realizar acciones acordes
a la voluntad de la sociedad, la que previamente había sido declarada en sus leyes. En este sentido, el monarca
no tenía ni voluntad ni poder que no fueran los de la ley.

¿Por qué es posible afirmar que el liberalismo es antipolítico?


En la sociedad política de Locke los individuos no necesitan renunciar a sus derechos a la vida, la libertad y la
propiedad sólo porque una persona o institución ha sido designada para dictar leyes y velar por su cumplimiento.
De este modo, el gobierno de Locke se asemeja más a un administrador – en especial, un garante del derecho de
propiedad – que a una parte en un contrato; tiene obligaciones pero no derechos. Además, depende en un todo del
consenso de los ciudadanos y su autoridad está muy restringida. Si no fuera así, no tendría sentido abandonar un
estado de naturaleza con algunas imperfecciones, o una sociedad contractual, por algo mucho peor.
Leyes, jueces y una policía: esto es lo que falta a los hombres en el estado de naturaleza y los que les
proporciona el gobierno civil. Por consiguiente, el poder político es una especie de depósito confiado por
propietarios a propietarios. Los gobernantes son administradores al servicio de la comunidad; su misión
consiste en asegurar el bienestar y la prosperidad.
De este modo, mientras que Hobbes recurre al estado de naturaleza para demostrar la necesidad de imponer
un soberano absoluto, Locke lo emplea para probar que los gobiernos deben tener poderes limitados.
Como vemos, el gobierno de Locke tiene atribuciones mínimas. Su función no es distribuir riqueza o proveer
al bien común, sino principalmente, garantizar que ciertas normas sistemáticas regulen las transferencias de
la propiedad. Sólo deberían votar quienes heredan propiedades, pues han expresado su consentimiento a un
régimen cuya función primordial es proteger los bienes de las personas. Los pobres tienen que dedicar
demasiado tiempo a la supervivencia y no pueden alcanzar el nivel de instrucción necesario para participar en
política (en este sentido, puede afirmarse que los pobres no son libres).
De manera congruente con su desconfianza hacia los gobiernos fuertes, Locke también se refirió a la división
de poderes sosteniendo que el poder debe dividirse a fin de que ninguna institución política se vuelva
monopólica. Para Locke:
El poder supremo es el poder legislativo: lo esencial es el hacer leyes y éstas no pueden ocasionar perjuicios a
los propietarios.
La prerrogativa del ejecutivo está limitada: un poder confiado al príncipe para que provea al bien público en los
casos que dependen de circunstancias imprevistas e indeterminadas y que no se pueden, por este hecho, regular en
forma de leyes fijas e inmutables.
El poder ejecutivo y el poder legislativo no deben estar reunidos en las mismas manos y el poder legislativo es
superior al ejecutivo

Esta idea de la separación de poderes o de los controles y equilibrios ha ejercido gran influencia en la
constitución estadounidense (los padres fundadores de los Estados Unidos conocieron las ideas que Locke en
gran medida a través del pensador francés Montesquieu, 1689 - 1755).
El poder legislativo es el alma que da vida, forma y unidad al estado, dicta las leyes después de una serie de
debates y discusiones, y el poder ejecutivo (que, según Locke, incluía el orden judicial) las aplica. De existir
discrepancias entre los poderes legislativo y ejecutivo, el primero deberá prevalecer sobre el segundo.
De allí que lo importante no sea el gobierno de turno sino el imperio de la ley.
Cabe destacar que pese a esta exaltación del poder legislativo, el poder del mismo no es indefinido sino que se
encuentra limitado por los derechos naturales. El poder es, en su principio, poder de libertad. Y esa libertad es
una libertad para la felicidad, una libertad para la felicidad mediante la razón. De este modo, todo poder para
ser político, debe ser, ante todo, justo. Para Locke, como para Kant, el problema del poder se reduce a un
problema moral.

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