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Universidad del Quindío

Programa de Filosofía
Facultad de ciencias humanas y bellas artes
Filosofía política
Gabriel Ocampo Sepúlveda
Juan José Trujillo

Segundo tratado sobre el Gobierno Civil, capítulo 5 “de las propiedades”.

Resumen

En este capítulo Locke se propone demostrar cómo a partir de que la tierra y


todo lo que ella contiene, ha sido heredada a los hombres por Dios, y en ese
sentido, cómo pueden los hombres a llegar a tener en su poder “propiedades”
sin la necesidad de acuerdos previos entre los miembros de una comunidad; y,
cómo el trabajo y las leyes de la razón limitan la pertenencia de esta.

Palabras clave: Propiedad, estado natural, trabajo, ley de la razón, ley civil.

La tierra ha sido herencia de Dios para con los hombres dice Locke, y gracias a la razón
natural, con la cual los hombres tienen derecho a su propia conservación, es decir, comer y
beber y satisfacer sus necesidades de subsistencia, podemos aprovecharnos de ella de forma
común. Locke afirma que la propiedad puede existir, aunque partiendo del hecho en el que
Dios entregó el mundo a Adán y a su prole, es decir hizo una entrega comunitaria de la
tierra a los hombres, es tenazmente difícil mostrar cómo puede existir la propiedad, por otra
parte, sería también imposible que nadie, exceptuando a una especie de monarca universal
podría tener propiedad alguna y, por tanto, excluir al resto de la humanidad.

Locke, adjudica que en estado natural todos los bienes que produce la tierra, frutos y
animales son comunitarios y, aunque en un principio no sean propiedad de hombre alguno,
debe existir, en determinado momento, alguna manera de apropiárselos para que puedan ser
utilizados por un individuo particular. El trabajo, dice el filósofo inglés, los hace suyos; el
añadirle a aquella cosa de la naturaleza una modificación hace la apropiación, y le quita a
ella el derecho que tienen los demás hombres. Propone el ejemplo con unas bellotas con las
que alguien se alimenta, y se pregunta cuándo éstas comenzaron a pertenecer a ese alguien
particular, ¿cuándo las ha digerido? ¿cuándo las comió? ¿cuándo las llevo a su casa? O
¿Cuándo las cogió del campo? Y dice de este último que, si eso no las hizo suyas, nada
podría haberlo hecho entonces. El trabajo marca entonces la diferencia entre propiedad
particular y propiedad común, y es que, hace un añadido posterior al bien de lo que otorga
la naturaleza. También añade Locke, que si para apropiarse de la propiedad común, hubiese
que estar toda la comunidad en favor de aquello, es decir, que si las cosas fueran de
propiedad comunitaria, el hombre moriría primero de hambre antes de que la comunidad
llegue a tal acuerdo, lo que hace imposible que esa sea la manera de favorecerse de lo
dispuesto por la naturaleza. Es esta una ley de la razón y es la que hace que quien recoge las
bellotas sea su dueño o que el ciervo que el indio cazó sea ahora de su propiedad, por citar
otro ejemplo; aunque inicialmente todos tuviesen un derecho comunitario sobre el fruto y el
animal. También, aunque existan una enorme cantidad de leyes positivas que intentan
determinar la propiedad, esta ley original de la naturaleza precedía a todas estas y, además,
sigue continuando vigente, nos dice Locke.

Podrían surgir objeciones respecto de esto nos dice el autor de la obra, objeciones del tipo
de que entonces cualquiera podría aumentar tanto sus propiedades como quisiese, a lo que
el mismo Locke responde diciendo que la misma ley de la naturaleza impone los propios
límites “Todo lo que uno pueda usar para ventaja de su vida antes de que se eche a perder
será aquello de lo que le esté permitido apropiarse mediante su trabajo, más todo aquello
que excede lo utilizable será de otros” (Locke, pg. 37).

A pesar de todo, los frutos y los animales no son el principal problema acerca de la
propiedad, sino que lo es la tierra; la solución al igual que en los casos anteriores, dirá
Locke, es de estructura similar a lo ya planteado, cada hombre tendrá un pedazo de tierra
que trabaje, labre, plante, mejore o cultive y haga beneficios para su uso será suya. El
pedazo de tierra que un hombre puede tener, es la que aquel hombre particular pueda
trabajar.
Para Locke también es claro que aquellas tierras que llegaron a ser comunales, como una
sociedad o un país que vivan bajo un gobierno, no pueden ser reclamadas como suyas por
nadie a excepción de que cada uno de los co-propietarios esté de acuerdo, pues aquellas
tierras fueron establecidas mediante un pacto, por una ley de la tierra y esta no debe ser
violada.

La naturaleza, según Locke, ha dejado marcado cuáles son los límites de la propiedad por
medio de la ley de la naturaleza. La tierra alcanzaría para los hombres si se siguiesen estas
leyes, pero la voluntad de darle valor a la tierra y la creación del dinero ha hecho que un
hombre pueda tener más tierras de las que puede trabajar y disfrutar para sí.

Es claro que, en el principio, antes de que el deseo de tener más de lo necesario hubiese
alterado el valor intrínseco de las cosas, el cual sólo depende de su grado de utilidad para la
vida de un hombre, y antes de que los hombres hubiesen acordado que una pequeña pieza
de metal amarillo inoxidable e incorruptible tuviese el mismo valor que un gran trozo de
carne o todo un montón de grano, los hombres podían apropiarse con derecho, mediante su
trabajo, de tantas cosas naturales como fuesen capaces de usar; mas estas cosas no pudieron
ser muchas, ni causaron perjuicio a nadie allí donde una cantidad igual fue dejada para uso
de quienes estuvieron dispuestos a emplear el mismo trabajo. (Locke, pg. 42-43)

Posteriormente en el parágrafo 38, trae a colación una cita bíblica que, resume un poco lo ya dicho.
Todo terreno que era labrado y cosechado por un hombre y cuyos frutos pudiesen utilizarse antes de
que se perdieran eran suyos por derecho. Esto, para defender su tesis de que el mundo fue dado de
forma comunitaria a los hombres por Dios y cómo el trabajo otorgaba derecho sobre cada pedazo de
tierra para quien lo labraba. Añade, por demás que, en caso de representar el valor de una parcela
con dinero, la parcela con más frutos y cosechas es aquella que valdría mucho más, que una sin
nada. Por lo que se sigue que el valor de la tierra está concentrado en el esfuerzo y trabajo para
quien cuida de ella. Pues pasa igual con los bienes que produce la tierra y los animales, el trigo sin
trabajo no es pan, y las pieles sin curtir no son ropa. Es evidente, siguiendo a Locke que, aunque
son común las cosas proporcionadas por la naturaleza, el hombre al ser dueño de sí mismo y
propietario de su persona y de las acciones y trabajos ejercidos, es el hombre en sí mismo el
fundamento de la propiedad.
Como se vio, el trabajo daba el derecho de propiedad a cualquiera que quisiese emplear un bien de
la naturaleza, que hasta cierto momento fueron comunes; a medida que el tiempo transcurrió, la
población creció, también aumento el uso del dinero, por lo que la tierra empezó a escasear, pues al
darle valor a la tierra esta podía comprarse con dinero, y por lo que las diversas comunidades
empezaron a limitar sus territorios y mediante leyes fijaban los territorios propios, y por medio de
ligas entre Estados, cada uno de éstos renunciaba a ocupar el territorio de otro Estado.
Inmediatamente después de esto, dice que anteriormente la necesidad de subsistir hacía que la
búsqueda de cosas se fijara en bienes de corta duración, carne, frutos, granos, pieles y estas sin ser
consumidas se perdían prontamente. La creación del dinero, permitió cambiar cosas de corta
duración por piezas de larga duración como el metal, y que posteriormente también podría
cambiarse por otra cosa, en este sentido, el dinero permite la acumulación de bienes, que sin la
necesidad de dejarlos perder como pasaba con los alimentos, se podían conservar por temporadas
sumamente largas. Locke usa un ejemplo de una isla, y dice que si en una isla que sólo habitan 100
familias y que no tiene ninguna posibilidad de comercio con otra y no tengan acceso a algo con
valor suficiente para servir de dinero, pero que allí hubiese abastecimiento suficiente para 100.000
familias, ¿por qué una de esas 100 familias acumularía más de lo estrictamente necesario? Para
Locke, esta fue la situación del continente americano en sus inicios, pues sin haber cosa parecida en
ese tiempo al dinero nadie se apropiaba más de lo necesario. Pues para Locke, que se acumule por
acumular no tiene sentido alguno, sino que lo que un hombre debe hacer con sus propiedades es
sacarle el mayor provecho posible porque eso beneficiaría al país, lo que posteriormente termina
beneficiando a los hombres que conforman dicho país, esto a causa de que la riqueza va a estar
circulando, pues el acumular sólo entorpece esta circulación.

Sin embargo, los hombres mismos han acordado que la posesión de la tierra sea desigual, puesto
que el dinero adquiere su valor en tanto es acordado por los hombres y este se paga por la tierra
sobrante para quien no la trabaja, por lo tanto, las posesiones privadas desiguales, han sido producto
de los hombres mismos y sus reglas de sociedad.

En conclusión, resulta más fácil entender cómo es el trabajo el que fundamenta la propiedad en
cosas comunes de la naturaleza y cómo esta fue limitada por el uso que se hacía de ella. En el
sentido que plantea Locke, no podría haber disputas referentes a los derechos de propiedad. En
algún momento el derecho y la conveniencia iban unidos, pues si un hombre tenía el derecho al
trabajo y a la tierra, no tenía la tentación de trabajar en más tierra de la que él mismo no pudiese
hacer uso. En un comienzo eran las leyes de la razón las que limitaban y ordenaban el uso de los
bienes naturales. Luego, al añadir el dinero a la ecuación, cambian radicalmente las cosas, como el
apropiamiento de grandes extensiones de tierra para unos pocos.

Bibliografía

Locke, J., (1979). Segundo tratado sobre el Gobierno Civil. Madrid. Tecnos.

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