Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
POLITICO EN
COLOMBIA
Fernando
Guillén Martínez
RT ÍN EZ
FE RN AN DO GUILLÉN MA
)
(Bogotá, Co lombia, 1925-1975
r y sociólogo político .
Fue un reconocido investigado
una de las más
Esta obra es considerada como
escrito sobre la
serias e importantes que se han
illén presidió la
historia política de Colombia. Gu
el Desarrollo y fue
Fundación Tercer Mundo para
os del Centro de .
coordinador de estudios polític
lo de la Universidad
Investigaciones para el Desarrol
titución y en otras
Nacional. Fue profesor en esta ins
a, la Jorge Tadeo
como la Universidad de Antioqui
xico y Yale. Fundó
Lozano, Georgetown, Nuevo Mé
y dirigió la revista Economí
a Colombiana. Fue
ana, en la
director editorial de la revista Sem
columnista de El
primera época de este medio, y
además de este,
Tiempo. Escribió otros seis libros,
eración, primer
entre los que se destaca La Regen
caso.
Frente Nacional. Un estudio de
ELPODER POLÍTICO
EN CO LOMBIA
EL PODER
POLÍTICO
EN COLOMBIA
Ariel
HISTORIA
PRÓLOGO
FERN.AN E. GoNZÁLEZ G.
PRÓLOGO 15
NOTAS
.,.¿.
~ .
..!::_·-$ La sugerencia de que las asociacione · formalmen::)no políti-
¡.g cas, es decir, aquellas que no tienen como su a explícita la
~~ ;onquista del poder p~,!Jlicq son, sin embargo, decisivas para
~ conseguir esa finalidad, ñoes nada nueva. Forma parte de la
'-' literatura tradicional de la que hoy se conoce como «ciencia
""' política» y fue aplicada con excepcional lucidez y claridad por
,!_ Alexis de Tocqueville en la Democracia en América, para !;Xplicar
~ el carácter singular de la lucha por el poder público y del ejer-
o
cicio del gobierno en los nacientes Estados Unidos.
~ Por otra parte, las relaciones entre las formas de organi-
:;_ zación surgidas de 1ml grem10s burguesesl'y los valores <ie la
~ democracia representativa posterior al siglo XVIII en Europa
~ ·- Occidental han sido fijadas con toda precisión por sociólogos,
-~
V
economistas y científicos políticos, esclareciendo definitiva-
g,,. mente la estructura de la participación política en esas socieda-
:
~O)
des y en sus herederas de este lado del Atlántico.
6 ~ Pero no existe aún ningún intento sistemático para obser-
var las relaciones que podrían existir entre las asociaciones for-
~almente no políticas, y la partJ.c1pac1ón política en ~ éric~
Launa y, específicamente, en Colombia. Se da por supuesto
que los análisis realizados a partir de datos de sociedades dife-
rentes (Europa, los Estados Unidos de América) bastan para
explicar de qué modo se han organizado los colombianos y
<:_ómo podrían organizarssrara participar en las decisiones pú-
bhcas.
rt
EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
20
9.
- cada situación es una pretensió n o proyecto, y esto es lo que lleva
o
-i
a pasar de una situación a otra, ~udanz a histórica es siempre 6
-:l.- innovació n e invención . Esta razón concreta ilumina desde otro '-'
10 punto de vista las determina ciones que anteriorm ente aparecie- ~
.a_ ron como exigidas por la mera estructura de la temporali dad.
')
l""t
o
Estas frases de Julián Marías1 pueden eximir de otra justi-
ficación para el examen de las formas históricas de las asocia-
cion~s ~o políticas, en ,el inten~o_de establece r cómo ellas
condicio nando o podnan condicio nar la participa ción política
están]
(
de los colombianos.
La mera informac ión sobre los comport amientos de las aso-
ciaciones políticas y sobre los mecanism os formales de acción
~Q,
~.t¿; º/J :/ ".) /¡
0/j ?·l!J
'FJ.')¼'cln..r-
l>r;;
':.i¡,J
r I C' (f WS M(\\h, \d a 1{Hl' ICltí..
l) l
1
electoral no es ~a paz cte dar cuenta de las Yerdadcras ctimensio-
nes ni del sentido de la participación polí1ira del colombiano .
..9.
a es decir, de los can ales y del volumen de su influen cia sobre la
~] determinación de las decisiones que comprome ren el r m~jun-
; ~ / to ~e la_ ~olecthi~ad._ considerad a desde"eí¡:iuntt) de vista de la
o' ir~ ~ gobierno que e lla crea. susten ca y aplica. Esto
~: que es ~ i~o pai:t cualquier tipo de sociedad. lo es aún más
~S-":.'. para Arnenca Launa. donde los mecanismos políticos formales
~~ son mucho más el resultado de meras u·aspolaciones de insti-
. . ¿ tuciones extraitjeras. que el fruto del desarrollo endógeno de
actitudes y tendencias sociales reconocibles y reconocidas.
Así, en el curso de los n-ab~jos de investigación que han
precedido a este texto, se ha utilizado una metodología que
permita no sola1nente establecer cuál es el grado de partici-
l pación política real de los colombianos, a través del exainen . _,E
~ de sus formas de aso~iación contemporáneas, sino determin~q"ii L f:J,.
~ cuáles han sido lasf"-ig·e1~ que han guiado o pueden guiai· ( l
g esa participación en el futw·o , estableciendo alternativas vero-
~ __ símiles y viables.
N()T/\S
LAS HERENCIAS
Y APTITUDES TRADICIONALES
EL «GREMIO POLÍTICO »
las cir-
una imp orta ncia giga ntes ca aunq ue no coin cida n con
cuns tanc ias obje tivas de la reali dad socia l. . .
un
Aun que, en la reali dad, la burg uesí a haya cons titui do
la pro-
siste ma en don de el privi legio subs iste repr esen tado por
te se
pied ad y la efica cia econ ómi ca indi vidu al,. imp lícit a~en
ta~ y
vio obli gada a defe nder y a amp liar las noci ones d~ h~e~
m1c a
de igua ldad polít icas, en part e por razó n de su prop ia dina
part e
fina ncie ra (inc omp atibl e con todo valo r esta men tal) y en
a de
al ejerc er un «efe cto de dem ostra ción » sobr e la gran mas
ite y
la pobl ació n pobr e. Y ese subs trato polít ico es el que perm
niza do
prom ueve la apar ición del «par tido» com o grup o orga
di-
para obte ner el pod er y para mold earlo en dete rmin adas
reca ones .
NOTAS
1
1
LAS AS<)CIACl()NES INJCJALES
Y LA PARTICJPACJ()N EN EL J>(JDER
nacio nes rituale s que los conqu istado res interp retaro n con10
«tribu tos» _(en el sentid o de «impu estos» ) simpl emen te porqu e
su recipi endar io -aun que no forzos ament e su benef iciario
fuera el jefe del clan.
Es precis o advert ir, sin emba rgo, que las comu nidad es se-
dentar i;:ts desarr ollan y perfec ciona n tende ncias estruc turale s
existe ntes en los grupo s nóma das, fijánd olas y organ izánd olas
con gran compl ejidad . Esto es espec ialme nte impor tante en lo
que se refier e a la identi ficaci ón del jefe con el grupo y con los
LAS ASOCIACIONES INICIALES Y LA PARTICIPACIÓ N EN EL PODER 41
LA ESENCIA DE LA ENCOMIENDA
¿QUIÉN ES EL CACIQUE?
que lo ejerce es el figura nte interc ambia ble de un papel sie rnprt
idénti co. Aquí se manifiesta con nueva eviden cia la ausen cia dt
indivi dualid ad ya menci onada .
Es ante todo religioso el hecho que provo ca el poder , que lo e~
tablece, que le da su caráct er de perma nenci a. Para el puebl 0, la
perso na y la funció n del cacique son igualm ente divinas. Lo son ,
en el plan del totemismo, por asimilación del jefe por el totern ,
o por alianza, por unión con éste, como lo es, a mi parec er, en el
8
caso del cacique de Guatavita •
todo», del cual depen den y recib en existe ncia los indivi duos, es
la comu nidad de paren tesco . Es así como se comp rende la pe-
culiar sensación de totali dad que inspir a la autor idad del jefe
indíg ena.
La mayor parte de los grupo s indíg enas preco lomb inos ig-
n_ora el concepto_ ?e propi edad sobre la tierra y la utiliza sen-
cillam ente aprop1andose de sus frutos en benef icio colectivo.
El noma dismo recole ctor y cazad or se comb ina con cultivos
agrícolas ocasionales. Pero aun en las comu nidad es seden ta-
rias, agricultoras y artesanas que han vivido muy largo tiemp o
LAS ASOCIACIONES INICL;\l.ES Y LA PARTICIPACJÓN EN EL PODER 47
·, pasaJ·e-
tamente la mitad de la pobl ac1on
Salamanca, forman. exac
ra. El m~yor contingente lo da Extremadura y es fácil de explicar
si advertl~os que el Descubrimiento es una continuación de la
Reconquista: la Extremadura carece de frontera-camino· ve así
cerrado su norm al impulso de avance y retrocede ante ia raya
24
portuguesa ....
Es noto rio ~ue los gran des linajes espa ñole s, inca pace s de
su
crea r un feud alism o cerr ado y some tidos a la reale za mal de
grad o, no inter vien en en la aven tura amer ican a. Ni hay noti-
s-
cias de que los escasos grup os de labra dore s serviles que subsi
el
ten en ese mom ento en la Pení nsul a haya n tenid o parte en
proceso. Es el pueb lo llano (los labra dore s libres, los hida lgos
las
sin traba jo, !os píca ros citad inos, los solda dos que vacan de
so-
guer ras de Africa, de Flan des o de Italia) quie nes avanzan
bre el terri torio halla do por Coló n.
La estru ctura social de la cual eme rgen estos aven turer os
no
y lueg o los colo nos dura nte tres siglos no tiene apre cio algu
za.
por las relac ione s entr e la prod uctiv idad pers onal y la rique
de
La econ omía mon etari a se desa rroll a en esa Espa ña exen ta
el
la ideal izaci ón que del trabajo manual, del tiempo pautado por
reloj, del lucro como signo de santificación personal, hizo el resto
las
de Euro pa, que com enza ba a cons egui r la liber ació n de
los
perso nas com o resu ltado del com ercio y de la indu stria de
en
burg uese s de las ciud ades . La rique za y el prestigio surg en
cia
la Castilla final del siglo XV simp leme nte de la circu nstan
de ser cristiano. Y ser crist iano se dem uest ra a finales del siglo
,
XV y al com enza r el XVI, cuan do se prue ba que se tiene tierra
s»
no impo rta ·si se la cultiva o no. Ser de «linaje de labra dore
os
es basta nte prue ba de no habe rse cont amin ado con los ofici
lo
industriales o mec ánic os que desh onra n a quie n los ejerc e y
asemeja a las castas mori scas o a las tareas israelitas. La cues tión
la
no pued e ente nder se si no se observa que para el castellano
auto ridad sobr e la tierr a significa libertad y autoridad, más que
. .
la base de una tarea agríc ola productiva.
El «lab rado r» hisp ánic o del siglo XV no denv a su p~estl-
gi:025 de su rique za, ni la circu nstan cia de
habe r com petld o !
ci-
vencido a los burg uese s merc ader es y artes anos . en su capa
dad para lucra rse. Simp leme nte asien ta su auto ndad en el ~e-
n
cho de que hací a más de tres siglos los labra dore s com batía
EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
60
por la formu lación religio sa cristia na, que los había relevado
de servid umbre y conve rtido en soldad os ~ cab~ll o ( º. a pie)
contra la econo mía mone taria y artesa nal 1sl(,lm1ta, objeto de
destru cción o de saque o.
Cada soldad o O colon o en Améri ca, al comb atir contra
las cultur as indíge nas, está coloca do -por eso- por derech o
propio en la cima de la consid eració n social. Su sentid o de la
auton omía person al signifi ca que el riesgo y la guerr a le con-
ceden derec ho a la riquez a. Y la riquez a -de acuer do con la
exper iencia tradic ional - no es el fruto del trabajo metódico bur-
gués, sino el result ado del domin io milita r sobre los estam entos
produ ctores .
El apreci o exage rado que del oro hacen los invaso res del
siglo XVI ha sido con deplo rable ocurre ncia, bien mal inter-
pretad o. El oro, para el españ ol de su mome nto, es un signo de
prepo ndera ncia y de prestig io indivi duales , no un síntom a
de acepta ción de los valore s de una econo mía mone taria fun-
dada en la produ ctivid ad lucrativa.
El oro debe llegar a manos de cualqu iera como un recono -
cimien to de su capac idad person al de domin io y no como pago
a su dedica ción person al a la produ cción de biene s o servicios
econó micos .
Vale bien la observ ación agudís ima de Amér ico Castro : «El
españ ol fue el único ejemp lo, en la histor ia occide ntal, de un
propó sito de vida funda do en la idea de que el único digno
oficio para un homb re era ser hombre y nada más»26 •
El soldad o y el colon o españ oles en Amér ica siente n su
presen cia en las nueva s tierras como una salida a su asfixia eco-
nómic a, una vez liquid adas las viejas posibi lidade s de guerra y
saque o contra los musul manes en tierras penin sulare s. La exis-
tencia de las forma s cultur ales indíge nas y su recon ocimi ento
ratID;can el tradic ional conce pto -supe rvivie nte en las forma s
cultu~al~s hispa noam erican as- de que todos los confli ctos
eco~? micos deben t~~er soluci ón por medio de -t areas políticas
0 militares.
La captac1on o el domin io de esas forma s cultur ales
abo~g enes, gara~ ~an Y ratific an el aciert o de los poblad ores
espan oles en Arnen ca, en este aspect o. ·
Adem ás es notori o qu l · los impul
·
,, . . ' e a estruc tura social sa ps1-·
cologi camen te a rehuir el contac to c
on la b ores mecan
-- icas
· o
LAS ASOCIACIONES INICIALES\' LA PARTICIPACIÓN EN El. PODER 61
Ots Capd equi seña la que los prop ietar ios favor ecido s con
el traba jo fo1~zoso de los ~ita~ os dedu cían el impo rte de los jor-
nales la cantJ .dad q':1e los indio s habí an de paga r por conc epto
de tribu to. El resto iba a mano s de los caciq ues (repr esen tante
s
único s de la com unid ad).
Los enco men dero s y las auto ridad es local es se las arreg la-
ban con gran frecu encia para subir el impo rte del alqui ler de
la roan o de obra , segu ra fuen te de tribu tació n estab le. La Des-
cripción de la ciuda d de Tunja , citad a por Luis Duqu e Góm ez 36
,
revela que al com enza r el siglo XVII «el creci mien to que se ha
hech o en el alqu iler de los indio s, pues ha llega do a dos peso
s
y cinco tomi nes cada mes ... ».
Indir ectam ente, la mita favor ece al enco men dero , en
cuan to gara ntiza y segu rame nte aum enta el caud al de la tribu
-
tació n indíg ena. Dire ctam ente, debe presu mirs e algu na form
a
de comp licid ad entre los enco men dero s y los ofici ales reale
s
enca rgad os de otorg ar los servi cios de mita ( con frecu encia en
prov echo prop io y de sus fami liare s) y el caciq ue, exento de tri-
butos e interesado en dar cumplimiento estricto al pago de los tributos,
cuya respo nsab ilida d pesa ba pers onal men te sobr e él.
La luch a de la legis lació n cont ra el siste ma cond ujo a resul -
tados cont rapro duce ntes. Inten tand o corre gir las anom alías se
crear on func iona rios fisca lizad ores bajo diver sos nom bres ,
el
más cono cido de los cuale s fue el corre gido r de indio s. Pero
,
como reza el docu men to antes citad o, «la muc hedu mbre de
mini stros de justi cia que se han pues to y añad ido a los pueb los
de los indio s, que se pued en llam ar enco men dero s añad idos,
pues se sirve n de ellos hacié ndol os traba jar en seme ntera
s,
crian zas de gana dos, labo r de man tas y otras gran jería s ...
».
A eso debe añad irse que eran los corre gido res los enca rgad
os
de hace r «los conc ierto s» de mita yos y que los indio s debí an pa-
gar de los salar ios el requ into y el salar io de esos func iona rios.
En Som ondo co, en 1621, el visit ador Oba ndo halló que los
enco men dero s y los hace ndad os vecin os cobr aban el tribu to
y
paga ban el sueld o del corre gido r, dand o el resto a los mita yos
en espec ies, tasad as a prec ios arbit rario s37 •
La enco mien da se va cons tituy endo , a lo largo del siglo XVI
en una form a pecu liar de asoc iació n forzo sa, para la obtención
del poder, del prestigi,o y de la riqueza.
fü~ 1'J . PODE R PO L ÍTI C O E N COLOM BIA
fortu-
Los mayordomos o calpisques, inic iahn ente euro peo s sin
des pare cen
na, 1nás tard e mestizos y aun neg ros cuyas acti vida
titul adas , con
hab er con sisti do en la exp lota ción de tierr as no
obr a agrícola.
la utili zaci ón de los indí gen as, com o 1na no de
den unc ian
Al men os ello es ded ucib le de los doc u1n ento s que
s adnlinistra-
la exp lota ción de los abo ríge nes por part e de esto
dor es de enc omi end as.
spe-
Los nuevos colonos, ocu pan tes de tierr as púb lica s o dese
ibid os por los
rada men te nece sita dos ·de siervos agra rios (inh
sus prop ias
valo res étic os ibér icos para ben efic iar la tier ra con
«señorío» o
man os) y ansiosos de obte ner algu na form a de
dar real ce a
dom inio pers ona l sobr e los grup os indi os, para
del siglo XVI,
su pres tigio pers ona l. Has ta las últim as déc ada s
mitayos son
estos colo nos que solicitan y obti ene n servicios de
los año s pos-
euro peo s blan cos de segu nda cate gorí a. Pero en
s que , una
terio res estas acti tude s son frec uen tes en mestizo
na form a de
vez alca nzad a su con dici ón libre, con sigu en algu
leal tad con
apro piac ión de la tierr a med iant e su vinc ulac ión de
s, pue s la
enc ome nde ros, cura s o nue vos hac end ado s espa ñole
pare cer las
1 mez cla étni ca va hac iend o olvidar o hac iend o desa
com o tales y
posi bilid ades de iden tific ació n de esos mestizos
los asimila senc illam ente a los blancos.
'
1 Los caci,ques o capitanes de indios, quie nes de mod o pau
com ienz an a usar en su prov echo pers ona l la auto
latin o
rida d sobr e
ica, y entr an
el clan gentilicio, legi tima da por la legislación ibér
jueg o por el
a com peti r, en grad o mod esto pero evid ente , en el
mod elos de
prestigio, la riqu eza y el pod er, de acu erdo con los
ales a ca-
la cult ura dom inan te. Don acio nes de tierr a indi vidu
siglo XVJ38
ciqu es y capi tane s indi os son frec uen tes al fina l del
r de que su
y exis ten casos con cret os de mestizos que -a pesa
io- recla-
status era jurí dica y soci alm ente sup erio r al del ind
a de las le-
man y ejer cen cargos de caciques, aun con tra la letr
s func ione s
yes españolas, lo cual dem uest ra en qué grad o esta
vo ord en
claniles com ienz an a juga r un pap el den tro del nue
idual39.
social pres idid o por la idea de prestigio pers ona l indiv
tesore-
Los pequeños funci,onarios gubernamentales, veed ores
s~ consti-
ros, alguaciles, corr egid ores de indios, nota rios , que
ros y en sus
tuye n en c~mplices ob!igatorios _de los enc ome nde
ica, a cam-
forzosos aliados, ofre cien do su infl uen cia buro crát
U..S A.50CULlO:\t'.S L'\.lU -U..E.5 Y LA PARTJO PAOÓ~ D. EL PODER 71
D.-\D SOCIAL
ASO CL- \CIÓ N, EST RAT IFIC.A.CI ÓN Y i\f O\ 1L1
alm ente ,·o-
La enc omi end a es una fon na de asoc iaci ón , p arci
cua l el sector
lun tari a, parc ialm ente invo lunt aria , d entro d e la
da inse rto y
más imp orta nte y significa ti,·o de la p obla ción que
inad a. Aun-
resp ecto d e la cua l toda la p obla rión resu lta sub ord
o un sistema
que en la prác tica la enc omi enda fun cion ó com
ribu ción de
de arti cula ción de la pro duc ción , el con sum o y la dist
elen la diná-
bien es y sen,ícios eco nóm icos, los valo res que ünp
eco nómicos.
mic a de su acci ón social no son prii nor dial men te
e hac er inteli-
Sol ame nte la com pren sión de ese hec ho per mit
gibl es los proc esos polí tico s a los cual es dio orig en.
crec ient e
Par a efec tos de su pod er polí tico -qu e fue
y dom inan te hast a la mit ad del siglo XV II-,
la enc omi end a
rper son al je-
fun cion ó com o un mec anis mo de soli dari dad inte
com o el mar-
rarq uiza da y al pro pio tiem po -lo que es decisivr r-
las formas
co orig inar io den tro del cual se defi nen y prec isan
d social en
y can ales de asce nso , los mec anis mos de la mov ilida
terr itor io colo mbi ano .
colo nial es
La estr atifi caci ón social de los prim eros siglos
la pirá mid e se
pre sen ta un aspe cto com pren sibl e. En la base de
libe rtad pro-
insc ribe n los indi os enc ome nda dos , care ntes de
ica, insc rito s
fesi ona l, desp ojad os de toda auto nom ía eco nóm
por man dato
forz osam ente en su viejo clan gen tilic io (aho ra
nóm icos de
lega l) y sob re los cual es pes an todo s los deb eres eco
s y los ofi-
la soci eda d, el cum plim ient o de las tare as man uale
s es aún más
cios más pen oso s, dificiles y hum illan tes. Su statu
de oca sion es,
bajo que el de los esclavos neg ros en mul titu d
que los ma-
pue sto que a finales del siglo XVI era ya frec uen te
de los hac en-
yord omo s o «calpisques» de los enc ome nde ros y
neg ros de
dad os pos terio res, fuer an esco gido s entr e esclavos
nos exa ctor es
con fian za, que se con stitu ían en verd ade ros tira
41
de las com unid ade s indí gen as •
inst ala el
En la cim a de la con side raci ón y del pres tigi o se
el rest o de la
enc ome nde ro, cuyas ventajas eco nóm icas sob re
el prim er lu-
pob laci ón son evidentes. Per o lo que le con ced e
o de obr a
gar, muc ho más que el lucr o que obti ene de la man
i-ex imid o
indí gen a y de la trib utac ión, es el hec ho de esta r cuas
real med ian-
de toda obe dien cia, enfr enta ndo incl uso al pod er
LAS ASOCIACIONES INICIALES Y LA PART
ICIPACIÓN EN EL PODER 73
La soci edad espa ñola cont emp orán ea del Desc ubri mien to
no es, en térm inos gene rales , una socie dad auto ritar ia. La
su-
misi ón co~p ulsiv a a una auto ridad «fuerte», sola men te apar
e-
ce con lenti tud desd e los finales de la Edad Media, cuan
do la
tens ión de la guer ra relig iosa va dism inuy endo entr e crist
iano s
e islamitas y cuan do masa s crec iente s de labra dore s libre
s ern-
pobr ecid os, aspi rante s cons tante s a la «hid algu ía», com ienz
an
a busc ar auto defe nsa psico lógic as en la pers ecuc ión viole
nta
cont ra judí os y mori scos , exig iend o proc edim iento s inqu
isi-
toria les cont ra sus desc endi ente s y orga niza ndo moti nes
para
darle s mue rte. Las pritn eras oper acio nes desc ubri dora s y
con-
quis tado ras, son cont emp orán eas de la adop ción legal
de la
Sant a Inqu isici ón. Y se ha anot ado sufic iente men te que
las
clases más pobr es -inc luso las órde nes religiosas de men
or
relieve arist ocrá tico y los prop ios conv erso s- fuer on los
más
ardie ntes parti dario s de esa nuev a form a de viole ncia socia
ly
gube rnam enta l 42 •
Y, por otro lado , los com ienz os de la crea ción impe rial ul-
tram arin a son tamb ién coet áneo s de la dest rucc ión de las liber
-
tade s y fuer os mun icipa les de Espa ña, pues to que la guer ra
de
las com unid ades coin cide con las fech as de las prim eras fund
a-
cion es de ciud ades en el área del mar Cari be.
Entr e 1492 y 1520 los espa ñole s ven la term inac ión del do-
mini o mus ulmá n en tierr as peni nsul ares, la expu lsión de
los
judío s, la luch a cont ra los mori scos inici ada en Gran ada,
la
dest rucc ión de los fuer os mun icipa les y el Desc ubri mien
to de
Amé rica. Es un laps o críti co que alter a el sent ido de todo
s los
valo res sociales, econ ómic os y polít icos en la pení nsul a ibéri
ca.
La paul atina liber ació n social y juríd ica de los siervos rura
-
les se llevó a cabo en León , en Castilla y lueg o en And aluc
ía,
nq por la apar ición de una burg uesí ~ urba na que rom pier
a los
viejos mold es estam enta les, sino a. través de la guer ra y
de la
conc esió n de fuer os mun icipa les a grup os de labra dore
s que
adqu irían en ellos auto nom ía. Las cara cterí stica s de saqu
eo y
tribu tació n forz osa que tuvo la guer ra antii slám ica y el apre
cio
social por el valo r mili tar y por el sace rdoc io, perm itier on
man -
tene r•com o .signo cara cterí stico de la soci edad esa ~<dimens
ión
impe rativ a de la pers ona» , sin enge ndra r frustrac~on~~
colec -
tivas, ni sínd rom es auto ritar ios, porq ue las meta s 1nd1vtdu
ales
76 EL PODER POL ÍTJCO EN COLO MBlA
funciona-
eran coh eren tes y acep tada s, los cana les de asce nso
estaba ga-
ban con form e a ella y el piso econ ómi co del siste ma
ulmanes
rant izad o por el trab ajo arte sana l y técn ico de los mus
y por las fina nzas com erci ales de los judí os.
vital.
Alg uno s cam bios decisivos mud aron ese cont exto
sos al cul-
Gra nde s mas as de anti guo s sold ados que daro n ocio
n ser uti-
min ar la Rec onqu ista, ante s de que sus braz os pud__iera
ca. Sobre
lizad os en las guer ras de Flan des, de Itali a o de Afri
-cuy as
el orde n fora l y localista de los mun icip ios casteIIanos
rdin ar las
pecu liare s trad icio nes hab ían term inad o por subo
Ara gón -
part icul arid ades de otra s regi ones com o Nav arra o
austriacos
se abat en los nob les y los burg uese s flam enco s ·y
ticos y
que son la caus a de Carlos I, provistos de siste mas polí
de la so-
econ ómi cos anta gón icos con las form as ance stral es
del na-
cied ad ibér ica medieval. Esas fuerzas, repr esen tativ as
y aun de
cien te capi talis mo burg ués de Flan des, de Fran cia
mien tos
Itali a, son las que perm itier on la era de los desc ubri
dial de
· inte rcon tine ntal es y dier on form a a una econ omí a mun
e en sus
tipo imp eria lista colo nial. Aun que Esp aña no part icip
oso en
acti tude s sociales, ese capi talis mo será el cont exto forz
América.
el cual deb erá mov erse la aven tura colo niza dora en
sent ido
La econ omí a mon etar ia -pe ro no capi talis ta en
«racio-
ple no- -de Esp aña que da enm arca da por las fuer zas del
nali smo » fina ncie ro burg ués, inte rnac iona l.
edad
El dese quil ibrio psicosocial que esto caus a en la soci
o-reli-
espa ñola es dram ático . La ima gen de auto conf ianz a bélic
y a pesa r
gios a, frut o de· las cent uria s med ieva les se desm oron a
gent es.
de ello sigu e sien do .e l únic o ~ecurso anímico de las
o en con-
El «hid algo » se conv ierte en buró crat a auto ritar io
quis tado r de Amé rica .
ñol
La ame naza da volu ntad de imp erio pers onal del espa
s-ind í-
se rest aura en Amé rica , pero la pres enci a de los -g rupo
la form a
gen as atac ados y som etid os, imp ide que se expr ese en
eral entr e
de ese trad icio nal igua litar ismo (aris tocr atism o gen
cual ·-que-
igua les) que fue típic o de los siglos XIII y XN y de la
-Sigl o de
dan huel las tan -c laras y vehe men tes en el 1t:eatro del
asim ilar
Oro 43 • El greg aris mo ritua l de las cult uras indí gena s al
-cultural y
lent ame nte los valo res ibéricos; med iant e el con tagi o
ame nte
el mes tizaj e, da orig en a una soci edad afec tada prof und
LAS ASO CIACI ONES INICIALES Y 1A PARTI CIPAC
IÓN EN EL PO DER 77
por el rece lo, el tem or y la auto desc onfi anza y, por tanto
, una
soci edad auto ritar ia. Y ese auto ritar ismo com o rela ción
irrac io-
nal entr e el pod er y la sum isión , es tant o may or cuan
to más
bajo sea el estra to social al cual pert enec e el indi vidu
o. Este es
el rasgo más noto rio de la soci edad enco men dera de
la Nue va
Gran ada hast a el siglo XVII.
«Los auto ritar ios -ha escr ito Sam uel Flow erm an-
ven
al mun do y sus habi tant es com o ame naza y host ilida
d. Al sen-
tirse tan ame naza dos, tan acuc iado s por esa zozo bra,
se ven
oblig ados a busc ar segu rida d de algú n mod o, en algu
na part e.
La mejo r segu rida d para un auto ritar io es som eters e
a algu na
auto rida d pod eros a ... ». «... Para él la vida es un siste ma
de po-
der al cual ha de ajustarse. No nece sita ejer cer el pod
er por sí
mism o mien tras pue da esta r cerc a de él, com part iénd
olo por
dele gaci ón. Es esta últim a tend enci a la que hace del auto
ritar io
tan bue n edec án» 44 •
Den tro de la pecu liar asoc iació n com unit aria que es
la en-
com iend a, el nivel de pres tigio y de pod er no está subo
rdin ado
a la riqu eza ni pued e obte ners e med iant e el «lucro raci
onal ».
Por el cont rario , los bien es y servicios mate riale s dep end
en del
nivel de pod er de cada uno y este a su tum o, se mid e por
la cer-
caní a y la com plic idad de los más pode roso s. El status
del hom -
bre colo nial neog rana dino es por eso prec ario y está
siem pre
ame naza do. Para defe nder lo, apel a a la actit ud auto ritar
ia, tan-
to más rígi,da cuan to menor ha sido su ascenso en la pirám
ide social.
De este mod o los colo nos pobr es, los mestizos y los indi
os ladi-
nos tien den a un grad o mucho mayor de into lera ncia y
viol enci a
que los gran des func iona rios oficiales. El desp otism o
social de
estos últim os es, por así deci rlo, :una .exig enci a apre mia
nte del
resto de la pobl ació n, que nece sita equi libra r su auto
imag en y
adqu irir segu rida d por med io de él. Esta tend enci a del
auto ri-
tarismo, com o sínd rom e social, a acen tuar se cuan do
se acen -
túan la frag ilida d y la ines tabi lida d de los valo res pers
onal es,
expl ica por qué los cont enid os auto ritar ios de la soci
edad de
los prim eros siglos se amp liaro n y endu reci eron en las
form as
post erio res -rel ativ ame nte más dem ocrá tica s- del desa
rroll o
social colo mbi ano.
La part icip ació n del indi vidu o, ,en las deci sion es colectiva
s
depe nde, en este ámb ito, no de- su prop ia inici ativa
o de su
78 EL PODER POLff! CO E!'\ COl OMBlA
perso nal contr ibuci ón vo litiva, sin o de su conip licid ad con el
máxim o poder y con p[ má:>..inio poderoso. U na cade na jerar q u izada
d e lealta des incon dicio nales vincu la todos lo s es u·atos sociales
y solam ente a través d e ella es p osible la inj ere ncia indivi dua]
en la forma ción de la volun tad colec tiva.
Pe ro no se trata solam ente d e lealta d p erso n a l, que en laza
dive rsos estam entos , sino tambi én d e un angus tiado mime tis-
mo con respe cto a los símbo los del pode r y <le un e n masca ra-
mien to const ante de las propi as circ unsta n cias v d e las propi as
neces idade s, disfra zándo los con los rop ajes presti g iosos d e m o-
tivaci ones legale s, religi osas o mora les. Desde este punto de
vista existe una difere n cia abism al enu·e la es tn.1c1u ra d e leal-
tades del régim en feuda l medi eval e uro peo , por ~jem plo, '- ' las
vincu lacion es que la encom ienda estab lece e n Lre las perso nas.
Dent ro del régim en d e la en com ie nda n o ex iste n tipos de
vida ( «roles ») acept ados y leg itimad os e n un a grada ción reco-
nocid a y prote gida por la ley y la costu mbre . Existe n en can1b io
papel es vitale s difuso s, inesta bles. provis io na les. qu e se d esli,An
sinuo sa.me nte hacia el gran pode r --<on e l éxi lo o sin él- al
ampa ro del mime tismo esenc ial , que rige la totali dad de la es-
tructu ra social .
Este mime tismo , que encub re una profu nda clicol o rnía en-
tre el ser y el parec er en el carnp o puram e nte indivi dua) , es uun-
bién el rasgo más notor io de la estruc l ura social en todas sus
di1ne nsion es. Pocas veces en la h isLOrial por eje111plo. es dable
encon trar una distancia tan desco ncert ante, una incon gruen-
cia tan grave, entre la realid ad sodaJ por una parte y por otra
las reglas legales o las racion alizac iones 1norales que prete nden
expli carla o justificarla. El lengu aje de los jurist as, las fórmu las
de los predi cador es eclesiásticos, las argum entac iones de los
gobe rnantes, parec e n destin adas a mixti ficar const antem ente
el verda dero proce so social , a encub rir las inten cione s reales
de las perso nas que utilizan esos meca nismo s expre sivos.
¡.· .· J
Las le.a ltades feuda les, funda das en el réoim º"' e n d e· e 1en te .a
(con las cuale s se• ,ha comp arado .........
....._
1 frecu
· ,
en•-
. u;;;
. erró nea.
e orno
•
ment e la asoc1a.. c..1011 que. emer ge d e la e.· n eo m1e .· d ) ·
n a 1mp ¡·1ca-
ban un . pacto . tactto o expre so nPro acep· t.-.d •d d
. . r- UI. o y recon oc1 o, e
presta cione s y con traprestac1ones conc110 rme a Jas cuales se ar-
. • '
.
ucula ban los papeles y funci ones indh,i d ...UdJCS.
•
- • La conu.enda
· en
LAS ASOCIACION ES INICWES Y U PARTICIPACIÓN EN EL PODER 79
Juan Friede consid era que el proble ma históri co de. conoce r la p ro-
cedenc ia geográ fica de los españo les emigra ntes a Indias está estrecha-
mente relacio nado con la necesid ad de estable cer la estruct ura cultura}
de la nueva socied ad americ ana. Su capítul o sobre «los emigra ntes a
Améric a» (Histor ia extensa de Cowmbia, Vol. II, Cap. VIII) contien e un ex-
tenso análisis sobre el asunto. Debe consult arse igualm ente el Capítul o
V ( «Los estame ntos sociale s en España y su contrib ución a la emigra ción
a Améric a»), donde asevera : «Apena s hay que insistir en la import ancia
que para la compre nsión cabal de la historia de Améric a represe nta el
estudio de la proced encia local de la masa de emigra ntes que se volcó
sobre las tierras recién descub iertas. Pues cada emigra nte trajo consigo
el complejo regi,onal que subsiste aún en diversas comarcas de España y que fue
más intenso todavía en el siglo XVI... » . «... Desafo rtunad amente la investi-
gación sobre esta faceta del grupo emigra torio está apenas en ciernes . Se
han publica do estudio s esporád icos sobre la proced encia regiona l de los
primer os emigra ntes, que coincid en en señalar , por su orden de impor-
tancia, Andalu cía, Extremadura, Castilla la Vieja y Castilla la Nueva, como
las comarc as que aporta ron un mayor conting ente a la coloniz ación de
Hispan oaméri ca de los siglos XVI y XVII. Las cifras varían entre el 73%
y el 79% de la emigra ción total». (Op. cit., pp. 80-81).
25. Améric o Castro, op. cit., p. 94.
26. Sobre poder social y económ ico en el contex to de la cultura
ibérica ver Améric o Castro, op. cit., Cap. VII; Alfons o García Valdec asas,
«El hidalgo y el honor» , Revista de Occidente, Madrid , 1958.
27. Las fórmul as jurídic as por medio de las cuales eran enco-
'
1
1
menda dos los indígen as revelan sin lugar a dudas que uno de los fe-
nómen os mejor percibi dos por los españo les fue la imposi bilidad de
conseg uir la obedie ncia del grupo indígen a, la prestac ión de servicio s
de todo tipo y un eficaz recaud o de los tributo s, si no respeta ban las
estruct uras de parent esco de los aboríge nes. Aunqu e confus amente
percibi das puesto que siempr e ignora ron la natura leza de tales estruc-
turas y, por tanto, el tipo específ ico de relacio nes sociale s a las cuales
daba lugar su nivel de compre nsión del fenóm eno permit ió que por lo
menos durant e un $iglo y medio el sistema de encom ienda funcio nase
eficazm ente en alguna s regione s del país. Básica mente en aquella s que
estaba n ocupad as por las comun idades mwiskas. De este modo, el gru-
po encom endado era design ado con el nombr e de su caciqu e O de los
indios «capita nes»; esta última designa ción, de claro corte españo l, es
probab lement e indicio de la existen cia de ciertas relacio nes de paren-
tesco que fueron percibi das de maner a más vaga aún que la de «caci-
cazgo» . Syl'?a Br~adb ~nt las ha design ado con el nombr e de «partes »
e~ su estudio ~rnba citado sobre «Los Chibch as», pero en alguna s re-
giones colomb ianas, co~o. el Cauca, grupos indíge nas son design ados
con el nombr e de «parcia hdades » y obedec en institu cionalm ente a un
«capitá n», aún hoy.
I.AS ASO CIACIO NES INICIALES Y LA PARTICIPAOÓ?\ EN EL PODER 83
NOTAS
El fr·núm cno sodal más import ante a lo largo de los siglos XVII
y XVIII en d NH<'VO Rdno de Grana da es la extinc ión acele-
n,da de la poblac ión indíge na pura y el parale lo aumen to del
mesti7.é~je. El proces o, decisivo para la constr ucción de la trama
del fJod~r social, se cumpl e de muy diverso modo en cada zona,
según Sf• articul an en ellas la índole de los recurso s natura les,
las relacio nes sociales produc tivas y las tenden cias psicosociales
hereda das del pasado inmed iato.
La merma rápida de la poblac ión aborig en se debió en
algunos casos al ron1pi miento del equilib rio ecológ ico de las
comun idades , desplazadas por la fuerza de las armas españolas
al comie nzo del siglo XVI o forzadas a prestar se'IVicios de mita
en las minas o en la navegación de los ríos. Esta fue la suerte
de la mayor parte de las comunidades indígenas del norte de
la actual Colmnbia, especialmente de las tribus ribereñas del
río Magdalena y de los grupos inidal m,en.te hallados por los
conquistadores en las regiones que hoy hacen parte de los de-
partamentos de Antioquia, Santan der y Norte de Santan der1•
En est.as áreas, al terminar el siglo XVI, los antiguos poblad ores
preco.lombinos habían sido prácticam,e nte exterminados y obli-
gados a refugiarse en sitios inaccesibles al avance colonizador2•
En las regiones en las cuales pudo organizarse de modo
estable la enco1nienda duran te el siglo XVI, la disminución
del número de los indios está vinculada esencialmente al
EL PODER POÚTICO E.., COLO:\IBL\
102
d
TIERRA, DE.M:OGRAFÍ.A, PRESTIGI O 119
des casi ilimi tadas se desti na a prod ucir para la expo rtació n.
La caña y el gana do parec en habe r sido los prod uctos básicos
de la zona del Valle del Cauc a, desti nado s a los merc ados in-
terio res del Nuev o Rein o y a otras regio nes más lejan as, pues
hay const ancia de emba rque s de miel hacia Pana má en el siglo
XVJII4ª.
Las estad ística s sobre la comp osici ón étnic a de la pobla ción
en el Valle del Cauc a son confu sas para los tiemp os coloniales,
pues la regió n estab a comp rend ida dent ro de la Gobe rnaci ón
de Popa yán, que abarc aba igual ment e zona s andin as de en-
comi enda y regio nes mine ras auríf eras como las del Chocó.
TIERRA, DEMOGRAFÍA, PRESTIGIO
127
contien da conu·a los aboríge nes vieron premia dos sus esftt
zos bélicos con la concesi ón de enorme s fundos en propiectet,
y a veces con el gobiern o político. Ejen1plo patente de an1bªd
·
casos es la historia de la fa1n1·1·ia O sp1na, uno d e cuyos lUie ªs
bros, don Diego de Ospina, funda a N eiva haci~ 1612 y gob¡:~:
na la tierra, sucedid o de su hijo y de otros panent es suyos
el mando y en el proceso de apropia ción del territori o. l-Ia;n
1665, uno de ellos poseía en su hacien¿ a de. «Y~guará» inás ~:
cuatro mil reses y caballos de vaquen a, 59ve1nt1ocho estanc·•as
de ganado mayor y cuatro de pan coger . El sucesor de est
l
latifund ista -gober nador en el cargo polític o-, después de
!
f haber sido tenient e general en Timaná era dueúo de ocho lll~
1
reses de cría, que produc ían al aúo 1.200 cabezas. Y basta ello
¡ para comenz ar a inferir la estructu ra y la forma de explotación
del territor io.
La exigua poblaci ón indígen a, exenta de encomi enda en su
l mayor parte, hace dificil la tarea agrícola y estimul a indirecta.
f mente la utilización de la tierra en otras formas de explotación
'
específi cament e la ganade ría extensiva. Los seúores territoria-
les del Valle de Neiva son, desde un comien zo, encomenderos
o regidor es influyentes en las regione s de Tunja, Santa Fe y
Popayá n, que obtiene n de los cabildos de esas ciudade s las li-
cencias y contrat os necesar ios para asegura rse exclusivamente
el abasto de esos centros de consum o en materia de carnes60 ,
El domini o sobre el grupo indígen a, median te la captación
de la obedien cia del cacique , no tiene en esta región ningún
significado importa nte. La poblaci ón aborige n sobreviviente a
las guerras de exterm inio y sus hijos indios y mestizos sirven di-
rectame nte como «peones» para la explota ción ganader a, con
salarios exiguos y sin esperan zas de llegar a la propied ad o a la
tenenci a estable de parcela s product ivas.
La agricult ura, en este caso, tuvo un precari o desarrollo.
Silvestre, habland o de la provinc ia entera, escribe sucinta-
mente a finales del siglo: « ... su temper amento es caliente y
produc e todos los frutos que le son propios , aunque en corta
cantida d por la corta poblaci ón. Abund a en minas de oro, que
por lo mismo, se trabaja n poco. Su princip al comerc io de fru·
tos es el ganado vacuno , de que sacan porcion es considerables
61
de novillos, para Santa Fe y la Provinc ia de Popayá n» •
TIERRA, DEMOGRAFÍA, PRESTIGIO
131
EL POLVO DE ORO
En sus primeras entradas al territorio de _la actual 1:°tioquia,
procedentes del norte, los españoles identificaron el asp~ro te-
rritorio montañoso como el paraíso donde bastaba estirar el
EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
132
sólo tres, siem pre dispe rsos, sin unió n entre sí» 67 • La pobla ción
indíg ena había desap areci do para todos los efect os socia lmen -
te significativos. Los dos mil indio s que Silvestre menc iona
como habit antes de la regió n para la mism a époc a están fuera
del marc o funci onal de la socie dad antio queñ a al term inar el
siglo XVIII 68 .
Para los prop ietari os de derec hos sobre reale s de mina s,
la altern ativa ante la extin ción de los mitayos indio s fue , desd e
finales del siglo XVI, la impo rtaci ón de esclavos negro s. Los
ricos filone s de la cordi llera andin a justif icaro n dura nte largo
tiemp o cuan tiosa s inver sione s en mano de obra servil y Antio -
quia fue uno de los centr os más impo rtant es de conc entra -
ción de africa nos de todo el Nuev o Reino . Toda vía para 1789 ,
el núme ro de esclavos sobre pasab a al de los blanc os, a pesar
de la deca denc ia del esclavismo en todo el ámbi to regio nal y de
la tende ncia social a la manu misió n, carac teríst ica de los antio -
queñ os en ese mom en to 69 .
Pero desde époc a relati vame nte temp rana, frent e al gran
explo tador mine ro, propi etario de nume rosas cuadr illas de
esclavos que re1nplazan al indio exter mina do, surge un com-
petid or que decid irá de la suert e social de todo el grup o antio -
queñ o: el pequ eño mine ro, «gua quero » o «maz amor rero» , que
no depe nde del capit alista y que busca , trash uman te, la huell a
de filones apare ntem ente agota dos o aban dona dos, «bate a» el
oro aluvi onal en las arena s de los ríos y excav a las sepul turas
indíg enas a lo largo del territ orio 70 •
Mien tras que la produ ctivid ad del gran capit alista mine ro
no se incre ment a sino en prop orció n al núm ero de nuev os es-
clavos que vincu le a la explo tació n, el pequ eño mine ro inde-
pend iente depe nde tan solo del crech nient o veget ativo de su
propi a famil ia para aume ntar la prod ucció n. Com o los méto -
dos técni cos de explo tació n indíg ena sigue n siend o utiliz ados,
a la larga el <<mazamorrero» va domi nand o la prod ucció n de
oro y cond ucien do a la ruina al empr esari o de esclavos, a quien
solamente innovaciones tecnológicas hubieran podi do pone r
en cond ición de comp etir71 •
El mazamorreo es la ocup ación cotidiana de los mesti-
zos, cada vez más numerosos, mezcla inextricable de los pri-
mige nios habit antes «karib», los esclavos negro s y los blanc os
1~4 l•'. I , l'OIH'. R I'( )1 Jm :e) l•'. N ( :e)1 ,( >M IU/\
después de la
Los gra nde s com erc ian tes, esp ecia lme nte
f'un dac iún y el aug e de Mcdellín, se inte
resa n en la colonización
m.er cad os de consu-
no sola men te por que e1lo significa nue vos
es ven der tierras
mo, sino por que per mit e en mu cha s oca sion
se ace ntu ará en el
a los nuevos pob lad ore s. Es un pro ces o que
erc io el que con,s..
siglo XIX, has ta e1 pun to de que es el com
y pue blo s que van
truye los cam ino s de acceso a las ciu82dad es
sur gie ndo de la mig rac ión con stan te •
colonización an-
Ale nta da por una em pre sa capitalista, la
as asociaciones de
tioq ueñ a tien de a tom ar la for ma de peq ueñ
fun dam ent al es la
em pre sari os rura les y min ero s, cuyo núc leo
el «lugar» (el muni-
fam ilia y cuya exp resi ón más org áni ca en
deb ere s de cada uno
cip io, la par roq uia ) don de los der ech os y
del voto pop ular de
son dec idid os en gra n par te por la acc ión
los pad res col oni zad ore s.
esta peculiar
Por raz one s fun dam ent alm ent e eco nóm icas
La utilización de los
soc ied ad es cre cie nte me nte antiesclavista.
es de min as resulta-
neg ros en cua dril las num ero sas en los real
ir con los mineros
ba un me dio one ros o, ruin oso , de com pet
s se reb elar on reite-
ind epe ndi ent es. Por otra par te, los esclavo
ejemplos) y huye-
rad am ent e (en 1600 y en 1706, par a cita r dos
<'<horros» y con los
ron a con fun dirs e con los gru pos de neg ros
ó vivo el eco de la
mu lato s. En Gu arn e, ver big raci a, don de lleg
tari os era n negros li-
sub lev ació n de los Com une ros , los pro pie
icu ltor es ocasionales
bre s o mu lato s, min ero s, «pu lper os» y agr
83
con tod a pro bab ilid ad •
hal la empleo
Un a bue na par te de esta pob lac ión mu lata
spo rte antioqueño
en la arri ería , la ind ust ria bás ica del tran
abr upt a real idad geo-
con rec uas de mu las cap ace s de ven cer la
erc ian té mit ad trans--
gráfica. El pat rón de arri ería , mit ad com
ial circ und ant e una
por tad or, adq uie re den tro del ma rco soc
orio , en tant o que
imp orta nci a y un status par ticu larm ent e not
los gru pos dispersos
de él dep end e el aba stec imi ent Ó bás ico de
de la rec ua de mulas
en las cor dill era s. Bie n com o pro pie tari o
el arri ero , desde los
o trab aja ndo par a un gra n com erc ian te,
n escasos y mal po-
día s en los cua les los núc leo s urb ano s era
za, San ta Fe) , parece
bla dos (Ar ma, Rem edi os, Các ere s, Zar ago
nóm ica y social en el
hab er sido un eje mp lo de aut ono mía eco
teji do de la vid a social ant ioq ueñ a.
TmRRA, DEMOGRAFÍA, PRESTIGIO
)~9
neograna<l inaH 7 • Pero ocurr e que esta exace rbación del punti -
llo de hono r, l~jos de most rar la image n de una socie dad rígi-
dame nte estratificad a desvela r!l enr~jo de las r:lases sujJeriores ante
las posibilidad es de enriq uecim iento y de movilidad social ver-
tical que se abren casi a cualquiera.
Los valores cultu rales comu nes se impo nen sobre las líneas
horizontal es de difere nciación étnica o de clase. Desd e largo
tiemp o atrás, el antio queñ o ha ofrec ido ante el resto de Co-
lombia una image n peculiar que envue lve por igual a todas
sus gentes, no impo rta cuál raíz étnica esté repre senta da en su
fenotipo. Cualquiera que sea el color de su piel, el antio queñ o
es un ente cultu ral notor io y reconocible. Parsons subraya que
los antio queñ os algun as veces se han sentid o a sí mismos como
una «raza» pecul iar88 .
Básicamente, el autoa preci o no depe nde en grado sumo
de la arbitr aria benev olenc ia ajena (como ocurr e en el caso del
pequ eño camp esino de los Andes orientales) sino de la efica-
cia individual para labor ar y lucrarse con ello, en competencia
abierta con los demá s o con su voluntaria ayuda. De este modo
el autoritarismo, como conte nido psicológico de las tende ncias
sociales, está práct icame nte ausen te de la vida antio queña . Sus
rigurosas muestras de respe to al padre de familia, señal adas
como características por much os observadores, no tiene n el
sentido de un sustitutivo patológico de la seguridad, sino el
de vínculo neces ario para la mutu a ayuda en el seno de las fa-
milias, casi siemp re dispersas por la trash uman cia migra nte de
los hijos.
NOTAS
min as u. lü nu~ ó e rtn. pt\r küx.-r fah:. u.h) füS namraks. t'L)lllo h~1 ~\lrect ·
d '-) en k\S dem.1s n.'.l.k s d e' min ..1s qut' t'stan t'l d ia de htw despoblados 1'
est..1 r·..uc;,i~.
.. 1 •i Y .-l't""
, l 'l·. ,.,· o t..;l '"'t, thU tY w "'tn1u·,atta . l) e' :\.
ív • .¡ /) l •
·"t'lYa: L'l g-obt'.'rnactPor.
,, r.
d:ün Diego de ~pina ... P'-lhh.l en d ,--:., lk tk ?\ei,-..1 la ciudad dt' Nuest~l
Seúor . .i de:> Ll CtnKq }1...·ion. ,Üll...l de.' 161 -t ,K;.ll~1ha la g·nt'rrn <le los pija~<\
l:i nldl r. . ; ~1.-:.. ;1:.tt"iti'-• _,- p<11tJafüYt si u te,u·r ,wtumirs, /1or srr Hb111ida,~tt' ;~
~~ :i,;tÍiJ t '\:;-t..tl füh .
Pen) d mas St•rprend c'Hk' dc' lus r ~lSl)S de pn'matura extinción del·
m:.u10 de ubr~l St'r.il pür d rra h;.~j4J minc't\ ) es d de Yinoria. narrado po:~
quie n . cumú Rüdn~ru e.t. a.sisÜt) ,,l pn.H.T sn dd primt'l' siglo <le coloniza-
ción: "' .. . Ric:1 e n mi nec.tl de· tm.). rema su :1siento entn' dos quebradas,
que amb..'1.S ~u-eo ..m que n :-rn an nro. Cerra de esta riudad están los pa-
le nques con sus ri cas minas. Fue huna que tuYo t'sca ciudad nueve 111 ¡¡
indios d e ~1punc.uniemn . los cuales st uwlmc }ll tc~.los por no trab~tjcU·, ahor. .
cindo:St''" tom~u H.iü Yerbas plm1rn10"'..1s, nm lu nia.l se Yino a despoblar
esra ciu d.id. _. .,,_ ,, ...T ~u1tt, r onw esto era b rique rn y groseda<l de aquella
cierra '" d e e lla no h a q uedadt) mi s que el sitio\' d nombre ... >-' .
La. e...'\-ploración
.. continuad.a de los re ..tles de minas solamente fue po-
sible d o n d e las e1Komit:" ncbs St' apu~-.1ron en gTupos rhmiles integrados
tPamplona. algm10s pueblos de Popayán ~- Pasto). La economía de las
ciudades neogr.1.nadinas podria describirse con las frases de los procu-
radores de Popayán en 1565: ,<-Son tan estériles las tierras y provincias
donde esr-á n poblados. que no se coxen en ellas trigo ni cebada ni otras
semillas de que los encomenderos puedan ser aproYechados ni los natu-
rales dellas tienen algm1os uslúi·uctos que poder dar a sus encomende-
ros si no son los indios que sacan el dicho oro, ereto Santa Fe y Tmtja,
en los cuales se siembra y cox.e uigo y cebada y otras semillas ... » . (Fuentes
colonial~ p. 49}. Los propietarios y concesionarios de los reales de minas
se ven obligados a solicitar el servicio de los indios encomendados de
los v-alles andinos de Tmtja y Santa Fe, suscitando la resistencia de los
encomenderos de esa zona (Fuentes coloniales, pp. 79, 84, 95, 97, 99, 101,
102, 103, 104, 105 y ss) .
.Algunas veces los indios se niegan al concierto como sucedió con
Tomás Cerquera en 1668 «preso en la cárcel de esta ciudad por decir
no acude a las obligaciones y servicios del dicho pueblo de Ubaque, y no
querer ir a las minas de Mariquita». (Fuentes coloniales, p. 109).
Es pertinente advertir que a fines del siglo :>..'VII la población abori-
gen había desaparecido de las ricas zonas mineras de Remedios, Cáceres
y Zaragoza. En 1771, dos mineros, hablando de los indios de El Peñol,
cerca de Río Negro, dicen de ellos que tienen «asido» un «globo que
ocupará lo menos cien leguas, bien entendido que en unas partes con
sólo dos indios, en otras sólo tres, sin hacer mayor y cuasi ningún des-
cubrimientos, labranzas ni elaboramientos, porque ellos andan siempre
dispersos, sin unión entre sí...». (Fuentes coloniales, p. 177). En esas zon~
la importación de esclavos negros sustituyó casi completamente la servt-
TIERRA, DEMOGRAFÍA, PRESTICJO 151
es fu.en e rnor
-
su número E2.m o co =r-_io por ~ ~a-oill:i¿~
--
L,~ ::=?- "_,'"..J.,.__. _
~--- . . ,.
bri.ndó ¿ Slli 3.Gi\irl2rlo.. -
- u .,:::.. f:-Ic.c. n
Cu..:mcio a fina de ~siclo \.\ lil co-:i.i:..¿ue:-. >~ -:2~ ~,;;-
-~
~-=
L
~ Ha:cem:i..atl~ en o:1é<lt-'.-
..
:-f:-Gié:- : --~ .:--=:-. -:..:;::--r_~ -_,_,-;5 ~ :::i h---- :...
üllié :lb
. ~
tl1Cüm e llie!He que ~e [OC¿ en ~ / '=:é~2.. q-:1t: ~ _,:- ~- r., ~..2f..F:"::- :'."T.i..~ f:~ __::-..-"l
indniduo sel5 OG2.Sio n cS,. porque de ~~ c-=-. (~C- ~ °2"-' :-.-2-, ·::. · -,"2. ~
'" ieis úrilo que h~.& pa...,,,uio I~ rios ;. -=¡~ rif: ~~t--u., ~ ~é Zttt: .f: =-~
ordenanza-... Y rd :i riénd0~ al ~ tilo ~ ~(.~~ é..é ~ -.--:á.::... :=.= : .-~. =-::::< . -.J ":e
c.w..iau.ie:- ideal bunroés , . dice .--\u -,,-.-:-ei0 ~0:-é
l
<(
~
e-: Cu::.~-· -;.r. J et: (__¿:-2::"". --- -
«.\ crualmeme iw. demcado ~os fo~ri.Di rie l2. .::.• 1::=-:¿ 2. · ;, J./:_~:::-_:_.cir_
na_:
~Ollll~ de los cincuem a imfuidu~ que cit-ne e= e~ e~c,., ru:- {_¿:-;. =;::-~
\- d e uno u orro ,ecino rico de aquella ciruiMi. ?é"m e-r:.Et::--.c.r=.é~ié =~
respeao de la -~arirulrura \" Comercio dt- !o zm e::--:ú r . {!lié Cú :::::É~ ~G"'é JJI!
raudales que se i:mimen en ellz--. _li..H.~ .L f m~do Co~sd ;;:riA T. m_
PP- 369-ir;~n.
Pero. igm;lmem e. 12 nueYa d a.'<E' mercamil sa.n rafe rr-ira rlehé ~ ~/4:
a mom-os políticos !)redo:n.:n.J.D.ies.. La capira.L po~ SéT la rb:. --idt:-71<:ia ~
numerosos funáonarios ~- albergar gran Gmridari de ecl~ á 5lielli ~
lares. es el ma,o r cem:rn de corr...~o del Reíno. Y lo más illiótiro. ~
el pumo d e risra esniaarnem e económico. es que a pesar de su de-:::reu-
tajosa sirnación geográfica y r o ~ r a \ su ~é~.2!!lié:J.l0 cie ras granda
rut:as narurales de comeráo (como el río :\{22"dale:I!a)
,._ Santa f e es a fi-
nales del siglo A\lil el cen rro d e dhtribución de rodas las men ::anw
impon:adas d e Europa o de orras. prorincias neograncuiina" para wdo d
territorio de la acrua1 Colombia (ffr Plfi-isln dá _-m:fó-.x, H lliiírim Xatin&d
agosto de 1938).
L na conformación de este fenómeno puede encontrarse en d árado
memorial de .-\ccredo y Gómez: «Xo puede formar~ un cálculo exactO
de la Glllridad a que ascenderán al principio los produCTOS de :ta ~
en el distrito del Consulado que se solicita: pem no bajarán de 25 a 3ll
mil pesos; atendiendo a que la _-\duana de esa Capital solamente produ-
ce de ciento veinte y quatm a ciento treinta mil pesos exigidos a razón
de un dos por ciento de las mercaderías de Europa que se inrroduc.cD
en ella todos los. años. según se acredita. .. ~ remisiones de caudakS
que hacen estos comerciantes a la plaza de Cádiz para que retomen
emplea.dos de su cuen ta no baja de trescientos mil pesos anual~ YloS
TI.ERRA, DEMOGRAFl-\. PRl::STICIO 153
a para
dirigente para obten er mano de obra servil o simpl emen te sumis
apoyar su desarrollo político y económico.
los in-
Desde un comienzo la institución del resguardo de tierras para
tina dismi-
dígenas, limitando sus dimensiones significa también la paula
progresivo
nució n de los predios asignados a los tributarios y el aume nto
os y a
de las tierras entregadas con título de domi nio a los encom ender
ro de los
sus secuaces, rudam ente afectados por la reduc ción del núme
indios disponibles.
casas
8. «Para que en el pueblo de Zipaquirá se venda terren o, para
n del que
y solares y a los vecinos blancos y que se admit an a composició
da cédula,
ya tienen ocupado es lo que mand a Su Majestad en la referi
endo Arzo-
pues habie ndo hecho presente con tanta viveza, el muy rever
que los
bispo a los justificados oídos de nuestro Rey la prohi bición de
acuerdo
blancos vivan en pueblos de indios mand a a Vro. Virrey "que de
de la
con la Real Audiencia y con el tiempo que requi ere la natur aleza
que acaso
providencia general y teniendo a la vista los inconvenientes
os de
pueda n producir la mencionada separación de españoles y mestiz
e clara-
los pueblos de indios lo vais ponie ndo en planta ... ". "... se conoc
puede n
mente la real intención de que no se ponga en planta si de ella se
(Andrés
originar inconvenientes"». (Se refiere a la ley de segregación),
de la
Berdugo y Oque ndo, «Informe sobre el estado social y econó mico
y Vélez,
población indígena, blanca y mestiza de las provincias de Tunja
y de la
a mediados del siglo XVIII», en Anuario colombiano de historia social
cultura, Universidad Nacional, No. 1, Bogotá, 1968).
n exis-
El docum ento citado es de 1755 y revela con claridad la tensió
mante ner
tente entre los intereses fiscales de la Corona, empe ñada en
oles, ya
intactos los tributos, y las necesidades económicas de los españ
ol social
escasos de mano de obra indígena y resueltos a obten er el contr
n aducir-
sobre la creciente masa de mestizos. Para la misma época puede
se otros muchos ejemplos en diferentes zonas del país.
lir con
El propio Berdugo encue ntra razones morales para no cump
presente
la legislación real sobre segregación: «Lo que se verifica en el
caso apartado de la imposibl.e obseroancia de las leyes que prohíben
vivan los
ien-
blancos en los pueblos indios, de que se siguen evidentes utilidades pues permit
los santos
do !,as conseroen !,as casas que ellos tienen, están próximos para redbir
sacramentos ... ». (lbíd., p. 159).
n-
Por su parte, el visitador Fema ndo Bustillos escribe en 1762, refirié
dose a los resguardos de los indios de Guasca:
Únicamente se recue rda el infeliz estado a que se han reducido los
tributos
pade-
que reconociendo por únicas causas al deter ioro que los indios
ce~ no habiéndose originado éste de otros principios que de
haberse
s
huido unos, de haberse trasmigrado a diferente especie, esto es a l,a de mestizo
s.
Y zambos Y o~ros parecidos con la perversa bebid a de los aguardiente
ina-
No reconociendo otro manantial estos tres abominables exterm
TIERRA, DEMOGRAFÍA, PRESTIGIO 157
para los trescientos catorce indios que al presente hay de todas edades
aunque se multiplicasen al número que antes tenían , de que ellos se
aprovechan bien poco por dedicarse algo más al beneficio de la sal, y
pues este pueblo se ha mantenido hasta el presente con tanto número de
blancos que /,es son más úti/,es que perjudicia/,es» (pp. 165-166) . Y un poco
adelante: «Los indios son acreedores a que los atendamos con toda equi-
dad y cuidado mirando su mayor alivio y conveniencia sin que hagamos
injusticias a los demás vasallos de Su Majestad, los que han aumentado
de aquella primera valerosa sangre española que con tan noble espíritu
establecieron la fe católica en estos reinos y de la mezcla con los mismos
indios y siendo sin comparación mucho más numerosos al presente la república de
los españo/,es que la de los indios». (P. 171).
Pero quizá los párrafos más elocuentes,· reveladores de la profunda
revolución demográfica que sustituyó la encomienda por la hacienda se ha-
llan en la página 170, al hablar de los pueblos de Sátiva y Santa Rosa:
Lo mismo proviene de los potreros que se asignaron a los indios por-
que no teniendo por lo regular ningunos ganados en ellos, con que
ocuparlos, se sigue la utilidad a la República del arrendamien to que
de ellos hacen los blancos en la cría de bueyes, mulas y caballos y aun
beneficia a las mismas iglesias por haber criado las más de ws vecindarios
hatos de ganado para mantener lámparas y cultos de ellas.
Supuesta utilidad que resulta de que en los pueblos de tanto
número de indios y grande los españoles se hayan establecido con
método, orden y policía, las que de tiempos antiguos están radica-
dos con confusión y sin regla, se sigue igualmente ser imposible el
cumplimient o de las leyes ... si por naturaleza por no haber terreno
en donde poderse establecer y por ser casi todo lo que yo he visto,
sucedido a los indios y lo demás de la tierra ocupada de personas parti-
culares y comunidades ... en cuyos términos cesa la disposición de la ley
por no entenderse su precepto a lo imposible y así la misma necesidad
ha derogado la ley que dispone no puede haber estancia de ganado a
legua y media de los pueblos de indios, como se reconoce en las dos
grandes parroquias de Sátiva y Santa Rosa ...
Ya manera de comentario final dos frases de Bustillos: «Una vez que
se verifica la venta de los resguardos restringidos, es consecuente que
se vendan, no a los indios, porque su pobre e increíble miseria no les
da proporciones , luego necesariame nte ha de ser a español,es o mestizos,
o mulatos o negros o zambos ... ». «El Rey ha perdido sus tributos y los indios se
han desaparecido de modo que no es posibl,e hoy reducirlos a sociedad y puebw».
(Doc. cit.) .
Otras referencias pertinentes pueden hallarse en el Apéndice documen-
tal y en Juan Friede, «De la encomienda indiana a la propiedad territo-
rial y su influencia sobre el mestizaje», ACHSC, Universidad Nacional de
Colombia, No. 4, Bogotá, 1969.
TIERRA, DEMOGRAFÍA, PRD>TIGJO 159
··
pravadas Y, P . estad
erversas ' VIenen a, tal . 0 que son cas1 mnume rables los
excesos _en que se derram an ~1 m_d10s como mestizos; y aw1que esras dos
clases d1vers~ ~uestra n_ alg~m genero de aversión la una a la otra. sin
embargo la dian_a e~pene nc1a enseña que los indios se ca.san am me:sliUJ.J
y /.os mestizos con indias Y: ese aquí ?tro conduc to por donde esta nación
se ha ido agotan d o ». Uaime Jaramil lo Cribe, «Mestizaje y diferenc iación
social», P· 30-
«Mas a pesar de la capitis dimi nutio que pesaba sobre el mestizo , no
eran pocos los casos en que muchos de eUos, conside rados toda\.ia como
indígenas, pu.dieron ser declarados mestizos con el fin d.e librarse del t,ibut<J \' de
su condición de indios, pues era evident e que no obstant e la situació n., de
inferioridad que el mestizo tenía frente al blanco v las discrim inacion es
que lo afe_ctab~.', el me~tiz~je abría una posibilid~d de cambio que no
estaba a disposICIOn del md1gena. Sobre todo abría la posibili dad de ser
considerado "blanco ", lo que era factible , pues la mezcla de razas había
llegado a un estado en que ya era dificil dictami nar con certeza quién
era blanco y quién mestizo ». (Jl,íd., p . 36).
13. Sobre el problem a jurídico de la condici ón ci\.il de los indíge-
nas y de la poblaci ón mestiza. Cf. José María Ots Capdeq ui, El Estad.o es-
pañol en las Indias, 3ª edición corregi da y aument ada, México, D.F. , 1957;
España en América, 1ª edición , México, 1959.
14. Así se compre nde, por ejemplo , la frase ya citada de Bustillos:
«El Rey ha perdido sus tributos y los indios se han desapar ecido de modo
que no es posible hoy reducirl os a socieda d y pueblo». ( op. cit.).
15. Sobre el frecuen te caso de los indios fugitivos ver, por ejemplo ,
los docume ntos insertos en la compila ción de Colmen ares, Fuentes ml<r
niales para la hist01ia del trabajo en Colombia.
16. Un ejemplo caracter ístico de lo ocurrid o en las más tempran as
fundaciones es el caso de Pamplo na. La nómina de los benefic iarios de
tierras y solares urbanos coincid en en gran parte con la nómina de los
regidores del Cabildo (Páez Courvel, op. dt.) (ver Apéndice documental).
17. Por la composidón se permití a al ocupan te de tierras usurpad as o
invadidas irregula rmente, legitima r su dominio median te el pago de una
suma a la Corona . Sobre esta figura jurídica ver Ots, España en América,
pp. 78 y SS.
18. El proceso cultural de «ladinización» de los indios ha sido larga-
mente tratado por Jaramil lo Uribe, «Mestizaje y diferenc iación social».
Ello incluyó la adopció n de las técnicas agrícolas hispánicas.
19. Así, por ejemplo , en 1759 «se vio la represe ntación del Dr. Dn.
Andrés de Tobar, cura de los pueblos de Sutama rchán y Yuca de ocho
de enero del mismo año (1754) en que hacía present e a Vro. Virrey el
corto número de indios, a que había llegado de Suta-M archán y cuán
conveniente sería mudar a los indios del referido pueblo al de Sáchica, y que sus
resguardos se vendieran de cuenta de Real Hadenda». (Berdug o y Oquend o,
«Informe», p. 131).
EL PODER POI.ÍT lí.O EN COLO MBIA
162
ci~o._ Berdugo y
«Para el aiio de 1755 el núm ero de indios es cono
la provi~cta de Tunja
Oqu endo enum era en su informe 66 pueblos de
ando los situados en las
con una población total de 24.950 almas, no cont
la cantidad de pueblos
provincias de Vélez y Santa Fe. La disminución de
proceso de agregación
(66 en vez de 85 visitados en 1636) se debe al
de Berdugo a más de
de varios cuyo testimonio es el propio informe
unas consideraciones
las actas de las sucesivas visitas». (Juan Friede, «Alg
de Tunja», en Anuario
sobre la evolución demográfica en la provincia
colomhiano de historia social y de la cultura, Univ
ersidad Nacional, No. 3,
Vol. 2, Bogotá, 1965, p. 12).
ena:
Friede calcula así la evolución de la población indíg
PROVINCIA DE TUNJ A
igen en los 220 años
«La evolución demográfica de la población abor
de la dominación española fue ». (P. 13).
Merma con
Año Total Tributarios Merma
relación a 1537
1537 232.407 (1)
168.440 ( !) 34.946 (3) 27.54% 27.54%
1564
44.691 (!) 9.272 (4) 73.5% 80.8%
1636
24.950 (2) 43.8% 89.3%
1755
inicial de la siguiente
Debe anot arse que Friede calcula la pobl ació n
forma: después de calcular la pobl ació n total de
1564 sobre la base cono-
a el coeficiente de 1:
cida del núm ero de tributarios a los cuales le aplic
(72 años más tar-
4,82 hallado con base en la visita de Valcárcel en 1636
(es decir, el período 37-
de), supo ne que en los 27 años ante riore s a 1564
10.2% anual, es decir,
64) la disminución anua l de indígenas ha sido de
los 72 años siguientes
igual al porc enta je med io anua l enco ntra do para
era, el coeficiente que
con base en el cálculo men cion ado. De esta man
s de nueve encomiendas
encu entr a en 1636 (y que com pren de tributario
y su evolución a lo largo
de Casanare) le sirve para calcular la pobl ació n
de 100 años, en la sola provincia de Tunja.
Consideraciones: J. Friede.
TIERM., DEMOGRAFÍA, PRESTIGIO 163
29. Ib-íd.
30. Pierre D'Espagn at, Recuerdos de la Nueva Granada, Biblioteca p _
0
pular de Cultura Colombia na, Editorial ABC, Bogotá, 1942.
31. El patemalis mo y el autoritari smo como síndrome s sociales en
el proceso histórico de Colombia solo pueden ser comprend idos refi-
riéndolos a las relaciones recíprocas entre la cultura y la personalid ad
en la perspectiv a psicológic a y antropoló gica utilizada, por ejemplo, por
Abraham Kardiner al intentar establecer las vinculacio nes entre «los sis-
temas integrado res claves» de una sociedad y la presencia y previsibi-
lidad de ciertos rasgos de conducta de sus individuo s. El concepto de
«estructur a de la personalid ad básica» sirvió a Kardiner y a sus colabora-
dores como ordenado r y orientado r en el examen de la estructura de la
sociedad y para relacionar entre sí a sus institucio nes: no directame nte
sino a través de los individuos que las crean y constituye n.
La sociedad colombian a parece estar históricam ente dominada por
«sistemas proyectivo s» derivados de «constelac iones establecid as con la
preparaci ón iniciada en la infancia y continuad a consecuen temente a
través de la vida ... ». «... La importanc ia real de todo este sistema es su
derivación de /,a experiencia real. ¿Por qué los tanales creen que ningún re-
medio es efectivo si no va acompaña do de un ritual compulsiv o? Porque
su experienc ia real les ha llevado a la convicció n de que todas las buenas
cosas ocurren después de obedecer alguna orden arbitraria» .
La ideología o ideologías socialmen te resultan.te s están condiciona-
das por los elementos limitantes que los sistemas proyectivo s (o los siste-
mas racionales ) introduce n en esta experienc ia real.
Algunas discusione s de gran importanc ia sobre la accion de esas
ideologías sociales en el carácter de las institucio nes políticas se han
desarrolla do recientem ente. Así, por ejemplo, Howard J. Wiarda de la
Universid ad de Massachu setts, atribuye al «orden medieval corporativo»
las tendencia s articulare s del proceso de desarrollo latinoame ricano, ar-
guyendo que las institucio nes administra tivas «moderna s» del Estado en
América Latina perpetúan bajo otra forma la dominaci ón «patronal» del
pasado histórico.
A ese respecto yo sigo considera ndo válidas en lo esencial las opinio-
nes expuestas en algunos trabajos anteriores , especialm ente en Raíz Y
futuro de la revolución.
Debe de todos modos destacarse que la «personal idad autoritaria»,
tal como la describe, por ejemplo, Flowerma n, es más enérgica y perc~p-
tible en la base de la estratificación social que en la cima, ya que el autonta-
rismo se convierte en una forma de l,egi,timación de la conducta violenta
y en una afirmació n mórbida del status real O imaginari o, alcanzado,
deseado o envidiado . Los grupos dominado s hacen suyos los sistemas
valorativo s de los grupos dominant es y los proyectan y fortalecen ~e~~:
nera constante , garantizan do de modo involuntar io-el sistema de dominact01
en su conjunto.
TIERR.-\. DE...\!OGR.ill\., PR.ESTIGIO 169
cien reses aplicado al beneficio de la Jgl,esia, del que siempre sacan alguna conve-
niencia los curas». (Berdugo, «Informe», pp. 141-142).
Y desde Santa Fe escribe en 1759: «Se vio la representaci ón del Dr.
don Andrés de Tobar, cura de los pueblos de Suta Marchán ... en que
hacía presente a Vro. Rey el corto número de indios, a que había llegado
el pueblo de Suta Marchán y cuán conveniente sería mudar a l~s indios
del referido pueblo al de Sáchica, y que sus resguardos se vendieran de
cuenta de Real Hacienda».
36. Para encontrar algunos ejemplos extensos del lenguaje oficial
utilizado por la Iglesia, ver en J. M. Groot, Historia ecl,esiástica y civil de
Nueva Granada, Biblioteca de Autores Colombianos , Ministerio de Edu-
cación Nacional, Bogotá, 1953, pp. 707 y ss., las constitucion es sindicales
hechas por el arzobispo fray Juan de los Barrios en Santa Fe en 1556 y las
reglas y constitucione s dadas por el arzobispo fray Luis Zapata.
37. Ver Censo de la ciudad de Cartago en 1771. (AHNC, «Estadísti-
cas», T. I, Fls. 38 r a 421 v) , en Apéndice documental.
38. La existencia de tales «tiendas» en una ciudad como la Santa
Fe del siglo XVIII y de los primeros años del siglo XIX es notoria en los
textos y documentos utilizados, por ejemplo, por Oswaldo Díaz en su
trabajo histórico sobre «Los Almeyda», Bogotá, 1944.
39. «Instrucción de gremios en general pa. todos oficios aprobada
por el exmo. Sor. Virrey del Reino». (AHNC, «Miscelánea de la Colonia,
1777», T. 11, Fls. 287-313).
40. El abasto de carnes a las ciudades, uno de los ramos más lu-
crativos del comercio, depende de los cabildos y de otras autoridades
políticas, estando, como en la casi to,t alidad de la vida económica rígi-
damente reglamentad o por la administraci ón pública. Por esta razón
los regidores de las ciudades encuentran en este comercio una ocasión
muy importante para el monopolio y el enriquecimi ento personal. Los
litigios en razón del juego contradictor io de las influencias políticas in-
dividuales se dieron a todos los niveles.
Así, por ejemplo, en el Cabildo de Santa Fe del 16 de agosto de 1751
se ordenó a don José Luis de Azula «proceda a pesar todo el ganado
que se encuentre en la dehesa de "El Novillero" para el abasto de la
ciudad, con "penas de quinientos pesos si así no lo hiciera"». ( CabiJ,dos de
SantaFe, Ortega Ricaurte, p. 157).
En 1735 don Gregario de Poveda solicita a las autoridades
que prohíban la exportación de ganados de la provincia de Neiva a otras
provincias, «imponiend o penas y apercibimie ntos a quienes realicen ese
transporte» (AHNC, Tierras del Tolima, T. 6, Fls. 436-472).
La provincia de Neiva, propiedad de unas cuantas poderosas familias
como los Caycedo, fue tempraname nte dedicada a la ganadería exten-
siva, como lo atestigua Silvestre, entre otras razones por la escasez de
mano de obra indígena para adelantar labranzas. Tales familias ocupa-
ban cargos en los cabildos de las ciudades mayores y controlaban el ne-
TIERRA, DEMOGRAFÍA, PRESTIGIO 171
GUER RA YPAZ
LAS ASOCIACIO NES INCOMPATIBLES
ejile s in-
La nóm ina de los regi dore s y de los oficios conc
e del Cau ca
cluí a a dos rico s prop ieta rios de tierr as en el Vall
a uno de los
y en el de Neiva (don José y don Luis Cay cedo ),
une ros (don
com isio nad os de San ta Fe en tiem po de los Com
San ta Fe y de
Eus taqu io Galavís) y a terr aten ient es noto rios de
orio Carvajal.
Popayán, com o don Prim o Gro ot y don José Ten
ildo san-
Los Cay cedo , al pare cer, tien en dom inad o al Cab
«alg ún influ-
tafe reño . El virrey Ezp elet a info rma que existe
esta pres ión a
jo ocu lto que lo dom ina y obliga», atrib uye ndo
«ten acid ad y
don José Caycedo, a cuyas gest ione s se deb ería la
se le teng a
emp eüo con que el Cab ildo de esta capi tal solicita
de las espe-
por part e en la caus a gen eral form ada con motivo
», soli citu d
cies de inqu ietu d ocu rrid as aqu í en el año ante rior
al «co mún
que juzg a imp roce den te porq ue la caus a no toca
ero de in-
de la ciud ad» sino a la «co ndu cta de un cort o núm
dividuos» 4.
afer eño
La imp orta ncia del con trol del Ayu ntam ient o sant
de mej or
por part e de la pod eros a familia Caycedo se com pren
r el abasteci-
si se recu erda que com petí a al Cab ildo orga niza
ese apel lido
mie nto de carn es de la ciud ad y que las gen tes de
eran due ñas de inm ensa s cant idad es de gan ado en las regi one s
5
del Valle del Cau ca y en la prov inci a de Neiva •
y veta do
U no de los dos alcaldes eleg idos por los regi dore s
por los oi-
por el Virrey, don José Mar ía Loz ano , es desc rito
l, el más rico
dores, que le tem en, com o «un Ten ient e Cor one
».
hace nda do del Reyno, enla zado , con toda su nob leza
cua nto
Y los prop ios regi dore s son aún más exp lícit os en
Aud ienc ia de
al orig en del pod er de los Loz ano . Acu sand o a la
de imp edir
arbi trar ieda d e imp rude ncia , en cua nto al hec ho
alca lde, ale-
a don José Mar ía la pose sión de su carg o com o
r, ó segu irla
gan: «po rque si tení a deli to deb ía hac érse le sabe
yre: Y si se
causa y no hac erle tan evid ente com o púb lico desa
pren dido en
pret exta ba el rese rbad o mot ibo a ser acas o com
para que se
el falso deli to de subl evac ión ... no se hall a razó n
a su hacienda
les dejase en libe rtad ; y muc ho men os para pasa r
arrendatarios y
donde tiene a sus órdenes y disposición porción de
vileza de pen-
colonos, sus dependientes, con que detener semejante
tad) pud iera
samiento (con trar io a su noto ria fide lida d y leal
fom enta rlas ... 6 ».
180 EL PODER POLÍTI CO EN COLOMBIA
tulado. Esto es, que si el Rey requier e dispon er otra cosa diferen -
18
te no se le obedez ca, y con las armas en la mano •
su marcha las unas, con todos los adherentes de sus casas, y las
orras con todas sus mercaderías y efectos de Castilla, que van a
refugiarse en las haciendas del río abaj o de la Magdalena, a quie-
nes no he podido contener, ni han sido bastantes mis persuasio-
nes para ello. porque me han puesto de presente los ej emplares
de u-opelía y notables excesos que se han experimentado en la
actual disposición de ánimos de aquellas gentes contrarias, que
proceden con t an poco temor de ambas Majestades a ejecutar los
más terribles y delincuentes atrevimientos... 19 .
Y el Real :\ cu erdo d escribía el 111otín explicando que «la
plebe fraguó su ason ada, aun con intenciones más dañadas,
de quitar la \ida a todo hombre blanco y de comodidad, para
robar1es»-')0 .
Idénticos p erfiles asu1nieron los levantamiento s en Gua-
duas, en !bagué, en Mariquita. La comunidad, escindida en dos
grupos separados por las lineas horizontales de la estratificación que
dividía a los propietarios blancos de los mestizos, indios y mu-
latos desposeídos, se vio comprometida en una lucha de clases,
que culminó en la derrota de los comuneros, a pesar de sus
ventajas iniciales.
No menos clara a este respecto es la situación en la provin-
cia de Neiva. Según Cárdenas Acosta,
en el sitio de Guasimal, de la hacienda de Villavieja, en la casa
de Juan Matías de Herrera, concertase el tumulto que había de
irrumpir en la ciudad de Neiva el 19 de junio. Reunidos en la
mañana de dicho día los tumultuarios en la casa de una mujer
del pueblo, llamada Teresa Olaya, fuera de la capital, entraron
en ésta entre la una y las dos de la tarde, hora en que muchas
personas dormían la siesta, cinco hombres que hacían de capi-
tanes, entre ellos el zambo Toribio Zapata, oriundo del Guamo;
Gerardo Cardozo del Páramo de Raspa-canillas; Salvador Herre-
ra y Cristóbal Rodríguez, natural éste de la Villa de Purificación,
con algunas gentes, armados de lazos, garrochas, sables y una
escopeta y dirigiéndose a los estancos de tabaco y aguardien-
te, mandaron abrir las puertas y ordenaron a las mujeres, que
con tal fin se habían congregado en el Barrio de Cantarranas,
que sacasen las botijas de aguardiente y las quebrasen, lo que
al instante ejecutaron, acompañadas de dos hombres, mientras
los Capitanes, desplegados en fila a través de la calle, guardaban
convenienteme nte la entrada de este estanco21 •
194 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
el _-\lo-uacil
t)
~favor
•
a la casa de Juan
•
de la Lastra,
, •
libertino , en
cuya finca se halló un tabacal cultivado por el mismo, quien a
poco se presentó con una espada desnu~a en la mano, ac 001_
paú ado de más de cien hombres que capitaneaba, armados de
lanzas, chuzos de palo , sables, machetes y cercando con las a_
., r
n_1as al ~?uacil mayor y sus guardas, cu b r~eronlos de imprope-
n os y d~eronles a una Yoz que todos poseian sus tabacales, que
pasaban de ciento. y que los defenderían hasta morir. y Pablo
Flórez. con la lanza claYada en el suelo y demudado por la ira
díj oles que él era uno de los muchos que poseían tabacales '
que a costa de su pellejo los habría de defender; que ellos 11 ¿
temían a las bocas de fuego ni les causaban miedo ni espanto los
.. tiritas'' de pólvora. Y levantando entonces la voz los del tumul-
to dijeron que "ello~ no obedec~rí~ ni a Dios ni al Rey y que
del tablazo ~ara a~aJO, donde res1~1~, no pasaría persona algu-
na. y que qmen lo mtentase debena ir confesado y comulgado".
Atem01~izados el algu~cil mayor y sus guardas, resolvieron, para
prevemr mayores peligros, suspender el embargo de los bienes
de Juan de la Lastra y omitir el reconocimiento de los demás
tabacales y regresar a la ciudad24.
NOTAS
d
CAPÍTULO 7
t
204 El. l'ODl-:1{ 1'01.ÍTICO FN C:01.0MBIA
EL ESCALAMIENTO DEL PO DE R
SUPREMO
Rota y her ida la est ruc tur a social soc
orr ana , fre nte a los di-
rigentes de los criollos de San ta Fe,
de Tu nja o de Popayán,
solamente se alzan débiles gru pos de
modelos divergentes: el
de los comerciantes de Mompós, de
Ca rta gen a y de la pro pia
capital del Nuevo Reino, y el de los
mi ner os y com erc ian tes
antioqueños en proceso de exp ans ión
colonizadora.
El mo nop oli o legal qu e ejerce Ca rta
gen a de Ind ias sob re
la actividad exp ort ado ra e im por tad ora
del Nuevo Reyno y aun
de gran par te de Su ram éri ca, du ran te
largos años, y el hec ho de
que la ciu dad de Mompós fue ra esc
ala obligada del tránsito
de las mercaderías ent re el int eri or
del país y el ma r Caribe,
por la vía del río Magdalena, convie
rten a estas dos ciu dad es
en centros vitales del ejercicio merca
ntil, que da el ton o a sus
formas sociales y dec ide su fut uro pol
ítico.
Hay un a obvia com pli cid ad ent re los
con sum ido res de ar-
tículos suntuarios y diversas ma nuf act
ura s eur ope as de San ta
206 EL PODL'l POLITI CO E..., COLO~IBL'\
más impor tante de los indepe ndient istas cartag eneros y expli-
ca por qué Cartag ena aparec e tan estrec hamen te aliada a los
santaf ereños duran te las prime ras luchas intern as del país, des-
pués de 181010 •
El «consu lado» cartag enero mezcl a la cámar a de comer cio y
de corte merca ntil, que agrup a a los más notabl es export adores ,
impor tadore s y agente s de comer cio de la ciudad , está domin a-
do a distan cia por el crecie nte poder polític o y econó mico de
los latifun distas y de los burócr atas locale s de Santa Fe y de la
zona depen diente de ella desde el punto de vista socioc ultural .
No solam ente por razón del poder admin istrati vo y polític o que
emerg e de la región «hacen daria» , sino por estrec hos víncul os
famili ares que refuer zan los comun es intere ses económ icos.
Un caso indivi dual caract erístic o de esta situac ión es el de don
José Ignaci o de Pomb o, funda dor del «consu lado», el mayor ex-
portad or e impor tador cartag enero en su tiemp o y perten ecien-
te a las más ricas e influy entes famili as de Popay án y Santa Fe,
siendo él mismo nativo de la prime ra de estas ciudad es.
El interé s de estos grupo s comer ciante s se dirige esencia l-
mente a elimin ar los obstác ulos merca ntilist as y consid eran
11
este u-áfic~- .
francisco Antonio Zea en su Nlediación t~ntr, A· :; .- /? .
1810 l R . . , < nuum y .. spn-
,i.a relata que en . ª egencia española aceptó los l;uenos
oficios ingl_ese~ para intentar un~ ~·econciliadón entre Espaúa
, sus colomas I e~eldes. Las cond1non es estipuladas tenían por
terna ce 11 tral la libertad
)
. . absoluta
, de eome1.c10. ·
,<Presentadas a
}as cortes estas ~ond1C1ones,_~ueron desechad as por todos los
diputados espanoles Y ad~u~da s por todos los diputado s de
¡\Jnérica. Sobr~ ,el consenttm1en~o de los diputado s de Améri-
ca en esta _ocas10n, se puede decir con seguridad que siempre
fue una misma su conducta en las cortes; ellos apoyaban todas
las medidas ~r~puest as por ~1 gobierno británico porque cono-
cían los sentimientos de amistad que habían manifestado hacia
ellos y estaban convenci dos de que los intereses de la Gran Bretaria
y de la Am~ca del Sur ~ran _inseparables en esta cuestión»2".
Estos mtereses sohdanos con la Gran Bretaña eran en esen-
cia los de los grandes hacendad os dependie ntes de las «élites»
santafereñas, enfrentad os por una parte con las autoridades
mercantilistas de Madrid y, por otra, contra los pequeños ar-
tesanos y comercia ntes simbolizados por los Comuner os unos
años atrás.
Los regidores y propietar ios territoriales centro-andinos
y sus agentes y allegados comerciantes de Cartagena o Santa
Marta deseaban la autonom ía política respecto de España,
pero combatían larvadam ente la revolución que el modelo so-
corrano parecía haber mostrado como una amenaza contra el
sistema de dominac ión social existente.
Desde un comienzo los dirigentes autonomistas de la Nue-
va Granada, desde la derrota comuner a, vinculan sus intereses
de clase con el comercio libre y con el creciente auge de los na-
vegantes y los banquero s ingleses. El paso del tiempo no hará
sino reforzar esas relacione s de alianza y dominaci ón durante
el primer siglo republica no.
En el archivo de Indias25 existen documen tos demostrati-
vos de que el interés de los ingleses al final del siglo XVIII fue
más allá del tráfico comercial. En 1783, rumores diplomáticos e
informes reservados recogiero n la noticia de que un misterioso
don Luis Vidalle (a quien algunos historiadores identifican con
216 1.L :P<JD ER }'(JLJ11íh .!. '• <f; J.1i.~.::.l --'_
or impul sor de
el rno t . , la Indep
. enden cia al ti'
, - empo que t·rustra
· -·rne la revo 1uoon sonal .
yopl l
NOTA S
LA HACIENDA Y EL NACIMIENTO
DE LOS PARTIDOS POLÍTICC)S
COMERCIANTES Y HACENDADOS
CENTRALISTAS YFEDERALISTAS
ta
11 Fe, los más ricos propie tarios de tierras y sus parien tes
EI1 Sªburocr · ·1y ec1esiasttc
·
aoa loe al , ov1 · , · a organi
zaron el levanta-
en. la to de Julio
. . Y se apo d d 1 b'
eraron e go 1erno con el concur so
¡nien 1 bl I 1 . , en las
de casl. todo e pue o. gua ocurno . , provincias algunos
,
de cuYos más notable s voceros VIVIan y actuab an en la capital
corn0 santafereños, ,
como en el caso de Camilo Torres O de Joa-
. . .
, Camacho, vastagos univers1tanos de los grande s hacenda-
qutn T .
de Popayán o de Ullja.
dos F . ,
Pero solo en Santa e coex1st.J.a con estos propietarios te-
rítoriales de residen cia urbana , una clase numerosa y fuerte de
rempleados y de comerciantes,_ españoles o hijos de españoles y una im-
ortante clase de pequen os artesanos y pulper os que, aunqu e
~ubordinados política y socialmente a la «élite» terrate niente ,
representaban norma s corres pondie ntes a una incipiente eco-
nomía urbana.
Los comerciantes y emplea dos coloniales que acepta ron
participar en la lucha conjun ta contra los estorbos de la admi-
nistración de Madrid y que tenían intereses comun es con los
terratenientes centro -andin os, hasta el punto de derroc ar a las
autoridades de la Monar quía, se encont raron pronto ante la
presión y el desafio de sus aliados de la víspera, una vez consu-
mada la deposición de los virreyes y de la Real Audiencia.
Un derecho y una administración centralizadas han sido en todo
tiempo y lugar necesidades mercantiles. Lo eran tambié n para los
comerciantes de Santa Fe, uno de cuyos represe ntantes es An-
tonio Nariño. Y era esta igualm ente una aspiración compa rtida
por la mayor parte de los antigu os emplea dos españoles que
habían adherido o tolerad o la sublevación indepe ndenti sta.
Incluso esa central ización era una parcial pero vital necesi-
dad de algunos grande s latifundistas que, como los Lozano y
don Luis Caycedo, trafica ban como abastecedores de ganado
~a~a Santa Fe o Popayán, trayen do las reses a esas ciudades de
sitios tan distantes como Neiva o Saldañ a para atende r a los
228 EL POD ER POLÍ'TIU> ~ f úL01IB-IA
con el apoy o de l~s come rcian ~es -inc luso de los come r-
fieles al Cons ejo de Reg enci a- lo que ocas iona que a
·ante s d , d
el . - o se le tilde espu es e «rege ntista », y de la mayo r parte
~1arin 1 - (1 h'
r" rnasa popu a1 os «c isper os») el nuev o presi dent e de
de la
d . arnar ca se d.ispus o a 1a pugn a con sus antig uos com-
cun 1n
8
añero s• , .
P Se trata de _un ªPºY º, ~rme Y exph c1to. El mism o José Marí a
carbo nell, parie nte poht1 co de Nari ño que habí a movi lizad o
vend edor es de la plaza de merc ado el 20 de julio cont ra
alos
virreyes y hab ia ' 'd
s1 o preso por tal hech o por las nuev as au-
}os 'dade s criol las, form a una vang uard ia de «pate adore s» que
wn .
congrega al pueb lo b~o ~ara presi. onar la dicta dura de Nari ño.
y en cuan to a los ,co_merc1antes, cuai:ido en plen a guer ra civil se
solicitó un emprest1to_ de emer genci _a, «entr e veint e indiv iduo s
de esta clase de la capit al se prop orcio naro n al gobi erno , el día
29 de octub re , en el término de dos horas, cient o doce mil peso s,
no habié ndos e solic itado más que oche nta mil»9 •
1
L..\ HACIE NDA y EL NACIMIEITTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS 235
EL «ESCUADRÓN DE ARRENDATARIOS»
caJzada. Con varios de sus compa ñeros logró intern arse en los
de Casan are [ ... ].
L1an Os·
Convencido ~e ~ue no era posible en aquellos mome ntos
promover un mo~11:1 1en~o_r~accionari?, fue a sepulta rse en el pá-
rno de Gacha nuva, a VIVIr mdepe nd1en te y libre, y libre e inde-
ra ., df'
endien te viVIa, c~an ° ·ue a buscar lo su esposa, que lo condu jo
p un campo no lé:JOS de Choac hí. Allí perma neció oculto algún
~ernpo y desdeñ ó con noble Y patriót ico orgullo el indult o que
tuvo a bien hacerl e ofrece r el señor Jurado , espera ndo alguna
ocasión propic ia para lanzarse otra vez a la lid en defens a de los
fueros nacionales. No tardó ésta en presen tarse y reunid o a la
guerrilla que en aquel tiempo levant aron los Almeyda, dio prue-
bas en repetid os comba tes de su indom able valor2º.
(da infan tería (rna yori ~ria men t,e; gran adin a) r<;be fara !Sj
,u: la
condt~jcsc al Apu re .. : l•,I co rnan dant,(: Arré dond ,, <led
arI, qu,:
ni a él n ¡ al gc~1cral Pat: z le <,bc ckda su bata llún :t,. y <:n
Af:gu ída
relata lo ocur nd0 \~~~~d_u.J
UHt.<! Bri ceií o , d ante ri,,r com anda n-
te nornbrad~>_por I acz, mtcn to hacc.:nsc ,,bedccc:r de los
~rar1a-
dinos lo vcnf H'. arc~r/1 40 s<>ldados d e Vene zuel a y d restíJ
, has ta
400 hom bres s1g_u/10 a Arrc dond o, quie n L(Jmand<J d par<JtH:~ la
armería, etc., d<;J<> las llanu ras y sc_: fue a Zapa toca , en dond
e Jo~
A}rncyda tenía n algu na g<-:ntel!'i_ Sant ande r y los AJmeyda
eran ,
desde lueg o, viejo s com padr es y cam arad as, y la sutr te
d t: ]os
prim eros está ~nid a, com o ~e .v erá, a 1a vida y a las pecu
liares
ambi cione s soc iales de <.:ste ultJm o.
El siste ma de paut as y valo res, la e.\trur:tura asocí rüíva de
ta
hacienda, repr esen tada e n estas tropa.~ gran adin as refug
iada .~
en Casa narc , habí a choc ado con un nuev o adve rsari o:
la tropi -
lla de lanc eros dd llano apur eño. Una fu sión artYi cial de
las dos
formas de asoc iació n polít ica y bélic a, so]a men te fue
posi ble
bajo el encu adra mien to en mod elos m.ilitares de tipo euro
peo
que Bolív ar inte ntab a crea r, otor gand o a Sant ande r su
con-
fianza a fin de que tranq uiliz ara a sus pais anos y cons
iguie ra
obed ienci a de los vene zola nos, en virtu d de que decl arab
a a
Casanare prov ision alme nte incorporado a Venezuel,a.
El resu ltado de este paso polít ico fue extr aord inar io y deci
-
sivo para la auto nom ía de Amé rica, aunq ue a la larga no
resol -
viera los anta goni smo s estru ctura les impl ícito s en esta
alian za
provisional. Arre dond o se apre suró a decl arar a Sant ande
r: «U.
S. No debe dud ar un mom ento de mi obed ienc ia: mi pers
o-
na, las arma s, la ofici alida d, todo está a su disp osici ón,
pues
nuestros debe res son mili tar bajo las órde nes de un
jefe de
la instr ucci ón, expe rien cia y prud enci a de U. S. »30 • Y esta
fue
igua lmen te la actit ud de los tunj anos com o Mor eno y
Ram ón
Nona to Pére z.
Los llane ros del Apu re sigu iero n la mism a cond ucta , alen
-
tados por el hech o de que Sant ande r actu aba com o suba
lterno
de un venezolano, Bolívar, a quie n Páez pres taba una nom inal
subo rdina ción . No obst ante , fue nece sario que el prop
io Bo-
lívar marc hara haci a el Apu re con sus auxi liare s ingle
ses e ir-
landeses para aseg urar de man era estab le la obed ienc ia
de los
lanceros.
~ 11 ~l rnmH. 1'01 lrl< () l· N (,()! OMl\11\
La itTll JK ión rlc lo~ mula tos montados del Apure y de los
j<·frs milita res , cnc:tola nos subordinados de Hol ívar tras la bata-
lla de Hovac'i, a~oriarlo~ a los d estaca m e ntos granadinos, impli-
c.t una nuc,·a co nt radicció n socia l cuyo proceso y destino están
li Raclo" a la creación y di~olw iú n de la a 11tiRua Colombia.
, tt~ 11n:c:·, 1d.1de s: h >s i11g-lt-ses. com o lo o bservú Púez, n o fun ciona-
b . . ui , u1 , .1 p,.\ t t.:-
) . ~ 1.
Au nq ue ve ter an o de la ca
m pa ~a qu e cu lm in ó en Bo
gracias a sus esfuerzos co mo yacá
or ga ni za do r, San_tander es
pico re pr es en tan te del fede un tí-
ralismo ha ce nd an ~ de la
Boba», a pesar de qu e él y «Patria
sus amigos ha ya n deJado de
de r la teo ría de la federació defen-
n, ah or a qu e tie ne n el po de
ma no s en un a es tru ctu ra r en sus
centralizada. No ob sta nt e
chos de sus co m pa ñe ro s de que mu-
lu ch a siguen sie nd o vértebr
da me nt ale s de la nueva orga as fun-
nización militar, mi en tra s
pide ah in ca da m en te más tro Bolívar
pas y más di ne ro pa ra adela
sus planes militares en el su ntar
r, el vicepresidente y los do
qu e lo ro de an y le son lea ctores
les in te nt an re du ci r el nú
oficiales en servicio activo, m er o de
de licenciar tro pa s y de su
en lo posible po r milicias vo stituirlas
luntarias.
Es verdad que pa ra ello arg
uyen razones fiscales y finan
ras incontestables, pe ro no cie-
lo es me no s qu e la hostilidad
el ejército qu e asume otras contra
formas políticas, po r ejemp
la lu ch a co nt ra los fueros lo, la de
militares qu e son pr es en tad
op in ió n pública como un os a la
ejemplo de odiosos privileg
re cu er da n el re pu di ad o ré gi ios que
me n colonial3 8 •
En la Nueva Gr an ad a la imag
en qu e los antimilitaristas pre
se nt an de la nueva oficiali -
dad tiene relación es tre ch
regionalismo. Se trata, segú a con el
n ellos, de brutales «negros»
zolanos y de aventureros ine vene-
scrupulosos, irlandeses o ing
qu e insultan co n su violen leses,
cia cotidiana a las leyes y a
ciudadanos. Rápidamente los con-
el sentimiento público se co
en antivenezonalismo y a la nvierte
luz de esta pr es en tac ió n am
de be en ten de rse el proces bigua
o que culminó co n el fusil
de l co ro ne l mulato Le on amiento
ar do Infante, venezolano,
de ha be r da do m ue rte ale acusado
vosa a un ten ien te en un a
riñ a no ct ur na en el barrio oscura
San Victorino de Bogotá.
fue co nd en ad o a m ue rte po Infante
r un a Corte de Apelacione
cual los magistrados granad s, en la
inos votaron po r la culpabil
m ien tra s qu e el ju ris ta ca ra idad,
qu eñ o Miguel Pe ña se opus
se nt en cia de mu er te. Sa nt o a la
an de r y sus amigos político
gu ie ro n eli mi na r a Pe ña de s consi-
la Corte. In fa nt e fue fusilad
pr op io vicepresidente hizo o y el
an te el pa tíb ul o un a ar en ga
lar m os tra nd o la ne ce sid ad popu-
de qu e todos, au n los milit
so m eti er an a la ley39 • ares, se
L.\ J-l-\CIL'\---0.-\ y EL '-..\0~-llL\""fO DE LOS PAR . -
Tmos Pouncos 251
son los resultados de esta acción los que explican con clari-
irritación causada en la epidermis de los antiguos pode-
la
daddisfrazado s de «republ'1can1smo
. » a lo Camilo Torres, cuya
r~s sis rnás directa y espontán ea podría hallarse en una frase
5111
~arlos Martínez Silva, refiriend o los recuerdo s que le había
de unicado uno de los antiguos conspirad ores contra Bolívar I
as
el ~jé rcir o ',OSti e_n c a ( :o lornhia , mi entn L"i que todas las .form
d_P P.\trur.tura aso riat zva espo ntán Pas se
e nfre nta n con tra ese ejér-
las arm as (los caudi-
nto , no tan to po r el hec ho de que lleve
s tambié n se harán
ll os llan eros y los hac end ado s neo gra nad ino
nue va form a par a en-
«ge ner ale~ ») sino en cua nto significa una
de pod er en las sociedades
rnarr:lr y disp one r las relaciones soci,ales
m esttzas y mu lata s de His pan oam éric a.
tan der (como
Du ran te la pri me ra adm inis trac ión de San
utivo en la Gra n Co-
vic epr esid ent e enc arg ado del pod er ejec
y Bolivia) sus campa-
~ombia mie ntr as Bolívar pel ea en el Per ú
el Con gre so, y con
ner os y seg uid ore s pol ític os com bat en en
as las me did as que
el con cur so del pro pio vic epr esid ent e, tod
que se les enf ren ta
pue dan for tale cer esa ma qui nar ia mil itar
ine xor abl em ent e.
servicio, licen-
Dis min uye ndo el núm ero de oficiales en
pos ible (sin desafiar
cia ndo trop as, retr asa ndo cua ndo ello es
s y bélicos demanda-
el pod er de Bolívar) los aux ilio s fina nci ero
ent ien de clar ame nte
dos por la libe rac ión del Per ú, San tan der
ero de sus antiguos
su pap el de dir ige nte neo gra nad ino , voc
ant igu os com pad res
con dis cíp ulo s de San Bar tolo mé y de sus
esto , sin ambages, ca-
de Tun ja, de Pam plo na y de San ta Fe. Por
a» y «civilista>>. Pero
lifi ca su pro pia act itud com o «antimilitarist
o una rep udi ació n
est e «civismo» no deb e ser inte rpr eta do com
un ata que sistemático
de las sol uci one s de fue rza , sin o com o
por ello que Santan-
a la est ruc tur a de un Ejército Regular. Es
icias urb ana s, pero
der enc uen tra nor ma l cre ar y equ ipa r mil
ileg ios de sus antiguos
se res iste a def end er los fue ros y los 53priv
com pañ ero s de cam pañ a en Boy acá •
do Gó me z, Fran-
San tan der , Vic ent e Az uer o, Die go Fer nan
hiz o apr oba r la Cons-
cisc o Sot o, los dir ect ore s del par tido que
Bolívar, se enf ren tan
titu ció n de Cú cut a con tra las ide as de
tra los cua dro s de los
dia riam,e nte en la Nu eva Gra nad a con
ma gis trad os que votan
ofic iale s :reg ula res. Az uer o es uno de los
ant e par a esc arm ent ar
con ma yor enc ono con tra el mu lato Inf
Bol íva r reg res a del su_r
a los mil itar es. Yp oco má s tard e, cua ndo
y asu me la Pre sid enc ia int ent and o una
cam pañ a púb lica desU-
cut a y a hac er apr oba r
nad a a mo dif ica r la Co nst ituc ión de Cú
uer o ata ca des pia da·
su pro yec to de Co nst ituc ión bol ivia na, Az
íva r y se ve env uel to
<la me nte a la ofic iali dad que rod e_a a Bol
LA H ACIENDA Y EL NACI MIEN TO DE LOS
PARTIDOS POLÍT ICOS 261
en inci den tes pers ona les con Lea ndr o Mir and
a y con el jefe
mul ato Vicente Bolívar, quie n lo golp ea, le quie
bra una man o
y lo incr epa . «Me derr ibó repe tida s veces, arro
jánd ome al cañ o
y dán dom e emp ello nes» , escribe Azuero, que
jándose ante Bo-
lívar de la paliza54 .
En 1828, Bolívar consigue que el Congreso perm
ita la re-
uni ón de una con ven ción constituyente para
revisar la Car ta
de Cúc uta, a pes ar de que esta no pod ía ser mod
ificada -de
acu erdo con una de sus prop ias disp osic ion
es- sino has ta
1831. La Con ven ción se reún e en Oca ña, mie
ntra s Bolívar es-
pera imp acie nte en Buc aram ang a sus resultad
os y San tand er
enc abe zab a el gru po opo sito r a los proyectos del
Lib erta dor en
el seno de la mis ma asamblea.
Azuero, Soto y San tand er vuelven a repr esen tar,
esta vez
con mayor ac1imonia, el pap el de federalistas
que el últi mo
de ellos hab ía asu mid o en las luchas intestinas
tres lustros atrás.
Azuero es el red acto r de un proyecto federalis
ta, que no sola-
men te desafía los esquemas de la Constitución
imp ues ta por
Bolívar a Bolivia y reco men dad a por él com o
la únic a vía de
salvación par a América, sino que destruye hasta
los pod eres re-
lativamente mod erad os que la Constitución de
Cúc uta hab ía
dad o al pres iden te55 •
Los aco ntec imi ento s se precipitan. Los bolivian
os son de-
rrot ado s en la Con ven ción de Oca ña y aba ndo
nan el luga r
par a que la.Asamblea se desi nteg re. Bolívar asum
e la dict adu ra
y dec reta la sup resi ón de la Vicepresidencia
par a redu cir a la
nad a a San tand er. Y sobreviene la con spir ació
n del 25 de sep-
tiem bre de 1828, seg uida por la rebe lión del gen
eral Córdova
")Ja des apa rici ón de la enti dad colo mbi ana desp
ués de 1831.
· E--. p_ro ceso sob re la con spir ació n del 25 de
sep tiem bre de
1828, cua ndo un cor to núm ero de civiles y algu
nos oficiales
asal taro n el Palacio de San Carlos e inte ntar on
dar mue rte al
dict ado r Bolívar, es un tens o y sinuoso due lo
a mue rte entr e
har,endadosy militares, personificados en Francisco
de Pa1.da San-
tand er y Rafael Urdaneta., respectivamente.
La estr uctu ra asociativa del mod elo hac end ario
en cua nto
a su valor y alca nce político, pod ria ejemplarizar
se en el caso
de la vida per son al de San tand er, reco rdan do
sus argucias jurí -
dicas par a obt ene r la pro pied ad de la hac iend a
de Hat ogr and e,
El. l'UI lER 1'01.1'1'1( :o EN <:OLOM BI A
gra-
de la luch a política antimilitar de los hacendados-doctores
nadinos.
El relativo triun fo de Urd anet a cont ra la cons pirac ión
fusilar
antib oliv arian a resultó efímero. Aun que se consiguió
mula to
y ahor car (desp ués de mue rto) al gene ral Padilla, el
cons-
venc edor en la batalla naval de Maracaibo y a quie n los
stad o
pira dore s habí an liber ado de la cárcel don de esta ba arre
nel
por una rebe lión ante rior, dand o mue rte de paso al coro
que lo
Vicente Bolívar (el mismo del incid ente con Azuero)
a e in-
cust odia ba, la opos ición clan dest ina se hizo más agud
man ejab le.
Al año siguiente, el prop io gene ral José María Córdova,
anet a y
quie n habí a sucedido como secretario de Gue rra a Urd
ores,
com o tal habí a firmado las sentencias cont ra los conspirad
ar un
se sublevó a su vez, acusando a Bolívar de pret ende r elev
Antio-
tron o en Colombia, y se marc hó hacia su tierr a nata l de
derro-
quia, trata ndo de conseguir apoyo en sus paisanos para
gentes
car la dicta dura y espe rand o enco ntra r solid arida d en
ezuela.
com o Páez, prác ticam ente sublevado tamb ién en Ven
ova tie-
El dram ático episodio de la rebe lión y mue rte de Córd
por sus
ne un agud o inter és sociológico, por su desarrollo y
protagonistas.
no.
Córdova es un prod ucto clásico del Ejército Bolivaria
s de
Ven cedo r en Ayacucho, gene ral y Ministro de Gue rra ante
puta-
cum plir 28 años, su lealtad a Bolívar apar ece com o indis
, pocos
ble dura nte el proc eso de los sept emb rino s. En 1829
subleva-
meses antes de su mue rte, es enca rgad o de batir una
María
ción de gene rales -hac enda dos, José Hila rlo López y José
ejecu-
Oba ndo, adictos de Sant ande r, en el sur del país, lo que
nces
ta con brillo y rapidez, repa rand o la derr ota que el ento
el sitio
coro nel Tom ás Cipr iano de Mos quer a habí a sufri do en
de «La Ladera» a man os de los rebe ldes .
o
López relat a en sus mem oria s -y Mos quer a, su adversari
gene ral
lo ratifica en las suy as- que, para ese mom ento el
59
ostra ba
Córdova, indi gnad o por la poca conf ianz a que le dem
rior de
el Libe rtad or (opi nión conf irma da por una cart a ante
septiem-
Urd anet a para Montilla desp ués de los proc esos de
de Páez,
bre) inte ntó imit ar los proc edim ient os de O band o y
obed e-
orga niza ndo en Anti oqui a un grup o de pais anos que le
1A HACIENDA Y EL NACIMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS 265
capt ;.Hh
E~ toda s part es esa maq uina ria buro crá tica ha sido
illo cas..i an,d -
y dom inad a en tal mom ento . En Vale ncia , un caud
de carr t·t~l.
fabeto, Páez, obti ene la obe dien cia de otro gen eral
:' zne b. Por o
Sou blet te, para con sum ar la sepa raci ón de Ve1H
Bolf rar c'lllI '"-l
tiem po más tard e se sepa ra Qui to. Y el prop io
oci ron un-
en viol ento con flict o con su mis mo ejér cito en Bog
con \'iol encia,
do por las sola pas a Urd ane ta y sacu dién dolo
e mar char~c.
cua ndo este últim o opin a que el Libe rtad or deb
trad ici ona-
El Con gres o «Admirable» entr ega rá el pod er a dos
a: Joa qum
les hac end ado s de Pop ayán , de San ta Fe y de Neiv
,._ Tiba bun '~"' ,l
Mos que ra y Dom ingo Caycedo, el que com pró
los Almeyda.
que jam .is
Cua ndo Bolí var mar cha haci a el exilio euro peo .
es: el gt'n ec.d
pud o alca nzar , lleg an a él dos noti cias incr eíbl
isca1 de .-\.va-
Suc re (des igna do por los peru ano s «Gr an Ma1
les de rmrr -
cuch o»), el más cara cter ístic o y puro de sus ofiria
ra y a quie n dese aba com o su sucesor, ha
n1uerto ases inad o
pre&irle11te.
en Ber ruec os. Y uno de los secr etar ios del nue vo
e mar char -se
el doc tor Vic ente Azu ero, le com unic a que deb
cion es con
de Colo mbi a, pue s Ven ezue la no esta blec erá rela
ezca en su
Nueva Gra nad a mie ntra s el gen eral Bolívar pen nan
tero. está fir-
suelo. La nota ven ezol ana, de la cual da cuen ta .Azt
con fide n tt' Y
mad a por otro secr etar io, que hab ía servido con10
stitu ción bo-
corr eo de Bolí var para hac er prop aga nda a la Con
cas (con10
liviana: Ant onio Leo cadi o Guz mán , a quie n en Cara
un oficial
lo hici era el coro nel Bolívar en Bog otá con Azu ero)
igad o asa -
extr anje ro, el com and ante Abr eú Lim a,64hab ía cast
blazos uno s artíc ulos de pren sa con tra él •
que
El Gene ral Posad a refier e de un modo patét ico las escen as
ao»
tuvie ron lugar esa noch e en los cuart eles de la División «Call
ti-
al resolverse los Jefes y Oficiales a obed ecer de la División Cons
ra
tucio nal. La deses perac ión, el senti mien to, hacía n prorr umpi
de sus
los viejos veter anos en lágrim as y mald icion es al separ arse
ndo;
Jefes y Oficiales: unos pedía n que los sacas en a mori r pelea
os
otros romp ían los fusiles contr a el suelo; una parti da de zamb
ndo-
de Apur e , húsar es de Ayac ucho, mont ando a cabal lo y abrié
deser-
se camp o, se fuero n para Vene zuela ; much os solda dos se
para
taron ; los Jefes y Oficiales venez olano s pidie ron pasap ortes
ad de
Vene zuela unos y otros a las colon ias. Esos sacar on en calid
eron
asistentes, más de 200 solda dos del «Callao» que no quisi
rome -
ser entre gado s. Los Jefes y Ofici ales grana dinos más comp
67
tidos, se ocult aron •
Y párra fos adela nte refie re cómo, inco rpor ados algunos
z
soldados del «Callao» a sus band as armadas, el gene ral Lópe
disolvió en la Plaza Mayor el Batallón «y la band era que tre-
la
mola ra victoriosa sobr e los muro s de la plaza de ese nom bre
man dó a la Mun icipa lidad de Popayán».
Por una curio sa coin ciden cia histórica, el batal lón que bajo
el man do de Bart olom é Salom com pletó la guer ra de Inde pen-
denc ia haci endo rend ir la fortaleza peru ana de El Callao fue
tamb ién el que, al disolverse, inició la era de los gene rales ha-
cend ados en el terri torio de la Nueva Gran ada.
Pero los veter anos supervivientes en filas, aunq ue de mane-
ra casi clan desti na y dese spera da, llevarán al final del conflicto
la
hasta el año clave de 1854, cuan do se decr eta final men te
a
diso lució n del ejército, tras el golp e de cuar tel de José Marí
Melo, el últim o de los oficiales de carre ra que obtu vo transito-
riam ente el pode r político.
EL BALANCE DE LA TRANSICIÓN
rá-
Entr e 1750 y 1854 se cons olida , se amp lía y se hace geog
fica y socia lmen te dom inan te el siste ma de «hacienda» como
-
base fund ame ntal de la prod ucci ón econ ómic a y de la articu
-
lació n de las prest acion es. Su «estr uctu ra asociativa» y su pecu
de
liar sistema de valores se proy ecta sobr e toda s las relaciones
las
traba jo y a su mod elo debe n refer irse, en últim a instancia,
lA HACIENDA Y EL NACIMIENTO DE LOS PARTIDOS POÚTICOS 271
Ant iguo abo gad o reci bido por la Real Aud ienc ia mie
mbr o
~e los go~ iem os repu b~ic anos ante riore s a 1816, p~la
men ta-
n~ ~ mag¡strado_ desp ues de la bata lla de Boyacá, peri
odis ta y
m1n1stro, do_~ Vice ~te Azu ero es un ejem plo bien claro
de la
tran sfor mac 1on soCial y econ ómi ca sufr ida por su regi
ón nata l
(el Soco rro) ~as la derr ota de los Com uner os y la vinc
ulac ión
de su econ om1 a a las paut as y a los inte rese s de los hace ndad
os de
Tun ja y de la Sab ana de Bog otá dura nte el perí odo subs
igui en-
te. A la ruin a de los peq ueñ os arte sano s y cose cher os de
la zona ,
suce de la tend enci a a la expl otac ión latif undi sta, íntim
ame nte
vinc ulad a con la man ipul ació n del pod er polí tico repu
blica -
no. Bien está el colo fón que invo lunt aria men te puso
el gene ral
San tand er a esta tray ecto ria vital, cuan do escribió
a Azu ero:
«¡Que pros pere la nuev a Soci edad de Agr icul tura Soco
rran a!».
Esto es vivir en el mun do positivo. La vida de las naci
ones en
este siglo se com pon e de bien es mate riale s, y por eso
en los
Estados Uni dos, en vez de acad emia s, mus eos y soci
edad es
científicas o de liter atur a, se ven cam inos de hier ro,
buq ues
de vapo r, banc os, escu elas prim arias , canales, etc., al amp
aro de
leyes que dan gara ntía s al ente ndim ient o y al trab ajo 77
•
La utili zació n del poder político como un medio para
adquirir
propiedad territorial y para defenderla contra los azares
de cualquier
contingencia econ ómi ca, se refle ja igua lmen te en
la cont inua
bata lla libr ada en esta prim era mita d del siglo XIX
cont ra el
siste ma de cens os. El cens o -pa ra segu ir la defi nici ón
juríd ica
de Luis Edu ardo Niet o Art eta-78 «era una caga patr
imo nial
que grav itab a sobr e las prop ieda des terri toria les urba
nas y rús-
ticas. Los edif icio s tam bién pod ían esta r gravados con
cens os
más o men os cuan tioso s. El cens o se tran smit ía con las
prop ie-
dade s. Era O con cedí a un dere cho real que com o tal
no esta-
ba limi tado a una prec isa y dete rmin ada rela ción pers
onal ».
Con stitu idos en favo r de un cens uali sta o bene ficia rio,
por un
cens ator io hab ían crec ido eno rme men te su núm ero
y cuan tía
desd e med iado s del siglo XVIII, bien por dona cion ~s
pi~dosas
testa men taria s, bien com o pago al dine ro pues to a 1nte
res por
los conv ento s y pers ona s eclesiásticas. .
Las adm inis trac ione s virre inal es se queJ aron en vano
ante
1a eoron a espa no - 1a de la pesa da carg a que los censos repr e-
sent aban para el prog reso de la agri cult ura y del com .
erno de
276 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
aspe cto
Y con tinú a así la exp osic ión de su pen sam ient o, de
capi talis ta y abso luta men te orto dox o:
Un gobi erno que cono ce qué tal es el esta do en
que se hallan
con impru-
los cono cimi ento s merc antil es en el país , obra ría
se libre el
denc ia si prom ovie ra inm edia tame nte el que se deja
su deseo
cultivo y com ercio de taba co. Ha hech o, pues, lo que
I
11111
libertad para vend er el prod ucto a quien quier an. Mart ínez Sil-
va alaba la «generosa» cond ucta de estos propi etario s, que les
pennitía trans ferir todos los 7!,esgos a los homb ros de los arren -
datarios, dicie ndo: «Al cosec hero se le perm itía vend er libre-
mente su tabac o prefi riend o sólo por su prop ia volun tad a la
hacienda en igual dad de precios; lo que fue una verda dera no-
vedad, pues aboli do el mono polio fiscal del tabaco, conti nua-
ban explo tándo lo en su prove cho los dueñ os de hacie ndas en
que se cultivaba por arren datar ios la preci ada hoja» 95 •
El sistema de explo tació n del cosec hero se mant uvo mien -
tras resultó un medi o para expropiar excedentes al trabajador pro-
1,etarizado. Incluso, cuan do se quiso prohi bir legal ment e que el
cosechero estuviera oblig ado a vend er su produ cción a un solo
patrón, se utiliz aron dos contr atos separados; uno medi ante el
cual se arren daba la tierra y otro que conte nía la oblig ación de
vender al propi etario el tabaco produ cido. Solam ente la nece-
sidad de eludi r los riesgos financieros, sin abandonar el control de
los trabajadores, llevó al sistema de «rent a libre» inicia do por la
familia Samper.
De este modo , por una lenta y calculada estrategia, fue
posible utilizar en prove cho de las «élites» terra tenie ntes los
principios de la libert ad económica, evitando al mismo tiemp o
que esas doctr inas llevaran a una movilidad social emer gente
a los pequ eños propi etario s campesinos o a las clases medi as
urbanas.
La sustitución de los manu factu reros socor ranos por los
cosecheros de la gran «plan tació n» tabacalera produ jo, según
sus exégetas, beneficios casi increíbles. Don Miguel Samp er los
describió con las siguientes palabras:
La prese ncia de un núme ro tan consid erable de trabaj adore s
que tenían medio s y hamb re atrasa da de consu mir, estim uló la
actividad de todos los servicios, la fecun didad de todos los capita-
les, la aptitu d produ ctiva de todas las tierras , no sólo en el teatro
mismo de los suceso s, sino en toda la coma rca que sentía el vacío
dejad o por la emigr ació n y la dema nda activa de todo cuant o
podía satisfacer las nuevas y crecie ntes neces idade s. Bogotá, su
saban a y los demás puebl os circunvecin os sintie ron pront o los
efecto s de este movimiento y no quedó clase social que no se
aprovechar a de ellos. El propi etario de tierra s vio elevarse los
286 11'. L PODIW. POLÍTICO KN COLOMUJA
Estuard o; Luis X1 con una Aurora que dejó ciegos a los que se
atre,ier on a mirarla de frente y tantas y tantos otros más que no
podemos recorda r 103 •
Sin emb argo , para apre ciar el uso que se da al poder y comprende
r
el perfil de las metas sociales es nece sario observar, com o lo hizo
Safford, que Bogo tá fue el cent ro de distr ibuc ión de este
co-
merc io impo rtado r, «cen tro absu rdo » desd e el punt o de vista
finan ciero , pues mult iplic aba loca men te los costos de trans
-
porte . Y a pesa r de ello, ese auto r ha calcu lado que por lo
me-
nos un 40% del com ercio total de la ciud ad corre spon día
a
impo rtaci ones extra njera s.
292 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
s, de la maj esta d de
no, de las libe rtad es y der ech os individuale
for ma n el núc leo
la ley y de la pro pie dad gar ant izad a por ella
p
118
unirá a Obando -previa aparatosa reconcil iación- para
combatir y derribar a los conserva dores del poder.
Invariable1nente, estos grupos en pugna aparecen dividi-
dos en razón de su defensa o ataque a los privilegios eclesiásti-
cos y solo secundar iamente en relación con problema s sociales
o económic os, como se verá más adelante.
Es que cuando la Iglesia se sintió amenaza da seriamen te
en la perpetua ción de algunos de sus tradicion ales privilegios
por la emergen cia de algunos comercia ntes y artesanos de las
incipient es ciudades , echó todo el peso de su influenci a a favor
de las viejas oligarquías terratenie ntes, formadas y ratificadas a
través del siglo XVIII.
A su vez, esa clase mercanti l emergen te que esgrimía con-
tra el Clero argumen tos «socialistas» 119 se vinculó por parentes-
co o por vía de alianzas de otra índole a la clase latifundista.
Así es como don José María Samper hace juveniles discursos
contra la propieda d, para concluir, como toda su familia, en el
negocio agromerc antil de la exportac ión de tabaco. La oposi-
ción y contraste entre terrateni entes y comercia ntes, duró bien
poco tiempo. Hacia 1850, liberales y conserva dores -como
anotó Safford - desempe ñaban a la vez funcione s de patrón
de hacienda , de comercia nte importad or y de burócrat a po-
lítico. El propio general López, tras de alentar y patrocina r a
las «sociedades democráticas» de artesanos como palanca elec-
toral, igual que don José de Obaldía, se encargó con la ayuda
conserva dora, de extermin ar a los artesanos en 1854.
Frente a la falsa bandera eclesiástica había quedado levan-
tada una contra-Iglesia, irraciona l en sus métodos y falaz en sus
ideología s, pero suficient emente eficaz como para justificar la
adhesión de la mitad de los hacendad os-docto res colombia nos
contra la otra mitad de la «élite». En una carta de excepcio nal
importan cia para escudriñ ar los meandro s de la acción política
colombia na, uno de los fundador es del Partido Conserva dor
escribe al otro en 1852, expresán dole sus temores de que, vi-
viendo en los Estados Unidos, se hubiera hecho protestan te.
Yle explica confiden cialment e, que aunque admite en privado
la libertad de concienc ia, no es prudente hacerlo en público,
porque «las mujeres y los pueblos no obran sino a impulsos
del sentimie nto y de la pasión, y si el cálculo del interés o la
e
la pre-
com o el doct or Lore nzo Mar ía Ller as enco ntra ron en
ada
dica ción de un incip iente socia lism o la opor tuni dad busc
artes a-
para atrae r haci a ellos las simp atías de esta nuev a clase
libre -
nal, exig ua pero exas pera da por la crec iente pres ión del
cam bism o arras ador .
o
La Soci edad de Arte sano s, fund ada por oper ario s com
«gól-
Amb rosio Lópe z, en reali dad fue pues ta al servi cio de los
ron
gota s» (los miem bros liber ales de la «élite») que se hicie
de sus
famo sos con tal nom bre cuan do pred icaro n en algu na
o en
sesio nes que el socia lism o habí a sido fund ado por Jesu crist
ió
el Gólg ota. Eran gent es com o Pach o Mor ales (quie n se ofrec
otá),
en algu no de los deba tes para ases inar al arzo bisp o de Bog
an-
desc endi ente de las más ranc ias fami lias hace ndad as y merc
el mo-
tiles del país, cuyo s ante pasa dos se hicie ron céle bres en
125
tín del 20 de julio de 1810 •
La Soci edad de Arte sano s, post erio rmen te reba utiza da
inte-
com o Soci edad Dem ocrá tica, se apoy a bási cam ente en los
reses permanentes de sus integ rante s traba jado res y llega
a hace r-
e»,
se temi ble grac ias a la orga niza ción que les impa rte la «élit
facto r
que creía pode r cont ar inde finid ame nte con ellos com o
rio
de pode r, desd e el 7 de marz o de 1854, cuan do José Hila
nte
Lópe z es eleg ido Pres iden te, ante una audi enci a curio same
an
com pues ta por parti dario s suyos, entr e los cual es se mez clab
sas-
los estu dian tes «socialistas» de la «élite» y los carp inter os,
126
tres y hoja later os de la ciud ad •
El efec to de la asociación de estas exiguas masa s urbanas, fue
otá
rápi do y fulm inan te. El ejem plo de los artes anos de Bog
consi-
fue segu ido en num eros os cent ros urba nos del país,
nes
guie ndo el dom inio de la vida públ ica. En algu nas regio
polí-
com o el Vall e del Cauc a, dond e una soci edad sin ener gía
de ver
tica, a caus a de los largo s siglos de escla vism o, acab aba
servil,
la man umis ión de los últim os negr os sujet os al régi men
jó en
el sent ido popu lar de las socie dade s dem ocrá ticas se refle
ron
viole ncia inter racia l. Band as de negr os y mula tos com enza
Cali,
a atac ar a latig azos a los hace ndad os y com ercia ntes de
por
de Cart ago, de la prov incia de Buen aven tura. Exac erba dos
ban
largo s siglos de renc or silen cioso , los «zur riagu eros » ataca
hasta
los gran des latif undi os y azot aban a los antig uos amo s
e de
deja rlos exán imes . Uno de quie nes hubo de sufri r el azot
-
IA HACIENDA Y EL NACIMIENTO DE LOS PARTIDOS POÚTICOS 303
contingencias de un salario,
sus mi em bro s no estaban sujetos a las
elección del nuevo Presí-
resultó el ele me nto capital par a la
ete nd ida me nte socialis-
den te. Mientras los «gólgotas» -pr
doc tor Francisco Álvarez
tas - com o do n Jos é María Samper, el
ban sus intereses con la
e incluso el pro pio González escuda
ra, las sociedades demo-
can did atu ra del gen era l Tomás Herre
ni experiencia) el no mb re
cráticas escogieron (aun qu e sin tino
do. O ban do obtuvo un
«popular» del gen era l José María O ban
triu nfo aplastante.
endados-empresarios
Apenas se inicia el gobierno, los hac
y los «draconianos» artesanales cho
can en las calles de Bogotá.
bastones y puñales y los de
Los <~Óvenes de casaca» armados de
8 de jun io de 1853, verbi-
«ruana» con garrotes y cuchillos. El
rentino González, qui en
gracia, «volvía a su casa el doc tor Flo
ruana en la seg und a calle
fue atacado po r algunos individuos de
za que le rom pió la capa.
del comercio con garrotes y un a lan
matan. Su casa estaba a
Le ech aro n po r tierra y po r poco lo
. Los artesanos le cre ían
cin cue nta varas y le con duj ero n allí
derechos a los artefactos
con tra rio a sus ideas sobre im pon er
vo al piq ue de per der la
extranjeros, y fue po r eso que estu
estaban servidos.
vida» 129 • Los librecambistas «socialistas»
EL ESPECTRO DE BANQUO
tan der com o Presi-
Tras los den oda dos esfuerzos de San
un golpe final al Ejército
den te de la Nueva Gr ana da par a dar
rco int egr ado r de la soña-
Regular que hab ía servido como ma
que restan (der rib ado
da sociedad bolivariana, los veteranos
eta ) son con sta nte me nte
el gob ier no de facto de Rafael Ur dan
os de la hac ien da qu e se
hostilizados po r los dirigentes polític
ejemplar. So lam ent e las
abre paso buscando su culminación
du eño s del po der , qu e
continuas querellas ent re los nuevos
civil int erm ite nte , son un
originan un estado crónico de gu err a
e esa «estructura asocia-
obstáculo par a eli mi nar definitivament
ado qu e deb ió ent err ars e
tiva» anacrónica, residuo de un pas
.
con los sueños de la ant igu a Colombia
rer a en tiempos de
Oficiales qu e hab ían iniciado su car
osamente conservar sus
Bolívar y hab ían conseguido trabaj
ctivos con sus sueldos y
nom bre s en las listas de servidores efe
LA HACIENDA Y EL NACIMlENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS 305
Era Collazos un antiguo y valic::ntc jefe q~e había hecho con glo-
ría ]a5 campañ as de la Jndependc::ncia. El se hallaba pobre y no
podía sufrir paciente m ente que en Buc.: aramanga, Girón y pue-
blos inmedia tos, hubiese rioJs, l<>s qut~ eran d tema obligado
de <;U$ fre cuentes dcclama cíonefí democráticas y ca~i comunis tas.
Por est,()S p<Jderoso~ motivos lo~ hombre s que en Bucararn anga
poS<...1an bienes de fortuna temían que Co1lazcJs aprovec hándose
de Jars circun$t ancí~, adíJpta.ra d partido de servir a 1a revo1u-
d6n y qut: f;(; armara en fü fa_yor a fin de oprimir y v~jar a los
habitant es de aquel dfatritu. El odiaba tamb1ér1 a los liberales
~úlgow y a Jars in$tÍfJ_J.dones de la Nueva Granada 1~1•
306 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBI A
NOTAS
6. Cf. Arteta, op. cit.; Groot, Historia eclesiástica y civil, op. cit.
7. Miembros de las familias Lozano y Caycedo lucharon en los dos
bandos rivales. Pero hay indicios de que intentaban contentar a los co-
merciantes centralistas: «Administrador de la Hacienda de El Novillero y
otros bienes de don José María Lozano, Marqués de Sanjorge, Rubio se
había mostrado exteriormente partidario del Presidente Nariño y llegó
a obtener el cargo de capitán del regimiento de milicias disciplinadas de
Cundinamarca .. . » . Habiendo traicionado a Nariño, Luis Rubio se dis-
culpó diciendo que siempre había opinado en favor de «un cuerpo de
nación que sea capaz de asegurar nuestra libertad y que en su concepto,
el Congreso establecido por el patriotismo y literatura de sus miembros,
debía ser el que organizase el reino .. . ». (Caycedo, op. cit., p. 92).
Los miembros de la familia Caycedo, vinculados directamente al ne-
gocio de abasto de carnes, como don Luis de Caycedo, se inclinaron al
lado de Nariño. Aquellos que, por el contrario, fincaban su utilidad en la
simple explotación de la tierra fueron federalistas. (Cf. Abella, El florero
de Llorente, ya citado).
Combatiendo en las filas nariñistas, el capitán Antonio Ricaurte, con-
tra su hermano Manuel, su tío Joaquín y su primo Antonio Baraya, trai-
cionó a los centralistas en el combate de Ventaquemada. «Así la posición
del joven héroe, más que una lucha contra el federalismo parecía una
tremenda disensión de familia». (Cf. Caycedo, op. cit., pp. 59 y ss.).
8. Cf. Abella, op. cit. , p. 142.
9. Nariño, «como le preguntasen de dónde venía la adhesión de
los españoles a su gobierno decía: "La respuesta es bien sencilla: de la
justicia e imparcialidad de sus procedimientos ..."». (J. M. Groot, Historia
eclesiástica, p. 199).
Antonio Nariño, «Ensayo de un nuevo plan de administración del
Virreinato de la Nueva Granada», reproducido en las Obras completas de
Nariño, editadas por José María Vergara yVergarahacia 1866 (citado por
Nieto Arteta, Economía y cultura ... ).
«El comercio es lánguido; el erario no corresponde ni a su pobla-
ción, ni a sus riquezas territoriales; y sus habitantes son los más pobres
de América. Nada es más que el espectáculo de una familia andrajosa,
sin un real en el bolsillo, habitando una choza miserable, rodeada de
algodones, canelos, de cacaos y de otras riquezas, sin exceptuar el oro y
las piedras preciosas ... ».
«Yo la comparo (la nación) a un hombre opulento que goza de gran-
des rentas, y que esta abundancia le hace despreciar la economía y la
constancia, que sólo forman la riqueza de otros hombres que no gozan
tan ricas posesiones».
« •.. Hay un género de contribuciones que son más gravosas por los
obstáculos que oponen al adelantamiento de los vasallos, que por la can-
tidad que de ellos se exige, o por lo que el erario reporta. Tales son en
este Reino las alcabalas interiores y los estancos de aguardiente y tabaco».
PARTIDOS POLÍT ICOS 319
1A HACI ENDA Y EL NACI MIEN TO DE LOS
ta Va-
Jerón imo de Mendoza,José Acevedo y Gómez, Ramón de la lnfies
Cabildos
dés y por el secretario, Eugenio Martín Melendro. (Cf. Ortega,
de SantaFe, p. 269). El hecho es tan curioso como simbólico.
do,
12. La Bagatela, 25 de agosto de 1811, p. 27. Citada por Cayce
ap. cit., p. 25.
13. José María Caballero, Particularidades de SantaFe. Un diario
de fosé
as de
María Caballero, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Prens
la Biblioteca Nacional, Bogotá, 1946.
ión de
14. Caballero, op. cit., p. 109. Es notable la alusión a la coalic
los «pueblos» rurales, contra la ciudad.
15. Cf. Caycedo, op. cit.; Abella, El florero de Llorente.
16. Imd.
17. Caballero, op. cit.
18. Caballero, op. cit.. p. 216.
19. Caballero, op. cit., p. 230.
gue-
20. Díaz, «Los Almeyda», ilustraciones, ámbito geográfico de la
rrilla.
Gai-
21. José María Baraya, Biografías militares, Bogotá, Impre nta de
tán, 1874. Citado por Díaz, op. cit.
22. Díaz, op. cit.
23. Ibíd.
ut,
24. Díaz, op. cit.; José Hilario López, Memorias, Editorial Bedo
Medellín, 1969.
25. Díaz, op. cit.
26. López, op. cit.
o
27. Santander estuvo entre los oficiales centralistas que, al mand
ario en
de Baraya, traicionaron a Nariño y se pasaron al band o contr
de la centra liza-
1813. Después fue uno de los más tenaces defensores
de Oca-
ción propiciada por Bolívar y más tarde aun, en la Convención
o un
ña, sus amigos tornaron bajo su inspiración, a defen der con ahínc
de 1828.
proyecto de Constitución federalista presentado el 12 de mayo
y de
28. Singularmente es interesante el caso de don Luis Caycedo
cta fue
su hijo don Domingo. Sobre este, reza el expediente: «Su condu
vasallo de
juzga da en Consejo de Guerra en que fue declarado leal y fiel
Su Majestad». (Díaz, ap. cit., pp. 53-54).
29. Díaz, op. cit., pp. 172 y ss.
30. Díaz, op. cit., p. 192.
Edi-
31. David Bushnell, El régi,men de Santander en la Gran Colombia,
torial Antares, Bogotá, 1966.
- ne-
32. «En la Capitanía General de Caracas -actu al Vene zuela
o el total
gros y mulatos alcanzaban la cifra de 493.000 en 1810, cuand
Jaramillo
de la población era de 900.000». (Cita de John Franklin, en
Uribe, Esclavos y señores, pp. 8-9); J. M. Restrepo, Historia de la
revolución
de Colombia, Editorial Bedout, Medellin, 1969.
33. Bushnell, ap. cit.
U HACIDHJA Y EL NACIMIO-'TO DE WS PARTIDOS POLÍTICOS 321
e se hallase, sin
jefe natur al. «Desde Santa Fe hice ánim o de ir a dond
las de servir a
resol ución de pedi r incor pora ción en esas tropas sino con
sus órde nes en cualq uier clase ». (Jbíd., p. 190).
fuero militar
38. Bushnell, op. cit., pp. 297 a 304. Por ejemplo: «El
milit ar comenzó
fue igual ment e atacado. El trabajo de mina r el fuero
los miem bros
desd e el Cong reso de Cúcuta. En 1821 se estipuló que ·sólo
tidos a la ley mi-
de las fuerzas arma das en servicio activo estab an some
judic ial a los
litar y que esta disposición exclu ía de cualq uier privilegio
milicianos que se enco ntrab an fuera de servicio».
de fueros
«El códig o pena l que restri ngía drást icam ente toda clase
s qued aron sin
especiales final ment e no fue prom ulgad o, pero los fuero
ue con prud en-
emba rgo anula dos por comp leto en algun os casos . Aunq
. (Cf. notas de
cia para evitar el desc onten to total de las fuerzas militares»
pie de págin a de la obra) .
ardo Infan te
39. El proce so y poste rior ejec~ción del coro nel Leon
regul ares y los
puso de relieve la hostilidad existente entre los militares
rales -hace ndad os
vene zolan os, por una parte , y los hace ndad os y gene
el salvamento
neog ranad inos por la otra. La alta Corte de Justicia, con
cond enó a Infan-
de voto de su Presi dente , el vene zolan o Miguel Peña ,
. Histo riado res
te y poste riorm ente proce só y cond enó al prop io Peña
ande r y a sus
como Groo t y O'Le ary atrib uyero n al vicep resid ente Sant
del caudillo lla-
amigos, Francisco Soto y Vicente Azuero, la cond enac ión
y Fabio Lozano
nero . (Cf. Groot, op. cit.; Guillermo Hern ánde z de Alba
oteca de Historia
y Loza no, Documentos sobre el doctor Vicente Azuero, Bibli
; Bushnell, op. cit.
Naci onal, Vol. LXXI, Impr enta Nacional, Bogo tá, 1944
José Marí a Cordovez Mau re, Reminiscencias, T. IX, p. 65.
oteca Popu lar
40. José Marí a Cordovez Mou re, Reminiscencias, Bibli
T. III, p. 255.
de Cultu ra Colo mbia na, Edito rial Kelly, Bogotá, 1945 ,
41. Cf. Nota 35
ión de poder,
42. Ram ón Díaz Sánchez, Guzmán, elipse de una ambic
ción de Cultu ra y
Edic iones del Ministerio de Educ ación Naci onal, Direc
Bellas Artes, Caracas, 1950, pp. 87 y ss.
La lealta d cas-
43. Alfre do De Vigny, Servidumbre y grandeza militares.
, conv ertid a en
trens e, sobre pues ta a los inter eses familiares y de clase
te en el trabajo
elem ento fund amen tal de la adhe sión al «héroe» paten
ito de Bolívar.
de Vigny, es ingre dient e básico de la cohe sión del Ejérc
44. Cordovez, op. cit., T. IX, p. 261.
y Lozano, Do-
45. Abella, Don dinero en la Independencia; Hern ánde z
cumentos sobre el doctpr Vicente Azuero.
46. Liévano Agui rre, op. cit., p . 248.
4 7. Abella, Don dinero en la Independencia.
48. Ibíd.
icto proble-
49. Bush nell, op. cit. «Surgen dent ro de todo este confl
y Sant ande r pro-
mas regio nales . Nari ño era un prom inen te bogo tano
vinci ano que estab a gobe rnan do en la capital».
LA HACIENDA y EL NACIMIENTO DE LOS PARTIDOS POÚTICOS 323
101. Nieto Arteta, ap. cit., T. 11, pp. 162 y ss.; Safford, ap. cit.
Para un examen más detallado de la balanza de pagos de Colombi a
en el «período del tabaco», cf. Jorge E. Rodrígue z y William P. McGree-
vey, «Colombia-Comercio Exterior», en Compendio de estadísticas históri-
cas, ya citado, pp. 108 y ss.
102. Nieto Arteta, ap. cit.
103. Cordovez Moure, V. I., p. 25.
104. José Eusebio Caro, Epistolario, Ministerio de Educació n Nacio-
nal, Bogotá, 1953, p. 441.
105. Safford, ap. cit.
106. Md.
107. El ejemplo de los hermano s Miguel y José María Samper Agu-
delo podría servir como caso de estudio para observar la indisolubilidad
de los intereses de hacenda dos, comercia ntes e incipient es banquer os e
industriales en la segunda mitad del siglo XIX, y la estrecha conexión
entre el control solidario de todos los intereses económi cos y el ejercicio
del poder político partidista.
Miguel Samper nació en Guaduas el 24 de octubre de 1825, y su her-
mano José María en Honda el 31 de marzo de 1828. Eran hijos de José
María Samper y de Tomasa Agudelo.
José María Samper (el padre) era hijo a su turno de un comerci ante
español avecinado en Honda (puerto fluvial forzoso de entrada alcora-
zón del Reino) de nombre Manuel Samper. Tal tipo de comercia ntes
peninsulares en la segunda mitad del siglo XVIII llegaron a constitui r en
algunos sitios, como Cartagena, Mompós, Honda y la propia Santa Fe,
un grupo social bien diferenc iado y aun antagóni co de los hacenda dos
exencomenderos ~e larga tradición criolla (Cf. Notas 7 y 9 de este capí-
tulo). Quizá don Manuel tuvo algún parentes co con Antonio Samper, el
gobernador de la provincia de Santa Marta, complica do en un proceso
por contraba ndo en 1805 (Cf. Nota 22 del Capítulo VII) pero no existe
documentación que lo demuest re. Doña Tomasa Agudelo pertenec ía a
una rica familia de terrateni entes de la zona ribereña del Magdale na.
José María Samper (padre) siguió la tradicional profesió n de la fa-
milia y fundó en Honda, con el nombre de «Samper y Compañ ía», una
:asa de comercio ocupada esencialm ente del tráfico de mercade rías de
importación y exportac ión a lo largo del río y desde Bogotá al mar Cari-
be Ya los mercados ultramarinos.
Miguel Samper Agudelo contrajo matrimo nio en 1851 con Teresa
Brush, hija de otro comercia nte, este de origen inglés y radicado en
Cartagena, James A. Brush, quien había venido a América como oficial
:e~cenar io al servicio de los independ entistas mexicanos y se había re-
giado más tarde en la Nueva Granada .
Habiendo iniciado su carrera como comercia nte en el negocio de su
iaadre, Miguel Samper se interesó luego en la actividad agraria y creó en
zona del Magdalena vastas hacienda s tabacaleras. Participó en activi-
330 EL PODER POLÍTIC O EN COLOM BU
dades de tipo indusa ial y financ iero , fue consta nte colabo rador de los
periód icos bogota nos, ocupó un puesto en la Cámar a de Repre sentan tes
en las legisla urras de 1850 y de 1857 como diputa do por Villeta , fue se-
creta.Iio de Hacien da Nacion al al iniciar se la Regen eració n en 1882. Fue
uno de los conven cionist as de RionegTo , donde se procla mó la Consti tu-
ción liberal y federa lista de 1863, y hasta su muert e uno de los directo res
intelec tuales más acatad os del Partid o Libera l.
José Maria Sampe r Agude lo conrra jo mau-im onio en 1855 con So-
ledad Acosta Kembl e , hija de aquel Joaqtú n Acosta (ahora genera l) a
quien yfollie n encon tró en su tienda de Guadu as vendie ndo azúcar , ta-
baco y drogas . J oaqwn A.costa , hijo del con-eg idor de Guadu as, quien
era el propie tario de la mayor parte de las tierras de la región , llegó a ser
minisu-o en ·w ashing ton, seuet:a.Iio de Relaci ones Exteri ores y autor de
un Compen dio histórico del Desc-ubrimien to y colonización de la N ueva Granad a
en el siglo Xl 1, public ado en Paris en 1848.
1
dad Acosta de Sainper, «El doctor Rafael Núñez», en Los mejores artículos
de Rafael Núñez., Selección Sainper Ortega, 3ª edición, Editorial Mine.rva,
Bogotá, s.f., p. 17; Medardo Rivas, op. cit.
108. Véase carta de Pastor cYspina, de 26 de diciembre de 1814:
«¿No le dará a usted mucha satisfacción el saber, por ejemplo, que
don Joaquín Gómez Hoyos, hombre ajeno de toda intervención en
el gobierno, habiendo sabido en los momentos en que se esperaba el
movimiento de Bogotá que se necesitaban cinco mil pesos para una ope-
ración, salió corriendo de su casa, los tomó a interés de los comerciantes
y los entregó al tesorero de la Sociedad de Señoras, que debía darles
su empleo? Era una ofrenda voluntaria que él hacía para el rescate del
orden. Y Gómez Hoyos es un pobre en comparación con el doctor Már-
quez. Y Gómez Hoyos nada ha recibido de la República cuando el doctor
Márquez ha hecho con ella una inmensa fortuna». (Efristol,ario de José Eu-
sebio Caro, ya citado, p. 364).
«Hasta 1890 los líderes comerciales eran casi en su totalidad miem-
bros de familias cuya posición de clase alta se había establecido antes de
la terminación del período colonial y era reconocida en toda Nueva Gra-
nada». (Frank Robinson Safford, «Empresarios nacionales y extranjeros
en Colombia durante el siglo XIX», en ANCHSC, No. 4, Universidad
Nacional, Vol. I, Bogotá, 1969, p. 100).
«La alta clase financiera del país es representada generalmente como
el receptor pasivo de los avances de organización y técnica de los angloa-
mericanos; los empresarios colombianos imitan sistemáticamente a los
extranjeros; además parece ser que los líderes empresariales pertenecie-
ron, como clase, a la de los terratenientes». (Safford, op. ci,t., p. 87).
Cf., igualmente,Joaquín Tamayo, Don fosé Maria Pl,ata y su época, Edi-
torial Cromos, Bogotá, 1933.
109. En un sentido político-económico la liberación de los esclavos,
dadas las condiciones sociales de la época, reforzó la proletarización de
la población en todas partes y dio origen, allí donde la de color era nu-
merosa, como en el Valle del Cauca, a agudos movimientos de violencia
social.
11 O. Mariano Ospina Rodríguez, Escritos sobre política y economía, ya
citado, p. 170. «Es pues con razón que la masa de la población no puede
ver en el cambio de administración, otra cosa que cambio de personas,
y en este cambio únicamente alternabilidad de los sueldos. De aquí ha
resultado que la masa de la población no esté hoy dividida en opiniones
propiamente dichas, porque no conoce los principios que realmente di-
viden los partidos que luchan». (lbíd, p. 169).
111. Núñez afirmaba en 1885: «Disidencias de partido han termi-
nado felizmente y las sanas doctrinas liberales y conservadoras, que son
en su fondo idénticas, quedarán en adelante, en vínculo indisoluble, sir-
viendo de pedestal a las instituciones de Colombia». (Citado por Nieto
Arteta, op. cit., T. II, p. 220).
332 EL PODER POÚ TICO EN COLOMBIA
que hay furor por.él. Tememos que llevando mucha quina a Europa, no
toda de buena c~1dad, dec~ga el precio, como sucedió en 1805, en que
hubo otro entusiasmo semeJante». J. M. Restrepo, op. ci,t., T. II, p. 418.
124. «La violencia del espíritu de partido empezó a mostrarse con
otras manifestacio nes. Desde 1846 se había formado en Bogotá una aso-
ciación de la clase de los artesanos sin carácter político alguno en un
principio, pero poco a poco fue adquiriéndol o y en 1849 ya llegó a ser
una fuerza respetable en el movimiento de los partidos. En un princi-
pio tenía por objeto prestarse auxilio recíproco en casos de enferme-
dad o de muerte, establecer escuelas nocturnas en que se enseñase a
leer y escribir y dibujo lineal. El presidente de la sociedad en 1848 era
un zapatero, padre de familia, modesto, honrado, trabajador; llamábase
Francisco Vásquez Guevara, y los ·socios más notables, que podían ejer-
cer influencia sobre sus compañeros, eran Ambrosio López Londoño
(sastre, que también fue presidente de la sociedad en 1849), Rudesin-
do Zuñer (sastre), Emeterio Heredia (herrero) y otros dos o tres cuyos
nombres no recuerdo. Más tarde se hicieron notables los señores Miguel
León (herrero) orador fogoso que, en 1853 y 1854, mostró ideas poco
pacíficas, sobre todo antipatía por la clase llamada de los cachacos; José
María Vega y N. Saavedra (zapateros). También se habían enrolado en
la sociedad y con el tiempo adquirieron influencia notable dos milita-
res retirados entonces, pero que en 1849 volvieron a servicio activo, los
señores Valerio Andrade y Antonio Echeverría, capitanes o sargentos
mayores».
«En 1848, la Sociedad de Artesanos no se ocupaba de política; en sus
sesiones nocturnas se daba enseñanza de lectura, escritura, aritmética
y dibujo lineal. Atraídos por el objeto simpático de la institución, nos
incorporamo s en ella varios jóvenes recién salidos de los colegios, que
después debíamos figurar en las luchas políticas: recuerdo los nombres
de los señores José María Samper, Medardo Rivas, Carlos Martín, Anto-
nio María Pradilla, ]anuario Salgar, Próspero Pereira Gamba y Narciso
Gómez. Enseñábamo s a leer y escribir, y concurríamo s con este objeto
dos o tres veces a la semana a las escuelas nocturnas. En 1849, después
de la inauguración de los nuevos mandatarios, la sociedad se puso de
moda y era raro el liberal que no quisiese inscribirse en sus filas, prin-
cipalmente los de las clases militar y empleados públicos. Empezaron a
asistir a las sesiones personas que deseaban hacer notorias sus opiniones
liberales, para lo cual las llevaban hasta la exageración. Ya se había olvi-
dado el primitivo programa de la sociedad; sólo se hablaba de política
y se hacían proposicione s extraordinar ias, discutidas con calor como si
ese fuese un cuerpo deliberante. Pronto empezamos a notar que ya no
se miraba con simpatía a los miembros que habían recibido educación
de colegio y usaban vestidos de mejor clase que la ruana y la chaqueta,
con lo cual cesó la concurrencia de estas personas». (Salvador Camacho
Roldán, Memorias, Bolsilibros Bedout, Vol. 74, Medellín, s.f.).
334 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
<<Artic ulo 1º. El pie de fuerz a del Ejérc ito perm anen te para
el próxí -
mo año econó mico , no exced erá en tiemp o de paz de ocho
cient os hom-
bres de tropa » .
«Artículo 2º. El núme ro de jefes y oficiales en tiemp o de paz
no exce-
derá de un coron el, dos tenie ntes coron eles, cuatr o sarge ntos
mayo res,
doce capit anes y treint a y ocho oficiales subal terno s . .. ». (Rest
repo, op.
cit., pp. 310 y ss.).
134. Euge nio Díaz, testigo prese ncial del desar rollo de la
revol u-
ción de Melo, trans cribe el texto litera l de un progr ama
que circu ló
manu scrito , con la enum eració n. de los objetivos perse guido
s por los au-
tores del golpe de Estado:
«Aquí tiene n usted es el progr ama manu scrito que me mand
ó don
Guill ermo , y leyó:
Abajo gólgo tas y Cons tituci ón del 21 de mayo.
Conv ocato ria de una conve nción grana dina.
Profu ndo respe to a la religi ón católica, apostólica, roma na.
Fuero eclesiástico.
Misión a Roma a solicitar un conco rdato .
Dero gator ia de todas las leyes antieclesiásticas.
Vuelt a de los jesuit as.
Resta bleci mien to del orden públi co con diez mil bayonetas.
Reca rgo prude nte a los derec hos de e},,_rportación.
Cont ribuc ión sobre el tabac o que se expo rta». (Euge
nio Díaz.
El rejo de enlazar, Biblio teca de Cultu ra Colom biana
. Bogotá. 1944.
pp. 165-166).
El texto anter ior mues tra con nítida eYidencia de qué mane
ra los
intere ses «hace ndari os» estim ulado s por la economía. agroe
xport adora
del tabac o, aglut inaro n estre cham ente a las .-. élites » de ambo
s partid os.
libera l y conse rvado r, pasan do aun por encim a de las prote
stas de fideli-
dad a la Iglesia (portaYoz de la ideol ogía tradic ional ) esgrim
idas por los
artesa nos v los oficiales melistas.
135. Restr epo, op. cit.. pp. 195. 330.
136. IlJíd. p. 349.
137. IlJíd. p. 419. El .Veogranadino. No. 303.
138. La coalic ión fonna l de los partid os libera l y conse n-ado
r. tras
sangr iento s perío dos de ,iolen cia interp artida ria. es un fenóm
eno recu-
rrent e v reQ"ular en la vida políti ca de la nació n. C n mmim
' o iento pend u-
lar lleva a los dos partid os «u-adicionales". de la alianza esu-a
tégica a. la
lucha arma da v de nuev o a la afümza. en un proce so penü
stent emem e
repet ido a lo l~go de un siglo. L'l müón de los partid os en
el gobie rno.
propi ciada por Manu el Maiia Malla iino en 185-t u-as la derro
ta de José
Mari a Melo , fue repro ducid a por Rafael Núú.e z en 1886. tras
la larga se--
1ie de guen- as civiles ocun idas bajo el régim en fede1~u; por
Rafa d Reyes
en 1903, despu és de las guen- as chile s de 1895 y 1899~ por Emiq
ue Olarn
Herre ra. tras los viole ntos distu rbios en la zona bm1anera de
Santa Marta
~i36 EL PODER POUTICO EN COLOMBIA
en 1928, las grande s huelgas petrole ras de 1927 y los moúne s bogota nos
<le 1929; por Marian o Ospina Pérez (preced ido por un intento igual de
Alberto Lleras Camarg o) en 1946; hasta que la coalició n se instituci(}-
nalizó por medio de la Reform a Consút ucional plebisc itaria, creado ra
del Frente Nacion al en 1957, para cerrar la temible era de la violenc ia
políúca que azotó al país antes de 1950 y que incluyó el golpe de Estado
militar de Gustavo Rojas Pinilla en 1954.
«Regen eración », «Unión Republ icana», «Conce ntració n Nacion al»,
«Unión Nacion al », «Frente Nacion al », parecen ser denom inacion es de
un mismo fenóme no sustanc ial, cada vez más notorio en la vida inter-
partida ria. Las razones por las cuales violenc ia y coalició n se sucede n
pendul arment e, siguien do ciertas pautas definib les, no ha sido materia
de ningún estudio sistemá úco, a pesar de la importa ncia y signific ación
de l fenóme no, que podría explica r muchos aspecto s de la estruct ura
fundam ental de los partido s «tradici onales» colomb ianos, así como las
razones de su notable persiste ncia históric a.
139. Sobre José María Mela y el signific ado de su golpe de Estado,
la historio grafia colomb iana ha adopta do casi sin excepc iones una acti-
tud de estereo úpada conden ación, fundad a en el repudio de las dicta-
duras militares. Un ejemplo es el juicio de Núñez: «El genera l José Maria
Mela era la personi ficación del elemen to militar espurio , que como ya lo
hemos dicho se había iniciado en los consejo s del gobiern o en la época
de que venimo s habland o. Mela era un hombre de insegur os antece-
dentes políúco s. Había pertene cido a causas opuesta s, y en su cabeza no
cabía ilación de ideas. Era en una palabra , lo que se llama un soldado de
fortuna ». (Rafael Núñez, «Una vieja historia », en Los mejores artícul,os, ya
citados, p. 71).
A los perfiles de la estruct ura social, puestos de relieve por la revolu-
ción de Mela, no se les ha prestad o ningun a atenció n, con la solitari a ex-
cepción del libro de Germán Colmen ares, Partidos políticos y c/,ases sociales
(Univer sidad de los Andes, Bogotá , 1968).
Sin embarg o, el examen de los conflict os de clase realizad os por Col-
menare s no presta atenció n al problem a de los modelo s de asociac ión.
No obstant e, los artesan os de 1854 tenían una aguda concien cia del
signific ado de su rebeldí a. Una socieda d de artesan os expresa ba en El
Neogranadino del 14 de abril de 1849: «Es ya de todo punto imposib le
gobern ar esta Repúbl ica por el sistema de clientel as. El pueblo ha des-
pertado , y volvien do a mirar lo pasado encuen tra que sus mandat arios le
han olvidad o de continu o, y que ciertas clases, familia s y persona s, han
recibid o los benefic ios, echand o a 1as·masas que sumini stran los recurso s
y que tienen las fuerzas ·fisica y moral» . (Gerard o Molina , Las ideas libera-
l,es, ya citado, p. 61).
140. Restrep o, op. cit., p. 401.
141. La Indepe ndenci a eliminó los vestigios de cuerpo s burocrá ti-
cos. fundad os en el seguim iento de una carrera de ascenso s metódi cos
LA HACIENDA YEL NACIMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS 337
Proyección y sistematización
Ejemplo: «Estoy enfermo, por lo tanto he obrado mal».
Racionalización-ideología
Sistema para superar las tensiones.
Linton explica: «El tipo de personalidad básica para cualquier socie-
dad es la configuración de personalidad compartida por la mayoría de
sus miembros como resultado de las primeras experiencias que tuvieron
en común. Esto no corresponde a la personalidad total del individuo,
sino más bien a los sistemas proyectivos; en otras palabras, al sistema de
valores y actitudes que son básicos para la configuración de la persona-
lidad del individuo. Así el mismo tipo de personalidad básica puede re-
flejarse en diferentes formas de conducta y puede participar en muchas
configuraciones diferentes de personalidad total».
Kardiner agrega aún más explícitamente: «La base experimental del
sistema proyectivo casi siempre se olvida; en las percepciones condicio-
nadas, en los significados, reacciones psicosomáticas y conducta de la
personalidad, sólo encontramos sus huellas. Una característica de estos
sistemas proyectivos es que son capaces de extenderse a situaciones que
no tienen semejanza real con las experiencias en que ellos se basan.
A esto puede llamársele "extensión simbólica"».
Aunque los conceptos de Kardiner y Linton, con la colaboración
antropológica de la doctora Cora Du Bois y de J. West, surgieron de
investigaciones concretas sobre dos culturas «primitivas», comanches
y olorenses, y de un grupo social «occidental», la pequeña comunidad
urbana de Plainville, Estados Unidos, Linton expresa con razonado op-
timismo: «Considero que el concepto de tipo de personalidad básica
provee a las ciencias sociales con un nuevo instrumento de trabajo, cuyo
empleo será fructuoso en el logro de resultados importantes. Es dema-
siado pronto para predecir lo que serán muchos de estos resultados,
pero sí puede anticiparse que el concepto jugará un papel importante
en el desarrollo de la nueva ciencia de la conducta humana, que está sur-
giendo como síntesis de disciplinas viejas y más especializadas». (Abram
Kardiner, R Linton, C. Du Bois, J. West, Fronteras psicológi,cas de l,a socie-
dad, Fondo de Cultura Económica, México, 1955).
Resulta obvia la enorme utilidad que tal enfoque y tales conceptos
pueden tener para el desarrollo de la ciencia política y la sociología del
poder.
CAPÍTULO 9
con tinu as acc ion es jud icia les y fina lme nte
org ani zar on una
com pañ ía com uni tari a (M ore no, Wa lke r y
Cía .) par a com pra r
los terr eno s de la que hoy es la tiud ad de
Ma niza les. Téc nic as
lega les y fina nci era s, aud ace s y firm es, die
ron el triu nfo fina l a
los ocu pan tes, en térm ino s tale s que sus
opo nen tes pud iero n
igu alm ent e con sid era r que hab ían hec ho
un bue n neg oci o,
cua ndo los litig ios term ina ron . El reg ate o
me rca ntil y la astu cia
ant e los trib una les pud iero n log rar sin vio
len cia la imp osic ión
de la estr uct ura com uni tari a ant ioq ueñ a10
•
En un solo cas o, el de la llam ada «co nce
sión de Bur ila» ,
en el sur de Cal das , no se lleg ó a nin gun
a tran sac ció n. Per o
aun en ese con flic to se evit ó la efu sión
de san gre . Los col o-
nos litig aro n inc ans abl em ent e con la ayu da
de Her acl io Uri be
Uri be, has ta cua ndo un jue z dec retó que
la «So cied ad An óni -
ma de Bur ila» era inc apa z de pro bar sus
der ech os· sob re ese
vas to glo bo de tier ra que pro ven ía de una
don aci ón de la Co-
ron a en 164 1 11 •
La estr ateg ia de ocu pac ión y rep arti ció n
de la tier ra y las
nec esid ade s de org ani zar la def ens a jurí dic
a o fina nci era de las
nue vas col oni zac ion es, imp licó forz osa men
te par a sus hab itan -
tes un con stan te ejer cici o de par tici pac ión
en la tom a de dec i-
sion es fun dam ent ale s par a la sup erv ive nci
a y el pro gre so de la
com uni dad . La viej a exp erie nci a ant ioq ueñ
a de enf ren tars e a
la tier ra com o a un bien capital, sus cep tibl e
de com pra y ven ta y
des tina do a la pro duc ció n de exc ede nte s
par a el me rca do, fue
una con dic ión de la ma yor imp orta nci a par
a el bue n éxi to de
esta participación voluntaria en el «ne goc io»
com ún.
Otr as dec isio nes , com o las mo difi cac ion es
en el uso de la
tier ra y el cam bio de cult ivo s que se ope
ró en la zon a a par -
tir del aug e del café , tuv iero n raig am bre
igu alm ent e en el in-
terc am bio de opi nio nes de tipo igu alit ario
ent re los col ono s,
con duc ido s por diri gen tes com uni tari os ant
es que por gra nde s
hac end ado s o doc tore s en el cur so de la
ocu pac ión y con soli -
dac ión de la ten enc ia de las nue vas tier ras
abi erta s al cult ivo .
El pre dom inio del oro y de los bie nes
mu ebl es sob re la
pro pie dad inm obi liar ia ( trad icio nal en
la vid a ant ioq ueñ a y
fort alec ido por la mig rac ión mis 1na ) con
trib uyó de 1no do de-
cisivo a la em anc ipa ció n de los hijo s. Hav
ens ha obs erv ado que
el dom icil io ant ioq ueñ o es cas i siem pre
neo loc al, aun que ello
346 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
r
LA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 349
tierr a
han pasa do por el tami z de una econ omía mon etari a. La
se compra o se obtie ne med iante el traba jo del desmonte
y de la
repartici,ón comunitaria.
Por ello, mien tras en la regió n de la «hac iend a» la pro-
ión
pied ad terri toria l tiene siem pre el signi ficad o de una sujec
es
adsc ripti cia, pres upon e un dom inio o una sujec ión inev itabl
a
entr e el latif undi sta y el mini fund ista, en la cultu ra antio queñ
por
es el sign o de la auton omía indiv idual , ardu ame nte busc ada
co-
otros med ios para las gene racio nes que ante cedi eron a los
a en
lono s de 1850. Podr ía deci rse que los apre cios por la tierr
pri-
Anti oqui a y fuer a de Anti oqui a tiene n signo inver so: en el
chos
mer caso son el lazo que dete rmin a here ditar iame nte dere
y el
y debe res socia les, en el segu ndo caso son el instr ume nto
emb lema de la liber ació n pers onal y fami liar neol ocal.
Esto es lo que perm ite la apar ición de una socie dad agra ria
cipa -
no «trad icion al» en el senti do liace ndar io, dond e la parti
ulad a
ción socia l y polít ica es amp liam ente nece sitad a y estim
ión.
por el reto del amb iente fisico y psíqu ico de la colo nizac
Gon -
Faen a com o la «roza», capt ada por Greg ario Guti érrez
te
zález, y el desm onte de la selva virge n, exig en impe riosa men
ios o
la insti tució n del «convite» dond e los pequ eños prop ietar
sus
los aspir ante s a la prop ieda d de la nuev a tierr a han de unir
n-
hach as, sus mac hete s y su esfue rzo en una tarea com ún, volu
taria, delib erad a.
Esta relac ión entr e el valo r psico socia l de la tierr a y la au-
se ha
tono mía indiv idua l gana da tras dura luch a tiene , com o
que
dich o, una proy ecció n para lela en otro ámb ito. Mien tras
sim-
la parr oqui a y el cura signi fican en la socie dad hace ndar ia
ia
ples esfue rzos ético s del pate rnali smo y de la actit ud auto ritar
n en
pers onal , entr e los antio queñ os del siglo XIX se conv ierte
nes
sinó nimo s de oportunidad para participar en las decisiones comu
ada
y en los agen tes casi únic os de la acció n colec tiva racio naliz
hacia un fin conc reto y elect ivam en te dete rmin ado.
«LAS RECONCILIACIONES »
Mos que ra vio intu itiva men te los valores y pau tas
de la es-
tructura dominante. Y en su corr espo nde ncia son disc
erni bles
algunos elem ento s de esa com pren sión , que se exti
~nd e a sus
amigos políticos. En víspera de su alzamiento mili
tar con tra
Ospina, uno de sus más asiduos corresponsales le
com unic a
noticias de Bogota: «Los Arru bla fuer on traic iona
dos por casi
toda su peo nad a, en razó n de que Mad ero (el May
or) les cam-
bio las boletas por Ospina; ellos rem edia ron el mal
cua ndo lo
supi eron , hast a don de les fue posible, pero ya una
gran part e
de los peones hab ía votado» 30 •
Mos que ra atac a mili tarm ente a la Con fede raci ón
con la
ayuda de los liberales de los dem ás Estados, tom a
a Bog otá y
convoca la Con venc ión de Rionegro, que hab rá de
con sagr ar
en 1863 el plen o régi men federalista, bajo el nom
bre de los
Estados Uni dos de Colombia. Pero Mosquera, anti
guo con-
servador com erci ante en gran de escala y latifund
ista atávico,
repr esen ta los inte rese s cent raliz ador es de la burg
uesí a mer -
cantil. Sin emb argo , no hall ó form a de llegar al pod
er en 1860
dife rent e a una asociación apa rent eme nte absu rda
(en térm i-
nos de inte rese s ideológicos) con los liberales fede
ralistas que
le ayu daro n a com bati r y a ech ar por tierr a el régi
men cons er-
. vador de Mar iano Ospina.
Ni las con side raci one s ideológicas, ni el con trol
financie-
ro o mili tar cent ral, bast aban para dom inar y aseg
urar la obe-
dien cia de la base pop ular . El part ido «nacional» de
Mos que ra
(com o más tard e el de Núti.ez) no pod ía rem plaz ar
la articula-
ción pira mid al de las lealtades inco ndic iona das que
el régü nen
de «la hacienda>> exte ndía de la base a la cim a de
toda la es-
truc tura social. Para el colo mbi ano de med iado s del
siglo XIX
360 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
tica inde -
Los inte ntos de crea r una nue va agru pac ión polí
pro vini eron en
pen dien te de las viejas leal tade s trad icio nale s
com erci ante s y
el curs o de los año s pos teri ores de gru pos de
tier ra par a fine s
fina ncie ros vinc ulad os a la exp lota ción de la
que ra, los de
de exp orta ción . Los «ind epe ndie ntes » de Mos
a», pos teri or-
Núñ ez, los mie mbr os de la «Un ión Rep ubli can
entr e las estr uc-
men te, son el resu ltad o de las inco ngru enc ias
ient os de una
tura s asoc iativ as de la ~<hacienda» y los requ erim
oca sion ada
amp liac ión mer can til del hori zon te eco nóm ico,
bási cam ente por el com erci o exte rior .
orta cion es
Las util idad es prod ucid as hast a 188 0 por las exp
nte cam po para
de taba co, de quin a o de oro, no hall an fáci lme
es agrí cola s, ya
ser inve rtid as en el aum ento de las exp lota cion
o inte rno está
que el mer cad o exte rior es inel ásti co y el con sum
etar izad a. Los
fren ado por el pau peri smo de la pob laci ón prol
tro del país se
hac end ado s imp orta dore s-ex port ado res del cen
s sun tuar ios de
enc uen tran con que , aun den tro de sus patr one
con sum o, disp one n de capi tale s ocio sos.
ipul acio nes
Cie rtam ente , las gue rras crón icas y las man
re en ban ca-
fina ncie ras y fiscales de los gob iern os -sie mp
s. Per o aún
rro ta- lími tan la acu mul ació n de esos capi tale
y de Med ellín .
así, exis ten en pod er de las «élites» de Bog otá
acti vida des ca-
Y fina lme nte hall an emp leo lucr ativ o en dos
s y la espe cula -
ract erís tica s de la épo ca: los cam inos púb lico
pec unia rias
ción con la deu da púb lica y con las reco mpe nsas
fide lida d de los
dec reta das con stan tem ente par a man tene r la
part idos42 •
púb lico ,
El Esta do se con vier te, a trav és del pres upu esto
espe cula cion es
en el cen tro de toda s las inve rsio nes y de las
la con stru cció n
fina ncie ras. Con trat os jam ás cum plid os par a
a los gob ier-
de carr eter as, can ales y ferr ocar riles , emp rést itos
can enla ce con
nos , crea ción de soci eda des de fach ada que bus
do su infl uen -
el cap ital euro peo y nor team eric ano , ofre cien
s indu stria les
cia con el gob iern o para gara ntiz ar ope raci one
lA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 367
los grito s de los he1idos, las blasfemias de los homb res, el humo
,
de las hogu eras y el silbido de las llamas, un alaiid o arrol lador
os a
palpi tante , histé iico, queb ró los servicios de estos cond enad
66
mori r: «¡Empttjen , para que se acabe esto! » •
La guer ra de los Mil Días, culm inad a con la derr ota de los
de-
revo lucio nario s liberales y agravada por la sepa ració n del
parta men to de Pana má, que los Estados Unid os prom ovie ron,
el
afianzó en el pode r a los grup os de la «élite», apoy ados en
la
pred omin io polít ico del Parti do Conservador. Galvanizada
«mística» de los parti dos y aseg urad a la lealt ad de base, el nue-
el
vo gobe rnan te, gene ral Rafael Reyes, pudo ensayar de nuev o
,
proc eso de alianza y acerc amie nto con el adversario «vencido»
e-
otra vez en nom bre de la conc ordia «nacional» y de los supr
mos inter eses nacionalistas.
El efecto polít ico de la guer ra sobr e el tamb alean te anda -
la
miaje de la Rege nera ción consistió en colo car de nuev o a
-
base camp esina bajo el cont rol direc to y eficaz de los gamo
nales partidistas, estim ulan do med iante la viole ncia y el odio
reco rdato rio, las paut as de obed ienc ia y de parti cipa ción ads-
ri-
cripticia y here ditar ia, que pare cían extin guid as por el expe
do
men to bipa rtidis ta de Núñ ez y de sus sucesores. Cons egui
a-
ese efecto, era otra vez viable la estra tegia de la «reconcili
ción», sin pelig ro de una desin tegra ción parti dista .
El gene ral Rafael Reyes, antig uo miem bro del parti do «in-
68
depe ndie nte» , habí a juga do saga zmen te entre las cont radic cio-
e,
nes características de la estru ctura de lealt ades pres entá ndos
bi-
caute losam ente, bien com o miem bro de la Rege nera ción
do
partidista, bien com o voce ro ortod oxo del viejo Parti
pa-
Conservador. Mientras dura ba la batalla, ejem plarm ente ,
1A CONFLU ENCIA DE DOS MUNDO S 379
seaba sus ocios por Europ a, sin comp rome terse en el estall ido
sangr iento de las crisis. Su nomb re podía ser postu lado como
un puen te hacia la paz y el progr eso.
Por eso fue posib le -refo rzada la infraestructura de kaltades
por la inyección del odio- - come nzar el interr umpi do camin o de
las «élites» hacia la mode rniza ción, acent uando , si cabía , la
centr alizac ión del pode r políti co y abrie ndo algun as vías para
comp artir ese pode r entre los dirige ntes de amba s agrup acio-
nes partid istas «histó ricas» .
Al reabr ir la posib ilidad de colab oraci ón con los libera les,
amen azand o sutilm ente a los conse rvado res con repet ir los
desvíos partid istas de Mosq uera y de Núñe z, Rafae l Reyes inició
resue ltame nte en Colom bia la era de un feudalismo indust rial
inducido, prote gido y en ocasi ones repre senta do por el Estad o,
69
sin consideraciones por el costo social de su políti ca •
La crisis de los precio s intern acion ales del tabac o había
sido parte bien impo rtante del camb io políti co que llevó a la
centra lizaci ón del pode r y del presu puest o públi co. Pero, con-
segui da esta centra lizaci ón, que convi rtió al Estad o en la palan -
ca esenc ial de las espec ulacio nes de la «élite», si el gobie rno
de Reyes alcan zó una nueva venta ja inesp erada , la apari ción
del café como nuevo artícu lo de expor tación y, como conse -
cuenc ia, una mejo ra sustan cial en la balan za de pagos y en la
70
capac idad adqui sitiva de Colom bia •
Al mism o tiemp o, come nzaba a crece r el cultiv o del bana-
no, en mano s de empr esario s extran jeros, y la produ cción de
oro recob raba su vigor, igual mente enaje nada a invers ionist as
71
ingles es y norte amer icano s •
En conju nto, Reyes simbo liza un perío do en el cual se for-
talece n y defin en esenc ialme nte dos direcc iones de la vida eco-
nómi ca colom biana : el prote ccion ismo indus trial confe rido a
grupo s privil egiad os y la depen denci a cada vez más estrec ha de
los capita les y de los merca dos exter nos de toda la vida social y
de la capac idad de decis ión del país. Reyes const ruye el eslabón
funda menta l del neoco lonial ismo, larga ment e prepa rado por
los inten tos «emp resari ales» de los tiemp os de Mosq uera, de
Núñe z y de Caro.
Desd e luego , en una visión socio lógica de este proce so his-
tórico , no se trata de pone r en duda o de discu tir la hone stida d
380 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
rige ntes de amb os par tido s- imp edía toda prot esta
con scie nte
y aún mer ame nte espa smó dica77 •
·
U na sola man ifes taci ón de inco nfor mid ad ocu rrid
a en el
enclave extr anje ro .de las plan taci one s de ban ano
en la zon a
de San ta Mar ta fue con test ada por los fusiles del
Ejér cito en
una mat anz a indi scri min ada que hizo céle bre el nom
bre de las
ban ane ras78 •
· ·
Emp ero, agra vad a y no resuelta por la investidura mod
erna de
la estructura social hacendaria, convertida en la estructura
social de la
sociedad global, la pesa dilla de Palo neg ro volvió a
repe tirse de
la déc ada de 1946 en adel ante . Solo que el nue
vo epis odio
de suci a y sórd ida viol enci a no enc ontr ó a los
líde res enca r-
nan do el pap el «he roic o de caudillos» -ya desa
cred itad o por
los esqu ema s de la «mo dern izac ión urb ana »-, sino
maq uina n-
do e inci tand o a la ola de mue rte desd e los limp
ios escr itori os
«empresariales» e «ideológicos» de la capi tal de la
Rep úbli ca.
Los acu erdo s polí tico s que acer caro n a los dos
part idos en
191 O para intr odu cir refo rma s parc iale s a la Con
stitu ción de
1886; que más tard e asoc iaro n a las dos «élites»
para dese m-
bara zars e de Rafael Reyes y para inte ntar una nue
va form a de
alia nza enc arna da en el «Pa rtido Rep ubli cano », son
una pau sa
que perm ite utili zar el pod er púb lico para obli gar
a la nac ión a
prov eer a la «élite» hac end aria de los privilegios y
estí mul os in-
disp ensa bles para hacerse industrial. Ello está aco
mpa ñad o por
una larg a pro pag and a sent ime ntal que mue stra
de qué 1no do
el «org ullo naci ona l» pue de ser satisfecho con la
apa rici ón de
indu stria s «cad a vez más gran des» , que culm inan
en el proc eso
de sust ituc ión de imp orta cion es, en el cual el apa
rato de las
man ufac tura s es más dep end ient e que nun ca de
las iinp orta -
cion es de equ ipo y de mat eria s sem i elab orad as,
es deci r, más
dep end ient e que nun ca de la gran indu stria inte rnac
iona l y de
sus fina nzas 79 •
La polí tica deli bera da de prot ecci ón y privilegio
a las in-
dustrias bási cam ente den unc iada por el min istro
Res trep o Pla-
ta, fue incr eme ntad a rud ame nte a part ir de 1931
, a raíz de la
384 EL PODER POLÍTICO EN COLOMUIA
Y lueg o añad e:
Adem ás de la prote cción aranc elari a a que nos hemo s refer
ido
en capít ulos anter iores , el gobi erno ha estab lecid o deter mina
-
dos estím ulos para el desar rollo de la indu stria manu factu
rera.
Entre ellos se encu entra la exen ción total o parci al del impu
es-
to sobre la renta a las socie dade s anón imas , cuyo único objet
o
sea el estab lecim iento y explo tació n de indus trias básicas
para
el desar rollo econ ómic o del país, así como a aque llas que
ex-
plote n indus trias comp leme ntari as a la prod ucció n del hierr
oy
que utilic en mate rias prim as proc eden tes de Acerías Paz del
Río.
Tam bién se facul ta a las socie dade s anón imas para cons tituir
re-
seivas espec iales de fome nto econ ómic o, exen tas de impu
esto
a la renta , para que se invie rtan en la prod ucció n de mate
rias
prim as nacio nales y merc ancía s que sustituyen impo rtaci ones80
•
Algu nos de los rasgo s carac terís ticos desa rroll ados por los
indu stria les colo mbia nos a través del med io siglo de prote
c-
ción polít ica inco ndic iona da ayud arán a com pren der mejo
r las
paut as y las tend enci as del país «mo dern o».
En prim er térm ino, aunq ue la mag nitud de las impo rtaci o-
nes de mate rias prim as y de bien es semi man ufac turad os crec
ió
cons tante men te,- a med ida que se acen tuab a la prot ecci ón
y se
desa rroll aba la polít ica de susti tució n de impo rtaci ones , la
pro-
porc ión de esas com pras de «insumos» creci ó en una prop
or-
ción muy infer ior al aum ento de impo rtaci ón de maq uina
rias
y equi pos de capit al, com o se desp rend e del sigu iente cuad
ro:
3. ÍNDICES DE CRECIMIENTO
Com o no hay indic ios de que la utiliz ación de mate rias pri-
ex-
mas de orige n naci onal haya aum enta do hasta el punt o de
o
plica r esta diver genc ia, hay que acep tar que se han «efe ctuad
impo rtaci ones redu ndan tes de bien es, es decir , impo rtaci ones
ca-
de inver sión, para plan tas que no pued en oper arse a plen a
-
pacid ad, por prob lema s no resue ltos en la prop orció81n de facto
res o por limit acion es estru ctura les en el merc ado» •
1A CONFL UENCI A DE DOS MUNDO S 387
merc adeo del grano, la mayor parte del cual va a los puer tos de
los Estados Unidos de América91 •
La autoconfianza individual gene rada inicialmente por el
proceso de colonización, y más tarde por el cultivo familiar del
café y por el incre ment o de la vida mercantil local que ello
supuso, hizo aún más noto ria la superioridad de la expansión
num érica de la población antio queñ a en toda la nación. El pe-
queñ o y casi olvidado núcleo de mineros y «holgazanes» de
finales del siglo XVIII, que en 1835 apenas repre senta ban el
10% de una población rala y escasa en un país casi deshabi-
tado, se habí a convertido en un grup o que alcan92 zaba casi a la
terce ra parte de toda la gente del país hacia 1940 •
Desde luego el cultivo del café, por sí mismo, no hubi era
significado nada y quizá ni siquiera hubi era sido emp rend ido
en la escala en que lo fue si los anted ecen tes estructurales de la
sociedad antio queñ a no se hubi eran articulado de una man era
clásica con la nueva exportación, acen tuan do la posibilidad de
auto nom ía personal e individual y el valor de uso y no de prestigi,o
que la tierra tuvo ancestralmente para la cultu ra antio queñ a.
Tam bién en Cundinamarca, verbigracia, el cafeto se con-
virtió en una parte impo rtant e de la econ omía agrícola. Pero
s
el viejo régim en hace ndar io no perm itió allí que las peculiare
condiciones del cultivo derivaran hacia una subdivisión de los
s
gran des fundos y hacia la dinámica ascensión de num eroso
93
prop ietar ios inde pend iente s •
En manos de la sociedad del centr o del país andi no el café
no hubi era sido much o más que el tabaco, como signo de re-
novación social. Antioquia, significativamente, no tomó parte
popu lar en el auge de la econ omía hace ndar ia a través del ta-
baco, aunq ue algunos antio queñ os como Montoya Sáenz hu-
biera n actua do como los empresarios fund amen tales de esta
tarea, desd e Bogotá y desde Europa.
Sí, relativamente tardí o -pu es los colon os iniciales no se
sinti eron inclinados a un cultivo ·q ue requ ería algunos años an-
tes de entra r en prod ucció n, cuan do aún no habí an definido
el térm ino de su trash uma ncia -, después de 1880, el café co-
men zó a invadir las tierras de pastos y ganados, desd e la vieja
Anti oqui a hasta las laderas de las mon tañas quin diana s, en una
94
rápid a e inco nten ible invasión •
-
lA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 391
su papel puram ente polític o-, integra ntes del Congreso, por
ejemplo, depend ieron económ icamen te de los favores del go-
bierno . La supresión de los censos y la desamortización de los
bienes perpet uamen te enajenados a la Iglesia, acentu aron pro-
visionalmente esa dependencia, en favor de los intereses de la
«hacienda», pero movieron al grupo de los clérigos hacia una
situación autodefensiva, que multiplicó su escaso sentido de la
disciplina y lo empujó sin remed io a un model o de mando s y
obediencias, favorable al predom inio episcopal.
El exceso del poder «hacendario» permitió al Papado ro-
mano recobr ar lo que había perdid o en manos de los reyes
españoles y de los primeros gobiernos republicanos: la lealtad
clerical incondidonada, como elemen to económico defensivo
esencial para los individuos de la burocracia eclesiástica colom-
biana. La lenta pero reiterada actividad de los emisarios roma-
nos en este sentido (imponer la disciplina ciega a los mando s
papales y episcopales, indepe ndient emente del poder secular y
de las opiniones de los clérigos) resultó impen sadam ente favo-
recida por la expansión del poder «hacendario» de la Era del
Tabaco.
El resultado fue el debilitamiento ideológico de los valores
eclesiásticos en gran parte de la población (al menos entre las
«élites» de turno) para el fortalecimiento operadonal de las leal-
tades y de los rituales en la propia estructura de la burocr acia
clerical. En lo sucesivo -tras la desam ortizac ión- se subrayan
no los valores ideológicos del cristianismo sino las paraferna-
lias litúrgicas -«las tumbas de nuestros padres, el altar sacro
de nuestros hogares, la virtud de nuestras mujer es»- unidas a
la necesidad de la obediencia jerárquica, como condiciones de
la supervivencia económica clerical.
La supresión de los salarios públicos reforzó en el clero
su sentido organizativo y lo convirtió en un grupo de presión,
que apeló a las lealtades arcaicas, ya no en beneficio exclusi-
vo ~e encom endero s y hacendados sino en su propio benefido.
El Concordato firmado por Rafael Núñez con el Papa León
XIII permit e compr ender la dirección sociológica del proceso.
El preám bulo del docum ento --cuan do se relaciona con
el proceso interno del poder en Colom bia- tiene un valor
interpretativo inapreciable: «En el nombr e de la Santísima e
>
nto de la est ruc tur a soc ial glo bal. El pre sti gio individual
co nju
ció n son las me tas no tab les
Yel po de r sob re la ma sa de la po bla
for ma co mo cu mp le su fun-
de la car rer a eclesiástica y de la
stigio, se con str uy e la maqui-
ció n. A pa rti r de ese po de r y pre
e con vie rte a la Iglesia en un
na ria eco nó mi ca y fin anc ier a qu
válido pa ra el gru po clerical,
org an ism o po der oso . Y lo qu e es
ces o vital-social de los indivi-
en co nju nto , es válido pa ra el pro
101
du os qu e lo co mp on en •
eci o po r los vínculos de
El mi me tis mo con for mi sta , el apr
lea lta des int erp ers on ale s, el
co mp ad raz go pir am ida l y po r las
ori tar ism o de tip o ma gis tra l y ret óri co, son tan to las seña-
aut
ia el ascenso social gen era l
les má s características de la vía hac
rát ico clerical y pa ra el pre -
co mo las vías pa ra el ascenso bu roc
mi nio cle ric al sob re la po bla ció n. Pe ro, visiblemente, estos
do
cre aci ón de l Clero, qu e se
signos y valores est ruc tur ale s no son
usufructo y en su propagación.
lim ita a participar ampliamente en su
sta nci as pe rm itió a las
El claro conocimiento de estas cir cun
ites» hac end ari as de la era de la cen tra liz aci ón pa cta r la
«él
do sup ere sta tal del Clero, sin
ins titu cio nal iza ció n en cie rto mo
de lea lta des tra dic ion al. An-
co mp rom ete r co n ello el rég im en
mi no s de los valores socia-
tes bie n, al ser int erp ret ad o en tér
om bia no s, ese Co nc ord ato
les de los obispos y sac erd ote s col
la socialización (espedficamente
en tre gó tod os los me can ism os de
los voceros de la ha cie nd a
el aparato educacional) en ma no s de
pli ad a hac ia la ind ust ria . To do s los sup ues tos básicos de la
am
io y de la par tic ipa ció n limi-•
ob ed ien cia y del ma nd o, del pre stig
incólumes de la era de l tab aco
tadas y mi mé tic as se tra nsf irie ron
po rta do a la ave ntu ra de la ind ust ria pro teg ida . La ga ran tía
ex
sto rno s básicos imprevisibles
qu e tal cam bio no oca sio nar ía tra
iva est aba en las ten den cia s
en las no rm as de la co nd uc ta select
ente, quedaba confiada a la ac-
de un a ed uc aci ón qu e, estratégi,cam
da po r él.
ción del Clero o est rec ha me nte lim ita
ora, en el mo me nto de
Es ta fun ció n eclesiástica socializad
finales de l siglo XI X y en la
la cen tra liz aci ón ind ust ria lis ta dt
idé nti ca y po r lo me no s tan
me dia cen tur ia po ste rio r, es casi
po rta nte co mo la qu e cu mp lie ron los clé rig os ga ran tiz an do
im
de ob ed ien cia me sti za fun da-
pa ra los ha cen da do s un sis tem a
en las mis ma s pau tas qu e la ob ed ien cia ind ia en co me nd a-
do
aic a pu do pe rpe tua rse baj o
da. Gracias a ell a la est ruc tur a arc
lA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 399
i-
las cond icion es nuevas y aun revolucionarias, cuan do las cond
no
ci~n?s ob}etivas que habí an enge ndra do esa estru ctura ya
de
ex1st1an sino en la mem oria colectiva. Revivieron, dent ro
ia
nuev os. factores, merc ed a la cultu ra impa rtida por la Igles
-
(es decir , por el Clero) perfe ctam ente artic ulad a al movimien
la
to social de la haci enda y proy ectad a com o estru ctura sobre
plan ta indu stria l.
Com o burocracia socializadora de enlaces (papel en el cual no
se lo ha estud iado suficientemente) entre las estructuras sociales
de
situaciones técnicas y económicas diferentes, el Clero cumplió en Co-
lomb ia un pape l fundamental. Lo ente ndie ron bien los dirigen-
tes enco men dero s y hace ndad os de los siglos XVII, XVIII y XIX.
Lo ente ndió mejo r la Regeneración en su inten to de supe rar
la brec ha inter parti daria y el abismo entre la peonada y el prolR-
tariado urbano. Cuan do se observa con perp lejid ad y suspicacia
al
la persi stenc ia de ciertos valores arcaicos colombianos frente
proc eso del resto de América Latina, no se ha enten dido bien
-
el conv enio celeb rado por León XIII, en la supuesta representa
ción de la «Santísima Trinidad», y Rafael Núñez, en la supu esta
102
repre senta ción de la «República de Colom.bia » en 1887 •
Apar ente men te pacífico, este proc eso suscita en Colo mbia
e
cond icion es nuevas cuyo man ejo va esca pánd ose fatal ment
400 EL PODER POLÍ TICO EN COL OMB IA
de los dete ntad ores del pod er asum e form as dem ocrá
ticas110 •
Pero el ingr eso sigue conc entr ándo se en man os cada
vez me-
nos num eros as. El prestigio es celo sam ente cons erva dor
para
unos poco s por los med ios de com unic ació n de masa
s. La oli-
garquía, subsiste aunque cambien parcialmente sus usufructua
rios1 11 •
Es aquí don de el com port ami ento de los dirig ente s colo
m-
bianos -pol ítico s, sociales, eco nóm icos - ofre ce un
apor te
significativo al exam en de la real idad social latin oam eric
ana y
de sus mod os de com port ami ento , de su cultura, en sum
a.
En la mism a med ida en que las .cond icio nes del mer
ca-
do exte rno crea n dific ultad es a los hace ndad os-e xpor
tado res
tran smu tado s eri «pioneros» indu stria les, crec e el esfu erzo
para
pers uadi r a la pobl ació n de que los nuevos «hé~oes» man
ufac -
ture ros repr esen tan a la naci ón ente ra y significan su pun
to de
acue rdo naci onal ista máx imo 112 •
En uno de sus aspe ctos más imp orta ntes , ese esfu erzo
sig-
nifica una tenta tiva de crea r artif icial men te una nación
com o
refe renc ia de la solid arid ad colectiva, por med io de la
acci ón
persuasiva y coercitiva del Esta do al servicio de las tend
enci as
de «élite». Tod o el apar ato de los med ios de com unic
ació n
y de los sistemas de socialización disp onib les se colo
can al ser-
vicio de este «nacionalismo» que debe satisfacer las ansi
edad es
psicológicas de la pobl ació n y que se pres enta com o inev
itable
pede stal para los nuev os emp resa rios, supu esta men te
pred esti-
nado s por el «ord en social» para dar prot ecci ón y emp
leo a los
pobr es y para cons titui rse en la vang uard ia de la mas a
campesi-
na y obre ra, dirig iénd ola haci a «la mod erni zaci ón» y la
defe nsa
econ ómi ca de «la patr ia» 113 •
La actividad fina ncie ra y emp resa ria de la zona antio
que-
ña, proy ecta da sobr e el conj unto de la actividad econ ómi
ca del
país y actu ando aho ra con el apayo de las lealtades hace
ndarias de
las mayorías nacionales y, por cons igui ente , con el firme
sust ento
político de los gobi erno s, da a los viejos mod elos estru
ctur ales
de asociación un nuev o cont enid o y un nuev o ímp etu,
aunq ue
al prec io de no modificar esen cialm ente sus meta s y expe
ctativas.
Al paso que la estru ctur a hace ndar ía recib e la enér gica
impu l-
sión mer cant il de Anti oqui a y su capa cida d de ahor ro, apor
ta las
fuerzas políticas que gara ntiz an el sistema y mantienen el
privilegio
com o form a norm al de apro piac ión del pod er y de la
riqueza.
402 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
cerra das de las víctim as y de los hoga res huér fano s que seño-
rean la angu stia y el hamb re. Pero a esas voces, que form an
ya un coro lúgu bre, respo nde únic amen te el anun cio de nue-
vas mata nzas y la resol ución colér ica de prose guir sin tregu a el
duel o hom icida que está inun dand o litera lmen te la Repú blica
de sang re y opro bio» , dice la retór ica de los perió dicos amig os
del gobi erno . Y luego se infor ma de la viole ncia desa tada en
Tunj a, en Carta go, en Capi tanej o, en Cali, en Since lejo, en Flo-
117
rida y «en much as otras pobl acion es del país» •
En 1944 , cuan do los indus triale s crean la AND I, el país está
atrav esan do un accid entad o perío do dura nte el cual ha sido
nece sario inten tar some ter a los prole tario s de las ciuda118 des
a
-fru to exces ivo de un pequ eño creci mien to indu stria l-
las norm as de los viejos parti dos, realiz a:ndo un giro apare n-
te hacia la destr ucció n de desu etos privi legio s, que realm ente
busc aba su conti nuac ión bajo otras form as, tal como habí a
119
acae cido con las refor mas «anti colon iales » de 1850 •
Desd e la prim era déca da del siglo, la estru ctura polít ica del
país se ve de nuev o conf ronta da por un nuev o estam ento que
se escap a lenta ment e de sus mano s, como habí a ocur rido con
y
los artes anos de los días de Melo . Los obre ros de la indu stria
de los servi cios públi cos van conf orma ndo un prole taria do pro-
gresi vame nte exen to de los víncu los patro nales deter mina dos
por su orige n camp esino .
Aun que la impo sició n de norm as y valor es arcai cos proc e-
dent es de la hacie nda habí a cons eguid o crear ·más bien una
peonada indus trial que una clase proletaria, las cond icion es de la
vida socia l de las ciuda des comi enza n a amen azar con abrir
una brec ha para la luch a de clases, en la cual los pose edor es
de los biene s de capit al, por medi o de la mani pula ción de los
y
parti dos polít icos, tend rían que enfre ntars e a los asala riado s
a los dese mple ados , cada vez meno s mane jable s por las norm as
el
de lealt ad proc eden tes del pasá do inme diato . Inclu so desd e
punt o de vista litera rio, ello creab a una situa ción enoj osa y an-
gusti osa no mera men te para los miem bros ocas ional es de las
y
«élite s», sino para la estru ctura mism a que les daba orige n
las hacía autoperpétuarse por virtud de sus tend encia s hege -
móni cas. Por ello en -1925 un nota ble educador, Tom ás Rue-
da Varg as, reco men daba a Albe rto Llera s la visió n de los
1A CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS
405
ustrialización pa ra la sustitu-
rel aci on ars e co n el pro ces o de ind
rte mu y gra nd e de estas masas
ció n de im po rta cio ne s, un a pa
ma na s lle ga a la ciu da d sin en co ntr ar tra ba jo en las fábri-
hu
en te y ofr ece rel ati va me nte
cas, cuya pro du cc ión cre ce len tam
on óm ica me nte activa de l país
escaso em ple o. La po bla ció n ec
en la pro po rci ón de tra ba jad o-
mu est ra un pe qu eñ o au me nto
ind ust ria les , mi en tra s qu e ese au me nto es co mp ara tiv am en -
res
e en lo qu e se ref ier e al sec tor «terciario», es de cir ,
te en orm
qu e ge né ric am en te ha da do en
aq ue lla s ge nte s oc up ad as en lo
urb es co lom bia na s act ua les
lla ma rse «servicios» y qu e en las
mp ren de de sde los em ple ad os bancarios, ha sta los ve nd ed o-
co
bla ció n urb an a qu e se mu lti-
res am bu lan tes de loterías. La po
dé ca da qu e se ini cia en 1940
pli ca en Co lom bia a pa rti r de la e lo
no es el res ult ad o lógico de126 l cre cim ien to ind ust ria l, sin o qu
so bre pu ja cau da los am en te •
nq ue no se dis po ne de est ud ios sistemáticos qu e expli-
Au
ció n rur al ha cia las ciu da de s
qu en la raz ón de l auge de la mi gra
e, al lad o de los inc en tiv os de l
de spu és de 1940, es evidente qu
ple o ind ust ria l y de cie rta s fac ilidades cu ltu ral es de las zo na s
em
as, eje rci ó un a en orm e pre sió n la ole ad a de ref ug iad os
urb an
pu eb los en los días en qu e la
pro ve nie nte s de los pe qu eñ os
a la na ció n, a pa rti r de 1946.
«violencia política» en san gre ntó
est e últ im o éx od o es un a con secuencia y no un a causa de las
Pe ro
ero n pre cis am en te pa ra im pe -
pre sio ne s políticas qu e se eje rci
ón de las masas urb an as qu e
dir la be lig era nc ia y la pa rti cip aci
en az ab an de sb ord ar la est ruc tur a ha cen da ría -in du str ial ,
am
ció n ha cia los día s en los cu a-
qu e lle ga ba a su pri me ra cu lm ina
na l de Ind ust ria les .
les se cre ab a la Asociación Na cio
em ba rgo , au nq ue el cre cim ien to ind us tri al rel ati vo
. Y, sin
on ten ibl e au ge de las po bla -
no jus tif ica ba po r sí mi sm o el inc
ne s urb an as, es ind ud ab le qu e ori gin ó un fen óm en o po lí-
cio
cia s: fue el mo tor ori gin al de l
tico de inc alc ula ble s co nse cu en
es y ofr eci ó un nu ev o mo de lo
éx od o ca mp esi no ha cia las urb
tur a aso cia tiv a qu e mi nó las bases de los pa rti do s po -
de est ruc
s de po de r y de co ntr ol so bre
líticos, en ten did os co mo fue nte
la po bla ció n.
Li\ CO~lfl..UENCL'\ DE DOS MlJÑl)O S 409
La activ idad sindi calist a y sus conse cuenc ias sobre el orde n
públi co tuvie ron parte bien iinpo rtant e en el relev o de los
partid os en el pode r en el año 1930. Aunq ue cmnb atida s por
los repre senta ntes de las regio nes 1nás atrasa das y arcaicas de
la zona rural , las «élites» de los parti dos enco ntrar on una vía
de escap e para enca rar las nueva s presi ones en la elecc ión de
tu1 «libe ral 1nod erado », Enriq ue Olaya Herre ra, pród igam ente
vincu lado a los proce sos finan ciero s y políti cos de la (<n1oder-
nizac ión» y de las alianzas partid istas, comp rome tido a realiz ar
tm gobie rno de «Con centr ación Nacio nal», con miem bros li-
beral es y conse n,ado res, al regre sar de su estrat égico c~go de
emba jador en Wash ingto n para asmn ir el pode r.
De tien1po atrás, el pequ eño reto socialista había sido en-
carad o por las lealta des de los partid os, inicia ndo un astuto
n1m1.nüento para encu adrar a los prole tarios urban os desco n-
tento s dentr o de las filas del Parti do Liber al. La estrat egia no
era den1asiado dificil.
La 111isma debil idad de la propo rción urban a de la pobla -
ción hacía de los socialistas-sindicalistas una fuerz a mino rit;ui a
denu ·o del conjt mto de la nació n. Y la pugn a entre libera les
y conse rvado res había derhrado al finalizar el a.110 de 1929 en
un esfue rzo de los libera les por capita lizar la viole ncia gub<:>r-
na1nental antitr ab~ja dora. como una palan ca para la captu -
ra del pode r. Dirig entes libera les como Jorge Eliéc er Gaitá n,
proce dente s de la dase medi a urban a, acrec ían su prest igio
denu ncian do las matan zas realizadas por las tropa s en las plan-
tacio nes bana neras 127•
La tende ncia de las masas urban as a separ arse de los pa-
trone s y mode los del ga1nonalismo partid ario fue utilizada a
fondo por los socialistas y tenid a cons cicnt nncn te por los diri-
gente s conse rvado res )' libera les de la {·poca l'.!ts_ No mera ment e
porqu e los ideal es socialistas conlleYaran un criter io antfr apita -
lista de la propi edad , sino Jwrqut1 Jmstulaban 1111 1111r-uo mal'Cn para
la distributión dd /Jodn politim y dt la f>articiparió11 f'II a.
En nn mom ento en que las ~élites ~ finan cieras han organ i-
zado las bases de su nuevo pode r fnnda ndo t'l Banc o de la Repú -
blica (1920 ), crean do una Socie dad Colo mbia na de Fome nto
410 EL PODER POLJTICO EN COLOMBIA
un joven norte amer icano sobre satur ado de infor maci ón anec-
dótic a 146.
Las «varias filosofías» se reduc en al grado en el cual los
dos partidÓs tradic ional es consi enten una apert ura refor mista
que logre capta r y absor ber las lealtades urban as en los viejos
esque mas. Mientras que Alfonso López desde 1936 se siente
más inclin ado a interv enir como Presi dente en la adop ción de
medi das legislativas defensivas de los grem ios traba jador es y 147
en
la interv enció n discr eta a favor de las petic iones sindicales ,
Albe rto Lleras consi dera que en 1945 es opor tuno ataca r y des-
mant elar el pode r acum ulado de los estiba dores y marin eros
del río Magdalena. En tanto que Edua rdo Santo s conte mpla
con retice nte recel o el auge de las petic iones de los margi-
nado s urban os, Jorge Eliéc er Gaitán quier e incor porar en el
viejo Partido Liberal una serie incoh erent e de reivin dicac iones
que lo conv ierten en el precu rsor de los popu lismo s colom-
bianos. Pero incluso en este últim o caso es visible el esfuerzo
por encu adrar y absor ber en la estructura disciplinaria del arcaico
partido la aflora ción de las neces idade s popu lares urban as no
satisfechas.
Por su parte , los conse rvado res actúa n con la mism a flexi-
ble ambivalencia. Aunq ue un grup o de intele ctual es urban os
sin caud al elect oral trate de prop ugna r una milit ancia semifas-
cista148, Mari ano Ospi na o Laur eano Góm ez enca rnan difer en-
tes versiones de un mism o inten to por abarc ar en el concepto
jerárquico del partido las muta cione s produ cidas por los camb ios
indus triale s.
Para aclar ar mejo r en qué senti do todo esto difier e de los
lugar es comu nes sociológicos hoy en boga respe cto de la Ainé-
rica Latin a, basta rá saber que los empr esari os manu factu reros
más impo rtant es, los antio queñ os, lejos de repre senta r una
avanz ada «burg uesía liberal», estab an afiliados disciplinada-
ment e, en su mayoría, al «Part ido Cons ervad or», mien tras que
(en apare nte parad oja) un núme ro muy grand e de latifundis-
tas de Boyacá y de Santa nder eran vehe ment es y belig erant es
49
miem bros del Parti do Liberal1 •
El perío do 1930-1948 no es, pues, una lucha entre viejas
clases terra tenie ntes conse rvado ras auxil iadas por la Iglesia y
«nuevas burgu esías y clases medi as emer gente s», aliadas con
lA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS
419
Esos minu tos de vacío -dur ante los cuales desap arecie ron
las redes estruc turale s de las lealtades cono cidas - llena ron de
horro r a los dirigentes. Se tratab a de un vacío que repre sentó
la grieta crítica del modelo.
Para repar arla se suced ieron , en vértigo cinem atogr áfico,
«la violencia», la dicta dura militar, el Frent e Nacional. Al am-
pliarse, pese a todo, se abrió un nuevo capítu lo en la histor ia
del pode r políti co en Colombia.
ETIOLOGÍA DE LA «VIOLENCIA»
Amenazadas las bases de la lealta d partid ista por el fogon azo
popul ista del 9 de abril en Bogotá, los dirige ntes del Partid o Li-
beral, tan consc ientes como los conse rvado res del significado
de la nueva crisis, acudi eron al Palacio Presidencial, con el do-
ble objet o de negoc iar una paz indisp ensab le con el Presi dente
Ospin a y de aprov echar la confu sión para recob rar su coma n-
do sobre el conju nto del Partid o Liberal, tan pelig rosam ente
condu cido por Gaitán hacia «el caos» de tipo urban o.
Surge enton ces un breve gobie rno bipartidista, duran te
el cual dirige ntes tradic ionale s como Darío Echa ndía y Carlos
Lleras Rcstr epo hacen esfuerzos const antes para reduc ir de
nuevo a la obedi encia de tipo hacen dario a los miem bros
de su partid o.
A pesar de la neces idad de mant ener por un tiemp o la
alianza liberal-conservadora en el gobie rno, retorn a simultá-
neam ente la urgen cia df1jórlalatrr las lealtades partidistas quebran-
tadas. Medi ante 1.os mismos mecanismos que diero n orige n
a las guerr as civiles del siglo XIX, las bases provinciales y los
dirige ntes nacio nales de ambos partid os no encue ntran otros
re<.:ursos que el uso cada vez más desem bozad o de la violencia
rural, por medi o de la cual cspl'r an estim ular la cohes ión y la
dinámica que son la fuente cs(·nrial del fJOder tfo las élites 1r' 3 •
El tipo de violencia provincial que comcnzú a desar rollar -
S<: en todo el paíH - ron el apoyo abit'rto o encubierto de los
dirip;t~ntcs uacio11alcs de los parl'idos- puede ilustrarse con el
informe rtndi do por el goh<"rnador d(' Norte de Santa nder,
rcMptrlo a lor, choques iniciales en s11 departamento en '1948:
422 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
Inde pend ient eme nte de l':1, validez defi nitiv a que estas
ob-
servaciones de Torr es pue dan tene r para exam inar el
conj unto
de la luch a cole ctiva que cons tituy ó la viole ncia , es
evid ente
424 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
LA VlOLENCl.-\
Y LAS NUEVAS ES TR l1CTl1RAS
.-\SO ClA Tl\ '.-\S
Ca1nilo To rre s Re str ep o pre sen
tó al Pri mt 'r Co ng res o Na cio -
nal de So cio log ía en 1~)6:) un trab
.~jo rel ati vam ent e ext ens o. en
el cua l est ud iab a el pap el rep res
ent ado po r los partidos cm no
,<gr up os de seg uri dad ~ en el des
enc ade nam ien to de la violen-
cia a través de un «2:mnonalismo
\,J ver eda l" v su proo-resiYo det e-
rioro po r las con dic ion es que t spo11ta1 • ~
1
11•amt•11tci fue gen era nd o la
luc ha cai np esi na.
A u·avés de la «vi ole nci a» y en vir
tud de las urg enc ias de la
luc ha, los cam pes ino s enc on u·a
ron nueYas formas de asoci.a-
ció it pa ra el aut og ob ier no , pa ra la
mo vil ida d social asc end ent e.
par a la cre aci ón de mec-tnis111os
de seg uri dad del gru po . qu e
fue ron dis tan ciá nd olo de su de
pe nd enc ia pin un ida l res pec to
de las «élites» gm non ali sta s.
as y
que al paso del tiempo las organizaciones guerriller
que
contraguerrilleras fueron llegando a un sistema asociativo
ades
dejó progresivamente de lado el sistema vertical de las lealt
gamonalistas.
«La estructura del liderazgo campesino cambió con la im-
da
plantación de la violencia. Los líderes carismáticos de la vere
los
adquirieron una importancia muchas veces16mayor que la de
de
líderes del "pueblo" o cabecera municipal» 4. Ydebilitando
«doc-
esta suerte el enlace con el «patrón»-hacendado y con el
ales
tor» que dirigía la lucha política desde Bogotá y las capit
o
departamentales, la nueva estructura asociativa del campesin
sino
no solo resultó ya inútil a los fines elitistas de los partidos,
que
que se postuló como una amenaza aún más grave que la
el
había originado la violencia como un méto do para conjurar
populismo clasista urbano.
Lentamente, los dirigentes liberales com enza ron a de-
de
nom inar a los .guerrilleros de su part ido con el nom bre
os
«bandoleros», como lo habían hech o los grandes hacendad
dos,
liberales del Llano. Y los jefes políticos de ambos parti
-
que habían inducido y provocado la violencia campesina, se dispu
a
sieron a liquidar sus diferencias por inter med io de una nuev
alianza.
Por otra parte, las condiciones ideológicas implícitas en
as
todo el proceso seguían dando sus frutos en las tendenci
eano
económicas de los gobiernos de Mariano Ospina, de Laur
su
Gómez y de Roberto Urdaneta Arbeláez. Con excepción de
ad-
trágica pugn a por el control de la Presidencia y de toda la
s
ministración pública, los dirigentes liberales y conservadore
s
no parecían en absoluto divididos en cuanto a sus opinione
sociales y económicas.
El proceso de industrialización por sustitución de impor-
enra-
taciones seguía su rumbo sostenido a expensas de los
ción
recidos mercados de consumo populares, la concentra
ban-
de los ingresos aumentaba con los nuevos mecanismos
ica
carios y financieros respaldados por el Estado. Ni la polít
arro-
internacional, ni los proyectos de modernización y «des
e-
llo» económicos, ni la política láboral de los gobiernos sufri
n
ron ning ún quebrantamiento en su continuidad y progresió
sores
al pasar del gobierno de Alberto Lleras a los de sus suce
LA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 427
Sólo durante algo más de ·un año, Laureano Gómez tuvo bajo
su control directo las labores presidenciales, pero en ese lapso
se consagró a sus deberes otorgando importancia especial a los
asuntos económicos. La clase empresarial fue favorecida delibe-
radamente. A pesar de que Ospina Pérez no logró hacer mucho
en materia económica, la situación favorecía a las clases superio-
res y a los empresarios prósperos. La supresión de los controles
de guerra en 1946 y el auge impetuoso en la producció n de café
trajeron una floreciente prosperidad a quienes ya poseían capi-
tales de importancia. Gómez no estaba dispuesto a dar marcha
atrás en lo que respectaba a los negocios y a la industria e in-
tensificó la reglamentaci.ó n y el control de los trabajadores. Los
niveles de salarios fueron prácticamente congelados y los ingre-
sos ftjos, en la realidad, se reducían constantemente a medida
que los precios se elevaban con el industrialismo y una especie
428 EL PO DER POLÍTICO EN COLOMBIA
DE «SALVADOR DE LA REPÚBLICA»
A FASTIDIOSO «TIRANO»
las arma s en cuan to comp rendi eron «la ilega lidad » de sus pro-
pósitos 170 •
La partic ipaci ón de los oficiales en las decis iones relativas a
sus propi os organ ismo s y cuad ros era tan limit ada que Gustavo
Rojas Pinilla fue llevado al coma ndo supre mo de las Fuerzas
Militares, no en atenc ión a sus capac idade s técni cas e intelec-
tuales ni por su especial influ encia perso nal sobre sus cama-
radas de armas, sino en consi derac ión a que perte necía a una
vieja familia de Boyacá, sujet a por las viejas norm as hacen daria s
adscripticias a la discip lina del Parti do Cons ervad or. Su con-
ducta al repri mir la insur genc ia libera l en Cali, despu és del 9
de abril de 1948, le valió un ascenso que sus coleg as oficiales no
discu tieron ni podía n discu tir frent e al gobie rno conse rvado r.
Gustavo Rojas Pinilla fue forzado a toma r el pode r presi den-
cial el 13 de junio de 1953 por la presi ón de las élites de ambo s
partid os tradic ional es, amen azada s por la revol ución estru ctu-
ral que la violencia camp esina estab a hacie ndo emer ger·en los
campos, a pesar de que sus indudores inici,al,es la habían desatado
como un medio para preservar las normas Jieredadas del poder soci,al
hacendario.
La terca decis ión partid arista de Laur eano Góm ez estab a
hacie ndo pelig rar la estru ctura social enter a, al no pode r ven-
cer a los guerr illero s ni pacta r con ellos para evita r el desen-
cade nami ento de una lucha de clases ruraL Los hace ndad os del
Llano, que inicia lmen te había n levan tado a sus peon es contr a
el gobie rno, estab an pidie ndo la solid arida d del Ejército para
171
atacarlos como «ban doler os» •
La migr ación rural -urba na causa da por la viole ncia estab a
aume ntand o vertig inosa ment e el núme ro de marg inado s anó-
nimo s en las ciuda des, ajeno s e inmu nes a la discip lina partidis-
ta, como lo demo stró el horro roso vacío del 9 de abril de 1948.
En conse cuen cia, un oficial que tenía ya en sus mano s el más
alto cargo militar, que había demo strad o su lealta d ciega a la
disci plina de los parti dos y que había sido objet o de los conse-
jos y de la presi ón de los dirig entes políti cos «moderados» fue
oblig ado a declararse en el ejercicio del poder, con la anuencia
de las élites parti daria s (hast a ese mom ento enem igas irreco n-
ciliables) como lo demo stró el texto del anun cio que se hizo a
la nació n respe cto al camb io del gobie rno y como lo confi rmó
LA CONFLUENCIA DE DOS M UNDOS 431
LA «PASMOSA INNOVACIÓN»
un cen tro de
cura párr oco en Ant ioqu ia fue trad icio nalm ente
avo z de los
orga niza ción com unit aria y no mer ame nte un port
apa rcer os y
patr ono s par a man tene r la obe dien cia de peo nes,
No fue , com o
más ·tard e emp lead os y obre ros man ufac ture ros.
ulsó y per-
se ha dich o, una reac ción con serv ado ra la que imp
y lueg o en el
miti ó el éxit o de la UTC , prim ero en Ant ioqu ia
nto de una
rest o del país . Se trat aba más bien del fort alec imie
gara ntiz ar se-
estr uctu ra asoc iativ a, que tend ía dire ctam ente a
leo y part i-
guri dad soci al perm ane nte, esta bilid ad en el emp
os cad a vez
cipa ción igua litar ia en las deci sion es a sus mie mbr
202
más num eros os •
com ienz o
En con secu enci a, la UTC se decl aró desd e un
sind ical ism o
estr icta men te adv ersa ria de la part icip ació n del
con las ins-
en las luch as part idis tas trad icio nale s y, de acu erdo
que adel anta -
truc cion es de sus ases ores ecle siás tico s, anu nció
uyen do todo
ría la luch a por las reiv indi caci one s labo rale s excl
crite rio que pud iera llev ar a «la luch a de clas es».
la his-
Lo que ocu rrió más tard e pue de ser ilus trad o por
aces diri gen -
tori a pers ona l de uno de los más bril lant es y efic
irad or de
tes actu ales de esa cent ral, fun dad or prin cipa l e insp
pesi na de la
la Fed erac ión Agr aria Nac iona l (Fan al), filia l cam
Uni ón de Tra baja dore s Col omb iano s.
su niñe z,
Nac ido en Bog otá y zap ater o de prof esió n desd e
d Obr era
ingr esó en 193 2 com o mie mbr o activ o a la Juv entu
mor al y reli-
Cató lica, una orga niza ción de cará cter pur ame nte
gios o, cuya s secc ione s euro pea s deri varo n más tard e hac ia for-
203
mas cuas i-fas cista s de acci ón ideo lógi ca •
orga ni-
«La JOC reun ía a jóve nes trab ajad ores en grup os,
para su mej o-
zado s por barr ios y mun icip ios, en un pro gram a
prác tica de
ram ient o mor al y para la divu lgac ión y apli caci ón
ción , viaj é
los prin cipi os cris tian os. Patr ocin ado por la orga niza
en 193 9 a Itali a y lueg o ade lant é una acti204 va cam pañ a de recl u-
tam ient o y divu lgac ión por todo el país » •
los pá-
LaJ OC tuv-0 una cort a vida . Hos tiliz ada a vece s por
dato espe cial -
rroc os, sing ular men te en regi one s com o Boy acá (
arzo bisp o de
men te sign ifica tivo ), fue fina lme nte veta da por el
de capa cita -
Bog otá. No obst ante , alca nzó a desa rrol lar tare as
que incl uía
ción y divu lgac ión por med io de una orga niza ción
blos , hast a
desd e la célu la inic ial en barr ios y peq ueñ os pue
446 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
Y aunq ue esos dirig entes labor ales son plen amen te cons cien-
tes de la respo nsab ilida d polít ica que ello les acarr ea, no han
busc ado delib erad amen te esta situa ción, que ha llega do a sus
mano s por un proc eso socia l comp lejo, en gran parte ajeno a
su volu ntad indiv idual .
Por otra parte , en la evalu ación inter na reali zada por Fana l
sobr e los resul tados del paro nacio nal del 8 de marz o, las res-
pues tas de los líder es camp esino s most raron una sorp rend ente
tend encia igual itaris ta, antie litari a y demo strati va de una con-
cienc ia de «clase camp esina ».
Una expe rienc ia seme jante surgi ó de la parti cipac ión cam-
pesin a, en los días final es de la viole ncia, segú n el análi sis de
Cam ilo Torr es, al eman cipar se los grup os en arma s del cont rol
de los gamo nales polít icos de las cabe ceras muni cipal es y de la
red nacio nal de los parti dos.
La cond ición básic a para que una nuev a estru ctura asoci a-
tiva, porta dora y cread ora de nuev os valor es pued a subsi stir y
proy ectar se parec e ser, a la luz de esta persp ectiv a, la de que
los miem bros de las asoci acion es se aglut inen en funci ón de sus
intereses perm anent es (profesión, vecindaá) y tenga n aseg urad a una
relat iva segu ridad en sus ingre sos, que no pued a ser arbit raria -
men te elim inada por fuerz as exter nas. Las asoci acion es const i-
tuida s por indiv iduos en razón de inter eses trans itorio s, como
es el caso de las asoci acion es de estud iante s, no han cread o
cond icion es que perm itan gene rar en su seno pode r polít ico
perm anen te, ni han proy ectad o su estru ctura asoci ativa sobre
el conj unto de la socie dad como un todo.
Igual expe rienc ia es perce ptibl e cuan do se inten tan asoci a-
cione s polít icas en las cuale s el inter és com ún de los afilia dos
es meramente ideológi,co y no se ident ifica con inter eses vitale s co-
tidia nos de sus miem bros.
La estru ctura mism a de la asoci ación sindi cal y grem ial, como
mode/,o asociativo, intro duce en la acció n socia l una serie
de
valor es que se fund an esen cialm ente en: a) la parti cipac ión
igual itaris ta en las decis iones ; b) el senti mien to de supe riori-
dad perso nal y de posib ilida des de ascen so socia l por razón de
lA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 449
form as y
paul atin o aban dono de los siste mas elec toral es com o
ndar io
cana les de acci ón polít ica. La asoc iació n grem ial y el veci
ades a
orga niza do han remp laza do larg ame nte en las ciud
eso de
los orga nism os polít icos poli clasi stas deriv ados del proc
indu stria lizac ión del mod elo hace ndar io.
-
Emp ero, la proy ecci ón de ese mod elo estru ctur al ha pene
e de las
trad o larg ame nte en las zona s rura les. Independientement
( com o
moti vaci ones ideo lógic as expr esas de las asoc iacio nes
al era el
ocur rió en el caso de Fana l, en el cual el prop ósito inici
asociar
com bate cont ra la infil traci ón «com unis ta»), la estructura
res, que
tiva por sí mism a intro duce un nuev o siste ma de valo
y polí-
entr a en inev itabl e conf licto con las estru ctur as socia les
ticas tradi cion ales de Colo mbia .
r-
Un ejem plo espe cífic o de este proc eso pod ría enco ntra
pesi nos
se en la evol ució n de las asoc iacio nes de usua rios cam
erno de
de s~rv icios públ icos, crea das orig inalm ente por el gobi
ctam en-
Carl os Ller as Rest repo con el obje to de relac iona r dire
su ori-
te a los cam pesi nos con los servi cios del Esta do. Aun que
esas
gen ofici al pudi era hace r pens ar en la posi bilid ad de que
lealt a-
orga niza cion es rura les desa rroll aran cons ecue ntem ente
part ido
des vigo rosa s haci a el Esta do que las creó o haci a el
rroll o
polít ico del gobe rnan te que les dio exis tenc ia, su desa
ideo ló-
histó rico ha mos trad o que gene raro n una cons telac ión
idos , que ha
gica prop ia, ajen a al siste ma tradi cion al de los part210
sido frec uent eme nte calif icad a com o «sub versi va» •
inos
Inde pend ient eme nte de su «mo dern izac ión» ( en térm
un siste-
de alfab etiza ción , aum ento de ingr esos , inte grac ión a
los sec-
ma econ ómic o naci onal , acce so a la info rmac ión, etc.)
erso
tore s de cam pesi nos asoc iado s evol ucio nan haci a un univ
s por el
de valo res fund ame ntal men te disti ntos de los pres crito
mod elo hace ndar io.
-
De esta man era desa pare ce el esqu ema de un sect or «atra
de un
sado » vers us un _sect or «mo dern izan te», com o facto res
luch a
conf licto de valo res. Eme rge, en cam bio, la figu ra de una
del mo-
entr e estructuras asoci,ativas antagónicas. la proc eden te
(en la
delo de la haci enda y de la indu stria lizac ión indu cida
aque lla
cual se enm arca n aún las masa s de las clase s med ias) y
grem io
que proc ede de la proy ecci ón socia l del sind icato y del
com o mar co de las relac ione s socia les glob ales.
l.A CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS 451
NOTAS
n de
por usted significaría para el puebl o de la República, la renun ciació
s-
la religión y la profesión pública de la impie dad. En las actuales circun
tancias no podrí a imaginarse un triunf o más satisfactorio para los rojos,
o
ni un motivo más profu ndo de disgusto y desconfianza para el puebl
conservador». (/bíd., p. 358).
El pretex to religioso encub re todos los motivos políticos y económi-
con-
cos. Martínez Silva escribe: «Ni que cosa más sencilla y rutine ra que
to,
servarse así en el poder , conta ndo, adent ro, con un nume roso ejérci
con
con abund ante parqu e, con el valioso mecanismo oficial y, afuera,
un gran partid o cuya opinió n ni se inquie re ni se respeta, pues de ante-
ca-
mano se sabe que está dispuesto a march ar a toda hora al sacrificio,
s
llado, sumiso, disciplinado, no como quien pelea por cosas perec edera
su
y mund anas, sino como quien cump le un deber religioso, que tiene
recom pensa en la otra vida». (Carlos Martínez Silva, Artícul.os doctrinarios,
1935, Impre nta Nacional, Bogotá, p. 79).
27. Las tensiones entre los intereses federalistas origin ados en el do-
-
minio de las «élites» regionales comp romet idas en los cultivos de expor
los
tación y el deseo de centralización partic ularm ente notor io entre
de
grand es comerciantes que a su turno eran igualm ente planta dores
el
tabaco o recolectores de quina, tienen una contra dicció n insoluble en
seno de ambos partidos tradicionales hasta 1885.
De esta manera, Mariano Ospin a Rodríguez es firme partid ario del
federalismo en 1849. (Ver Ospina, «Los partid os políticos en la Nueva
Granada», en Escritos sobre economía y política, cit., pp. 147 y ss.) y acusa-
ba a los liberales de haber sido sucesivamente centralistas y federalistas
cen-
sin ningú n motivo justo o racional. Ospin a se hizo luego acérri mo
tralista.
La pugna entre los partidos, atraídos simul táneam ente por el cen-
se
tralismo y el federalismo -a causa de sus contra diccio nes inter nas-
por
comp rende mejor al leer docum entos como la carta de renun cia
Miguel Samp er al Presidente Zaldúa en 1882. (Cf. Apéndice documental):
«Este sistema (de intereses en la época federal) tiene que consistir y
consiste, en halagar los intereses de las secciones, llevándoles del tesoro
rios.
federal los auxilios que la desidia de sus gobie rnos les hace necesa
de
Y no sólo se buscan auxilios para las necesidades, sino que ellos han
to
satisfacer también los antojos que se formu lan en empre sas de fomen
os
de todo orden y sin estudio comp etente de los hechos. Todos aquell
r
cuyo géner o de vida muest ra que han sido incapaces de conce bir, funda
s de
y mane jar empresas industriales para sacar de ellas honra dos medio
de que
subsistencia, apare cen comp etente s para aplicar las cualid ades
carece n al manej o de los intereses públicos».
Del mismo modo que el conse rvado r Ospin a, el libera l Samp er vacila
sido
en su lealtad entre centralismo y federalismo. Miguel Samp er había
uno de los convencionistas que aprob aron en Rione gro en 1863 la Cons-
a
titución Federal, fue empre sario tabacal.e ro y sus quejas contr a el sistem
LA CONFLUENCIA DE DOS MUNDOS · 455
protecc ión o libre cambio era pequeñ a, pero por lo menos en ciertos
aspectos se podía establec er la relación en forma más o menos estrecha:
el libre cambio no traía ese gran aument o en el comerc io interna cional
que nos sacara a una vida de plenitu d económica, la protecc ión no traía
las industrias, como se esperaba. Pero en nuestro caso no ha habido el
proceso , presum iblemen te penoso y gradual, de desilusión y conversión.
Los cambios han ocurrid o en cada caso en forma de polarización casi
instantá nea, de cristalización».
51. Carlos Martínez Silva, Revistas políticas publicadas en el repertorio
colombiano, Impren ta Nacional, Bogotá, 1934, pp. 43 y 69. Los conser-
vadores históricos añadían en 1896: «En cambio abunda n, hoy más que
antes, los proyectos de empresas descabelladas, los contrat os leonino s
para la constru cción de ferrocarriles y caminos, que implica n disper-
sión de recursos y que invariablemente termina n en litigios, y en ruido-
sas indemn izacion es, perseguidas de antema no por los especuladores».
(Martín ez Silva, Artículos doctrinarios -Motiv os de disidencia-, Impren ta
Nacional, Bogotá, 1935).
52. Inform e del visitador Rufino Gutiérrez, de abril 11 de 1899 (en
Martíne z Silva, Revistas políticas, cit. p. 445).
53. El monopo lio de licores y el arrenda miento de estos monopo -
lios a particu lares fue otro de los más pingües negocios de la época. En-
tre los rematad ores más importa ntes se encontr aba el señor José María
Sierra, igualm ente prestamista del gobiern o Central. (Cf. Nota 55 de
este capítulo ).
54. Sobre la situación de la deuda pública para ese momen to. Ver
Carlos Martínez Silva, Las emisiones clandestinas del Banco Nacional y otros
ensayos, Impren ta Nacional, Bogotá, 1938, p. 19.
55. Martínez Silva, Revistas políticas, p. 389. José María Sierra era el
mayor acreedo r del gobiern o. El total de la deuda a los bancos comercia-
les apenas alcanzaba a 600.000 pesos, mientras que Sierra era acreedo r
por 900.000.
56. Martínez Silva, Revistas políticas, p. 393.
57. . Ibíd. pp. 453 y ss. La obtenci ón de concesiones y monopo lios
por particulares, para ser luego cedidos a inversionistas extranj eros se
convirtió en una práctica común.
58. Martíne z Silva, Las emisiones clandestinas, p. 63.
59. Ibíd., PP· 95 y SS.
60. Ibíd., p. 109.
61. Cf. Nota 51 de este capítulo.
62. Carlos Martínez Silva, Artículos doctrinarios, Impren ta Nacional,
Bogotá, 1935.
63. Cf. Joaquín Tamayo, Nuestro siglo XIX (La ·revolución de 1899),
Editori al Cromos, 1925.
64. Ibíd., p. 49. Eduard o Santa, Rafael Uribe Uribe, Ediciones Trián-
gulo, Bogotá, 1962, p. 199.
lA CONFLU ENCIA DE DOS MUNDOS 459
65. Luis Martínez Delgado, A propósito del Dr. Carlos Manínez Silva,
Bogotá, Editorial Marconi, 1931.
66. Joaqu ín Tamayo, op. cit. Yañade: «¿Por qué peleab an estos hom-
bres? La respue sta es dificil y aventurada. Si esa pregun ta se les hubier a
hecho en vísperas de Palone gro, los soldados de la Revolución habría n
contestado: "Por el triunfo del gran Partido Liberal"; los reclutas con-
servadores: "por la victoria del gobier no legítimo"; sin saber a derech as
el motivo. Indisc utiblem ente los jefes revolucionarios obedec ían a una
razón de orden político, pero la muche dumbr e armad a y los guerrilleros
ignora ban los fundam entos filosóficos del liberalismo, sus aspiraciones
doctrinarias, sus tradiciones civilistas. Fueron a la revolución empujados
por un sentim iento emotivo, ajeno a todo análisis». (Pp. 91-92).
67. lbíd., p. 105.
68. Luis Martínez Silva (citado por Luis Martínez Delgado, A pro-
pósito del Dr. Carlos Martínez Silva, Bogotá, 1930, p. 488). «De extracción
o filiación liberal hasta el día en que vio triunfa nte al genera l Payán en
el Cauca en 1885, no puede decirse fuera hombr e de partido , de ideas
definidas, estudiadas y digeridas, sino que iba con los acontecimientos
que los rodeab an y con lo que conven ía más a sus ambiciones personales
del mome nto. De ahí que no vacilaran en buscar según las circunstan-
cias, apoyo en las derech as o en las izquierdas; en el Clero, preten diendo
colocarlo ante la ley en condic iones de igualdad política a los demás
ciudad anos, o en el liberalismo, ofrecié ndole puestos de gran influencia
y tambié n en las multitu des, alterna ndo con ellas en bacanales, como lo
vio con asomb ro la buena sociedad bogota na en ciertas fiestas en la plaza
de San Victorino».
69. Ospin a Vásquez, op. cit., pp. 322 y ss. Hablan do de la política
económ ica de la Regen eració n: «Núñez fue una excepc ión en ese senti-
do, por cuanto recono cía explíc itamen te un costo a la industrialización,
que st; había de cargar a la creació n y sostenimiento de una clase social,
polític ament e necesaria». (P. 326).
«Evidentemente, había mucho que se prestab a a la crítica en la crea-
ción de estas industrias, que tan eviden temen te "molían derech os de
aduana", como se dijo de los molino s de trigo de la costa Atlántica. Pero
si se quería a todo trance tener industrias (y ya se dijo que las razone s
que hacían tan deseab le tenerlas, aunqu e costaran, no eran primar ia
o directa mente razone s económicas) era esta la maner a de que se pu-
dieran establecer, tal vez la única maner a o la más práctic a y asequible.
Reyes estaba dispuesto a tomar la respon sabilid ad que el país pagara el
precio del estable cimien to de alguna s empre sas fabriles, que iniciab an
su industrialización». (P. 339).
70. Compendio de estadísticas históricas, ya citado Colombia, comerci,o ex-
terior, 1835-1962, pp. 206 y ss. Para 1906 el banano repres entaba el 3.38%,
el café el 42.40%, y el oro el 20.59% del total de las export acione s co-
lombianas.
460 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
L
462 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
del
95. La excesiva subdiv isión de la tierra en las region es cafete ras
gra-
occid ente colom biano produ jo en las décad as poster iores a 1940
s trajo
ves proble mas de orden social. El limita do tamañ o de los fondo
idades
consig o la impos ibilida d de atend er con su produ cto a las neces
fue uno
de la econo mía familiar. Un auge notor io de la prosti tución
obró
de los subpr oduct os de este fenóm eno. Más tarde, la misma causa
como un aceler ador de la violencia, cf. La violenci.a en Colom.bia.
96. lbíd.
97. /bid.
98. Ospin a Vásquez, op. cit., p. 351.
bia,
99. •<Concordato», en Constitudón Política dt /,a República de Colo,n
la Santa
Edit01;a1 Volun tad Ltda. , 1965. «Conc ordato celebr ado entre
Sede y la Repúb lica de Colombia)),
100. lbíd~
101. Camil o Torres, «La violen cia y los cambi os socio- culrur
ales en
Naa~
las ár eas rurale s colombiana..~ ». en Memoria del Primer Congreso
1963,
na./ de Soriologin. Asoci ación f'A>lombiana de Socio logía, Bogot á.
pp. 137 y SS.
un
«El canal de ascens o en su prime ra etapa (el semin ario) tiene
caráct er pre-do miname mc nte cultur aJ fonna l. Este ascen so se
efectú a
hasta la es-
gener almen te desde la escuel a prima ria (escue la apostó lica)
cuela unive rsitaria. (Semi nario Mayor ) ,. _
los
«Los cr·iteri os d e ascens o en esta etapa son predo minan temen te
de capac idad intelecn1al y confo rmism o en la condu cta ...
es-
,, En las et1.pas siguie ntes, el criteri o primo rdial de ascen so en la
o. Por
tructu ra actual de la Iglesia latino ameri cana e.s el confo rmism
ción
ejemp lo, en algun os países los obispo s no son degid os sin la acepta
de l candi dato por todo el episc~opado m,don al. Esto implic a una nive-
lación del candidar.o con base en el confo nnismo, prind palmc
nte ... •.
«Natu ralme nte que la unión de int~re ses entre la alta jerarq uía
y la
clase dirige nte produ ce que los ascens os edesiásricos tengan como
uno
se mani-
de los criteri os básicos el confo nnism o t·on las estn1cturas, que
fiesta en la escala local en el confonu.ism o con los grupos minoritarios
dirige ntes de las comu nidad es de base •.
im-
I 02. En tan to que la Jglesia. como superv igilan te de la educa ción
ción
partid a a todos los niveles y como empre saria privad a de la educa
nte, la
(prim aria, secun daria y unive rsitari a) tiene un papel prepo ndera
las
social izació n escolar transm ite unos valore s que se identi fican con
tro
ne-ce-s idade s de la estruc utra social a la c ual sirve. Un antiguo minis
.Abel
de Educa ción, notab le teórico sociológico y católico re-conocido ,
Nar.mjo Villegas, ha escrito: -Colocado el poder público en la pers-
pectiva social de )a educación y la Iglesia en la moral , no cxistt una
tiva
oposic ión sino una integr ación . Permi te hacer u.na. polítiCil educa
conjunta en la que se conjuguen el principio de la soberanía nacio1Ul.
a
que va implíc ito en el pode-r de educa r, y el de la liben.ad df la Iglesi
LA CONFLU ENCIA DE DOS MUNDO S 463
para expan dir el Evange lio. El Estado colom biano no ha compr endi-
~o que_ en la educac ~~n exc_l~ sivame nte otorga da por el Estado puede
1mpart J.rse la educac 10n rehg1o sa y ha permit ido que la indust ria pri-
vada de educac ión al denom inarse católic a, sugier a el absurd o de que
la oficial no lo es». (Abel Naranj o Villega s, «Morfo logía de la nación
colom biana» , en Histori a extensa de Colombia, Vol. XIII, Editor ial Lerner ,
Bogotá , 1965, p. 208).
103. A partir de 1930, lo contro les de cambio y export ación dieron
un apoyo decisiv o a la industr ializac ión induci da. La crisis financ iera
mundi al, al imped ir a Colom bia la adquis ición de bienes de consum o
extran jeros, permit ió dar una forma «salvad ora» y nacion alista a los pri-
vilegio s otorga dos a las industr ias domés ticas. De maner a acelera da la
partici pación de la indust ria en el ingreso nacion al aumen tó a partir de
esa fecha. Cf. El comercio exterior y los problemas ... , Univer sidad Nacion al
(CID).
104. Los períod os de violenc ia ciega, propio s de «socie dades pre-
moder nas», alterna n con los mome ntos en los cuales Colom bia aparec e
como «mode lo latinoa merica no de democ racia» e incluso como «la vitri-
na de la Alianz a para el Progre so», cf.Joh n D. Martz, Colombia, un estudio
de política contemporánea, Univer sidad Nacion al de Colom bia, 1969.
105. Bernar do García y otros, El comercio exterior y los problemas ... cit.
106. lbíd.
107. lbíd.
108. En la misma medid a en que avanza el proces o de ayuda exte-
rior nortea merica na, en forma de inversi ones o de crédito s, para apo-
yar la industr ializac ión, los model os de desarro llo son definid os por las
entida des financi eras, estatal es o privada s, finalm ente multin aciona les
de las cuales depen de el otorga miento o la negativ a del apoyo. Así, fue
Colom bia la primer a nación que obtuvo del World Bank una asesor ía
técnica para la evalua ción de un crédito destina do a financ iar el ferroca -
rril del Magda lena, en la década de los cincue nta. Crecie ntemen te, esta
interve nción técnica ha asumid o el carácte r decisiv o que hoy tiene en
casi cualqu ier proyec to de fomen to en el país.
109. Cf. Ospina Vásque z, pp. 46M67 .
110. Sobre movili dad social y perma nencia de los privile gios, cf.
Luis López de Mesa, «La clase media social en Colom bia»; T. Lynn Smi-
th, «Obser vacion es sobre la clase media en Colom bia», Univer sidad de
Antioq uia, No. 105, enero y febrero de 1952.
111. Fernan do Guillé n Martín ez, «Perfil y destino de la oligarq uía
colomb iana», revista Mundo Nuevo, Bueno s Aires, París, No. 63, noviem -
bre de 1970, pp. 4 y ss.
«El resulta do social del sistem a oligárq uico es la cristali zación de una
forma de autorid ad que toma en cuenta básica mente los patron es de
prestig io individ ual y que articul a las decisio nes públic as en razón de
los compr omisos individ uales de los miemb ros de una élite siempr e mó-
464 EL PODER POLÍT ICO EN COW MBIA
tífica evidente que, sin medir el alcante de sus palabras, expresaba hace
poco tiempo un Presidente de Colombia en vísperas de la elección de
su sucesor, cuando trataba de restar importancia al epíteto de "oligarca"
con que le motejaban sus enemigos, explicando a través de la televisión:
"Meditando en los últimos días, se me ha ocurrido una idea insólita:
creo que todos los candidatos y yo mismo, somos oligarcas. En Colombia
todos somos oligarcas"».
145. Martz, op. cit., p. 28.
146. Martz, op. cit., p. 10.
147. Urrutia, op. cit., pp. 144yss., 204.
148. Ver, por ejemplo, Silvia Villegas, No hay enemigos a la derecha.
149. No existe estudio sistemático que haya conseguido demostrar
las supuestas correlaciones «evidentes» entre clases sociales, sectores
económicos o formas culturales (urbanismo, ruralismo) y la militancia
en los dos grandes partidos tradicionales colombianos. Algunas esporá-
dicas tendencias que parecen confirmar ciertos modelos «clásicos» se
ven interferidas por situaciones históricas como el fenómeno anotado
por Urrutia, de que Medellín, «cuna de la industria» haya sido tradicio-
nalmente una de las ciudades más conservadoras de Colombia.
150. Ibíd.
151. Anita Weiss, «Tendencias de la participación electoral en Co-
lombia (1935-1966)», Universidad Nacional de Colombia, Departamen-
to de Sociología, 1968 (cuadro 29, p. 117).
152. Germán Guzmán y otros, La vioúmcia en Col,ombia. Estudio de
un proceso social, 2ª edición, Ediciones Tercer Mundo, Bogotá, 1962,
PP· 24y SS.
153. Femando Guillén Martínez, Consideraciones previas para un aná-
lisis de l,os resultados el,ectorales del 19 de abril de 1970 en Col,ombia, Universi-
dad Nacional de Colombia, Centro de Investigaciones para el Desarrollo
(CID), 1970, pp. 9-10.
154. Guzmán, op. cit., p. 35.
155. En todas las regiones colombianas la existencia de poblaciones
y veredas hereditariam ente conservadoras o liberales es un hecho bien
conocido. Se trata de un fenómeno tan corriente que no requiere ejem-
plos específicos.
156. Ya desde comienzos del siglo XIX la influencia de las zonas de
vertiente de la cordillera, más densamente pobladas y conectadas con
el poder político de Tunja, había sido un elemento fundamental de la
vida política llanera. Particularmente estrechas han sido las relaciones
económicas y sociales del Llano con la ciudad interior boyacense de So-
gamoso.
157. Guzmán, op. cit., pp. 118 y ss.
158. Guzmán, op. dt., pp. 236-264, entre varios ejemplos.
159~ Guzmán, op. cit., p. 113.
160. Guzmán, op. dt., p. 79.
468 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
205. Cf. Urrutia, op. cit., p. 157: «La técnica de las invasiones rura-
les, organizadas por los sindicatos agrarios todavía se practica con éxito.
En la región de la costa Atlántica, miembros de Fanal, la Federación
Agraria Nacional afiliada a la UTC, han organizado invasiones de tie-
rras que han dado derecho de propiedad de Jacto a miles de campesinos.
En el informe del secretario general de la UTC ante el X Congreso de
esa central obrera, se dijo que los sindicatos afiliados a Fanal habían
conseguido 44.000 hectáreas para los campesinos sin tierras por medio
de invasiones de tierras ociosas privadas y públicas. En algunos casos, el
sindicato agrario paga la tierra en cuotas anuales, de modo que la inva-
sión obliga al propietario a vender a crédito la tierra a los campesinos;
en otros casos, el Instituto Colombiano de Reforma Agraria interviene y
declara la tierra invadida "zona de reforma agraria"; en otros casos, los
campesinos retienen su tierra por la fuerza».
«Es importante recordar que Fanal es un sindicato católico y que tie-
ne asesores morales clericales en la mayoría de los departamentos. Estas
invasiones se efectúan a menudo con la aprobación de los consejeros
eclesiásticos y con frecuencia los mismos sacerdotes las dirigen».
En el momento de la entrevista con Colorado, las invasiones habían
continuado regularmente, aunque no fue posible establecer la magni-
tud total de los territorios invadidos hasta 1970. En el Bajo Magdalena,
Colorado mencionó 10.000 hectáreas para este último año.
206. Debe relacionarse esta frase con la opinión de Silvert citada en
la Nota 196 de este capítulo, pues actualmente representa la reivindica-
ción expresa más frecuente entre los dirigentes campesinos.
207. Enero de 1965.
208. El llamado «Movimiento de Golconda» patrocinado por al-
gunos obispos, que convirtió a muchos párrocos jóvenes en líderes de
acción comunal en barrios marginales de las grandes ciudades colombia-
nas, tuvo un curioso antecedente cuando en enero de 1967 los feligreses
del municipio antioqueño de Don Matías decretaron un paro general
de graves características porque el obispo de la diócesis quiso remover a
un párroco excepcionalmente activo en empresas de desarrollo comu-
nitario.
209. La tendencia es igualmente visible entre los gremios patrona-
les. Así, por ejemplo, en 1971 la Federación Colombiana de Ganaderos
pidió a sus afiliados constituirse en un gremio político. ( «Politizar gre-
mios de la producción pide Fedegan», El Tiempo, Bogotá, 24 de noviem-
bre de 1911, p . 2ª).
210. En 1965 un «comité operativo» encargado por el entonces Pre-
sidente electo, Carlos Lleras Restrepo, presentó a este un documento
que contenía las bases para la organización de los campesinos en asocia-
ciones de usuarios de los servicios del Estado.
472 EL PODER POLÍTICO EN COWMBIA
NOTAS
SANTA FE YTUNJA-1755
***
«Capitanías sujetas al Cacique Sogamoso a la llegada de los espa-
ñoles y las encomiendas correspondientes en 1564 con el número de
Tributarios».
482 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
34 Capitan es 9.650
21 Encomi endas
APÉNDICES 483
cacicazgos
Fuen te: Visita del fiscal Antonio de Lujá n en 1543, a los
so Luis de
de Duit ama y Sogamoso, por orde n del gobe rnad or Alon
. Las cifras
Lugo. Los caciques fuer on enum erad os por Sogamoso
(21) en la
de 1564 corr espo nden a las enco mien das censadas
retasa de 1565.
Notas:
(I) (P. 19) Consideraciones: J. Friede.
2
<l Firavitova y Com inito chop e.
los
3
<l En dos enco mien das. Gámeza se nom bra tamb ién entre
de 12 tribu-
sujetos a Duit ama, lo que pued e origi nar una difer encia
tarios por cada capitán.
4
< ) Guáq uira y Tota.
5
<) Actu alme nte el pueb lo se llama Mongua.
y Mo-
6
( ) En dos enco mien das. En los censos apar ecen Mon quirá
y Sogamo-
niquirá. Igno ramo s a quié n de los dos caciques, Duit ama
so, perte necí a cada pueb lo.
(7) Pisva = Pisba, se escribe Pisua.
(8) Con Tobasia.
***
CABILDO DE PAMPLONA
RAS
ADJ UDI CAC IÓN DE SOLARES Y MERCEDES DE TIER
Luis E. Páez Courvel
ricos. Tení a
Noviembre de 1553 Esteban o Sebastián (uno de los más
obligación de tene r caballo) .
Lorenzo. Estancia de gana do en la Cula ta del
Valle a los Olisares cami no del Pára mo.
Enero de 1554 Juan Rodríguez Suárez una estan cia para gana -
do en Bucarica linda nte con la estan cia de Hor-
tún Velasco.
484 EL PODER POLÍT ICO EN COLOMBIA
Agosto de 1554 Hort ún Velasco pide una estancia para gana dos
en términos de esta ciuda d en la Mesa de Gerid a
dond e están nuev e o diez peda zos de arcabucos.
Miguel Trujillo. Estancia junto a la del dicho
Hort ún Velasco.
Juan Ramírez. Estancia para gana dos en la dicha
Mesa de Gerida.
Hern án Vásquez. Estancia de gana do junto al
pueb lo que se llama Mena ca que es más arrib a
de una peña de un paso malo en el vado del Ge-
neral ...
Pedro Alonso. Un peda zo de tierra en un solar
que está en ... de Gabriel Nieto.
Juan Ramírez. Estancia para gana do entre los
indios de ... 1e Hont ibón.
bajo
Diciembre de 1554 Juan Pérez pidió un peda zo de tierra por
del solar de Cuéllar que será un cuart o de solar.
Pedr o Quin tero. Un solar río arrib a y una estan-
cia del arroyo de las Palmas hasta el cami no de
Tuya y hasta el río Chitagá.
Juan de Tolosa. Estancia de gana do entre los in-
dios de Matanza y los de Pirita.
Nicolás de Palencia. Estancia para gana do.
Juan Rodríguez Suárez. Estancia para gana do
encim a de Opaga.
das de
Noviembre de 1555 Pedr o López de García. Un solar a espal
otro que tiene Juan de Torre s.
APÉNDICES 485
cia
Noviembre de 1556 Gutierre de Oruña. Petición de una estan
para ganado yendo de los indios de Cuéllar a los
de Antón García Fron tero a la sierra.
Andrés Recuero. Petición para que lo tengan
por desavecindado y que no quiere gozar de las
libertades de esta ciudad.
Francisco Hern ánde z Castañeda. Pidió una es-
tancia cerro abajo.
gana-
Diciembre de 1556 Francisco Castro. Pidió una estancia para
dos entre sus indios y los de Hern án Vásquez.
Juni o de 1557 Juan Ramírez. Pide un solar que está a una cua-
dra de esta ciud ad y una estancia para gana dos
que pidió se le mida desd e un arroyo que parte
de términos de Tequ ia y Cinbita.
Pedr o de Arévalo. Pide un peda zo de tierr a que
está vacío junt o a un solar que fue de Juan Mon-
tañez.
Pedr o Quin tero. Regidor. Pide que le camb ien
un corral que tiene por un solar.
Andrés Martín Calvillo. Pide un corral.
Gil Peralban. Pide un peda zo de tierr a linde ro
con unos solares suyos . .
Miguel de Trujillo. Pide aposto junt o a Cldery
y un pedazo de tierra a espaldas de Miguel Lo-
renzo.
Alonso de Esperanza. Estancia para suste nto
de su gana do y un solar para gana do junt o a la
fuen te de Oruñ a.
Martín Jimé nez Romero. Un corra l para gana do
que teng a tanto com o un solar.
Nicolás de Palencia. Un corra l frent e al solar de
San Francisco.
Juan Andrés. Un corra l para gana do.
Luis Jura do. Un corral frent e al cami no del
Chop o.
Francisco Hern ánde z. Un corra l para gana do.
a de nuev e
Sept iemb re de 1557 Gil López Albán. Un peda zo de tierr
pasos.
Gonzalo de Castañeda. Un solar.
Rodrigo Alonso. Un solar.
APf.:NJH<:l~S 487
Marzo de 1559 Francisco Her nánd ez. Una estan cia yend o de
esta ciud ad para el valle de Santiago.
Pedr o Quin tero. Un pedazo de tierr a que está
vacía entre una huer ta de Pedr o Quin tero y o tra
de Luis Jura do.
And rés de Acevedo. Pidió un peda zo de ti erra
cam ino de Hon tibó n.
Francisco García de la Mora. Un solar para ha-
cer una casa junt o al moli no del padre.
Alonso Parada. Una huerta.
Francisco García de la Mora. Petición de un so-
lar para hace r una casa.
***
CABILDO DE PAMPLONA LUIS E. PÁEZ COURVEL
Regidores: Regidores:
Juan de Torres Andrés de Acevedo
Andrés de Acevedo Miguel de Trujillo
Juan Andrés Varela Juan Díaz
Juan del Rincón
Pedro Alonso de los Hoyos Diputados para marzo y abril:
Miguel de Trujillo Miguel de Trujillo
Juan Díaz Juan Díaz
.Juan López
Visitador de las minas:
Procurador: Juan Maldonado
Diego Colmenares
Marzo de 1553
Mayordomo: Justicia Mayor y Alcalde
Pedro Quintero de las Minas: Juan de Pinilla
APÉNDICES 491
Regidores: Regidores:
Juan de Torres Juan de Torres
Andrés de Acevedo Juan López Galaz
Pedro Alonso de los Hoyos Juan Díaz
492 - EL PODER POÚTICO EN COLOMBIA
Alcaldes: Alcaldes:
Andrés de Acevedo Juan de Torres
Gil Cano Andrés Martín Calvillo
Regidores: Regidores:
Juan de Torres Nicolás de Palencia
Francisco Hemández Pedro Quintero
Luis Jurado Alonso CaiTillo
Andrés Martín Calvillo Gonzalo Serrano
Diego Páez Juai1 Pérez
Alonso de Esperanza
Alguacil Mayor:
Juan de Tolosa Escribano:
Alonso de Parada Bernai·dino Femández
Francisco García de Mora
Escribano Público y Procurador Diputados para tres meses:
Pedro Quintero
Mayor: Juan Pérez
Alonso Durán El Viejo
Enero de 1561
Mayordomo: Justicia Mayor:
Juan Sánchez de Gálvez Hortún Velasco
498 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
Alguacil Mayor:
Juan Sánc hez de Gálvez
EY
MEM ORI AL DEL CAB ILDO DEL SOC ORR O AL VIRR
***
ACTA DE INDEPEND ENCIA DEL SOCORRO
en de fecha 22
En cumplimiento de lo dispuesto en la Real Ord
del seño r don Anto-
de ener o de 1809, y al teno r del mandamiento
ada, el Cabildo,
nio Amar y Borbón, Virrey del Nuevo Reyno de Gran
reunió con el objeto
Justicia y Regimiento de la Villa del Socorro; se
Cortes Españolas; y
de acor dar la tem a que lo representará en las
Camilo Torres y
por unanimidad, salieron favorecidos los doctores
Durán, sujetos todos
Joaq uín Camacho y el señor don Tadeo Gómez
reconocida virtud
de relevantes prendas, de prob ado patriotismo, de
o sorteo, la fort una
y una ilustración nad a común. Hecho el respectiv
aron al seño r Amar
favoreció al seño r Gómez Durán, y así lo comunic
y Barbón.
ndo sorteo verifi-
Sabedores los socorranos del resultado del segu
que el Diputado del
cado en Santa Fe el 16 de septiembre de 1809, y
de Narváez y Lato-
Nuevo Reyno sería el señor general don Antonio
nte se reun iero n
rre, meritorio hijo de Cartagena de Indias, nuevame
las instrucciones ne-
los ediles del mencionado año con el fin de dar
Narváez y Latorre,
cesarias «al Excelentísimo señor don Antonio de
Representante en
Diputado por el Nuevo Reyno de Granada, para su
y que son del teno r
la Jun ta Central Gubernativa de España e Indias»
siguiente:
nte y med iodí a
«l º. La Provincia del Socorro confina por el orie
de Guacha y el pue-
con la de Tunja, de la cual la separa la cordillera
uinquirá y lagu-
blo de Saboyá, situado en las inmediaciones de Chiq
re las márgenes de
na de Fúquene, de don de nace el río Suárez. Sob
ende del med iodí a
este río, y siguiendo el curso de sus aguas, se exti
cha, que le divide
al nort e hasta don de se junt a con el río Chicamo
as de distancia de
de la de Pamplona al poniente, como a cuatro legu
ues antiguos que
su capital, tiene la cordillera de Yaraguíes, y bosq
cuales se cree haya
llegan hasta el río Grande de la Magdalena, en los
y de la pesca, no
una u otra hord a de salvajes que, viviendo de la caza
Si los caminos de
tiene comercio alguno con los pueblos civilizados.
o se ha proyectado,
Carare, Opó n y Chucurí llegan a efectuarse com
incia exte nde rá en-
franquearán el paso por estos bosques, y la Prov
Guacha hasta el río
tonces sus límites desde el orie nte o cordillera de
as por lo menos.
Magdalena, que sería una travesía de cincuenta legu
leguas del terre no
En la actualidad solamente se pue de cont ar ocho
pie de la cordillera
que ha entr ado en cultivo desde Guacha hasta el
cha, que dan una
de Yariguíes, y treinta desde Saboyá hasta Chicamo
n asciende según los
área de doscientas leguas cuadradas. Su població
tantes de todo sexo
últimos estados a cerca de ciento setenta mil habi
do en tres partidos,
y edad. Este núm ero de gentes se halla distribui
, la Villa de San
que son la Villa del Socorro, capital de la Provincia
1/J;
***
El pueblo del Socorro, vejado y oprim ido por las autori dades del an-
tiguo gobier no, y no hallan do protec ción en las leyes que vanam ente
reclam aba, se ve obligado en los días nueve y diez de julio de 1810
a repele r la fuerza con la fuerza. Las calles de esta Villa fueron man-
chadas por la prime ra vez con la sangre inocen te de sus hijos que
con un sacrificio tan heroic o destruyeron la tiranía; y rompi endo el
vínculo social fue restituido el pueblo del Socorro a la plenit ud de sus
derech os e imprescriptibles de la libertad, igualdad, seguri dad y pro-
piedad que depositó provisionalmente en el Ilustre Cabildo de esta
Villa y de seis ciudadanos benem éritos que le asoció para que velasen
en su defensa contra la violencia de cualqu ier agresor, confia ndo al
propio tiempo la administración de justicia a los dos Alcaldes Or-
dinaiio s para que protegiesen a cualquier miemb ro de la socied ad
contra otro que intentase oprimirle.
En el propio acto deliberó convocar a los Ilustres Cabildos de la
ciudad de Vélez y de la Vtlla de San Gil para que cada uno enviase
dos diputa dos por el pueblo respectivo que asociados a otros dos que
eligiría esta Villa, compusiesen una Junta de seis vocales y un presi-
dente que nombr arían ellos mismos a plurali dad de votos. Verificada
la concu rrenci a de cuatro Diputados que son el D.D. Pedro. Ignaci o
Femán dez, el doctor don José Gabriel de Silva, el doctor don Loren -
zo Plata y don Vicente Martínez, se halla legítim ament e sancio nado
este Cuerp o y revestido de la autori dad pública que debe orden ar lo
que convenga y corres ponda a la sociedad civil de toda la Provincia,
y lo que cada uno debe ejecutar en ella. Es incont estable que a cada
pueblo compe te por derech o natura l determ inar la clase de gobier -
no que más le acomode, tambié n lo es que nadie debe opone rse al
ejercicio de este derech o sin violar el .más sagrado que es el de la
libertad. En consecuencia de estos princip ios la Junta del Soc~rr o,
repres entand o al pueblo que la ha establecido, pone por bases fun-
damentales de su constitución los cánon es siguientes:
1º. La religión cristiana que uniend o a los hombr es por la carida d,
los hace dichosos sobre la tierra, y los consue la con la espera nza de
una eterna felicidad.
2º. Nadie será molestado en su person a o en su propie dad sino
por la ley.
APÉNDICES 513
APÉNDICES 515
***
516 EL PODER POLITJCO EN COWMBJA
del progr eso local disfru tan de sue ldos con los cuak s put·ck11
suf rc1-
g-ar a su respe ctiva cuota de la carga ge neral.
De estas libe ralida d es dt· carác ter cokrt ivo se ha pasad o fácilm
en -
te a las d e todo gé nero ck favore s perso nales , y un as y otros
se ha n
conve rtido e n m edio de engan ch ar nLwvo s reclut as para los band
os
políti cos.
No result a d e este ord e n de cosas fortal eza y vigor para la vid a
ck
las seccio nes, sin o d e bilida d para el vín culo fe deral. f~slc 110
pu ed e
tene r nervi o y efi cacia si el gobie rno carec e de rec ursos . Tamp
oco
puede n te ner e n ergía los gober nante s para luch ar e n defe nsa
de los
intere ses gen e ral es, pues por e l contr ario , e n lo futuro les ser:1
pre-
ciso plega r cad a día m ás a las exige n cias d e sus parciales. Si
i·stos
están apod erado s de los gobie rnos seccio nales , la habil idad apare
n te
puede consi stir e n reuni r e n un haz todas aquel las exige n cias
para
conve rtirlas en artícu los de la ley de presu puest os; p ero la verda
dera
grand eza no estará sino en acept ar franc amen te la lucha y arrqja
r de
aquel recin to toda la carco ma que destru ye la savia de la vida políti
ca .
A esta obra, rápid amen te bosqu ejada en vuest ro discu rso d el
1!.! ele
abril, fue a la que yo quise asoci arme, resue lto a arros trar una
im-
popu larida d mom entán ea o durab le, según los result ados. Por
des-
gracia , la cuest ión de la prepo ndera ncia políti ca d e los partid
os ha
estad o incru stada en la cuest ión fiscal y ésta ha recib ido una soluc
ión
desas trosa. Las mayo rías de las cáma ras acept aron de buen a fe,
e n mi
conce pto, la idea cardi nal de las econo mías y del restab lecim
ie nto
del crédi to, como lo dejan comp rende r los prime ros actos con
que
fue acogi do el mens aje de 21 de abril. Qué inspir acion es torcie
ron
aquel prim er impu lso, y por qué circu nstan cias preva leció la
d esvia-
ción, son cosas que no me propo ngo ahora averig uar.
Baste hacer const ar que las renta s de aduan as y salina s han salido
de las sesio nes del Cong reso con nuevo s gravá mene s espec
iales, es
decir, que el presu puest o ha recor tado los ya exigu os recur
sos que
él dejab a para el soste nimie nto del gobie rno feder al. La vida
de éste
será preca ria, angus tiosa. La situac ión fiscal será un lazo tendi
do con-
tinua ment e al pode r ejecu tivo para que viole cierta s leyes y
se le so-
meta a juicio , o para que sucum ba por impo tenci a.
Lo más alarm ante y aflict ivo de esta situac ión es que ella se
en-
grana con las dispo sicion es de otras leyes que acaso sólo hayan
sido
dictad as como medi das preca utela tivas de carác ter transi torio,
pero
que será difici l recog er más tarde en cuant o ellas hayan fortal
ecido
el pode r, ya exces ivo, de los estad os.
Disip adas las ilusio nes que hizo conce bir la cre~c ~ón del_
Ba~-
co Nacio nal como instru ment o para funda r el cred1 to nacio
nal;
520 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
Mi gu el Samp er
Bo go tá, 22 de sep tie mb re
de 18 82 .
DOCUMENTOS
***
Documento No. 1803
Tomado de: Documentos inéditos para la historia de Colombia, T. VIII
(1545-1547).
Autor:.Juan Friede.
Tema: Igualmente sobre el Cacique Hurabaive.
En lo que decís que por dichas Nuevas Leyes está mandado que
los gobernadores no encomienden indios y que vos, viendo que
en ello servíais a Su Majestad, habéis enviado un capitán que se
Barna Gómez de Mosquera a San Sebastián de Buena Vista, que es
el golfo de Urabá en la gobernación de Cartagena, para que allí
resida y tenga aquel puerto abierto y sostenga aquel puerto donde
ya no había sino dos hombres; y que para ello le habéis depositado
un cacique principal que allí estaba, llamado Hurabaive, del cual
524 COLOMBIA
EL PODER POLÍTICO EN
, ni se ha
ca ciq ue ni ng u. . n pr ov eeh o se tem a po rq ue no da tri bu to
.d I • r do nd e os movisteis
P 0 d 1 o .ac ab ar co n e. . 1• Aun qu e os motivos po con-
a. d epos1tar el d Ic · h o caCi· que pa rec e qu e po dr ían se r bu en os '
os ma nd o la
qu e la Jey qu e so b re es to ha bla se gu ard e, y así
vie ne .... . ex ce de r en cosa alguna
· en to d o y po r todo, sm
gu ard e1 s y cu m prais
d
e 1O en ell a co nt en id o.
I ** *
Do cu me nt o No. 1809 T VIII
do de : Do cum ent os iné dit os para la historia de Colombia' .
To ma
(1545-1547).
Au tor : Ju an Friede. s de la
: So br e el ca ciq ue Ta ma lam eq ue . Un a mu es tra má
Te ma no mb re del
mb re es pa ño la de as ign ar a los asentamientos el
co stu
ca ciq ue pr inc ipa l. cedió que
ué s qu e a Vu est ra M aje stad escribí la po str era , su
De sp um br e de
pr ov inc ia de Xe gu a vin ieron otr a vez gr an mu ch ed
en 1a is de Man-
en ca no as , y de sd e qu e su pie ro n qu e el ca pit án Lu
in di os n los ber-
qu e en no mb re de Vu est ra Majestad allí se halló co
jar re s, pusieron
y ap ar ejo qu e ten go dic ho, er a salido de la villa, le
ga nt in es ir de ella,
rco , de ma ne ra qu e na die er a po de ro so pa ra sal
co mo ce y así ve-
es tab a tod o an eg ad o y no po día n salir de sus casas,
po rq ue os, en
ios ) cas i a 1a ba rra nc a del río a fle ch ar a los cristian
ní an (los ind eb lo, así
tar on a mu ch os ind ios de los qu e servían en el pu
que les ma pes-
rb a pa ra Ios ca ba llo s en canoas co mo a pe sc ar algún
ye nd o po r ye m-
ían ha rta ne ce sid ad , y pr ete nd ían matarlos de ha
ca do de qu e ten n avisados (de
En es to est uv ier on alg un os días hasta qu e fu ero
br e. ab an , fu era de
el dic ho ca pit án no se ha bí a ido, co mo ellos pe ns
qu e) s indios los
, má s an tes po r ot ra pa rte , sin top ar po r los dicho
Ja tie rra sampara-
a bu sc ar a su s as ien tos . Lo cual sabido, la villa de
ha bí a ido anos,
y fu er on co n to do el ím pe tu posible so br e los cristi
ro n Ju eg o os
s gu er ra qu e ha sta aq uí. Pe ro co mo ha bía tan buen
ha cié nd ol es má s
en te ha lla ro n res ist en cia, pe ro los ap art aro n má
ap are jos , no so lam e pe ns ab an .
me nt e, de ma ne ra qu e sin tie ro n no se r la pa rte qu
re cia o muer-
a Nu es tro Se ño r qu e ha ve nid o casi tod os de paz sin
Axí pJ ug o do Talai-
e de ni ng un a pa rte , en es pe cia l el pr inc ipa l, lla ma
te de ge nt y esta
sid o un a co sa qu e las ge nt es ac á no lo pe ns ab an . Do
gu a, qu e ha os
tra M aje sta d pa ra qu e se pa qu e mi lag ro sa me nte Di
cu en ta a Vu es Él, aq uí ad ela nte recibirá de
aq ue lla vil la, y es pe ro en
le ha gu ar da do lo he ch o tam bié n se seguir
á
ia ser vic io se gu ro . Y de
aq ue lla pr ov inc po r ha be r ad mi tid o la paz
pit án me es cri be , qu e
10 qu e eJ di ch o ca
r DOCUMENTOS 525
***
aba,
«En los Estados Unidos no halló Biddle el apoyo que esper
taba aquel
bien fuese por la grave crisis comercial que entonces afron
ón con gra-
país, o bien porq ue desagradara la empresa en colaboraci
al nuestro
nadinos. Mac Afee, por instrucciones de su gobierno, avisó
ni indirecta
que los Estados Unidos no habían tenido parte directa
falleció en
en las proposiciones hechas por el coronel Biddle, quie n
ntado nada
Filadelfia, en el mismo mes de diciembre, sin habe r adela
en su empresa».
***
DOCUMENTOS 531
las gra nd es
al~ un os co me r cia
__ nte s qu e ha n calculado co n acierto
de ores, si el
Jª~ qu e po dn an sac ar de tales ventajas; y los comprad
ve~~a y a Ile-
eg 10 se les oto rg a so n los qu e van a costear la em pre sa
pnvd gación,
ca bo , po rq ue es bie n sab ido qu e los qu e ha ce n la ero
:ar la a a seme-
do s en no pe rd er su din ero , tom an em pe ño en da r
m ter esa su
la dir ec ció n co nv en ien te, no mb ran do personas de
jan tes ob ras s
e se po ng an al fre nte de ésta y tom an do todas las demá
co nfi an za qu
dis po sic ion es de l caso. insinua-
em pr en de la ob ra del mo do
Ot ra ve nta ja res ult ará , si se de tierras
a tan de sco mu na l concesión
do. Y es qu e om iti én do se un a utilidad en
de sp ué s venderlas co n mu ch
baldías, el go bie rn o po dr á lor conside-
en te ha br án de tom ar un va
el istmo, en do nd e na tur alm
piece.
rab le de sd e qu e aq ué lla em otras na-
qu e na tur alm en te causará a
Ta mb ién se evitará el celo americanos,
ne s el su po ne r qu e si la em pre sa se confia a los norte
cio ias a todas
os va n a est ab lec er all í un a colonia y a ha ce r sus tributar
ést l globo,
cio ne s en su pa saj e po r aq ue l pu nto tan im po rta nte de
las na e po r
s la ley en las inm en sas negociaciones mercantiles qu
dá nd ole gra nd es
se ha ga n; lo cu al aca so pu ed e tra er a la misma em pre sa
allí mprome-
lta de s, y a la Nu ev a Gr an ad a disgustos, embarazos, co
dificu qu e pro po -
ien tos y pe sar es. To do esto se allana po r el me dio
tim nos de las
mo s, po rq ue en ton ce s se ab re la pu ert a a los ciudada
ne habitantes
ere nte s pa rte s de Eu ro pa pa ra tom ar acciones, y a los
dif o el resul-
tod o el mu nd o pa ra ve nir a co mp rar allí tierras; siend
de rra ma rán en
o qu e el ist mo ve nd rá a se r el canal po r do nd e se de
tad de todas las
Nu ev a Gr an ad a la ind us tri a, la civilización y la riqueza
la
na cio ne s de Eu rop a. ntes en
ultados de concesiones semeja
Te ng am os pre sen tes los res jico un a
os pa íse s. El do cto r Be ale s obtuvo del Gobierno de Mé
otr dó a los Esta-
cia de est a esp ec ie en la Provincia de Tejas. Se trasla
gra plio prove-
s Un ido s a en aje na r ac cio nes, qu e vendió con el más am
do yectado;
o: log rós e, en efe cto , de est a su ert e el establecimiento pro
ch , y no hay
s las co ns ec ue nc ias ha n sid o funestas, como todos saben
má r otros me-
da qu e hu bie ra po did o ob ten ers e el mismo objeto po
du uti1idad qu e
s ha bié nd os e ase gu rad o pa ra la Nación Mejicana la
dio
lar.
recogió un individuo particu ala n al
as qu e po r el proyecto se reg
Las cu are nta leguas cu ad rad pesos fa-
el Bi dd le co nti en en 14 4.0 00 fanegadas, cuyo valor a 2
co ron ido po r el artículo 6 de
2
cia s ma rít im as, est ab lec
ne ga da en las Provin uas cua-
11 de oc tub re de 18 21 , es de 288. 000 pesos. Las 200 leg
la ley so po r fa-
s qu e po r el mi sm o pro ye cto se ofrece vendérsele a pe
drada adas.
y en ob lig ac ion es de la de ud a, co nti en en 720.000 faneg
ne ga da
532 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
***
de.. 1.ma. parte de los derechos: de ahi viene que la poblacion pare1.ca
menos de lo que en la realidad es; cuvo inconveniente no s<:~ rá fácil
1
de ren ediar 1nientras subsistm1 aqueÚas. Si la opinion de los curas
es fui~dada: supuesto las crecidísitnas rentas que gozan en el re ino
los obispos 1 arzobispos, seria conveniente suprimir esta contribudon
que ~Ultos n1unnullos ocasionan a los curas. De este modo no solo
tenchia~nos padrones esactos, con10 yo he visto que los tien e n los
cw-as, sino que debiendo e llos concurrir a este 1n1e:!vo ramo, a su es-
t:ab~ecin1iento i recaudación, lo h,trán con 1nas g·usto i actividad, si se
les nnpone esta peque úa carg-a al nlis1no tiempo que se les dispensa
de las cuartas.
Con1-o la recaudacion de la capitacion podria traer los mismos in-
convenientes que se quieren re 1ne diar, i que quizás seria mas gravosa
que la misma contribucion, yo voi a hacer ver e l modo. Los curas,
como dejo dicho, tienen padrones esactos con distincion d e sexos,
edades i condiciones, divididos por cuadrillas, i en cada una un hom-
bre que ellos conocen bien por su probidad, al que encargan la re-
caudacion de sus derechos, sin 1nas sueldo que la escepcion personal
de la conu·ibucion. De este modo estan bien servidos i sus vecinos
no sufren los inconvenientes que en la ad1ninistracion de los ramos
reales se esperi1nentan.
La sencillez en todas las cosas aclara i facilita la ejecucion. Este
principio con el ejemplo de los curas 1ne parece que es el que se
debe seguir en la recaudacion de la capitacion. No creo apesar de
las cuantiosas sumas que debe producir este nuevo ramo, sea necesa-
Iio ahora comenzar por la creacion de nuevos tribunales, cuya com-
plicacion suele muchas veces detener los progresos de un ramo, i
no deja conocer con1-unmente, en quienes consiste su malversacion.
Me parece que con solo la creacion de correjidores de partido, ha-
ciendo unas divisiones arregladas con los gobernadores i correjido-
res de provincia, con los oficiales reales, con la inteIVencion o ausilio
de los curas, i el nombramiento de cuadrilleros cobradores, estará
este ramo perfectamente servido.
El nombre del correjidor de partido que adopto aquí, hace ver
que hago atencion hasta en los términos; yo llevo por_ d~lante sie~-
pre el carácter de los pueblos de que hablo; el de Administrador qui-
zá no seria tan aparente, i sin mudar los términos, la naturalez~_de las
cosas suelen ser de mucho recurso en la ocasion. Así los correJid~res
deberian ser los administradores o recaudadores de cada. partido,
sin necesidad de mas dependientes arrentados qu~ dos oficiales que
le ayudasen a llevar los libros, a reci~ir el dinero, 1 que firmasen las
cuentas alternativamente uno cada ano.
540 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
Los goberna dores o correjido res de cada provinci a con dos ofi-
ciales reales, podrían firmar el Tribuna l de que deberían depende r
inmedia tamente los correjido res de partido, i a cuyo centro deberían
hacer sus remesas, para que de allí pasasen a los oficiales reales de la
capital.
Los curas libres de las cuartas, no tendrán embaraz os en entregar
a los correjido res de partido los padrone s verdader os, ni en remitir
al Goberna dor de la provincia una copia firmada. De berían tambi en
pasar noticia circunsta nciada de los que nacen o mueren para que
süviese de arreglo i claridad , en la recaudacion i formacio n de las
cuentas.
Los cuad1illeros cobrado res en los mismos términ os que los ti e-
nen ahora los curas, se les debería aumenta r un pequ eño tanto por
ciento sobre lo que cobrasen . Los correjido res de partido , i los go-
bernado res de provincia de que se hablará en adelante . tambien de-
berían tener sus sueldos sobre este ramo. pero no fij o. sin o sobre un
tanto por ciento de lo que cada un o recaudar a propo rcio nalm ente.
El sueldo de tanto por ciento trae la ventaja. en este caso del interes
que resulta al recaudad or de no d('.jar partidas <1tras.ad as. i no u-ae
inconven iente para el público, porque siendo fijo s la ca ntidad de la
contribu cion i el tiempo. no dá lugar a csrorcion es i 0 11-as ,i olencias
que el interes personal haiia come ter a los reca11<lad ores.
Vista la facilidad que hai para la recaudacio n de es te ramo, los
ninguno s ínconven ienles e n su imposicio n i las vencajas que deben
resultar al público por la supresion de los otros ramos: solo nos resta
hacer ver la utilidad que Lraerá al real Era1io.
Aunque esta demostra cion podia 1ener padrone s exactos a la vis-
ta, yo me contenta ré con dar un cálculo. sobre poco mas o ménos,
para hacer sensibles las utfüdade s que promete al Erario.
Las mttjeres en una parte del reino exceden al número de hom-
bres, i en otras, como en Guayaquil, por ejemplo , exceden los
hombres al de las mt~jeres; i así haciendo una compens acion dare-
mos número igual. Si de un millon , ochocien tos ochenta mil almas
de ambos sexos, reb~jamos diezioch o mil esclavos, que tiene el rei-
no, quedará n un millon , ochocien tas sesenta i dos mil. Partamos el
número de hombres i de mujeres, i nos dará novecíen tos treinta i
un mil hombres. Rebájese una tercera parte de párbuJos varones
i una quin ta de ancianos, reljjiosos i mendigo s i quedará un total de
hombres útiles, desde la edad de 15 hasta 60 años, de cuatrociencos
treinta i cuatro mil, cuatroci entos treinta y cuatro mil, cuatrocientos
sesenta i siete. De esta cantidad se deben rebajar un dos por d ento
para los cuadrille ros cobrado res, resultara un líquido en estado de
DOCUMENTOS 541
<*> . Es decir,
.
que 1os fueros son gravosísimos a los pueblos, porque
constttuyen una multitud de derechos que pesan como doble carga
Ollt \ de lasco..._~ que nece sita re1nedio en d
rein n. es \a mon eda
mac uqui na.. E.l gob iern o se ,--e prec isad o todo
s lo.-. d ías a espe dir ó r-
dene s para obli gar al púb lico a que reci ba toda
la que n o estu vies e
c0rt ada; pero ~tá ya t'.lll dinü nnta i tan u s 1da
, qtw casi son infr uctu o-
sos los deS \"el~ del gob iern o . Se ha pen sado ,.uia s yec-es
en recc.~je rla ~
pero los. 1nu cho s que bran tos que deb e o casi ona r su
refu ndic io n. ha
hech o su..~pender esta pro ,ide ncia con bast ante
fund anw nto pue s no
baja de un 25 por cien to la dife renc ia de esta
m o ned a en su peso
resp ecto a la de cord onc illo. En una pala bra.
e\ iob iern o com o los
part icul ares con\.ien en en la nec esid ad de su
refu ndic ion: mas en el
mod o de efec tuar la sin un grav e que bran to de\
púb lico o del Erar io,
es en lo que no con vien en. Yo ,·01 a h acer e\ ensa
yo de pro pon er uno
que salv e esto s inco nve nien tes. i que proc ure
ou-a s com odid ade s al
púb lico , al Era rio i al co1n erci o naci ona l. Tal
es e n mi con cep to la
crea ción de \-'al.es real es, la ani. oned acio n d el cob
re, i la intr odu ccio n
de pap el mon eda~
Para acla rar este pen sam ient o, en cua nto perm ite
n los lími tes d e
este pap el, asen tem os prim ero sin con test ació
n, que es d e n eces ida d
sum a el reco jer la mon eda 1nac uqu ina: así por
que su poc o p eso da
luga r a la muc ha mon eda falsa que corr e en
el dia; con1 0 por que
sien do de figu ra irre gula r, se cort a con faci lida
d, sin ries go evid ente
de que se note . Bajo este prin cipi o, la sola refu
ndic ion de la 1no ne da ,
va a ocas iona r una pérd ida a los part icul ares
de un 25 por cien to en
su cau dal num éric o: va a disi ninu ir una cua rta
part e de la mas a de \a
circ ulac ion de esta mon eda, i va a abri rse su
salid a, redu cien do\a a
mon eda corr ient e fuer a del rein o.
Tod o el num erar io que entr a en el dia en la
circ ulac ion de este
rein o por el trab ajo de sus min as, i el poc o co1n
erci o con las dem ás
part es de Am éric a, vuel ve a salir para Espa fi.a
i de con u·ab and o, i no
que da mas mon eda para los cam bios inte rior es
que la n1o neda 1nac u-
quin a>que redu cida com o acab o de dec ir a 1no
ned a de cord onc illo
corr ient e fuer a del rein o, sald rá com o el oro
de las min as y los duro s
que nos vien en de Méj ico, i se que dará el rein
o sin sign os con que
repr esen tar sus cam bios inte rior es. Se dirá que
se acu ñe prov inci al
de mén os peso . Esto es hac er un círc ulo para
volv er a los mism os
inco nve nien tes. A más de esto , en el dia está
la sum ame nte esca so
el num erar io: no es prop orci ona do a la circ
ulac ion inte rior de los
era ne-
de Espa ña i en toda la América se pued e mira r como de prim
quizá
cesid ad. Así el añil debe ria paga r derec hos en este reino , que
paga r
no conv endri a que pagase en Guat emal a; i el cacao debe ria
méno s de lo que paga en el dia.
sido
Por lo que qued a dicho hasta aquí, se ve, que mi idea ha
ándo me
solo prese ntar mis pensa mien tos a un golpe de vista, sujet
su utili-
a lo que he creíd o suma ment e preciso para que se cono zca
as veces
dad, sin entra r en detalles ni reflexiones que ofuscan much
toda la
el fondo del asunt o principal; pero si se creyere que mere cen
s que
atenc ión que yo pienso, estoi pron to a levantar las dificultade
; i de
ocurr an, i a dar un plan detal lado de cada punt o en parti cular
libert ad
todos enjen eral, con los auxlios necesarios. Solo me tomo la
o incon -
de suplicar que no se decida, a prim era vista, de su utilid ad
nism o;
veniencia, sino que ántes bien se exam ine con un sabio pirro
refor-
porq ue no es extra ño enco ntrar oposicion cuan do se trata de
corre r
mar abusos inveterados, por mas esfuerzos que se haga n para
tuvo
el velo que los cubre . Newton, el prim er calcu lador del universo,
ión,
que cede r en un asunt o de cálculo al impe rio de la preoc upac
así,
cuan do se tratab a de refor mar la mone da de plata en Inglaterra;
o asun-
yo repit o lo que decia el caballero Bern ard tratan do del mism
a que
to: «Convido, decia, a todos los que cono cen el daño prese nte
rán a
en lugar de desap robar mi propo sició n haga n otra mejor: servi
la patria, i yo se lo agrad eceré de todo corazón».
me
Es necesario tener prese nte que hablo de una colon ia, i que
cular,
contr aigo a los principios que me parec e le conv ienen en parti
exanli-
sin deten erme en que estén o no recibidos gene ralm ente, ni
interes
nar si son convenientes en otras partes. Baste que sigan el
recíp roco de la colonia con la metrópoli.
o
Es necesario tamb ien advertir, que todo cuan to digo es sacad
de todo
del fondo de mis meditaciones en un encie rro, desti tuido
i que
ausilio; que no he tenid o otra guía' que mis deseos de acert ar,
hubie ra
mi situacion me disculpa de los defectos que quizá en otra
nto de
podid o evitar. Mas en política como en matemática, el conju
ado
much as verdades produ ce casi siemp re un uso útil; si yo he acert
doi por
a prese ntar algunas, aunq ue no haya atina do en el modo , me
como
satisfecho. Nada me presajia tan fuert emen te mi suert e futur a,
al pa-
la comp lacen cia que esper imen ta mi coraz ón cuan do traslado
pel el fruto de mis meditaciones i desvelos.
s
No he creid o conv enien te el mezclar en este pape l otros punto
pued en
igual ment e útiles, aunq ue no de tanta impo rtanc ia, i que se
son
mira r en parte como perte necie ntes a la policía del reino : como
osi-
los árbitr os para aume ntar las renta s de propi os i para la comp
OOCI JMl•'.N TOS 547
He oido decir muchas veces que estos desórd enes son inevitables
en América; pero lo cierto es, que si hai desórd enes inevitables en
todo el mundo , estos no lo son absolut amente en América. ¿Por qué
ha de ser inevitable que, como lo vemos todos los días, parta un Go-
bernad or o Tenien te sin camisa, i vuelva al cabo de tres o cuatro años
cargad o de los despojos de los pueblo s que se le confiar on para que
les admini strase justicia i promov iese su adelant amient o? Me parece
que esto necesit a remedi o, i que lo tiene: el escojer person as de luces
i de probid ad para estos empleo s; el asignarles rentas proporc iona-
das, i prohibi rles el comerc io; el promov erlos al fin de sus gobiern os
si han llenado las intenci ones del Sobera no i el castigarlos irremisi-
blemen te si han abusad o del poder que se les confiri ó son en mi con-
cepto, verdad eros remedi os para un mal tan contajioso en América,
i que puede al fin ocasion ar mui malas consec uencias , por la igno-
rancia i arbitra riedad de los que llenan comun mente estos empleos.
No sé si será fuera de propós ito el apunta r aquí, que seria con-
venien te la formacion- de un pequeñ o código crimina l americ ano.
DOCUMENTOS 549
***
550 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
Contra la Anapo
En relació n con los lineam ientos de la política agraria de la Alianza
Popular , dicen los usuario s:
«Anapo no es una amenaz a a la hegem onía del capitali smo. En
la práctica la Anapo es un movim iento domina do por la ideolog ía
de la pequeñ a burgue sía que busca por todos los medios posible s la
multipl icación y la perman encia de un hecho primor dial: el respeto
de toda propied ad».
«El regresi va proyec to ideológ ico de reform a agraria formul ado
por la Anapo corresp onde a la idea de la multipl icación de los pro-
pietario s por progra mas de coloniz ación en gran escala. El progra ma
agrario de Anapo resulta increíb lement e incohe rente, confus o y re-
acciona rio».
552 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
***
La plataform a aprobada por la ANUC en Fúquene Isla del San-
tuario el 22 de agosto de 1971 pretende marcar la orientació n del
movimiento campesino colombiano para lograr una verdadera re-
forma agraria cambiando la estructura de la tenencia de la tierra en
Colombia.
Resuelve:
CAPÍTULO I
OBJETIVOS DEL MANDATO
CAPÍTULO 11
DE LOS ORGANISMOS DEL MANDATO
ARTÍCULO 2º -Con el objeto de acelerar el proceso antes descrito,
y lograr su realización, así como contribuir efectivamente a la búsque-
da de soluciones a los problemas surgidos en el campo colombiano,
créanse los consejos ejecutivos de reforma agraria a nivel nacional,
departamental, regional, municipal y veredal.
ARTÍCULO 3º -La composición de los consejos ejecutivos de
reforma agraria será, en lo posible, la siguiente:
Dos representantes de los asalariados agrícolas, peones, jornale-
ros o 1guazos.
Dos representantes de la Asociación de Usuarios Campesinos.
Un representante de los medianos propietarios.
Un representante de los pequeños propietarios.
Dos representantes de las cooperativas de autogestión campesina.
Dos representantes de los campesinos de zonas de colonización.
Dos representantes de los campesinos indígenas.
Dos representantes de los obreros sindicalizados.
PARÁGRAFO. Podrán hacer parte de los consejos ejecutivos de
reforma agraria, representantes de organizaciones que estén identi-
ficadas con los objetivos del Mandato y que la respectiva asociación
estime conveniente.
ARTÍCULO 4º -Los representantes de los consejos ejecutivos de
reforma agraria serán designados por las Asociaciones de Usuarios,
nacional, departamental, municipal y veredal, quienes de inmediato
deben proceder a nombrarlos teniendo en cuenta los criterios ftja-
dos para ello. Los miembros de los consejos ejecutivos de reforma
agraria son de libre nombramiento y remoción de las Asociaciones
de Usuarios Campesinos.
ARTÍCULO 5º -Los consejos ejecutivos municipales de reforma
agraria gozarán de plena autonomía para determinar la posible cabi-
da máxima que una persona natural o jurídica pueda poseer en una
zona o municipio del país y, además, para adelantar las funciones
DOCUMENTOS 555
tentat ivame nte por el conse jo ejecut ivo munic ipal de reform a
agrari a y de los que se encue ntren afecta dos por arrend atario s,
aparc eros o simila res, o estén aband onado s por más de dos años,
o sean de propi edad de perso nas jurídi cas distin tas a empre sas
comu nitari as o coope rativa s de autog estión campe sina, señala n-
do su grado de explo tación econó mica, agríco la o ganad era y su
extens ión.
f) Recog er la inform ación y organ izar un listado de los campe si-
nos sin tierra, de los asalar iados perma nente s y transi torios , de los
arrend atario s, aparc eros o simila res, y de los peque ños propie ta-
rios o minifu ndista s.
g) Tram itar y decid ir sobre las solicit udes de las organ izacio nes
campe sinas o de los campe sinos indivi dualm ente, que se hicier en
con relaci ón a la coloni zación , expro piació n, adjud icació n, explo-
tación y demás aspect os de la reform a.
h) Estim ular y ayuda r a las coope rativa s de autog estión campe sina
que se consti tuyan y al desarr ollo econó mico y técnic o de la pe-
queña y media na propie dad.
i) Establ ecer relaci ones con las entida des públic as y privad as que
tenga n que ver con el desarr ollo de la comu nidad en el camp o re-
lativos a la reform a agrari a, y coord inar la presta ción de servicios.
j) Organ izar charla s y confer encias para divulg ar el conte nido del
Mand ato.
k) Las demás que les asigne n el Mand ato y su reglam ento.
ARTÍ CULO 8º -Los consej os ejecut ivos de reform a agrari a y sus
miem bros perso nalme nte estará n obliga dos a rendi r cuent as de sus
gestio nes a las respec tivas asocia ciones de usuari os campe sinos.
ARTÍ CULO 9º -Los aspect os del progr ama agrari o que deben servir
de base para el trabaj o de motiv ación, concie ntizac ión y organ iza-
ción a realiz ar por los conse jos ej~cut ivos de reform a agrari a son:
1. Crear las condi ciones para que se establ ezca al tenor del artícu -
lo 30 de la Const itució n Nacio nal la expro piació n como la úni-
ca forma de adqui rir predio s de propi edad privad a con destin o
a la reform a agrari a.
2. Logra r que sean declar adas de utilid ad e interé s social , y por
lo tanto expro piable s, las grand es propi edade s latifun distas de
person as natura les o jurídi cas.
DOCUMENTOS
557
PRÓLOGO ...................................................................... . 7
Notas ........................................................................... . 15
INTRODUCCIÓN··························································· 17
;
566 EL PODER POLÍTICO EN COLOMBIA
ISBN-13: 978-958-42-4739-1
ISBN-1 O: 958-42-4739-5
Ei:.1 www .planetadelibroscom .co j
Ariel
U 1
9 7895 7391 H I ST ORl~