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ESCUELA SUPERIOR DE MÚSICA

MÚSICA Y SOCIEDAD

La música en el cine

Gustavo Espinosa Carrera


Profra. Sandra Elia Jauregui Robledo

Noviembre 25 de 2022
La música y el cine

La música como arte, tiene la facultad de tocar y resonar en las emociones más
profundas del ser humano, y desde el inicio de la civilización, el hombre ha
intentado crear música cada vez más profunda, a su imagen y semejanza.
A lo largo de la historia ejemplos de como el ser humano ha intentado emular por
medio de sonidos, emociones o afectos no verbales e indescriptibles, sobran, no
importa la época, la región geográfica o la cultura, la música es parte del hombre,
arraigada profundamente en lo más primitivo de su ser, y tiene enormes influencias
en diferentes aspectos biológicos, sociales y personales de cada individuo, y de la
sociedad como un gran ente único, particular pero interdependiente.
Muchos de estos aspectos sin embargo han pasado desapercibidos para la mayoría
de nosotros en la mayor parte de nuestras vidas, sin embargo no es noticia que la
música ambiental, tiene muchas veces la intención de motivarnos a visitar,
permanecer o realizar compras en un centro comercial, o que la música es usada
para eventos con la finalidad de generar un estado metafísico, semi catártico en una
multitud, generando una especie de histeria colectiva, en donde el pensamiento del
individuo se convierte en el pensamiento del grupo y viceversa.
Hablar de las utilidades de la música en sus funciones sociales, puede llevarnos a
entender que un adecuado estudio de la misma, es indiscutiblemente un estudio a
profundidad del pensamiento humano, es comprender que la música es tan intrínseca
a nosotros mismos, que la evolución de la música en la historia, en la sociedad o en
el individuo, no es, sino la evolución del individuo y la sociedad en la historia, y que
puede ser tan poderosamente sub consciente a nosotros mismos, que puede producir
sensaciones, emociones y afectos en nuestra psique de manera sublime y muchas
veces, imperceptible, y, que al no ser esto un secreto de ninguna manera, la
mercadotecnia, el teatro, la televisión y en este caso, el cine, se han valido de este
recurso para generar en nosotros distintos pensamientos o sentimientos, a fin de
llevarnos a un estado emocional específico y encaminado a lograr sus objetivos
particulares.
Por su parte, el cine como séptimo arte, es quizás la disciplina más joven y que más
rápidamente ha crecido y evolucionado, basta con ver una película de hace apenas
una década para darnos cuenta de que la forma en la que la historia es concebida y
proyectada, no es la misma que podríamos encontrar hoy en día; las nuevas
tecnologías en materia de edición y post edición, han permitido llevar los límites de
la imaginación de escritores y directores cada vez más lejos; es abismal la diferencia
en el relato de grandes cineastas de mediados del siglo pasado, como Ismael
Rodríguez o Gilberto Martínez Solares, con directores más contemporáneos como
Alejandro González Iñarritu o Guillermo del toro, solo por mencionar algunos.
Otros tantos podrían solo imaginar lo que pudieran haber logrado de contar con las
herramientas con las que se cuenta hoy en día, como Alfred Hitchcock o Luis
Buñuel, que en su momento permanecieron siempre a la vanguardia de las formas y
tendencias que llegaban con las nuevas generaciones.
Entrando más en tema, me atrevo a decir que, como mellizos, el cine y la música
han nacido unidos por el mismo cordón umbilical, pero sin ser gemelos, hablar del
cine sin música, es como hablar de la poesía sin la oratoria. El cine ha estado unido a
la música incluso desde antes del nacimiento de este, en el entendimiento del
entretenimiento escénico como el teatro o la ópera, en donde la música es parte
fundamental y piedra angular en la narrativa de una historia.
Entender a la música como un elemento más de la propia narrativa, más que como
un simple agregado o accesorio, es darle el lugar que le ha correspondido desde
siempre; pensar en una proyección de arte escénica sin música es como pensarla sin
escenografía o sin vestuario.
No obstante todo lo dicho, es necesario reconocer, que así como el cine ha
evolucionado, sus inicios no fueron siempre de la mano de las otras artes por
cuestiones la mayoría de las veces más técnicas que artísticas, y que ha sido
necesario en diferentes momentos, que la tecnología se desarrolle lo suficiente para
poder llevar a cabo producciones a la altura de las expectativas de los directores, (y
así mismo debe reconocerse que son estas grandes mentes del cine, dispuestas a
llevar el arte más allá de sus fronteras conocidas, quienes muchas veces generan
directa o indirectamente el desarrollo de estas tecnologías) abriendo puertas y
moldeando poco a poco nuevos horizontes en la forma de entender y ver el séptimo
arte.
En sus inicios, a finales del siglo XIX, el cine (que era sobre todo una proyección de
imágenes en cámara rápida, a causa de la lentitud de las cámaras al momento de
grabar (16 FPS)) requería en su proyección de música acompañante, con el principal
objetivo de distraer la atención del ruido generado por las bobinas de reproducción
de las cintas, sin embargo, esto no duró mucho.
A medida que la producción de películas de cine mudo se popularizó, la idea de usar
música para subrayar algún momento o idea en el discurso de la cinta fue cobrando
lentamente más fuerza entre el público y entre las productoras, desde 1908, con la
aparición de la primera banda sonora y hasta 1927 con el estreno de “El cantor de
Jazz”, el primer cuarto del siglo XX fue escenario en donde se consolidó el
nacimiento de una nueva forma de entender el arte, y de pensar la música.
Prontamente, las nuevas producciones comenzaron a repensar la forma en que la
música formaría parte de su narrativa, la música meramente incidental (pensada para
crear una atmosfera) que caracterizó el cine en sus inicios, permitió la idealización
de bandas sonoras originales cada vez más ligadas al filme, la idea de que un
protagonista pudiera no sólo moverse ante la cámara, sino también cantar o modular
la voz, fue creciendo, desplazando a una antigua generación de actores y abriendo
paso a una nueva, que en conjunto con todo lo anterior, llevo a Hollywood a
consagrarse como el epicentro por excelencia de la cinematografía, y llevó a la
música para cine a un desarrollo que podemos separar en 3 momentos principales,
que si bien, no son exclusivos y específicos, cortados con bisturí, si presentan
características propias de un periodo en particular, y nos permite seguir más
fácilmente su evolución a través del tiempo.
Sinfonismo Clásico
Se caracteriza principalmente por la profesionalización de la música para cine,
desarrollándose en el periodo que rodea la segunda guerra mundial, en las décadas
de 1930 y 1940.
La llegada de músicos europeos a América en el periodo entre guerras permitió que
estilos y géneros arraigados en el imaginario colectivo de la cultura europea
comenzaran a sembrar raíces en el cine estadounidense, que como tierra fértil
permitió un nuevo desarrollo en donde las grandes obras creadas específicamente
para una película tuvieron cabida.
Tema Principal
Es en esta época, posterior al triunfo estadounidense y de sus aliados en la segunda
guerra mundial, y la derrama económica producida por el mismo, además de la
aparición de nuevas formas de mercadotecnia, que el uso de un solo tema principal y
reiterativo a lo largo de la película toma fuerza, permitiendo usar a la cinta como una
propaganda para la música de diferentes artistas (la forma Beatle) y viceversa, pero
también es la época en donde grandes autores como Bernard Herrmann,
experimentaron con la forma de entender la música para cine, y crearon estereotipos
que más tarde servirían como influencias para nuevas generaciones.
Nuevo Sinfonismo
Desde la década de los 70’s y hasta la actualidad, es un reflejo del pasado, que
permite volver a entender a las grandes orquestas y música instrumental como la
columna vertebral de las bandas sonoras de sus películas, en contraposición con el
uso de música popular o efectos sonoros netamente realizados por computadora, y es
donde los grandes compositores de nuestra época (dentro del ámbito de la música
para cine) han tenido una fuerza importante, como son John Williams, Hans
Zimmer, o Danny Elfman entre otros.
Sin embargo, independientemente de la época de la que se trate, creo que lo más
importante de la música de cine, es entender, al igual que los grandes hombres del
género lo han hecho a lo largo del tiempo, que la música en su infinita versatilidad
brinda a los directores, la oportunidad de generar una atmósfera adecuada en el
momento indicado, de generar un sentimiento preciso en empatía con un personaje,
o de darnos información de manera subconsciente antes de presentarla
explícitamente en pantalla.
El uso de Leitmotiv’s, ampliamente explotado, o la grabación en planos por grandes
grupos de músicos, son solo el inicio de lo que es al mismo tiempo todo un lenguaje
y tan solo una rama de la música programática, que día a día nos permite entender el
cine de una forma distinta y que paso a paso se convierte en parte del imaginario
colectivo de cada generación.

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