Está en la página 1de 2

¿Qué es la Filosofía?

La filosofía es la base fundamental de diversas ciencias,


teorías y metodologías creadas con la finalidad de acrecentar
la sabiduría del ser humano.
También es un conjunto de razonamientos lógicos y
metódicos sobre conceptos abstractos que tratan de explicar
las causas y fines de la verdad, la realidad, las experiencias y
nuestra existencia. Etimológicamente hablando, la
palabra filosofía significa “amor por la sabiduría”.
Ahora bien, muchas personas asumen que este saber se limita al estudio
teórico y académico. No obstante, filosofar va mucho más allá. Aunque no lo
creas, todos aplicamos la filosofía en la vida cotidiana.
En este sentido, los niños pequeños son grandes filósofos, pues mantienen
una posición de curiosidad ante el mundo y constantemente cuestionan el por
qué o el cómo de las cosas. Asimismo, los adultos también filosofamos cuando
tenemos inquietudes sobre la vida, cuando nos replanteamos situaciones
cotidianas o cuando asumimos posturas justificadas basadas en un marco de
creencias.
¿Cómo se puede aplicar la filosofía en la vida diaria?
Según el filósofo alemán Wolfram Eilenberger, todos tenemos una filosofía, sin
la que no podríamos vivir la vida. Pues esta engloba ideas muy generales sobre
quiénes somos, quiénes son los demás, cómo fueron las acciones en el pasado y
cómo serán en el futuro.
Por lo tanto, este pensador afirma que la idea de aplicar la filosofía en la vida
cotidiana no es tan así, sino que la filosofía ya está ahí, siempre estuvo con
nosotros. Solo hay que reconocer dónde está y cuándo sucede.
En concordancia con lo que afirma Eilenberger, es una realidad que todos
filosofamos. Lo que ocurre es que la mayoría no es consciente de que lo hace.
Por ejemplo, aplicamos la filosofía en la vida cotidiana cuando nos preguntamos
cómo entender al otro y a la sociedad, cuando nos cuestionamos el sentido de
nuestras vidas o al reflexionar cuáles acciones son las más correctas en una
situación determinada.
Dicho esto, el quehacer filosófico empieza con la duda. Por lo que cada
conversación que sea fluida, amplia y enriquecedora sobre un tema en específico
puede ser filosófica. Incluso la reflexión individual, producto de la inquietud,
también es un acto filosófico.
No obstante, no solo basta con
inquietarnos. El quid del asunto, según
Eilenberger, es que debemos tomarnos
nuestras propias preguntas en serio. Allí
es cuando la filosofía comienza.
Muchos tienen preguntas, pueden
formularlas, pero luego las dejan a un
lado. No consideran sus dudas y cuestionamientos seriamente. Una vez que
alguien revierta eso, entonces empieza a filosofar.

También podría gustarte