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Esta obra de Buber, 

Eclipse de Dios, se interesa principalmente en abordar el tema de la realidad,


que durante muchos años algunos sabios y eruditos han problematizado, haciendo mención al
conocimiento de Dios y al hombre, por lo cual esa realidad se ha oscurecido en lugar de iluminarse.
Trata de fortalecer la noción más cercana del ser humano que está cada vez más deslumbrado y
que es necesario descubrir la realidad y tener un conocimiento existente, a eso lo llama "Eclipse de
Dios". Dice que aún en la actualidad la filosofía y la religión viven en la oscuridad por lo complejo
que se ha hecho durante mucho tiempo.

Cabe mencionar que las obras de Buber se centran principalmente en la relación entre dos
personas que salen y se indagan para el encuentro, haciendo recuerdo a la obra  Yo y Tú, vemos
que es muy importante que el hombre se relacione con el otro, solamente así podrá darse a
conocer, y tener experiencia del otro, cuando existe esa reciprocidad de conocimiento entre ambos
se da una simpatía de conocimiento.
De aquí Buber maneja este concepto de correlación, condición de la persona y la presencia en el
contacto con toda su corporeidad.

Dios no puede ser un concepto doctrinal, una alusión litúrgica. Buber declara haberse desilusionado de la mayor
parte del misticismo cuando comprendió que no se encuentra a Dios huyendo del mundo a fin de alcanzar
momentos privados de unión mística; Dios se halla en el mundo social con sus demandas sociales concretas y
deberes éticos precisos.[1]

Concretamente en la obra Eclipse de Dios, Martín Buber trata de aclarar algunos aspectos en


donde otras corrientes han problematizado el concepto de Dios, y principalmente se centra en la
religión y la filosofía. También se menciona que Buber se ve influenciado por la obra de
Kierkegaard, Temor y Temblor, en la que el filósofo usa el relato del Génesis en el capítulo 22,
cuando se habla de Abraham ofreciendo a su hijo Isaac en sacrificio, como sugiriendo que en
determinadas circunstancias, un deber moral puede suspenderse o invalidarse merced a la
obediencia más estricta a Dios.

En Eclipse de Dios, religión y ética, representan la discusión histórica más extensa planteada por Buber acerca del
intento de unir la distinción entre el bien y el mal con la realidad absoluta. Buber se interesa especialmente en el
“arte de la desconfianza que trata de desenmascarar el mundo espiritual como sistemas engañosos y autoengaños,
de ideologías y sublimaciones”. [2]

La frase “Eclipse de Dios” es la alternativa de Buber a la expresión nietzscheana de la muerte de


Dios. El mensaje de Buber es que el oyente debe reconocer cuando Dios se dirige a él, y solo
entonces será completamente humano porque tiene esa sensibilidad del Tú eterno cuando es
cercano al hombre y a sus necesidades.

Analizando más en profundidad esta obra, vemos que se enfrenta a uno de los problemas
fundamentales de la filosofía desde Kant, cuando se habla de cómo relacionar sujeto y objeto,
conocedor y conocido, fenómeno y noúmeno. El problema nos inquieta con mayor fuerza, porque el
mundo objetivo en el cual Buber analiza, no es un mundo físico sino que se enfoca más a la
naturaleza humana y la realidad donde se lleva acabo un encuentro con el otro y con el Tú eterno

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