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ANÁLISIS SOBRE LA ILEGALIZACIÓN

DE BATASUNA.

MELISA OCHOA ACEITUNO.

1
INDICE.

1. INTRODUCCIÓN.
2. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL.
3. PLURALISMO POLÍTICO.
4. PLURALISMO POLÍTICO Y PARTIDOS.
5. LA LEY ORGÁNICA 6/2002 REGULADORA DE LOS PARTIDIOS POLITICOS.
6. LA VIOLENCIA COMO MÉTODO POLITICO.
7. SISTEMA CONSTITUCIONAL DE DEMOCRACIA MILITANTE EN ESPAÑA.
8. DISOLUCIÓN DE PARTIDOS.
9. LA ILEGALIZACIÓN DE HERRI BATASUNA, BATASUNA Y EUSKAL
HERRITARROK. LA SENTENCIADEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE MARZO
DEL 2003.
10. LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL 5 Y 6/2004 DE 16 DE
ENERO.

1. INTRODUCCIÓN

Nuestro ordenamiento jurídico se constituye en un Estado democrático de derecho. La constitución


española en su artículo uno propugna como valores superiores la libertad, la justicia, la igualdad y el
pluralismo político. Ocupa por tanto el pluralismo político dentro del articulado de la Norma Suprema
una posición preeminente. En este sentido, podemos afirmar que “no hay democracia sin pluralismo
político”. En el mismo sentido el artículo 6 de nuestra Constitución, establece que “los partidos políticos
expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son
instrumento fundamental para la participación política”. Sin embargo, de extrema importancia es tener
en cuenta el hecho de que su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la
Constitución y a la ley. Por lo tanto, es indiscutible que su estructura interna y funcionamiento deberán
ser en todo caso democráticos y deberán por tanto respetar los valores constitucionales, expresados en
los principios democráticos y en los derechos humanos.

Por su parte el Tribunal Europeo de Derechos Humanos elabora una noción de “sociedad democrática”
basada en tres caracteres esenciales: pluralismo, tolerancia y espíritu de apertura. En este sentido, el
pluralismo a su vez tiene una triple dimensión basada en el articulado del Convenio Europeo de
Derechos Humanos: “pluralismo de comportamientos (art. 8), pluralismo de ideas (arts. 9 y 10) y
pluralismo institucional como posibilidad del individuo de participar en un grupo en la vida pública a

2
nivel sindical y político (art. 11)”. 1
No obstante, este pluralismo no puede entenderse como un valor
absoluto que tolere cualquier idea o conducta. García San José destaca que “la Democracia no debe
servir para destruir la Democracia". La doctrina del Alto Tribunal al respecto ha sido clara y reiterada.
Tan solo los partidos cuyos proyectos políticos sean respetuosos con la democracia y los derechos
humanos, y siempre que su actuación se desarrolle a través de medios igualmente democráticos, serán
compatibles con el Convenio Europeo de Derechos Humanos. 2

2. CONTEXTO HISTÓRICO Y SOCIAL.

El contexto histórico y social en el que la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, reguladora de los
Partidos Políticos, es promulgada, y en el que se sitúa el presente proceso, en el cual las distintas partes
actoras pretenden la ilegalización de tres partidos políticos, está caracterizado por la lucha contra el
terrorismo y contra aquellos instrumentos políticos y organizaciones que lo apoyan y amparan. El
terrorismo no es un problema doméstico ni circunstancial, sino que afecta a toda la comunidad
internacional.3 Pero la sociedad española lo viene sufriendo con especial intensidad desde hace décadas y
con un altísimo coste de vidas humanas. Por ello, la justificación de la violencia no constituye en nuestro
país una mera actitud teórica sino la adopción de una práctica política incompatible con el respeto a la
Constitución que impone su artículo 6. España, desde el advenimiento de la democracia, ha tenido que
soportar atentados terroristas de distintas organizaciones criminales. Pero sin duda la actividad terrorista
que mayor impacto ha tenido en nuestra sociedad la ha desarrollado la banda ETA, que viene actuando
en nuestro país desde hace más de 30 años. Durante ese tiempo ha causado cerca de 1000 muertos. Ha
llevado también a cabo más de 80 secuestros, y ha sometido a la sociedad a innumerables amenazas y
extorsiones a través de lo que eufemísticamente denomina “impuesto revolucionario”, logrando, a través
de una plural forma de actuar, sembrar el terror entre todos aquellos ciudadanos que no comparten sus
ideas y objetivos o se oponen a ellos. Además, ETA ha atentado en este tiempo contra representantes de
las más altas instituciones del Estado, como el Presidente o miembros del Gobierno o el Presidente y
Magistrados del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. Ha llegado incluso a intentar asesinar a
los Reyes de España. Ha asesinado o secuestrado a militares, a miembros de las fuerzas y cuerpos de
seguridad del Estado, a periodistas, a políticos, profesores de Universidad, jueces y fiscales, etc. Y lo ha
realizado por causa de pertenecer a una determinada institución, por haber manifestado sus opiniones
contrarias al terrorismo o sus fines. En la ejecución de estos asesinatos ha utilizado toda clase de
1
Barrero Ortega, A. (2004).” Reapertura del debate democracia abierta v. democracia militante en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos”. En La Prohibición de Partidos Políticos, Universidad de Almería, Servicio de Publicaciones.
2
Barrero Ortega, A. (2004).” Reapertura del debate democracia abierta v. democracia militante en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos”. En La Prohibición de Partidos Políticos, Universidad de Almería, Servicio de Publicaciones.
3
Autos acumulados n 6/2002 y 7/2002 del Tribunal Supremo.

3
procedimientos sin reparar un instante en las muertes o graves lesiones que han producido,
indiscriminadamente, a hombres, mujeres o niños ajenos a su directo designio criminal. La organización
terrorista también ha intentado sembrar el terror de forma indiscriminada y masiva. Por ejemplo, ha
colocado bombas en lugares públicos de gran concurrencia, como grandes almacenes, estaciones de
autobuses, aeropuertos o zonas turísticas o. ETA ha intentado, pues, imponer por medio de la violencia -
que en un uso captatorio del lenguaje denomina "lucha armada"- sus objetivos. 4

3. PLURALISMO POLÍTICO.

Tal y como acabamos de mencionar, el artículo 1 de nuestra Constitución propugna como valores
Superiores de su Ordenamiento la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Ocupa por
tanto el pluralismo político una posición preeminente. En este sentido podemos afirmar que “no hay
democracia sin pluralismo político”. 5Así lo ha afirmado con toda contundencia el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos en su reciente Sentencia de 13 de febrero de 2003. Además, sin pluralismo político
tampoco concurren dos de los atributos esenciales de la democracia, como son la libertad política o la ley
como expresión de la voluntad general. En este sentido, la formulación en la sociedad del mayor número
posible de planteamientos sobre su propia realidad y de opciones para su transformación, y la facultad de
elegir libremente entre todos ellos, confiere verdadera sustancia a la libertad política. Así lo ha declarado
el Tribunal Constitucional en su reciente Sentencia de 12 de marzo de 2003, donde indica que “la
apertura del ordenamiento a cuantas opciones políticas pueda y quieran nacer y articularse en la realidad
social constituye un valor que sólo cabe proteger y propiciar”. 6

Conviene aclarar que el pluralismo político no equivale sólo a tolerancia ante la pluralidad o ante la
diferencia, sino que el concepto constitucional requiere de una actitud comprometida de defensa de la
existencia de esa misma pluralidad, por entender que sólo en un ambiente rico de opiniones y
planteamientos puede existir una verdadera democracia. De esa manera, la existencia efectiva de un
ambiente plural se convierte también en un interés jurídico a defender. Sin embargo, analizando el
concepto de pluralismo político, cabe asimismo añadir que en nuestro sistema constitucional no se le
reconoce un carácter absolutamente ilimitado, hasta el punto, de que frente a su talante expansivo deban
ceder derechos fundamentales de los demás. Así lo ha señalado El Tribunal Europeo de Derechos
Humanos en su sentencia (asunto Petersen contra Alemania) de 22 de noviembre de 2001, donde
establece que “el pluralismo y la democracia se basan en un compromiso que exige diversas concesiones
4
Autos acumulados n 6/2002 y 7/2002 del Tribunal Supremo.
5
Sentencia de 13 de febrero de 2003 del Tribunal Supremo.
6
Sentencia de 12 de marzo de 2003 del Tribunal Constitucional.

4
por parte de los individuos o grupos de individuos, que deben aceptar a veces limitar algunas de las
libertades de las que gozan con el fin de garantizar una mayor estabilidad del país en su conjunto”,

4. PLURALISMO POLITICO Y PARTIDOS.

El artículo 6 establece como y hemos visto, que “los partidos políticos expresan el pluralismo político,
concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la
participación política”. Podrían considerarse por lo tanto como activos constitucionales necesarios para
el correcto funcionamiento de la democracia. 7 Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro
del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.
La más precisa materialización de esta clase de pluralismo, el político, queda vinculada en nuestro texto
constitucional a los partidos, respecto de los cuales no sólo se indica que dentro del mismo vivan, sino
que llega a afirmarse que lo “expresan”, es decir lo materializan. En este sentido, el Tribunal
Constitucional ha declarado que “la importancia que se reconoce a los partidos políticos dentro del
sistema constitucional, y la protección que de su existencia y de sus funciones se hace, no sólo desde la
dimensión individual del derecho a constituirlos y a participar activamente en ellos, sino también en
función de la existencia del sistema de partidos como base esencial para la actuación del pluralismo
político”. 8

Asimismo, sobre la importancia de los partidos políticos en toda democracia y su vinculación al


pluralismo político se ha pronunciado también el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Este, en su
Sentencia (asunto Partido Socialista contra Turquía) de 25 de mayo 1998 estableció que “su papel es
esencial para el mantenimiento del pluralismo y el buen funcionamiento de la democracia “

Aquella materialización del pluralismo que se reconoce a los partidos políticos conduce a su vez a
garantizarles una esfera amplia de libertad de expresión, pues el pluralismo no sólo abarca la posesión de
planteamientos, sino que también alcanza a su transmisión libre a la sociedad. Por ello el Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, en su Sentencia de 13 de febrero de 2003, ha indicado que “la
protección de las opiniones y la libertad para expresarlas en el sentido del artículo 10 del Convenio
constituye uno de los objetivos de la libertad de reunión y asociación consagrada por el artículo 11. Esto
se aplica en mayor medida al caso de los partidos políticos, habida cuenta de su papel esencial para el
mantenimiento del pluralismo y el buen funcionamiento de la democracia”. 9En otro lugar ha subrayado

7
Barrero Ortega, A. (2004). Reapertura del debate democracia abierta v. democracia militante en la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos
Humanos. En La Prohibición de Partidos Políticos, Universidad de Almería, Servicio de Publicaciones
Sentencia 15/2000, de 20 de enero del Tribunal Constitucional.
8

9
Sentencia de 13 de febrero de 2003 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos

5
ese mismo Tribunal que “la libertad de expresión, preciosa para todos, lo es particularmente para los
partidos políticos y sus miembros activos”. En base a estas consideraciones podemos afirmar que
efectivamente el pluralismo político que se concede a los partidos políticos, conduce a su vez a
garantizarles una esfera amplia de libertad de expresión.

5. LA LEY ORGÁNICA 6/2002 REGULADORA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS.

El 27de junio de 2002, el Parlamento español promulgó la ley orgánica 6/2002 de partidos políticos. Las
principales novedades introducidas por la nueva ley, figuran en el capítulo II relativo a la organización,
funcionamiento y actividades de los partidos políticos y en el capítulo III, relativo a su disolución o
suspensión judicial. El capítulo II contiene los criterios principales que permiten garantizar el mandato
constitucional según el cual, la organización y el funcionamiento de los partidos políticos deberán ser en
todo caso democráticos y sus actividades libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. De este
modo, el artículo 9 de la ley, pretende garantizar el respeto a los principios democráticos y a los derechos
humanos por parte de los partidos. Para hacerlo, la ley enuncia detalladamente las conductas contrarias a
estos principios. Según la exposición de motivos, la ley parte del principio de que “todo proyecto u
objetivo es compatible con la Constitución, siempre que no se defienda mediante actividades que atenten
contra los principios democráticos o contra los derechos fundamentales de los ciudadanos”. Por lo que
un partido será declarada ilegal solamente cuando su actividad vulnere los principios democráticos y su
actividad persigue efectivamente deteriorar el régimen de libertades. 10

La primera idea clave a establecer es que dicha ley no es represiva de la disidencia política, como
sostiene la representación de la demandada, sino una ley que garantiza la supremacía de la constitución y
el principio democrático en lo referente a la actividad de los partidos políticos, dentro del marco de los
derechos que protege la Convención Europea de Derechos Humanos y de los límites establecidos por la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional y del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. 11 En este
sentido, podemos afirmar que La ley no pretende prohibir la defensa de ideas o doctrinas, ni incluso
aquéllas que pongan en cuestión el marco constitucional, sino que su objetivo es conciliar la libertad y el
pluralismo con el respeto a los derechos humanos y la protección de la democracia. 12

Según su exposición de motivos, esta ley tenía como objeto, desarrollar los artículos 1, 6, 22 y 23 de la
Constitución enmendando y actualizando la ley 54/1978, del 4 de diciembre de 1978, sobre partidos

10
Sentencia de 30 de junio de 2009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

11
Autos acumulados nº. 6/2002 y 7/2002 del Tribunal Supremo.
12
Sentencia de 30 de Junio de 2009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

6
políticos e instituir un marco jurídico coherente y completo para los partidos políticos acorde con su
papel en una democracia consolidada. 13
En armonía y coherencia con la libertad política, y con la
defensa de los derechos fundamentales, la exposición de motivos aclara que, a diferencia de otros
ordenamientos, considera que “cualquier proyecto u objetivo se entiende compatible con la
Constitución”, siempre y cuando “no se defienda mediante una actividad que vulnere los principios
democráticos o los derechos fundamentales de los ciudadanos”. Esa misma exposición ratifica que en
base a estas consideraciones podemos afirmar que en nuestro ordenamiento, a diferencia de otros, tiene
cabida cualquier proyecto que no se defienda mediante una actividad que vaya en contra de los
principios democráticos, incluso aunque sus ideas sean contrarias al régimen constitucional. En este
sentido y en palabras del Tribunal Europeo de Derechos Humanos tienen incluso cabida aquellas ideas
que “ofenden, chocan o inquietan” y que sean contrarias al sistema constitucional, o pretendan su
sustitución o derogación. 14

La única exigencia impuesta al pluralismo es por tanto como ya hemos reiterado, que la defensa de los
postulados por los partidos se haga respetando la legalidad y los cauces democráticos. 15
Es por ello, que
esa misma norma no establece causa alguna de ilegalización de partidos políticos por el hecho de
ostentar determinados planteamientos políticos, sino, porque su “actividad” vulnere los principios
democráticos, porque con esa misma actividad persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades o
imposibilitar o eliminar el sistema democrático, y por la realización de una serie de conductas realizadas
de forma reiterada y grave.

6. LA VIOLENCIA COMO MÉTODO POLITICO.

Como ya hemos señalado ni el talante expansivo del pluralismo político en nuestra Constitución, ni los
convenios internacionales suscritos por España toleran la lesión de los derechos fundamentales de los
demás. Una lesión que sin embargo aparece al instante en cuanto por un partido político se exhorta a la
violencia o ésta se justifica, y, desde luego, con mucha mayor razón, cuando esa violencia es ejercida por
grupos terroristas y lo que hace un partido político es otorgarle amparo. De ello se ha ocupado también el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos en su Sentencia de 31 de julio de 2001 donde establece que “un
partido político cuyos responsables inciten a recurrir a la violencia o propongan un proyecto político que
no respete una o más regla de la democracia o que contemple la destrucción de esta, así como el
desprecio de los derechos y libertades que reconoce, no puede invocar la protección del Convenio contra
las sanciones infligidas por estos motivos”. También al terrorismo dicho Tribunal ha dirigido algunos

13
Sentencia de 30 de Junio de 2009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos
14
Sentencia 13 de febrero de 2003 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
15
Autos acumulados nº. 6/2002 y 7/2002 del Tribunal Supremo.

7
pronunciamientos, declarando que “la victoria sobre el terrorismo es un interés público de primera
magnitud en una sociedad democrática”. Por lo tanto, podemos concluir que las invocaciones a la
violencia o su justificación, no sólo autorizan las restricciones de la actividad de los partidos políticos
sino, también, de su libertad adicional de expresión. Por su parte, la Sentencia de 2 de octubre de 2001,
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, ha señalado también que “un factor esencial a tener en
cuenta es la cuestión de si ha habido una llamada al uso de la violencia, un levantamiento o cualquier
otra forma de rechazo de los principios democráticos cuando haya habido incitación a la violencia
contra una persona, o un agente público o un sector de la población, las autoridades del Estado gozan de
un más amplio margen de apreciación al examinar la necesidad de una injerencia en la libertad de
expresión”. 16
Conviene resaltar, por último, que ciertamente esas llamadas a la violencia que justifican
la limitación de la libertad de los partidos políticos nunca pueden ser episódicas o excepcionales, sino
que tienen que ser reiteradas y graves.

7. SISTEMA CONSTITUCIONAL DE DEMOCRACIA MILITANTE EN ESPAÑA.

Como acabamos de analizar la única exigencia al pluralismo, impuesta por el propio texto
constitucional, es que la defensa de sus postulados por los partidos debe hacerse respetando la legalidad
y por cauces democráticos, nunca a través de la violencia y nunca cercenando derechos fundamentales de
los demás.

El Tribunal Constitucional, en su Sentencia de 12 de marzo de 2003, ratificó que en nuestro


ordenamiento constitucional “no tiene cabida un modelo de “democracia militante” ( esto es, un modelo
en el que se imponga, no ya el respeto, sino la adhesión positiva al ordenamiento y, en primer lugar, a la
Constitución”, pues, ha aclarado luego, que para ello falta “el presupuesto inexcusable de la existencia de
un núcleo normativo inaccesible a los procedimientos de reforma constitucional que, por su
intangibilidad misma, pudiera erigirse en parámetro autónomo de corrección jurídica, de manera que la
sola pretensión de afectarlo convirtiera en antijurídica la conducta”. 17

De acuerdo con todo lo expuesto hasta ahora, se plantea una contradicción dentro de nuestro sistema que
da lugar a dos posiciones respecto a la democracia militante. Por un lado, la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional se muestra contraria a la adopción de este mecanismo defensivo de los principios
democráticos, mientras que, por otro, cuerpos legales como la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
noviembre, del Código Penal o la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos se acercan a

16
Sentencia de 2 de octubre de 2001, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
17
Sentencia de 12 de marzo de 2003 del Tribunal Constitucional.

8
la posición defendida por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, según la cual no todas las ideas
tienen cabida ni deben ser toleradas en un contexto democrático.

Así las cosas, debe entenderse que dentro de nuestro sistema no podrán existir partidos que, sin perseguir
fines ilícitos, desarrollen actividades ilícitas. Del mismo modo tampoco podrán existir partidos que, sin
cometer ninguna actividad de esta índole, persigan un fin ilícito. En resumen, si bien el Tribunal
Constitucional rechaza que la democracia militante tenga cabida en nuestro sistema, lo cierto es que de
facto sí tiene lugar, aunque su incidencia quede camuflada bajo las apariencias superficiales de la
contradicción de nuestro ordenamiento. A fin de entender la influencia de la democracia militante en
nuestro ordenamiento, debemos ahondar aún más en la contradicción que reina en el mismo. Para ello,
hemos de prestar especial atención al contenido de la ya mencionada Sentencia 48/2003. Dicha
Sentencia, a modo de breve resumen, versa sobre el Recurso de Inconstitucionalidad promovido por el
Gobierno Vasco contra diversos preceptos de la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos
Políticos por considerar que los mismos vulneran los derechos de asociación, legalidad penal, libertad
ideológica, de expresión e información, participación en los asuntos públicos, y de los principios de
legalidad e interdicción de la retroactividad.

En esta Sentencia, como ya se ha explicado anteriormente, el Tribunal Constitucional da a entender que


en nuestro ordenamiento no existe la democracia militante, al menos tal y como la describe el Gobierno
Vasco en su Recurso, de acuerdo con su conceptualización dentro del modelo alemán. Ello se debe,
según el Tribunal, a que en nuestro ordenamiento no existe un núcleo normativo de disposiciones
intangibles. En otras palabras, cualquier disposición constitucional, y, en consecuencia, cualquier aspecto
de nuestro ordenamiento jurídico, es susceptible de ser reformado por el poder legislativo. “La
Constitución Española, a diferencia de la francesa o la alemana, no excluye de la posibilidad de reforma
ninguno de sus preceptos ni somete el poder de revisión constitucional a más límites expresos que los
estrictamente formales y de procedimiento”. 18
Por lo tanto, de acuerdo con el razonamiento del Tribunal
Constitucional, toda ideología debe ser permitida porque todo cambio está permitido. Si la Constitución
limitase en sus preceptos alguna ideología en concreto, pero permitiese al mismo tiempo la reforma e
incluso supresión de los mismos, tal limitación no solo resultaría inútil en última instancia, sino que
además supondría una traba normativa al desarrollo de una ideología de forma injustificada, puesto que
la propia posibilidad de permitir cualquier reforma implica que nuestra Constitución considera toda
ideología como igualmente válida.

18
Sentencia 48/2003, de 12 de marzo de 2003 del Tribunal Constitucional.

9
No obstante, de la propia argumentación del Tribunal y su mención a determinados preceptos de la
Constitución puede extraerse una conclusión. Dicha conclusión es que, si bien la nuestra no es una
democracia militante tal y como se entiende según modelo alemán, toda democracia, por el mero hecho
de serlo, ya implica una preferencia por el sistema democrático antes que por ningún otro. Además, la
democracia, al plasmarse en forma de ley, ya posee de base a ésta como mecanismo defensivo puesto
que debe ser respetada. Por ello podría entenderse que en cierto modo nuestra democracia es militante,
pero en menor grado. 19

Volviendo a la Sentencia 48/2003, como primera justificación de la su constitucionalidad, considera el


Tribunal Constitucional que la Ley Orgánica 6/2002, es una ley que responde a las necesidades de su
tiempo y que deriva de un proceso de maduración constitucional, por lo que su objetivo no es supervisar
ni garantizar el establecimiento de los partidos, sino garantizar el sistema plural existente frente a
aquéllos que pretendan destruirlo o alterarlo a través de medios violentos o ilegales.20

En este sentido, considera el Gobierno Vasco que la ley, aun con esa justificación, supone un castigo
desproporcionado por no considerar ninguna otra alternativa, al margen de la disolución total de los
partidos. Respecto a dicha alegación, el Tribunal Constitucional se alinea con el Tribunal Europeo de
Derechos Humanos en cuanto a la necesidad de actuar con una especial moderación en estos casos,
puesto que la represión de los derechos asociados a la actividad de los partidos políticos puede tener un
efecto disuasorio en el ejercicio de los derechos y libertades, y por ende resultar excesivamente dañino
para la democracia. Para evitar excederse en cuanto al control de los partidos, se ha de llevar a cabo un
test de proporcionalidad, el cual deberá atender al objetivo de la medida: “garantizar el sistema
democrático y las libertades esenciales de los ciudadanos”. Siendo este el objetivo último, considera el
Tribunal Constitucional que la medida queda justificada.21

Podría por lo tanto considerarse que en España la cuestión de la democracia militante ha evolucionado,
al menos en líneas generales, de forma similar a como lo ha hecho durante las últimas décadas en
Europa, es decir, enfocándose en la imposición de límites a los partidos políticos. No obstante, cabe
destacar también que el resultado de la evolución del modelo español dista mucho de la democracia
militante del modelo alemán, así como, en menor medida, del modelo elaborado por el Tribunal Europeo

19
Fernández de Casadevante Mayordomo, P. (2015). “La prohibición de formaciones políticas como mecanismo de defensa del Estado y el debilitamiento de
dicha protección tras las polémicas decisiones sobre Bildu y Sortu”. Revista Europea de Derechos Fundamentales.
20
Álvarez Conde, E., y Català i Bas, A. H. (2004). La aplicación de la Ley Orgánica de Partidos Políticos. crónica inacabada de la ilegalización de Herri
Batasuna, Batasuna y Euskal Herritarrok.
21
Álvarez Conde, E., y Català i Bas, A. H. (2004). La aplicación de la Ley Orgánica de Partidos Políticos. crónica inacabada de la ilegalización de Herri
Batasuna, Batasuna y Euskal Herritarrok.

10
de Derechos Humanos, en tanto que el primero otorga un carácter procedimental a la democracia,
mientras que el segundo, quizás más influido por los fracasos del exceso de tolerancia brindados por su
historia, ha optado por una consideración sustantiva de la misma, considerándola no como un medio sino
como un fin en sí misma, de forma similar al mencionado Tribunal.

8. DISOLUCIÓN DE PARTIDOS POLÍTICOS.

La prohibición de partidos políticos supone un ataque directo contra los principios democráticos,
especialmente en lo relativo a los derechos políticos y el derecho a la igualdad de todos los ciudadanos
respecto a la decisión y participación política. Por lo tanto, esta medida militante solo ha de tener lugar
en aquellos supuestos en los cuales un sistema democrático se vea amenazado por un auténtico partido
antisistema, o bien por partidos que cambiarían o estén en contra parcialmente de una o varias prácticas
democráticas de carácter fundamental. Actúa pues como un mecanismo de “salubridad democrática” que
considera que no todo partido tiene cabida en la democracia.22

Según la exposición de motivos de la Ley Orgánica 6/2002 de partidos políticos, la disolución de los
partidos exige la reiteración o la acumulación de acciones que demuestren de manera irrefutable, un
comportamiento de ruptura con la democracia y que atentan contra los valores constitucionales, contra la
democracia y contra los derechos de los ciudadanos.

Al análisis del ordenamiento español, ha de determinarse pues qué partidos podrán ser vetados o
prohibidos entonces conforme a nuestro ordenamiento. La respuesta a esta pregunta, en sentido directo,
se encuentra en la Exposición de Motivos de la ya mencionada Ley orgánica: “los únicos fines
explícitamente vetados son aquellos que incurren directamente en ilícito penal”. Del mismo modo, pero a
sensu contrario, puede deducirse que los partidos vetados serán aquéllos que no respeten el contenido del
artículo 6 de la Constitución española: “los partidos políticos se ajustarán en su organización,
funcionamiento y actividad a los principios democráticos y a lo dispuesto en la Constitución y las leyes”

Así las cosas, surge una duda razonable a la par que preocupante. ¿Podría considerarse, a la luz de la
legislación analizada, que todo partido que no cometa ningún ilícito penal queda amparado por el
ordenamiento, incluso cuando persiga la supresión de la democracia? El Tribunal Constitucional parece
pronunciarse en sentido afirmativo. En la Sentencia 176/1995 estableció lo siguiente: “Es evidente que al
resguardo de la libertad de opinión cabe cualquiera, por equivocada o peligrosa que pueda parecer al
lector, incluso las que ataquen al propio sistema democrático” “La Constitución protege también a
22
Álvarez Conde, E., y Català i Bas, A. H. (2004). La aplicación de la Ley Orgánica de Partidos Políticos. crónica inacabada de la ilegalización de Herri
Batasuna, Batasuna y Euskal Herritarrok.

11
quienes la niegan”. De esta forma, el Tribunal Constitucional considera que la prohibición de un partido
llevada a cabo por la ideología del mismo conllevaría la propia prohibición de este derecho fundamental,
dado que el mismo carecería de prácticamente de contenido si no fuese ejercitable a través de la
participación política para desarrollar las ideas libremente adoptadas por un grupo de individuos. La
supresión de tal derecho, en la línea de lo expresado por el Tribunal Constitucional, implicaría una lesión
excesivamente gravosa al pensamiento libre y no justificable, ni si quiera en aras de defender la
democracia, puesto que supondría la propia degeneración no de uno de sus principios, sino de la propia
razón de su existencia, que no es otra que garantiza

Con este fin, los apartados a), b) y c) del párrafo 2 del artículo 9, establecen claramente la frontera entre
las organizaciones que defienden sus ideas o programas, cualesquiera que sean, en el respeto escrupuloso
a los métodos y los principios democráticos y los que basan su acción política en la connivencia con la
violencia, el apoyo político a organizaciones terroristas o la violación de los derechos de los ciudadanos
o de los principios democráticos.23 Como acabamos de mencionar, el capítulo III contiene los motivos
que pueden dar lugar a la disolución o la suspensión judicial de los partidos políticos, así como el
procedimiento judicial. A este respecto, la ley otorga competencia para conocer de los casos de
disolución de partidos a la «sala especial» del Tribunal Supremo prevista en el artículo 61 de la ley
orgánica del Poder Judicial.

Dichos motivos de disolución, regulados en el artículo 9 de la Constitución española son los siguientes:
vulnerar sistemáticamente las libertades y derechos fundamentales, promoviendo o justificando los
atentados contra la vida o la integridad de las personas, o la persecución de personas por razón de su
ideología, religión o creencias, nacionalidad, raza, sexo u orientación sexual, fomentar o legitimar la
violencia como método para la consecución de objetivos políticos o para hacer desaparecer las
condiciones precisas para el ejercicio de la democracia, del pluralismo y de las libertades políticas,
complementar y apoyar políticamente la acción de organizaciones terroristas para la consecución de sus
fines de subvertir el orden constitucional o alterar gravemente la paz pública, tratando de someter a un
clima de terror a los poderes públicos, a determinados grupos de la sociedad o a la población en general,
o contribuir a multiplicar los efectos de la violencia terrorista y del miedo y la intimidación generada por
la misma. 24

En conclusión, un partido será declarado ilegal solamente «cuando su actividad vulnere los principios
democráticos, particularmente cuando con la misma persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades

23
Sentencia de 30 de junio de 2009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

24
Artículo 9 de la Constitución española, donde aparecen regulados las causas de disolución de los partidos políticos.

12
o imposibilitar o eliminar el sistema democrático, mediante alguna de las siguientes conductas,
realizadas de forma reiterada y grave», sólo incurre en causa de disolución el partido que, no en su
ideología, sino en su actividad persiga efectiva y actualmente «deteriorar o destruir el régimen de
libertades».

Por otra parte, la ley establece un procedimiento específico y prioritario en un solo grado de
jurisdicción, que sólo puede ser instado por la fiscalía o por el Gobierno, por propia iniciativa o a
petición del Congreso de los diputados o del Senado. El procedimiento previsto tiende a conciliar, según
la exposición de motivos de la Ley Orgánica 6/2002, la seguridad jurídica y los derechos a la defensa,
con la necesaria celeridad y el respeto a un plazo razonable. La sentencia dictada por el Tribunal
Supremo, solo puede ser objeto de recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional. El artículo 12
enuncia los efectos de la disolución judicial de un partido político. Tras la notificación de la sentencia, el
partido en cuestión debe cesar toda actividad. Por otra parte, está prohibido constituir una formación
política o utilizar otro partido ya existente, con vistas a continuar las actividades del partido declarado
ilegal y disuelto.25

9. LA ILEGALIZACIÓN DE HERRI BATASUNA, BATASUNAY EUSKAL HERRITARROK.


LA SENTENCIADEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE MARZO DEL 2003.

Poco después de la Sentencia del Tribunal Constitucional 848/2003, de12 de marzo, que desestimaba el
recurso de inconstitucionalidad contra la Ley Orgánica de Partidos Políticos, el Tribunal Supremo
ilegalizaba HerriBatasuna, Batasuna y Euskal Herritarrok en la suya de 27 de marzo de 2003. El Tribunal
Supremo, en sintonía con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos parte de que la violencia es un
método político ilegítimo. Así, afirma que “ni el talante expansivo del pluralismo político en nuestra
Constitución, ni los convenios internacionales suscritos toleran la lesión de los derechos fundamentales
de los demás”. 26
Una lesión que, sin embargo, aparece al instante en cuanto por un partido político se
exhorta a la violencia o ésta se justifica, y, desde luego, con mucha mayor razón, cuando esa violencia es
ejercida por grupos terroristas y lo que hace un partido político es otorgarle amparo», por lo que “las
invocaciones a la violencia o su justificación, por tanto, no sólo autorizan las restricciones de la actividad
de los partidos políticos sino, también, de su libertad adicional de expresión».

La Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos desarrolla la premisa anterior enumerando
en su artículo 9 una serie de conductas que, llevadas a cabo de forma grave y reiterada, conllevan la

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Sentencia de 30 de junio de 2009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
26
Álvarez Conde Enrique, “La aplicación de la ley orgánica de partidos políticos. Crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y
Euskal Herritarrok”.

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ilegalización de una formación política. El Tribunal Supremo analiza en la Sentencia si las actividades de
Herrí Batasuna, Batasuna y Euskal Herritarrok son encuadrables en los supuestos descritos en dicho
precepto. A la hora de abordar un análisis tal, hay que tener en cuenta dos cuestiones.

La primera es que, como advierte el Tribunal Constitucional, el precepto sólo tiene proyección hacia el
futuro. Al respecto hay que tener en cuenta que, con arreglo al apartado 2 de la Disposición Transitoria
única, a los efectos de aplicación del art. 9.4 de la Ley Orgánica 6/2002 se considerará fraude de ley «la
constitución, en fecha inmediatamente anterior o posterior a dicha entrada en vigor, de un partido
político que continúe o suceda la actividad de otro, realizada con la intención de evitar la aplicación a
éste de las disposiciones de esta Ley». 27
Para el Tribunal Constitucional, lo anterior no supone una
vulneración del principio de irretroactividad consagrado en el art. 9.3 de la Constitución española, «pues
queda claro que lo perseguido, en todo caso, es permitir la aplicación del art. 9.4 de la Ley Orgánica
6/2002, de Partidos Políticos “a las actividades realizadas con posterioridad a la entrada en vigor de la
presente Ley Orgánica”, tal y como advierte la propia Disposición recurrida. Es decir, en ningún
supuesto se prevé el enjuiciamiento de actividades y conductas anteriores a la Ley Orgánica 6/2002, de
suerte que la Ley considera relevantes únicamente las posteriores a su entrada en vigor». Con otras
palabras, «por disposición expresa de la Ley, la totalidad del presupuesto que determina la disolución ha
de llevarse a cabo bajo su vigencia. Tanto las actividades aisladamente consideradas como “la
continuidad y repetición” a las que se refiere el art. 9.4 al que remite la disposición transitoria son
posteriores a la entrada en vigor de la Ley Orgánica 6/2002». Otra cosa es, continuará diciendo el Alto
Tribunal, «que, a efectos de determinar la significación de tales actividades y valorar su relevancia en el
conjunto de la conducta del partido de que se trate, pueda tomarse en consideración lo que la Ley llama
“trayectoria”, que puede comprender comportamientos producidos con anterioridad a la entrada en vigor
de la Ley; pero eso no comporta ninguna clase de retroactividad prohibida por la Constitución. 28

La segunda cuestión es que a nadie escapa que el legislador tuvo muy en cuenta la actividad pasada de
Herri Batasuna a la hora de enumerar las conductas descritas en dicho precepto. Como reconoce el
Abogado del Estado, y el propio Tribunal Constitucional recuerda, «no cabe negar, puesto que es
notorio», que la configuración de buena parte del artículo 9 «se ha hecho teniendo en cuenta la
trayectoria y actividad de un notorio partido político vasco». Como botón de muestra vale aquí citar su
punto 3.e), que estable como actividad ilegal «ceder, a favor de los terroristas o de quienes colaboran con
27
Álvarez Conde Enrique, “La aplicación de la ley orgánica de partidos políticos. Crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y
Euskal Herritarrok”.
28
Álvarez Conde Enrique, “La aplicación de la ley orgánica de partidos políticos. Crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y
Euskal Herritarrok”.

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ellos, los derechos y prerrogativas que el ordenamiento y, concretamente, la legislación electoral
conceden a los partidos políticos», cosa que hizo la Mesa Nacional de HB en las elecciones generales de
3 de marzo de 1996, lo que dio lugar a la Sentencia 136/1999, de 20 de julio, en la que el Tribunal
Constitucional negó que tal conducta pudiera encuadrarse en la doctrina del reportaje neutral, pues «en
modo alguno puede aceptarse que los dirigentes de una asociación política en campaña electoral estén en
una posición de neutralidad respecto del mensaje utilizado cuando trasmiten lo que otros dicen en un
espacio electoral y ese mensaje sirve para pedir el voto para dicha asociación», concluyendo que la
misma no estaba amparada por la libertad de información por más que finalmente concediera el amparo a
los demandantes por el hecho de que la sanción impuesta por los Tribunales ordinarios fue
desproporcionada.

El Tribunal Supremo no encuentra dificultad en encuadrar muchas de las actividades llevadas a cabo por
HB y sus sucesores en los supuestos del art. 9, por lo que declara la ilegalidad de dichas formaciones
políticas. Para ello aplica la técnica del levantamiento del velo, cuyo origen se encuentra en la
jurisprudencia de los Estados Unidos a través de la disregad of the legal entity, constituyendo en este
caso, y en palabras del propio Tribunal Supremo, un instrumento idóneo para constatar la auténtica
realidad que subyace bajo la apariencia de tres partidos políticos legales —las tres formaciones
demandadas en este proceso—, así como para determinar que tras esa veste formal se oculta
verdaderamente la organización terrorista ETA, esto es, que Herri Batasuna, Euskal Herritarrok y
Batasuna son sólo artificios legales creados por ETA para lograr el complemento político de su propia
actividad terrorista, existiendo, por tanto, un único sujeto real que utiliza múltiples ropajes jurídicos.

El Tribunal Supremo observa la existencia de una serie de aspectos de esencial coincidencia entre los
tres partidos políticos demandados entre sí y de todos ellos, a su vez, con ETA, que ponen de manifiesto
una identidad sustancial entre las tres formaciones en los ámbitos personal, de fines, de estrategias y de
actividad, y, asimismo, un riguroso control de todos ellos por la citada banda criminal, razón por la cual
concluye afirmando la existencia de un único sujeto real, que es la organización terrorista ETA, que se
oculta tras esa apariencia de diversidad de personalidades jurídicas creadas en diferentes momentos en
virtud de una «sucesión operativa» previamente diseñada por aquélla. Los aspectos tenidos en cuenta y
que resultan probados en la sentencia son: unidad de designio creador, por tanto, la creación de los tres
partidos políticos demandados responde a un único designio, el de ETA, desempeño subsiguiente de la
misma función. Fue la banda terrorista ETA quien prefiguró un contenido funcional específico, que
estimaba era el idóneo para la consecución de sus fines, identidad de personas que ejercen cargos
directivos y de representación, identidad de la persona que procedió a la inscripción constitutiva de
Euskal Herritarrok y Batasuna, reconocimiento expreso por Euskal Herritarrok de su integración en

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Batasuna, sucesión de hecho entre los integrantes de grupos parlamentarios y municipales, sucesión en el
uso de sedes y locales. , identidad sustancial de estrategias y programas de actuación y utilización de
anagramas ligados a la actividad de organizaciones terroristas. 29

10. LAS SENTENCIAS DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL 5 Y 6/2004 DE 16 DE ENERO.

Contra la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de marzo del 2003 se interponen dos recursos de
amparo ante el Tribunal Constitucional que son desestimados por las Sentencias 5 y 6/2004.

Son varios los derechos invocados por los recurrentes. Centrándonos en la Sentencia 5/2004, el Tribunal
Constitucional rechaza que en el proceso de ilegalización se haya vulnerado el derecho a un Juez
imparcial como consecuencia de la participación del Presidente de la Sala y ponente de la Sentencia
impugnada en la elaboración del informe sobre el Anteproyecto de Ley Orgánica de Partidos Políticos
emitido por el Pleno del Consejo General del Poder Judicial, y de las declaraciones por él efectuadas a
los medios de comunicación respecto al Anteproyecto referido. Resalta el Tribunal Constitucional que
los dos motivos de cuestionamiento de la imparcialidad se refieren a actuaciones relacionadas con la
constitucionalidad del Anteproyecto de la Ley Orgánica de Partidos Políticos, que se sitúan en un ámbito
de generalidad y abstracción distinto del que es propio del momento aplicativo de la Ley. 30
Habida
cuenta de la sumisión de todos los ciudadanos y los poderes públicos a la Constitución y al resto del
ordenamiento jurídico, es oportuno señalar que la pura afirmación de la constitucionalidad de una ley por
un miembro del Poder Judicial independientemente del foro en el que tenga lugar, no puede suponer en
principio motivo de pérdida de su imparcialidad en un ulterior proceso concreto sometido a su
jurisdicción, y en el que la ley de que se trate deba ser aplicada. La participación en la elaboración del
informe no puede conducir a apreciar, a la vista de las circunstancias en el mismo concurrente, la
denunciada pérdida de la imparcialidad objetiva, en atención al distinto objeto de una y otra actividad. Se
trata, dirá el Alto Tribunal, «de una opinión manifestada cuando la norma ulteriormente aplicada en el
proceso judicial en el que recayó la Sentencia ahora impugnada en amparo se hallaba aún en fase de
anteproyecto; esto es, antes de que hubiera ni Ley ni proyecto, y, obvio es, antes de que se incoara
proceso alguno al amparo de la misma Ley finalmente aprobada», y es que en el informe se efectúa una
valoración abstracta y genérica desde una perspectiva constitucional del contenido del Anteproyecto de
Ley.

También es rechazada la pretendida vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva, se centra en la
que se considera indebida aportación al proceso judicial a quo de motivos de ilegalización introducidos
29
Álvarez Conde Enrique, “La aplicación de la ley orgánica de partidos políticos. Crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y
Euskal Herritarrok”.
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Sentencia 5/2004 de 16 de Enero del Tribunal Constitucional.

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por el Abogado del Estado, mediante noticias de prensa, una vez concluida la fase alegatoria. El Alto
Tribunal constata que el demandante de amparo tuvo la oportunidad procesal de proponer y practicar
prueba para desvirtuar los hechos nuevos alegados por el Abogado del Estado. 31

En cuanto a la alegada vulneración del derecho a la presunción de inocencia, el Tribunal Constitucional


advierte que, descartado todo componente sancionador en la ilegalización y disolución previstas en la
Ley aplicada al caso, cumple tener presente que los postulados del artículo 25 de la Constitución
española no pueden aplicarse a ámbitos que no sean los específicos del ilícito penal o administrativo,
siendo improcedente su aplicación extensiva o analógica a supuestos distintos o a actos por su mera
condición de ser restrictivos de derechos, si no representan el efectivo ejercicio del ius puniendi del
Estado o no tienen un verdadero sentido sancionador, por lo que la invocación del derecho a la
presunción de inocencia, en los términos en que lo hace el recurrente, queda por completo fuera de
lugar.32

Por lo que se refiere a la pretendida vulneración de las libertades de expresión, ideológica y de


asociación, el Tribunal Constitucional, tras afirmar que la nuestra no es una democracia militante,
advierte que la ilegalización de las formaciones políticas en cuestión es debida a las conductas llevadas a
cabo por ellas y, especialmente, por sus dirigentes. Especial mención merece la consideración de la
negativa a condenar el terrorismo como apoyo tácito al mismo, cuestión no resuelta por el Alto Tribunal
en su Sentencia 48/2003 y que fue apreciada por el Tribunal Supremo en su Sentencia de 27 de marzo de
2003. Al respecto, afirma el Tribunal Constitucional que «la negativa de un partido político a condenar
atentados terroristas puede constituir, en determinadas circunstancias, una actitud de apoyo político
tácito al terrorismo o de legitimación de las acciones terroristas para la consecución de fines políticos,
por cuanto esa negativa puede tener un componente cierto de exculpación y minimización del significado
del terrorismo La Sentencia 6/2004 tendrá por objeto la alegación de Herri Batasuna de que la
ilegalización y disolución por obra de la Sentencia del Tribunal Supremo se han producido sobre la base
de hechos y conductas que o bien son imputables a otro partido político, o, de serlo al propio
demandante, serían anteriores a la entrada en vigor de la Ley Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos.

En primer lugar, el Tribunal Constitucional niega que la Ley Orgánica 6/2002, se haya aplicado
retroactivamente, lo que no es incompatible con el hecho de que, a efectos de determinar la significación
de las actividades y valorar su relevancia en el conjunto de la conducta del partido, pueda tomarse en
consideración lo que la Ley llama «trayectoria» (art. 9.4) que puede comprender comportamientos
31
Álvarez Conde Enrique, “La aplicación de la ley orgánica de partidos políticos. Crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y
Euskal Herritarrok”.
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Álvarez Conde Enrique, “La aplicación de la ley orgánica de partidos políticos. Crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y
Euskal Herritarrok”.

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producidos con anterioridad a la entrada en vigor de la Ley; pero eso no comporta ninguna clase de
retroactividad prohibida por la Constitución.

En segundo lugar, mantiene el Tribunal Constitucional que no se ha ilegalizado al partido recurrente ni


por actos anteriores a la entrada en vigor de la Ley ni por imputación de conductas posteriores realizadas
por otro partido político, sino que «se ha entendido razonadamente que uno y otro, además de un tercero,
constituían un único partido político de hecho». La ilegalización y consiguiente disolución acordadas por
el Tribunal Supremo traen causa, por ello, de hechos propios y posteriores que son enteramente
imputables al partido recurrente. Ello es así, dirá el Constitucional, «en virtud de la identidad material
que el Tribunal Supremo ha advertido entre los tres partidos ilegalizados, acreditando de manera
motivada, razonable y suficiente una continuidad en la identidad sustancial de la que éstos han sido
sucesivas expresiones; identidad que trascendía a las identidades formalmente separadas de los tres
partidos ilegalizados, encontrando en el origen de esa continuidad el designio de una organización
terrorista».

El Tribunal Constitucional viene así a combinar dos elementos. Por una parte, la afirmación de que se
trata del mismo partido bajo apariencias diversas. De acuerdo con el Tribunal Supremo, afirmará que se
trata de una «identidad material» entre los tres partidos ilegalizados. En segundo lugar, que los hechos
enjuiciados lo son con posterioridad a la entrada en vigor de la Ley Orgánica 6/2002. Para ello distingue
entre los hechos anteriores a la entrada en vigor de la Ley, lo que llamará «trayectoria», y los hechos
acaecidos con posterioridad a dicha entrada en vigor. Al tratarse desde un primer momento de la misma
formación política se pueden analizar los actos posteriores a la entrada en vigor de la Ley Orgánica
6/2002 a la luz de la trayectoria anterior a la misma. Así lo afirma el Tribunal Constitucional en la
Sentencia en los siguientes términos: «Formación a la que, con abstracción de sus distintas
formalizaciones en subjetividades autónomas y separadas, debía imputarse la totalidad de los hechos y
conductas atribuibles a cada partido político singular y formalmente considerado, sea como
configuradores de la trayectoria en la que se ha definido el perfil de aquella formación única , sea como
actos que, por posteriores a esa Ley, son inmediatamente subsumibles en las causas de disolución en ella
establecidas». Reiterará dicha afirmación en la Sentencia 91/2004: “Quienes, relacionados en el pasado
con esos partidos, quieran reconstituirlo fraudulentamente con ocasión de sucesivas convocatorias
electorales deben contar con el riesgo cierto de que aquella vinculación pueda, pero siempre en unión de
otros indicios, erigirse en factor determinante de una convicción judicial que lleve a dar aplicación a la
norma contenida en el art. 44 LOREG”.33

33
Sentencia 91/2004 del Tribunal Constitucional.

18
CONCLUSIONES.

Tras el análisis realizado sobre los conceptos de pluralismo político, democracia militante y las
sentencias del Tribunal constitucional, Tribunal Supremo y Tribunal Europeo de Derechos Humanos
sobre la ilegalización de Batasuna podemos señalar las siguientes conclusiones:

En primer lugar, es claro e inequívoco que nuestro ordenamiento jurídico se constituye en un Estado
democrático de Derecho conforme al artículo 1 de nuestra Constitución el cual propugna como valores
superiores de su Ordenamiento Jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político. Ocupa
por tanto el pluralismo político dentro del articulado de la Norma Suprema una posición preeminente. En
este sentido no hay duda alguna de que “no hay democracia sin pluralismo político”. Así mismo es
también inequívoco que su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la
Constitución y a la ley. Por lo tanto, su estructura interna y funcionamiento deberán ser en todo caso
democráticos. En este sentido García San José establece que “la democracia nunca puede servir para
destruir a la misma”

La Ley orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos, no establece causa alguna de ilegalización
de partidos políticos por el hecho de ostentar determinados planteamientos políticos, sino, porque su
“actividad” vulnere los principios democráticos, porque con esa misma actividad persiga deteriorar o
destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el sistema democrático, y por la realización de
una serie de conductas realizadas de forma reiterada y grave. En este sentido de suma importancia es
tener en cuenta que, en nuestro ordenamiento jurídico a diferencia de otros ordenamientos, considera que
“cualquier proyecto u objetivo se entiende compatible con la Constitución”, siempre y cuando “no se
defienda mediante una actividad que vulnere los principios democráticos o los derechos fundamentales
de los ciudadanos”. Esa misma exposición ratifica que “no se trata, de prohibir la defensa de ideas o
doctrinas, por más que éstas se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional”. En base a
estas consideraciones podemos concluir que, en nuestro ordenamiento, a diferencia de otros, tiene cabida
cualquier proyecto que no se defienda mediante una actividad que vaya en contra de los principios
democráticos, incluso aunque sus ideas sean contrarias al régimen constitucional.

Los partidos políticos pueden por tanto ser prohibidos si promueven la violencia. De esta forma, las
sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos han establecido que la “violencia” puede
involucrar tanto llamadas explícitas a su comisión, como a la ambigüedad sobre su idoneidad para lograr
la aplicación de las políticas del partido. Los partidos también pueden ser prohibidos por apoyar a una
organización terrorista. La disolución de una formación política es un mecanismo de salubridad
democrática y parte de la premisa de que no todo partido político tiene cabida en una democracia. En

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España, los partidos nacionalistas vascos radicales, Herri Batasuna y sus sucesores fueron prohibidos en
virtud del artículo 9 de la Ley Orgánica de Partidos Políticos de 2002 (6/2002) sobre los fundamentos de
su integración en el grupo terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA).

El Tribunal Supremo, en sintonía con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos parte de que la
violencia es un método político ilegítimo. Así, afirma que “ni el talante expansivo del pluralismo político
en nuestra Constitución, ni los convenios internacionales suscritos toleran la lesión de los derechos
fundamentales de los demás”. Una lesión que, sin embargo, aparece al instante en cuanto por un partido
político se exhorta a la violencia o ésta se justifica, y, desde luego, con mucha mayor razón, cuando esa
violencia es ejercida por grupos terroristas y lo que hace un partido político es otorgarle amparo por lo
que las invocaciones a la violencia o su justificación autorizan las restricciones de la actividad de los
partidos políticos y también, de su libertad adicional de expresión.

Contra la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de marzo del 2003 donde declara ilegal Herri Batasuna,
Batasuna y Euskal Herritarrok se interponen dos recursos de amparo ante el Tribunal Constitucional que
son desestimados por las Sentencias 5 y 6/2004. Al respecto el Tribunal Constitucional resolvió
rechazando que en el proceso de ilegalización se hayan vulnerado los siguientes derechos invocados por
los recurrentes: Derecho a un Juez imparcial, derecho a la tutela judicial efectiva, derecho a la
presunción de inocencia , vulneración de las libertades de expresión, ideológica y de asociación, por lo
que la ilegalización de Batasuna fue llevado a cabo a través de los cauces legales y respetando los
derechos democráticos sobre la base de que la democracia nunca puede servir para destruir la
democracia y los derechos fundamentales y que los partidos políticos deben en todo momento respetar la
Constitución y las leyes.

BIBLIOGRAFÍA

Álvarez Conde, E., y Català i Bas, A. H. (2004). La aplicación de la Ley Orgánica de Partidos Políticos.
crónica inacabada de la ilegalización de Herri Batasuna, Batasuna y Euskal Herritarrok. Foro, Nueva
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Barrero Ortega, A. (2004). Reapertura del debate democracia abierta v. democracia militante en la
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Fernández de Casadevante Mayordomo, P. (2015). La prohibición de formaciones políticas como


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Sentencia de 31 de julio de 2001 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Sentencia de 2 de octubre de 2001, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Sentencia de 13 de febrero de 2003 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Sentencia de 12 de marzo de 2003 del Tribunal Constitucional.

Sentencia de 30 de junio de 2009 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Torres del Moral, A.“Democracia militante”, en Derecho constitucional para el siglo XXI.

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