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_ —_—_
ADOLFO PRIETO
EDITORIAL SUDAMERICANA
BUENOS AIRES
Diseño de tapa: Mario Blanco
Ilustración de tapa: Detalle de:
Peones troperos, de Carlos Morel,
(Propiedad del Museo Nacional de Bellas Artes)
IMPRESO EN LA ARGENTINA
ISBN 950-07-0479-X
89, El discurso criollista
S Este último no sólo hacía imprimir sus propios versos; se ofrecía tam-
bién a escribirlos para otros: “E. J, Ignesón (Talerito) conocido autor de mu-
ehos libros, sobre todo de aquellos que son llamados PAYADORES, y de bastan-
tes poesías, tiene el honor de ponerse á las órdenes de todo el que lo quiera
ocupar en asuntos de su profesión. Puede escribir décimas amorosas, o declara. -
ciones de amor en verso, que los aficionados pueden firmar... También puede
escribir relaciones, vidalitas, estilos, milongas, y. en general, sobre todo lo que se
le encargue”. En Don Francisco de Quevedo, Buenos Aires, 1906. Il
S En Ricardo González, Gente y sociedad. Los obreros el trabajo. Bue-
7
nos Aires 1901, Buenos Aires, 1984.
55
“Otras ediciones de Tommasi —sin fecha, impresas en Italía— cambian el Red textual y deslizamientos
rostro al libro con absurda, colorida tapa, en que en un paisaje de esbozados ran-
chos y palmeras avanzan, sable en mano, en caballos de estatuaria (aunque algo
disminuidos) mientras las tropas nacionales, de riguroso kepí, perita y bigote, les
-
de lecturas
disparan al huir, convincentes pistoletazos.” León Benarós, Eduardo Gutiérres.
El Chacho, Buenos Aires, 1960. Martín Fierro, Juan Moreira,
Santos Vega
El guapo -
A
La esquina o el patio de alegres reuniones,
Vo
. ,
-
le oye cantar hechos que nadie le niega:
¡con una guitarra de altivas canciones
él es Juan Moreira, y él es Santos Vega!
Evaristo Carriego, Misas herejes, 1908.
eo
- -
—- gráficos, los versos destruidos, hasta los injertos de palabras extranjeras y sus
-
variaciones más audaces. Sus mismas láminas, llenas a veces de ingenuidad exce-
siva, son ya borrones o arreglos ridículos,
Leopoldo Lugones, “El linaje de Hércules”, 1913.
- EEN
ZE
José
morir
Al
Hernández,
año bibliográfico del
Aires ofrecieron generosas
Anuario—,
notas
los
octubrede 1865
principales
necrológicas
-
diários de Buenos
en las que podían
advertirse tanto el grado de simpatía condescendiente con que los
círculos intelectuales de la
desaparecido,
ciudad
como
habían
la
aceptado
inocultable
el perfil del pole-
incomodidad con
mista político
que habían seguido su condiciónNación de outsider de la institución litera-
|
|
La y El Dierio, no vacilaron en !
.-
o
corrido por la fama del personaje de su invención. Hermández-Martín
al
Fierro pertenecían nucampo. La ciudad culta aceptaba simplemente,
-
los hechos.
Sebastián Berón, muy comprometido ya con las variantes del
criollismo popular urbano pero atento siempre a lo que acontecía en de
el círculo de la cultura letrada, observó la conducta de los voceros
—
condenación de
a
equivalía menos un homenaje póstumo
su memoria. La ausencia
ade a
Hernández que la segura
los poetas consagrados,
cuando
“en estas circunstancias, le pareció particularmente dolorosa y
meses después de la muerte de Hernández ese ausentismo configuraba
sido
88
e
e
de lecturas 89
-
iín Fierro, a
señalará
irá iueti
leserción se sentirá justificado para
tributo. poético. En el prólogo asu fo-
ta iustifi
tir la estatura de Fierro en la de un héroe capaz de desplazarGutiérrez,
roes forjados por la imaginación y las dotes narrativas
Fue uno más de entre ellos, como lo prueba el número de versiones
de
a los hé-
rá
l
lo 5 pasos s d de esta
: :
justifi-
:
-
me han detenido
i
injusticias”, dirá Ma-
Vicos,asta hoy que algunos
pero escrúpulos de conciencia y he Fierro / lucharon con el deseo / de vengar
— —— de los poetas eminentes que están llamados a
as glorias de nuestra patria querida, refrescara su tumba gloriosa con las
nuel M. Cientofante en la introducción de su Martín Fierro. Relación
€
y perfumadas flores de la poesía, criolla en versos gauchescos, y el autor anónimo de un Santos el Pa-
inmarcesibles
yador agregará a su vez: “Santos Vega se murió. / Y fue porque Sin lo
o he querido avanzarme, porque me consideraba pequeñ
N. en
último tido
esparcir mis flores silvestres alrededor de su mina,
eño: d
ena venció / Luzbel, sin decir Jesús. / Y huyendo de la partida / -
Leen |
-
Hemández
:a5
de
an que lanzar al atre-sus melancólicos sones, acompañando las sinceras conlas
. PP 29: X
ín Fierro?
»
*
había
Tmo o E IE
concedía la facilidad de utilizar la lengua del campesino como forme texto de la Antología esta sorprendente nota aclaratoria:
El
artística propia. pr incó
O el precursor incómodo.
Véase alguna muestra de estas máximas o consejos de sabiduría práctica y
ó
Berón,
el
popular, puestos en boca de Martín Fierro, ya que del poema no damos extracto
ie Fe.
éxito de La muerte de Martín Fi
| impresos
-
AU Berón debie- í -
entonces a sellar
le
|
-— ez en el círculo de la cultura letrada, al tiempo que le
ban un espacio en el del criollismo
asegura-
populista de resonancias urbanas
ste espacio, sin embargo, no creció nunca hasta el punto de conver-
Un año después en Buenos Aires, un homenaje decretado por <!
Concejo Municipal y numerosos discursos y notas periodísticas (sin
contar con la crónica escrita por el propio hermano del poeta, Pe-
í
j
91
90 El discurso criollista Il. Red textual y deslizamientos de lecturas
APRA ENE
naje da cuenta, apenas seis años después, ; un suelt o aparecid:
i —
de imnovaciones,
semanario Ceres y Caretas, el 22 de junio de 1901: la novela de Gutiérrez aportaba el suficiente número espontánea con
A
a
identificación
-
od
paí:
a hacer camino la idea de tributar un respetuoso homenaje, al más Muriendo =— explicar franca prefe-
PiaEme
! :
el gusto de aquellos lectores, y como para
los vates argentinos: a José Hernández, el genial autor del “Mar- rencia de los que empezaron a leer las dos obras sin tomar en cuenta
más fechas de redac-
acabada pintura del estado social del separaba sus respectivas
cuele a" a 1880, como lo prueba el éxito al- ya el trecho cronológico que
eríedo
e
de
ción.
umy
-
_
su familia únicamente, está i
Ce El dunale.d da del poema de Hernández,
rro deJuan Moreira, y la continuación
1
o -
o
Norte, y se inicia la idea de alzar sobt e ella un monumento que la señale 1 sólo 8 meses a las primeras
en
sus on Lorna
5
sobre La vuelta de Martín Fierro, se anticipó
cena
>
vida se señaló y destacó el vate genial,
la
brecha
tnández es un monumento de la literatura nacional, y hoy que entregas del folletín de Gutiérrez. Esta histórico mucho más contras-
ado del tiempo
.
e
sicamente, con la de las fechas de redacción y publicación
a los buenos augurios
Pese del red actor del suelto y alos alcan- la de la sociedad rural bonaerense que se
mera parte. Pero imagen
o la zurios
acaso levemente anacrónica en 1872, debió de
iniciativa no logró por entonces despejar el
C
páginas,
«
andez. taliz
y sapuemente de muchos de riencias válidas para la reconstrucción del mundo en que se inserta
el
rición”. Porque a los ojos deel cronista
Mertín Fierro (que continuaron c Fierro fueron abrevadas y decanta-
ediciones el destino imaginario de Martín redacción
>
valfan bastante anterior al de la
das por el autor en un período
L
:
J 9
Moreira de Gutié , mismo.
:
a
el surgimiento de un fenómeno
de las migracio-
objeto por parte de los hombres que representan la Justicia, su ini- titución de cabeceras de puente para el tránsito Moreira
Eoe=—
nes intermas hacia Buenos Aires. Los pueblos deJuan están
sentimiento de integración
.
atizan la entereza del
social. , Ambos enfati el ferrocarril, tienen hotel, salón de billares, barbería,
'd
sel conectados por
en ellos, reúne los sig-
:
de integracié
su dignidad y su amor por la libertad, Ambos coin- casas de diversión, prostíbulo. La sociabilidad,
o
el gusto por el trabajo, la afición al canto, nos de un ruralismo primitivo, tributario de la todavía amenazante
5 on amiliar los de un urbanismo moderno, ali-
y culto a la amistad que profesan sus
el proximidad. con la frontera, y No
mentado por la creciente eficacia de los medios de comunicación.
*
lugar de origen, —
Sobre este encadenamiento de similitudes, parece legítimo con- extraña así que el héroe de la novela, desgajado de su
— 93
92
_
PS
- :_—e
ue-
ode
aparezca en uno de estos pueblos “con un traje que no era de ciudad noticia, Mou.
ni de campo, siendo mezcla de los dos”, y que junto con su famosa: llos hechos capaces de ser transformados en desenvue.
a
lados en la estructura especifica en la que se
e tn
daga cargara tanto “dos enormes trabucos de bronce” como “dos
pistolas pequeñas, pero de gran calibre y sistema modermno”?.8 la ividad informativa.
Moraña, el gaucho Juan Moreira ,
*
(conocido por
,
s —molentóa
También la naturaleza 0; si se prefiere, el sentimiento de la na- Aires), Ehabria
varios partidos de la provincia de Buenos .
AE
ae
turaleza, explicable como proyección de una carencia intrínseca a la i del folletín en el mismo año de su violen
La
constitución del fenómeno urbano, se introduce en el texto de Gu- Lobos. Al menos, así lo declara Cuiiémes En -
tiérrez como agente de una relación más directa con los lectores con-
la primera entrega del folletín, en noviembre de
E e a ne
dd
temporáneos. Se ha observado muchas veces que Martín Fierro no
podía percibir el paisaje como un escenario diferenciado del que ofre- blado una sola vez con Moreira, en el año 74; ya
e
2o
e
cía a sus sentidos la experiencia cotidiana, y fue voluntad del realis- ha quedado grabado en nuestra memoria . de
supuesto, y el porte y la arrogancia de un paisano
looene
Mo.estético de Hernández el no conceder a su personaje esa traición '
€
—
psicológica. Pero en la perspectiva de Gutiérrez la condición semi- por el desamparo legal dves calificaciones pasarán
e
urbana de Moreira volvía concebible, y hasta deseable, la posibilidad excesos. Todos estos rasgos y Tr Ce
é
de que el mismo trazara una distancia admirativa entre la experiencia
aalliciono podía proporcionar entonces con semejante efica.-so
El
Cuando Moreira levantó la cabeza yse sentó sobre su recado, ya la primera danzas de Moreira,
a
luz del alba empezaba a dibujarse entre las últimas sombras de la noche. Los pa- serán oportunamente evocadas E nO mabrndida —
jaritos entonaban sus cantos matutinos al abandonar sus nidos y las ovejitas ba-
a contar con el resultado de las pes
sin
ota
- i
laban en diversos tonos, al ver abiertas las puertas del corral que para ellas
PE.
E
presentaban la perspectiva del bocado de trébol humedecido por el cristalino if levancia.? —_
e
rocío de la noche. —
Ia combinsalón de las dos últimas opciones
,
de un tiempo de e
Otro factor que debió de contribuir aque el tiempo de la lectura sin embargo algo más que la percepción ,”
finitivamente más próximo al lector de Juan Moreira que de
fuera percibido como distinto del que marcaban las cronologías exte- Fierro. Jorge B. Rivera sugiere de esta manera
el efecto ag
riores de Martín Fierro y Juan Moreira fue provisto por el nivel de
combinación:
o Em
o —" aEnproa e
lengua en que uno y otro texto enuncian su mensaje. Mortín Fierro
organiza su universo verbal desde la voz de un narrador privilegiado. juí. entonces, los dos pedales que eneran movilizan el rela-
Tenemos aquí, contd-
DS
“Este narrador, fuertemente supeditado al efecto de tipicidad que bus- to. Un pedal testimonial, periodístico, que
y
layers
aa
ca producir, se apoya en las inflexiones y en el vocabulario de una va- ció “datos” históricos
bución
istori y fe hacientes, según la: meto metaboliza ;
3 a er
selecciona, y
del
. riante dialectal y arcaizante del español hablado en la llanura bona- novelesco que reelabo1ra, , seleccion imiza
CA+J—
i
un pedal
etab
erense hacia la década del sesenta. Las peripecias acarreados según su propia dinamica TA
NE
gaucho Juan
el vivo interés de Juan Moreira es una consecuencia de esas complej
-
Moreira,
PND Mamoen cambio, son contadas por un periodista, esto es, son asu-
e
-
10
midas por un profesional que dispone de los usos y de las convencio- nes,
-
A —_ :
E|
i sible,
determinado, y no parece posiole, IM
-
dernidad. :
También la elección de la forma narrativa provista por el folle- Sonia. determinar si Gutiérrez privilegio en esta combinatoria
noticia sobre la invención, o ésta sobre aquella, como parecen =
tín, ese exitoso subproducto de la prensa periódica del siglo XIX, de-
bio dereforzar elaire de modernidad con que se presentaban las peri-
pecias de Moreira. Como debio reforzarlo, sin duda, la circunstancia
de que Gutiérrez se introdujera en el relato como oficiante del nuevo
clinados a discutir algunos críticos deseosos de
trol tuvo el folletinista sobre sus materia es.
as y
lar que Gutiérrez tenía a su disposición el vasto repertorio temático
que
TE
de procedimientos experimentado por la activa falange de folletinis-
verosímil establecido por las pautas y los recursos del perio dismo los son
Ponson du Terrail, los Ale-
bezada vor los Eugenio
i
Sue,
contemporáneo porque deriva de su propia práctica profesional la jandroDumas E que conocía, desde luego, la exacta dimensión y las
e
N.. e — 95
o Ein
94. El discurso criollista Red textual y deslizamientos de lecturas
o
HT.
rugosidades del horizonte de lectura creado por ese repertorio.!? genéricos por i los cuales el gaucho, en
mr
tipo
en otro orden los comba
-
Trasvasar ese saber sobre el cuerpo de información recogido por la gar en la sociedad -amentina; a; oecografía
argi
de
E
1
y sin tiempo
práctica periodística o dejar que las porosidades de ese cuerpo de cos por los cuales el héroe i sin g Gutiérrez,
—
)
ven
la
os ensiblemente,
favore:
-
información fueran filtradas por los elementos de ficcionalización ció Ta segund: de los c oprimidos.
TE
ne!
de intercalar discursos po-
alentados por la modalidad narrativa del folletín, con sus ritmos de ció la segunda lectura, con su costum bre
ci
de
—
aparición precisos y la manipulación de las expectativas de sú públi- morales cada vez que las acciones Moreira
líticos y desheredada gaucho:
co, debieron de ser entonces operaciones simultáneas o, en todo caso,. “justificarse sino por su pertenencia ala clase
del
4
trabadas en un juego recíproco de estimulación y reci- ———— ]
dos caminos forzosos para ele-
ciaje. El gaucho habitante de nuestra pampa tiene
-
el
las razones que expondremos; otro, es El
; :
: -
- Documental, pero sin condenarse a respetar to das las imposicio- gir: uno es el camino del crimen, por su puesto de carne de cañón...
nes del documento; inventivo, pero sin atreverse a enajenar todos los camino de los cuerpos de línea, qu e le ofrecen
-
este cual y
signos del referente invocado, el texto de Gutiérrez alimenta y con- dolor rebosa en su alma al contemplar dolo F
ha derramado en él, y
a
tanta maldad
de
j
trola sus propios excesos, sin otra exigencia interior, aparentemente, mo, su corazón absorbe todo el veneno que
odio y ansioso de venganza... He aqui por
el gaucho se lanza al camino lleno de
>
que la de asegurar el carácter rebelde del héroe. de carácter, dotado de una inteli-
En el poema de Hernández el héroe padece un destino; lo cum- que este hombre de hermosísimas prendas se lanza a la senda del crimen que
gencia natural y de un corazón de raro
temple,
ple pasivamente en función de la ejemplaridad trágica que busca ex- Moreira, combatiendo contra una
recorre paso a paso, hasta sucumbir como ha ido directamente a matarlo.
par-
.
presar. Martin Fierro es enrolado, sin resistencia alguna, en el ejército tida de gendarmes ayudados por tropa que
la
de línea, la más dura e irritante manifestación del desamparo legal del , ha-
gaucho. Y es sólo después de cumplidos los tres años en el servicio de Era, por supuesto, e 1 irmismo nivel
. ,
de lectura que Hernandez
Ha
ipecias del gaucho Martín Fierro.
vigilancia de las fronteras interiores cuando el personaje se rebela, para Í
Sólo
eclamado para escandir las peripecias
gaucho de
i
las
de
caer progresivamente en el camino del crimen, en el abandono de que la proyección genérica del imaginario
e
buscaba plegarse a las dimensiones de un mundo campesino
.
a
el ejército de línea: mata y muere en una e adena de hechos de sangre vías de disolucion y remo-
a las fronteras de un mundo campesino en
en cuyo origen se ventila una quisquillosa «efensa del honor personal, id antiguos puntos de anclaje.
Er ao
y en cuyo transcurso se juega denodadamente la afirmación -instinti-
ML
a E
que ocurao la proliferación, tomado en préstamo — de la
Pr
del
ame.
el descubrimiento
va de la libertad. Sus luchas contra los agentes policiales se ubican práctica folletinesca, facilitó a Gutiérrez
entonces en el eje mismo de la narración y no en sus aledaños; son el
motor de sus actos de coraje y no los síntomas de su degradación mo-
contexto en que el iban
lo
a ser
confirma
i
leídas las
el contenido de
los
a eE
vos del gaucho,
Tbrevida publicada por la revista Caras
.
ja
la la corrige, la convierte en un nuevo campo de significación en el diferencia de Moreira, no terminó sus días bajo la
los tumultuosos años de ju-
que las relaciones de causalidad de un conflicto particular son reem- tida policial sino que, so breviviendo a la
plazadas por las relaciones de un conflicto de oponentes que pueden ventud, alcanzó suficiente edad como para testimoniar Es
transitar de la condición de genéricos a universales. sobre la evocación de algunos aspectos
la leyenda literaria forjada
7Algunos de los combates concretos por los cuales las señas del su vida de gaucho rebelde ala autoridad, y como para permitirse agu-
paisano Juan Moreira fueron registradas en los prontuarios de algunas das reflexiones sobre la naturaleza de los procedimientos inherentes a
comisarías de Buenos Aires pasarán a ser, aumentados, los combates la conformación de esa leyenda.
97
de lecturas
96 —
>
6El semanario Caras y Caretas había publicado ya en la salida co-
-
an su
+
o
recursos. Esos gauchos
satisfechas por el empleo de tales incansablemente enel papel, liberados
.
de sus lectores, el periodista pide, y obtiene, el
io
lectores,
la policía. ce.uno % mataban
rel
sus más dificiles encuentros con esos hombres quebiográficas, flotando sobre un espacio de pura ten-
entrevi sta que el mismo semanario mantuvo con “Hormiga Negra”
i i
de sus sujeciones cuento para los mocitos de la como
ciudad.
sión imaginaria, eran un lindo fábula,
eoiA
10 años después, , en el núúmero fechado el 24 de pero literatura entendida
—
tada
'
de
“Nuestra fantasía, exaltada por el relato
hovelesco nos lo
:
m— alto y fornido, pero nos encontra- ginarios procesados según un codigo de claras fantasías
sinas. Superhombres inventados para
cubrir las del lector
mos con un hombre Me qu delgado, de tez morena, en cuya cara necesitaban presentarse en el ropaje
las arrugas marcan enérgicas Olíneas”. El anciano de 79 años, lúcido
ae
urbano. Pero superhombres que -
-
ea oepa
ié jo i
trajo a su vida privada, juicios, condenas injus-
i
novelas
tas ; ienci iodi
El periodista se anima entonces a recordar- de los recursos utilizados por las legítimo inferir que las respuestas
ra a experiencias. centros urbanos europeos, parece Se ha dicho
a novelista no le era en nada desfavora- por patrones similares. la
de su público debieron orientarse
3“ que da pie ala parte mas sustanciosa de la entrevista: novela popular fue, primariamente, deentre-
que la función de la al contingente de lectores situa-
—Eduardo Gutiérrez no lo
ss To au buen, tener, la de proponer un pasatiempo Se ha dicho también que esta
-
e
que si
,
en defensa propia para en sí misma o pudo
estar
Usted! : E.a] =
función de entretenimiento pudo agotarse la los
Ae
sabemos lo que son novelas... y lo cual
que son cuentos. .
vicario,
acompañada déotra; de carácter individual.
delegador, por
eEe e os e
; - Tuma, no más, inventando co: i
a sa-
.
del lector pasarian
+ e o
actos incumplidos de la conducta
e E Mo
,
on. au Y el gaucho presta pa” todo. Después
lindas.
y doblegable
se
enla determinac!
EA
me
lo
paisano he
los leteratos para contar del a la gente lo que
i
eta
tisfacerse_en los actos de arrojo
del héroe. Gramsci señalo en Literaturaexcita y vida naci La novela-
del
q
pobre se desgracia porque h.
S
s
curre. sido ment la imaginación
h
hom-
n Te
o
Do 7 ” al que lo ofendio, ustedes no le mismo tiempo
S
|Ene
bre de pueblo; es un
9
depende del complejo de infe-
de ne
e.
peleador , vas queno aveden
polesías, o hasta que se lo limpien a el
'eira, el gaucho que murió ay, imatando décirse que la imaginación popular
rioridad (social) que desencadena
interminables sueños sobre la idea
e
bar que lo que se cuenta en la novela?... responsables de los males aguanta-
de venganza o de castigo. de los Gramsci, encontró una verdadera
bueno, pero -— — Jue ma quee dos”. Y Umberto Eco, que cita ael análisis de Les Mysteres de Paris,
“estructura de la consolación” en
MD
E Te
z .
e.
en defensa propia.
De hombre a hombre, y en duelo criollo el folletín paradigmático de Eugenio la intervención oportuna del super-
-
:
pa o"
matar a e veras que matario en el papel cuando se escribe hombre protagonista; Con sus sometidos a escrupulosas y
Tego abree sí,
“a
a cada rato el cuero porque por puro gusto de tranquilizador, con su red de personajes
E de L Eso de las peleas con una partida de cincuenta
previsibles normas de redención, premio
o castigo. -
que el análisis de la
-
med o mi flor...! Lindo cuento pa los mositos de la ciudá, de admitir
-
1
toro “estructura de la consolación” contribuye la
como a desentrañar la ideología levemente reformista que
—
lectura
99
de lecturas
98 El discurso criollista II, Red textual y deslizamientos
ingestión cosmo-
generalizado por la
Loa
itirá
! :
lí :
revolucionarias de París, Juan Moreira sumaba, tendencias de una de consumo
y 1245 de
2
arrojándolos, > imEslmento a las barricadas
para marcar el
Surgía
tono
de
y
la
las
propia
institución
matriz del periodismo,institución tutelar
la
ala
ser atribuidas a las novelas gauches- popiilar. como
de sus lectores reconocía
A
i
Estas tres funciones
Est pueden
cas de Gutiérrez,
rrez, y
au y
aunque de la última
de la
última función no exista otra cons--
e ft
a
dede —- io a Quesada, siguieron la difusión de estas no- entretenimiento, rebeldías. incluía esa historia en
el designio de secretas O ficiaba como
antena
— delas para admitir que E potencialidad catalizadora del descontento
i
imaginería criollista que
una
ts oo
—opuler no era ajena ñ as mismas. En todo caso, fueron sus novelas poblado por que se extinguía, pero
un mundo configuradoras atribuidas a ese
e sensible a la nostalgia por sustancias
.
ia
como pasaje ritual a las
O
do erados las novelas de índole ine-
-
país, mientras
Event anos de Un capitan de ladrones en Buenos mundo. de la literatura popular
a
inexcusable
Constituido así en modelo la fuerza estructuradora las
del
Tel istabuda e anza, se resignaban a languidecer como
escrita y difundida después de 1880,
perceptiblemente sobre la
composición de
espe preferencia no puede ser explicada sino por Juan Moreira se impuso de Gutiérrez y, por supuesto , sobre la de la
composición del
e. e
la de lectores que insistió en ese favoritis- otras novelas gauchescas folletines en verso y en prosa que se dedico
espectro
por los modos y los tiempos de instala- caudalosa producción de línea de montaje, esas
E
de una misma
Am
salidas enfrentaban
maleta z a imitarlas. Como eximios cuchilleros quedel Juan Mo-
de ens las fundadoras de la Ar-
gentina moderna > Do
-—_—
eveninalmenta historias de gauchos perseguidos, partidas policiales, pasaban
de las novelas de rancho imperturbablemente a las El tigre de Quequén, de tigre
El de Que-
facititaron por la retórica de éste a Barrientos.
:
- iz =ma
reira a Juan Cuello,
sin duda, se situaban en diversos grados Pastor Luna, a Los hermanosacentuaba en
dems al quén a Hormiga Negra,
Ie
dano del mundo campesino: recién llegados estrategia de las partidas; seel énfasis sobre
ore |.
-
dns
proximidar Cambiaba el número y la del héroe,
de ito hacia el mismo; espectadores, en sus pro- la disposición sentimental
aeo
el contraste entre
opórene
más o en menos de los gobernantes o
—pe de las transformaciones aportadas por el
a-T
my políticas las historias repe-
ax
area ue ]
Testigos de la disolución del mundo
desarraigo, esos lectores debieron de en-
las responsabilidades
el pasado y el presente
de la condición del gaucho:
la historia inicial. Gutiérrez, Santos Vega,
tían siempre, básicamente,
anar en el paísje costumbres y los personajes evocados por
ora mensura Sólo una de las novelas gauchescas de
de esa línea de montaje,
dl
-— ó
del dato Romi,domo zafó parcialmente de las determinaciones
manera inesperada, a
- pa d
reaseguro necesari de
done bas 5
por — el
sacudido los
se
y esta dislocación contribuyó, por cierto
folletín inicial de
ruralista provisto por el del mundo cam-
eo
Un sentimiento de identidad fuertemente
> 1
.oTE
qTemE >
pesino ni satisfaciadel en a satisfacer.
tan auspiciosamenteta
serie literaria
proyectiva criollismo est aba llamadaexperiencia de escritu-
seducción que pantalla una
medirse si no se apela al grado de Vega significó
Para Gutiérrez, Santossoldar los procedimientos ya comprobados
igualmente, sobre grupos de lectores
a:- E=
busco
ea
ció aejercer,
relación personal con el mundo campesino ra distinta en la que procedimientos a comprobar de las
convenciones
del folletín con los no agregó
de la clase residentes
es har provenir de ofrecer el marco de pertenencia
de urbanos para
presionaban en su entorno. La experiencia Juan Moreira,
o
artísticas que fortuna en el
a
iiones la abía dejado había ensayado con
a
nada nuevo a lo que artisticas
dtrrol que había b rindado hasta el advenimiento súbito de laestzaio moder- de las aspiraciones
logró afirmar el éxito virtud de situar a
MT que mina pobiaeión de
de ni necesariamente
Gutiérrez. Pero fue una experiencia que tuvo la
de la literatura popular
OE
de
misma po lación de extranje- de fricción de los niveles
NeTÓN
de obviamen-
er
m: errática,
atom que sobre la naturaleza había sido hasta entonces
: , e cualquier
« de sí mismo.
no podia segregar =
de sus escrupulosos epígonos
ción con el perio dismo
decisión profesional más seria, la
te tentativa. Su 1874, terminó después de 6 años, dediscrepancia
de unirse ala Guar-
manera abrup-
en con
dia Nacional carta-renuncia en la que puntualizaba
su
federalización de Bue-
UN ta, con una políticas que se avecinaban: la mes
presidencia del país. Un ha-
.E.e
las soluciones de Roca a la Argentina
nos Aires y la candidatura 1880, La Patria
carta, en febrero deJuan Moreira, una proximidad
ut EL
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Ni
ctrio Argentino, y antes de
de E folle
el
finalizar añ
a
para fuere, el
tines oritos Don D
el término de 12 mesesaccontir demasiado estrecha como el ejército. Como quiera que con que
a abúl del años se sumaron los capítulos de determinación de abandonar auspiciosos
coincidiera con los ecos mientras poseía aun.
ioinserto
Una amistad hasta
—
Para el 20 de mayo, un anun: esta determinación escribió
¿pet
en el periódico señal: ala puesta en venta de Santos Vega, en fo
que dos folletines, que su regreso al.
a
fueron recibidos los de la Guardia Nacional, debió sellar gu futuro in-
libra, — el grado de capitán de naves que comprometía
erPO
una quema reveló parcialmente
Conviene t que La Patria Argentina era, por bue ento os perio dismo comoencontró un medio de vida que se
ces, un diario asimilables a las de los mediato. Aquí absorbente. Aquí descubrió una enorme
sólo una década,
órganos de prensa ex ci ción. Su jefe de redacción, José María generoso y absolutamente permitió completar en
de Edu poeta Mudo,é había trabajo que le 1889, 31 volúmenes
Gutiérrez, hermano
NecA
y “el med capacidad de
temprana muerte, en agosto de sufrió los tortuosos ca-
su el fundador de Ta (La Nación, des; pués, bajo en hasta el día de su Y aguí
j
Argentina composición"? trabajo de
-—r de variado registro de que separaban el producto de su
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de Mitre) su vinculación directa con los homb
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ensayaban las bases delperiodismo moderno en y contradicción del
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su nueva em eronal tono las fuentes de válidos.
la voz de sus interlocutores
el
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merciales en el comienzo imagen devuelta por1881, mientras preparaba la segunda
Los editoriales de tíaArgenti espacio ;
En marzo de el comentario
Gutiérrez debió de leeruN periódico porte-
que
otorgados alai 2 en ina, el
intemacional h pincedencio hasta la muerte,
de los avisos Ear - 9 treo
e
mpuntabar: y loWnitmos
e RUSOS
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re-
Una amistad
Martín García Merou
dedicara a sus folletines
vitriólica caracterización
en
general de los dramas po-
ño. Dentro de unacrítico incluía el siguiente juicio sobre la de Santos
presenta-
-
verificable
gistros y modalidades es verificables en La Nació
pa
folietín, una costumbrecálidameumi
eHee a
Buenos Aires! liciales, el joven texto dedicado a la figura
or entonces parcial, del
Ni
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pulistas o fueran mas allá de los propósi abrumar a
pr melon
debía ha sabi-
compartido os
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de presa conterporínos. s.
Y ha podido igualado
No
Un personaje tan grande ponerlo en accion y lo ha degradado. Juan Mo-
ión
a
Órganos adrones en Bu podido cantarlo, no lo ha hecho un asesino. Santos Vega del asesinato, es la
compartidos an
7
e.e
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el hermano menor del respetado. efe do hacerlo un poeta y las pulperías, viviendo del robo
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tina, el texto llamado a
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la misma en-
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tuelal un nota crítica”
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como nue S tro er i me pondré a la obra y escribiré alge que de gusto”. Dos o tres
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tres meses de pan, todos los hombres de pensamiento y del valor del dinero,
1 > +
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E
la frente levantada a que nunca supo
meses de pan para
aquel perfecto bohemio lucuniano. el
Puesto en el yunque, en he
“ federal” a la trabajo, era UN sueño folletines, que 10
¿Aludía conr el término presu
ni del tiempo, ni del la muerte, dejando ese fárrago de
Tus
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sucesos que. seohilbia
po Ne hasta
Aires, esa borrascosa pola
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en los yunque seguirá
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Hiode Buenosporteñistas
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jamás.
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que había encona E
de la litera.
recalcitrantes como
de los en toda la historia
1 ora el prono de ota epíteto alguna referencia
¿Deslizaba en el Probablemente no se encuentre
material que dramatice en forma tan aguda un con-
de sus recuer-
ia -_ A
al incluirlo en el mismo bloque semánti- tura argentina un
como el que Cané recupera
apr e.
poli- profesional las tensiones
aba la experiencia federalista del régimen las flicto de moral “jlumine mejor sobre
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que se han Ecomificarin: -
que responder a conjeturas para
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dos, ni una
producidas por el acercamiento súbito de una
privilegiado de la cultura
masa
impresa. A dife-
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dentro del
reducto hasta entonces mencionar uno “de los más difundidos e influyen-
buscó adscribirse explícita-
ao.
aciones personales y profesionales rencia de Sue, para
del siglo, Gutiérrez no conducta de
cual ers posible que de folletines destinados a la lectura po
tes folletinistas proclamada por la
las pa ibra, e q ente, la redacción de una de mente a la postulación
ideológica interpretada
postulación podía ser Dumas, no acerto a
en tér-
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interrumpir
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tal esta
que sería de caráctermismo
críp- como
a en >mE
Drago pare intercal ar una réplica sús héroes, diferencia de Alejandro y
a una audiencia poseedora del minos de la épeca; Y, 2 de sus relatos en el orden, la temperancia
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de itorretación controlar la composición establecidas. Se condenaba -
sus lectores
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indica que la
oOO E
demorréficas, con rvaba intactos los estilos de comunicación Sn
ma + en las crónicas de la Gran Aldea. Y sólo
así a desentenderse
relación: que las mismastambién
reales; y se condenaba
podían generar en ala simple ignorancia del
al desdén o
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e
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parece concebible que lector sofisticado de suuno grupo determinante, Gutiérrez
Cralera agar un Ao
de los escritores jovenes del mo mento avó
meno: o MA Presionado por y otro
excluido de los dos espacios
de cul-
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efectivamente literaria, Pero esta
acaso, por sentirse una y otra desde modalidad
publi
-
correspondían el primer folletín
e tura a que de darse por admitida escribir una obra digna
itemnos había aproximado,
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sido Eduardo
amigos con Gutiérrez. Mi gran
Desd exclusión, lejos
- promesa de
y mi viva simpatía por allá de la discutible agónicamen-
amistad cado, y más de gusto”, se debatió textos en que
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hecho
Ístico habia resto. el El escribía en La de pensamiento y
vo de “los hombres de sus folletines, y de
los pocos
a
hicimos campañas
te ee Crónicas y siluetas.
la vieja Tribuna. Más de una vez
de
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dos te alo largo de muchos folletín, como
nm
ni
Amaia. iena donde no pudiendo ocuparme de política tiérrez, el que la crítica de García
ni de n és la reacción ante para los quesies-
el e
comercio pues no habi de abrir relaciones én ese terreno í fue señalada perspectiva de los lectores
del AD Naturalmente, desde la doméstica se
qu an
despo arible E o y publicando dos e tres librillos.
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Te
Cutié- entregas> familiar y
Ce que Los con cariñosa dedicatoria a Eduardo :
taba dirigida la función por
novela grupo de refe-
prevalentes en su articulando
a ME punta de que los diarios me habían informado de la aparició de las pautas en
A.
la considera en El del relato, tal como se
fue
O
Eduardo,
os otros congéneresmidebidos aviajela pluma de cuerpo Vega, no des
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E rencia intemo. Santos
ta
-
de
doncs Hegó amis ninguno de ellos. En primer a la tierra, allá dedicados a la historia
me encontré con Gutiérrez, le reproché
amistosam los dos volúmenes estrabismo de esas líneas.
ad
y le anuncié que pensaba comprar sus libros para mentiría el notorio
E
Fene,
El discurso criollista b
=
1094 ——
como la transcripción literaria que Mitre y Ascasubi dieron de la mis-. el relato de sus peripecias.
Ya se dijo que al combinar la noticia con la invención, Gutiérrez
ma en 1854, y en 1850-1872, respectivamente. Tanto en la versión
oral como en las versiones literarias, el núcleo de la leyenda se redu- se aseguraba la receptividad de un público nacido alimentado
y en las
modalidades del periodismo, sensible a la inmediatez de la informa-
cía a indicar la existencia real de Santos Vega, en un más o menos ción transmitida. La invención se infiltraba
impreciso escenario de la provincia de Buenos Aires, y en una crono- los poros. de la noti.
cia, y la noticia garantizaba, básicamente, elpor
_
logía que oscilaba entre los años finales del siglo XVII y las primeras. acto de comunicación.
décadas del XIX, Santos Vega habría sido un campesino gaucho, ex-' La cronología de los hechos atribuida a Santos Vega, admitida
el propio texto del relato, arranca en el año 1820 en
cepcionalmente dotado para el canto y la improvisación payadoresca, do aproximado de 10 años. El medio siglo y cubre un perío-
—
pero más allá de estos puntos generales de acuerdo, la leyenda y
las... _—Telato del de la lectura parecia
que separaba el tiempo del
versiones literarias difieren. Para Mitre, el payador murió de
pena constituirse, entonces, en un serio
-
después de su primera derrota ante un cantor desconocido, Para la obstáculo para el logro del efecto de contemporaneidad, la ilusión de
inmediatez que tan abiertamente se buscaba y se lograba en el
-
.
tradición oral, tal como pudo recogerla Ventura L. Lynch en 1888, Moreira. Para superar ese obstáculo, Gutiérrez dispuso de dos Juan
y
Vega enfrentó derrotó al diabio en persona, para ser luego, a su vez,
derrotado por un payador del Norte. Fuera de estas gruesas generali-
recur-
sos. Uno, previsible, consistió en enfatizar la existencia de fuentes
zaciones, la sustancia del núcleo legendario no abundaba, previsible- contemporáneas para la legitimación de los hechos narrados: testi-
mente, en información susceptible de traducirse en perfil biográfico gos citados por sus nombres propios; investigación periodística en el
escenario de la acción. El otro, de mayor audacia, consistió actua-
o que pudiera alentar cualquier pretensión de reduccionismo psicolo- lizar el tiempo del relato con esporádicas dislocaciones de la en
cronolo-
gista.
E. y
-
Al decidirse por los elementos residuales de un mito gía real, y con muy frecuentes paralelos y asimilaciones con hechos
que circula- circunstancias del presente.
ba con igual fortuna en el ámbito de la cultura letrada y en la
:
-
memoria del pueblo, Gutiérrez parecía disponer de una libertad casi la men-
ción del saqueo del Azul, pueblo del sur de la provincia en de Buenos
ilimitada para construir una “historia” de Santos Vega; para producir
un relato que devolviera' en el nivel de las convenciones literarias de Aires, por los indios de Calfucurá. Durante ese habrian muer-
su tiempo, la imagen legendaria del cantor a los mismos ámbitos de
to los padres de Santos Vega. En el tiempo delsaqueorelato, este episodio
donde provenía y a los mismos ámbitos donde había sido consagrada puede ubicarse un poco antes de 1820. En la cronología real,
como
seguramente lo sabía Gutiérrez, 1855 es el año del terrible asalto
-
por los prestigios del arte. El Santos Vega que citaron “nuestros más al Azul, con sus 300 vecinos
eminentes poetas”, dirá Gutiérrez aludiendo claramente a uno de los muertos, y una memoria debía evo-
polos de tensión de su proyecto narrativo; el Santos Vega conocido, carse con alivio en momentos en que se considerabaqueoficialmente
mentado c recordado en todos los ranchos, haciendas y pulperias de concluida la guerra contra el indio y surgía una literatura de fronte-
la provincia de Buenos Aires, dirá también, indicando la segunda ras encargada de registrar y comentar los hechos más noto rios de la
fuerza de tensión que debía movilizar el relato. Folletín popular, en- misma. Entre ellos, por supuesto, el asalto al Azul? -
Los ejemplos de paralelismo tienden siempre a traducir el tiem-
tonces, pero también novela en la que el lector culto pudiera recono-
cer los trazos pertinentes. po del relato en el de la lectura:
o
La idea y la práctica del folletín de tema gauchesco, tal
Gutiérrez juzgara establecidas desde Juan Moreira, vinieroncomo sin
Si actualmente el gaucho es perseguido por el solo delito de ser
ustedes gaucho,
lo
que sucedería en el año 1820, época de la que arranca nues-
embargo a sobredeterminar el desarrollo de una de las líneas del pro- orelato, .
:
-
yecto germinal. Tanto para la leyenda como para sus versiones lite-
:
106
Con esta decidida voluntad de convertir a Santos Vega en un “condenada, habitante de un planeta de segundo orden para el que
gaucho casi contemporáneo de los que alimentaban la crónica poli- sólo la resignación o la rebeldía se ofrecía como forma de existencia.
cial de los años 80, Gutiérrez trajo para su nuevo folletín el aura que El argumento racial, más o menos implícito en toda
recorta ahora
la literatura ins-
alegato único
había seducido a los primeros lectores de Juan Moreira, Pero al ha- pirada en la figura del gaucho, se como
cerlo, como se señaló anteriormente, se expuso al riesgo acaso ine- de justificación de la conducta criminal del mismo.”
vitable, y de todas maneras inevitado, de transferir sobre la tenue si Fuera de este desarrollo unilateral e hipertrófico del esquema de
lueta del Santos Vega legendario la caracterización completa del justificaciones empleado en el Juan Moreira, el proceso de “mo-
Juan Moreira de la crónica policial y del folletin. reirización” de la leyenda de Santos Vega fue tan escrupuloso y
“Santos Vega será, pues, como Juan Moreira un alzado contra la absorbente en sus pasos de demostración, que el mismo pareció des-
tinado a anular el despliegue de la segunda linea del proyecto origina-
autoridad, un perseguido, una víctima condenada a defender su liber-
tad y su vida en interminables combates con grupos de 2, 3, 5, 7,8, rio. En efecto, todas las entregas del folletin que se recogieron en el
12 soldados, en sangrientos combates singulares, en largas huidas a volumen titulado Santos Vega estuvieron dedicadas a presentar al
caballo, en el refugio humillante de las tolderías indias. Santos Vega, héroe en su condición Única de gaucho perseguido. Y los dos prime-
personaje, se apropia así de los gestos, las acciones y hasta de las pa- ros capítulos del total de 17 que vendrían a constituir el segundo vo-
labras del personaje Juan Moreira; sólo que las motivaciones del se- lumen, Una amistad hasta la muerte, continúan esa tendencia hasta el
gundo están ceñidas a las que verosímilmente correspondieron a las momento exacto en que se inserta el comentario al juicio crítico ver-
del famoso gaucho del mismo nombre, mientras que las del primero tido por Garcia Merou. A pattir de esa fecha, con una coincidencia
se alimentan de la muda sustancia literaria de la que emerge. cronológica que parece demasiado precisa para ser casual, Gutiérrez
Sin correlato con las determinaciones biográficas avaladas por empieza a liberar los materiales que en su designio serian capaces de
las crónicas y los archivos policiales existentes, Santos Vega deduce establecer el perfil de su héroe en cuanto gaucho cantor.
sus motivaciones de los gestos y las palabras que utiliza, y si éstos ex- La primera oportunidad de establecer ese perfil, y la más idó-
abierta
treman y simplifican un comportamiento dado, los moviles de ese nea, se ofrece en ese punto de la narración, con una secuela entre
comportamiento tenderán, en consecuencia, a articularse como extre- para cubrir el- mentado y decisivo encuentro payadoresco
mos y simples. El desamparo civil del gaucho, tal como es mostrado Santos Vega y un cantor que se presenta con fama de invencible. Sin
en Juan Moreira, impresiona como una coyuntura compleja en las los contornos fantásticos de las versiones que identificaban a este
que pueden señalarse componentes sociales, políticos y económicos. cantor con el Diablo, la versión elegida por Gutiérrez es consecuente
El comerciante extranjero, el juez de paz, la prepotencia policial, el con su respeto por una concepción positivista y laica del mundo. El
poder de la ciudad sobre el campo y los prejuicios alimentados por “negro Diablo” que payará con Vega es un paisano de los alrededo- las
esa dicotomía se disparan sobre un acto de quisquillosidad personal res llamado así por su habilidad para el canto de contrapunto, y
altemativas del duelo, minuciosamente apoyadas en la información
para convertir a Moreira en un rebelde. El desamparo civil del gau-
cho, tal como es presentado en Santos Vega, se impone en cambio de supuestos testigos, buscarán asimilarse a la estructura del relato
como una condición anterior a las determinaciones de aquella co- perio dístico directo. Previsiblemente, sin embargo, la voz de Santos
yuntura: se impone como condición racial. Vega no se oirá en esta oportunidad, salvo por el fraseo de dos o tres
Para Santos Vega, en efecto, no cuentan ninguna de las circuns- coplas de preludio ala payada misma, recortadas en el acento y enlas
tancias que dieron espesor al destino de Moreira. Ni la necesidad del “intenciones con que los paisanos de las décadas del 70 ydel 80 acos-
trabajo ni la animosidad del teniente alcalde, ni la malicia del comer- tumbraban introducir el encuentro.?” Era un riesgo que la tensión
ciante gringo, ni la amenaza de la frontera, ni la cercania nefasta de realista del texto no podía sobrellevar sin menoscabo de las expecta-
la ciudad. El padre de Santos Vega era, en la ficción dispuesta por el tivas potenciadas por el texto mismo. Y era un riesgo que, bien en-
folletín, un rico hacendado de la provincia de Buenos Aires, y el en- tendido, podía justificar la omisión de esa voz legendaria a todo lo
torno físico y moral en el que transcurrieron la infancia y la primera -largo de un relato sostenido por un narrador en tercera persona. .
juventud del héroe parecia preservado de toda contaminación y de Pero Gutiérrez, urgido a mostrar los dones artísticos de su
toda amenaza. Pero bastaron el rechazo de sus pretensiones amorosas héroe, no volverá en el futuro a apelar a las comodidades del estilo
108
—
109
indirecto. Vega cantará, entonces, cada vez que su temple emocio- el destinode un gaucho pudiera cantarse en lenguaje culto y en tér-
nal abra un hueco propicio para expresar la desesperanza, la nostal- minos de una sostenida aspiración de arte. Y así las décimas que el
gia o el triunfo del amor. Pero ni la cadencia de la versificación, ni autor pone en boca de Juan Moreira, en el único momento del relato
las figuras de construcción, ni la sintaxis ni el vocabulario tendrán en el que el protagonista canta, y las acotaciones con que esas
que ver, a primera vista, con el canto del gaucho bonaerense contem- décimas son acompañadas:
poráneo, ni con el contemporáneo del primer Martín Fierro, ni aun
con el del gaucho que compartió el eje cronológico en el que se inser- Es una glosa de aquella magnífica cuarteta del Quijote: Ven muerte, tan
-
ta la más remota aparición de la leyenda de Santos Vega, en la escondida, que. el paisano improvisaba o que, habiéndola aprendido en sus
.
segunda década del siglo XEX: Es un canto cuya filiación tipológica buenos tiempos, aplicaba a su situación, dándole relieve artístico con el senti-
parece confundir tanto algunos de los usos y procedimientos regis- miento que rebosaba de su voz:
trados en los Cancioneros españoles de los siglos XVI y XVI, como
la andadura rítmica y el efectismo sentimental de la lírica española .-- Presa el alma del dolor
.
Eres la preciosa flor española, se aviene al reconocimiento generalizado de que una y otra
que entre mil se alza triunfante, modalidad conformaban el procedimiento común de transmisión de
por su aroma más fragante, ese repertorio en América. Pero la mención particular del Quijote,
más bella por su color. el texto que en este caso consagra la cualidad literaria de la glosa, es
Yo soy triste picaflor una marca de información que proviene del autor del relato y que no
busca tanto iluminar la experiencia de lectura del consumidor regular
que a tu alrededor volando de folletines, sino que insinúa, más bien, un guiño, un gesto de com-
va eternamente anhelando
hasta tu cáliz llegar, plicidad con el otro lector posible o deseable, instalado en su propio
mas no la puedo alcanzar grupo de referencia interno, y para el cual la cita literaria desenca-
de balde te estoy mirando. denaría, eventualmente, un específico y reservado universo de aso-
ciaciones.
Ya en Juan Moreira, el recurso al canto se había resuelto con No es fácil determinar, por lo demás, si las décimas que glosan
la misma orientación. Todavía más, en Juan Moreira se precisan fuen- la cuarteta incluida por Cervantes en el episodio de la Dueña Dolo-
tes que indican el uso de algún texto o alguna tradición literaria pres- rida, pertenecen a una efectiva tradición oral recogida por Gutiérrez,
tigiosa, de los que parece desprenderse menos un aval para la
verosi-
militud proclamada del relato, que un apoyo para las incursiones de
o si fueron escritas o refundidas por éste para lucimiento de su héroe,
Juan Moreira, Las décimas no coinciden con las versiones conocidas
deliberado nivel artístico que se extrapolan en el mismo. Así
ma del poema Lázaro, de su hermano Ricardo, que Gutiérrez incluye
la
déci- de Lope de Vega, Calderón de la Barca y Agustín Moreto, y no se
conoce, al menos en el Río de la Plata, ninguna versión anterior a la
como acápite del folletín: un homenaje fraterno, sin duda, pero tam- ofrecida por Gutiérrez.?*. En el Cancionero popular de Tucumán,
bién la recurrencia a un texto unánimemente aplaudido por la crítica publicado en 1937, Juan Antonio Carrizo da el nombre de dos in-
de su tiempo, sorprendida y estimulada por la compro bación de que. formantes que recordaban una versión idéntica a las décimas inclui-
110 |
x El discurso criollista H. Red textual y deslizamientos de lecturas 111
das en el folletín de La Patria Argentina; pero cabe tanto suponer Mendoza, en 1882”; “Tonada conocida en Cuyo. De un libro de
que estos dos informantes abrevaron en la misma y desconocida apuntes de D. Juan A. Córdoba, de 1882, Mendoza”; “Cantada en
-
5 de abril de Una amistad hasta la muerte: Y en El arte de los payádores (1959) Ismael Moya, convencido
de que la tradición popular había salvado unas pocas décimas del au-
téntico Santos Vega, asegurará que por lo menos tres de ellas fueron
—
Eduardo Gutiérrez, en su novela Una amistad hasta la muerte, trae otra
versión que no difiere de la nuestra. (Del cuaderno de Juan Nievas, Guasampa, utilizadas por Gutiérrez en su novela. “Llegaron hasta él, no cabe
Monteros.) duda, por conducto de admiradores de Santos Vega que quizá se la
escucharon a él mismo, o las hubieran aprendido de sus padres, con-
.
Una versión que, según el recopilador, recuerda una canción de temporáneos de aquél.” Luego de transcribirlas, agrega:salvo “Don Jorge
Juan Tapia que figura en el Cancionero Castellano del Siglo XV y Wilkes, padre del notable musicólogo Josué T. Wilkes, otra dé-
otra del Cancionero aragonés, que dice: cima del olvido, agregándola en 1894 a las tres ya citadas” *'
Pero la décima supuestamente salvada del olvido en 1894 podía
—
Ahora que te tengo niña, leerse en el capítulo 12 de Una amistad hasta la muerte, formando
cara a cara y frente a frente, parte, eso sí, de una composición distinta que se inicia con los ver-
menos te puedo explicar sos:
lo que mi corazón siente.
La suerte que tan tirana..........
Todas las otras canciones entonadas por Santos Vega ofrecen si- cupo a la existencia mía,
problemas de fijación y transmisión textual. De la canción
.
milares me tuvo a lado un día
que se inicia con la décima: _ para ausentarse mañana.
Argentina? —
rias del Tucumán, Efectivamente, esa composición figura en el libro de Eduardo La cita de la cuarteta citada a su vez en el Quijote, lo mismo que
Gutiérrez, Una amistad hasta la muerte. la copla mencionada en las páginas iniciales de Juan Moreira (“De
Por su parte, en su Cancionero popular cuyano (1938), Draghi /
terciopelo negro tengo cortinas, / para enlutar mi cama / si tú me
olvidas”), difundida en otros lugares de América, tienden a confirmar
Lacero recoge varias de las canciones que se encuentran en la misma. esta hipótesis.?” Pero nada tan explícito se encuentra para trazar el
novela, y acota a continuación de cada una de ellas: “Tonada cantada origen de las 5 canciones incluidas en Una amistad hasta la muerte,
en Cuyo. De un libro de apuntes de D. Juan A. Córdo ba, fechado en
112
E
das en sus relatos. Al menos el
El discurso criollista
lación urbana, —_
L
Y el poema de
-
las características señaladas anteriormente. Pero en el des- nos de sus poemas, Ni muchos, si nos atenemos al en tanto a leer algu-
pliegue textual con el que acompaña su análisis, apenasgeneroso
se advierten ducción que entregó a la imprenta; ni conjunto de la pro-
vestigios de la manera poética ensayada por Gutiérrez 35 Fue entusiastamente recibidos, si
como tomamos en cuenta el entrenamiento literario de los
si esta manera poética, que encontrara tan fácil
acogida entre los - Sus intereses cosmopolitas, * contertulios y
campesinos del extremo norte y del oeste del país -—cualquiera fuera Fiel a su modo poético y al gesto existencial
que desembozada-
mente traducía, tuvo sin embargo la necesaria flexibilidad
como para
: jollista
El discurso criollis
y
.
H. Red textual y deslizamientos de lecturas 115
114
Pudo asi ser to- “He podido indicar, al pie de la mayor parte de los poemas que hasta hoy
atender a las disonancias y razonar los desacuerdos. no llevan ese dato, el año en que fueron escritos, guiándome por algunos apuntes
que se apresu-
-
A
como
a reconocerse como inclusivos de un sentimiento de pertenencia.a tículo “Independencia literaria” ( publicado entre julio y agosto de
una entidad nacional. --
E.
Ni Gutiérrez, ni, por supuesto, sus imitadores tuvieron alguna
fueron engrosan-
1876) y en el que Obligado adelanta sus ideas sobre el carácter de
una literatura nacional.
“yez acceso a su tertulia, ni alguno de los textos que El artículo empieza con una encendida invocación americanista,
do en su mismo marco temporal la serie del criollismo populista gozó destinada explícitamente a contrarrestar el beligerante cosmopolitis-
de las simpatías del poeta. Cuando esta serie parecia saturar el mo de la mayoría de los intelectuales argentinos. Pero esta invocación,
nunca Juan
mercado de lectura existente y el más conocido de sus títulos, más que demorarse en un cuadro minucioso de demostraciones, se
Moreira, arrancaba, en su versión teatral, el aplauso indiscriminado apresurará a concluir en el punto en el que el articulista encuen-
del público de Buenos Aires, con el beneplácito de algunos críticos tra que el espíritu del indio americano, con sus formas particu-
del teatro argentino, Obliga-
que saludaban en ella la pieza fundadora lares de expresión artística, vino a insuflarse en “la figura errante y
do expresó su categórica discrepancia con la naturaleza la
de recepción y con el enunciado y la justificación
seguía. “Ni en Juan Moreira, hermano menor de
de
del fenómeno
Diego
tesis que lo
Corrientes
+ simpática del payador, llevando ala espalda la guitarra tradicional de
Santos Vega”. Desde entonces, es decir desde antes de la declaración
de la independencia política de España, pero también después, si se
—dirá en 1894—, ni en otros de su jaez, el arte se personificará entre exceptúa el esfuerzo aislado de Echeverría con La cautiva, ese fenó-
ni nacerá la nueva Terpsícore del pericón nacional, ni Mel- meno de transferencia habría quedado recluido al ámbito del
nosotros;
pómene de las tragedias entre el gaucho y larespada partida.” Y en 1902, campesino gaucho, para quien el paisaje inmodificado de la pampa
cuando Emesto Quesada
de la serie
hizo
en
pública
el libro
su
El
enc
“criollismo”
requisitoria con-
en la literatura
pareció garantizar sus prerrogativas de guardián de
poética de carácter autóctono.
la
Única tradición
tra los excesos crítica le sirvieron de ex-
argentina, el tenor y la oportunidad de esa El ámbito del campesino gaucho, su entorno natural, no podrán
cusa para un largo desahogo personal. 8 —
:
Vega.
5
-
parece sollozar en el aire de sus noches misteriosas, plegará sus alas en el seno de y señalan tanto su contemporaneidad con las entregas finales del
la vida nueva para aprender de sus labios el hosanna del progreso; convenido, folletín de Santos Vega, como la víspera inmediata de la aparición
pero esas transformaciones serán obra nuestra, tendrán para sus cantores futuros de la nota crítica de García Merou registrada en El álbum del hogar,
el sello de nuestro carácter, influenciado, más aún, vaciado enel molde de esa
misma naturaleza cuyos detalles modificaremos a nuestro placer. en febrero de ese mismo año. Si se recuerda el contenido de aquella
nota y la fulminante respuesta de Gutiérrez, incluida en el mismo
Nada cuesta aceptar que “El alma del payador”, que no se pu- texto de su folletín; y si se toman estos datos como indicadores de
blicaría sino en el Almanaque Sudamericano para 1881, surgió de una práctica que afectaba tanto la conducta social como las aspiracio-
este marco especulativo. Escrito en décimas, es decir, en la forma es- nes literarias de los escritores que se reconocían como tales en los
trófica en que se expresaron tradicionalmente los payadores, el inicios de la década, se convendrá que la publicación, si no la redac-
poema nose vierte, sin embargo, ni en la lengua ni en la entonación ción del segundo canto de Obligado difícilmente pudo ser ajena a las
atribuibles a los cantores campesinos, ni persigue alguna otra forma
de mimetismo. En los simples términos de la poética elaborada por
modalidades e imposiciones de esa práctica. dea ind
Por lo pronto, puede pensarse que “El alma del payador”. pro--- —
Obligado, esta convergencia de lenguaje culto y tema nacional, cual- veyó el modelo inmediato y dio fundamentos á la crítica que García
quiera fuera el nivel de experiencia o el marco referencial a que este Merou dirigió al Santos Vega de Gutiérrez. Más que en el remoto mo-
último remitiera, no hacía sino ajustarse a la fórmula rotundamente delo propuesto por Mitre, o que en la utilización lateral y confusa del
inaugurada por Echeverría en La cautiva. Desde esos supuestos, el mito intentada por Ascasubi, el joven escritor de 20 años debió en-
canto sugiere, oblicuamente, la presencia legendaria de Santos Vega, contrar en el poema de Obligado —y acaso en la atmósfera intelectual
sin que el proceso de evocación —escenario físico, memorias o ecos de la tertulia en la que pudo oírlo recitar— no sólo la nota de digni-
de memórias— desborde nunca el control y las necesidades del suje- dad y de modernidad que reclamaba para la literatura argentina de su
to evocador: tiempo, sino también el sabor de autenticidad que cabía esperar en
una intencionalidad obviamente desatendida en la composición del dada la proximidad cronológica, el parsimonioso ritmo de escritura
primero. “La prenda del payador” habría sido escrita, como se dijo, que debemos atribuir al- autor de un volumen único de poesías, y a
antes de 1882, y fue efectivamente publicada según indicaciones
Rafael Alberto Arrieta en El Correo Americano, el primero de enero
de la índole misma del canto: una extensión apenas del movimiento evo-
cativo del primero, parece aventurado sugerir para “La prenda del pa-
de 1881.%* Las fechas de redacción de los dos primeros segmentos yador” el carácter de réplica más o menos abierta del folletín que pu-
del poema difieren, pero las de publicación prácticamente coinciden, blicaba La Patria Argentina. .—
118
—
-
cunstancias
muerte del payador”. Impreso recién
me
en 1885, tiempo dea
Este carácter, en cambio, se define persuasivamente en las cir
y en los rasgos de composición delelcanto siguiente,
“La
escritura.
del poe-
<
.
cantó cielos no escuchados,
que llevaban, derramados,
la embriaguez a los sentidos.
—
pudo estar más cerca de la estimación formulada por el hijo control. Santos Vega oyó suspenso
ta, y aun beneficiarse de un largo período de decantación y al cantor; y toda inquieta,
Aumentadas a 18 las 8 y 10 décimas, respectivamente, de que consta-
-
lo derrota. La recurrencia al modo narrativo implica, desde luego, cantó de las auroras
una estrategia diversa de la que presidió la composición de los dos y de las tardes pampeanas,
-
corporan ala ficcionalización del encuentro. Pero con los últimos versos de Vega, el poema deja de ser, brus-
La imagen que de Santos Vega sugieren los fragmentos líricos camente, tributario de la tradición. Eldiablo deja de ser el diablo de
de los cantos primero y segundo es la imagen que corresponde ala la cosmovisión cristiana para presentarse como expresión del progre-
folidorización de la leyenda, y la leyenda, como se recuerda, propo- so y la ciencia que construyen ciudades en el desierto; su canto deja
nía dos versiones de los momentos finales del héroe. En ambas, la “de emular a los tristes y a los cielitos para convertirse en la voz del
sobrenatural y la historizante, el desenlace pone a prueba y ratifica, irresistible proceso de modemización que cambia el rostro de la Re-
aun en el reconocimiento de la derrota, el virtuosismo y la excepcio- pública; su auditorio deja de fingir su participación en un hecho so-
nalidad de Vega en cuanto cantor, Mitre eligió la segunda versión y brenatural para transformarse en testigo de cargo de una alegoría:
Gutiérrez la reforzó considerablemente, en su búsqueda de verosimi-
litud, al cruzar las dos versiones en la figura del “negro Diablo” y al ¡Era el grito poderoso
resolver que Vega, vencedor y no vencido en la contienda, muriera del progreso, dado al viento!
mucho tiempo después enfermo y entre alucinaciones que le hacian El solemne llamamiento
imaginar un encuentro payadoresco con el diablo. al combate más glorioso.
El Santos Vega de Obligado parece inclinarse, en el inicio del Era, en medio del reposo
movimiento narrativo, por la versión sobrenatural de la leyenda. de la Pampa, ayer dormida,
Juan sin Ropa, el payador que viene a provocario en su retiro, es la visión ennoblecida
del trabajo antes no honrado,
ciertamente el diablo. Así lo perciben los curiosos que testimonian su la promesa del arado
insólita llegada: “Horrorizados sintieron / Temblar las carnes de
frío”. Así lo percibe el propio Vega en su condición de héroe trágicoY que abre cauces ala vida.
E.
rario, que de las resistencias o rovoc
derrota. Nada, ni en sus lágrimas ni en su 9 i
-
delmedio.
voz, denunciará la extrañeza
|
-
Ae de “La muerte del payador”, con sus espe-
oo
a que pertenecía su univer- pasaje. alegórico
q,
q 66
e
ción y la consistencia del tejido textual Ísti
-
gen
s0. Se resignará a morir, pero sobre su
resignación ser lefdo, sin em >
aun cenizas en el. b: del
1
aii
sido regularmente leído como una expresión de
-
pr e Pa
micas y alas formas de sociabilidad en la Argentina
-
e
los mismos el pasaje puede ser descripto como un
tos de la tradición y con la temporalidadbreve remate de 8 líneas
que para meca de información sobre las características y los
del canto, un a
Gfectos del pm Eo político que presidía esas transformaciones:
-
rido
terminó : murió / Aquel
noble abuelo, / Así el cuento lo producto de “una civilización mal entendi-
aii
suspirando— / Porque el diablo
que vivió cantando, / Fue —decíafalto de ida como artefacto material y cultu-
necesaria como
:
moe £pr
de la densidad e
venció”. El remate, sin embargo, da
sino enfatizar la anomalía del hecho ye, mo ica olaagrega nuevos componentes a ese lugar
Td
para cerrar esa brecha, no logra
contrasta las diferencias entre el relato E idea de nación; y la percepción del pe-
-que pudo produciria, esto es, la alego ría, que habla de ligro de o tural, conjurable sólo si los propios argentinos
de la leyenda, que habla de sí mismo, y el de marcados de una lectu-
esten de cepecón ua Buopa que demi
ema
los signos se
otro, que refracta sobre su superficie
además, el pasado mítico de la leyenda, con dr paso de
derrama.
ra distinta. Y contrasta, el la visión alegorizada de la ba en
andedes y consigo los
aportaba ciencia.
el presente histórico en que se proyecta
ió
Espia ese pasaje significa, de hecho, adscribirlo al hori-
-
e-
rea
ivas predominante en esa época; hacerle rendir el
ens es mo
_
vecindad cronológica, el tipo de interpretación que frecuentemente circulos proveedores de ese horizonte de expecta-
o supuestas entre que rindiese. Pero si el pasaje se restituye a la exten-
a
las diferencias reales
OdePee
se ha dado para dar cuenta de Mertín Fierro: modificaciones brus-
Ee
poema y el poema la de los otros textos y prácticas
la primera y la segunda parte del en un grupo social; ajus-
Eoba e
en su acto de escritura, se advertirá que el
cas en el sistema de valores predominantes vuelta de Martin Fierro no es una
tes ideológicos al cambio. Pero Lasobre El gaucho Martín Fierro, para me idea
de consistir en un desfile de imágenes monta-
de progreso (beneficio obviamente contradi-
interpolación alegórica injertada
eoor Lo
año por la medieión atribuida la figura del diablo), consiste en
empezar; ni la variante ideológica los es un Índice que permita sugerir
textos de Hernández y de Obli-
una relación de contigiiidad entre como un instrumento político para
a =
a
idea de progreso como altar
un
de el
onde sacrificar la tradición y la leyenda de San-
gado. Hernández usó laliteratura primariamente (aunque no ex- tos Ven.
influir en la realidad circundante y és,modo
eli Ee
-
. ._
de registrar la realidad de
.
Al de la causalidad, se pone de relieve no ya la
r
za
e
clusivamente) de esta función y. de su
ee
aun
escritura. Obligado, tmunció o de un fenómeno exterior al relato, sino la ánsi
donde podían surgir las diversas direcciones désusuuniverso de valores,; y LT. por salir al encuentro del fenómeno que justificarasu
condenó esa función, y bien establecido en expeditiv
el ejercicio de una literatura. >lusió
La fuente de esta ansiedad podía remitir, en
Yen Ea
explícita e implícitamente abogó por pertenencia al dominio autó- ¡ TL ctos irritantes de la caracterización que de Santos
o
su
que no tuviera otra justificación que o acababa de proponer Eduardo Gutiérrez. La inter-
“
—
fantasí:
>
asia antes que verlo maltratado por los imitadores. Y con la más
esta concepción y estos gustos controlan perturban la cohe- inmediata de algunos de los contemporáneo i as
las contradicciones y fracturas que ocasionalmente
rencia del corpus textual parecen provenir más de las resistencias o a cerrar el paso ala creciente follctinisa.
decididos
particular del trabajo lite- Ala consi deraciónió de ipó
esta hipótesis, con sus tentati v os alcances
provocaciones encontradas en el espacio
|
| ?
El diseurso criollista II. Red textual y deslizamientos de lecturas 123
122
.
deEa
debe sumarse una hipótesis complementaria: de Santos Vega fue una sumible de Obligado, hizo imprimir 10.000 ejemplares de un pequeño
la caracterización literaria volumen: Santos Vega. Tradiciones argentinas, que reproducía los
provocada por
ente relacionada con la que producía la materialidad
e e
ión ínti tres cantos, El folleto de 25 páginas, impreso con las características
que
a
mailio em se difundía la novela de Gutiérrez. La segunda
TE
tipográficas y el formato que identificaban a las ediciones del primer
pótesis
i
no sólo refuerza la
en lo que concieme
Poo
comport
-
ea
ción de Obligado con este hecho y en el recorrido de su curiosa ex-
“ niverso de lectura.
Ue eailnes de la generación de Rafael Obligado, nacidos
, . _ periencia.
po
.
;
habilitada para satisfacer el consumo
al mismo tempo, del folleto buscó la colaboración del poeta para un proyecto de pare-
rial gráfico y su capacidad de promover cida naturaleza y obtuvo, de inmediato, una respuesta que revela una
Eo.
cultura letrada,
edición alternativos al tradicional círculo de la
imponerse como Una encrucijada del destino. Algunos, como odeL ebvia y cordial relación anterior. El proyecto consistía en la edición
circulo y fueron popular de una antología de textos de Echeverría, y éstas son las
Cané, permanecieron sin vacilaciones en este se
=o
palabras con las que Obligado aceptó la propuesta:
sus normas. Otros, como Eduardo Gutiérrez, entregaron
de producción de ==
Porco
pleto a las exigencias del nuevo aparato de pe Carta al editor =
interiores y conflictos
no sin agudos desgarramientos Obligado, a Sr. D. Pedro Tfrume
Y como Rafael oscilaron entre con enar
social. otros, del payador”,o ==esS Muy señor mío:
fenómeno, en la vía sugerida por “La muerte
ducidos por el mismo; entre reaccionar crispadamente antelas ip. -
de Con el loable propósito de dar a luz una biblioteca popular de escritores
dad que amenazaba con modificar los entre hábitos de trabajo, Tes
7icide argentinos, se ha dignado usted confiarme la selección de las obras de Echeve-
competencia y la relación casi personal autor y lector
io rría con que se propone abrir la serie de nuestros escritores.
o
>
O
nitud, la energía y, sobre do,
valientes para afrontar la indiferencia pública.
la ...La difusión de las obras de Echeverría, en la forma popular en que usted
ieado, al decidir la muerte, y el ritual de
+-a
se propone dármeslas, es un servicio que hoy, más que nunca, debemos agrade-
“
om
consagrar rec ——
Santos Veza, había decidido probablemente la cerle los argentinos. Nuestro espíritu naciona! desfallece; la fiebre del engrande-
cenáculo un
-
con imagen
de
cimiento nos domina casi hasta el punto de olvidar nuestras pasadas glorias, en
cotidianamente, en miles de páginas dirigi acecho de problemáticas grandezas; y el absurdo cosmopolitismo, enemigo del
que se multiplicaba, esta
miles de lectores de rostro desconocido. Pero si la demente hogar y de la para, echándoselas de filántropo, debilita nuestra personalidad
avanzada ya como hipótesis, contribuye a explicar desaparie de como nación... >.
explica la re
Vega y la clausura del poema, ¿qué determinacionde un nuevo meo
a
ción del. personaje y la composicion correlativa ma Esta carta, incluida luego como prefacio a la edición de la anto-
“El himno del payador”? La respuesta a este interrogante — T o logía, demuestra que el nacionalismo conservador de Obligado, tal
-
ahora al enunciado de una nUEVA hipótesis sino, prácticamente, E lite-
como fuera enunciado en el artículo de 1876 (“Independencia
mpro bación.
“En CUBE de 1885 se terminaron de imprimir, en
ejemplares de la edición de lujo de Poesías, el volumen que
preparó con la selección de algunos de sus poemas
de
Vega.
E
y, entre
Ese mismo
500
; Po
—_
—raria”), se mantenía enteramente vivo en 1885, y que la supuesta
conversión ideológica que muchos encontraron en la alegoría final
de “La muerte del payador”, escrita no mucho antes que la carta al
editor Pedro Trume, no fue sino una coartada introducida en el
tres cantos dedicados a la leyenda Santos >
124 El discurso criollista TE. Red textual y deslizamientos de lecturas
. 125
texto con una finalidad distinta a la de saludar un proyecto político no me entierren en sagrado
determinado. Demuestra también que la experiencia de un editor;
-
|
donde me pise el ganado!”
tura popular, fue suficiente para alentar en el poeta la certidumbre
de que una industria capaz de difundir y de absorber acabados pro- Esta nueva dimensión del personaje, esta caracterización del
ductos de excelencia literaria no podía representar un fenómeno in- mismo como héroe positivo que busca establecer y establecerse en
trínsecamente negativo y amenazador. Halagado por una recepción circunstancias bositivas, no
del Santos Vega no menos de 20 veces superior ala que habría de algún atributo desconocidocorresponde, por supuesto, al desarrollo
o postergado de la. leyenda de Santos
cabido a la eventual distribución del volumen de Poesías impreso en Vega. Tampoco a las instigaciones de algún tipo de programa de recu-
París, el autor no vaciló en emprender, con entusiasmo, la tarea de peración de valores cívico-patrióticos, como el empezó a diseñar-
cuidar una edición popular de Echeverría. Y no vaciló, dentro de la se hacia fines del siglo, en medios intelectuales que
misma atmósfera de descubrimiento y excitación, en revertir la deci- a
afines los del poeta,
aunque pudo servir de antecedente y modelo a ese programa. Corres-
sión que se había impuesto de dar por concluida su serie de evocacio
nes de la leyenda de Santos Vega, y en resucitar a su héroe.
En efecto, no más allá de 1877, según la cronología estimada
- ponde, más bien, al tipo de relación que el autor acababa de formalizar
con el espacio de la literatura popular, y al supuesto de
ción podía y debía ser utilizada para contrarrestar, en que esa rela-
los lectores
por Carlos Obligado, el autor escribió “El himno del payador”. El que poblaban ese espacio, el efecto producido
nuevo canto sigue las normas de versificación y el nivel de estilo de Ñada según el modelo visible de los folletines por una literatura acu-
de Gutiérrez,
-
.
los anteriores, pero se diferencia de ellos por una distinta concepción El golpe de inventiva con el que Obligado sacude, una vez más,
del personaje y la coloración épico-heroica con que se tiñe su presen- el cañamazo de la leyenda,no parece sino provocado
la posibili-
tación. Santos Vega no es ya el payador del que se evoca la disposi- dad de combatir aquel modelo en su propio terreno, por Y la confianza
ción virtuosa para el canto, ni el cantor del que se recuerda el encuen- didáctica con que se restituye al cantor el privilegio de profetizar de
tro sobrenatural (o figurado) con el rival que lo derrota. Vega es condicionar sus honras fúnebres (“no me entierren en sagrado”), y
ahora el campesino gaucho de los instantes finales de la Colonia, invocando el único trozo de poesía tradicional que invoca
consciente de los tiempos que se viven, alerta y fervorosamente de- la extensión de los 4 cantos, no se en toda
parece sino el correlato de la confian-
dicado a reclutar voluntades en apoyo del movimiento de emancipa-
ción declarado por el Cabildo abierto de Buenos Aires, en mayo de
za con que el poeta asumía su instalación en el dominio de
tura popular, ** la
litera-
i810: , Será
la pérdida de esta confianza, precisamente, la que contri-
buirá, muy pocos años más tarde, a rectificar el alcance de algunas
Mudos ante él se volvieron, de sus decisiones, y a confirmar su carácter de
a estímulos más o menos inmediatos, Porque las respuestas inmediatas
y ya la rienda sujeta, relaciones de Obliga-
en derredor del poeta do con la literatura popular con el
y aparato
fusión que la sostenía no fueron duraderas ni
de producción y de di-
un vasto círculo hicieron.
Todos el alma pusieron estuvieron exentas de
malos entendidos y duras compro baciones. El vínculo respetuoso con
en los atentos oídos, el editor Pedro Irume, por ejemplo,
porque los labios queridos no tuvo correspondencia con las
prácticas anónimas de una industria que improvisaba casi
de Santos Vega cantaban
mente su perfil de tierra de nadie. Las ediciones cotidiana-
y en su guitarra zumbaban ilegales de textos del
estos vibrantes sonidos: poeta comenzaron a sucederse, y la presentación gráfica de esas edi-
ciones, junto con los criterios de selección y de inclusión,
ron en dar pie a la creencia de que su nombre no tarda-
“ ¡Ah! ¡Si es mi voz impotente pertenecía, sin más, al
elenco de los proveedores habituales de
para arrojar, con vosotros, esa industria, Para reaccionar
nuestra lanza y nuestros potros contra los excesos de esta identificación, Obligado debió decidirse
a
—
porel vasto continente; -Preparar una nueva edición de su volumen de versos, “al verlos
correr
-
126 .
de la década del 80 sigue en términos generales las peripecias biogra- Ese proceso de hibridación; previsiblemente, no debía producir
ficas forjadas por Gutiérrez para su personaje. Pero es menos familiar
con el ejercicio de la violencia; menos inclinado a forzar situaciones
siempre ejemplos tan equilibrados como el
que sugiere la lectura de
El payador Santos Vega. En el otro extremo del mismo puede seña-
condicion
por el camino del crimen; menos dispuesto a resignar suregularmen- larse el Santos Vega, de Horacio del Bosque, publicado en 1898. Se
esencial de payador. Y su historia, por lo demás contada advierte aquí la resistencia dél autor a suscribir, sin más, la crónica de
te en décimas, prefiere las inflexiones modernas del verso _de crímenes que Gutiérrez marcó para su personaje: “jamás mi trémula
-
Obligado a las arcaizantes y españolizadas del modo de versificacion mano / con un rasgo ha de apoyar / a quien se suele vengar / con un
con el que Gutiérrez buscó caracterizar sus dones poéticos: puñal bien filoso / quien se muestra muy celoso / solamente por ma-
tar”; pero, puesto a contar efectivamente la historia, no vacilará en
Por eso a veces se alcanza seguir paso a paso el hilo de peripecias imaginado por Gutiérrez. **
centelieando en su mirada A menos historia, más preocupación de estilo; a más historia, mayor
esa chispa electrizada abandono en las formas de versificación consagradas por los folle-
que traducida es Venganza. tines criollistas. Entre ambos extremos, los textos recopilados por
Muerta su última esperanza Lehmann-Nitsche en su estudio sobre la leyenda de Santos Vega
por la perfidia del hombre, muestran que ninguno de los imitadores del folletín de Gutiérrez pu-
aunque con sangre se alfombre
de cada trecho un pedazo do, o quiso, permanecer ajeno a la lectura del poema de Obligado.
se salvará con su brazo La introducción de los tres cantos del Santos Vega en el circui-
la dignidad de su nombre. to de la literatura popular no se limitó, sin embargo, a modificar el
modelo que el folletín de Gutiérrez proponía a sus imitadores. El
Y así pasa, en su pesar poema hizo también su propio camino en este circuito patrocinando
largas horas sumergido un tipo de producción y delimitando, de más en más, una audiencia
Horando aquel bien perdido para la cual la consideración estricta de la leyenda de Santos Vega
que poco pudo gozar,
-
la exlma torna a reinar y el prestigio atribuido a la concepción artística del poema valían no
sólo ya como una absoluta condena de la versión policial de Gutié-
y del llano en la ancha falda
el sol sobre verde y gualda rrez, sino como un desembozado vehículo de aspiraciones de cohe-
semeja reverberante sión y de ascenso social. El mito criollista se invocaba para lo prime-
vastas ondas de diamante ro; el mito de la cultura letrada para lo segundo.
sobre un río de esmeralda. ..
Las marcas textuales de esta proyección particular del poema no
2aaasrasca rre row arme son tan fáciles de registrar como aquellas que lo vinculan como factor
1928. E... —.
El discurso criollista HT,
Red textual y deslizamientos de lecturas 129
de hibridación de la novela, porque el nudo narrativo de la misma, todo un mundo quisiera de flores, -.
sus personajes o sus situaciones denuncian abiertamente la proceden- -
Y entregarlo cantando, señoresE
cia. Tampoco es posible asegurar que esas marcas se convirtieran a esa gloria de nuestra nación.”
siempre en textos impresos, porque muchos de los cantos e improvi-
saciones de los payadores urbanos que florecieron después de 1890, y Exaltación patriótica, buenos sentimientos, cuidado expresivo:
—
mucha de la poesía que se recitó en los “centros criollos”. que apa- tres características deducidas del poema de Obligado que debían,
recieron también en la misma época, no se incorporo nunca al reper- eventualmente, asegurar el reconocimiento de los mismos lectores
torio conocido de laliteratura de folletos criollistas.
Los impresos disponibles, en todo caso, parecen suficientes, y
que habían saludado su aparición fragmentaria en revistas de Buenos
Aires o en el volumen de lujo de la edición de París, de 1885. La aspi-
suficientemente netos, para acreditar la presencia del poema como ración al cuidado expresivo y la certeza de que los cantos del Santos
articulador autónomo de un campo delectura. La estructura abier- Vega representaban el mejor ejemplo de ese cuidado se expresan, con
ta de la improvisación, ala que acudían con preferencia los payado- “toda ingenuidad, en
una décima registrada en un folleto de 1910 :
(pero escrita, probablemente, antes de esa fecha):
res, o la doble matriz generadora de sentido en que se resolvía el
canto .de contrapunto, la otra modalidad a la que solian acudir los
mismos cantores, no favorecían por cierto, el anclaje de ritmos es- Aquí terminé los cantos
cindidos como los del poema de Obligado, ni el de sus figuras de que no son de “Santos Vega” ;
expresión. Pero al menos en un texto elaborado por Pablo J. Váz- pero cual bote navegan
quez, uno de los más celebrados payadores de la década final del si- por el mismo riacho entanto;
o
porque aquel recuerdo santo
.
yo jamás olvidaré,
que el poema de Obligado debió de ejercer sobre las prácticas litera- y siempre recordaré
rias del gremio:
(SID
€
——
en lenguaje castellano
Santos Vega
que el gaucho quiere aprender.
*”
y en la noche silenciosa ganos de prensa, logrando que los principales diarios enviaran cronis-
tas para dar cuenta de sus tomeos poéticos; se reconoció en signos de
Nerea
a,
Yo también que he nacido en la patria Santos Vega, recogió un interesante material informativo sobre la
LA
según los datos establecidos por Lehmann-Nitsche, funcionaron en Auguramos y deseamos a la simpática “Tradición de Santos Vega” un
Buenos Aires 268 “centros criollos” de distinta duración e incierta éxito feliz y muchos imitadores en el propósito noble que ella, como nosotros,
dotación numérica. Los títulos de estos centros no indican necesaria--
mente el tipo de actividad que desempeñaban, pero contribuyen a
persigue 5
señalar una tendencia genérica. El nombre de Juan Moreira, por lo Fiestas en las que “descuella el elemento joven”. Y la presencia
pronto, no es invocado por ninguno de ellos; una vez lo es el de Hor- novedosa de la mujer, agregamos, integrando comisiones, participan-
miga Negra; dos el de los hermanos Barrientos y acaso otra media
-
Gutiérrez. El grueso de la lista aparece ocupado por “centros crio- más que abultado. La comisión directiva del centro criollo “El Res-
llos” que eligieron como denominación, probablemente, el nombre coldo” estuvo constituida en abril de 1903, por las siguientes perso-
de los lugares de origen de sus miembros o, con toda evidencia, el de nas: Domingo Corbalán, Enrique Faustín, Emilio Pierotti, Arturo 5.
las virtudes o excelencias con que los mismos buscaban ser reconoci- Rinaldi, Julio Capellini, Antonio L. Pardo; Angel López, Emilio
dos: “Los gauchos nobles”, “Los gauchos patriotas”, “Gloria de la Bruggia, Juan Capellini, Juan Sirelo, Juan Moreschi, Luis Béguérisse,
pampa”, “Gloria de>*la tradición”, “Gloria, patria y tradición”, “La Amílcar Márquez Miranda. Más o menos la misma proporción del ín-
tradición nacional”. dice de apellidos de los payadores más celebrados entre los años 1890
-
Numerosos centros criollos han preparado para el domingo suculentos oficinas; obreros, dependientes del comercio, etc., y el número de los miembros
corderos para ser asados al asador y devorados entre alegres chascarrilios y algu- de cada centro es sólo 20 jóvenes, generalmente menos. Reúnense de vez en
cuando por la noche para tocar la guitarra y tomar mate; de vez en cuando, una
no que otro triste cantado al compás del instrumento que Santos Vega templara excursión dominical a las playas del río, a una quinta del can:po, etc.
en otrora para dar expansión al espíritu y dejar tras él una huella interminable de
recuerdos gratos y cantares que se escuchan aun allá en la noche callada y bajo
el alero del solitario ranchito, Los centros criollos y las actividades paralelas o derivadas de
En estas fiestas en que descuella el elemento joven, cultor entusiasta de las estos centros, como los encuentros de payadores en teatros y salas
tradiciones pampeanas, es donde rememora y revive el espíritu de nuestro de entretenimiento, debieron de contribuir, entonces, a articular un
proceso de socialización encaminado tanto a asegurar el sentimiento
de
gaucho ya casi olvidado, pero felizmente sacado a la superficie del recuerdo por
los buenos, que no ven con buenos ojos desaparecer lo más noble, lo más altivo, identidad de grupos de jóvenes de procedencia y orígenes étnicos di-
lo más sufrido y lo más patriota que ha tenido la patria, ¡el gaucho! versos, como a facilitar para los mismos las pautas de movilidad inter-
na consagradas por el sector social dominante. Que aquellos grupos
la
-
Y lanota con que saluda, el 29 de agosto del mismo año, fies- llegaron a conformar una porción no desdeñable del conjunto de la
ta preparada por el centro “Tradición de Santos Vega”: población, y que sus expectativas tendieron a proyectarse sobre el
universo simbólico abierto por el poema de Obligado, lo comprueba
Es así en fiestas y en certámenes como el que nos ocupa, cómo se difunde determinación de la empresa Haynes, de Buenos Aires, de editar en
la1914,
-
y se propaga el buen gusto por nuestras cosas viejas, hijas de nuestra propia tierra
que encarnadas en esa raza de centauros que dominara nuestras llanuras infinitas
con gran cuidado de producción, la
revista Santos Vega.
El nuevo semanario, de formato grande y profusamente ilustra-
con el poder potente de un brazo de Hércules y su mirada de águila, fueron
desde el comienzo de nuestra vida como nación, la raíz y el tronco de la nacio- do, era básicamente una publicación de interés general, con la provi-
aalidad argentina, 6
_
sión de notas y registro de acontecimientos sociales y deportivos que
132. ;
o -
El
anticipaba la condición urbana de sus lectores. Las referencias al
discurso criollista
TI. Red textual y deslizamientos de lecturas -—
133
universo criollo que hacía presumir el título de la revista se reducían de recambio al ofrecido en su hora por Gutiérrez, ni de advertir, en
al título mismo, a las ilustraciones de tapa a la inclusión de consecuencia, las transformaciones producidas en el grado de entre-
y unos namiento y en las expectativas de una nueva generación de lectores
pocos poemas o relatos de tema campesino. El sentido de esta dese-
quilibrada combinación lo señalaba, con franqueza, la página edito-
rial con que se presentó el primer número del semanario:
- urbanos.
.
Unos meses antes de la publicación de la revista Santos Vega,
por lo demás, Leopoldo Lugones había pronunciado sus celebradas
Alta el ala del sombrero conferencias sobre “El Payador”, en el teatro Odeón de Buenos
Aires, y la espectacular y
trabajosa reivindicación estética lograda
No venimos por cierto a hacer nada nuevo; pero sí venimos a hacer vivir para el Mariín Fierro, de Hemández pareció significar la separación de
sobre las cosas nuevas, el viejo espíritu de las viejas tradiciones.
las aguas, supuestamente definitivas, entre la popularidad de un
Murió en verdad Santos Vega, “aquel de la larga fama”, per-
la pampa, admirado de sus progresos asombrosos,
o cruza siempre . sonaje literario y la dignidad del texto que lo proyectaba al imagina-
“¿alta-el ala del sombrero /
levantada del pampero, / al impulso soberano?...??
y rio colectivo, entre la
viciosa proliferación de las lecturas cruzadas
de las imitaciones fraudulentas y el acto privilegiado de la escritura, y
¡Aquí está, pues, Santos Vega! Aquí está, en estas páginas, el primitivo
—
“gaucho abrazado a la civilización y la cultura, resuelto a ir siempre más lejos, a Desatendido de Hemández, a quien consideraba un instrumento
luchar por el bien, a cantar la belleza, sin renunciar para esto ni al amor de su casual de la redacción del poema; distanciado, prudentemente, del
tierra, ni a la ley del corazón. -
¡Ahora sí dirá Santos Vega lo que siente y lo que anhela! nica que correspondió a la salida del primer Martín Fierro, en 1872,
Tiempo era ya de que el gaucho calumniado sacudiera el silencio que lo Lugones vino a ocuparse, en lo fundamental, de rastrear los indicios
envuelve y se hiciera observar, tal como
es, en medio de la ciudad. 7 que. mostraran la vinculación del poema con la tradición de la épica
helenística, embarcándose para ello en una aventura histórico-filo-
.
a
Rafael Obligado colaboró, lo que parece, en la preparación del
número inicial de la revista, indicando al dibujante de la tapa los ras-
lógica en la que las lagunas a cubrir superaban con largueza la
calidad y al número de la información utilizada, Su objetivo preciso, a
gos fisiognómicos del Santos Vega que pudo deducir, acaso, de la resuelto con la audacia de una verdadera operación de asalto, era se-
versión oral de la leyenda, o imáginar, simplemente, durante el tra-
bajo de composición de su propio poema. Como quiera que fuere,
halar el carácter épico del poema,
la
pertenencia de Martín Fierro al
linaje de Hércules y lá manifestación de la belleza como virtud com-
esta participación del poeta en la nueva empresa editorial supone una
modificación del estado de ánimo que había presidido su conferen- partida por todos los miembros de este linaje.
cia “Sobre el arte nacional”, en 1894, y las respuestas suscitadas En la última de las conferencias, con todo, en su momento final
la aparición del libro de Emesto Quesada, en 1902. En aquellos años,
por -aludirá a la situación en que se
hallaba al presente el texto de Hernán-
dez, y considerará de primera urgencia acudir en su socorro, Nó
Obligado se expresaba con la certeza de que
el
criollismo literario, en
la vertiente representada por el Juan Moreira, amenazaba inundarlo
denunciará directamente la inmersión del poema en el conjunto de
los títulos que había engrosado el caudal de la literatura criollista
todo con su mal gusto y su grosera caricatura del campesino gaucho.
por más de 30 años, pero indicará algunos de los efectos de que ha-
Después de la frustrante tentativa de incidir en el circuito de lite-
ratura popular, el poeta no pareció interesarse' en la circunstancia de la bía sido víctima al ser incluido en ese circuito:
que su Santos Vega había contribuido, por una parte, modificar la
lectura del folletín de Gutiérrez, aliviándolo a
de sus aspectos policia-
Entregado a la explotación de comerciantes ignaros, sus Últimas ediciones
son sencillamente ilegibles. Abundan en ellas los errores tipográficos, los versos
les y, por otra, a crear un campo de recepción autónomo
gunos
-—
el
sectores sociales buscaban reconocerse y ser reconocidos.que en al- destruidos, hasta los injertos de palabras extranjeras y sus variaciones más auda-
ces. Sus mismas láminas, llenas a veces de ingenuidad excesiva, son
ya borrones
Pero la manifiesta hostilidad ante las expresiones del criollismo o arreglos ridículos ** —
El discurso criollista
-
134
5
Lamentaciones de un paysano, op. cit.
residuales que se resistían a un proceso de modernización triunfante S
Marcelino Menéndez y Pelayo, Antología de la poesia hispanoamericana,
di-
en los más de sus cometidos, Este movimiento, con un abanico de el Madria, 1895.
recciones ideológicas del que nos ocuparemos más adelante, allanó 7
—
: —
cuatro e chinco peso / La hago bailar el monito”. En Jose Corrado Estroface, op.cit
El nuevo libro de canciones napolitanos y criollos, Buenos Aires, 1901... -
+
136 - - -— El discurso criollista TT, Red textual y deslizamientos de lecturas ,
137
ciología de la creación literaria, Buenos Aires, 1971. este periódico literario: “Hablando de El Album del Hogar, Méndez se lamentaba
- -
17
La imagen populista de La Patria Argentina fue propalada: por Ernesto xs de la falta de protección del público y de los amigos que debían ayudarle. En
Quesada en El “criollismo” en la literatura argentina; y repetida poco despues... —-las columnas de aquel semanario faltaban en realidad la labor diaria, la nota del
:
—-
por Felipe Martínez, en La literatura argentina desde la conquista hasta nuestros momento, algo que lo sacara de las abstracciones de la prosa peinada y acicalada
-
días, Buenos Aires, 1905: “¿Que llevo a Gutiérrez a semejante rumbo literario? de los jóvenes retóricos y la poesía nebulosa y vaga de la pleyade que, con. más
-
¿Qué curiosa preocupación de arte o qué móvil periodístico lo indujo a explorar o menos arte y en un sentido bien diverso del de Musset, empleaba el tiempo en
ese género? Probablemente influyó en ello la tendencia ultrapopular del diario fabricar baladas a la luna. -Le propuse redactar una:sección de crítica ligera que,
en que escribía; deseoso de conquistar los sufragios de las capas sociales más de- vapuleando semanalmente a los viejos y. jóvenes literatos, despertara el interés y
mocráticas, se propuso escribir la serie de folletines a lo Ponson du Terrail”.
18 Buena información sobre folletines y folletinistas de la segunda mitad.
“mc la réplica de los damnificados”. Recuerdos literarios, Buenos Aires,
o.
Aires, 1886. gau-
-
o
1960, y Robustiano Ventura Lynch, La Provincia de Buenos Aires, -
Aires, 1895. Todas las citas remiten a esta edición. ,
:
?2 En una
carta a Carios Vega Belgrano, Rafael Obligado precisará sobre . ?8
Sobre las variantes de esta glosa en la literatura española, vease Edward
El Album del Hogar: “Nuestro amigo Gervasio Méndez cuya postración física |
M. Wilson y Jack Sage, Poesias líricas en las obras dramáticas de Calderón, Lon-
permanece en el mismo estado, publica actualmente un periódico literario de bas- don, 1969; Concha Zerdoya y Jaime Salinas, Spanish Poetry, Oxford, 1970.
tante mérito. El título es El Album del Hogar. Tiene más de mil suscriptores, lo 29
Juan Antonio : '
cual le asegura una renta para vivir”. La carta fue fechada el 23 de julio de 1878, Carrizo, Cancionero populaor de Tucumán, Buenos Aires,
y puede leerse en Rafael Obligado, Prosas. Compilación y prólogo de Pedro Luis —
Barcia, Buenos Aires, 1976. >. Juan Draghi Lucero. Cancionero populer de Cuyo, Mendoza, 1938.
Red textual y deslizamientos de lecturas. 139
"
-
TI.
138 El discurso criollista
—
5 Véase Mario A. López Osomio, Oro nativo, Tradiciones bonaerenses.
Moya, El arte de los payadores, Buenos Aires, 1959. Poesía popular y antología del payador de la pompa, Buenos Aires, 1944, y Mar-
—
% Emaeci
celino M, Román, Itinerario del payador, Buenos Aires, 1957.
-
del amor feliz, México, 1975, registra una versión casi idéntica a la ofrecida por
51
En Mario A. López Osornio, Oro nativo, op. cit.
Gutiérrez, En la Argentina, Ciro Bayo la recopiló para su Romancerillo del Plata, % Décimas váriadas, Buenos Aires, 1910. No por conocidas dejan de ser
de
Madrid, 1913, con esta acotación : “En mis apuntes la tengo anotada como pertinentes las observaciones registradas por Borges en su temprano ensayo
sobre
Santos Vega, el primero de los payadores argentinos”. Leopoldo Lugones la da Evaristo Carriego: “Los pobres gustan de esa pobre retórica, afición que no
como ejemplo de poesia gaucha en El Payador, Buenos Aires, 1916. Juan suelen extender a sus descripciones realistas, La paradoja es tan admirable como
Agustín García la encontró mientras preparaba sobre El Teatro Nacional, en inconsciente: se discute la autenticidad de un escritor popular en virtud de las
1921, y en el mismo año, E. Gómez Carrillo aseguraba haberla oído cantar a ur únicas páginas de ese eseritor que al pueblo le gustan, Ese gusto es por afinidad:
paisano en un rancho de la provincia de Buenos Aires: El encanto de Buenos el palabreo, el desfile de términos abstractos, la sensiblería, son los estigmas de la
Aires, Madrid, 1221. versificación orillera, inestudiosa de cualquier acento local menos del gauchesco,
33
Leopoldo Lugones, Historia de Sarmiento, Buenos Aires, 1911. íntima de Joaquín Castellanos y de Almafuerte, no de las letras de detango.
% Anuario Bibliográfico, Año VIII, op. cit. Recuerdos de glorieta y de almacén me asesoran aquí; el arrabal se surte arra-
balero en la calle Corrientes, pero lo altilocuente abstracto es lo suyo y es la
35
Roberto Lehmann-Nitsche, Santos Vega, op. cit. materia que trabajan los payadores”, Evaristo Carriego, Buenos Aires, 1930,
Año
36
Véase Enrique Rivarola, “El numen de Obligado”, en Nosotros, 53
Joaguín V. González, en 1894, pidió y obtuvo de la dirección de La
Isabel Hernández Prieto, “Rafael
XIV, t. XXXIV, Buenos Aires, 1920 y María Prensa, la tarea de reseñar la payada.de contrapunto intemacional que tuvo
Obligado y los sábados”, en XVIT Congreso del Instituto Internacional de
Lite- Pablo
lugar en Pergamino, y en la que intervinieron Gabino Ezeiza y el uruguayo
ratura Ibercamericana, Madrid, 1978. J. Vázquez. En esta oportunidad, el jurado extendió un diploma de honor a
o
Rafael Obligado, “Sobre el arte nacional”, en La Nación, 30 de junio de Gabino Ezeiza, concebido en estos términos: “Los miembros del jurado que sus-
37
señor Gabino Ezeiza, vencedor del payador D. Pablo J, Vázquez en dos ve-
38 Vénse Ernesto Quesada, “Rafael Obligado. El poeta, el hombre”, en No-
ladas de contrapunto que tuvieron lugar en octubre próximo pasado en el Tea-
sotros, Año XIV, i. XXXIV, op. cit. tro Florida, Pergamino, Noviembre 28 de 1894”, el si-
39 Rafael
Obligado, Poesías, Edición definitiva dirigida por Carlos Obliga- El mismo Ezeiza hizo imprimir unas tarjetas de presentación con
de, Buenos Aires, 1921. guiente texto: “Gabino Ezeiza, Payador Nacional”,
“0 Rafael Obligado, “Independencia literaria”, recogido en Prosas, op. S Lehmann-Nitsche, Santos Vega, op. cit.
cit. Lehmann-Nitsche ofrecé una lista de las “revistas criollas” de que tuvo
- -
3
55 -
Bue-
“1
Almenaque Sudamericano para 1881, Dirigido por Casimiro Prieto, conocimiento, unas 30 en total, la mayoría de las cuales de vida efímera,
Las
nos Aires, 1881. -
93 Rafzel. Alberto
Arrieta, La poesía de la generación del 80, en Historia gaucho trovador que a usanza del inmortal Santos Vega llegue a templar su
de la literatura ergentina, op. dit. tarra para cantar las décimas más sentidas, Nuestros lectores juzgarán complaci-
“ Martín García Merou, Recuerdos literarios, op. cit. dos la promesa, para luego repetimos la dulcecita frase del querido y laureado
vate Carlos Guido y Spano: “Nunca es triste el viaje cuando se oyeh los arpegios
%5
Rafael Obligado, Prosas, op. cit. -
% El cantar tradicional que sirve de epígrafe al poema: “Santos Vega el de la guitarra criolla”.
Véase Mario A. López Osornio, Oro nativo, op. cit., y Marcelino M. Ro-
/
SS
payador / Aquel de la larga fama, Murió cantando su amor / Como el pájaro en notarse,
la rama”, funciona, precisamente, como epígrafe, sin incorporarse al texto, como mán, Itinerario del payador, op. cit. Señala este último: “Como puede
habríasido trans- muchos de los payadores citados tienen apellido italiano, y los hay también de
ocurre, por lo contrario, con el trozo de poesía tradicional que origen vasco, inglés y francés —aunque todos ellos son exponentes
del criollis-
mitido al poeta por boca de Mitre, Lehmann -Nitsche, Santos Vega, op. cit. los elementos étnicos que entran en la forma-
mo— en lo cual se reflejan nuevos
7 En Rafael Obligado, Poesías, op. dif. — ción de nuestro pueblo”.
8 Sebastián C, Berón, El payador Santos Vega, op. cit. 57 En Lehmann-Nitsche, Santos Vega, op. cit.
5 Horacio del Bosque, Santos Vega. Verdadera historia escrita en verso,
Buenos Aires, 1833.
-
lO
140 -
El discurso cnolnsta
5 «El linaje de Hércules”, la sexta de las conferencias, fue comentada y
transcripta parcialmente por La Nación, Esta transcripción incluye pasajes que —
IN
pado este destino:
Cuandoel carro de Apolo pasa
..
una sombra lírica llega
junto a la cuadriga de brasa
de la divinidad griega. Funciones del criollismo
Y se oyen comovagosaires —
Vega.
es el almá de Santos
. ... .—...
que acarician a Buenos Aires:-...
o
ue
—
AA
Tee
-
E