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b) Actos de confusión.

La LRCD, en el numeral 9.1 de su artículo 9°, explica estos actos indicando

que tienen: Como efecto, real o potencial, inducir a error a otros agentes en el

mercado respecto del origen empresarial de la actividad, el establecimiento, las

prestaciones o los productos propios, de manera tal que se considere que

estos poseen un origen empresarial distinto al que realmente les corresponde”.

Así, los actos de confusión “están constituidos por aquellas conductas que

restringen o impiden diferenciar entre las diversas actividades, prestaciones,

productos o servicios que concurren en el mercado.” (Pastor, 2010, p. 32).

Es importante mencionar que, para la configuración de un acto de engaño,

no es necesario acreditar que efectivamente se hubiera producido confusión en

el público, basta con que se pruebe la existencia de este riesgo o efecto

potencial.

Ahora, para ejemplificar la comisión de este tipo de actos de confusión,

tenemos el caso plasmado en la res. N° 061-2018/CCD-Indecopi, en la que se

sanciona al denunciado por haber inducido a error a los consumidores respecto

al origen empresarial de la actividad que prestaba. Esto pues había utilizado el

logotipo y la denominación de la denunciante para prestar el servicio de

educación, sin ninguna autorización e incumpliendo el deber de diferenciación

exigida a todo agente económico.

A modo de resumen, los actos de confusión, un competidor induce a error

a los consumidores, para que influyendo en ellos, adopten decisiones fundadas

en una incorrecta percepción del origen empresarial del producto, la prestación,

establecimiento o la actividad que brinda, afectando así la buena fe comercial,


el orden en el mercado y finalmente los intereses de los consumidores que se

vieron impedidos de optar por una opción mejor que la que escogieron debido a

la confusión inducida.

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