Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Estas palabras, atribuidas a un filósofo romano del siglo primero, señalan una
verdad innegable: para que la vida tenga sentido, es necesario ponerse metas.
Y esto es cierto en todos los aspectos de nuestra vida, porque si queremos
progresar en cualquier ámbito, necesitamos tener claro nuestro objetivo y
trabajar para ello.
Pero en este discurso no queremos hablar de metas que se fijan las personas
del mundo, en donde muchas de sus metas obedecen, ante todo, a la obsesión
de adquirir riquezas y al deseo insaciable de alcanzar buena posición y poder.
No, no queremos hablar de ello. Queremos hablar de las metas que dan gloria
a Jehová y estas están directamente relacionadas con la adoración que le
rendimos y con los intereses del Reino. Metas que realmente nos harán felices.
Con todo, a veces las circunstancias nos impiden lograr algunas metas. Sin
embargo, nunca perdamos de vista el hecho de que el premio final es la vida
eterna. ¿Cómo se alcanza? “El que hace la voluntad de Dios vive para siempre”
escribió el apóstol Juan. Las metas espirituales nos ayudan a mantenernos
centrados en efectuar la voluntad de Jehová. Por lo tanto, fijémonos metas,
metas que nuestras circunstancias nos permitan cumplir y enforcémonos por
alcanzarlas con el propósito principal, GLORIFICAR A NUESTRO DIOS JEHOVÁ.