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5 ACTITUDES CLAVES PARA ADMINISTRAR

EL TIEMPO SALUDABLE Y EFICAZMENTE


Conozco un buen amigo que vivía siempre de prisa, oraba constantemente
para que Dios le revelara el tiempo exacto para el cumplimiento de Su plan
en su organización, cuál era el tiempo correcto para empezar, para
desarrollar, para terminar.

Un día, un tanto desesperado, le pidió a Dios que le prestará literalmente


su “reloj” para conocer los tiempos y las razones de los tiempos.
Argumentaba mi amigo ante Dios “Señor yo sé que para ti un minuto es
como mil años, y mil años como un minuto. Concédeme conocer tu tiempo
para todos mis planes “. A lo que Dios respondió “Dame un minuto “.

Bromas aparte, es imposible para nosotros predecir el tiempo propicio para


un proyecto o una actividad, en el ámbito secular o espiritual, aunque
parezca necesaria y positiva. Dios quiere que dependamos de El para hacer
las cosas a Su manera, y a Su tiempo. El tiempo es un precioso don que no
se repite. Por ello, debemos abordar cada día con un temor reverente y con
un claro propósito.

Efesios 5:15-16 nos los recuerda enfáticamente “Mirad, pues, con


diligencia, cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando
bien el tiempo (haciendo el mejor uso del tiempo)”.

Hace veinticuatro años que acepté a Jesucristo como mi Señor y Salvador


personal, pero antes de eso, yo creía que podría controlar el tiempo,
manipularlo a mi conveniencia. El resultado fue que me convertí en un
adicto al trabajo, esclavo del “tiempo” que quería vanamente controlar, los
siete días de la semana, de sol a sol.

Cuando empecé a servir al Señor, lo hice con el mismo celo adictivo de mi


vida anterior, con resultados nefastos, porque queriendo servir a Dios,
destruía gradualmente la obra que Dios iba haciendo en mi vida. Llegue a
vivir partido en cinco “tiempos completos” como pastor, como profesor
universitario, como esposo y padre, como director de mi naciente ministerio
personal y como profesional en el gobierno.

Me engañaba diciendo que Dios alargaría mi tiempo para poder cumplir la


tarea que me había encomendado. Es imposible ser eficaz con tantos
frentes abiertos, y a la vez, mantener disciplinas espirituales que traigan
salud a mi vida con tanto estrés y fatiga.
Una crisis personal de proporciones mayores a las que esperaba tuvo lugar
en vida entre el 2004 y el 2005, llevándome a abandonar por salud
espiritual, física y emocional todas las posiciones eclesiásticas que ocupaba.

Mi esposa Orietta que siempre creyó en mí, fue el asidero con la realidad
que necesitaba para reorganizar mis prioridades mientras el Espíritu de
Dios me confrontaba como mi falta de cordura.

Quiero compartir con usted algunas lecciones sobre el manejo del tiempo
que he aprendido con base en reordenar mis prioridades con Dios que me
permitieron superar la crisis y servir a Dios sin descuidar a mi familia, ni mi
relación con El.

El tiempo que no aprendemos a administrar con inteligencia y sabiduría


nunca será recuperado. Necesitamos ordenar nuestras prioridades,
enfocarnos, para ser buenos mayordomos del don del tiempo que Dios nos
ha confiado mientras estamos en esta tierra.
Desarrolle las cinco actitudes siguientes para ser un mayordomo eficaz del
tiempo disponible:

1. Sea diligente

La dilación es el ladrón del tiempo. Muchas de las cosas que llegan a


convertirse en una pesadilla en nuestra vida son aquellas que se dejan para
mañana.
Mucha gente opera bastante bien en las áreas que le gustan, pero el
verdadero secreto para ser fructífero es aprender a ser eficaces en las
áreas que no nos gustan.

Nuestra prioridad debe ser nuestra relación con Dios. Él obra en lo divino
hoy (2 Corintios 6:2). El no espera que corramos, sino que seamos
diligentes con lo que nos comisiona, dando cuenta de ello, ofreciendo
nuestro mejor esfuerzo a cada paso del camino.

2. No vea obstáculos, sino oportunidades

Existen dos maneras fundamentales de mirar a las demandas de nuestra


vida: verlas como problemas o verlas como desafíos u oportunidades.
Parte de crecer hacia la madurez, es reconocer que los desafíos traerán
problemas. El hombre o la mujer de Dios que llega a ser verdaderamente
fructífero aprende con la ayuda de Dios qué hacer acerca de los problemas,
los cuales deberá tratar siempre como oportunidades.

Los problemas son obstáculos que vencer uno por uno, y no a ser
contempladas y aplastados por ellos mediante la duda y el temor.

3. Pida la ayuda de Dios

No estamos solos. Poner metas al actuar por fe no es presumir basado en


nuestra habilidades o capacidades. El hombre o mujer de fe necesita actuar
en orden para ser efectivo en su acción, visión y oración, pero su
dependencia siempre debe estar en Dios.

El Señor ha prometido que no negará nada bueno a aquellos cuyo caminar


es intachable. (Salmo 84:11) Dios quiere añadirnos aquellos dones y
atributos que no tenemos por naturaleza, pero que son necesarios para
cumplir su voluntad.

Existe una gran reserva de ayuda divina disponible para aquellos que abran
su corazón y que acudan con humildad ante al Padre para pedir Su ayuda.
La alternativa es negarnos a reconocer nuestra necesidad y que intentemos
caminar en nuestras propias fuerzas, y traemos de cumplir voluntad de
Dios en el limitado poder de nuestra carne. Este es el camino estéril que
lleva al desastre.

4. No se rinda

Necesitamos adoptar la actitud de Jesús referente a la obra de Dios. El dijo:


“Mi alimento es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
obra” (Juan 4:34).
Mucha gente está agobiada por las cosas que han dejado a la mitad, o que
han aplazado indefinidamente. Llegan a estar sobrecargados por estas
cosas ante las que se rinden y acaban por no hacer nada. Dios quiera que
sigamos y que completemos lo que nos ha sido dado hacer.

5. Siga la dirección de Dios

Mientras esperamos en Dios, Él nos dirigirá por su Espíritu Santo para que
al girar a la izquierda o a la derecha, oigamos una voz detrás de nosotros
diciendo: “Este es el camino, andad por él” (Isaías 30:21).

Usted y yo hemos sido llamados a servir a Dios, pero no a destruir la obra


de Sus manos en nosotros. Cuando confundimos nuestro llamado con el
activismo, Dios nos guiará ni bendecirá. Debemos bajar la velocidad para
escuchar su voz.

Para ser fructíferos en el ministerio al que hemos sido llamados debemos


fructificar en nuestra vida cambiada, testimonio, más que por nuestras
palabras o programas. (Visite https://www.liderinnova.net/recursos/shop)

Estamos en esta tierra para aprender a ser cada día más como Jesús, a
desarrollar el carácter de Cristo en nosotros, por ello no podemos permitir
que nuestra ambición personal encubierta en una “visión muy espiritual”
tome el lugar de nuestra relación con Dios.

Recuerde que el líder que deja de aprender deja de liderar, pero que el
siervo de Dios necesita balancear sus habilidades y conocimientos con su
integridad aprendida y potenciada a través de una relación diaria e
íntima con Jesús.

Podemos aspirar a grandes cosas, pero que sean las que Dios quiere que
ambicionemos. La medida de que lo que ambicionamos es correcto es
proporcional a como tratamos a la gente que Dios ama, como servimos a
otros.

Todos necesitamos visión de Dios, pero una verdadera visión requiere que
cooperemos con otros y construyamos juntos. Empezar a manejar el
tiempo como un regalo de Dios del cual daremos cuenta es un primer buen
paso, que debemos adoptar hoy mismo.

Juan Carlos Flores Zúñiga


FUNDACIÓN LIDERINNOVA

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