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Cuando realizamos ejercicio nuestro cuerpo utiliza energía proveniente de lo que llamamos
metabolismo aeróbico. Esta energía suele ser suficiente para actividades de baja o media
intensidad, así como por ejemplo caminar o pasear en bici.
Sin embargo, cuando la intensidad del ejercicio sube a niveles más altos, la energía
proporcionada por la vía aeróbica deja de ser suficiente para cubrir la demanda del trabajo
muscular que estamos realizando y se activa una segunda fuente de energía. Esta nos llega
por la vía metabólica anaeróbica y nos proporcionara un plus de energía de forma rápida a
cambio de acumular lactato.
¿Qué es el ácido láctico?
El ácido láctico, es el producto final del metabolismo de la glucosa o bien de sus reservas, el
glucógeno.
Se determina por micro muestra de sangre capilar, mediante una pequeña punción en el
pulpejo del dedo o lóbulo de la oreja, y el resultado lo obtenemos de inmediato.
En la segunda fase la intensidad del ejercicio empieza a demandar más energía y ante la
insuficiente cantidad proporcionada por las grasas, nuestro cuerpo comienza a utilizar
también la energía proveniente de la glucosa, aumentando también el nivel de lactato por
encima de los niveles basales.
En esta segunda fase nos situamos en un nuevo estado de estabilidad en el que el lactato
todavía no se dispara y se mantiene en unos niveles de concentración moderada.
Por último, la tercera fase, es aquella en la que la intensidad creciente del ejercicio requiere
reclamos de potencia y una elevada demanda de energía que hace necesaria la activación
de la degradación de la glucosa y por tanto una acumulación mayor de lactato.
En esta fase, la concentración de lactato supera su aclaramiento y ya no existe un estado
de estabilidad, su aumento es exponencial. Es cuando se utilizan las fibras musculares de
tipo II, que son las que se implican en los entrenamientos de velocidad y potencia.
¿Cuáles son sus efectos en el cuerpo?
Por una parte, la concentración de lactato implica la utilización de una vía energética
diferente, y podemos valorar la optimización de esta vía energética, lo cual es muy
importante para según que disciplinas deportivas e intensidades de entrenamiento.
Por otra, el lactato provoca una acidosis metabólica que fisiológicamente induce a un
bloqueo neuromotriz, o lo que es lo mismo, crea un estado de fatiga y por lo tanto una
disminución del rendimiento.
De aquí la importancia en deportistas que puedan tolerar mejor dicha acidez, por
mecanismos taponadores compensatorios, en cambio otros no toleran dicha acidez y su
rendimiento disminuye.
DOMS
El ejercicio físico extenuante en un músculo provoca una lesión, especialmente cuando ese
ejercicio es intenso, prolongado o incluye contracciones excéntricas. Dicha lesión recibe el
nombre de DOMS (Delayed Onset Muscle Soreness: Dolor Muscular de Inicio Retardado).
Éste se define como un complejo de síntomas, dolor en el movimiento, debilidad y una
sensación de rigidez e hinchazón de los músculos que realizan un ejercicio excéntrico. Las
áreas de unión músculo-tendinosas, son las principales zonas de dolor y fragilidad.
Los síntomas suelen aparecer de 8 a 10 horas después del esfuerzo, alcanzando su pico más
alto, tras 24-48 horas y decreciendo progresivamente, hasta su total extinción después de
3 o 4 días.
Algunos de los indicadores más importantes del dolor muscular, son la elevación de la
concentración de Creatin Kinasa, de la concentración de Mioglobina, y la disminución en la
fuerza de contracción máxima voluntaria.
El DOMS favorece la lesión muscular (que produce a su vez, una respuesta inflamatoria) y
la fatiga muscular, provocando una pérdida en la fuerza del músculo afectado.
Existen diversos tratamientos que pueden ser utilizados para reducir el DOMS y las
restricciones funcionales debidas a la actividad deportiva. Entre ellos se encuentran: la
aplicación de hielo, ultrasonidos, analgésicos, masaje, estiramiento, calentamiento,
ejercicio ligero
No pain no gain
La frase no pain no gain es una de las frases más conocidas del mundo del fitness y el
running.
Si bien es una frase que puede resultar sumamente motivadora para muchos, para quienes
comienzan a practicar cualquier actividad física (como el running), puede ser una frase
extremadamente peligrosa.
Lo que suele pasar con los corredores principiantes, es que toman demasiado literalmente
esta frase y creen que, si durante y después de un entrenamiento sus piernas no duelen, el
entrenamiento no ha servido de nada.
El esfuerzo tiene que ser realizado de manera inteligente, permitiendo que nuestro cuerpo
asimile los entrenamientos que realizamos.
La frase “no pain, no gain”, es muy bonita y motivadora, pero si recién te inicias en el
running o en cualquier otro deporte, no deberías prestarle atención.
Todo deportista principiante debe tener en cuenta que correr no tiene que doler, nunca
debes correr con dolor, debes aprender a distinguir incomodidad con dolor.
Probablemente, estos dolores sean los anuncios que te da tu cuerpo para que entiendas
que estás haciendo algo mal.
Son los dolores que debes aprender a escuchar para evitar que te lesiones.
Para ser claros, con dolor y lesión, no hay ganancia alguna (With pain, no gain), ya que
inevitablemente te obligará a detener tus entrenamientos o a entrenar de forma irregular,
lo que a largo plazo no te permitirá mejorar como corredor.
Puntos gatillo
El punto gatillo miofascial se trata de un nódulo que es palpable sobre la piel y se localiza
en una banda tensa del músculo. Éste provoca un dolor con un patrón característico y se
pueden encontrar alrededor de todo nuestro cuerpo. Los puntos gatillo están descritos
ya que se localizan siempre en las mismas partes del cuerpo. Donde más abundan es en
la musculatura de la espalda porque son músculos con características posturales y estos
tienden a fatigarse más.
¿Cómo sé si el dolor es a causa de un punto gatillo?
Si presionamos dicho nódulo, el dolor aparece de forma intensa en el mismo punto, pero
si éste está muy sensible, puede hasta que el dolor se reproduzca en un lugar distante
(dolor referido). A veces, también se puede apreciar de forma visual un espasmo o
contracción cuando se realiza la presión en la zona. Este fenómeno se llama respuesta
de espasmo local y es un indicador también de que el punto está muy activo.
El dolor miofascial provoca debilidad (pesadez, cansancio) y restricción del
movimiento generando disfunciones del sistema musculoesquelético como dolores de
espalda, hombro, rodilla, cefaleas, etc. Es común que se confunda el dolor miofascial con
patologías como tendinitis, migraña, vértigo o fibromialgia. Esto es debido a que de los
patrones de dolor referido característicos de los puntos gatillo pueden provocar síntomas
similares a patologías que ya conocemos. Por ejemplo, el dolor referido del punto gatillo
del músculo infraespinoso coincide con el dolor que se sufre al tener una tendinopatía
del hombro, o el dolor referido del músculo trapecio y de la musculatura cervical en
general, pueden confundirse con una migraña ya que el dolor irradia a la cabeza.
¿Por qué se activa un punto gatillo y cuáles son las causas?
Los músculos están compuestos de muchas fibras musculares y estas mismas fibras están
llenas de sarcómeras que son las que permiten la contracción. Durante la contracción
estas sarcómeras se acortan, cuando una o un grupo de ellas se quedan
permanentemente en acortamiento (contracción) por una sobrecarga muscular,
provocan la aparición de la activación del punto gatillo de la zona. Consecuentemente,
el flujo sanguíneo, la llegada de nutrientes y el drenaje de toxinas no se realiza de forma
correcta en la zona afecta por lo que deriva a una inflamación y dolor, de forma local o
referido.
Posibles desencadenantes:
Factores físicos: fatiga postural por posturas mantenidas (se suelen fatigar los
músculos de la espalda). Traumatismos directos o de repetición o fatiga por
contracciones repetidas al realizar una acción repetitiva.
Factores emocionales: estrés, ansiedad…
Factores viscerales: problemas estomacales o del hígado por una mala alimentación o
estrés pueden activar puntos gatillo de la parte superior de la espalda.
¿Cuál es su tratamiento?
Los hidratos de carbono están presentes en muchos alimentos cotidianos: el pan, la pasta,
el arroz, las legumbres, cereales, etc. Este tipo de hidratos son los denominados complejos.
Luego tenemos los hidratos de carbono simples que están presentes en alimentos dulces:
el azúcar, la fruta, la miel, etc.
Por otro lado, están las grasas, tan necesarias como los hidratos de carbono, a pesar de la
mala fama que puedan tener gracias a los estereotipos actuales de nuestra sociedad
respecto a cánones de belleza. Son necesarias no solo como fuente energética, sino también
para la absorción de tipos de vitaminas, desarrollo del cerebro, el control de la inflamación,
la coagulación de la sangre, para cuidar la piel, aislar nuestro cuerpo y ayudar a mantenerlo
caliente, etc. O sea, que sin grasas tampoco podemos vivir. Lo que si ocurre es que hay
distintos tipos de grasas, unas más saludables que otras, y es ahí donde tenemos que elegir
a favor de la salud.
Los alimentos ricos en grasas son el aceite, los frutos secos, la carne, los lácteos,
mantequilla, embutidos, etc. Las grasas que no sean consumidas en nuestra actividad van a
ser almacenadas en forma de tejido graso o adiposo. Ese es el efecto cuando engordamos,
realizamos una reserva energética dentro de nuestro organismo en forma de tejido graso.
Pero existe una fuente energética que no proviene directamente de la alimentación, sino
que ya se encuentra presente en nuestros músculos. Se trata del ATP (adenosín trifosfato)
y de la fosfocreatina, ambas son moléculas energéticas que tendrán su importancia en
la contracción muscular, pero en algún tipo de actividad más que en otro.
Pero es curioso, que aparte de pensar en cómo obtenemos la energía para movernos, antes
de ello ya hemos consumido también energía en otros procesos para llegar hasta aquí y por
supuesto también hemos generado energía para poder gastarla antes. Por ejemplo, la
ingestión de arroz como alimento, pone en marcha un proceso de catabolismo que libera
energía a la hora de destrucción de las moléculas de hidratos de carbono para convertirlas
en glucosa. Y cuando esa glucosa llega a través de la sangre hasta el músculo, se produce
un anabolismo o proceso de construcción de glucógeno a través de esas moléculas de
glucosa, lo que requiere por si energía. Os lo advertía en la introducción… «somos pura
energía».
Obtención de energía Anaeróbica.
En actividades físicas de gran intensidad y corta duración, el músculo está sometido a tal
tensión que no puede entrar el oxígeno en suficiente cantidad debido a que los capilares
están contraídos. De ahí que digamos que nos encontramos en una situación anaeróbica,
sin intervención de oxígeno en la producción de energía.
Consumido el ATP, la siguiente molécula que entra en juego es la fosfocreatina (PC) que
está más presente en el músculo que el ATP. Esto nos da más tiempo, pero no mucho más.
En este caso se produce otro proceso de catabolismo. Al degradarse la fosfocreatina, se
libera energía permitiendo la fusión de un fosfato inorgánico (Pi) a la molécula de ADP,
transformándolo de nuevo en ATP. Hasta aquí habremos conseguido energía como mucho
para 30 segundos de actividad intensa.
En estos dos procesos no se requiere oxígeno y no hay producción excesiva de ácido láctico,
por ello son denominados sistemas alácticos. También se conoce como sistema fosfágeno,
por la presencia de ATP y PC. Por ello, las fibras musculares de contracción rápida (tipo II),
las especialistas en actividades anaeróbicas, contienen mayor concentración de fosfágeno
que las fibras de contracción lenta (tipo I), que se activan en actividades aeróbicas.
Hay que tener en cuenta que desde que empezamos nuestra sesión de trabajo se van a
quemar los dos elementos a la vez, lo que ocurre es que el glucógeno será el utilizado en un
primer momento y a medida que avanzamos en nuestro ejercicio irá incrementándose el
consumo de grasas y disminuyendo el de glucógeno. Por ello se dice y afirma que en un
entrenamiento en el que estamos corriendo con una intensidad media, pasados 20-30
minutos desde el inicio, la proporción de grasas utilizadas será muy superior a la del
glucógeno, pero si en un momento dado realizamos un sprint, la intensidad alta de ese
momento hará que el glucógeno sea nuevamente la fuente utilizada en mayor proporción.
De ahí que el tiempo de entreno y la intensidad sean elementos muy importantes para
determinar si nuestro entrenamiento es efectivo, si lo que deseamos, por ejemplo, es
perder grasa corporal. El tipo de combustible utilizado será la clave en esto.
Al igual que en el sistema anaeróbico, el glucógeno tiene que convertirse en ácido piruvato,
pero en este caso si hay oxígeno, por lo que no se transforma en ácido láctico sino en acetil
coenzima A. Este nuevo elemento será utilizado en un proceso denominado ciclo de Krebs,
cuyo resultado será la obtención de agua, dióxido de carbono (CO2) y la energía ATP
requerida por nuestros músculos.
Seguro que muchos lectores habrán relacionado la palabra carnitina con el producto
comercializado como L-carnitina. Pues habéis acertado, a este suplemento se le confiere
propiedades quema grasas, pero por lo que acabamos de explicar, la carnitina es necesaria
en trabajos aeróbicos de intensidad media y moderada y de larga duración, y ha de estar
presente en la célula muscular en el momento oportuno. Por lo tanto, no se trata de beber
L-carnitina y quemar grasas ipso facto. Así que, tenéis que sudar.
Por parte de las grasas, cuando sean utilizadas directamente como fuente energética en
mayor proporción que el glucógeno, también serán quemadas a través del ciclo de Krebs,
dando lugar a los mismos elementos: agua, CO2 y ATP.
Por último, me gustaría recalcar que todos estos procesos de obtención de energía, sea cual
sea la vía utilizada, su finalidad es la obtención de un elemento energético por excelencia,
el ATP. Y es a través de una reacción química donde utiliza ese ATP, de la liberación de una
energía en ese proceso, de donde se va a conseguir la energía mecánica que necesitan
nuestros músculos para cumplir con su función, la contracción muscular.
CP muscular y ATP
Según los fisiólogos, por cada mol de ATP degradado en ADP, se rompe el fosfato más
externo y se liberan alrededor de 7,3 kcal de energía libre, que es la energía disponible
para el trabajo.
Por todo ello, en la carrera de 100 metros lisos de atletismo la cantidad de fosfágenos
intramusculares influye de manera sustancial en la producción máxima de energía durante
períodos muy cortos de tiempo.