Está en la página 1de 8

27. AÑO TERCERO. ) 21 JULIO 1835.

PERIÓDICO
DE MODAS, AMENA LITERATURA , MÚSICA, TEATROS ETC.

para estudiar allí dos años con un há-


€1 %vpa fa Uforta. bil profesor, y á su regreso el padre
de Berta haria en su favor renuncia
(LEYENDA.)
del empleo de maestro de Capilla y le
daría á su hija.
«Berta, dijo Rodulfo, vamos á to-
Solos estaban «na tarde el joven car otra vez juntos tu sonata favori-
músico Rodolfo Arnheim , y Berta la ta. Cuando nos hallemos separados, al
mas gentil doncella de Maguncia. Ro- tiempo de declinar el dia; que es la
dulfo y Berta eran prometidos espo- hora de los pensamientos graves, to-
sos , y sin embargo iban á separarse caremos cada uno nuestra parte, y
al dia siguiente: porque Rodulfo ha- esto nos aproximará uno al otro.»
bía de ir á cierta provincia distante Berta, oyendo esto , tomó el ar-
2
7
- 210 -
pa, Rodulfo la acompañó con la flau- los aromos y dejaban pender largas
t a , y tocaron una y otra vez la so- y floridas guirnaldas.
nata de que Berta gustaba tanto. Lue- Al través de la estrecha entrada
go que acabaron comenzaron á llorar del pabellón se veía en el horizonte
y se dieron un abrazo ; Rodulfo partió.. una faja purpúrea producida por los
Ambos cumplieron fielmente su reflejos del sol al ponerse. Esta era
promesa. Todas las tardes á la hora la hora consagrada á los recuerdos:
en que se habían visto la última vez, Berta empezó a tocar en el arpa la
Berta se ponia al arpa, Rodulfo t o - sonata favorita; de repente se detie-
maba la flauta, y cada uno tocaba la ne y escucha.
parte correspondiente de la sonata. Es- Todo estaba en silencio, aun ti
ta hora de la tarde es solemne y mis- viento deja á esta hora de agitar la
teriosa , dispone invenciblemente á la enramada; Berta vuelve á empezar la
meditación.; en los vapores rojizos que sonata, y oye claramente la flauta de
se elevan hacia el horizonte parece que Rodulfo que la acompañaba; del mis-
vemos aparecer vivos y animados t o - mo Rodulfo que estaba ya de vuelta.
dos nuestros recuerdos, todos nuestros, Dos años después ya tenían Ro-
sucesos , los unos risueños y corona- dulfo y Berta una niña lindísima, fru-
dos de rosas, los otros pálidos y vela- to amado de una unión que el padre
dos de un crespón. de Berta habia bendecido antes de mo-
A tales horas , el último susurro rir. Rodulfo era maestro de Capilla,
que hace el viento conmoviendo las y el sueldo de su plaza daba á los dos
hojas de los árboles, parece que mo- jóvenes lo necesario para vivir cómo-
dula aquellos cantares que nos repro- damente..
ducen suaves y tristes, memorias:.por- Acababa de comprar Rodulfo una
que la música es la voz del alma. casita preciosa , detras de la cual se
Rodulfo se paraba á veces ; se figu- encontraba un cobertizo de tilos, y
raba oír las vibraciones del arpa de delante un verde pradecillo en donde
Berta , mezcladas con los sonidos de su la niña jugaba alegremente. Las pare-
flauta j y asi se pasaron los dos años.. des blancas estaban, tapizadas con gran-
Una tarde se paseaba Berta con su des rosales de Bengala ; y todo esto tan
padre bajo el pabellón de su jardinito. bien cerrado que no habia una sola hen-
Este pabellón estaba formado por cin- didura en las puertas por donde pudie-
co grandes aromos , que juntaban por sen penetrar las miradas de los de afue-
arriba el ramaje de sus copas , y sus ra ; porque las personas dichosas siem-
racimos blancos y olorosos ; algunas pre son de un acceso difícil..
lilas de un verde sombrío colocadas A poco tiempo murió la niña , y
entre los aromos cerraban los claros Berta también murió de pena pocos
con sus frondosas ramas : tres ó cua- meses después»
tro madreselvas subian alrededor de Cuando conoció que se acercaba
- 21 I -
su hora postrera, llamó á Rodulfo y salir de ella, ni ir á parte alguna. Ha-
le dijo: « Inútiles son mis oraciones bia dejado la alcoba de Berta tal como
para no separarme de esta vida ; fuer- se hallaba en el momento en que espi-
za es que yo marche á reunirme con ró : la cama deshecha , el arpa en un
nuestra hija, que te abandone, y te rincón.
deje aquí con la esperanza de otra v i - Llegado el dia del nacimiento de
da mejor. Si es dado á los que mue- Berta, Rodulfo se vistió y compuso,
ren volverse á aparecer sobre la tier- cosa que no habia hecho hasta enton-
ra , tu me volverás á ver: mi sombra ces. Derramó flores por toda la estan-
vagará errante en derredor de mi que- cia , y cuando empezó á anochecer, se
rido Rodulfo ; porque donde el habita encerró en ella y empezó á tocar en
está mi cielo. Cuando llegue el dia en la flauta la sonata que tantas veces
que podamos reunimos yo vendré á habían ejecutado juntos los dos esposos.
buscarte., y unidas nuestras almas se Al dia 'siguiente se le halló tendi-
elevarán para no volver á bajar sobre do en el suelo sin conocimiento. Vol-
una tierra , á la cual ningún lazo las vió en su sentido, pero no en su jui-
sujetará. Todos los años en el dia de cio , y fue preciso que viajase otra
mi nacimiento, feliz ó desgraciado, vez. Al cabo de un año volvió á su ca-
abandonado ó querido , triste ó con- sa triste y silencioso., pero el cerebro
tento, á la hora en que el sol se po- en buen estado al parecer.
ne, á la hora en que las oraciones su- Llegó otro dia del nacimiento de
ben al cielo con los sonidos de la cam- Berta y volvió Rodulfo á llenar de
pana de la tarde y el perfume que llores su cuarto; se encerró en él,
exhalan las flores antes de cerrar su adornado como en el dia de su boda,
cáliz, te pondrás á tocar la sonata que y empezó á tocar la flauta siempre la
por tanto tiempo ha calmado para no- misma sonata.
sotros los dolores de la ausencia, y en Al siguiente dia le hallaron tam-
esta tan larga ausencia ese será tu úni- bién tendido en tierra. Pero miando se
co consuelo. Mas armoniosa será á mi le quiso levantar juró que se quita-
alma esta música que los conciertos de ría la vida si le separaban de la casa
los Serafines.» donde habia muerto su muger: á lo
Diciendo asi, se abrazó á él y que- cual accedieron-, tanto mas cuanto qu e
dó muerta. no daba indicios de que este nuevo
Rodulfo perdió el juicio de resul- accidente hubiese trastornado su razón.
tas , y para sanarle le obligaron á via- Hé aquí lo que le habia sucedido.
jar por algún tiempo. Cuando estuvo En el primer aniversario cuando
de vuelta, su cabeza estabainas sere- empezó á tocar, habían empezado á
na, pero una opaca melancolía se apo- vibrar las cuerdas del arpa, acompa-
deró de él enteramente. Encerróse en ñándole ellas por sí solas; y si callaba
su casa , sin querer recibir á nadie, ni él, callaba también el arpa.
- 212
Al segundo aniversario , creyendo Vino el tercer aniversario del n a -
que había sido víctima de una ilusión, cimiento de Berta. Rodulfo esparció
volvió á lo mismo, y el arpa empezó también flores en la estancia , y aun
á tocar también su parte : cesó él, y él mismo se habia adornado con un
cesaron los sonidos del arpa ; puso la ramillete. Sobre el lecho de la difun-
mano sobre las cnerdas , y sintió en ta habia echado rosas deshojadas.
la mano las últimas vibraciones de las Después de ponerse el sol tomó la
cuerdas. flauta y empezó á tocar la sonata de
A la segunda vez habia caido ater- Berta.
rado , y habia pasado la noche ren- Su amigo se habia ocultado detras
dido á un violento parasismo. de unas cortinas , y sintió erizársele el
Pero al fin acabó por acostumbrar- cabello al oir que los sonidos del arpa
se á aquella violenta emoción, y á no se mezclaban con los de la flauta. R o -
ver en ella sino una especie de amar- dulfo de rodillas empezó á hacer ora-
go deleite. ción.
Asi pasaba todas las tai-des y la El arpa entonces sígtiió tocando so-
mayor parte de las noches. Ibánsele la , se veian vibrar las cnerdas sin que
hundiendo las mejillas , y los ojos so- ninguna mano las tocase. De este mo-
lamente le parecían vivos en el fondo do tocó una música celeste que nadie
de su órbita y brillantes con un res- habia oido nunca, y que nunca vol-
plandor sobrenatural. Solo para sentir verá nadie á oir. Después volvió á ent-
y sufrir tenia vida. pezar la sonata de Berta: y en aca-
Esto inquietó mucho á cierto ami- bándola, saltaron de repente todas
go que la casualidad ó cierto capricho las cuerdas del arpa, y Rodulfo cayó
de constancia le habia conservado, y en tierra.
quiso averiguar qué era lo que hacia El amigo quedó por algún tiempo
Rodulfo metido en aquel cuarto. El tan inmóvil como su amigo; se acercó
dijo que tocaba la flauta y que la som- después para levantarle ; pero Rodulfo
bra de Berta le acompañaba con el a r - habia muerto.
pa; que la muerte no era realmente (J. des D. )
otra cosa que el principio de una nue-
va vida; que á medida que se sen-
tía morir, se sentía vivir mas unido
con la muger que tanto habia amado;
que durante aquella misteriosa armo-
nía que. oia todas las tardes le pare-
cia que estaba viendo á Berta junto al
arpa ; que se tenia por feliz y nada
deseaba, ni otra cosa pedia al cielo ni
á los hombres.
- 2l3 -
ros merecían el de sombreretes. Allí
es de ver y de observar las atrevidas
combinaciones que una mano tan osa-
da como ignorante se ha determinado á
hacer : lazos por un lado , florones por
o t r o , penachos de plumas que ame-
Siguen en París muy en moda los nazan tocar al cielo , otras que des-
sombreros de paja de arroz, como ya cendiendo ya por a q u í , ya por allí
hace algún tiempo liemos anunciado á convidan á que se las arranque de un
nuestras lectoras; pero los adornos y j lugar que ocupan tan fuera de p r o -
aditamentos que en ellos se usan varian pósito. Los colores mas raros y me-
á lo infinito. Seria necesario un dibu- nos análogos casados pero ¿ de qué
jo para cada uno de los caprichos que modo.»..? casados por fuerza ; casados
las damas elegantes del gran tono in- que van pidiendo divorcio á gritos.
ventan cada dia para adornar sus som- Esta, pues , ridicula sombrero-
breros , estimulando á porfía su buen manía debe acarrear, en nuestro jui-
gusto en la elección de las plumas, de cio, grandes ventajas al trage nacio-
las guirnaldas y ramos de flores que nal. En primer lugar deshace y desva-
mejor dicen, y tienen mas analogía nece la causa principal de las modas,
con el color y hechura del sombrero. que es el deseo de distinguirse ; y enca-
En Madrid se ha generalizado tan- reciendo ademas los elegantes velos y
to la moda de los sombreros en las se- mantillas, patentiza mas claramente
ñoras que todas las clases de la socie- | por medio de la comparación cuanto
dad , aun aquellas mas naturalmente csceden en gracia al uso francés de los
adictas á las costumbres del pais y me- sombreros.
nos sospechosas de estrangerismot Conocemos , sin embargo , que es-
abandonan, si no enteramente, á lo ta opinión hade ser generalmente mal
menos en dias de gala la airosa man- recibida todavía, porque una lasti-
tilla , para sustituirla el sombrero mosa superstición hace que todo lo
francas. Nosotros celebramos sincera- que viene, del otro lado de los pirineos
mente esta mutación, porlo mismo que sea mirado con veneración , y obede-
somos partidarios acérrimos de la man- cidos ciegamente los caprichos de la
tilla nacional; y hé aquí como se es- moda parisiense. Esta convicción nos
plica esta aparente contradicción. ha impedido realizar el pensamiento
Llega un dia de gran concurren- ya muchas veces anunciado de escribir
cia al Prado , un domingo , por ejem- un artículo espreso sobre la mantilla
plo , en que se vé el paseo inundado española, invocando en su favor nada
de sombreros de todas clases, telas, menos que el auxilio de las letras y
hechuras y colores, algunos de los las bellas artes, que nos demostraran
cuales mas que el nombre de sombre- de un modo positivo cual de ambos
trages, es mas conforme á las reglas
del buen gusto fundadas cu la obser-
vación de la naturaleza. Pero guárde-
nos el cielo de tratar formalmente la No dudamos complacer á nuestras
materia por ahora, pues lejos de que lectoras copiando del ARTISTA el
nuestras razones tuvieran peso algu- curioso artículo siguiente.
no yendo contra la corriente del vo~
to general de las damas , una cruzada EL RUISEÑOR.
de elegantes se levantaría tal vez para
caer sobre nosotros y confundirnos, I Quién no conoce, siquiera de r e -
Este tremendo ejército traería sin du- putación , á este precioso habitante de
da por vanguardia á nuestras amables los bosques ? ¿ quién no conoce su dul-
favoritas las modistas de Madrid y ca- ce canto, compañero inseparable en
pitales de porvincia, que no sola en- las composiciones clasiquinas, de los
cuentran estraordinaria utilidad en los tristes acentos exhalados por los pasto-
sombreros por los sendos reales con res en la nocturna soledad, tal vez sola-
que hacen pagar sus hechuras y por la mente por ser ruiseñor consonante de
incesante variedad que pueden dar á amor, dolor y pastor? Inútil seria des-
sus formas y adornos, sino que sien- cribir aqui este lindo pájaro tan popu-
do francesas muchas de ellas lisongean lar en España por sus gracias como lo
al mismo tiempo con la adopción de son otros muchos por su abundancia.
esta moda al espíritu nacional y su; Dicen algunos que el ruiseñor busca la
amor propio, soledad y esta opinión tiene en su fa-
Aguardaremos , pues, el tiempo en vor algunos ibermosos versos de Lafon-
que el sombrero vaya perdiendo par- taine, en la fábula de Filomela y
te de su aparente brillo , y entonces Progne; pero este pájaro nunca se ha-
concurriremos por nuestra parte á der- lla en el fondo de los grandes bosques,
ribarle. ni en las montañas cubiertas de pinos,
sino en los jardines , en las selvas y en
el lindero de los bosques, dentro de los
cuales no se interna jamas» Tampoco
imita esta ave á otras especies análo-
gas del mismo tamaño y que se nutren
con los mismos alimentos, como los
colorines, las golondrinas &c., cuyas
emigraciones se estienden á veces á i n -
mensas distancias. Es un pájaro tan se-
dentario el ruiseñor que en algunos
puntos de España y Francia solo es
conocido de fama.
- 2I5 -
¿Qué quiere decir los acentos de Tiou, líou, tiou , tiou,
su voáltan estensa como inflexible, ya • Shpe iíoií tokua ,
lastimeros, ya llenos de una loca ale- Tío, lio, tío, t : o,
gría , pero que continuamente se suc- Kuutio , kuuiíu , kuuim , kuutíu ,
ceden de un modo, siempre imprevisto? TSILUO , tskuo , tskuo, tskuo ,
ué significan, aquellos largos discur— Tsü, tsii,tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsii, tsií,
, aquellos misteriosos dúos que no Kuoror tiu, tskua pipilskuisi
interrumpe la llegada de la noche ? El Tso, tsp, tso, Iso, jso,, iso, iso, tso, tso, tso, tso,
ruiseñor canta hasta en la jaula , don-
tso, tsirrhading!
de llevan la crueldad algunos aficiona-
Tsisi si tosí si si si si si si si t
dos de privarle de los ojos para que
Tsorre tsorre, tsorre tsorrehi;
ningún odjetb interrumpa sus cantos
causándole distracciones. En el estado Tsatn, tsatn, tsatn, tsatn, isatn, tsain, tsaln, isi.
natural, es indudable que los conti- Dio día dio dio dio dio dio dio dio

nuos discursos del maclio se dirigen á Kuioo trrrrrrrrítzt


L
la hembra; pero cuando está apasio- Lu lu lu ly ly ly li li I¡ lí
nado , ¿ á quién sé dirigen ? ¿ qué quie- Kuio didl li lulyli
ren decir ? Ha guur'gaur, kui kuio!
Algunos intérpretes del lenguaje Kuio, kuui kuui kuui kui kui kui kui
de los animales , han aplicado sus in- Ghi, ghi 7 ghi ,
vestigaciones al del ruiseñor; pero t o - Gholl gholl gholl gholl glua hindiudot
dos sus esfuerzos han sido infructuosos. Kui kui horr ha dia día dillhi;
Esto no obstante todos convienen en
Hets , Iiets , hets, hets , bets, hets, hets , hets ,
que, aunque indescifrable,' el canto de
Hets, hels, hels, hets, hets, hets, hets
este pájaro es el mas agradable entre
Tuarrho' hoslehoi,
los de todas las aves músicas.
Kuia kaia kuia kuia. kuii kuia kuía kuiati;
Un curioso observador ha calcula-
do que el diámetro del espacio á que Kui kui kui ío ío Jo io jo io io kui

se estiende la voz del ruiseñor, no ba- Lu lyle lolo didi io kuia

ja de un tercio de lengua cuando el Higüe güe guai güe gue güe güe güe kuior ÍSJO
aire está en calma. El alemán Bechstein tsiopi.
ha logrado á fuerza de paciencia espre-
sar con bastante exactitud con las com-
binaciones de nuestras letras el efec-
to producido por la voz del ruiseñor.
Ofrecemos á nuestros lectores el resul-
tado de sus trabajos } , advirtiendo que
es preciso pronunciar silvando los s o -
nidos indicados por las letras.
interés cuanto que observamos muy
€$plkacion Ufel J^urin. descuidado este punto en lo general.

Hé aquí un elegante de lo que se


llama entre nosotros de la primera ti-
«Si
jera. El corte de esa levita es verda- ADVERTENCIA.
deramente airoso. Muy ancha de so-
lapa ; abierta de pecho , como corres-
ponde á la estación , y corta de fal- Algunos entorpecimientos, largos
da , cuyo plegado está tirado hacia é importunos de referir, ocurridos en
atrás con gracia y gallardía: el cha- el dibujo y estampado del figurin que
leco y pantalón es también de lo mas acompañó á nuestro último número,
lindo que la calle nueva des petits ocasionaron el retraso Ae. su publica-
champs ha visto salir del taller acre- ción y el acaecido en el del presente
ditado de Mr. Humann , uno de los por las medidas tomadas para la ma-
mejores sastres establecidos en Paris. yor perfección de la lámina. Nos li—
El trage de los dos niños de diferen- songeamos de que nuestras suscripto-
tes edades que se ven en la lámina , es ras tendrán bastante bondad para di-
asimismo digno de servir de modelo á simularnos esta falta , que procurare-
las personas de buen gusto. Le ofrece- mos espiar suficientemente con las me-
mos á nuestras lectoras con tanto mas joras ulteriores.

EL EDITOR, DON ÁNGEL LAVAGNA.

Este periódico se publica todos los días 7 , i 4 , 21, y 28 del mes: y á cada número acompa-
ña su figurín ; de suerle que se datan meusualmente un figurin de señora, otro de hombre , otro de
peinado y el cuarto un dibujo de bordado , ó cualquier otro objeto que parezca análogo á este periódico*

P&ECIO.
KS MADRID. EN 1AS PKOVINCIAS.
14 rs, al mes, llevado a las casas. 5o rf, por trimestre, franco de porte;

suscribí.
En Madrid en la librería de Razóla, calle de la Concepción Gernníma, librería de Miliaria,
calle de Preciados , despacho del Compilador en la .misma calle , y en la redacción en dicha calle,
número 76 nuevo, cuarto principal.
En las provincias, en Barcelona, Bergnes ; Burgos, Arnaiz ; Cádiz, Hortal y compañías Caria"
gena, Benedicto; Córdoba, García é imprenta Real; Corana, Calvete; Cuenca, editor del Boletín
oficial; Gibraltar9 D. Pedro Trauquet; Granada, Sanz; Málaga, Don Santiago Chaire, ealle que
va á la puerta de Espartería, nniftero 8; Murcia, Hernández; Oviedo 9 Longoria; Ronda9 D, José
Btileciu; Santander , Don Otero; Santiago, Rey Romero; Sevilla f Hidalgo; Falencia f Qrga y
compañía; Falladolídf Pastor; Zaragoza ^ Yague,

IMPREKTA DE I. SANCHA.

También podría gustarte