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Universidad Del Salvador Facultad de Filosofía - Área San Miguel
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Tesina de Grado
Tiempo de hospitalidad
La ética de la hospitalidad en el pensamiento de Emmanuel Levinas
2019
2
«¿Sabe? con frecuencia se habla de la ética para describir lo que yo hago, pero lo que
finalmente me interesa no es la ética en sí, sino lo santo, la santidad de lo santo».
Emmanuel Levinas
Adiós a Emmanuel Levinas. p 14.
3
Índice
Introducción ............................................................................................................... 5
Conclusión ................................................................................................................ 69
Bibliografía ............................................................................................................... 75
4
Siglas utilizadas
Las siglas aquí detalladas pertenecen sólo a las obras de Emmanuel Levinas, trabajadas
para interpretar su pensamiento y elaborar este trabajo.
LC: Libertad y mandamiento. En E. Levinas, La huella del otro (págs. 75-94). México
D.F.: Taurus.
AE: De otro modo que ser o más allá de la esencia. Salamanca: Editorial Sígueme.
HH: Humanismo del otro hombre. Buenos Aires: Siglo XXI editores Argentina S.A.
Introducción
En este mundo nuestro, que conoce tanto de división, se viven los desencuentros
diariamente. Somos testigos de ello. Encontramos a nuestro alrededor un sinfín de
situaciones en dónde podemos ver a las personas en una especie de lucha constante;
odios, persecuciones, xenofobias, misantropías, luchas de minorías, excluidos, etc.,
son solo algunas de las situaciones que se viven constantemente en nuestros días.
1
CG 36, D 1, n. 16.
2
Cfr. IGNACIO DE LOYOLA, S. Ejercicios Espirituales. Nº 23.
3
Cfr. PALACIO, La vulnerabilidad fundando la ética de la solidaridad y la justicia, pp. 33-34.
4
HH, p. 130.
5
TI, p. 52.
6
Por nuestra parte, a nuestro trabajo hemos puesto por título “tiempo de
hospitalidad”. Inspirados por el libro del Eclesiastés, en donde se describe que hay un
tiempo para todo6, consideramos la necesidad de una reflexión de tipo filosófica que
nos ayude a pensar las relaciones con los otros. Bajo esa inspiración que nos anima a
redescubrir la hospitalidad, en nuestra investigación nos centraremos puntualmente en
la idea de hospitalidad que encontramos en el pensamiento de Emmanuel Levinas.
Las obras estudiadas para la elaboración de este trabajo son los libros más
significativos del autor. Efectivamente nos estamos refiriendo a las obras de madurez:
Totalidad e infinito, que fue publicada en 1961 y De otro modo que ser o más allá de
la esencia, que a su vez, fue publicada en 1974. Hemos tomado ambas obras para el
desarrollo de nuestra investigación, especialmente para los capítulos I y II, en donde
se exponen las cuestiones de la subjetividad, la acogida, la hospitalidad, etc. Así
mismo, también hemos recurrido a otras publicaciones del autor y de comentaristas.
Para el capítulo III, en donde nos centramos en la recepción de la idea de hospitalidad,
hemos tomado especialmente los desarrollos de Jacques Derrida. Tomamos para
nuestro estudio: Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida (1998), La
hospitalidad (2006), entre otras más.
6
Eclesiastés 3, 1-8.
7
detendremos en el paso que hay de Totalidad e infinito a De otro modo que ser, en
donde la subjetividad es entendida como responsabilidad.
CAPÍTULO I
En De otro modo que ser, Levinas hace mención de la idea de sujeto que tiene
Husserl. El autor dice que la posición del sujeto en la filosofía de Husserl se entiende
desde la “intencionalidad” y, según Levinas, “la intencionalidad arrastra la huella de
lo voluntario y de lo teleológico”7. Agrega además que lo sentido nos remite a una
subjetividad cognoscente y la configuración matemática de las estructuras lógicas
remite a la “espiritualidad” de la intención que “confiere un sentido a lo que se
manifiesta en la abertura recogiendo ese sentido”8. Y así, la cuestión del sujeto sigue
estando en conformidad con toda la tradición de occidente, “el saber en medio de su
sed y de su estancamiento permanece siendo la norma de lo espiritual”9. Así, Levinas
dice que Husserl entiende al sujeto como “el sujeto como existencia, emoción
axiológica, intencionalidad práctica, pensamiento del ser e incluso hombre como signo
u hombre guardián del ser”10. Puede entenderse al sujeto como el que conquista su
existir, se apodera de él, como una “identidad anterior al «para sí»”11, relación de sí
consigo mismo. Pero, ¿cabe otra lectura del proceso de constitución de la subjetividad
que no sea necesariamente un retorno a uno mismo?
7
AE, p. 160.
8
Ibíd. p. 61.
9
Ibíd.
10
Ibíd.
11
Ibíd. p. 173.
12
Cfr. SOTO MORENO, E. Vocación de herencia. p. 175.
9
13
TI, p. 52.
14
Ibíd.
15
MÉNDEZ, J. Significados de la subjetivación. p. 110.
16
SOTO MORENO, p. 180.
17
Cfr. Ibíd.
10
puede reemplazar y de las que nadie [lo] puede liberar”18. Afirmarse como yo equivale
a inclinarse ante la llamada del otro. El yo sólo llega a ser a través de esta
comparecencia frente al otro. “Es como si yo no acabara de ser yo hasta el momento
de esa llamada”19.
A partir de lo que hemos visto podemos preguntarnos qué pasa con la libertad.
De todo lo visto, podemos deducir, al menos, que el discurso levinasiano no obliga a
renunciar a la libertad. En la Introducción de Totalidad e Infinito, Daniel Guillot dice
que la “acusación grave” que hace Levinas a la filosofía de la existencia es su culto
por la libertad. La noción de libertad que acusa “es la consagración explícita del Mismo
y la justificación del exterminio de toda alteridad”20. Sin embargo, según Guillot, “la
relación cara a cara consiste fundamentalmente en sentir vergüenza de su libertad de
sujeto, de sentirse arbitrario e injusto”21. La mirada suplicante de rostro revela la
libertad del yo como culpable e injusta, poniendo en entredicho su derecho a poder.
Podemos decir que Levinas entiende que la libertad no tiene, por sí misma, derecho
alguno y que su justificación es posible en relación con el otro. Es importante remarcar
que ello no quiere decir en absoluto una disolución de la libertad. Para puntualizar,
esto se puede entender que a partir de esa experiencia del encuentro en el «cara a cara»
con el otro, la libertad (lo mismo que sucede con el sujeto), aparece completamente
transfigurada. Algunos comentaristas, como Milciades González, han señalado que “la
idea de Infinito se revela en la expresión del rostro que en su humildad resiste a mis
poderes y apela a mi responsabilidad”22, me invoca a la palabra, a entrar en el discurso
en el que no puedo quedar en silencio. “De modo que, en la expresión, el ser que se
impone no limita, sino que promueve mi libertad suscitando mi bondad”23. Revela un
poder escondido para el Mismo, llevándolo más allá de sus poderes. Así, la palabra del
Otro no es negación de mi libertad, es investidura, llamada a la bondad original. “La
libertad se vuelve bondad en la acogida del Otro”24. Al ser sometida a semejante
18
TI, p. 259.
19
SOTO MORENO p. 181.
20
TI, p. 30.
21
Ibíd. p. 31.
22
GONZÁLEZ, M. La subjetividad humana como lugar de la revelación. p. 76.
23
EDE, p. 244.
24
GONZÁLEZ, p. 76.
11
25
Cfr. TI, p. 110.
26
TI, p. 218. (El resaltado es nuestro)
27
SOTO MORENO, p. 182.
28
Ibíd.
29
Con respecto a lo que supone albergar al Infinito, Maurice Blanchot dice al respecto: “En la relación
entre yo y El Otro, El Otro es lo que no puedo alcanzar, lo Separado, lo Altísimo, lo que escapa de mi
poder y por ende lo sin poder, lo ajeno, lo desguarnecido. Más en la relación del Otro conmigo, parece
que todo se da vuelta: lo lejano se vuelve lo próximo, dicha proximidad se vuelve obsesión que
perjudica, pesa en mí, me separa de mí, actuará en mí mismo, desidentificándome, abandonándome a
una pasividad […] Entonces el otro se vuelve más bien el Apremiante, el Sobreeminente, aquel que le
agobia, me atesta, me deshace, aquel que me complace no menos que me contraría al hacerme responder
por sus crímenes, al cargarme con una responsabilidad que no puede ser mía, ya que llegaría hasta la
«sustitución»”. BLANCHOT, M., La escritura del desastre, p. 24.
30
TI, p. 105.
12
La apuesta fuerte de De otro modo que ser o más allá de la esencia es que la
subjetividad se constituye como “sujeción al otro”31. Coincidimos con Erika Soto
quien sostiene que no se parte ya de un yo ya “en pie” al que la mirada del rostro viene
a poner en cuestión; el sujeto, ahora, no es nada más que ese cuestionamiento. Así, no
hay ninguna identidad previa a la asignación de responsabilidad32. Aquí, el sujeto está
imputado desde antes de haber tenido ocasión de hacer uso de su libertad33. Nos
encontramos con que no hay nada anterior a la responsabilidad. Levinas entiende que
esta “responsabilidad” se remonta a un pasado inmemorial:
(…) me substituye por el otro en tanto que rehén. Toda mi intimidad queda
investida para-con-el-otro-a-mi-pesar. A pesar mío, para-otro: he aquí el significado
31
EI, p. 82. Más extensamente dice: “Yo soy sujeción al otro; y soy «sujeto» esencialmente en ese
sentido.
32
Blanchot apunta a que Levinas ha alterado de ese modo completamente el concepto de
responsabilidad: «Responsable: esto califica, en general, de manera prosaica y burguesa, a un hombre
maduro, lúcido y consciente, que actúa con mesura, tiene en cuenta todos los elementos de la situación,
calcula y decide, el hombre de acción y de éxito. Pero he aquí que la responsabilidad -responsabilidad
de mí para con el otro, para con todos, sin reciprocidad- se desplaza, ya no pertenece a la conciencia,
no es la aplicación de una reflexión actuante, ni siquiera es un deber que se impondría de fuera y de
dentro. Mi responsabilidad para con el Otro supone un volteamiento tal que no puede marcarse más que
por un cambio de estatuto de «mí», un cambio de tiempo y quizás un cambio de lenguaje» BLANCHOT,
p. 28.
33
Cfr. SOTO MORENO, p. 185.
34
AE, p. 55.
35
Ibíd. p. 54.
36
Ibíd.
37
Ibíd.
13
por excelencia y el sentido del sí mismo, de se, un acusativo que no deriva de ningún
nominativo, el hecho mismo de reencontrarse perdiéndose38.
Ante tal asignación inapelable sólo me queda responder «heme aquí»39, con el «sí»
incondicionado del más puro ofrecimiento. Citando al profeta Isaías, Levinas dice que
«Heme aquí» significa «envíame». Esa entrega absoluta constituye el origen de todo
lenguaje: el Decir.
38
AE, p. 56.
39
Ibíd. p. 223.
40
TI, p. 308.
41
PINARDI, S. Notas acerca del decir y lo dicho en el pensamiento de Levinas. p. 34.
42
TI, p. 67.
14
Así, según Sandra Pinardi, para Levinas en la ética se hace presente una región del
existir que es previa al mundo, al sujeto y al saber y en la que se hace patente el
acontecimiento fundamental gracias al que el hombre es43.
43
Cfr. PINARDI, p. 35.
44
Cfr. Ibíd.
45
Cfr. TI, p. 95.
46
PINARDI, p. 36.
47
AE, p. 142.
15
La pasividad da cuenta del modo particular cómo el receptor del encuentro con
el Otro acusa, se hace cargo y es absolutamente determinado por ese encuentro con el
Rostro, por esa epifanía del Otro. La pasividad da cuenta de pura afectación, es “una
pasividad más pasiva que toda pasividad”48 dice Levinas, gracias a la que el “sujeto”
se da como constituido –paradójicamente- a partir de la acogida de lo que no es, de lo
que no le pertenece, de lo que lo excede. Esta formación de la subjetividad del yo es
posterior ya que Levinas entiende que es una “ilusión que la subjetividad es capaz de
forjarse”49. El sujeto adviene como lo que acontece de una experiencia que es in-
dominable, incompleta e imposible, signada por lo que huye, se escapa, se retrae, por
lo propiamente trascendente.
Con respecto a la distinción que hay entre el Decir y lo dicho, Levinas dice que
lo dicho “es aquella fórmula expresiva del lenguaje que está al servicio del Ser, y en
el que el verbo (ser) se comprende como nombre, se nominaliza, el nombre se hace
verbo, se verbaliza y constituye el ente como ‘lo que es’”51; lo dicho opera por ello
mismo designando52, es decir, a la vez denominando y consagrando. En lo dicho se
48
AE, p. 59.
49
Ibíd. p. 113.
50
PINARDI, p. 37.
51
Ibíd.
52
Ibíd. p. 38. Según Sandra Pinardi Levinas entiende los nombres, ese lenguaje propio del conocer,
como “unidades idénticas. A este respecto Levinas apunta: “Las ‘unidades idénticas’ no son
primeramente dadas o tematizadas para recibir después un sentido, sino que son dadas por medio de ese
sentido. ‘Esto en tanto que tal’ no es algo vivido, sino que es dicho. La identificación se entiende sobre
la base de una esquematización misteriosa, de algo ya dicho, de una doxa previa supuesta por toda
relación. (…) Lo dicho no es simplemente signo o expresión, sino que proclama y consagra a esto en
tanto que tal” (AE, p. 84.)
16
Lo dicho es esa fórmula del lenguaje que da cuenta del ente en tanto que
esencia, y que nos informa primordialmente sobre su identificación, “[...] la
identificación tiene lugar en algo ya dicho”54, su incorporación y recuperación al
interior de un sistema de conocimiento, de una conciencia: afirmando lo que algo es,
y determinando en ese nombre que es ya, desde siempre, un significado y como
significado participa de un código convencional de signos, de algo ya dicho. En este
sentido, para Levinas, lo dicho está siempre ya dicho. No es un evento, sino un
ejercicio de síntesis gracias al que el ente “aparece como idéntico a la luz del tiempo”55,
permanece como “lo mismo”, como semejante a sí. En lo Dicho se da entonces una
palabra memorable gracias a la que el mundo es lo que es, gracias a las que las
“identidades se iluminan”. Por lo tanto, dice Levinas:
53
AE, p. 49.
54
Ibíd. p. 86.
55
Ibíd. p. 87.
56
Ibíd. p. 90.
57
PINARDI, pp. 38-39.
58
AE, p. 94.
59
PINARDI, p. 39.
17
entre nombre y verbo, entre identidad y ser, es el lugar en el que se dan los discursos
del saber; de la apropiación y la comprensión.
Coincidimos con Sandra Pinardi quien dice que primeramente, Levinas señala
el terreno desde el que es necesario comprender ese Decir. Este terreno es el lenguaje
concebido como apertura y comunicabilidad, como acercamiento y responsabilidad.
“El Decir da cuenta de la experiencia originaria de la significancia de la significación,
a saber, la experiencia de una subjetividad pasiva”63, de una conciencia que viene a
partir del uno-para-el-otro64, de un sujeto que no es separable de su corporeidad y para
el que la enunciación –el acto de decir- está siempre fundado en la proximidad del Otro
–no del saber mismo- “es proximidad de uno a otro, compromiso del acercamiento,
uno para el otro, la significancia misma de la significación”65.
60
PINARDI, p. 39.
61
Cfr. AE, p. 109.
62
Ibíd.
63
PINARDI, p. 40.
64
Con respecto a esto, Levinas dice que “Porque la subjetividad es sensibilidad –exposición a los otros,
vulnerabilidad y responsabilidad de los otro, uno-para-el-otro, esto es, significación- y porque la materia
es el lugar propio del para-el-otro, el modo como la significación significa antes de mostrarse como
Dicho dentro del sistema del sincronismo, dentro del sistema lingüístico, es por lo que el sujeto es de
sangre y carne, hombre que tiene hambre y que come, entrañas en una piel, y, por ello, susceptible de
dar el pan de su boca o de dar su piel”. AE, p. 136.
65
Ibíd. p. 48.
18
El acto «de decir» desde el comienzo debería haber sido introducido aquí
como la suprema pasividad de la exposición al Otro, que es precisamente la
responsabilidad para con las libres iniciativas del otro. De ahí la «inversión» de la
intencionalidad que conserva siempre ante el hecho suficientemente cumplido de
presencia de espíritu para asumirla. De ahí el abandono de la subjetividad soberana
y activa, de la conciencia de sí mismo que permanece indeclinada como sujeto en
nominativo de la aponfasis67.
66
AE, pp. 99-100.
67
Ibíd. p. 100.
68
PINARDI, p. 41.
19
Yo- mensaje que por medio de un signo designa este pensamiento –percepción del
signo por el otro Yo- desciframiento del signo69.
Para explicitar un poco más, podríamos agregar que el Decir es lo que se instala entre
ese Otro y yo; como una significación sensible previa a cualquier consideración, como
el vínculo desde el que se realiza la posibilidad misma de hablarnos. Cuando hablamos
con otro, cuando nos comunicamos, ese Decir es, como dice Pinardi, “lo que
exponemos de nosotros al decirle algo”70, aquello que sin decirse decimos de nosotros
al hablar –“la ruptura de la interioridad”, la “sinceridad”, el “no disimulo”71-, aquello
que acompaña silentemente a todo hablar en forma de solicitud; “porque cuando
hablamos con otro siempre le solicitamos su palabra”72.
69
AE, pp. 100-101.
70
PINARDI, p. 41.
71
AE, p. 103.
72
PINARDI, p. 42.
73
Cfr. AE, p. 229.
74
Ibíd. p. 102.
20
Habíamos visto que para Levinas, según lo habíamos entendido, no hay sujeto
anterior a la responsabilidad, pero eso nos hace preguntarnos ¿cómo es posible –
entonces- asignar algo a alguien que ni siquiera existe? Recurriendo al concepto de
«creación», Levinas disuelve esta cuestión. Dice al respecto que “en la creación, lo
llamado a ser responde a una llamada que no ha podido alcanzarlo puesto que, salido
de la nada, obedece antes de escuchar la orden”80. Esta afirmación levinasiana es para
–como dice Erika Soto- subrayar que el yo no es primero en ningún sentido81.
75
A este respecto, Levinas dice: “El enigma del Infinito, responsabilidad en la que nadie me asiste, cuyo
Decir se torna en mí contestación del Infinito, pero contestación mediante la cual todo me incumbe,
mediante la cual, por tanto, se produce mi entrada en los designios del Infinito; tal enigma me separa el
infinito de toda fenomenalidad, del aparecer, de la tematización, de la esencia”. AE, p. 233.
76
“El yo abordado a partir de la responsabilidad para-con-el-otro es desnudamiento, exposición a la
afección, pura suscepción. No se pone poseyéndose y reconociéndose, sino que se consuma y se vacía,
se des-sitúa, pierde su sitio, se exilia, se relega en sí mismo…” Ibíd. p. 213.
77
Ibíd. p. 170.
78
SOTO MORENO, p. 186.
79
AE, p. 182.
80
Ibíd.
81
Cfr. SOTO MORENO, p. 185.
21
«hecho» de pasividad. En De otro modo que ser encontramos una serie de figuras para
“reforzar la tesis” de la pasividad del sujeto. Quisiéramos presentar a continuación una
de esas “figuras”, a saber, la persecución.
Coincidimos con Erika Soto quien sostiene que con la idea de recurrencia,
Levinas entiende la imposibilidad de volver a sí, de reposar en sí, “da pie a pensar en
el sujeto como presa de una inquietud de la que en ningún modo puede liberarse”82.
No hay descanso para el yo. Esto tiene relación con la idea de la persecución, en la
que Levinas reconoce “el movimiento mismo de la recurrencia”83. Esto sugiere que la
persecución no viene a añadirse a un sujeto plenamente constituido, sino que forma
parte de su proceso mismo de constitución. “El sujeto llega a ser sí mismo por esa
acusación que lo corroe, por esa persecución: antes de ser en nominativo, está en
acusativo, antes de ser un ‘yo’, es un ‘sí’”84.
82
SOTO MORENO, p. 187.
83
AE, p. 179.
84
SOTO MORENO, p. 187.
85
AE, pp. 107-108.
86
Ibíd. p. 108.
87
Cfr. MÉNDEZ, pp. 115-116.
88
Cfr. MUÑOZ, E., Hacia un pensamiento del afuera. Aproximacion al pensamiento del joven Lévinas.
p. 189.
22
Según Muñoz, “se trata de una sensibilidad afectada en su origen por el requerimiento
del otro, más acá de todo impulso intencional. Proveniencia ex-trañante donde la
conciencia pierde su posición dominante que ocupa en tanto que conciencia
trascendental”90. Es a partir de este encontrarse desgarrado que el “Sí mismo se
hipostasia de otro modo; se anuda como imposible de desatar en una responsabilidad
para con los otros. Intriga an-árquica porque no es el reverso de alguna libertad, de
algún compromiso libre adquirido en el presente o en un pasado memorable”91.
89
AE, pp. 109-110.
90
MUÑOZ, p. 190.
91
AE, pp. 171-172.
92
MUÑOZ, P. 190.
93
AE, p. 54.
23
Más allá del simple “juego de palabras”, esta frase lapidaria recoge asimismo
la implicación de pasividad que el caso gramatical de la “acusación” trae aparejada.
Puesto que la persecución forma parte de mí, no tengo siquiera un lugar donde
esconderme, un “en casa” que me sirva de refugio.
Puesto que se está defendiendo que ese movimiento constituye al sujeto, no tiene
sentido ver en él a un ser “capaz” de tales cosas. El sujeto no es nada más allá de este
sacrificio originario, este sufrir en el lugar del otro, esta condena a pagar una deuda
nunca contraída.
94
MUÑOZ, p. 191. (El comentarista hace uso del término «previedad» para referirse a la anterioridad
de la trascendencia)
95
Ibíd.
96
Ibíd.
97
SOTO MORENO, p. 188.
98
Ibíd.
24
que habíamos mencionado más arriba, que Levinas no renuncia al concepto de sujeto.
La diferencia es quizá que en el planteamiento previo, antes su carácter de término
necesario a la relación exigía pensar al yo como ser separado y autosuficiente, ahora
requiere pensarlo como vaciándose de toda consistencia, como una suerte de “revés
sin derecho”99
Coincidimos con Erika Soto quien dice que hay algo que se conserva tal cual
a lo largo de los años, y es la manera en que Levinas justifica el hecho de que aún
tenga sentido hablar de un yo una vez que el para-el-otro de la responsabilidad lo ha
privado de todo cuanto tradicionalmente hablando lo define (conatus, inter-és,
imperialismo, espontaneidad)103. “Ese clarísimo hilo conductor es el concepto de
elección que, si bien no adquiere un carácter decisivo hasta después de la ‘ruptura’,
aparecía ya en Totalidad e Infinito”104. La posibilidad de hablar todavía de un yo se
funda en su carácter de elegido. Yo y sólo yo estoy llamado a responder; la misma
asignación de responsabilidad me singulariza, me hace único: “la unicidad del yo es el
hecho de que nadie puede responder en su lugar”. Erika Soto dice que ésta cita es
99
AE, p. 63. “Su ‘hacia el otro’ es esta puesta del revés misma. Revés sin derecho”
100
SOTO MORENO, p. 189.
101
Ibíd.
102
Ibíd.
103
Cfr. Ibíd.
104
Ibíd.
25
igualmente válida para el sujeto rehén: aquél que sustituye a todos es, él mismo,
insustituible; en esa condición excepcional reside la “suprema dignidad del único”105.
La responsabilidad llevada al extremo de la sustitución no trata del Yo, sino de mí.
Ante tal asignación inapelable sólo que me queda por responder «heme aquí́»,
con el «sí» incondicionado del más puro ofrecimiento. Esa entrega absoluta constituye,
así́, el origen de todo lenguaje.
105
Cfr. SOTO MORENO, p. 190.
26
CAPÍTULO II
Luego de haber presentado en el primer capítulo cómo entiende Levinas al sujeto, cabe
preguntarnos si el desarrollo que presentamos en torno al sujeto permiten pensarlo
todavía como «hospitalidad». Consideramos que sí; que dichos tratamientos llevan
hasta el extremo la idea de que el yo es acogida del otro106. Así, es preciso puntualizar
que la acogida no implica agencia alguna por parte del sujeto. Levinas rechaza incluso
en ocasiones ese término por lo que puede sugerir de actividad107.
106
Cfr. AE, p. 99. Levinas se refiere al «uno-para-el-otro» como hospitalidad.
107
Cfr. Ibíd. p. 16.
108
SOTO MORENO, p. 197.
109
Ibíd. p. 157.
110
Ibíd. p. 197.
111
DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida.
112
TI, p. 52. (La cursiva es nuestra)
27
En ese sentido, Derrida nos dice que cabe leer Totalidad e Infinito como un
inmenso tratado de hospitalidad, aunque dicha palabra no sea ni frecuente ni
subrayada en dicha obra115. Además añade diciendo que “en las páginas de conclusión
(en referencia a TI), la hospitalidad resulta el nombre mismo de aquello que sea abre
hacia el rostro, de aquello que, más precisamente, lo «acoge»”116
Según Jacques Derrida la palabra «hospitalidad» traduce otras dos palabras que
la han precedido: «atención» y «acogida»119. Haciendo una “paráfrasis interna, una
serie de metonimias dicen la hospitalidad, el rostro la acogida: tensión hacia el otro,
intención atenta, atención intencional, sí al otro”120. Derrida continua su análisis
diciendo que “la intencionalidad, la atención a la palabra, la acogida del rostro, el
recibimiento del rostro, la hospitalidad son lo mismo, pero lo mismo, en tanto que
113
DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 34.
114
Ibíd.
115
Ibíd. p. 39.
116
Ibíd.
117
Ibíd. p. 54.
118
TI, p. 303.
119
Cfr. DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 40.
120
Ibíd.
28
121
DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 41.
122
Ibíd., p. 72.
123
Cfr. Ibíd., p. 37.
124
Cfr. Ibíd.
125
Cfr. TI, p. 58.
126
Cfr. Ibíd., p. 59.
29
Levinas identifica eso Otro hacia lo que la metafísica se dirige como el otro:
“lo Otro en tanto que otro es el Otro”128. Esto no debe entenderse que con la expresión
«el otro» Levinas se está refiriendo a una persona cualquiera de ésas que simplemente
no son yo y para las que yo, a mi vez, sería otro. El otro, no es otro yo, y su relación
conmigo no se establece en los mismos términos que mi relación con él. Su alteridad
no es el reverso de ninguna identidad129, no resulta de ella, sino que la constituye. La
«relación sin relación»130 es posible porque entre ambos términos no se da ningún
parentesco. Erika Soto comenta al respecto que el yo y el otro no tienen nada en
común, ni siquiera un límite: “la comunidad de frontera une al mismo tiempo que
separa”131.
127
Cfr. TI, p. 104.
128
Ibíd. p. 93.
129
Cfr. Ibíd. p. 140.
130
Ibíd. p. 299.
131
SOTO MORENO, p. 62.
132
Ibíd.
133
Cfr. Ibíd.
134
Ibíd. p. 63.
30
La noción de rostro, a la cual vamos a acudir en toda esta obra […] significa
la anterioridad filosófica del ente sobre el ser, una exterioridad que no se reduce, como
en Platón, a la interioridad del recuerdo, y que sin embargo salvaguarda al yo que la
recibe136. El rostro es una presencia viva, es expresión137. La desnudez del rostro es
indigencia138. La expresión o el rostro desborda las imágenes […] El rostro no llega a
ser jamás imagen o intuición139.
135
SOTO MORENO, p. 63.
136
TI, p. 75.
137
Ibíd. p. 89.
138
Ibíd. p. 98.
139
Ibíd. p. 301.
140
Ibíd. p. 159.
141
Ibíd. p. 213.
142
Ibíd. p. 89.
143
Ibíd. pp. 113, 272, Y 21.
144
Cfr. Ibíd. p. 98. Dice Levinas al respecto: “Esta mirada que suplica y exige —que solo puede suplicar
porque exige— privada de todo porque tiene derecho a todo y que se reconoce al dar (como se
«cuestionan las cosas al dar»), esa mirada es precisamente la epifanía del rostro como rostro”.
145
SOTO MORENO, p. 63.
31
Así también, podríamos agregar que tampoco cabe pensar como «mirada» el
modo en el que el sujeto está vuelto hacia el rostro. La mirada, en cuanto modo
privilegiado de la percepción, es ya una forma de conocimiento. Así, leemos en Ética
e infinito: “¡La mejor manera de encontrar al otro es la de ni siquiera darse cuenta del
color de sus ojos!”146. Aquellas cosas en las que la mirada habitualmente posa su
atención pierden en esta situación excepcional toda su importancia. Si tiene sentido
hablar de autenticidad en el encuentro con el rostro, al menos una de sus condiciones
seria no saber nada de él.
Marta Palacio dice al respecto que el rostro es palabra que suscita el deseo del
yo y por ello es “religión”147. “Interpela al yo en su expuesta ‘desnudez decente’. El
rostro es ‘relación sin relación’, relación ética o metafísica”148. Levinas dice que “el
rostro está expuesto, amenazado, como invitándonos a un acto de violencia. Al mismo
tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar”149. Concordamos con Palacio quien
afirma que la relación ética es un Decir, una proximidad con la trascendencia, un
pasado inmemorial en la que se conserva la huella del Otro. “La relación con el otro
es un imperativo heterónomo: un mandamiento que ordena ‘no matarás’ que acontece
en la proximidad de la extrema vulnerabilidad del rostro del otro”150. Dice Levinas:
La absoluta desnudez del rostro, este rostro sin defensa, sin cobertura, sin
vestimenta, sin máscara, es sin embargo eso que se opone a mi podes sobre él, a mi
violencia… el ser que está a mi frente dice no151.
Marta Palacio comenta al respecto que este «no» es la prohibición de matar a alguien
a quien se presenta como rostro.
146
EI, p. 71.
147
TI, p. 81. “La religión es Deseo y no lucha por el reconocimiento”.
148
PALACIO, La mujer y lo femenino en el pensamiento de Emmanuel Levinas., p. 240.
149
EI, p. 72.
150
PALACIO, pp. 240-241.
151
LC, p. 89.
152
PALACIO, p. 241. (Las citas del interior corresponden a: LC, pp. 90, 85)
32
La indigencia del rostro adquiere una doble significación. Por un lado, ya que
es extrema debilidad, el rostro incita a cometer contra él un acto de violencia; el
asesinato, la negación total. Levinas dice que el rostro es el único ser al que puedo
querer matar162, pues es el único del que no puedo apropiarme163. El rostro encarna así
su exposición a la muerte, su absoluta vulnerabilidad164. Por otro lado el mismo rostro
impide su aniquilación, su asesinato. Si indigencia se vuelve exigencia, orden,
mandato: suspende todos mis poderes165, imposibilitando el cumplimiento de aquella
153
EI, p. 71. Dice Levinas al respecto: “No sé si se puede hablar de “fenomenología” del rostro, puesto
que la fenomenología describe lo que aparece”.
154
PALACIO, p. 241.
155
Cfr. TI, 75.
156
Cfr. Ibíd. p. 119.
157
LC, p. 87.
158
Cfr. TI, p. 75.
159
Ibíd.
160
PALACIO, p. 243.
161
Cfr, TI, 126.
162
Cfr. Ibíd. p. 212. Dice Levinas al respecto: “El Otro es el único ser al que yo puedo querer matar”.
163
Cfr. Ibíd. p. 211. “Matar no es dominar sino aniquilar, renunciar absolutamente a la comprehensión”.
164
Cfr. Ibíd. p. 266.
165
Cfr. Ibíd. p. 107.
33
tentación de querer matarlo. Pero esta resistencia que opone a los poderes del yo no
está basada en la fuerza, no es una resistencia de cosa166.
El «cara a cara» no es una puesta a prueba de las propias fuerzas que pudiera recordar
a la lucha hegeliana por el reconocimiento. ¿En qué consiste esta extraña relación? En
buena parte, Totalidad e Infinito intenta mostrar que tal relación tiene lugar como
lenguaje o discurso, Levinas dice al respecto:
Levinas hace uso de la función expresiva del leguaje para mostrar un modo de relación
con la alteridad diferente a la tematización que sincroniza el Yo al Mismo171.
166
SOTO MORENO, p. 65.
167
Ibíd.
168
TI, p. 211.
169
SOTO MORENO, p. 65.
170
TI, p. 63.
171
Cfr. PALACIO, p. 223.
34
172
TI, p. 199.
173
Ibíd.
174
Cfr. Ibíd. p. 195.
175
Cfr. Ibíd. p. 213.
176
Cfr. Ibíd. p. 240.
177
Ibíd. p. 104.
178
SOTO MORENO, p. 68.
179
TI, p. 119.
35
Así, para Levinas, lo esencial del discurso no es lo que dice, sino “el hecho de
que me pone en relación con el otro”184. La visión tradicional subordina el diálogo al
saber, saber que, por definición, anula toda multiplicidad.
Ahora bien, no solamente hay que quedarse con la parte negativa del
mandamiento. Al decirme que no debo matarlo, el rostro me hace, positivamente,
180
SOTO MORENO, p. 68.
181
TI, p. 120.
182
Ibíd.
183
SOTO MORENO, p. 67.
184
Ibíd. p. 69.
185
TI, p. 212.
186
Ibíd. p. 173.
36
Ese lenguaje original en que la expresión del rostro representa una “sacudida
ética del ser”188. Pues bien, en este momento en el que el yo retira la atención del sí
mismo para volverla hacia el otro, en este momento en que suspende su inter-és. La
imposibilidad ética de matar unida a la responsabilidad por el otro que trae
necesariamente aparejada, significación ética expresada por el rostro y que hace
estallar el orden del ser, es la humanidad misma de lo humano “Nadie puede quedarse
en sí mismo: La humanidad del hombre, la subjetividad, es una responsabilidad por
los otros, una vulnerabilidad extrema”189.
187
TI, p. 191.
188
SOTO MORENO, p. 70.
189
HH, p. 130.
190
Cfr. TI, pp. 64 y 66.
191
Cfr. TI, p. 220. Y AE, p. 77.: En De otro modo que ser nuestro autor utiliza una imagen muy potente
para entender esto de la desproporción, ausencia de correlación o reciprocidad. Mencionando a la obra
de Dufy dice “los colores salen de sus contornos o no los rozan” En ello podemos entender lo que dirá
en la misma obra más adelante: “Ninguna acogida iguala mi medida del prójimo. La adecuación es
imposible.”(150, el subrayado es nuestro).
192
TI, p. 227.
193
Cfr. Ibíd. p. 99.
37
Concordamos con Soto quien dice que accedemos a la idea de Dios mediante
la epifanía del rostro sin que haya sido necesario recurrir a él para entender la
significación ética que en presencia del rostro tiene lugar. Y si el «cara a cara» es la
situación concreta en el que se realiza la relación metafísica, debe haber alguna
conexión entre ese Dios que se revela en la altura del rostro y lo que antes habíamos
llamado infinito, exterioridad, alteridad o trascendencia, aquello con lo que el yo se
veía envuelto en dicha relación196. Termina la comentarista diciendo que “ahora,
entonces, podemos afirmar que Dios es el nombre que aglutina estos otros, el lugar
hacia el que apunta el deseo metafísico. Los conceptos teológicos de creación,
revelación y religión adquieren en este punto toda su pertinencia”197.
Por último, puesto que el ser implica totalidad e inmanencia, hay que asumir
que Dios, en cuanto infinito y absolutamente exterior, se sitúa permanentemente más
allá del ser, ἐπέκεινα τῆς οὐσία, a la manera del Bien platónico198. Levinas hace
referencia a él en muchas ocasiones. El concepto de Bien también le interesa en su
194
TI, p. 295.
195
Ibíd. p. 110.
196
Cfr. SOTO MORENO, p. 70.
197
Ibíd. pp. 70-71.
198
Cfr. TI, pp. 125 y 231.
38
significación plenamente ética. “El Bien es ese orden ético que interrumpe lo
ontológico y que acontece en la epifanía del rostro”199 o, recuperando algo que hemos
dicho recientemente, el orden de lo humano.
Concordamos plenamente con Marta Palacio quien dice que “Levinas recupera
la función expresiva del lenguaje para indicar un modo de relación con la alteridad
distinto de la tematización o función significativa que sincroniza al mismo con el otro
en la correlación sujeto-objeto”200. Por el contrario, “en su función de expresión, el
lenguaje mantiene precisamente al otro al que se dirige, a quien se interpela o
invoca”201. Esta “revelación del Otro”202 –dice Palacio- “no donado ni representable
por la conciencia que instaura la pragmática del lenguaje, supone la pluralidad de
interlocutores, separados, extraños y trascendentes entre sí, en cuya relación se
despliega la semántica del lenguaje”203 Levinas dice al respecto que “la relación del
lenguaje supone la trascendencia, la separación radical, el extrañamiento de los
interlocutores, la revelación del otro al yo”204. Así, en palabras de Levinas “el discurso
es… experiencia de algo absolutamente extraño, ‘conocimiento’ o ‘experiencia’ pura,
traumatismo del asombro”205. El lenguaje no es ya sólo intercambio de información,
sino que “la esencia del lenguaje es amistad y hospitalidad”206.
199
SOTO MORENO, p. 71.
200
PALACIO, p. 223.
201
TI, p. 96.
202
Ibíd.
203
PALACIO, p. 223.
204
TI, p. 96.
205
Ibíd. p. 97.
206
Ibíd. p. 309.
207
AE, p. 83.
208
Cfr. PALACIO, p. 224.
39
en la significación de un Decir que va más allá de lo dicho, pero que al mismo tiempo
constituye al yo ético o a la subjetividad que desgarra a la esencia”209.
Recibir del Otro más allá de la capacidad del Yo; lo que significa exactamente:
tener la idea de lo infinito. Pero eso significa también ser enseñado. La relación con
Otro es el Discurso, es una relación no-alérgica, una relación ética, pero ese discurso
recibido es una enseñanza. Pero la enseñanza no se convierte en la mayéutica. Viene
del exterior y me trae más de lo que contengo. En su transitividad no-violenta se
produce la epifanía misma del rostro. El análisis aristotélico del intelecto, que descubre
el intelecto agente, que entra por la puerta, absolutamente exterior, y que sin embargo,
209
PALACIO, p. 224.
210
DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 43.
211
Ibíd.
212
Cfr. Ibíd.
213
TI, p. 75.
214
Cfr. DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 44.
215
Cfr. Ibíd.
40
216
TI, p. 75.
217
Cfr. DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. pp. 44 - 45.
218
TI, p. 217.
219
Ibíd. p. 189.
220
Cfr. Ibíd.
41
Coincidimos con Erika Soto cuando afirma que el hecho de estar relacionado con una
anterioridad sin que dicha relación anule la separación es lo que hace posible el que yo
pueda acoger el mandato que cuestiona sus derechos225. Si no fuera un ser separado,
si no fuera libre, no habría libertad que cuestionar; si la libertad fuera lo primero, no
habría lugar para una significación anterior a su iniciativa que pudiera revelársele y
poner en evidencia su carácter arbitrario, exigiendo una justificación por parte del yo.
En palabras de Erika Soto “sólo en cuanto criatura puede el yo ser o des-inter-es-arse;
sólo en cuanto criatura puede el yo habitar en lo ontológico y salir de su morada para
abrirse hacia lo ético”226.
221
Cfr. TI, p. 190. Dice Levinas al respecto: “El lenguaje no pertenece a las relaciones que se pueden
traducir en las estructuras de la lógica formal: es un contacto a través de la distancia, relación con lo
que no se toca, a través de un vacío. Se coloca en la dimensión del deseo absoluto, causa de que el
Mismo se encuentre en relación con otro, que no es simplemente lo que el Mismo había perdido”. (El
subrayado es nuestro).
222
Ibíd. p. 303.
223
Cfr. HH, p. 82. “El rostro es, por sí mismo, visitación y trascendencia”.
224
TI, p. 111.
225
Cfr. SOTO MORENO, p. 72.
226
Ibíd.
42
mandato dirigido por el rostro del otro, el yo puede «recibir» al otro más allá de su
capacidad. En esto consiste la ética de la acogida227.
Esta relación ética, que acontece por la epifanía del rostro, afirma Palacio 228, es
denominada por Levinas «filosofía primera o metafísica»229. Según Palacio, es en el
contacto cara-a-cara que no es referencia a un horizonte del mundo. La separación es
exigida en la relación ética original con el ser exterior en la cual el rostro irrumpe como
trascendencia; “epifanía o visitación del rostro; exposición del rostro que es una
ruptura con la presencia y el ser; un ‘de otro modo que ser’”230. Añade además, y esto
coincide plenamente con lo que habíamos expuesto en el primer capítulo de nuestro
trabajo, que “debido a esta relación ética, el sujeto levinasiano es pura pasividad
investida por una obligación irrecusable”231. Esta idea es retomada, “tallada aún con
mayor originalidad en la escritura hiperbólica y recurrente en De otro modo que
ser”232.Dice Levinas:
El yo abordado a partir de la responsabilidad para-con-el-otro es
desnudamiento, exposición a la afectación, pura suscepción. No se pone poseyéndose
y reconociéndose, sino que se consume y se vacía, se des-sitúa, pierde su sitio, se
exilia…; expuesto a las heridas y al ultraje, se vacía en un no-lugar hasta el punto de
substituirse por el otro y sin mantenerse en sí más que en cuanto huella de su exilio233.
227
PALACIO, p. 247 – 248. (Las citas del interior corresponden a: TI, pp. 301, 89, 301.; EI, p. 73.)
228
Cfr. PALACIO, p. 248.
229
TI, p. 308.
230
PALACIO, p. 248.
231
Ibíd.
232
Ibíd.
233
AE, p. 212.
234
Ibíd. p. 267.
235
Cfr. PALACIO, pp. 248-249.
236
Ibíd. p. 249.
43
237
Cfr. PALACIO, p. 249.
238
TI, p. 75 .
239
Ibíd. p. 303.
240
DERRIDA, p. 71.
241
PALACIO, p. 249.
242
TI, p. 52.
44
Capítulo III
Algunos comentaristas, como Gabriela Balcarce, han señalado que una de las
continuidades más profundas entre filosofía levinasiana y la derrideana ha sido la
centralidad de la problemática de la alteridad en el pensamiento filosófico, más aún,
entendida como la condición misma de todo pensamiento245. La dirección del
pensamiento como una dimensión «mesiánica»246 que rompe con su misma previsión,
que se abre al otro como «promesa»,247 “el otro, que es promesa del pensar”248. Porque
–como lo habíamos visto a lo largo de nuestro trabajo- es en la exposición y la
precedencia donde la totalidad se «quiebra», se «perfora»249 ante cualquier horizonte
de previsibilidad, y por ello mismo, donde el otro no resulta apresable de ningún modo:
Es una relación con un ser que, en cierto modo, no existe en relación a mí […]
Un ser situado más allá de todo atributo que tuviera como efecto el cualificarle, es
243
AE, p. 217.
244
DERRIDA, J. La escritura y la diferencia. p. 112.
245
Cfr. BALCARCE, G. Pensamientos de la hospitalidad. p 174.
Derrida es quien hace alusión a lo “mesiánico” al referirse a la idea política de Levinas. Cfr.
246
decir, el reducirle a aquello que tiene en común con otros seres, el hacer de él un
concepto250.
Cuestión de la cuestión, cómo dirigirse al otro y desde el otro, al otro del otro,
cuestión de una cuestión que, ciertamente no es la primera (llega tras el sí al otro y el
sí del otro) pero nada la precede. Nada, y sobre todo, nadie254.
250
EN, p. 46.
251
Cfr. TI, p. 77.
252
BALCARCE, 174.
253
EN, p. 129.
254
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 50
255
BALCARCE, p. 175.
46
256
Cfr. BALCARCE, p. 175.
257
Ibíd.
258
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 47.
259
BALCARCE, p. 175.
260
Cfr. CONESA, D. La "ética de la acogida" en el pensamiento de Emmanuel Levinas. Una lectura
derridiana. p. 223.
261
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 66.
262
CONESA, p. 223.
263
Ibíd.
47
3. 2. Noción de hospitalidad
264
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 37.
265
Ibíd.
266
Cfr. Ibíd.
267
Cfr. Ibíd. p. 39.
268
Ibíd.
269
Cfr. Ibíd.
270
TI, p. 303.
271
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 41.
48
Por tanto, es imposible una experiencia intencional que hiciera una experiencia
circunscrita de algo que viniera a llamarse hospitalidad. Todo lo contrario, “la
intencionalidad se abre desde el umbral de sí misma, en su estructura más general,
como hospitalidad […] ética de la hospitalidad, por consiguiente ética en general”273.
Esta dura consecuencia que saca Derrida se encuentra atestiguada por el mismo
Levinas en múltiples ocasiones. Por ejemplo, cuando narra cómo en el curso de la
defensa de una tesis doctoral sobre su filosofía, Jean-Toussaint Desanti preguntó al
doctorando si un SS276 tendría rostro, a lo que Levinas responde: “Es una pregunta
272
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. pp. 69-70.
273
Ibíd. p. 71.
274
Ibíd.
275
Ibíd.
276
“SS” es la abreviación alemana de Schutzstaffel, lo cual significa «cuerpo de protección». La SS fue
una unidad paramilitar del Partido Nazi alemán fundada por los miembros de la SA en 1925 para cumplir
las funciones de guardia personal de Adolf Hitler y vigilar las reuniones de ese partido.
49
muy turbadora que merece, a mi modo de ver, una respuesta afirmativa, una dolorosa
respuesta afirmativa”277
En el punto anterior habíamos visto que Jacques Derrida había dicho que para Levinas
la intencionalidad es hospitalidad, atención a la palabra y acogida278. Estas
declaraciones las habíamos recogido de Palabra de acogida. Las afirmaciones –de
hecho- son muy válidas, ya que, es el propio Levinas quien dice que, para él, la
intencionalidad no es una intencionalidad de develamiento279, sino que es -como diría
Marión: una contra-intencionalidad280-,“atención a la palabra, o recibimiento del otro,
hospitalidad y no tematización”281. En este punto expondremos porque Derrida saca
esa conclusión de los planteos levinasianos.
277
EN, p. 279.
278
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 41. “la intencionalidad, la atención a
la palabra, la acogida del rostro, la hospitalidad son lo mismo en tanto que acogida del otro, allí donde
él se sustrae al tema”.
279
Cfr. TI, 266.
280
Cfr. MARION Jean-Luc, “D’autri á l’individu”, cit. 296.
281
Cfr. TI, 303.
282
PALACIO, p. 67.
283
Ibíd.
284
Cfr. Ibíd. p. 68.
50
Así, para Levinas la relación con el Otro es originaria y anterior a la constitución del
ego trascendental. La «revelación del otro» que plantea “es una radical inversión de la
285
Cfr. PALACIO, p. 67.
286
Ibíd. p. 109.
287
Ibíd.
288
Ibíd.
289
Ibíd.
290
Ibíd. p. 112.
291
TI, 140.
292
Cfr. PALACIO, p. 112.
293
Ibíd. p. 117. (La cita del interior corresponde a: Jean-Luc MARION, “D’autri á l’individu”, cit. 296.)
51
“La experiencia intencional es hospitalidad del rostro del otro, de lo humano en sí”299
comenta Palacio. Añade además que si bien Levinas ha derrocado al sujeto de la
conciencia, instituye una nueva noción de subjetividad: un sujeto ético no indiferente
al otro, y sin embargo diferente a él.
294
PALACIO, p. 219.
295
TI, p. 266.
296
Cfr. PALACIO, p. 219.
297
Ibíd. p. 249. (Las citas del interior corresponden a: TI, p. 303, 304.)
298
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 71.
299
PALACIO, p. 249.
300
Ibíd. (La cita del interior corresponde a: TI, p. 52.)
301
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. pp. 69-70.
52
302
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 43.
303
Ibíd.
304
Ibíd.
305
Ibíd.
306
Cfr. Ibíd.
307
TI, p. 75.
308
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 44.
53
Otro de los puntos de las que Derrida dice que es sorprendente, es que en ese
mismo párrafo la razón es interpretada como receptividad hospitalaria, según se
deduce de las afirmaciones con las que prosigue el texto de Levinas:
Recibir del Otro más allá de la capacidad del Yo; lo que significa exactamente:
tener la idea de lo infinito. Pero eso significa también ser enseñado. La relación con
Otro o el Discurso, es una relación no-alérgica, una relación ética, pero ese discurso
recibido es una enseñanza. Pero la enseñanza no se convierte así en mayéutica. Viene
del exterior y me trae más de lo que contengo. En su transitividad no-violenta se
produce la epifanía misma del rostro. El análisis aristotélico del intelecto, que descubre
el intelecto agente, que entra por la puerta, absolutamente exterior, y que sin embargo,
constituye, sin comprometerla de ningún modo, la actividad soberana de la razón,
sustituye a la mayéutica por una acción transitiva del maestro, puesto que la razón, sin
abdicar, se encuentra en condición de recibir310.
309
TI, p. 295.
310
Ibíd. p. 75.
311
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 44.
312
Ibíd.
54
Ahora bien, para Derrida hay una originalidad de este recibir y de esta acogida.
La puerta abierta en la acogida es todo, salvo una simple pasividad; “lo contrario de
una abdicación de la razón”318. La razón sin abdicar resulta capaz de recibir. Se trata
de ver, qué puede dar de sí ésta hospitalidad de la razón, “esta razón como poder de
recibir”319. Derrida vislumbra en este enfoque de Levinas un indicio de la línea en que
más tarde emprenderá los análisis de la receptividad, de la pasividad anterior a la
pasividad expuestos en Humanismo de otro hombre. Dolores Conesa comenta al
respecto que allí Levinas considera tres sentidos de apertura. “La apertura de todo
objeto a todos los otros, al estilo de la tercera analogía de la experiencia de la Crítica
de la razón pura kantiana”. Añade además que “el término apertura puede designar
también la intencionalidad de la conciencia, el éxtasis de la ex-sistencia, según
Heidegger”320. Levinas aporta un tercer sentido de apertura muy distante de los dos
anteriores. Lo enuncia así:
313
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 45.
314
PALACIO, p. 219.
315
Ibíd.
316
Ibíd.
317
Ibíd. p. 206.
318
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 45.
319
Ibíd. p. 46.
320
CONESA, p. 228.
55
esencia del ser, puede exponerse a la comprensión […]. Subjetividad del sujeto,
pasividad radical del hombre […] pasividad más pasiva que toda pasividad […]. El
Yo, de pie a cabeza, hasta la médula de los huesos, es vulnerabilidad […] (Pero) En la
vulnerabilidad se aloja una relación con el otro que la causalidad no agota […]. La
vulnerabilidad es la obsesión por el otro […]. Desde la sensibilidad el sujeto es para
el otro: substitución, responsabilidad, expiación. Pero responsabilidad que no he
asumido en ningún momento, en ningún presente. Nada es más pasivo que este
enjuiciamiento anterior a mi libertad321.
Derrida hace una pequeña alusión a esta cita de Levinas que acabamos de presentar, y
cuyo eco le sirve de marco para la objeción de fondo que discretamente, en una nota
al pie de página322, como lo remarca Conesa, “cuestiona las nociones fundamentales
de la ética de la acogida”323. Al parecer, la dificultad estriba en que la palabra «acoger»,
junto con la noción de rostro, designa, para Levinas, la apertura de yo y “la anterioridad
filosófica del ente sobre el ser, una exterioridad que no recurre al poder ni a la posesión,
una exterioridad que no se reduce como en Platón a la interioridad del recuerdo, y que
sin embargo salvaguarda al yo que la recibe”324.
Así, Derrida ha puesto el dedo en la llaga porque resulta problemático pretender que
en el seno de una apertura que es una vulnerabilidad, una pasividad radical, se pueda
dar una recepción del otro cuya exterioridad salvaguarde a aquel que lo recibe.
Ciertamente en la filosofía de Levinas, el otro no es problemático, sino más bien,
“bondad original de la creación”326. Y, según Conesa, “el que sí resulta problemático,
y mucho, es el yo”327.
321
HH, pp. 122-125.
322
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 46. (nota 7)
323
CONESA, p. 228.
324
TI, p. 75.
325
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 46.
326
AE, p. 193.
327
CONESA, p. 228.
56
328
PALACIO, p. 28.
329
Ibíd.
330
Ibíd. (Las citas del interior corresponden a: TI, p. 303, AE, p. 37, HH, p. 125.)
331
BALCARCE, p. 177.
332
Ibíd. p. 175.
333
Ibíd. 177.
334
Ibíd.
57
intento de acercamiento con el otro. Pareciera no ser posible una hospitalidad plena,
que persiguiera el absoluto acondicionamiento de un espacio destinado al confort del
habitar del huésped.
¿Por qué Derrida no piensa más bien en la noción de «tolerancia», noción que
ha sido recurrente en la ética?335
335
Cfr. BALCARCE, p. 178.
336
Ibíd. “Históricamente, John Locke fue quien elaboró una de las más famosas y clásicas defensas de
la tolerancia y publicó en 1667 su Ensayo sobre la tolerancia. En esa obra se manifiesta a favor de la
tolerancia para con los disidentes religiosos”
337
Ibíd.
338
Ibíd.
339
Ibíd.
340
Ibíd.
341
Ibíd.
342
BORRADORI, G. La filosofía en una época del terror. Diálogos con Jürgen Habermas y Jacques
Derrida. p. 185.
58
343
BALCARCE, p. 179.
344
DERRIDA, La hospitalidad. pp. 21-23.
345
SOTO MORENO, p. 202.
346
Ibíd.
347
DERRIDA, Papel Máquina. La cinta de máquina de escribir y otras respuestas. p. 261.
59
348
SOTO MORENO, p. 202.
349
Ibíd.
350
Ibíd. p. 203.
351
Al respecto pueden verse en: HH, p 47-48; EDE, p. 194.
352
EDE, p. 194.
353
SOTO MORENO, p. 203.
60
En mayor medida posible que los dos anteriores, el tercer motivo, como lo
señala Soto, ataca al fundamento clásico de la hospitalidad: “un anfitrión que posee
una morada y que se reserva el derecho de abrir o cerrar su puerta a lo que llega de
fuera”356.
No hay, pues, una frontera que sea anterior al visitante. Si éste ha de ser absolutamente
otro, entonces no puede haber ninguna identidad ya establecida a partir de la cual se la
puede definir. Lo otro absoluto no es aquello que se emplaza tranquilizadoramente en
el más allá de la frontera; para ser absoluto, ha de preceder a todo límite, a todo interior.
Así, sólo hay un «en casa» en la medida en que lo otro absoluto ha pasado. Pero, si
esto es así, entonces “ningún propietario ha estado allí para abrirle la puerta” 360; más
bien, es el otro el que lo habilita a hacerlo, ya que es también él “quien instaura la
354
SOTO MORENO, p. 203.
355
Ibíd.
356
Ibíd.
357
Ibíd. p. 204.
358
Ibíd.
359
DERRIDA, Aporías. Morir -esperarse (en) los «límites de la verdad». pp. 62-63.
360
SOTO MORENO, p. 204.
61
361
SOTO MORENO, p. 204.
362
Ibíd.
363
TI, p. 116.
62
364
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 38.
365
DERRIDA, Papel Máquina. La cinta de máquina de escribir y otras respuestas. p. 315.
366
BALCARCE, p. 183.
367
Ibíd.
63
La tragedia, porque es una tragedia del destino, es que los dos término
antagonistas de esta antinomia no sin simétricos. Hay en ellos una extraña jerarquía.
La ley está por encima de las leyes370.
La postura derrideana nos acerca a una suerte de idea de degradación de las leyes. La
relación sigue sin estar clara, ¿por qué postular ambos?
Concordamos con Balcarce quien sostiene que “la conexión entre hospitalidad
absoluta y condicionada es una relación de mutua necesidad, que posibilita de algún
modo, la realización de imposible en lo posible”373. Derrida insiste en que, a pesar de
su radical heterogeneidad, ambas figuras se exigen mutuamente: “si estas dos
hospitalidades no se contradicen, permanecen heterogéneas, en el momentos mismo
368
DERRIDA, La hospitalidad. p. 135
369
Ibíd.
370
Ibíd. p. 83.
371
Ibíd.
372
Cfr. Ibíd.
373
BALCARCE, p. 184.
64
Esa pervertibilidad de La ley es necesaria, pues, como dice Soto, “sólo por ella puede
la hospitalidad responder a la inyunción que conlleva, encarnándose en un tiempo y en
374
DERRIDA, Papel Máquina. La cinta de máquina de escribir y otras respuestas. p. 239
375
En una nota al pie de la entrevista que Derrida mantuvo con Élisabeth Roudinesco, se explica que es
expresión “fue inventada en 1956 por el psiquiatra y antropólogo americano Gregory Bateson para
designar el dilema en que se encuentra encerrado un sujeto esquizofrénico cuando no logra dar respuesta
coherente a dos órdenes de mensajes contradictorios emitidos de forma simultánea” Si a Derrida le
interesa particularmente esa expresión es por la presencia del término inglés “bind”, que dice el vínculo
o la obligación. (ROUDINESCO, E., & DERRIDA, J. y mañana, qué... Nota 37, p. 144.)
376
SOTO MORENO, p. 218.
377
Ibíd.
378
DERRIDA, La hospitalidad. p. 131.
65
379
SOTO MORENO, p. 218.
380
AE, p. 59.
381
SOTO MORENO, p. 236.
66
Las posiciones de uno y otro autor revelan una notable cercanía. Si en Levinas
la responsabilidad es aquello que define al sujeto, Derrida asegura que la
responsabilidad precede al sujeto, de manera de en ningún caso se da éste sin aquella.
Ambos pensadores encuentran que ser responsable no es responder por uno mismo.
Antes que de ninguna otra cosa, soy responsable del otro384. Se trata, en ambos casos,
de una responsabilidad heterónoma, que no se funda ni se sigue de ninguna soberanía.
De nuevo hay una estrecha relación entre ambos pensadores con respecto a lo
último. En Levinas, habíamos visto, la responsabilidad por el otro no tiene su origen
en mí; me viene asignada desde el pasado inmemorial de la huella, desde la ileidad de
Dios. Su llamada me conmina a responder del otro sin que yo pueda hacer otra cosa
que atenderla, pues yo, no son nada más que esa respuesta. Haciendo uso de la idea de
herencia, Derrida dice que la herencia nos precede y nos elige antes de que nosotros
podamos elegirla. Estamos obligados a responder a ese legado y de ese legado.
Naturalmente, este planteamiento trae aparejado el discurso sobre la responsabilidad,
entendida como algo que procede del otro:
382
TI, p. 21. (Introducción)
383
EN, p. 9.
384
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. pp. 280-282.
385
ROUDINESCO, E., & DERRIDA, J. y mañana, qué... pp. 13-14.
67
386
DERRIDA, La hospitalidad. p. 133.
387
SOTO MORENO, p. 248.
388
Ibíd.
389
Ibíd.
390
TI, p. 52.
68
La centralidad de esta relación es tal que, sin atender a lo que hay tras ella, ni
siquiera podría comprenderse el operar de la razón. En efecto, “la razón misma es un
recibir. Dicho de otra manera…, la razón misma es acogida en tanto que acogida de la
idea de infinito –y la acogida es racional”395.
391
HH, p. 17.
392
SOTO MORENO, p. 249.
393
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. pp. 51-54. “No soy yo, es lo Otro
quien puede decir «sí»”.
394
Ibíd. p. 53.
395
Ibíd. p. 56.
396
Cfr. TI, p. 303.
397
Cfr. AE, p. 37.
69
Conclusión
Llegados aquí, solo nos queda recoger las redes que dejamos desplegadas en la
introducción para comprobar si, efectivamente, las apuestas que hacíamos en aquel
momento han sido verificadas. No queremos extendernos demasiado en esta mirada
retrospectiva. Hemos optado por presentarla resaltando los puntos que nos han
ayudado a comprender lo que nos hemos propuesto investigar. Con ese propósito,
empezaremos repasando lo que enunciamos como hipótesis de lectura, a saber, que la
idea de subjetividad que propone Emmanuel Levinas en Totalidad e Infinito es
hospitalidad398.
398
TI, p. 15. “Este libro presentará la subjetividad como acogiendo al Otro, como hospitalidad”.
399
GONZÁLEZ, p. 76.
70
400
AE, p. 59.
401
Ibíd. pp. 109-110. “La subjetividad es vulnerabilidad, la subjetividad es sensibilidad”.
402
DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 39.
71
aquello que se abre hacia el rostro, de aquello que lo acoge403. Así, a lo largo del
capítulo nos dedicamos a presentar la acogida entendida como hospitalidad.
En relación al rostro, habíamos dicho que es palabra que suscita el deseo del
yo. El rostro es “relación sin relación”. Levinas dice que “el rostro está expuesto,
amenazado, como invitándonos a un acto de violencia. Al mismo tiempo, el rostro es
lo que nos prohíbe matar”404. El rostro “se expresa” en su excedencia de sentido, con
anterioridad a la Sinngebung del sujeto405, y lo único que puede hacer el sujeto
desarmado en su poder cognoscitivo, descentrado de la acción de la donación de
sentido, es acoger: “recibir del Otro más allá de la capacidad de Yo…”406, que se
produce como Deseo desmesurado del rostro que “abre una falla o hendidura en el ser
y constituye la subjetividad”407. El infinito del rostro del otro suscita el deseo del
Bien408, porque el otro es a quien se le responde con una responsabilidad infinita y sin
límites.
La indigencia del rostro adquiere una doble significación. Por un lado el rostro
incita a cometer contra él un acto de violencia; el asesinato, la negación total. Por otro
lado el mismo rostro impide su aniquilación, su asesinato. Ahora bien, no solamente
hay que quedarse con la parte negativa del mandamiento. Al decirme que no debo
matarlo, el rostro me hace, positivamente, responsable de su mortalidad. La
imposibilidad ética de matar unida a la responsabilidad por el otro es la humanidad
misma de lo humano: “Nadie puede quedarse en sí mismo: La humanidad del hombre,
la subjetividad, es una responsabilidad por los otros, una vulnerabilidad extrema”409.
403
Cfr. DERRIDA, J. Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 39.
404
EI, p. 72.
405
Cfr. TI, p. 75.
406
Ibíd.
407
PALACIO, p. 243.
408
Cfr, TI, 126
409
HH, p. 130.
410
Cfr. PALACIO, p. 249.
72
411
TI, p. 75.
412
Ibíd. p. 303.
413
Ibíd. p. 52.
414
Cfr. DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 47.
415
Ibíd. p. 41.
416
Cfr. TI, 266.
417
Cfr. MARION Jean-Luc, “D’autri á l’individu”, cit. 296.
73
del rostro del otro. “La experiencia intencional es hospitalidad del rostro del otro, de
lo humano en sí”418. Para Levinas la intencionalidad es pasividad, una actitud de
acogida; acogida de la trascendencia, acogida del rostro, en definitiva, sí al otro:
hospitalidad.
Otro punto de las que Derrida dice que sorprendente, es que la razón es
interpretada como receptividad hospitalaria, según deduce de las afirmaciones de
Levinas. Derrida dice que “la razón misma es recibir”419. La razón es acogida, en tanto
que acogida de la idea de infinito, y la acogida es racional.
418
PALACIO, p. 249.
419
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 44.
420
Cfr. Ibíd. pp. 280-282.
421
Cfr. HH, p. 17.
422
DERRIDA, Adiós a Emmanuel Levinas. Palabra de acogida. p. 53.
74
Luego del análisis que hemos hecho, sólo nos queda decir que aquello que se
proponía en el prólogo de Totalidad e infinito, a saber, que la subjetividad es acogida
del otro; hospitalidad, queda confirmada a lo largo de nuestro trabajo. El sujeto ético
propuesto por Levinas, es pasividad, afectación y constituido por la proximidad del
otro423. El sujeto es constituido por la presencia del otro en la mismidad del yo: el
sujeto es “hospitalidad del otro”424, o “rehén del otro”425, sí al otro, y lo único que
puedo decir-le es ¡Heme aquí! ¡Envíame!
423
Cfr. PALACIO, p. 28.
424
TI, p. 303.
425
AE, p. 37.
75
Bibliografía
1. Fuentes consultadas
LEVINAS, E. (2001). Entre nosotros. Ensayos para pensar en otro. Valencia: Pre-
textos. (EN)
LEVINAS, E. (2003). De otro modo que ser o más allá de la esencia. Salamanca:
Editorial Sígueme. (AE)
Levinas, E. (2005). Humanismo del otro hombre. Buenos Aires: Siglo XXI editores
Argentina S.A. (HH)
2. Bibliografía secundaria
ROUDINESCO, E., & DERRIDA, J. (2009). y mañana, qué... Buenos Aires: Fondo de
Cultura Económica.