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gotas
de agua
Yeni Rueda López
ISBN: 978-607-95744-8-2
D.R. © Yeni Rueda López
D.R. © Por las ilustraciones:
Amanda Mijangos
D.R. © Por la edición:
Sergio David Lara Castañeda, editor.
edicionesimiente.weebly.com
edicionesimiente@gmail.com
@ESimiente
Facebook.com/edicionesimiente
colección
Artefactos
(2)
Román
35
Bartolomé y Sofía
Escena IV leen. De vez en cuan-
do se miran. Bartolomé tiene una serie
de palabras atoradas en la garganta pero
no sabe cómo decirlas. Sofía se encoge en
su asiento y cubre su rostro con la revista
36 porque adivina lo que Bartolomé quiere
decirle. Después de unos segundos él se
llena de aplomo y habla:
—Dijiste que no te ibas a enamorar,
así, a lo pendejo.
—No la amo.
—Bueno, es una forma de decirlo.
—…hay algo que… no te he dicho…
Silencio. Bartolomé se incorpora y
busca la mirada de Sofía, la jala de la
mano y la pone frente a él. Ella comien-
za a hablar apresuradamente.
—Me acosté con ella.
—Ya lo sé, yo también estuve ahí.
—¡No! Primero me acosté. Luego
nos acostamos.
—Dijiste que no te ibas a enamorar,
así, a lo pendejo.
—Pero… no la amo. 37
—Es sólo una forma de decirlo.
—Primero fumamos un cigarro en la
sala.
—¿Tú fumas?
—No, pero en ese momento, sí.
—…después me llevó a su cuarto.
Primero era como una selva tropical,
hojas de palmeras picándome las costi-
llas…
—Luego me sentí en un bosque den-
so donde el sol jamás podría tocar mis
párpados. Mis pies crujían junto con las
hojas que acompañaban nuestros pasos.
—…cuando empezó a besarme es-
tábamos a la orilla de un lago. El agua
musgosa acariciaba mis rodillas. Clara-
mente percibí cómo los tentáculos de
38 una medusa acariciaban mis pies.
—¿Hay medusas en los lagos?
—No creo.
—Y…¿entonces?
—¡Pero la sentí!
—Ya lo sé, ¡yo también estaba ahí!
—Cuando pisas a una medusa sientes
algo gelatinoso, luego algo que te que-
ma, un dolor insoportable y agudo em-
pieza a estremecer tu cuerpo en oleadas
de sufrimiento y éxtasis.
—¿Te ha picado una medusa?
—No, pero besé, lamí, abracé, pe-
netré, acurruqué a una medusa.
—Pero las medusas son blancas,
transparentes, y ella no lo es.
—¡Ya sé que es verde! ¡Que se lla-
ma Anaïs! ¡Que escuchaste a Stravinski
mientras ella te besaba el cuello! ¡Que 39
sentiste dos hadrones explotando en tu
vientre cuando alcanzaste el orgasmo! Y
lo sé porque yo también estuve ahí. Yo
también lo sentí.
—Dijiste que no te ibas a enamorar,
así, a lo pendejo.
—No es amor.
—Era sólo una forma de decirlo.
Bartolomé observa con detenimiento
los brazos de Sofía. Los toca. La piel se
siente como la superficie de una alfom-
bra. Ella no dice nada. La coloca frente
a un espejo. Él la toma de la cintura, la
abraza. Luego señala en el reflejo el bra-
zo derecho de Sofía.
—¿Qué es eso que tienes en tu mano?
—No lo sé, me salió ayer, pero tam-
40 bién lo tienes en tu cuello.
—Sí, lo sé, lo descubrí mientras me
bañaba.
—Es musgo. Es ella…
—Sí… es… ella…
Diluvia
Glauco 12
Diluvia 41
Yeni Rueda López
(Morelos, 1990)
Editora y narradora en formación. Desde
2010 dirige la Revista Moria. En 2012 fue
seleccionada para participar en el Curso
de Creación Literaria organizado por la
Fundación para las Letras Mexicanas y la
Universidad Veracruzana. Se desempeñó
como asistente editorial en la Secretaria de
Cultura de Morelos. Actualmente estudia
Letras Hispanoamericanas en la UNAM y
lee obsesivamente a Juan García Ponce.
Tres gotas de agua
de Yeni Rueda López se terminó de im-
primir en el mes de abril de 2014, en
Morelos, México. En su composición se
utilizaron las familias tipográficas Perpe-
tua y Kingthings Serifique Ultralight.
Todo lo demás es verde...