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Biblioteca Teatral "El Público"

EL MOLINO 1

EL MOLINO
Pieza sobre el honor y los héroes

de José Tomás Angola H.


1995

Te odiaremos con odio


imperecedero,
no te abandonará jamás nuestro odio,
odio en el agua y odio en la tierra,
odio de la cabeza y de la mano,
de los martillos y de las coronas,
un odio que estrangula, de setenta millones
que juntos aman y que juntos odian
y que tienen sólo un enemigo...
Ernst Lissauer
1914

CUADRO I1
(Noche sin Luna mientras una tormenta campea . Una tormenta de hombres. Es el
tronar de cañones oído a lo lejos. La melodía de pólvora caerá inclemente como una
lluvia, sin tregua ni descanso, un recuerdo de sangre y metralla. Se elevan las sombras y
del cielo baja un haz azulado. Rostros y manos se desnudan ante los ojos de los que
observan. Un hombre, joven, tan solo hace meses que dejó atrás sus cometas y juguetes.
Sus dedos aún no han percutido gatillo alguno y en sus sienes todavía el humo no ha
oradado nicho. Cabellos cristalinos donde el tiempo no se ha posado. Ropas que no
conocen el fango de la trinchera.)
SOLDADO JOVEN: Querido padre, la presente es para rogarte que me concedas
permiso para presentarme voluntario en Erfurt el 17 de Junio para
ir a la guerra. Al ver de nuevo a Scheidig durante las vacaciones,
he sabido que tengo que ser soldado. Siempre hemos estado en la
escuela al mismo nivel; ¡pero qué lastimosamente pequeño me he
mostrado ahora en comparación con él! Le queda sólo un
hermano, que también está en campaña. Hasta la fecha han caído
270 estudiantes de aquí. Sé lo que es la realidad de la guerra. Es
una auténtica porquería dejar que los muchachos tengan que
luchar por sí mismos y como puedan. ¿Cómo podré más adelante
hablar de Schiller y contar relatos delante de mis compañeros de
escuela?. Quisiera rogarte que me concedas tu permiso. Deja a mi
cargo la elección del Arma. Tengo intención de servir en el
Cuerpo para el que esté más dispuesto en opinión del médico. Me
presentaré para Artillería, sólo si resulto más apto para dicha
arma. En tiempos de paz me habría inclinado n principio por la
1
La historia aquí contada no es fiel a la realidad y sólo es una invención de su autor basándose en hechos
reales. Las cartas leídas son textos originales enviados por soldados alemanes durante la I Guerra Mundial
EL MOLINO 2
Infantería. Tío Albert me aconseja la Artillería, pues la artillería
no sufre en modo alguno tantas bajas como la infantería que es la
carne de cañon. De todos modos, mi propósito es el de luchar.
Sencillamente, éste es ahora nuestro deber, el deber de todos. Y el
ambiente reinante entre los soldados es generalmente éste,
particularmente desde que durante la noche fue conocida la
declaración de guerra de Inglaterra. Fuimos presa de gran
excitación. No pude dormir hasta las tres de la mañana, a causa de
la rabia y el entusiasmo. Será un placer marchar junto a mis
camaradas. ¡Venceremos! No puede ser de otra forma, dada la
férrea voluntad de vencer que existe.
Queridos míos estén orgullosos de vivir en tales tiempos y con tal
pueblo y de que hayan podido enviar a sus seres queridos a esta
lucha gloriosa. (La luz escapa temerosa de delatar más la figura
del muchacho.)

CUADRO II
(De la noche rendida, sólo el clamor de las piezas de artillería conserva su ritual
inmutado e indetenible. Luz que se asoma ante una pareja. El, vestido de guerrero, ella de
tristeza. El con los ojos crispados de heróicos sueños, ella con lágrimas escondidas.)
SOLDADO VIEJO: Los oyes mujer. Es el himno de la victoria, óyelos cantar
borrachos de sangre enemiga.
MUJER: Sólo oigo cañones.
SOLDADO VIEJO: Ustedes las mujeres son iguales, no entienden de estos asuntos. Es
la patria mujer, la patria, el hogar, los hijos, por eso nos vamos...
MUJER: Si por eso fuera no marcharían. No nos abandonarían ni se irían a
jugar que se odian.
SOLDADO VIEJO: ¿Qué sabrás tú de la gloria?... (Se miran en silencio)
MUJER: ¿Volverás?... (Silencio melancólico) ... respóndeme maldita sea,
¿volverás o tendré que inventarle a tus hijos alguna historia
heroica de cómo moriste por ellos?.
SOLDADO VIEJO: (Arrodillándose cariñosamente a los pies de la mujer) Vamos
mujer... por qué hablas de morir, esta guerra es sólo un parpadeo.
Déjanos pataer un poco a estos alemanes y ya verás como todo
terminará. Nos temen, será como ir de cacería y ellos son los
conejos. No hay por qué asustarse... (Se levanta y da varias
vueltas) ... ¿No se ve bien tu marido ehh, no luce como todo un
héroe?... mira, en este lado del pecho me pondrán la Legión de
Honor y quizá alguna otra condecoración que hará juego con mi
peinado... y allí, donde estás sentada tú, le contaré a nuestros
nietos sobre los alemanes que hicimos correr aterrorizados... (La
mira y observa que la mujer no ha reaccionado a su actitud
jovial) ... vamos mujer, ¿por qué la tristeza!... ya desearás que
haya otra guerra para que me vuelva a ir y no te siga ensuciando
la cocina con mis botas... (Ríe buscando respuesta).
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MUJER: (Apenas mueve sus labios buscando una sonrisa que se hunde
en llanto silencioso. Se levanta y le arregla la solapa del
uniforme) Recuerda beber poco y abrígate cuando llueva, esa tos
todavía no está curada... Escríbe... y el 11 de Agosto es el
cumpleaños de Antoine, no lo olvides...
SOLDADO VIEJO: ¿Cuándo lo he hecho?
MUJER: Todos los años... (Se miran y estallan en una carcajada
nerviosa... silencio... el hombre se separa... aún se miran pero la
inminencia de la despedida les aprieta la garganta. Ella
extiende su mano y dulcemente le acaricia la mejilla, él se la
besa) ... te amo.
SOLDADO VIEJO: ... Vamos, vamos, no hay por qué ponernos melancólicos
MUJER: ... No te dejes matar, tú estúpido tendero.
SOLDADO VIEJO: Señor, es una orden (La saluda militarmente)
MUJER: (Ambos se miran en una pausa eterna) ¿Volverás?...
SOLDADO VIEJO: (El hombre sonríe) Adios mujer. (El soldado se gira y al darle la
espalda a la mujer arrecian los cañones) ¿Los oyes mujer?...
¡Cantan victoria! (El soldado sale, la mujer queda sola, por
momentos parece que se va a desvanecer pero tomando valor se
dirige al lugar por donde salió el hombre y grita.)
MUJER: ... ¿Volverás, verdad?. (La mujer no recibe respuesta.
Lentamente regresa a su silla. Se sienta en una total
pesadumbre. Su rostro abajo, las manos entre las piernas. Una
estampa de tristeza y desesperanza. Lo antagónico a la actitud
belicista y triunfante del hombre. Los cañones siguen con su
melodía. La luz disminuye suavemente hasta desaparecer.)

CUADRO III
(La oscuridad inundar todo. El humo, con fuerte olor a pólvora, entra y danza en la
penumbra. Desde el fondo un rayo de luz recorta la figura de un soldado que se aproxima
al proscenio. La lluvia de mil cañones a lo lejos y el soldado llega hasta el borde de una
trinchera. Su sobretodo, manchado y harapiento, protege un cuerpo sucio que se adivina
alemán. El rostro, como una máscara terrorífica, se quiebra en cientos de arrugas a pesar
de ser un hombre joven. Sobre el borde de tierra, el recluta se guarece observando a su
alrededor. No hay enemigos, no hay amigos. Su cuerpo hace equilibrio y flanquea el
parapeto de fango. Vuelve a agacharse frente a unos sacos de arena. Desciende
lentamente por una hendidura de la trinchera y queda de espalda al lugar por el que vino.
Su respiración comienza a lograr la normalidad. Gotas de sudor penden de sus cejas con
temor a caer. El clamor de miles de cañones lo despierta de un instante de descanso. Se
gira y con su fusil adelante se eleva apenas para ver el horizonte. Regresa a su protectora
cavidad. Momentos de tranquilidad, es como si la guerra se hubiese detenido para él
recobrar el aliento. De improviso un fósforo se enciende y con su luz un rostro se hace
visible. Es un sujeto en la misma trinchera que el alemán. Aunque se ve mayor, su edad
es indefinible, sobre todo por los manchones de sangre coagulada que le ocultan el rostro.
Sobre su frente una gruesa venda empapada también en el rojo líquido sella una herida.
El alemán reacciona ágilmente. Se separa del recién aparecido y le apunta
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intimidadoramente. El fósforo ayuda a la fantasmal visión a prenderse un cigarrillo.
Silencio de duda. El alemán luce más nervioso que el fumador. Por su raído uniforme
descubrimos que es un francés. Probablemente un herido que sus camaradas dejaron
atrás por ser de demasiado estorbo para huir. El francés toma una larga bocanada y al
expulsarla mira a su captor. Con cierta ironía le extiende el cigarro. El alemán levanta el
fusil hasta apuntarle muy cerca de la cabeza.)
PAUL STEINER: ¿Spreche zein Deutsch?... ¿Spreche zein Deutsch?
FRANCES: ¿Vous parlez Francaise?...
PAUL STEINER: Nein...
FRANCES: Entonces yo también Nein al alemán.
PAUL STEINER: Sus compañeros... ¿dónde están? (Mira nerviosamente a su
alrededor)
FRANCES: Mi querido Hindenburg en la guerra no hay compañeros. Sólo hay
gente que dispara de un lado y gente que dispara del otro. Uno
simplemente se para con los unos o los otros y ruega haberlo
hecho del lado de los que ganarán. Esa es la guerra mi buen
Mariscal.
PAUL STEINER: Francés, yo no soy Hindenburg , no me llame así...
FRANCES: Bueno, al menos estamos iguales en una cosa... yo tampoco soy
francés.
PAUL STEINER: Su pelotón... ¿dónde está su pelotón?.
FRANCES: Los últimos tres que ví huían hacia el sur... los demás están ahí...
(Señala el campo de batalla y mientras habla fuma y tose) Están
tirados por todas partes... André el panadero, Gastón el
campesino, Michel el profesor de álgebra, Gabriel el seminarista,
Phillipe el ladrón, Richard la marica, Bobo el estudiante... todos
están por ahí, en algún lugar encontrará sus manos, sus pies, sus
cabezas, le aseguro que todos están ahí... a cada uno de ellos los
ví caer al fango y no levantarse más... imagino que estarán muy
cansados para hacerlo... tan cansado como lo estoy yo... (El
francés tose con más fuerza y se recuesta cerrando los ojos El
alemán lo observa con menos aprehensión. Cuando el herido
queda inmóvil, el joven soldado lo toca en un costado con la
punta del fusil.)
FRANCES: Tranquilo, aún no estoy tan mal para que el de la hoz me venga a
buscar. (Con cierta suspicacia el hombre se acerca a su presa.
Sin soltar su arma revisa al francés. No le encuentra nada sino
un bolso con documentos. Al retirarse un poco, hojeando lo
encontrado, se descuida y el herido saca desde un costado un
revolver que apunta a la frente del alemán. Este queda
congelado.) ¿Buscaba esto?... (Monta el arma y luego sonríe. Se
la lleva hasta su propia cara y la percute. No está cargada. Paul
se sobresalta con el gesto) Se la regalo, sólo me queda una bala
(la saca y la enseña) y no pienso emplearla en usted. Tiene fines,
digamos, más altruistas. (El francés baja el arma y esta resbala
hacia su costado. Luego guarda con cuidado su bala. Paul
lentamente toma de nuevo su fusil, sin embargo ahora es menos
agresivo. Sin desatender al ahora serio francés, agarra el
revólver y lo pone a buen recaudo. Los cañones siguen su canto
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macabro.) ¿Los oye?. Llevan meses sin que ni por un minuto se
callen. Al principio es aterrador, creí que me volvería loco, pero
después uno se acostumbra. Es como todo en esta maldita guerra.
Después puedes comer, dormir, cagar con ese ruido y no te
importa.
PAUL STEINER: (Bajando un poco la guardia y entendiendo a su prisionero.
Mira hacia el horizonte mientras habla.) De niño siempre creí
que los truenos en las tormentas era que Dios se enojaba con
nosotros... quizá con los cañones sea igual
FRANCES: (Mirando al mismo punto que observa Paul) Quizá... (Steiner
regresa de su abstracción y encarna otra vez el rol de captor.
Hurga en los papeles que le quitara al prisionero.)
PAUL STEINER: Dese usted por mi prisionero.
FRANCES: Encantado... ¿qué se estila en estos casos?
PAUL STEINER: Debo interrogarlo y luego lo entregaré a alguna patrulla.
FRANCES: Haga entonces los honores.
PAUL STEINER: Para ser un hombre herido y vencido es aún demasiado arrogante.
FRANCES: Puede que esté herido... pero na me han vencido.
PAUL STEINER: Podría matarle como a un perro y nadie lo extrañaría... ¿Qué
importancia tendría un prisionero más o menos?
FRANCES: Ciertamente ninguna... al único que le importaría sería a usted y
por supuesto a mí como víctima.
PAUL STEINER: (El comentario lo ha movido) ¿Qué hacia su pelotón en este
sector?
FRANCES: Nos encomendaron defender un Molino. ¿Ha oído usted
semejante estupidez? Defender un Molino que ni siquiera existe.
¿No le parece absurdo?, llaman a todo este perímetro el Molino
de Laffaux y no hay uno en kilómetros a la redonda. Un Molino...
141 hombres murieron defendiendo un Molino que no existe hasta
que del cuartel general vino la orden de retirada. Habían muerto
defendiendo su maldito molino y ahora nos decían que de repente
no tenía ningún valor militar... 2
PAUL STEINER: Deme su nombre, rango y regimiento...
FRANCES: Sánchez Carrero, José de Jesús, Segundo Regimiento extranjero,
División Marroquí, Primera Brigada, Segundo Batallón, Legión
Extranjera... venezolano al servicio de Francia.3

CUADRO IV
(Los cañones se han silenciado y las luces se esfuman. Un instante de oscuridad
presagia lo que viene. El mismo haz de luz del primer Cuadro le vuelve a dar vida al

2
El Molino de Laffaux resultó no tener ningún valor militar
3
El Capitán José de Jesús Sánchez Carrero, venezolano en servicio con la Legión Extranjera, murió durante la
I Guerra Mundial, el 15 de Septiembre de 1918, a un mes de terminar ésta, defendiendo el Molino de Laffaux
sobre el Chemin de Dames. Su tumba se encuentra en el antiguo Cementerio de Bois Robert hoy Cementerio
Nacional D’Ambleney (Aisne) con la lápida 497. El epitafio reza "Mort pour la France". Entre las muchas
condecoraciones que obtuvo el Capitán Sánchez figuran la Legión de Honor y la Cruz de Guerra.
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adolescente que ahora viste uniforme de recluta. Está parado firme y su voz trémola se
escucha a la par de la melodía.)
SOLDADO JOVEN: Dentro de poco llevaré ya de nuevo tres meses en campaña, un
trimestre, oyendo casi cada día el ruido de los disparos de fusil y
cañon, viendo morir a tantos. Uno se siente pronto solo. A veces
parece como si los caidos me echaran en cara: ¿Por qué yo y no
tú? ¿Por qué yo, que he fundado un hogar, y no tú, que, aunque
hayas vivido una existencia hermosa, no tienes por delante nada
concreto? Creo que estos sentimientos los tendrá cualquiera que
esté aquí largo tiempo. Actualmente hay mucha tranquilidad en
nuestro sector; estamos en nuestras posiciones como si
esperásemos la paz. ¡La Paz! todos los anhelos que puede sentir el
que está apartado largo tiempo de sus seres queridos, todos los
deseos que alimenta en su interior y todos los sueños que,
mientras permanece en la trinchera, tiene del futuro están
resumidos en esta hermosa palabra: Paz.
He vuelto a tener un día de tristes presentimientos, no consigo
imaginarme que las cosas puedan salir bien... Me miro el sano
cuerpo mientras escucho el estallido de los obuses y el silbido de
los trozos de metralla. Y me asalta involuntariamente el
pensamiento de que un pedazo de hierro de éstos puede
destrozarme a mi también... Junto al miedo discurre el
presentimiento de la muerte, dulce y horrible a un tiempo, un
presentimiento que no se quisiera tener; pero al que no podemos
escapar. ¡Hierro contra carne humana!... ¡Pero yo deseo seguir
viviendo!... si no es pedir demasiado.

CUADRO V
(Vuelve la acción a la trinchera. En cada lado del hoyo de tierra, un soldado
enemigo. El alemán apunta vigilante a su prisionero. Varios papeles lucen regados
alrededor del captor. Este mira al cielo y se da cuenta que los cañones han callado. El
sonido del viento llena ahora su lugar.)
PAUL STEINER: (Que despeja su cara moviendo el casco hacia atrás) Se
callaron...
FRANCÉS No se si eso sea peor... siempre cuando paran es porque van a
iniciar una ofensiva y entonces vuelven más crueles...
PAUL STEINER: ¿Las tropas alemanas?
FRANCÉS Y las francesas, las belgas, las austríacas, las inglesas... todas.
PAUL STEINER: Todas luchan por lo que creen.
FRANCÉS Si... todas luchan.
PAUL STEINER: (Tras un larga pausa) Podría entender qué hace un francés aquí...
pero no un...
FRANCÉS ¿venezolano?...
PAUL STEINER: Si
FRANCÉS En este mundo de locos hay cosas que nunca entenderemos
PAUL STEINER: Pero alguien tan lejos de su hogar... sin nada por qué luchar
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FRANCÉS En eso se equivoca Alemán.
PAUL STEINER: ... Steiner... me llamo Steiner
FRANCÉS Es gracioso... es la primera vez que conozco el nombre de un
enemigo. Antes siempre fue... simplemente el enemigo... jamás
me pregunté si tenían apellido.
PAUL STEINER: Tengo apellido y siento orgullo por él. Orgullo de ser alemán y
estar defendiendo al Kaiser y a mi nación.
FRANCÉS Todo un heroe, Steiner, ¿moriría por su patria, verdad?, daría su
vida por Alemania. ¿Sabe acaso por qué pelea, Steiner?, ¿sabe
que lo hace por que unos ineptos gobernantes no fueron lo
suficientemente humildes para pedirse disculpas?
PAUL STEINER: Yo soy un soldado, no un político, yo peleo las guerras, no las
creo.
FRANCÉS Sabia respuesta Steiner. Por eso mismo estoy aquí. Soy un
soldado también. Un hombre que sólo sabe pelear.
PAUL STEINER: Un soldado de un lugar muy lejano en un campo de batalla
extraño.
FRANCÉS Las batallas siempre son iguales en cualquier lugar del mundo.
Son blancas y negras. Con victoriosos y derrotados, con vivos y
muertos, con los que sobrevivirán y los que no. Las batallas son
las mismas en cualquier país, olor a pólvora y a metal y ese
extraño color del cielo. Los nudos en las gargantas y las manos
sudorosas son iguales en todos los soldados, no importa de donde
provengan.
PAUL STEINER: Si, pero si muero en este campo, al menos lo habré hecho por lo
que amo, habré muerto por lo que creo...
FRANCÉS No se confunda. Todos luchamos por algo. Usted por su kaiser y
Alemania, yo por una causa... el miedo viene cuando empezamos
a pensar que tal vez esas razones no valen la pena.
PAUL STEINER: Mi padre decía que todo hombre debía tener una razón por la cual
morir . Cuando perdieramos eso, habríamos perdido también el
motivo de vivir.
FRANCÉS Hombre romántico su padre Steiner. Pero no se equivocaba. La
vida y la muerte no se separan, no hay punto de división, la
muerte es parte de la vida y la vida es parte de la muerte. Por eso
no nos debería ser extraña ninguna.
PAUL STEINER: No entiendo esas cosas filosóficas. Soy un simple zapatero de
Hamburgo que cree que está cumpliendo con su deber y si debo
morir en el intento... lo aceptaré.
FRANCÉS ¿No teme morir?... No le creo... sólo los locos desconocen ese
temor... yo a cada momento tengo miedo de morir aquí, que mi
cuerpo se corrompa sobre el fango, ahogado en mi propia
sangre... me aterroriza esa visión. (Paul toma algunos papeles, de
los que se encuentran regados a su alrededor, y registra su
contenido. Mira al hombre con reserva... este último tiene un
momento de descanso, su respiración agitada delata a un
herido. Steiner encuentra un documento que le llama la
atención.)
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PAUL STEINER: ... "He llegado a este lugar con ciento setenta y cinco hombres y
regresado con treinta y cuatro algunos de los cuales se han vuelto
medio locos.
Ahora se encuentra en nuestro sector una compañía de cazadores.
Este es el primer plato; no tardará en ser servido otro, pues el
apetito de los krautz es insaciable... Pobres míos, tornados casi
locos: con sus grandes ojos redondos, ya no me respondían
cuando les dirigía la palabra"...
¿Por qué no envió esta carta?.
FRANCÉS Después de escribirla me dí cuenta que no era la carta de un
legionario... Cuando el General Nivelle vino a este frente nos
prometió que no pasarían... Ils ne passeront repitió hasta la
saciedad... un mes después nos batíamos en una retirada
desorganizada y desesperada bajo el fuego infernal de cientos de
cañones.¿De qué hubiera servido una carta así en medio de tal
caos?. Sabía la estupidez en la que estaba metido y con cartas no
iba a lavar mi responsabilidad. Soy un legionario, Steiner, un
soldado profesional, un hombre que toma cualquier bandera
siempre y cuando la paga sea justa. Respeto y obedezco a mi
superior, el Coronel Cott, mientras la hacienda francesa me
cancele mi salario. Cuando eso termine, buscaré otra guerra, otro
Coronel que obedecer, otros hombres que llevar al matadero...
(Un disparo retumba en la trinchera. Paul se cubre tras el
parapeto de tierra... el Francés apenas cierra los ojos.)
PAUL STEINER: Es un francotirador... ¿Será francés?
FRANCÉS (Que comienza a reir con la risa del loco) ¿Y qué importa?... está
tratando de matarnos... a usted, un heroico krautz o a mí, un
imbecil legionario... probablemente sea un irlandés que no sabe
dónde está el enemigo... (Ríe sin experimentar el menor temor
por la situación Otro disparo causa alarma en la trinchera.
Steiner decide asomarse lentamente, saca el arma agazapado y
espera inmóvil.)
PAUL STEINER: No lo veo...
FRANCÉS (Aún riendo) ¿Quiere que lo saque?... (Grita) Hey Ol´Paddy Boy,
We are here, come on damm irish... (Ríe con fuerza Un tercer
disparo es detonado, pero inmediatamente Paul cambia la
dirección de su fusil y también dispara. El sonido del viento
queda llenando el vacío.) No le dije que era un maldito irlandés...
pelean como gatos panza arriba, como si esta tierra fuera de ellos.
Algunos no obedecieron cuando les ordenaron retirarse y siguen
en sus puestos por su cuenta. Estúpidos irlandeses... (Pausa larga,
es como si durante ese instante el francés se diera cuenta de lo
que ha ocurrido) ¿Lo mató?...
PAUL STEINER: (Que vuelve a su antiguo lugar en el hoyo) Si...
FRANCÉS ¿Vió su rostro?
PAUL STEINER: No, estaba cubierto por fango y el casco se lo protegía.
FRANCÉS Matar sin ver a la víctima... es algo que no me gusta de esta
guerra. Le dirían cobardía en una calle... pero aquí hasta dan
medallas... ¿No se siente como un cobarde?... ¿Qué edad cree que
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tenía?... ¿20... 21 años?... ¿No se pregunta acaso si tiene padres...
hijos... o al menos una muchacha bonita que se le entregó
esperando ser su esposa cuando volviera?.
PAUL STEINER: ¿Cree que me gusta?... ¿Cree que quiero matar gente?... Si así
fuera ya lo hubiera matado y no tendría por qué oir a su
conciencia atormentándole.
FRANCÉS Es probable que así sea... ¿Sabe por qué estoy aquí, dónde está mi
pelotón?. Después de la carnicería lo que quedaba de él recibió la
orden de retirarnos del Molino. Era irónico... mientras los
Sharpnells teutones caían sobre nosotros encendiendo la noche
con sus salvas, había un sargento que en cada arengaba a la tropa
diciéndoles que veía el Molino al Oeste... y furiosos se lanzaban
contra la infantería alemana al grito de ¡Allons pour la France!
¡En avant la Legion¡. Después de un mes ahí , ya nadie veía aquel
Molino. Emprendimos la retirada mientras miles de granadas nos
cortaban aquella marcha desordenada. En este campo un mortero
me alcanzó las piernas y ya no pude caminar. Aguantamos lo que
pudimos, pero había que seguir hasta nuestras líneas. Tres
agotados y destruidos hombres decidieron que conmigo acuestas
sería imposible lograrlo. Me dejaron con una cantimplora, mi
revolver y un crucifijo.
La cantimplora la boté cuando se me acabó el agua, el revolver se
lo regalé a usted cuando se me acabaron las municiones y el
crucifijo lo perdí cuando se me agotó la Fe. ¿Sabe?, Por un
instante cuando les ví irse, quise matarles, levanté mi arma y los
apunté por la espalda mientras corrían aterrorizados en medio del
humo y los gritos. Por un momento supe lo que era odiar... odiar
hasta querer matar. Pero no pude... ahora llevo siglos en este
hueco tratando de morir dignamente. (Momento de silencio y
pausa. Ambos se percatan de los cañones que regresan con su
tronido lejano.)
PAUL STEINER: ¿Es usted casado Capitán?
FRANCÉS Si... pero si lo que pregunta es si ella está esperándome, la
respuesta es no. Hace años que comprendió que yo amaba más la
bayoneta y el sable que a ella.
PAUL STEINER: Yo me iba a casar en el Otoño de hace dos años...
FRANCÉS ¿Aún lo esperan?
PAUL STEINER: No, se cansaron de ir todas las mañanas al ministerio para ver si
mi nombre aparecía en una lista.
FRANCÉS Lo siento
PAUL STEINER: No, es mejor así. Saber que a nadie le importará si vivo o muero
me tranquiliza. Ya no tengo nada por qué volver... sólo esta
guerra.
FRANCÉS Todos tenemos un lugar adónde regresar, donde buscar quietud,
consuelo, yo creía igual que usted hasta hace unos meses, pero
este mundo enfermo tiene rumbos incomprensibles... ¿Quiere un
cigarrillo?
PAUL STEINER: Gracias (El Francés le entrega uno a Steiner y este
ceremoniosamente lo enciende y aspira la primera bocanada)
EL MOLINO 10
Tenía meses que no fumaba un buen cigarro... en las trincheras
dejamos de probar algo y pareciera que es por siempre... pero
luego al apenas disfrutar un instante de él sabemos que nunca
podremos vivir sin eso... como el amor...
FRANCÉS ... o un buen cigarrillo (sonríen cómplices) ¿Conoce Paris?
PAUL STEINER: No
FRANCÉS Es una ciudad hermosa...
PAUL STEINER: Allí es donde buscará quietud, consuelo...
FRANCÉS Si... se llama Nicole. La conocí en Ginebra mientras me
recuperaba de unos quebrantos de salud antes de la guerra, allí
trabajaba como enfermera aunque su verdadera profesión tenía
más que ver con la carne de los soldados sanos. Después cada
quién tomó su camino, ella regresó a Francia, yo me enlisté.
Siempre estuvimos cerca sin saberlo, yo viví en París en un Hotel
del Boulevard des Italiens, ella a dos cuadras de allí y sin
embargo nunca nos encontramos. En el 16 fuí herido durante la
Batalla de Champagne, en el ataque a Souain; me llevaron al
Hospital Militar Nº 722 de París donde antes estaba el Hotel
Continental y ahí la encontré. Lo recuerdo como si hubiese sido
ayer, ocurrió como si nunca nos hubieramos separado. Ella habla
de nuestra trágica historia de amor... lo que sucede es que...
Nicole no es una mujer libre aunque aparenta no tener cadenas.
Su mundo es el de la soldadesca, el del placer comprado y mi
pecado es amarla así, a pesar de todo...

CUADRO VI
(Una haz de luz ilumina a una hermosa mujer que entra violentamente al espacio,
entre sus manos lleva una carta.)
NICOLE: No lo podía creer, Bouillion, Jacques, el sargento repetía su
nombre, tenía una carta para mí, Jacques escribió... no le han
herido... se alimenta bien y piensa que tendrá unos días libres el
próximo mes... Dios, estaba tan atemorizada... menos mal que su
superior es un conocido del Club que frecuentaba, se conocen y
eso le ha ayudado...
FRANCÉS (Que entra quitándose el sobretodo y la venda de la cabeza. Así
luce como un soldado de permiso. Cuelga el impermeable en un
perchero) Qué bien...
NICOLE: ¿Lo dices sin mucho ánimo?
FRANCÉS Es cierto, pero mi ética de amante me impide alegrarme al saber
que el esposo de la mujer que amo está bien y en efecto muy bien.
(Nicole se sienta en una silla mientras el Francés camina a su
alrededor.)
NICOLE: Tonto, sabes que Jacques es como mi padre, él ha sido muy bueno
conmigo y me ha dado todo lo que tengo.
FRANCÉS Y lo que tendrás... nunca vas a dejarlo
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NICOLE: No podría... él moriría de tristeza... lo que al menos le debo es mi
compañía.
FRANCÉS ¿Y a mí... qué me debes?
NICOLE: A tí te debo la pasión, el sentirme viva, el sentirme mujer. No has
cambiado en nada para mí. Desde que te ví en aquel Hospital en
Suiza supe que deseaba tu cuerpo, tus labios, tus dedos
acariciándome. (Los amantes se han ido acercando cada vez más
contagiados de deseo. El toca con la punta de los dedos la cara
de la mujer y ella mordisquea sensualmente los dedos de él.)
FRANCÉS Déjalo entonces , deja todo este mundo y embriágate con esto que
es más fuerte que mis propias ganas de vivir
NICOLE: Jesús, Jesús... ¿Qué serían de nuestros días?... ¿A dónde me
llevarías?... ¿A vivir en alguna hacienda en tu país, rodeada de
vacas y campesinos?... Yo no pertenezco a eso... mi lugar está
aquí, entre mi gente, entre mis placeres... soy lo que ves, no
puedes cambiar eso como tampoco puedes cambiar tu pasado, el
hogar que has dejado atrás, tus hijos y tu mujer. Cuando esta
guerra acabe me olvidarás, seré tan sólo un vago recuerdo
musitado en tu vejez, aquella mujer que te cuidó en dos
Hospitales y que se te entregó a cambio de algo de dinero y un
instante de felicidad imaginada.
FRANCÉS (Ofendido) Lo que te he dado no ha sido para comprarte sino para
que vivieras más dignamente... ¿Me amas tan poco?
NICOLE: (Levantándose) No te amo Jesús... No al menos como tu
quisieras... No puedo amar... no se cómo... Desde niña siempre
me compraron, lo que conocí como amor era un simple negocio...
Además veo eso que llamas amor en otras mujeres y no me gusta,
el dolor no las deja vivir... No, no te amo Jesús... te deseo
endemoniadamente... pero no te amo. Y sé que tú no has pagado
nunca mis servicios, a tí jamás te los vendería, si hemos dormido
juntos es porque quise robarte algo de ese sueño tuyo, de esa
intensidad de niño. En tí hay algo que a mí me hace falta, algo de
leyenda, de fogosidad, de ingenuidad, será quizá porque vienes de
una tierra que es tan desconocida... o a lo mejor es ese brillo tuyo
en los ojos... Pétit héros american
FRANCÉS Yo te enseñaría amar, a fin de cuentas ¿qué tan difícil es amar. Es
simplemente dejarse llevar por la marea, dejar de luchar contra el
viento. Vámonos lejos de este mundo desquiciado que se
desmorona ante nuestros ojos. Ven conmigo, construiríamos el
paraiso.
NICOLE: Mi salvaje venezolano, ¿son todos así como tú?... ¿Apasionados y
testarudos?... Este es mi paraíso... aquí soy Eva, la culebra y
Dios... y tú ya has probado la manzana... Me sería tan facil
amarte... pero no puedo... no debo, al nacer me arrancaron el
corazón. Amarte sería como abrir los ojos a mi vida, sería
negarme... ¿y si descubriera que he sido una infeliz, una perdida
de todos y de nadie? Si descubriera que no he conocido ninguna
razón para vivir, que jamás nadie ha venido a mi cama porque me
amara sino para satisfacerse, que en nadie soy recuerdo hermoso,
EL MOLINO 12
que nunca fuí canción de amor, que nadie ha suspirado por mí,
que nunca me escribieron una carta para decirme que me amaban,
que nadie se atrevió a convertirme en su mujer, que nadie soñó
vivir conmigo su vejez, que nadie anheló que fuera yo la madre de
sus hijos, ¿qué amor valdría tanto sufrimiento?. Ahora ya es muy
tarde, no me inventes más, yo no soy esa de la que te has
enamorado... yo soy esta... (Nicole le toma la cabeza y
apasionadamente le besa, él le acaricia los brazos y lentamente
se incorpora hasta tenerla bajo su poder. Con lujuria
desenfrenada la sigue besando mientras le acaricia los senos.
Ella está apunto de ceder al deseo y se deja caer en sus brazos.
El ardor lascivo comienza a dar paso a la violencia. El Francés
la toma por los cabellos mientras le sujeta el cuello que besa sin
freno. Luego se para y la sujeta en una pose que parece más de
dominio que de deseo)
NICOLE: Me haces daño
FRANCÉS ¿No es acaso eso lo que no conoces?... el sufrimiento de amar...
que alguien te haga daño... tanto como el que tú me infringes...
¿No deseas esta vida a la que yo te ofrezco?. Pues esta vida
penitente es dolorosa y miserable... y mi amor sólo puede causarte
sufrimientos.
NICOLE: Gritaré
FRANCÉS Hazlo, ¿Cuantas veces no lo has hecho?.¿Y cuantas veces han
venido en tu ayuda?... Tus criados siempre creen que es otro
momento de placer intenso con alguno de tus sementales...
NICOLE: Suéltame bruto... (una cachetada certera separa a los amantes)
¿Quién te crees para venir a hablerme así?... Eres tan sólo un
sucio campesino que he arrastrado desde tierras miserables. (El
Francés se le encima y con su mano la toma por la cara.)
FRANCÉS ¿Y acaso no es eso lo que te agrada?.
NICOLE: (Qué ríe y se serena) Si, un salvaje que me complazca.
FRANCÉS Aunque ese salvaje sufra porque te ama. (Ella aún sujeta le lame
lascivamente los labios)
NICOLE: El que ama sufre... ¿Recuerdas? (El hombre la suelta vencido por
las astutas palabras de Nicole. Ambos se separan y en silencio
se observan.)
FRANCÉS Mañana parto hacia el frente, nos movilizaron al Chemin des
Dames... era inevitable... vine simplemente a decírtelo... si tan
sólo me pidieras que me quedara contigo...
NICOLE: (Visiblemente afectada por la noticia) Francia espera a sus
valientes
FRANCÉS Si, por supuesto... (Vuelve a tomar su sobretodo y la venda del
perchero) ¿Si vuelvo... estarás aquí?
NICOLE: Tú volverás... (El Francés sale del área iluminada... la mujer
queda sola... con un gesto cubre un rostro que demuestra deseo,
sufrimiento e impotencia. El llanto revela el verdadero interior
de una mujer, que aunque lo niegue, ama.)
CUADRO VII
EL MOLINO 13

(La trinchera, húmedo reducto para los dos solitarios enemigos.. El Francés parace
respirar con dificultad. Steiner se acerca un poco para escucharle. De su saco extrae un
pañuelo que utiliza para cambiar la venda. La anterior luce completamente empapada de
sangre.)
FRANCÉS No vale la pena... ¿Cuanto tiempo más crees que duraré?...
además en cualquier momento cientos de regimientos barreran
estos campo y destruirán el molino. Son como langostas
hambrientas destruyendo todo a su paso. Y nosotros somos las
malditas langostas (El Francés comienza a delirar). Somos lluvia
amarga que envile lo que toca... aquí no podrá crecer nada,
campos anegados de sangre y metal... ¿Cómo podrán sembrar
nada con tantos cuerpos estorbándoles?... Los bueyes no podrán
arar.
PAUL STEINER: Serénese... tranquilo
FRANCÉS ¿Y cuando la guerra acabe qué haremos? ¿Qué será de nosotros
cuando esto termine?. En mi vida no he hecho otra cosa más que
librar batallas, no sé hacer nada más. Cuando acabe ésta, ¿qué
será de nuestras vidas? ¿Regresar a mi patria, a mi madre?... a los
ríos y la niebla, a los puentes de piedra y los campos, al frío que
baja de la montaña, a la mula y la ruana, al medio kilo de azúcar,
al café y la mantequilla, al kilo de harina, al chocolate... mamá
siempre me deja llevar chocolate... Volver al Generel Gómez...
debe estar disgustado conmigo, él hubiera querido que me uniera
a los germanos. ¿Sabe? Le gustan los uniformes prusianos...
además no le pedí permiso al Ministerio de Guerra y Marina para
unirme a la Legión, yo estaba de licencia temporal en Ginebra...
mis pulmones... y en el hospital, Nicole... Nicole... ella sabe que
regresaré, que volveré a su mundo sórdido y pestilente, a una vida
sin aliento... sin esperanza.
PAUL STEINER: Ya Francés... ya, quédese quieto. (El Francés se levanta como
presa de una fuerza interior incontenible. De un empujón
desarma al alemán y saca un sable de oficial)
FRANCÉS (Aún delirante) No soy francés, maldición, soy venezolano. Nací
en Venezuela, una maldita tierra que usted no ha visto ni en
mapas.
PAUL STEINER: Tiene razón... venezolano... ¿Sánchez?... ¿Sánchez, no?... Si
capitán Sánchez, venezolano.
FRANCÉS Sí, venezolano, como Bolívar, ¿no lo conoce?... fue otro idiota
que lo único que hizo fue luchar... sí, venezolano... un soldado
venezolano perdido entre la metralla, que ya no recuerda por qué
peleaba... un aventurero abandonado en mitad de ningún lado,
izando una bandera cuyos colores le son desconocidos...
empuñando un sable y cortando cabezas por un salario. (El
Francés cae vencido por la debilidad y suelta el sable. Cae
vencido por la debilidad y suelta el cuchillo. El Alemán lo
observa derrumbarse. Es cansancio físico y espiritual. Se
escucha el indetenible fragor de los cañones. Los hombres se
EL MOLINO 14
miran. Paul luce cansado y respira lentamente. El Francés casi
parece desmayado. Instantes que serán eternos.)
FRANCÉS Un venezolano que está cansado de pelear(El alemán retira el
sable y como en una pintura neoclásica toma entre sus brazos a
aquel hombre herido y adolorido. Steiner busca con sus ojos
respuestas en un campo inundado de lluvia y sangre, curtido
con municiones y despojos humanos. Es como si aquellos
soldados hubiesen arreado las banderas y regresaran a su
condición de hombres. El francés respira dificultosamente.)

CUADRO VIII
(La luz ilumina el cada vez más descompuesto rostro del soldado joven.)
SOLDADO JOVEN: Llegamos a la posición acabada de tomar al asalto. Aún habían
algunos muertos delante y detrás de las trincheras. Yo mismo he
hecho enterrar a dos franceses y tres alemanes, después de
quitarles todos los documentos que llevaban encima. Entre ellos
estaban las cartas recibidas de casa. La madre de un soldado
católico le había enviado muchas oraciones que, según ella, eran
muy eficaces; la madre tenía mucha confianza en que volverían a
verse. También habían muchas cartas francesas. Una mujer repite
una y otra vez al final de su carta: Petit-Petit est toujours bien
sage. Otro había recibido una carta de su hermana, anunciándole
el envío de dos libras de chocolate.
Además, tenía intención de enviarle guantes que no se empaparan
tanto con el rocío, y también una capucha para protegerse de la
lluvia. Todo igual que entre nosotros. Al leer estas cartas se apaga
la última chispa de odio que puede quedar contra los franceses, en
caso que pudiera haberla...

CUADRO IX
(La mujer del Cuadro II, vestida con ropas modestas pero más elegantes que al
despedir su marido. Es como si se hubiera vestido especialmente para ir a un sitio extraño
para ella. La estampa debe evocar a un venado al ser observado en el bosque, temor e
ingenuidad, sólo que aquí se percibe un aire a suceso doloroso. Como si lo inminente
fuera de nuestro conocimiento y en un alarde de humanidad no quisiéramos que la mujer
lo supiera. Desde el comienzo del cuadro ella hablará hacia el público. Como temerosa se
acerca hasta la fuente de luz.)
MUJER: Por favor señor, he venido todos los días desde hace tres meses.
Desde que recibí la última carta de mi esposo, desde el invierno
no me escribe... yo se que él no es hombre muy dado a las letras
pero me lo prometió. En Enero recibí su última carta... (Saca de
un bolsillo un papel estrujado y sucio) "Luego llegó la
Nochebuena, una noche estrellada. Los gemidos de los heridos, el
silbido de las balas de fusil, el estallido de las granadas... una
EL MOLINO 15
espantosa música de Navidad. Por fin, a las dos llegó el relevo.
Los muchachos aún no habían estado en la avanzada y se
asustaron ante el terrible fuego de fusilería, reinando entonces el
desorden a consecuencia del pánico. Gracias a Dios que los
miserables no se lanzaron al asalto... (Un poco más retirado de la
mujer aparece el hombre. Luce sombrío y mortecino. Su faz está
completamente pálida y el uniforme antes brillante es un
manojo de harapos. Su cara se encuentra bajo el manto
aterrador de la impresión de la muerte. Debe ser una visión muy
expresionista, rayando en lo simbólico. Ninguno de los dos
personajes verá jamás al otro directamente. Ambos hablan
hacia el público. La mujer seguirá leyendo, moviendo sus labios
pero sin ser oída. Ahora la voz del hombre es la que narra la
carta.)
SOLDADO VIEJO: Cruzamos corriendo la pradera helada. Al llegar a la devastada
aldea, me encontré con mi jefe interino de la Compañía, a quien la
muerte de su predecesor le había sacado por completo de sus
casillas. Reunimos unos cuantos hombres y les saqué del campo
de batalla, como único conocedor del camino. No puedo describir
la sensación de gocé que experimenté en la mañana de Navidad
cuando, después de siete horas de marcha, ví resplandecer como
un campo cuajado de diamantes el paisaje invernal bajo los rayos
del rojo sol del amanecer. A pesar de todo, la vida continúa
siendo hermosa. ¡Y los recuerdos de Navidad! Después de la
espantosa Nochebuena he tenido unas horas de descanso.
Celebramos juntos la festividad ¡Feliz y bienaventurado... ! ¡Y
afuera está nevando!... (La lectura de la carta regresa a la voz de
la mujer que sin embargo baja el papel y la recita de memoria,
como quien se ha aferrado a un trozo de esperanza por mucho
tiempo y de tanto hacerlo se lo ha aprendido. Mientras la mujer
termina la carta, a sus espaldas su esposo, a una cadencia
asfixiante, introduce sus manos en el pecho de la guerrera y las
saca empapadas de sangre. Como obedeciendo una orden
inflexible se estruja el rostro manchándose con el líquido rojo.
Gruesas gotas bajan por sus mejillas. El hombre aún sin
expresión lentamente se retira de la luz.)
MUJER: En este momento bebemos un vaso de vino a tu salud y mañana
volveremos a empezar. Besa y abraza a Antoine de mi parte, dile
que le extraño y le recuerdo mucho. No lo dejes solo en las
noches. El canto de los cañones se ha hecho grito de muerte y
desolación y puede asustar a un niño con sus fantasmas. Que sigas
bien... tu siempre amado esposo"... (la mujer guarda la
esperanza con forma de carta en su bolsillo) He dormido tantas
veces leyendo esta carta que ya me la he aprendido. Cada noche
lo imagino escribiéndomela... señor, desde hace tres meses vengo
a revisar sus listas y cada día se me hace más difícil, cada día son
más largas, llenas de nombres de soldados que no volverán y cada
día agradezco a Dios el no verlo ahí. Siempre hay más mujeres
esperando revisarlas y cada día hay más mujeres que salen con un
EL MOLINO 16
pedazo de papel en las manos y lágrimas en el rostro, mujeres que
ya no volverán a ver a sus maridos y Dios sabe que me siento
culpable por hacerlo pero agradezco no ser una de ellas... sin
embargo señor, hace tres meses que no me escribe... quizá sea que
no hay papel en el frente. Yo he traído unas cuantas hojas para
que alguien se las entregue... (comienza a contener un llanto
encerrado en el alma por tantos días) yo sé que a él no le gusta
escribir... pero me lo prometió y ya son tres meses... si lo ven
díganle que Antoine está inmenso... es casi un hombre, sólo habla
de ir a la guerra con su padre, dice que es un héroe... yo solo sé
que es un tendero que me prometió volver... porque volverá...
¿verdad?... ¿volverá señor?... ¿volverá verdad?. (La luz
desaparece dejando a la mujer en el silencio de una pregunta
sin respuesta)

CUADRO X
(Dos hombres comparten el mismo barro. Como si las barreras hubieran caído,
como si los odios desaparecieran, dos hombres que el destino hizo enemigos se guarecen
en una misma trinchera como camaradas. Unos instantes de silencio.)
FRANCÉS Steiner... ¿le gusta el chocolate?
PAUL STEINER: Una pregunta extraña en esta situación.
FRANCÉS No lo creo... pero responda, le gusta o no.
PAUL STEINER: Pues si.
FRANCÉS El chocolate es un buen modo de conocer a la gente. Cuando
niños a todos nos gusta el chocolate, sin embargo al crecer es
como si el paladar se resistiera a darse ese gusto. Poca gente
conserva el placer por el chocolate como cuando era niño.
PAUL STEINER: (Sonriendo) Recuerdo que solía comerlo con miel... era algo
absolutamente empalagoso pero me parecía delicioso.
FRANCÉS Lo ve, al crecer cambiamos y no nos permitimos esos lujos... me
gustaría volver a comer chocolate... al menos por última vez.
PAUL STEINER: Suena tonto pero yo podría satisfacer su deseo... (el joven extrae
de su bolsillo una barra de dulce) ... siempre tengo un poco para
la noche. (El soldado pica el caramelo y lo comparte con el
herido.)
FRANCÉS No creí volver a tener ese placer... Steiner, no es tan malo para ser
alemán.
PAUL STEINER: Y usted no es tan malo para ser francés... perdón, venezolano...
¿sabe?, es el primero que conozco.
FRANCÉS Pues encantado... (en un gesto casi ridículo le extiende la mano)
José de Jesús Sánchez Carrero... venezolano.
PAUL STEINER: Paul Steiner... de Hamburgo.
FRANCÉS Mucho gusto Paul... ¿y suele venir mucho por aquí?.
PAUL STEINER: Sólo cuando tengo tiempo... el aire del campo me sienta bien.
(Los hombres conversan como si estuvieran en cualquier otra
situación.)
EL MOLINO 17
FRANCÉS Sí, lástima el clima... está muy lluvioso estos días.
PAUL STEINER: Tiene razón, ¿y usted es visitante asiduo?
FRANCÉS Pues para serle sincero no, es más es la primera vez que vengo al
Valle de L’Ailete y le puedo decir que me parece un paraje muy
hermoso.
PAUL STEINER: Sí, lástima el clima.
FRANCÉS Sí, lástima el clima. (Los soldados se callan como si el juego les
aburriera.)
FRANCÉS ¿Qué piensa de la guerra, Paul?
PAUL STEINER: No pienso mucho, no es bueno.
FRANCÉS ¿Pero debe tener alguna idea al respecto?
PAUL STEINER: No la entiendo... y cuando algo no se entiende simplemente se
acepta sin fijarse uno... como Dios.
FRANCÉS Sin embargo está peleándola y puede morir en ella.
PAUL STEINER: Sí, es mi obligación y a fin de cuentas alguien debe morir en una
guerra.
FRANCÉS No comprendo su sentido del deber. Lucha en algo que no
entiende por una vaga idea que tiene de por qué morir.
PAUL STEINER: Es como usted y ese molino. Luchó por defenderlo aunque
dudaba que valiera la pena... ¿Qué es entonces para usted el
deber? (El francés guarda silencio) No soy un hombre
inteligente, ni culto, no he viajado como usted pero sé quién soy,
soy un simple soldado y las guerras, capitán, son de los soldados
que pelean en ellas, no de los generales ni de los políticos sino de
los hombres que mueren a veces sin saber por qué. Los únicos
héroes son los olvidados, los desconocidos, los que a nadie le
importa si mueren, los que cuentan sólo para las estadísticas, no
los ídolos que admiran en las ciudades ni los estrategas que
despliegan mapas, ellos hacen la guerra pero aquellos la pelean.
Los héroes son siempre anónimos, son gentes normales que
mueren defendiendo sus propios molinos y nadie sabe de ellos.
Cuando mueren son enterrados en cementarios humildes sin
honores, tan sólo las lágrimas de alguna viuda o un anciano padre.
¿Cree que una medalla hace un héroe?... no conozco a ningún
valiente que posea alguna. Siempre en cambio su recompensa es
una pierna menos o un brazo amputado. Todos los molinos tienen
sus héroes y a estos nadie los conocerá nunca... (pausa
extremadamente larga. Hay demasiado silencio... como en un
camposanto)
FRANCÉS (Incorporándose en medio de su fatiga y dolor) Sí, es raro parece
que fueran a lanzar un asalto.
PAUL STEINER: ¿Quienes vendrán... los alemanes o los franceses?
FRANCÉS Y acaso importa... ellos vendrán. (Ambos hombres empiezan
lentamente a percibir como se ennegrece el ambiente y se llena
de humo.)
PAUL STEINER: ¿Qué le pasa al cielo?... Ya no hay Luna
FRANCÉS Es... es gas... es gas... los malditos están lanzando gas. Cúbrase
Steiner. (El Francés desesperadamente se hunde en la trinchera
mientras humo de color mostaza inunda todo. El alemán
EL MOLINO 18
también presa de los busca entre su equipo una máscara anti-
gas. Gritando) Desgraciados, creen que así nos acabarán,
malditos cobardes, vengan a buscarnos a bayoneta calada
(comienza a toser asfixiándose) Vengan, traigan su valor hasta
mi cara... (El alemán aún no se ha puesto la máscara y observa
al Francés empezar a padecer los estragos de la asfixia.) Vamos
ponte la máscara, ¿qué esperas?, este es mi momento,
¿recuerdas?... alguien debe morir... este es el tiempo de descontar
mi paga (se toma el cuello y se retuerce presa de las
convulsiones) Cobardes... malditos cobardes... así no se mata a un
soldado, cobardes... vengan a matarme. (El humo oculta toda la
acción. Momentos en los que sólo domina la música. Cuando
finalmente éste se disipa, dentro de la trinchera se hayan Paul y
el Francés inmóviles. El primero está boca abajo, acostado y
con sus dos manos sostiene la máscara en la cara del Francés.
Este último, lentamente, se incorpora aún tosiendo. El humo no
le permite ver bien lo que ocurre y de improviso descubre el
cuerpo de Paul. Guardando cierta distancia lo toca por un
costado esperando que vuelva en sí. Completamente abatido)
Estúpido héroe, te dije que no importaba, estúpido soldado... tú y
tu honor... estúpido... (grita) Malditos ¿han visto lo que han
hecho?... mataron a un héroe, imbéciles, mataron a un héroe
(serenándose) mataron a Paul Steiner de Hamburgo... un soldado,
ustedes idiotas. (Los cañones vuelven a retumbar) ¿Qué más
quieren?... ¿El maldito molino?... ¿Creen que pasarán?... ¿Creen
que podrán tomar el molino?... vengan por él (se para con
extrema dificultad, carga su revolver con la única bala que le
queda y con la otra mano tomo el sable. Con esfuerzo se
mantiene en pie) Vengan por el molino... por mi molino... si
creen que pueden tomarlo (su actitud es desafiante, parado en la
trinchera, de frente al enemigo) Vengan que tendrán que pagar
por él. Pagar con sangre, con lágrimas. (Grita) Nadie tomará este
molino... nunca ... jamás... (El Francés eleva el revolver y
dispara al vacío. La luz se desvanece.)

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