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Introducción 2
Bibliografía 51
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Dra. Elke Kort
*Psicoanalista y Psicoterapeuta con especialización en adicciones.
Docente de la División de Posgrado en la Facultad de Psicología, UNAM.
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Dra. Elke Kort
En el libro ¿Por qué nos drogamos? Estudio psicoanalítico del poder y otras adicciones
Rodríguez Piedrabuena (1996) plantea aspectos a reflexionar y útiles para guiar al clínico
en su labor diagnóstica y terapéutica: La psicodinamia solo se explica teniendo en cuenta
la constelación psíquica que presenta cada caso, cada persona y cada situación
particular. Con generalizaciones se traza un plano descriptivo del individuo, no olvidando
que cualquier teoría es como un mapa, sin él no sabemos adónde vamos ni dónde
estamos, pero el mapa no es la región, ni las costumbres, ni el clima. Lo que resulta
importante antes de hacer tratamientos o ir a la remodelación de la conducta, es saber la
estructura de la persona, cimientos y situación general de los puntos vitales inestables,
mal constituidos o en peligro de derrumbe. Cualquier persona puede destruirse en una
tentativa fallida de regulación y control de sus conflictos internos mediante las adicciones.
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Falta de tolerancia a la frustración
Inestabilidad afectiva
Defensas primitivas
Alteraciones de la identidad
Juicio alterado de la realidad
Fallas en las sublimaciones
Estructuras depresivas; negaciones masivas
Actitudes y conductas fluctuantes, ambivalentes e influenciables
Falta de autoestima
Predominio del pensamiento mágico
Los problemas por abuso de sustancias y de salud mental frecuentemente van unidos.
Independientemente de la queja actual del paciente, la averiguación acerca de una
posible historia de uso de sustancias debe ser parte de cualquier evaluación. Por eso, el
clínico del área de salud mental necesita aprender cómo llevar acabo la evaluación
precisa del uso de sustancias. Al formular el diagnóstico, este debe distinguir entre el
consumo de sustancias de manera experimental y ocasional, y una adicción establecida,
bajo los criterios del DSM-IV, 1995.
La entrevista diagnóstica
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El profesional de salud mental, en cualquier ambiente de consulta, necesita técnicas
clínicas precisas para hacer una evaluación inicial exhaustiva del uso de sustancias. La
evaluación tiene distintos propósitos:
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3. Se entiende la resistencia como respuesta ante la presión ejercida por el
entrevistador.
4. Se promueve lograr el acuerdo con las metas del tratamiento, en lugar de la sumisión
inequívoca a las recomendaciones.
5. Se considera que el foco de atención debe ser la ambivalencia y no la negación.
La presentación inicial del paciente se ve matizada por las circunstancias que lo llevan a
la puerta del consultorio o de la clínica. Por ejemplo, hay retos y dilemas especiales a
manejar cuando alguien llega forzado o intoxicado. Es de gran ayuda tratar de hacer
preguntas muy precisas, que permitan entrar rápidamente al mundo actual del paciente.
El clínico necesita anotar: ¿El uso de sustancias se menciona dentro de la queja del
paciente? ¿Es el uso de sustancias un problema para el paciente? Si fuera así, está
realmente pidiendo ayuda profesional? ¿Al paciente se le presiona (la familia, el trabajo, la
justicia ) para buscar ayuda? ¿Quiénes exactamente lo presionan? ¿Qué necesita para
satisfacer sus demandas? ¿Cuáles serían las consecuencias si no cumpliera? En este
sentido, las respuestas a las siguientes preguntas iniciales, suelen ser de gran utilidad
clínica: ¿Qué es lo que lo lleva a buscar ayuda? ¿Por qué busca la ayuda en este preciso
momento y no lo hizo antes, hace algunos días, semanas o meses?
Cuestionario de Evaluación
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5. Historia de tratamientos
6. Perfil de riesgos psiquiátricos
El Diagnóstico
El terapeuta tiene que sintetizar los datos obtenidos para formular un diagnóstico
coherente y las recomendaciones para el tratamiento, si es el caso. El clínico debe
analizar la conducta de la persona a lo largo del continuo del uso de sustancias, es decir,
desde el uso no patológico, colocado en el extremo bajo, pasando por el abuso medio,
hasta la dependencia en el extremo alto. Un esquema universalmente reconocido y
manejado son los criterios del DSM-IV, los cuales resuelven la tarea diagnóstica mediante
el proceso de eliminación. Primero, el clínico determina si las conductas descritas
cumplen con los criterios para diagnosticar la dependencia de sustancias. Si no fuera así,
se determina si se puede diagnosticar abuso de sustancias. Si las conductas no
pertenecen a las dos categorías anteriores, por eliminación, caen en la categoría del uso
no patológico.
Bibliografía
Barriguete, A. (1996). Lo que el vino se llevó. Editorial Diana, S.A. de C.V.: México.
Isaac, C. (1998). Alma húmeda. Una Fábula. Ediciones Zarebska, S.A. de .V.: México.
Kernberg, O.E. (1995). Psicoterapia psicodinámica del paciente limítrofe. Editorial Planeta
Mexicana, S.A. de C.V.: México, D.F.
Rodriguez Piedrabuena, A. (1996). ¿Por qué nos drogamos? Del poder y otras
Adicciones. Estudio psicoanalítico. Biblioteca Nueva: Madrid.
Washton, A.M. (1995). Psychotherapy and Substance Abuse. The Guilford Press: New
York.
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UN MODELO DE TRATAMIENTO PARA LA DEPENDENCIA DE
ALCOHOL Y DROGAS
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Internet:http://www.adicciones.org.mx
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Se recomienda dos lecturas publicadas en México, D.F. una por Barriguete, A. (1996)
sobre la psicodinamia del alcoholismo y la otra por Isaac, C. (1998) que es una historia
personal sobre la experiencia de un internamiento en un centro de desintoxicación.
Origen
Antes de la década de los cincuenta, solo existía un periodo breve de desintoxicación
médica y/o el ingreso a un hospital psiquiátrico como atención para el alcohólico. Además
se carecía de recursos materiales, había pocos profesionales que querían trabajar y
menos estaban entrenados para ayudar a los alcohólicos.
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a la que pertenecen. Además, todas las personas suelen tener consecuencias dañinas
por su manera de beber y la mayoría continúa haciéndolo por años, a pesar de que su
vida se complique y empobrezca en calidad.
El enfermo no es culpable
En aquel tiempo, a pesar de no poder establecer una relación entre el alcoholismo y
alguna condición física o psiquiátrica, se planteó que debería haber congruencia entre
considerar el alcoholismo una enfermedad y no responsabilizar a la persona de ésta. La
implicación terapéutica de este planteamiento ha sido fundamental para el Modelo
Minnesota.
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El alcoholismo como enfermedad crónica y primaria
Aunque se ve que el alcohólico en tratamiento requiere de ayuda para resolver problemas
que se relacionan con su alcoholismo, lo esencial es el alcoholismo como enfermedad
primaria. La hipótesis de que el alcoholismo es una condición independiente, primaria y
crónica ha sido muy importante. Así el tratamiento es la intervención directa sobre el
proceso primario. Esta fue una idea radicalmente nueva, sobretodo para los profesionales
que aprendieron que el alcoholismo siempre era un síntoma de alguna situación
subyacente.
La educación de la comunidad
No solo el adicto niega su adicción. Casi toda la comunidad lo hace. Ignorantes, la gente
suele negar la condición usando los mecanismos mentales que utilizan los adictos. Así, en
Minnesota se vio la necesidad de desarrollar programas educativos para la comunidad y
los medios de información. Son programas muy divulgados hoy en día. Son educativos y
se dirigen fundamentalmente a las familias, a los empleados y patrones de empresas (en
México se aplican actualmente en varias empresas). Los programas informativos tienen
valor preventivo, crean conciencia, ayudan a reconocer peligros, mitos y actitudes de
prejuicio en relación al alcohol y las drogas. Al detectar problemas en la familia, las
escuelas y las empresas se puede buscar la ayuda disponible en la comunidad.
El concepto de la químico-dependencia
El nombre de químico-dependencia se hizo popular en muchos Estados de la Unión
Americana. Dependencia de sustancias es el término equivalente, según el DSM-IV
(1995). El concepto es el mismo y fue crucial en el desarrollo del Modelo Minnesota.
Desde un inicio, en el Willmar State Hospital se dio tratamiento a alcohólicos y a adictos a
narcóticos. Al final de los cincuenta, los centros pioneros de tratamiento recibían cada vez
mas pacientes con adicciones "duales". Sobretodo acudían mujeres con dependencia de
alcohol y de medicamentos de prescripción. Las personas con adicción múltiple usan las
drogas simultánea- o sucesivamente. Según los creadores del Modelo Minnesota, el
tratamiento sirve para ambas clases de adictos, ya que comparten la dependencia
química. Para profundizar acerca del tema de las sustancias, sus características y efectos
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sobre el Sistema Nervioso Central, se recomienda la lectura del libro de divulgación
científica de Brailowsky, S. (1995) llamado Las Sustancias de los Sueños.
El cuidado
Se decidió que el foco del modelo de tratamiento sería el cuidado y no la curación. La
meta: Ayudar al adicto a aprender a vivir con y manejar su condición crónica.
Comunidad terapéutica
Se pensó que para lograr las metas terapéuticas, lo mejor sería que los pacientes vivieran
en un espacio clínico. Se decidió crear un ambiente totalmente estructurado con una serie
de actividades organizada para los pacientes. Se intentaría propiciar cambios
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conductuales. Una razón para pensar en la conveniencia de un lugar cerrado y controlado
era, que el tratamiento sería relativamente corto. Si el programa iba a ser corto, también
debería ser intensivo para producir un cambio rápido. El foco sería la intervención directa
sobre el proceso primario de la adicción bajo el lema prestado de AA que dice, “donde no
hay picazón, no rasque”. La meta sería, desarrollar estrategias para ayudar a cada adicto
a modificar el estilo de vida adictivo.
Equipo multidisciplinario
Ampliando el modelo médico, se empezó con la formación de un grupo con distintos
profesionistas del equipo hospitalario psiquiátrico. Se incluyeron médicos, trabajadores
sociales, psicólogos, enfermeras, sacerdotes y algunos alcohólicos en recuperación.
Estos miembros comprometidos y reconocidos en el grupo de Alcohólicos Anónimos (AA)
de la localidad, se integraron al equipo interdisciplinario para actuar como "consejeros".
Su tarea iba a consistir en acercarse y acompañar a los pacientes. No sólo eran
necesarios para comunicar la filosofía de AA, sino se esperaba que fueran un modelo de
recuperación a seguir por los pacientes. Hay propuestas muy claras para la supervisión
del trabajo del equipo de origen profesional y para-profesional tan distinto, para garantizar
y cuidar el desempeño clínico y ético en beneficio de los pacientes (Powell, D.J., 1993).
Estrategias de Tratamiento
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2. Grupo de compañeros
Pronto apareció que algunos pacientes lograron ayudarse mutuamente. Informalmente, se
forman subgrupos pequeños no estructurados, sin líder. El descubrimiento que personas
enfermas pueden ayudarse mutuamente en algunos aspectos, sin la ayuda profesional,
sorprendió mucho. Así, el paciente se emancipó de un relación tradicional pasiva-
dependiente con el profesional. Tomó un rol más activo y comprometido al ayudar a otros.
Sin la influencia de los consejeros de AA, posiblemente, no se hubiera hecho el
descubrimiento de que cuando un grupo de compañeros en sufrimiento se junta en un
ambiente estructurado para compartir sus problemas crónicos y comunes, se dan cambios
positivos. Personas que no pueden ayudarse a si mismas, a veces, si pueden ayudarse
mutuamente.
3. Conferencias didácticas
Otra de las influencias valiosas fue aprender del procedimiento de las reuniones de AA en
cuanto a sus aspectos didácticos. En los grupos de autoayuda los miembros viejos les
enseñan a los nuevos. Se atienden y escuchan conferencias cortas y explicaciones sobre
la comprensión y experiencia muy personal de los Doce Pasos y la enseñanza de AA.
Como resultado de este descubrimiento se desarrolló una serie formal de conferencias
para los pacientes. De hecho, las conferencias se convirtieron en la columna vertebral del
programa. Una de las razones de la efectividad de este enfoque didáctico podría tener
que ver con el anonimato protector del aula de conferencias. En este ambiente, los
pacientes pueden reconceptualizar su propia situación sin miedo a exponerse ante los
pacientes o el equipo profesional y, especialmente, sin miedo a tener que hacer
revelaciones personales o vergonzosas.
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La primera meta del tratamiento, una vez pasada la desintoxicación y el proceso de
evaluación diagnóstica, es ayudar al paciente a admitir y aceptar que es impotente ante el
alcohol y/o otras sustancias que alteran el estado de ánimo. En esta fase se le ayuda a
aceptar el hecho que su vida se ha vuelto incontrolable (ingobernable) a causa de la
adicción. Es el primero de los Doce Pasos de la filosofía de AA y es un intento directivo
para tratar romper con la negación.
Programa Familiar
En los últimos diez años se reconoció que un programa de rehabilitación completo debe
ofrecer ayuda para la familia e incluirla en el tratamiento. Se diseñó un programa familiar,
entendiendo como familiar todas las personas significativas y cercanas al adicto ya sean
miembros de la familia, amigos, jefes u otros. La razón para dar tratamiento a los
familiares es clara, igual que el paciente, la familia necesita modificar actitudes rígidas,
repetitivas y respuestas inadecuadas ante la conducta del adicto. La familia aprende cómo
centrarse en sus respuestas ante la enfermedad y no en la enfermedad en si. Por lo
anterior una de las metas principales es que los familiares dejen de dar las mismas
respuestas patológicas que da el adicto.
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El programa se estructura como una experiencia educativa y vivencial. La familia recibe
la misma información que el paciente, además se le ayuda a prepararse para cuando el
familiar regrese; cómo lograr que su vida no gire alrededor del adicto y cómo
desprenderse del alcohol o la drogas y no de la persona. Otro objetivo del programa es
ayudar para que la familia deje que el adicto resuelva sus problemas y los demás
empiecen a vivir su propia vida. El programa familiar es de corta duración, se suele dar
dentro o fuera del centro de tratamiento. Hay conferencias didácticas, sesiones de terapia
de grupo donde los participantes comparten sus experiencias. Se fomenta que la familia
asista a grupos de autoayuda.
Cuidado Continuo
Resumen
Se presenta el modelo de tratamiento de Minnesota originado en los Estados Unidos en
los años cincuenta. Sus planteamientos han servido para desarrollar programas de
rehabilitación para alcoholismo y drogas en el mundo y en México. Se estructura la
atmósfera terapéutica para ofrecer el apoyo profesional y la guía necesaria para alcanzar
las metas de tratamiento. Es un enfoque integral y multidisciplinario, orientado hacia la
abstinencia y basado en los principios de los Doce Pasos. Los principios de Alcohólicos
Anónimos (AA) y Narcóticos Anónimos (NA) son fundamentales. El modelo aboga por el
concepto enfermedad sin cura, pero con recuperación, siempre y cuando se adhiera a las
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propuestas del programa. Con el tratamiento se pretende alcanzar dos metas a largo
plazo. La primera, la abstinencia de alcohol y/o otras drogas. La segunda, una vida de
calidad con salud física y emocional. Para lograr las metas a largo plazo, se trabaja con
las metas a corto plazo que son: 1. Ayudar al adicto y a su familia a reconocer la
enfermedad y sus consecuencias en su vida. 2. Ayudar a la persona a admitir que
necesita ayuda y convencerse que podrá vivir una vida constructiva con la realidad de una
enfermedad que no tiene cura. 3. Ayudar a la persona identificar cuáles son las conductas
que tiene que cambiar para poder vivir con la enfermedad en una forma positiva y
constructiva. 4. Ayudar a la persona a traducir su entendimiento en acción para desarrollar
un estilo de vida diferente. El modelo Minnesota incluye un programa de Cuidado
Continuo desarrollado y estructurado como red de apoyo para la persona en
recuperación.
Referencias
Anderson, D.J. (1981). Perspectives on Treatment. USA: Hazelden Foundation.
Barriguete, A. (1996). Lo que el vino se llevó. México: Editorial Diana, S.A. de C.V.
Brailowsky, S. (1995). Las Sustancias de los Sueños. México, D.F.: Fondo de Cultura
Económica.
Isaac, C. (1998). Alma Húmeda. Una Fábula. México: Ediciones Zarebska, S.A. deC.V.
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-IV (1995). España:
Masson, S.A.
Powel, D.J. (1993). Clinical Supervision in Alcohol and Drug Abuse Counseling. New York:
Lexington Books.
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Distintos Niveles Profesionales en el Trabajo Terapéutico en el Campo de las
Adicciones
Hasta ahora, no existe una sola respuesta para el éxito en el trabajo con los adictos, ni
desde el punto de vista del tratamiento, ni tampoco desde la conformación del equipo
profesional. Se plantea como ideal un equipo global, que aprovecha la
complementariedad (Vient, L.M., 1973).
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de la comunidad consejeros o terapeutas para-profesionales no son complicados. Se
pueden escoger tanto hombres como mujeres. Se estipula como requisito un mínimo de
cinco años de sobriedad continua. El candidato escogido debe ser un miembro activo y
respetado en la comunidad de Alcohólicos/Narcóticos Anónimo. Algunas personas en
recuperación no deberían involucrarse en tratamientos. No todos pero algunos, defienden
la posición, que su experiencia con la enfermedad y cómo los afectó, su recuperación
personal, los hace expertos y saben todo. Obviamente, son dogmáticos, autoritarios y
como recurso terapéutico dan consejos al paciente.
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Los terapeutas no adictos deberían ser seleccionadas en función de sus actitudes. Las
cualidades personales requeridas son las mismas para ambos niveles profesionales, es
decir, tener fe viva en la posibilidad de cambio, entusiasmo y dedicación para una tarea
difícil; honestidad, firmeza, autenticidad y todo esto templado con empatía, comprensión e
imparcialidad. La falta de técnicas y conocimiento clínico del adicto recuperado debe ser
complementado mediante entrenamiento, apoyo y supervisión continua.
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Niveles de desarrollo del terapeuta
Para fines de este trabajo se destaca el nivel 1 (nivel inicial) del terapeuta y solo se
mencionan los demás. Para una amplia revisión del tema se refiere a la obra publicada
por Powell, D.J. (1993).
Nivel 1. Los terapeutas del nivel 1 se distinguen de los otros niveles en relación a la fuerza
yoica, la experiencia de trabajo, cualidades afectivas y habilidades de trabajo.
Normalmente todavía no han logrado el acomodo entre sus características de
personalidad y cómo éstas afectan su práctica profesional. En muchos casos dominan
como puntos de referencia, sus antecedentes y experiencias de recuperación.
Es verdad trillada que personas que entran a profesiones que ayudan, quieren ayudar a
otros y aveces también a si mismos. En el campo del alcoholismo y las drogas, el
compromiso se refuerza frecuentemente con experiencias personales o familiares de
abuso de sustancias. Estas vivencias, que contribuyen a una comprensión y dedicación
mayor, pueden generar consecuencias contratransferenciales que se manifiestan en la
realidad de la práctica clínica y se deben elaborar bajo supervisión. El terapeuta inicial
empieza su carrera con entusiasmo y, a veces con misión de salvador.
Desafortunadamente, el entusiasmo puede ser seguido por expectativas frustradas, el
primer paso en el camino hacia el desgaste (burn-out) terapéutico. Para evitarla, la
supervisión le ayuda a domar su entusiasmo y moderar sus expectativas.
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alrededor de sus necesidades. Tiene un concepto de sí mismo bajo y falta de
confianza en su repertorio clínico. Le preocupa ser “evaluado”, ¿cómo me ve? y
perseguido por el supervisor. La observación directa, las video- y audiograbaciones
causan intensa ansiedad.
El paso del terapeuta del nivel inicial al siguiente, se posibilita con un trabajo sistemático
de supervisión. Se aprende a coleccionar un rango amplio de información relevante, para
integrarla a un marco teórico que fundamenta la programación de la terapia. La lista a
continuación resume los aspectos a trabajar en la supervisión:
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Terapeuta Nivel 1: Tareas para la supervisión
Para finalizar este apartado sobre el Nivel 1 del terapeuta, se menciona que algunos
terapeutas no pueden cambiar de nivel. Este terapeuta “estancado” puede realizar tareas
limitadas, si el ambiente clínico lo necesita. Sin embargo, se pretende que los terapeutas
maduren hacia los niveles 2 y 3. Desafortunadamente, pero en pro de la salud del
ambiente profesional y del mismo terapeuta, algunas veces se necesita acompañar a
alguien para que salga del campo de trabajo.
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Puede aparentar ser menos avanzado que el terapeuta del nivel 1.
Presenta incertidumbre.
Pierde motivación después de pacientes difíciles y se atreve a revisarla.
Tiene conflictos de dependencia/autonomía con el supervisor.
Es menos imitativo, más asertivo.
Tiende menos a demandar recomendaciones concretas.
Articula un diagnóstico preciso del paciente.
Esta más consciente de aspectos culturales.
Utiliza enfoques teóricos eclécticos.
Observa y ubica mejor los aspectos éticos .
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Bibliografía
Anderson, D.J. (1981). Perspectives on Treatment. Hazelden Foundation: USA.
Powel, D.J. (1993). Clinical Supervision in Alcohol and Drug Abuse Counselling.
Lexingtong Books: New York.
Yalom, I.D. (1983). Inpatient Group Psychotherapy. Basic Books: New York.
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Terapia de Grupo en Centros de Tratamiento para Adicciones
Dra. Elke Kort
Esta postura para el tratamiento del adicto encuentra aspectos comunes con la filosofía
de Alcohólicos Anónimos (AA). Se ha tardado en pasar de la teoría a la práctica en
algunos ámbitos, tanto en los grupos de AA, como entre los clínicos. Se recomienda la
lectura de la reciente obra de Flores, P.J., 1997 quien describe la complementariedad
entre la filosofía de AA y aspectos de la teoría psicodinámica para la terapia de grupo
con adictos.
Citando a Barriguete, A. (1996) ...en realidad es algo difícil, y muchas veces sin
resultado, la tarea del psiquiatra para inducir a su paciente a que solicite ayuda de AA,
pero es un requisito para el éxito de la recuperación. El tratamiento psiquiátrico o
psicoterapéutico es necesario para el alcohólico, pero la asistencia a un grupo de
autoayuda es indispensable .
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Aspectos específicos para la terapia de grupo con adictos
La terapia de grupo, una vez dado el primer paso de la abstinencia, ofrece al adicto
oportunidades para aprender sobre sí mismo y sus adicciones. Las ventajas de la terapia
de grupo se resumen de la siguientes manera (Flores, P.J., 1997):
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3. Confrontación, retroalimentación inmediata y presión positiva de compañeros para
lograr la abstinencia.
4. Cohesión, identificación, apoyo social mientras se aprende a identificar, nombrar y
comunicar los sentimientos.
5. Estructura, disciplina, límites y al mismo tiempo aprendizaje sobre la recuperación y el
uso de drogas.
6. Esperanza, inspiración para el futuro y búsqueda compartida de metas e ideas.
Para la revisión de los distintos modelos teóricos de terapia de grupo con adictos se
refiere a las obras de Flores, J.P. (1997) y Yalom, I.D. (1983). En general, en la literatura
especializada, se insiste en que cada modelo en manos de un clínico entrenado, tiene
algo único que ofrecer. Sin embargo, un modelo tiene que ir de acuerdo con las
necesidades que determina la problemática a tratar. Para el trabajo con adictos es
importante revisar, qué modelo corresponde a las necesidades del individuo y en cuál
fase de su recuperación.
Por eso, para tener éxito con la terapia de grupo hay que mantener y cumplir con dos
condiciones: Primero, la tarea y la estructura del grupo deben estar de acuerdo con las
necesidades de sus miembros. Cuando el terapeuta y la clínica de tratamiento se
adhieren al concepto de la enfermedad, la abstinencia debe ser la meta. Segundo, la
técnica se debe de adaptar para que se empareje con las tareas que permitan alcanzar el
propósito del grupo. Frecuentemente, tanto el terapeuta como los pacientes tienden a
vivir los grupos en términos de técnicas (ejercicios de comunicación, silla caliente) o
orientaciones teóricas (psicodinamia, Guestalt) antes que en términos de metas y tareas
a resolver. Así, las técnicas y teorías pueden volverse rituales sagrados, y no
herramientas para lograr la meta que son la abstinencia y la sobriedad.
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inicio (más estructura, en el ambiente clínico cerrado) y ampliado, una vez consolidada la
abstinencia y cuando hay menos peligro de recaídas (menos estructura, cuando incorpora
consideraciones técnicas más sofisticadas de la psicología del yo y enfoques analíticos
modernos).
Técnicas y tareas
En una clínica cuyo trabajo con los pacientes se basa en el concepto de la adicción
como enfermedad y la filosofía de Alcohólicos Anónimos, todos los terapeutas deben
haber observado reuniones y estar familiarizados con la filosofía de AA. Para finalizar se
menciona como tarea del terapeuta, asegurar la sobrevivencia del grupo. Es una tarea
frecuentemente descuidada, subestimada o ignorada, pero es vital, tanto para el terapeuta
como para el paciente y el grupo.
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La preparación del paciente para el grupo
Ingresar a cualquier grupo resulta difícil, y mucho más cuando el paciente se interna en
una clínica. Normalmente, lo hace después de circunstancias especiales que precipitan o
deciden su ingreso. Al ingresar al grupo muchos pacientes se encuentran en la fase de
abstinencia, que va asociada con frecuencia a la dependencia de sustancias. La atención
médica en la clínica ayuda a reducir síntomas y la necesidad irresistible (craving) de
volver a tomar la sustancia. Sin embargo, hay concomitantes fisiológicos y cognoscitivos
debido al cese del uso prolongado de sustancias. En estos momentos, el paciente suele
sentirse peor de cómo se le ve y oye. Así en muchos casos, empieza a participar
siguiendo solo intervenciones y sugerencias muy concretas, simples y rudimentarias.
Aunque sea imposible establecer una verdadera alianza de trabajo con una sola
entrevista previa, el encuentro inicial paciente-terapeuta logra reducir considerablemente
la ansiedad y el miedo. Por la carga de trabajo en las clínicas, a veces prácticamente no
hay tiempo disponible, pero una presentación, aunque fuera de veinte minutos, es mejor
que nada. No hay un método, pero clínicamente se considera útil lograr lo siguiente en la
preparación del paciente:
Bibliografía
Barriguete, A. (1996). Lo que el vino se llevó. Editorial Diana, S.A. de C.V.: México.
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Flores, P.J. (1997). Group Psychotherapy with Addicted Populations. The Haworth Press:
New York.
Vinogradov, Sophia y Yalom, I.D. (1996). Guía breve de psicoterapia de grupo. Paidós:
México.
Yalom, I.D. (1983). Inpatient Group Psychotherapy. Basic Books: New York.
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Terapia Individual con el Paciente Adicto a Sustancias
Dra. Elke Kort
Introducción
El trabajo terapéutico con el adicto en el consultorio es un reto tanto para el paciente
como para el terapeuta. La decisión, bajo qué condiciones aceptar al paciente en
tratamiento, depende de la postura que adopte el clínico y actualmente, los terapeutas
suelen tener dos (Washton, A.M., 1995). Unos consideran requisito, que el paciente esté
altamente motivado, dispuesto a cooperar y dejar de consumir cualquier sustancia antes
de iniciar el tratamiento.
Una vez establecida una alianza de trabajo, de mutuo acuerdo se desarrolla el plan a
seguir, el contrato terapéutico. Por ejemplo, cuando dentro de un plazo acordado, el
paciente no puede dejar la droga, aunque participe en un grupo de autoayuda (AA/NA), se
compromete a asistir a un programa de rehabilitación en una clínica. Una vez concluida
su estancia, podrá regresar a terapia para trabajar en la siguiente fase de su
recuperación.
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La resistencia
Los pacientes adictos se describen como resistentes. Aunque esto tiene un significado
distinto para cada persona generalmente se dice, sin dar ninguna explicación en función
de la historia individual. Desafortunadamente suele llevar implícito un juicio negativo.
Para la terapia es fundamental preguntarse, cómo hacer para trabajar con la resistencia y
no en contra de ella. Washton, A.M. (1995) resalta que es importante tener estrategias
claras. Si no, a mayor fuerza del terapeuta en contra las drogas, mayor resistencia del
paciente, con el riesgo que se compacte la adicción. Desde luego, el terapeuta aboga por
la sobriedad y todo el mundo, incluyendo al paciente, lo sabe. De hecho, por eso viene a
buscar ayuda.
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5. Reconocer dónde está ubicado el paciente. Así se evita discutir y diagnosticar.
Cuando el paciente llega a la sesión a hablar de su soledad, que lo hable. Tanto el
paciente como el terapeuta llegarán a hablar de la droga, pero es útil empezar con lo
que el paciente siente como importante y trabajar desde allí. Es terrible sentirse solo,
tener problemas en el trabajo y la meta de la terapia es mejorar todo esto. El terapeuta
puede aceptar esta meta y sugerir al paciente a asomarse a lo que esta pasando para
entender si lo que está sucediendo eterniza las dificultades.
Consideraciones generales
Existe consenso entre los clínicos e investigadores, que los enfoques psicoterapéuticos
psicodinámicos, para ser efectivos en el tratamiento del adicto en su primera fase de
recuperación, requieren de modificaciones sustanciales y de integración con otras
técnicas. Se recomienda la revisión del capítulo de Zweben en la obra de Washton, A.M.
(1995), donde describe con detalle cómo los clínicos modifican sus técnicas y las
combinan con otros elementos del tratamiento. De esto es un ejemplo la combinación
entre la participación con el programa de los Doce Pasos (Alcohólicos Anónimos) y el
trabajo terapéutico con técnicas orientadas al insight psicodinámico. Otra aportación son
los estudios realizados por Woody y cols. (1983) y Resnick y cols. (1981) que
documentan cómo los métodos psicoterapéuticos benefician también a los pacientes
adictos que reciben tratamiento farmacólogico.
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Consideraciones específicas
Cuando un paciente acepta que necesita ayuda, hay que pensar un plan de tratamiento
que provoque resistencia mínima y tenga probabilidades máximas de éxito (Washton,
A.M., 1995). Para eso, el terapeuta toma en cuenta que los grupos son muy
recomendables, que la terapia individual es buena, el trabajo con la familia es importante
y el compromiso con un programa de los Doce Pasos (AA/NA) esencial. Pero es
igualmente importante, escuchar al paciente y entender cuáles son sus sentimientos o
deseos. Algunos pacientes están dispuestos a entrar al programa de abstinencia total,
otros no. Hay que hablarlo. Se inician sesiones individuales donde el paciente puede
hablar sobre sus sentimientos acerca del ingreso a un grupo.
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consumo, moderar, etc. Por ejemplo, si alguien está convencido que puede beber de
manera moderada, el terapeuta puede sugerir que haga la prueba, pero que se observe y
que traiga sus experiencias a la siguiente sesión. Entrar en una discusión probablemente
haga que se pierda al paciente que se trata de motivar. Esto es distinto a defender el
beber controlado. Es una manera de ayudar al paciente a convencerse, motivarse para
iniciar el tratamiento. No se ignora el consumo de sustancias durante el periodo a prueba.
Explícitamente se hace tema a discutir, se habla sobre qué se siente al no usar y las
consecuencias al usar.
Otra parte del proceso es la anticipación del duelo. Hay múltiples pérdidas, como la
droga y sus efectos, los amigos, las actividades, la identidad como alguien que se droga y
toma. Las pérdidas hay que reconocerlas y elaborar el duelo. Al anticiparlo y hablarlo se
puede incrementar la motivación y disposición al tratamiento. Hay que recordar que la
primera fase del duelo es la negación, que a la vez, es la defensa primaria del adicto.
Aquí el terapeuta debe mantener el equilibrio delicado entre ayudar al paciente a manejar
la negación como parte de cualquier experiencia de duelo y simultáneamente confrontar la
negación con la que defiende el uso de sustancias y sus consecuencias.
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quiere parar, se le ha enseñado, y piensa, que si no la confronta e interviene
inmediatamente, algo hace mal. Pensándolo un poco, parece que esta actitud no solo se
relaciona con el fenómeno clínico en sí, sino con dificultades del terapeuta, como el
manejo de la contratransferencia, el miedo a la adicción y también la necesidad de
control y castigo.
Bibliografía
Woody, G.E., Luborsky, L., McLellan, A.T., & O´Brien, C.P. (1983). Psychotherapy for
opiate addicts: Does it help? Archives of General Psychiatry, 40, 639-645.
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Fases en el Tratamiento de las Adicciones
Dra. Elke Kort
El método de psicoterapia con enfoque integral para pacientes adictos, se puede dividir
en tres fases. La fase 1 del tratamiento comprende la evaluación exhaustiva y el contrato
terapéutico para alcanzar la abstinencia de las sustancias. La fase 2 es el periodo de
recuperación temprana (sobriedad) y la fase 3 la recuperación avanzada. Aunque las
fases se pueden ver por pasos y en secuencia, es importante tener presente, que cada
individuo progresa a un ritmo distinto, con base en su historia individual. Por eso, la
actitud terapéutica necesita ser flexible, de acuerdo con las necesidades del paciente y de
su fuerza yoica. Para fines de este trabajo, se describe con mayor detalle las fases 1 y 2
y de la siguientes fase se mencionan los elementos claves. Para profundizar sobre el
tema se recomienda la lectura de la obra de Kaufmann, E. (1994).
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como juego, sexualidad promiscua, bulimia, ejercicio extremo, violencia, automutilaciones,
etc.).
Examinar cómo obtiene el paciente el dinero para drogarse da muchas pistas, por
ejemplo, cuando menciona actividades que pueden sugerir una personalidad antisocial, o
ser francamente de alto riesgo y autodestructivas. Un contexto familiar de consumo
habitual de sustancias, implica mayor severidad de la enfermedad. También se examinan
las relaciones sociales para saber si el ambiente de amigos, conocidos y compañeros de
trabajo es de consumo y si existe alguna red de apoyo de personas no consumidoras.
Se evalúan las secuelas médicas y sus complicaciones. Se utilizan estos datos para
confrontar a los pacientes resistentes con la necesidad del tratamiento. Se le exige que
acepte el tratamiento médico indicado para las complicaciones, como hipertensión,
anemia, sífilis, hepatitis, SIDA. Todo lo relacionado con el tratamiento médico se vuelve
también parte del contrato terapéutico.
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Para la intervención se utiliza una técnica desarrollada en el Johnson Institute en
Minneapolis, Minnesota. Se lleva acabo a través y con los miembros de la familia,
siguiendo un esquema firme, en el que se manifiesta la preocupación de manera
afectuosa e incluye la puesta de límites y consecuencias si el adicto se niega a entrar en
un tratamiento. A veces se invita a participar a una persona ajena a la familia, por
ejemplo al jefe del adicto. Esta presencia y su apoyo concreto pueden llegar a ser
suficientes para que la persona acepte y busque tratamiento.
Desintoxicación
La desintoxicación y la estabilización durante por los menos algunos días debe llevarse
acabo en un contexto hospitalario.
Lograr la abstinencia
En un programa de tratamiento basado en el modelo Minnesota se da la orientación
intensiva y la estabilización que requiere el paciente al inicio de su recuperación.
Establecer el método para no consumir sustancias es condición para poder hacer un
contrato terapéutico. No se pide un compromiso de por vida, más bien se recomienda el
enfoque del “solo por hoy”. Así, el paciente se compromete mantener la abstinencia por
un solo día, pero lo renueve diariamente, usando los principios básicos del programa de
los Doce Pasos.
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Desarrollo del contrato terapéutico
El contrato no es un contrato firmado por el paciente. El terapeuta necesita estructurarlo
cómo si fuera un contrato escrito, para tenerlo presente como herramienta terapéutica
durante el proceso de terapia. El paciente y los familiares deben estar de acuerdo con los
elementos del contrato , después de haber explicado y entendido su sentido para el
tratamiento. A continuación se mencionan los elementos fundamentales para un contrato
terapéutico:
Nota: Al fallar en cumplir estas condiciones y colaborar, será imposible tratar al paciente
en el consultorio.
Final de la Fase 1
La fase 1 termina para el paciente cuando no ha consumido sustancias por dos o tres
semanas. Además cuando ha tenido la oportunidad de cumplir con el contrato. Los
pacientes que han estado en un programa intensivo terminan esta fase cuando se
gradúan del programa estructurado, con aprox. cinco semanas de abstinencia de drogas y
alcohol.
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Fase 2 del Tratamiento
La fase 2 inicia una vez acordado el contrato terapéutico. El foco inicial y principal son las
estrategias y métodos para mantenerse libre de drogas y alcohol. De aquí hasta cumplir
aproximadamente dos años en psicoterapia, el énfasis es en un trabajo bastante directivo,
de apoyo, con técnicas cognitivo-conductuales, mucho más enfocado a la seguridad y al
control, que a los procesos dinámicos profundos. En esta fase, los pacientes empiezan a
desarrollar su autocuidado, la autoprotección para evitar caer en conductas
autodestructivas y sobretodo, en el uso de sustancias.
Sin embargo, tener en mente la técnica psicodinámica ayuda, ya que siempre están
presentes las conductas transferenciales, motivaciones inconscientes, acting out, sueños,
fantasías y actitudes cotidianas maladaptativas. Durante esta fase se despiertan
respuestas contratransferenciales poderosas y el terapeuta necesita reconocerlas para
manejarlas y usarlas en beneficio del tratamiento. Sobre el manejo de aspectos
contratransferenciales en situaciones terapéuticas específicas se refiere a un trabajo
sobre este tema de la autora (Kort, Elke, 1995).
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1. Educar sobre el rol de factores condicionantes que producen las recaídas. Identificar
situaciones indirectas externas y sentimientos internos que disparan el deseo
vehemente (craving) de consumir droga/alcohol. Desarrollar un plan de acción para
evitarlas.
2. Establecer una red de apoyo, una estructura diaria y rituales alternativos como
sustitutos del uso de sustancias y actividades relacionadas.
3. Desarrollar un plan de acción para manejar impulsos y el craving.
4. Formular estrategias para evitar el abandono prematuro del tratamiento.
Esta progresión se puede detener rápidamente cuando la persona se mueve entre los
puntos 1 y 6, ya sea en el grupo o en terapia. Más difícil resulta detener la escalada entre
los puntos 7 y 9. Llegando al punto 10, a lo mejor el internamiento se vuelve necesario
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para evitar la recaída. El deseo psicológico (craving) por la coca es muy poderoso,
fácilmente se dispara con un mínimo de estímulo y provoca la recaída.
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craving puede llevar a buscar la droga/alcohol). El terapeuta debe sugerir que el paciente
realice actividades alternativas, como ejercicio regular, actividades creativas y recreativas,
de aprendizaje, etc. Esto no solo minimiza las pérdidas (droga, amistades, actividades
relacionadas) sino apoya la búsqueda de una vida más sana en general. Durante esta
fase, no se confrontan las defensas demasiado pronto, ni tampoco se remueven
prematuramente. Las intervenciones terapéuticas que serán apropiadas más tarde,
pueden resultar inapropiadas durante la fase inicial de sobriedad.
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psicodinámica del paciente limítrofe, ya que sus recomendaciones son aplicables al
trabajo con pacientes adictos en esta fase de recuperación.
Bibliografía
Ball, S.A., Legow, N.E. (1996) Attachment Theory as a Working Model for the Therapist
Kaufman, E. (1994). Psychotherapy of Addicted Persons. The Guilford Press: New York.
Kernberg, O.E. (1995). Psicoterapia psicodinámica del paciente limítrofe. Editorial Planeta
Mexicana, S.A. de C.V.: México, D.F.
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Aspectos éticos en el trabajo terapéutico con adictos
Hasta el día de hoy no hay un código ético formal o oficial al cual sujetarse o a suscribir
cuando se entra a trabajar en el campo de las adicciones como profesional. ¿Qué es un
profesional? Una respuesta sería, que a una profesión la compone un grupo de personas
que comparte un cuerpo de conocimientos, un código de ética para trabajar y relacionarse
de manera justa y decente con sus colegas. Para ayudar a los pacientes adictos y a sus
familias la guía es el antiguo lema primum non nocere (ante todo no dañar). Sin embargo,
también hay que reflexionar sobre cómo se lastima, por no actuar. La ética comprende
los principios de moralidad, incluyendo la ciencia del bien y la naturaleza de lo justo.
A continuación se tocan para reflexionar algunos de los temas que aparecen como
tópicos al trabajar en el campo de las adicciones. Por ejemplo, se presentan situaciones
complicadas en los centros de tratamiento ya que coinciden y hay que conciliar intereses
muy distintos: los clínicos, los administrativos, los financieros y los del poder. Este es un
gran tema que habría que tratarlo con valor y aparte, pero vale la pena mencionarlo aquí
como fuente del desgaste o burn-out que se reporta desde contextos clínicos en distintas
partes del mundo.
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poco realistas, pensamiento mágico-fanático y ansiedades acerca de su competencia
clínica.
Otro tema con implicaciones éticas es la calificación profesional del terapeuta, ya sea
una persona que tiene un proceso de recuperación o sea académico. Mantenerse a nivel
de experto requiere de un esfuerzo de educación continua. Una persona profesional se
distingue por su ética y por su preocupación por hacer el mejor trabajo que pueda. Los
centros o lugares de tratamiento pasan por cambios en la calidad de sus servicios
profesionales. Aunque se trabaje con un programa estructurado, el cómo se trabaje y el
tratamiento que reciben los pacientes, tiene que ver con las personalidades y el liderazgo
en la institución. Cuando hay cambios del personal o cuando hay periodos donde no
existe una relación de equipo, lo primero que resiente es el cuidado de los pacientes y con
ello las posibilidades de éxito en el tratamiento que se ofrece. Es cuando toda una
institución puede fallar éticamente, ya que no se puede proteger el bien del paciente.
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Para terminar, se menciona la confidencialidad como el primero de los tópicos éticos. El
principio básico es, que cualquier información privada que dé algún paciente durante el
tratamiento, jamás debe ser usada o repetida de manera que pudiera ser identificada con
o por persona alguna.
Bibliografía
Isaac, C. (1998). Alma húmeda. Una Fábula. Ediciones Zarebska, S.A. de .V.: México.
Kernberg, O.E. (1995). Psicoterapia psicodinámica del paciente limítrofe. Editorial Planeta
Mexicana, S.A. de C.V.: México, D.F.
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Mexicana, S.A. de C.V.: México, D.F.
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