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Bloque 9

Especi ca la evolución de las fuerzas polí cas de oposición al sistema: republicanos y


nacionalistas

El reinado de Alfonso XIII coincidió con la crisis del régimen de la Restauración. En los primeros
años se pusieron en marcha varios proyectos para modernizar y regenerar. Pero fracasaron. Al comenzar
el período de la Primera Guerra Mundial la monarquía cons tucional entró en un proceso de crisis y
descomposición que terminaría, al aceptar la dictadura militar impuesta por el general Primo de Rivera.
La crisis del sistema de la Restauración fue paralela al crecimiento de la oposición polí ca,
representada por el republicanismo, el carlismo, los nacionalismos periféricos () y el movimiento obrero,
en sus dos tendencias.

A. Los republicanos.

La oposición más importante era el republicanismo. Representaba la aspiración de los


intelectuales y de sectores de las clases medias a una democra zación polí ca, que iden caban con el
régimen republicano. Conoció una renovación ideológica con la inclusión de las doctrinas del nuevo
liberalismo democrá co, laicista e incluso an clerical, y más sensible a las reformas sociales.
El impulso regenerador y uni cador llegó con la formación de Unión Republicana, auspiciada por
Lerroux y Salmerón. El nuevo par do logró ese mismo año un notable éxito electoral en las grandes
ciudades. Pero las divergencias en Unión Republicana terminaron por dividir de nuevo al
republicanismo. En 1908 se escindió el sector radical liderado por Lerroux, que formó el Par do Radical.
- El republicanismo radical, liderado por Lerroux, estaba sólidamente implantado en Cataluña.
Era un movimiento republicano democrá co un discurso populista y demagógico, an clerical y
an catalanista. Su obje vo, integrar las reivindicaciones obreras e implantar la república a través de la
insurrección. Muy similar fue el blasquismo en Valencia, bajo la dirección del escritor Vicente Blasco
Ibáñez.
- Después de la Semana Trágica como respuesta a la represión del Gobierno, se formó la
Conjunción Republicano-Socialista, que agrupaba a diversos grupos republicanos y al PSOE. Esta alianza
obtuvo 27 escaños, ganó en Madrid, Barcelona y Valencia, y llevó al parlamento, como diputado, al líder
socialista Pablo Iglesias.
- Republicanismo moderado y reformista, representado por Salmerón y Melquíades Álvarez,
apostó por el abandono de ni vo de la vía insurreccional y optó exclusivamente por la lucha electoral y
parlamentaria. Con unas bases sociales más reducidas, democrá co en lo polí co y conservador en lo
social, se cons tuyó el Par do Reformista, dirigido por Melquíades Álvarez.

B. Los nacionalistas.

Después del Desastre de 1898, la ac vidad de los par dos nacionalistas creció de manera
considerable en el País Vasco y Cataluña. Los nacionalismos periféricos extendieron sus apoyos sociales y
aumentaron su in uencia electoral.
a. El nacionalismo catalán.
El catalán era el nacionalismo de mayor relevancia en las primeras décadas del siglo XX. Estuvo
dominado por la Lliga Regionalista, liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó. Esta formación
polí ca consideraba que se debía compa bilizar la regeneración polí ca y la modernización económica
con su reivindicación de la autonomía de Cataluña.
La naturaleza moderadamente reformista de la Lliga Regionalista le convir ó en el par do de la
burguesía y de las clases conservadoras urbanas y rurales catalanas, y se extendió su in uencia a toda
Cataluña. Pero no contó con el apoyo de las clases obreras por la ausencia de un programa de reformas
sociales. Prac có una polí ca pac sta colaborando en ocasiones con los par dos del turno.
En momento decisivo del catalanismo fue con la Ley de Jurisdicciones. Considerada como un
instrumento para reprimir el catalanismo, suscitó un movimiento de protesta generalizado de la
sociedad catalana contra el intervencionismo militar. Ese año todas las fuerzas catalanistas formaron un
frente común llamado Solidaridad Catalana, que obtuvo en las elecciones generales un espectacular
éxito (41 de los 44 escaños correspondientes a Cataluña).
Pero este movimiento se truncó a raíz del apoyo de Cambó a Maura y de los sucesos de la Semana
Trágica. Desde ese momento el catalanismo fue capitalizado por la Lliga, cuyo dirigente, Prat de la Riba,
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presidió la cons tuida Mancomunidad de Cataluña, organismo administra vo que coordinaba el
funcionamiento de los municipios catalanes.
El carácter conservador de la Lliga Regionalista se mostró en la defensa del orden social. En
concreto, Cambó fue ministro en dos de los gobiernos de Maura. La Lliga abandonaba las posturas de
izquierda y decidía colaborar en los gobiernos de Alfonso XIII.
Pero la Lliga, al formar parte de los gobiernos de concentración, provocó, una escisión en el
nacionalismo catalán, apareciendo grupos a su izquierda. Así, nacionalistas más radicales fundaban
Acció Catalana. También, en ese año, Francesc Maciá fundaba Estat Català, a favor de la independencia
de Cataluña.

b. El nacionalismo vasco.
En los primeros decenios del siglo XX, tras la muerte de Sabino Arana, se inició en el Par do
Nacionalista Vasco un duro y largo enfrentamiento entre el sector radical, independen sta y defensor de
la pureza original de las ideas aranistas, y otro más moderado, liberal y posibilista que optaba por la
autonomía manteniendo los principios de Arana.
Poco a poco el PNV logró aumentar su in uencia en la sociedad vasca. Se creó un sindicato
nacionalista y católico, Solidaridad de Trabajadores Vascos. (STV)
El PNV pasó a denominarse temporalmente Comunión Tradicionalista Vasca y, con el n de atraer
a la burguesía, se presentó como un par do de orden defensor de la riqueza nacional.
Con la nueva estrategia del sector autonomista, el nacionalismo vasco, asentado en Vizcaya, se
extendió al resto de las provincias vascas, se aproximó a la burguesía industrial y nanciera y amplió sus
bases sociales.
Se escindió el grupo más independen sta, Aberri. Unos y otros se reagruparon bajo la
denominación tradicional de Par do Nacionalista Vasco.

c. El nacionalismo gallego
En Galicia el movimiento galleguista, que exis a desde el úl mo tercio del siglo XIX, consiguió
conver rse en una fuerza polí ca gracias a la creación, en A Coruña, de la Irmandade de la Fala, que
impulsó el uso del gallego desde su sedes. Y también desde la organización de A Nosa Terra que se
convir ó en el portavoz del nacionalismo y en el instrumento aglu nador y propagandís co de quienes
no se conformaban con la dimensión cultural del galleguismo y aspiraban a conver rlo en una fuerza
polí ca con in uencia electoral y poder local.

Los par dos nacionalistas desa aron al sistema polí co de la Restauración y demostraron en
España su capacidad para conver rse en un movimiento moderno de masas. El llamado “problema
nacional”, la ar culación territorial del Estado, pasaba a ser uno de los con ictos fundamentales que
atravesarían la historia de España a lo largo del siglo XX y que con núa abierto hasta nuestros días.
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