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¿En qué consiste y cómo funciona la santidad de los contratos o el "Pacta Sunt servanta"?
Significa que "los contratos están para cumplirse"; este es uno de los principios más importantes
en el Derecho Civil, es definido como una regla tradicional en la cual los pactos deben ser
siempre cumplidos y en propios términos.
Podemos contemplar que en el primer párrafo del artículo 62 de la Constitución, se señala que
los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de
cualquier clase ... ", ha recogido la teoría de los derechos adquiridos, generando un aparente
conflicto normativo con el artículo 111 del Título Preliminar que, según hemos visto, recoge la
teoría de los hechos cumplidos. La primera parte del primer párrafo del artículo 62 de la
Constitución señala que la libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar
válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato y en la segunda parte de dicho
primer párrafo que los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras
disposiciones de cualquier clase.
La cláusula pacta sunt servanda del artículo 62 de la Constitución, es una norma de excepción al
principio general de aplicación inmediata de la ley que rige en la legislación peruana, que es de
aplicación únicamente a los contratos. Por lo cual dicha norma de excepción no es de aplicación
a los contratos regulados por el derecho público, por ser incompatible con su naturaleza.
Tampoco es aplicable la cláusula pacta sunt servanda a los contratos que, sin estar sometidos al
derecho administrativo, se encuentran regulados por el Derecho Público. Es este el caso de los
contratos que celebran los concesionarios de servicios públicos entre sí o con sus usuarios, en
tanto tienen relación directa con la prestación del servicio público concedido. En los últimos
años, la ley peruana viene recogiendo este último criterio, en la medida que se desarrolla el
marco regulatorio de los servicios públicos. Es este el caso de los contratos de interconexión
entre concesionarios de servicios públicos de telecomunicaciones, así como en los contratos de
suministro relacionados con la prestación del Servicio Público de Electricidad, sólo para
nombrar dos ejemplos.
La doctrina reconoce que el Estado puede prestar un servicio público de manera directa o
indirecta. Si bien el problema del régimen jurídico aplicable a la contratación que realizan las
empresas públicas o privadas que prestan un servicio público divide a la doctrina, ello no ocurre
en cuanto se refiere a los contratos de concesión de dicho servicio, pues en este aspecto la
doctrina es virtualmente unánime al reconocer que los mismos se rigen fundamentalmente por el
derecho administrativo. Ello por cuanto, como Aplicabilidad de la Cláusula Pacta Sunt
Servanda afirma Silva Cencio, en los contratos de concesión, "el objeto -servicio público- y la
causa -interés público- imponen su ejecución de conformidad con los principios poderes y
normas propios del derecho público". En razón de la obligación asumida ante el Estado por el
concesionario de dar continuidad al servicio, el derecho ha considerado necesario dotar a dicho
concesionario de mecanismos regulatorios e incluso administrativos idóneos para lograr este
objeto, por considerarlos parte del interés general.
¿Es posible la renegociación de los contratos con el estado peruano y cómo sería su
aplicación?
La renegociación sólo puede forzarse en caso de que una parte esté ejecutando un derecho
contractual, es decir, si alguna de las partes o ambas se han reservado en el contrato (o en algún
otro acto) el derecho a renegociar el contrato; o desde luego, si dichos contratantes deciden
voluntariamente hacerlo, vale decir, que tales partes acepten espontáneamente la renegociación
de los términos contractuales. Salvo esos dos casos, una parte no puede obligar a la otra a
renegociar un pacto, toda vez que se violarían ciertos principios elementales del derecho de los
contratos como son la obligatoriedad de los acuerdos contractuales y la libertad de contratación.
Obviamente, casos distintos son el estar ante un específico supuesto legal causado (nos
referimos a aquella norma que permite una revisión de los pactos por razones expresadas en el
propio ordenamiento jurídico, como sucede, por ejemplo, cuando media un incumplimiento
contractual o sobreviene un riesgo, entre otros).
Cabe precisar que la no posibilidad de forzar una renegociación de un contrato, salvo por lo
indicado previamente, aplica a todo contrato, sea de tipo privado, sea de corte público; por la
sencilla razón que ambos son contratos, por lo tanto, obligan a las partes. En tal sentido, siendo
el Estado una de las partes, ésta no puede, unilateral e incausadamente, deshacer con la mano
izquierda lo que previamente hizo con la mano derecha. En definitiva, la palabra empeñada en
un contrato debe ser respetada; y de no ser así, la parte que intente forzar a la contraria a
sentarse a renegociar estará potencialmente incurriendo en incumplimiento de sus respectivas
obligaciones contractuales, con todas las consecuencias legales que esto trae. Siendo ello así, la
parte lesionada tendrá siempre expedita la vía regular en el Poder Judicial para resguardar los
derechos que le han vulnerado; o podrá acudir en vía de excepción a un Arbitraje o a cualquier
otro mecanismo heterocompositivo de solución de conflictos, de ser el caso. Adicionalmente,
más allá de la buena intención de sus proponentes, con una buena dosis demagógica en sí
misma, promesas como aquélla afectan más bien la seguridad jurídica y estabilidad de un país,
corriéndose así el riesgo de desincentivarse la inversión.
El Gobierno peruano ha decidido impulsar una renegociación del contrato de concesión del gas
de Camisea con el objetivo de asegurar que la explotación de ese recurso natural otorgue un
beneficio mayor al pueblo peruano. Es necesario recordar que los voceros del gobierno han
asegurado que este esfuerzo se llevará a cabo dentro de los márgenes de la ley y respetando el
Estado de derecho. Con tal perspectiva, una renegociación no tendría por qué considerarse una
acción arbitraria, peligrosa o perjudicial para los intereses nacionales. Al respecto, la literatura
especializada da cuenta de que estos procesos son más comunes de lo pensado en diversos
ámbitos y por distintos motivos. El reto de la renegociación debe ser obtener mejores beneficios
para el pueblo peruano sin que ello implique afectar el compromiso de garantizar estabilidad
jurídica y condiciones apropiadas a las inversiones. Otros países de la región lo lograron y no
hay razones que impidan reproducir la experiencia en nuestro ámbito.
Los especialistas en la materia afirman que el objetivo podría ser que el Estado obtenga un
aumento de las regalías, es decir, una mayor participación en la renta generada por la
explotación y comercialización del gas, recursos que servirían para financiar las medidas que el
gobierno proyecta emprender con el propósito de atender las demandas más urgentes de la
población.
¿Debe renegociarse el gas de camisea, ¿cuál sería su impacto económico, social y jurídico?
En la actualidad el Perú afronta obstáculos en sus planes para renegociar el contrato del gas del
campo Camisea. El consorcio Camisea, liderado por Pluspetrol, es una empresa responsable de
la explotación del gas del yacimiento, si bien en el gobierno existen conflictos de poderes para
evaluar las acciones orientadas a ampliar las reservas de gas natural e impulsar
la masificación del uso de gas a nivel nacional. Perupetro es la entidad responsable de negociar
con Consorcio Camisea.
En la campaña electoral, el partido Perú Libre llevó como una de sus banderas de campaña la
renegociación de este contrato de concesión. Para entender la complejidad de caso 'Camisea'
hay que entender quiénes intervienen en el debate. El Consorcio Camisea, que está formado por
las empresas Pluspetrol (Argentina), Hunt Oil (Estados Unidos), SK (Corea del Sur), Tecpetrol,
Sonatrach (Argelia) y Repsol (España), explota los lotes 88, 57 y 56 ubicados en la provincia de
La Convención en Cusco. La renegociación del gas natural anunciada se dividiría en dos partes.
Por un lado, estaría la situación del hidrocarburo para el mercado interno. Por otro, se
conversaría para mejorar las condiciones sobre las regalías y la recaudación tributaria obtenida
por el Estado peruano según el precio final en los destinos de exportación.
Los contratos Ley, de estabilidad jurídica y tributaria, son contratos negociables. Más de 300
contratos de estas características han sido renegociados, por lo que el anuncio del gobierno no
debería causar ninguna sorpresa.
Actualmente el consorcio Camisea, por falta de mercado interno, reinyecta a los lotes 88 y 57
más de 400 millones de pies cúbicos de gas por día para no desperdiciarlos. "Hay que
renegociar que el gas que se reinyecta sirva para alimentar la red de ductos"
No obstante, la renegociación debe pasar por una decisión política del gobierno para financiar la
red de conexiones de gas natural domiciliario en las regiones por donde pasa el Gasoducto
Costero. De esta manera, el 'gas seco', que hoy se reinyecta, podría ser utilizado por los hogares.
Solo entre diciembre de 2016 a diciembre de 2017, Pluspetrol, la empresa que lidera el
Consorcio Camisea, produjo el 83% del GLP en el Perú. Al respecto, el economista Jorge
Manco indicó que un barril de líquidos de gas natural para elaborar GLP es 10 dólares más
barato que un barril de petróleo, por lo que sería necesario que esto se vea como parte de la
renegociación de los contratos.
En el 2007, el precio acordado entre la española Repsol -la exportadora del gas natural- y la
Corporación Federal de Electricidad de México para la venta del gas peruano del Lote 56
equivalía al 91% del precio de referencia del mercado norteamericano llamado Henry Hub. En
ese entonces, su cotización fluctuaba entre los 7 y 8 dólares por millón de BTU, una unidad de
medida que equivale a casi 28 metros cúbicos de gas.
Sin embargo, luego de la crisis económica de Estados Unidos de 2008 el precio del Henry Hub
descendió a niveles cercanos a los 3 dólares. Además, Estados Unidos empezó a exportar gas de
esquisto (shale gas) a México, algo que hizo que el mercado mexicano dejara de ser atractivo
para los exportadores del gas peruano que redirigieron las ventas a otros países como Japón,
Corea y España.
Manco Zaconetti comentó que se debe renegociar cuál es el precio de referencia del mercado
donde se destina el gas natural del Lote 56, porque ya desde hace 12 años no es el precio.
En la actualidad las regalías del gas natural de consumo interno son mucho mayores a las
regalías por exportación. "El país obtiene el 37.24% de las regalías por el consumo en el
mercado interno, mucho más que por la venta a mercados internacionales. Es impostergable
renegociar ese punto"
Por otro lado, la comisión de energía y minas del Congreso debate el proyecto enviado por el
Ejecutivo sobre la masificación del gas natural fuera de Lima y la solución al problema de
desabastecimiento de combustibles.
Una de las trabas que enfrenta la masificación del gas es la mayor tarifa ofrecida por las
empresas distribuidoras en sus zonas de concesión en relación con las vigentes en Lima y que se
explica principalmente por la ausencia de infraestructura de transporte.
La propuesta del Ejecutivo es establecer una tarifa única que se financiaría vía un recargo al
servicio de transporte de gas natural por ductos.
Añadió que llevar el gas natural a zonas residenciales de Lima tiene un costo mensual de
US$21, pero la tarifa mensual cobrada es de US$7. Los US$14 de diferencia es el subsidio
pagado por las generadoras eléctricas y las empresas industriales, de manera que un incremento
del subsidio obligará un traslado de esos costos a las tarifas eléctricas residenciales.
Otro problema cuya solución espera atender la comisión multisectorial se relaciona con asegurar
el abastecimiento de combustibles, en particular, de GLP. En ese sentido, el proyecto enviado
al Congreso propone crear una agencia de inventarios de combustibles que será la responsable
de atender el amplio déficit de capacidad de almacenaje de combustibles.
La actual capacidad es de dos a tres días, según la fuente de Osinergmin, y sería un gran logro
alcanzar unos 15 días de capacidad. La propuesta que discutirá la comisión de energía y minas,
ahora que la sesión legislativa se amplió hasta el 17 de enero, abordará cómo financiar dicha
capacidad. Se plantea un aumento menor a 1% en los precios del diésel y del GLP para la
construcción de los almacenes requeridos. La fuente del organismo regulador recomendó
emular el esquema vigente en España, en que la agencia se financia a través de la emisión de
bonos con el respaldo de la gestión de inventarios. Consideramos que, si se debe renegociar,
pero en ciertos términos.