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Apreciación sobre la figura de la Santidad Contractual bajo

la noción constitucional peruana


Claudio Carrión Begazo

Como señaló el jurista Pier Giussepe Monateri, existen muchas teorías en el derecho
comparado, que buscan definir e interpretar qué debemos entender por santidad
contractual, y si esta supone como en muchos países primitivos en su desarrollo
constitucional, una inmutabilidad al contenido legal de los contratos.

Dentro de las más importantes, señala la diferencia entre los Contratos fangosos y los
Contratos Cristalinos. Asimismo, define a los contratos fangosos como el aplicado bajo
el sistema del civil law y los contratos europeos, y supone una justicia proporcional, en
el que los legisladores permiten modificaciones bajo lo que las partes de un contrato
no han previsto, y en caso pueda perjudicar el interés común del país. Aquello supone
que dentro de los ordenamientos se legislen supuestos que prevengan dichos vacíos
legales donde las partes impunemente puedan ejercer su libertad contractual. Por eso
se les llama como “fangosos”. Cabe señalar que estos contratos se basan en los
contratos aristotélicos.

Por otro lado, define a los contratos cristalinos como aquellos aplicados bajo el
common law, en los cuales simplemente no se admite discusión sobre lo que las partes
no han previsto. Esto ha llevado a que la justicia inglesa desconozca demandas de
justicia contractual en las que se ve afectado el interés común. Esto provoca que
muchas veces las grandes empresas se vena beneficiadas con la reducción del costo
social, que esa libertad contractual supone. Esta visión de la santidad contractual se
basa en los contratos grosianos.

Entendidas ambas concepciones de ver la santidad contractual, y trasladándolo a la


realidad peruana, nos topamos con que esta figura regulada por el artículo 62 de la
Constitución Política Peruana, el cual establece que: - “La libertad de contratar
garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las normas vigentes al
tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes
u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación
contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos
de protección previstos en el contrato o contemplados en la ley”. Es comprensible
dado que nuestro sistema es uno híbrido en el cual recogemos disposiciones tanto del
civil como del common law; sin embargo un poco alejados de nuestra realidad.

Por lo tanto, considero que esta disposición recogida por una Constitución
relativamente moderna, es puramente cristalina al no permitir ninguna modificación
legislativa, y le otorga a la libertad contractual una posición privilegiada sobre las otras
libertades personales y derechos, los cuales sí tienen restricciones. Es decir, bajo la
óptica institucionalizada en Perú, de que el poder público no puede modificar el
contenido legal de los contratos, considero que los contratos son absolutamente
SANTOS.

Ahora, bajo el análisis desarrollado por el ponente, el doctor Saavedra, menciona que
el artículo en cuestión, es una copia del artículo 23 de la Constitución Cubana de los
años 1940 y 1959, y asimismo de una sentencia emitida en Estados Unidos en el año
1888. Es decir, nuestra más importante norma, la CPP admite un retroceso de cerca de
100 años en cuanto a la libertad de contratar. Y es aquí, donde encuentro sentido a la
vergonzosa libertad que se le permite a importantes concesiones en territorio peruano
con la excusa de generar mayor inversión, así esta suponga un daño masivo a la
población. Por ejemplo, las otorgadas a constructoras para la construcción de
infraestructura como carreteras y el cobro excesivo que realizan después mediante los
peajes.

Por lo tanto, considero que, de alguna forma, todas las formas de contratación,
además de tener lineamientos generales que imponen parámetros a su libertad
contractual, por ejemplo, los Tratados ambientales, deberían estar sujetas a
modificaciones legislativas sobre todo cuando estas formas de contratar no tienen
limitaciones y suponen un perjuicio masivo. Por lo tanto, en el caso peruano, es
importante desarrollo constitucional sobre la libertad contractual y una modificación al
artículo 62 de la CPP, y con ello a la noción constitucional de la santidad contractual.

Asimismo, asumir de que todos los contratos son santos es anteponerlo ante otros
derechos de mayor relevancia dentro del ámbito social, y que cada vez requieren de
mayor atención, por ejemplo, los derechos ambientales, o el interés común de la
población en cuanto a servicios básicos.

Es por ello que considero que no existe derecho lógico que considere a la libertad
contractual como prominente. Todas las formas de contratación de alguna forma se
ven influenciados por los valores ya que existe afectación directa o indirecta a los
ciudadanos y a los contratantes mismos. Como ya mencioné, no es posible que la
libertad contractual esté por encima de los derechos fundamentales de las personas y
mucho menos cuando ello supone una contradicción en nuestra propia Constitución.

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