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CRIMINOLOGÍA I – TEMA 3

DELINCUENCIA DE LA INMIGRACIÓN: EXPLICACIONES TEÓRICAS.


Diferentes grupos de teorías han intentado llegar a una explicación a la delincuencia de los
inmigrantes y sus elementos condicionantes, con mayor o menor fortuna. Unas, de forma más
directa, y otras de manera más tangencial. Las perspectivas biológicas y psicológicas se han
centrado principalmente en la diversidad étnica como elemento diferenciador. Desde el punto
de vista sociológico, a esa diversidad se une el estudio criminológico de las relaciones
sociales de grupo y las condiciones estructurales de marginación.

Las explicaciones biológicas.

En su concepción determinista de la delincuencia, intentan buscar las causas de la


delincuencia en factores genéticos.
Según las escuelas de esta corriente, la inclinación a lo criminal surge de la confluencia de
determinadas características físicas, siendo uno más de los factores influyentes la diversidad
racial, según defiende –en este ámbito- la tendencia biotipológica.

Como representante de ella, Hooton establece una distribución racial directamente relacionada
con la delincuencia. En su clasificación, coloca a los mediterráneos en lo más alto de la escala
de delincuencia, luego a nórdico-mediterráneos, celtas y alpinos, en ese orden. Terminando –
en el puesto más bajo- con los nórdicos puros. Ni siquiera nombra a los negros u otras razas,
lo cual –aparte de lo desfasado de la concepción clasificatoria- no tiene mucho sentido
porque, por ejemplo, esa raza es la más representada en las estadísticas delincuenciales en
USA.
Lo cierto es que, concepciones de tipo racial tendenciosas y trasnochadas aparte, el sostener la
importancia de la diferencia racial como factor relacionado con la delincuencia se muestra un
posición inconsistente, ya que –si ello fuera realmente determinante- cada una de las razas
deberían mostrar estadísticas delincuenciales constantes a lo largo del tiempo, cuestión que no
ha sido demostrada por los hechos.
Las críticas hacia este estudio de Hooton fueron generalizadas, ya que –además de lo ya
mencionado- se le reprochó que obviara totalmente la incidencia de los factores sociales, que
son los que –en mayor medida- marcan las diferencias delincuenciales entre etnias, y no tanto
el elemento biológico.
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Las teorías psicológicas.

Las explicaciones psicológicas buscan encontrar las causas de la delincuencia en patologías


mentales, en déficits emocionales o en trastornos de personalidad. Entre los estudios de esta
corriente son escasos los estudios que se han encaminado hacia la relación entre delincuencia
e inmigración.
Entre estos últimos, puede citarse la teoría del coeficiente de inteligencia. Teoría que defiende
que los delincuentes tienen un coeficiente de inteligencia más bajo que los no delincuentes.
Como consecuencia de ello, los individuos de raza negra y los miembros de las clases sociales
más bajas se muestran más predispuestos a la delincuencia porque –según sostiene- son
menos inteligentes que la población general.
Aunque las teorías de concepción psicológica son capaces de explicar determinados casos o
tipos de delincuencia, lo cierto es que no se ha podido llegar a establecer una correlación real
entre la desproporción de las estadísticas criminales de las minorías raciales y unos factores
psicológicos directamente relacionados con ellas.

Las teorías sociológicas.

Este grupo de teorías, a diferencia de las anteriores, sostiene que la delincuencia responde a
situaciones derivadas de la estructura social y a sus elementos relacionados. En todo caso,
tampoco éstas están exentas de limitaciones, ya que no terminan de explicar porqué –en un
mismo contexto social- determinados colectivos responden con mayores tasas delincuenciales
que otros.
Dentro de estas teorías, y en relación con la delincuencia de la inmigración, han de citarse
especialmente los que se centran en la extranjería como un factor cultural diferenciador y las
que la consideran como un factor de exclusión social. A las que han de añadirse explicaciones
más actuales que ponen el acento en la discriminación aplicada por parte del sistema de
justicia penal, en las diferencias étnico-culturales o en los factores socioeconómicos.

Teorías del factor cultural diferenciador.


Este grupo de teorías se centra en la respuesta del grupo minoritario (inmigrante) cuando se
implanta en un entorno cultural distinto, afirmando que es precisamente el factor cultural el
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que determina el alejamiento entre ese grupo y el resto del sistema social donde se inserta.

Los precedentes.
Las primeras aproximaciones sociológicas al problema de la delincuencia de la inmigración se
deben a Thomas y Znaniecki, los cuales en su obra de 1.918 “The polish peasant in Europe
and America”1 aseguraron haber llegado a la conclusión de que los campesinos polacos,
debido a que el medio social en el que se había moldeado su carácter era diferente al de las
familias americanas, sufrían graves problemas de integración. Problemas que pueden explicar
las conductas desviadas de los inmigrantes, siendo una de las más importantes la
delincuencia.
Según estos autores, y en esencia, la conducta antisocial se genera por la debilitación de los
vínculos sociales y la inmersión en un nuevo escenario social, sin disponer de una guía moral
por desconocimiento del contrato social imperante en la sociedad en que se ha insertado, o –al
menos- por no haberlo asumido.

El interaccionismo simbólico.
Según esta corriente de opinión criminológica, que percibe al individuo como alguien que
actúa en función de la interpretación que éste hace de las situaciones sociales y de las
acciones de los otros, y no como un mero objeto determinado únicamente por los factores
psicológicos y sociales que le rodean. De esa manera, lo que realmente condiciona la
conducta del individuo es la interpretación que el individuo hace de la situación.
El miembro de una minoría inmigrante, en consecuencia, podrá interpretar determinadas
situaciones sociales de manera diferente a como lo harían otros individuos pertenecientes a la
mayoría social que le rodea. Y esa interpretación puede variar en función del bagaje cultural
recibido, y –de esa manera- implicarse en actividades delictivas con unas determinadas
características resultantes de esa interpretación mediatizada culturalmente.

El conflicto cultural.
En general, esta teoría –debida a Sellin- afirma que la delincuencia surge por el conflicto
existente entre distintos grupos culturales. El problema no está en que las normas sean

1
“El campesino polaco en Europa y America”.
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conocidas por el individuo, sino en si coinciden o no con el significado que éste asigna a los
elementos sociales.
Para este autor, el conflicto entre normas culturales divergentes puede surgir en tres
situaciones diferentes: cuando grupos culturales distintos se solapan en “zonas divisorias”
entre ambos, cuando la norma de un grupo cultural se extiende sobre otro, o cuando los
miembros de un grupo cultural emigran a otro. Y es en este último caso donde se inscribe la
explicación de la delincuencia de la inmigración. Los inmigrantes cometen delitos como
consecuencia del conflicto entre normas de conducta interiorizadas desde la infancia y nuevas
normas culturales de la sociedad de acogida.
El conflicto cultural puede ser de dos tipos: externo o interno. El externo aparece cuando una
misma situación se regula de manera distinta en el país de origen y en el de acogida, y el
inmigrante la resuelve con las normas culturales del primero y –sin embargo- su realidad
social está en el segundo.2 El interno (de carácter mental) se da en los individuos que
responden a las situaciones con pautas de conducta a partir de las normas en conflicto de dos
grupos diferentes.
Este último concepto de conflicto cultural interno es el que puede explicar las tasas de
criminalidad más altas que suelen presentar las segundas generaciones de inmigrantes
respecto de las primeras. En las primeras generaciones de inmigrantes el conflicto interno
aparece porque los individuos no son capaces de integrarse en la cultura de acogida, mientras
que las segundas generaciones (los hijos de los primeros inmigrantes ya nacidos en el país de
acogida) lo sufren –en el interior del entorno familiar- porque la cultura en la que se educan
(la del origen familiar) choca frontalmente con la que impera fuera de él.

El funcionalismo y la anomia.
El funcionalismo concibe el sistema social como un organismo que funciona por medio de la
colaboración de todas las partes que lo integran. Cada una de instituciones participantes
afectan al orden social, pudiendo ser funcionales o disfuncionales dependiendo de si
contribuyen al mantenimiento del sistema o van contra él. El delito es un elemento social,
normal, que cumple una función determinada en la estabilidad y cambio social.
La anomia, que es una teoría funcionalista, basa su explicación de la delincuencia en la

2
Sin embargo, resulta que los inmigrantes –en diversos estudios- cometen delitos comunes que también están
castigados en los países de procedencia. Para explicar esto surgió el concepto de conflicto interno.
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discrepancia entre las metas existentes en la sociedad y las posibilidades de acceso a ellas.
Cuando no se ofrecen posibilidades de obtener esas metas sociales y/o económicas, el
individuo tiende a buscar vías alternativas para conseguirlas. Y una de esas vías es,
principalmente, la delincuencia.
Dentro de esta visión, los inmigrantes –normalmente- viven una vida marginal y apartada de
la sociedad más “normalizada”, no obtienen puestos de trabajo satisfactorios, se sienten muy
exigidos por la escuela (en los casos de las segundas generaciones), y –en general- no tienen
expectativas de futuro. Por eso, y al sentirse en esa situación anómica, recurren a conductas
antisociales.

La respuesta subcultural.
Para las corrientes subculturales, la delincuencia es una respuesta compartida culturalmente a
los problemas socio-estructurales. Sus premisas principales se derivan directamente de la
Escuela Ecológica de Chicago y de la teoría de la “asociación diferencial” de Sutherland. Es
decir, la delincuencia es una conducta que se aprende y que se suele concentrar en
determinadas zonas de la ciudad.
Dentro de esta óptica, cuando los inmigrantes se ven imposibilitados de ser reconocidos
socialmente dentro de los parámetros de la estructura social imperante, recurren a unirse unos
a otros creando unos contravalores en los que pueden encontrar valoración por parte de sus
iguales. Contravalores que, en muchos casos, se basan en comportamientos delictivos o –al
menos- antisociales.

Los vínculos sociales.


Según esta teoría de Hirchi, las personas que delinquen tienen unos vínculos sociales tan
debilitados que no les disuaden de cometer actos delictivos. Los factores que permiten medir
el arraigo social son el apego y la consideración hacia las personas, la identificación y el
compromiso con los valores convencionales, la participación en las actividades sociales y un
conjunto de creencias en las normas legales y morales.
Según esta perspectiva, se ha conectado la existencia de altas tasas delincuenciales entre las
minorías en general, y entre los inmigrantes en concreto, debido al débil arraigo social que
tienen respecto de las instituciones sociales, como la escuela, el trabajo, las oportunidades
económicas…
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Según este autor, los individuos siempre tienen unos ciertos vínculos con el sistema
normativo, si algunos consiguen neutralizarlos se encontrarán en situación propicia para
cometer delitos.

La extranjería como factor de exclusión social.

Hay un cierto grupo de teorías que, al contrario que las anteriores, consideran que la
delincuencia de los inmigrantes debe estudiarse poniendo el énfasis en la reacción del poder
ante los colectivos minoritarios.

El conflicto social.
Según esta perspectiva, la delincuencia es la reacción a la injusta distribución de riqueza y de
poder como instrumento del grupo dominante para defender sus intereses de clase.
Aunque ninguna de las teorías de esta corriente han tratado de forma específica la
delincuencia de la inmigración, queda implícito dentro de su concepción que los inmigrantes
son tratados con menos condescendencia por el por los agentes de control social porque son
percibidos como una amenaza simbólica porque –en gran medida- suelen cuestionar el poder
establecido. Esa amenaza simbólica se debe a la existencia de estereotipos asociados a la
diversidad étnica y las desigualdades socioestructurales.

El etiquetamiento.
Los defensores de la teoría del etiquetamiento se basan en los postulados del interaccionismo
simbólico, ya citados anteriormente. En esencia, afirman –entre otras cosas- que los
individuos de las clases bajas, y especialmente los de los grupos minoritarios, se encuentran
más propensos a ser arrestados, enjuiciados y condenados que el resto de los miembros del
grupo dominante favorecido. En relación con la delincuencia de los extranjeros, se defiende3
que la opinión pública, los medios de comunicación y otras instituciones sociales están
cargados de prejuicios sociales sobre los inmigrantes, a los cuales se les atribuye el
calificativo de peligrosos sociales. Por eso, se tiene la sensación subjetiva de la existencia de
una delincuencia de tasas criminales más elevadas que las que son reales.

3
Según Walter, Villmow y Killias, que son los que aplicaron la teoría del etiquetamiento a esta problemática
concreta.
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La Criminología crítica.
Como ya es sabido, la Criminología crítica defiende que el control social busca, mediante las
instancias de control formal, mantener el sistema económico y el poder de la clase dominante.
Y entre los factores que cooperan el mantenimiento de ese estatus se encuentra el de la
marginación racial y cultural del inmigrante.
De esa manera, explica las posibles desproporciones raciales en el ámbito de la delincuencia
por la –según los autores de esta corriente- históricamente condicionada relación que siempre
han mantenido las clases dominantes con los diferentes grupos étnicos.

Las explicaciones actuales.

Las investigaciones criminológicas más recientes asumen el hecho de que los inmigrantes es
uno de los grupos sociales más presentes en las distintas instancias del control social formal,
tanto en su faceta de delincuentes como en la de víctima.
La mayor parte de estas explicaciones más actuales se centran –sobre todo- en tres tipos de
explicación: la discriminación que padecen las minorías por parte del sistema penal, las
diferencias étnico-culturales o los factores socioeconómicos.

La discriminación institucional.
Como es evidente, una de las cuestiones más presentes en el estudio criminológico de la
delincuencia de la inmigración es la existencia de un permanente racismo de carácter
endémico. Y ese racismo, a veces más explícito y a veces menos, se puede apreciar en las
actuaciones policiales, en las decisiones judiciales y en la discriminación penitenciaria.
De alguna u otra manera, en la gran mayoría de autores actuales subyace la idea –al margen
de la existencia de otras consideraciones- de la existencia de una discriminación institucional
que explica las altas tasas de la delincuencia de los inmigrantes.
No obstante, esta concepción choca en ocasiones con una realidad: entre los diferentes grupos
sociales que conviven en un mismo espacio social, las tasas delincuenciales son muy
variables, aspecto que no es explicable por el mero concepto de la existencia de racismo, ya
que si éste constituyera una explicación por sí mismo, las tasas criminales serían
sensiblemente iguales en todos los casos.
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Y es que lo cierto es que la noción de racismo no suele ser definitoria por sí misma en este
sentido, si no se le complementa con elementos de carácter histórico, económico y social.

Las diferencias etnoculturales.


Diferentes autores, como es el caso de Hawkins, afirman que son las diferencias culturales,
más que la pobreza, las que marcan las diferencias raciales en las tasas de delincuencia.
En este sentido, los estudios criminológicos sí pueden dirigirse a investigar la relevancia de
los efectos de la marginación y la pobreza. Pero como fuentes de conflictos que elevan las
tasas criminales en determinados colectivos minoritarios que mantienen sus diferencias
étnicas dentro de otro grupo de referencia más amplio y con elementos culturales distintos,
como es el caso paradigmático de los inmigrantes.

Las perspectivas socioestructurales y psicológicas.


Este grupo de teorías pretenden explicar la problemática criminológica que nos ocupa
basándose en factores socioeconómicos, geográficos y demográficos, pero sin olvidar las
diferencias étnicas. Es decir, es la intersección entre la etnicidad que caracteriza a
determinados colectivos y los factores socioeconómicos los que condicionan la aparición de la
delincuencia y la victimización de los colectivos de inmigrantes.
Cuando se centran en el estatus socioeconómico, mantienen que la delincuencia es un
fenómeno que se da más en las clases bajas de la sociedad, por lo que también se da en los
colectivos minoritarios, ya que quienes están en el último lugar de la escala social están más
inclinados a obtener los bienes materiales o sociales de forma ilegal, al margen de las vías
convencionales.
Otras líneas de investigación intentan llegar a una explicación de este tipo de delincuencia
como el resultado de los cambios en la estabilidad familiar. Pero, no parece que este factor –
por sí solo- pueda llegar a ser determinante, porque hay jóvenes con hogares rotos que no
delinquen. Normalmente, se debe complementar con otras variables, como –por ejemplo- la
unión con un grupo de iguales determinado, o modelos de comportamiento que se quieran
imitar.
Mediante el concepto de privación relativa se trata de explicar qué es lo que impulsa al sujeto
a realizar una actividad delictiva, aparte de consideraciones macroestructurales de generación
de factores de criminalidad. Por eso, las otras consideraciones se suelen combinar con ésta -de
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carácter psicológico- que puede explicar, de manera más individualizada y adaptada a un caso
concreto, cuál es el proceso por el que se favorece el posible comportamiento delictivo.
El concepto de privación relativa ha sido retomado del original (poco elaborado) de Quetelet
(S. XIX), el cual llegó a determinar que no era precisamente en las zonas rurales más
deprimidas y castigadas económicamente donde había más delincuencia. Pensó entonces que
lo que pasaba es que los pobres estaban más expuestos en las grandes ciudades, donde
verdaderamente adquirían conciencia de las desigualdades sociales. En su versión actual se
afirma que algunas personas trasgreden las leyes porque se produce en ellos una discrepancia
entre las expectativas que la sociedad le ofrece sobre condiciones y estilo de vida, y sus
capacidades para alcanzar esas expectativas por sí mismos.4
Lo cual puede aplicarse –en muchos casos- a colectivos inmigrantes que suelen sufrir un alto
desempleo, una educación escasa y bajos ingresos económicos. Sin embargo, esos elementos
–por sí solos- no tienen porqué aumentar las tasas de delincuencia respecto de los autóctonos
en las mismas circunstancias. Por eso, Kaiser y Villmow explican la delincuencia de la
inmigración combinando la teoría de la privación relativa y la del control social. Así, se
abarca el análisis macrofactorial uniéndolo a la posible explicación a nivel individual.

4
Lo cual no deja de ser una moderna reformulación de los conceptos anómicos de Merton.

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