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Un recorrido por el Barrio de las Letras

Miguel de Cervantes es sin duda el más conocido de todos, pero además vivieron en Madrid
otros autores del Siglo de Oro, entre los que destacan los tres grandes dramaturgos
madrileños: Tirso de Molina, Calderón de la Barca y Lope de Vega. Como en el temario de 3º
de la ESO estudiamos a los autores más relevantes de esta época, creo que pasear por las
calles del Barrio de las Letras puede ser lo más parecido a ver una de sus comedias, donde
espadachines, tenorios y criados se enredaban a golpe de endecasílabo y romance sobre las
tablas de los corrales.

Empezamos nuestro recorrido en la Plaza de Santa Ana, centro neurálgico del Barrio de las
Letras. Existe desde que se demolió el convento de Santa Ana, durante la expansión de Madrid
a principios del XIX. En un extremo está el Teatro Español —en funcionamiento desde 1583—y
las estatuas de los dramaturgos García Lorca y Calderón de la Barca adornan la plaza.

Contigua por el oeste tenemos la plaza del Ángel, llamada así por el Ángel de la Guarda que
había pintado en una fachada. Este pequeño espacio es famoso por el Café Central. El Palacio
de Tepa ocupa una de sus esquinas y alberga hoy un hotel.

Antes de bajar por la calle Huertas, podemos avanzar unos metros hacia la calle Atocha.
Haciendo esquina tenemos la iglesia de San Sebastián, sede de la cofradía de actores por
donde han pasado multitud de personajes famosos. Entre otros, aquí bautizaron a Tirso de
Molina, casaron a Bécquer y enterraron a Lope de Vega. La parcela contigua, antiguo
camposanto de la iglesia, es hoy El Ángel del Jardín, una pintoresca floristería heredera de la
centenaria El Jardín del Ángel. (muy recomendable el libro “Mujeres que compran flores”)

Si seguimos bajando por Huertas nos cruzamos con la calle del León. Por el lado izquierdo se
abre ligeramente en lo que fue el mentidero de Representantes, donde se reunían actores,
escritores y otros madrileños a charlar en los siglos XVI y XVII. Por el lado derecho tenemos la
Real Academia de la Historia, con una placa dedicada a Marcelino Menéndez Pelayo.
Siguiendo por este lado llegamos a la calle Atocha, a la altura del Teatro Monumental. En la
misma Atocha 87, poco más abajo, estuvo la imprenta de Juan de la Cuesta, impresor del
Quijote y hoy es la sede de la Sociedad Cervantina.

En paralelo a Huertas discurren dos calles fundamentales en este recorrido. Una es Lope de
Vega, que sólo por su nombre ya es digna de la visita. Pero además acoge el Convento de las
Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, del siglo XVII, donde se enterró a Cervantes. Aquí
también profesó sor Marcela, hija de Lope.

La otra calle imprescindible es Cervantes. En la esquina con León una placa nos recuerda el
lugar donde vivió y murió el autor del Quijote. El manco de Lepanto vivió en diferentes pisos
de este barrio de «Las Musas», como se le llamaba entonces. Por ejemplo, justo encima del
restaurante Casa Alberto se ubica una de sus primeras residencias en la villa y corte. Por eso, a
su muerte, sería enterrado en el vecino Convento de las Trinitarias Descalzas.

Un poco más abajo está la Casa Museo Lope de Vega. En esta casa con jardín vivió Lope hasta
su muerte (escritor de enorme éxito que pasó los últimos años de su vida en esta casona
castellana, acompañado de sus hijas y al cuidado de su joven amante, Marta de Nevares, que
sufrió graves crisis de locura y murió antes que el Fénix de los Ingenios.). Hoy es visitable y
recrea el despacho donde el dramaturgo escribió sus obras y las estancias que habitó.
Entre las calles Cervantes y Lope de Vega, discurre la pequeña calle Quevedo. Una placa en
una fachada nos recuerda el lugar donde estuvo la casa del “poeta eminentísimo”. Las fechas
nos señalan la duración de su estancia, entre 1620 y 1634.

Siguiendo con el recorrido, en la parte baja de las calles Cervantes y Lope de Vega está la plaza
de Jesús. Aquí es donde tiene fachada la basílica de Jesús de Medinacili, de gran devoción
entre los madrileños. En la misma plaza se abren otros bares interesantes. Entre ellos destaca
La Dolores, taberna famosa los encurtidos de aperitivo.

Desde aquí podemos bajar al Paseo del Prado para llegar a la Fuente de Neptuno, o seguir por
Duque de Medinaceli hasta la plaza de las Cortes. El elemento más destacado de la plaza es, el
Congreso, con sus leones a la entrada. En medio de la plaza se levanta la estatua a Miguel de
Cervantes. Este monumento presenta una curiosa historia relacionada con las obras de su
traslado y una cápsula del tiempo.

Podemos volver a subir hacia la Plaza de Santa Ana por la calle del Prado. A media altura nos
vamos a encontrar la estrecha y adornada fachada del Ateneo de Madrid (escenario de
acalorados debates intelectuales durante el siglo XIX)

En la Carrera de San Jerónimo está Casa Mira, la famosa pastelería especializada en turrones
artesanos. En la manzana de al lado está el Teatro Victoria

Desde la plaza de Canalejas podríamos regresar a la plaza de Santa Ana por la calle del
Príncipe. En esta calle tenemos el Teatro de la Comedia, ya muy cerca del Español.

Desde Canalejas también podemos seguir por la calle de la Cruz, allí nos encontramos con el
callejón del Gato. Uno de sus muchos bares es Las Bravas, que sirven las patatas bravas más
famosas de Madrid. En su fachada encontramos dos espejos, uno cóncavo y otro convexo,
donde nos vemos deformados. Estos espejos evocan la obra esperpéntica Luces de Bohemia,
de Valle Inclán.

Al final de la calle de la Cruz llegamos a la plaza de Jacinto Benavente, otro dramaturgo


homenajeado en el barrio. Entre otras cosas, aquí encontramos los cines Ideal y el Teatro
Calderón.

Hay que recordar que éstos no son los únicos literatos homenajeados, aunque sean los más
buscados. En el Barrio de las Letras también hay calles dedicadas a otros autores como San
Agustín, Echegaray y Ventura de la Vega. Además, también podemos encontrar citas de
autores como Ramón de la Cruz, José Cadalso, Gaspar Melchor de Jovellanos y Leandro
Fernández de Moratín en el pavimento de la calle de las Huertas.

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