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PASEO LITERARIO CENTRO SEVILLA

DPTO. LENGUA Y LITERATURA. IES LOS ALCORES.


1. Visita al Real Alcázar de Sevilla.
Visita al Real Alcázar de Sevilla y a sus jardines acompañados por profesorado del centro
y siguiendo la siguiente organización.

Visita Real Alcázar Visita Jardines Salida


Grupo 1 11:00 11:30 12:00
Grupo 2 11:30 12:00 12:30
Grupo 3 12:00 12:30 13:00
Grupo 4 12:30 13:00 13:30

- La entrada al recinto se realizará a través de la “Puerta de la Alcoba” situada en la confluencia


de los Jardines de Murillo y la calle San Fernando.
- Desde la “Puerta de la Alcoba” los grupos se dirigirán directamente hasta la “Puerta de
Marchena”, donde comenzará la visita de los palacios, patios y salones.
- A continuación, se procederá a la visita de los jardines.
- Una vez completada la visita, la salida del recinto se realizará a través de “Patio de Banderas”,
desde donde se continuará con la segunda parte de la actividad: paseo por el barrio de Santa
Cruz.

- En el recinto existen dos baños (uno en los jardines, otro junto al “Patio de la Montería”).
Teniendo en cuenta que el resto de la actividad se realiza en una zona en la que no existen
baños públicos, sería conveniente que el alumnado aprovechase la visita al recinto para ir al
baño si lo necesitase.
2. Paseo Barrio Santa Cruz.
PLAZA DEL TRIUNFO

En la Plaza del Triunfo, donde está la estatua de la


Inmaculada Concepción, se encuentra uno de los
puntos de nuestra visita. La historia del nombre de
esta Plaza deriva del año 1755 cuando el día uno de
noviembre de 1755 se produce el terremoto de
Lisboa cuyo epicentro estaba situado, según algunos
autores, a 10 kilómetros en el Océano Atlántico en la
vertical de la citada ciudad.

Este movimiento sísmico produjo simultáneamente un terremoto por tierra y un maremoto


(Tsunami) por el mar. Dicho maremoto fue de tal intensidad que incluso alcanzó las costas de
Cádiz. De hecho, en la localidad de Chipiona (Cádiz) en la playa de la Cruz de la Mar existe una
referencia en el friso inferior de la Cruz del monumento que hay a la entrada de dicha playa.

Sin embargo, por tierra, el terremoto se sintió en Sevilla en el momento en el que se estaba
celebrando una misa en la Catedral en honor de la Festividad de Todos los Santos. Esta misa se
trasladó, entre el terror del momento, a la Plaza de la Inmaculada rogando por el cese del temblor.
La realidad fue el temblor cesó sin grandes desastres y se consideró un «Triunfo» gracias a la fe.

Desde aquel momento la Plaza pasó a llamarse Plaza del Triunfo y a la festividad de Todos los
Santos se le añadió el actual Día de los Difuntos, en homenaje a todas las personas que fallecieron
como consecuencia del terremoto.
PATIO DE BANDERAS

El Patio de Banderas, con forma de antiguo patio de


vecinos, está ubicado dentro del entorno de los Reales
Alcázares de Sevilla, se puede considerar plaza por
sus dimensiones, ya que tiene una extensión de 1441
m². Es un lugar de paso permitiendo el acceso tanto a
la Plaza del Triunfo como al Barrio de Santa Cruz
(antes judería), a través del callejón de la Judería,
siempre que se acceda al mismo desde la salida que
tiene el Alcázar a través del apeadero (amplio zaguán
utilizado como parada de carruajes y automóviles) hacia el patio. Está cercado por las altas
murallas del Alcázar. Su nombre se debe a que cuando llegaba algún rey, honrando su recibimiento
se colocaban banderas en dicho lugar.
CALLES VIDA Y MUERTE

En el año de 1391, el arcediano (Canónigo que ejerce la


jurisdicción de una parte de la diócesis bajo la dirección
de un Obispo) de Écija (Aunque vivía en Sevilla), Ferrán
Mart ínez, se dedicó a predicar en contra de los judíos,
predicas de acusado carácter antisemita. Tan fuertes
resultaron dichos sermones que, en 1391, se produce un
asalto de extremada violencia al Barrio Judío, tan
violento que se destruyeron y saquearon comercios, así
como se asesinó a unas 4.000 personas, según fuentes de
la época. Fue tal la violencia desatada y la gravedad de
los sucesos que el Rey impuso una multa de tal calibre a
Sevilla que se estuvo pagando, a plazos, durante 10 años.

Sin embargo, los judíos no olvidaron y hacia 1480, uno de ellos, persona de elevada posición en
el Ayuntamiento de Sevilla, Diego Susón, monta junto con otros judíos, algunos de ellos de
reconocida posición, un complot para vengar los sucesos de 1391, complot que incluso pretendían
que llegara a desestabilizar el propio Estado.

Este hombre tenía una hija de gran belleza según las crónicas de la época, Susana Ben Susón a la
que incluso llamaban la «fermosa hembra». Susana era amante de un caballero de la nobleza
sevillana y cuando sorprendió una conversación de su padre con el resto de conspiradores, oyó el
nombre de su amante en la lista que estaban confeccionando de personas a las que asesinar.
Debatiéndose entre traicionar a su padre y a su raza o salvar a su amante, optó por esto último e
informó a su amante de lo que su padre estaba preparando. Éste informó inmediatamente a las
autoridades, las cuales esperaron a que los conspiradores se reunieran en la casa de Diego Susón,
momento en el que asaltaron la casa.

Aquellos conspiradores que lograron huir por una puerta trasera se salvaron y vivieron. Los que
intentaron huir por la puerta principal fueron asesinados allí mismo. Desde entonces, la calle donde
estaba la puerta trasera y por la que se salvaron los que vivieron pasó a llamarse Calle Vida y la
calle donde estaba la puerta principal en la que murieron los que quisieron salir por ella, pasó a
llamarse Calle Muerte.

Pero esta historia no termina ahí, ya que, en el testamento de Susana, a su muerte, dejó dispuesto
que como castigo a la traición que había efectuado para con su raza, se la decapitara y su cabeza
quedara expuesta en el dintel de la puerta de su casa para escarnio de
los que pasaron por allí. Esta cabeza estuvo expuesta hasta principios
del siglo XVII, cuando el Ayuntamiento de Sevilla ordenó retirarla
por entender que era demasiado macabro.

La Calle Muerte se llama actualmente Calle Susona y existe un


azulejo con un dibujo de un cráneo, así como una reja en el lugar
donde estuvo el cráneo con un azulejo explicativo, en lo que
actualmente es el Callejón y Plaza del Agua.
PLAZA DE DOÑA ELVIRA

La plaza, localizada en la zona de Santa Cruz,


no existió hasta principios de siglo XX. Entre
los años 1911 y 1918 se lleva a cabo la
demolición de una serie de casas ubicadas en la
zona que hoy ocupa la Plaza de Doña Elvira de
Sevilla. En concreto, entre las Calles Vida,
Caballos, Ataúd y también la Plazuela de los
Caballos. Tras dicha demolición, se produjo
una reurbanización en esta área de Sevilla,
dirigida por Juan Talavera y Heredia, arquitecto
municipal.

Una de las peculiaridades de esta Plaza de Doña Elvira gira en torno a una leyenda según la cual
en el siglo XVII había un solar en esta plaza donde hubiera estado la casa de Don Gonzalo de
Ulloa. Este señor era el padre de Doña Elvira, y en esta plaza se conocieron la propia doña Elvira
y el famoso don Juan Tenorio. La realidad es que este nombre se referiría a Doña Elvira, la hija
del Canciller de Castilla, conocido como el Canciller López de Ayala.

Precisamente fue el padre de Doña Elvira de Ayala, el canciller López de Ayala, quien recibió de
manos de Enrique III algunos bienes de los judíos y también la antigua aljama. Y fue precisamente
en esta plaza, que durante un tiempo fue utilizada como corral de comedias, donde se estrenaron
algunas obras de Miguel de Cervantes.

La plaza, aunque es pequeña, es muy hermosa, y está llena de árboles y una fuente que dan fresco
al recinto, por lo que puede ser un lugar idóneo para hacer una parada en nuestro paseo literario,
tomar algo fresco1, etc.

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En la calle que conecta la plaza de doña Elvira con la plaza de los Venerables Sacerdotes existe un establecimiento
(bar y heladería) en la que se pueden adquirir bebidas.
PLAZA DE LOS VENERABLES SACERDOTES

Una estrecha callejuela comunica la Plaza de doña


Elvira con la Plaza de los Venerables Sacerdotes,
donde cuentan las crónicas estuvo ubicada la famosa
Hostería del Laurel, lugar en el que Zorrilla sitúa el
inicio de su obra «Don Juan Tenorio» («Cuan gritan
esos malditos, más mal rayo me parta si en acabando
yo esta carta no cesaren en sus gritos»).

Frente al actual bar/restaurante del mismo nombre que


hay en esta Plaza se encuentra un azulejo donde Zorrilla ubicó la residencia del citado Don Juan.

Uno de los sevillanos más famosos de la historia es sin duda Don Juan Tenorio, pese a que se trata
de un personaje ficticio que nunca llegó a existir. La primera versión que se escribió sobre este
tema fue en 1630 en la obra El burlador de Sevilla y convidado de piedra, de Tirso de
Molina. Mozart, Molière y Byron también usaron el don Juan como personaje de sus obras. Pero
sin duda el autor que hizo famoso al personaje fue José Zorrilla. La acción del personaje se sitúa
en la Sevilla del siglo XVI, en el barrio de Santa Cruz. Don Juan es un personaje que se pasa toda
su vida seduciendo a las mujeres y enfrentándose a los hombres. Don Juan se apuesta con su amigo
Luis Mejía que conquistará en tiempo récord a una ingenua novicia y a la novia de su enemigo.
Un tiempo después consigue ambos objetivos: engañar a la novia de su rival y raptar del convento
a la inocente y pura Doña Inés de Ulloa, la cual cree en el amor verdadero.

De manera inesperada, Don Juan se enamora perdidamente de Doña Inés y decida pedirle su mano
a su padre, Don Gonzalo de Ulloa. Al enterarse de todo, Don Gonzalo y Don José Mejía, van a
casa de Don Juan Tenorio para plantarle cara por haber engañado a las dos mujeres. Don Juan se
enfrenta a los dos caballeros, logrando matarlos. Tras el suceso, Don Juan huye despavorido,
abandonando a Doña Inés, que muere de pena. Años después éste vuelve al lugar de los hechos,
donde se encuentra con la noticia de la muerte de Doña Inés, tras lo cual pide perdón muy
arrepentido. Cuando las almas de sus antiguas víctimas estaban a punto de llevárselo al infierno,
en ese instante hizo aparición el espectro de doña Inés, impidiendo que se lo lleven y salvando a
su amado.

La obra se representa cada año en Sevilla la víspera del Día de Todos los Santos, rivalizando con
la tradición americana de Halloween. Se celebra ese día porque fue la segunda vez que se
representó sobre un escenario.
PLACA A WASHINGTON IRVING, PLAZA DEL ALFARO Y REJA DEL DIABLO

Al final de la Calle Aguas, antes de llegar a la plaza


de Alfaro, encontraremos en la fachada de la que
fue Casa de América una placa de bronce dedicada
al escritor Washington Irving que visitó Sevilla
en 1829 atraído por la cultura musulmana en Al-
Andalus y que le llevó desde Sevilla hasta Granada,
lo que dio lugar al libro «Cuentos de la Alhambra»,
en el que escribió cuentos de la época musulmana,
además de ser una crónica de su viaje por
Andalucía.
También, como parte de sus recorridos por toda Andalucía,
Irving dejó constancia de su paso por Mairena del Alcor.

Cuando lleguemos al final de la Calle Aguas habremos


llevado a nuestra derecha el muro de la parte exterior de las
murallas que dan a los jardines del Real Alcázar de Sevilla.
Dicho muro contenía las canalizaciones que traían agua al
Alcázar en época musulmana y cuando lleguemos al final
de la Calle aguas y salgamos a la Plaza de Alfaro veremos
a la derecha, en el muro dichas canalizaciones junto con
una placa informativa.

En esta misma plaza encontramos la conocida como Reja


del diablo, situada en un lateral de la casa que fue de
Charles Pickman, fundador de la fábrica de cerámica que existió en la Cartuja de Sevilla.

Es en los barrotes donde está la excepcionalidad de esta reja,


ya que si miramos la foto del detalle veremos que cualquier
barrote horizontal o vertical, al cruzarse con otro barrote en
vertical u horizontal, lo abraza/entra y en el siguiente cruce
entra/abraza. Se afirmaba que sólo es posible fabricar una reja
de estas características si se trabaja el metal cuando está
totalmente candente y eso, trabajar el metal candente con las
manos desnudas, solo lo pudo hacer el Diablo. De ahí su
nombre de «Reja del Diablo».

Su origen real se atribuye a unos herreros de la provincia de Jaén (Jaén o Úbeda) que son los que
habrían hecho esta reja. Rejas similares solo existen en Viena, Florencia o en la localidad
de Sitges, también en España.
CASA DE MURILLO

La Plaza de Santa Cruz ha sido


un importante enclave
religioso para las tres culturas que
habitaron la Sevilla medieval, pues
en ella hubo, sucesivamente, tres
templos: primero mezquita, después
sinagoga y, finalmente, una iglesia.
Pero, ¿dónde se encuentra
actualmente ese edificio?
Lo cierto es que dicho templo no se
conserva, pues fue expropiado y
derribado en 1810 por el gobierno
de ocupación francés, resultando así
un nuevo espacio abierto que se convertiría en uno de los rincones más célebres del barrio de Santa
Cruz. El aspecto actual de la plaza se debe a la urbanización proyectada a principios del siglo XX.

Pues bien, en esa desaparecida iglesia fue enterrado uno de los pintores sevillanos más notables,
nada menos que Don Bartolomé Esteban Murillo. Su casa estaba en una de las calles colindantes,
la calle Santa Teresa, siendo ésta su parroquia. Al desaparecer la iglesia, los enterramientos de las
criptas quedaron, como es lógico, bajo tierra, en algún lugar de la plaza. Hoy podemos ver una
lápida colocada por la Academia de Bellas Artes en 1858 que recuerda que, en algún punto de la
plaza, en lo que fue el primitivo templo de Santa Cruz, fueron depositados los restos del
ilustre pintor sevillano.

Las circunstancias de su muerte están rodeadas de un halo de misterio, pues este lugar ha visto
nacer una leyenda en torno a su fallecimiento. Según se cuenta, un día iba paseando Murillo por
el puerto de Sevilla cuando una gitana le leyó la mano y le anunció que moriría en una boda. Al
parecer, Murillo no dio crédito al vaticinio y consideró el aviso como una anécdota sin
importancia… Pasaron paulatinamente los años y el pintor siguió trabajando incansablemente
hasta los años finales de su vida. Una de sus últimas obras fue un encargo que recibió del convento
de los capuchinos de Cádiz, que le pidieron un lienzo para su altar mayor. Cuando Murillo estaba
trabajando en la obra, cayó del andamio y resultó gravemente herido. La casualidad quiso que la
escena representada en la pintura fuese, precisamente, una boda. Se trataba de Los desposorios
místicos de Santa Catalina, que representa la unión simbólica entre la Santa y Cristo. Se dice que
la caída le provocó lesiones muy serias que lo llevaron a la muerte, aunque no está del todo claro
si este accidente fue la causa directa de su fallecimiento o, simplemente, agravó alguna enfermedad
preexistente. Los cierto es que, apenas unos meses después de la caída, Murillo fallece a los 65
años de edad.

A continuación, la visita se dirige a la Plaza Virgen de los Reyes a través de la calle Mateos Gago, donde existen
numerosos establecimientos para adquirir algún recuerdo, alguna bebida fresca, etc.
PLAZA VIRGEN DE LOS REYES

La confluencia de la plaza del Triunfo,


por un lado y el callejón de Santa Marta y
las calles Don Remondo, Mateos Gago y
Placentines, tiene un punto de
coordenadas con mucha historia,
hablamos de la plaza Virgen de los Reyes.

Estamos ante uno de los puntos más


fotografiados de la ciudad. Parada
obligada y paseo de miles de turistas. De
aquí parten y llegan coches de caballos
con familias o parejas subidos a una visita por esta inolvidable ciudad. Especial relevancia
adquiere este entorno en fechas muy señaladas en el calendario festivo de la ciudad, como son el
Corpus Christi o la Semana Santa. Sin embargo, cada 15 de agosto esta plaza se convierte en el
centro neurálgico de una fiesta clave en la ciudad, la de su patrona, la Virgen de los Reyes.

Cuenta la leyenda que el rey Fernando III tuvo una visión de la Virgen el día anterior a la toma de
Sevilla. En la aparición, el rey vio a la Virgen sentada con su hijo en brazos y le dijo: «Fernando,
por tu gran piedad, yo te prometo que habrás de conquistar Sevilla». Cuando conquistó Sevilla,
San Fernando quiso elaborar una talla de la Virgen como muestra de gratitud. Sin
embargo, rechazó todas las tallas de los escultores porque no se asemejaba a la de su aparición. Se
estaba dando por vencido cuando aparecieron tres jóvenes que decían ir de paso y que aseguraban
estar cualificados para tallar la Virgen. San Fernando les dio todo el material necesario y les dio
cobijo.

Con esta misión, los escultores se pusieron manos a la obra. De pronto, una de las sirvientas
escuchó música celestial y fue a comprobar el estado en el que se encontraba la talla. Miró a través
de la cerradura y vio que los trabajadores estaban cantando plegarias. Acto seguido, fue a
comunicárselo al rey y este se dirigió a la estancia. Al entrar se llevó la mayor sorpresa de su vida:
allí estaba la talla de la Virgen tal como la había visto en la visión. Fue en ese momento cuando se
dio cuenta que los escultores eran 3 ángeles celestiales.

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