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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada. Knowledge and action in


Applied Archaeology

Article · January 2006


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David Barreiro
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Conocimiento y acción
en la Arqueología Aplicada
Knowledge and action in Applied Archaeology

David BARREIRO MARTÍNEZ


Laboratorio de Arqueoloxía da Paisaxe. Instituto de Estudos Galegos “Padre Sarmiento” (CSIC-XuGa).
Rúa San Roque, 2. 15704-Santiago de Compostela. A Coruña. phdavidb@usc.es

Recibido: 13-06-2005
Aceptado: 20-09-2005

RESUMEN
Desde hace más de quince años venimos asistiendo a la eclosión de una arqueología desvinculada de su tradi-
cional ámbito académico y a su conversión en una profesión ‘liberal’, en paralelo a la caída definitiva del para-
digma neopositivista y al auge de la preocupación política por la gestión del patrimonio. Desde el campo de la
investigación en arqueología, este proceso no está exento de problemas epistemológicos y axiológicos, pero,
además, es un proceso susceptible de ser estudiado desde perspectivas no arqueológicas (filosóficas, sociológi-
cas, políticas). Las múltiples dimensiones que presenta el problema del divorcio entre gestión e investigación
son asimilables a problemas que superan el ámbito de la arqueología para remitirnos a viejos debates filosófi-
cos. Aquí trataremos de sentar las bases teóricas de nuestra propuesta: una Arqueología Aplicada que intenta
superar dicotomías que paralizan tanto el conocimiento como la acción y que permite una gestión del patrimo-
nio arqueológico integrada en la práctica discursiva del sistema pero que apunta más allá de sus condicionan-
tes inmediatos.

PALABRAS CLAVE: Arqueología comercial. Arquelogía aplicada. Gestión del Patrimonio. CTS (Ciencia, tecnología y
sociedad). Modernización. Pragmatismo. Teoria Crítica.

ABSTRACT
For more than fifteen years we have been witnessing the birth of a type of archaeology that has become discon-
nected from its traditional academic environment, and its conversion into a ‘liberal’ profession, alongside the
definitive decline of the neo-positivist paradigm and an increase in political concern for heritage management.
From within the field of archaeological investigation, this process is not free of epistemological and axiological
problems, although it is also a process susceptible to be studied from non-archaeological perspectives (philoso-
phical, sociological and political). The multiple aspects presented by the problem of the ‘divorce’ between mana-
gement and investigation may be compared to problems that go beyond the field of archaeology, where we may
turn to old philosophical debates. In this paper we will attempt to lay down the theoretical foundations for our
proposal: an Applied Archaeology that attempts to overcome dichotomies that paralyze both knowledge and
action, and which allow for a type of archaeological heritage management that is integrated within the discur-
sive practice of the system, but which goes beyond its immediate conditioning factors.

KEY WORDS: Contract Archaeology. Applied Archaeology. Heritage Management. STS (Science, Technology and
Society). Modernization. Pragmatism. Critical Theory.

SUMARIO 1. Introducción. 2. Pragmatismo crítico. 3. Entre la ciencia y la técnica. 4. Conclusiones.

Complutum, 2006, Vol. 17: 205-219 205 ISSN: 1131-6993


David Barreiro Martínez Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada

1. Introducción ambiente o de ordenación del territorio (Rodríguez


1998; Muñoz 1998; Llavorí 1998), y en consonan-
Desde hace más de una década, es patente el cia con recomendaciones de alcance internacional
cambio que ha sufrido la disciplina arqueológica (Willems 1998).
(en España, algo más tardía que en otros países del En nuestra opinión, la pervivencia de este debate
entorno). El debate en torno a la sucesión del para- no puede ser obviada: la arqueología comercial de-
digma neopositivista implica un cambio sustancial be mantener sus vínculos con la arqueología enten-
en las bases epistemológicas de la disciplina. Esto dida como actividad científica y crítica. Optar por
es algo ya sabido, y ya ha sido analizado por nume- mantener una línea de desarrollo tecnológico y me-
rosos autores (Shanks y Tilley 1988; Hodder 1988; todológico sin un marco teórico-crítico que le pro-
Criado 2001b entre otros) al hilo de las discusiones porcione una cobertura es un error, y reproduce
suscitadas en torno al post-procesualismo. además la dinámica que subyacía al funcionalismo
Pero, paralelamente, ha tenido lugar otro cam- como paradigma, donde las exigencias sistémicas
bio. Un cambio que afecta de raíz a la configura- marcan la pauta del saber. Esto no es una muestra
ción social de la disciplina, y que no ha motivado de ingenuidad acerca de las condiciones reales de
ni de lejos el mismo interés por parte de la teoría trabajo para la inmensa mayoría de los arqueólo-
arqueológica. Este cambio es el que ha sacado a la gos y la dificultad de mantener dichos vínculos en
disciplina de su tradicional reducto académico pa- esas condiciones, sino una llamada de atención a la
ra, en consonancia con las nuevas políticas de ges- Academia, en la que nos incluimos, y que es el ám-
tión del Patrimonio Cultural, consolidarse como bito que debe mostrarse receptivo a las inquietudes
una profesión “liberal”, encarnada por sujetos pro- manifestadas tanto por los arqueólogos que traba-
fesionales autónomos, independientes de las insti- jan para la Administración como por los que ejercen
tuciones académicas, y como un ámbito más de la su profesión al margen de las instituciones.
Administración. Así, el presente texto se inscribe en la trayecto-
A pesar del desinterés general sobre este tema ria que, desde principios de la década de los ’90,
(al menos, sobre el papel), hay que recordar que sí mantiene el Laboratorio de Arqueología del Paisa-
ha sido tratado por algunos autores, bien mediante je (antes dependiente de la Universidad de Santiago
análisis sobre la condición profesional de ese nuevo de Compostela y hoy vinculado al CSIC, aunque
sector “comercial” (Martínez 1990; Díaz-del-Río indisolublemente unido a su Unidad Asociada en
2000), bien mediante un acercamiento a los proble- dicha universidad, el Laboratorio de Patrimonio,
mas generados por esta división entre una “arqueo- Paleoambiente y Paisaje). Buscar la integración de
logía de investigación” (supuestamente asociada a los distintos componentes sobre los que hemos ido
la actividad académica) y una “arqueología de ges- construyendo nuestro propio campo de actividad
tión” (asociada a la actividad comercial) (Vicent ha sido una preocupación constante de nuestro gru-
1991; Criado 1996a, 1996b; Querol y Martínez 1996). po de trabajo.
Nuestra intención en este trabajo es abordar esta La prestación de servicios comerciales especia-
problemática atendiendo a cómo afecta a los pla- lizados, (relacionados, sobre todo, pero no exclusi-
nos epistemológico y axiológico de la disciplina. Y vamente, con actuaciones de gestión de impacto
ello porque los indudables avances teórico-meto- arqueológico de obras de infraestructura) que ge-
dológicos en la cuestión de la gestión del Patrimo- nera buena parte de los recursos necesarios para el
nio Arqueológico (Darvill 1994; Ruiz et al. 1996; mantenimiento y reproducción del grupo. Este com-
VVAA 1998; Heritage Council 1998, 1999, 2000a, ponente se relacionaría con el ámbito de la aplica-
2000b; Deeben et al. 1999; Burillo 1999; González ción (y aquí seguimos la distinción de Javier Eche-
1999; Barreiro 2000; Amado et al. 2004 son sólo verría entre los campos de innovación, educación,
algunos ejemplos) no han propiciado una solución aplicación y evaluación: 1995a, 1995b), en la me-
al debate, sino su abandono a favor de investiga- dida en que se trataría de llevar a la práctica los pro-
ciones y desarrollos libres de problemas epistemo- ductos y resultados procedentes del ámbito de la
lógicos y centrados en alcanzar un tratamiento lo innovación (que, para entendernos, aunaría tanto lo
más sistemático posible de las contingencias implí- que se denomina investigación básica como aplica-
citas en la arqueología comercial, generalmente en da, aunque nosotros descartemos el uso sistemáti-
el marco de las políticas de protección del medio co de estos ambiguos conceptos).
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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada David Barreiro Martínez

El desarrollo de un programa de investigación tigación) es práctica social, pero es que la arqueo-


en Arqueología del Paisaje, que proporciona un logía “de gestión” presenta una serie de caracterís-
marco teórico a la vez que se alimenta de los datos ticas que la convierten en una actividad profunda-
generados por la prestación de servicios. Aunque mente inmersa en la acción social. Por ello, es en
no sólo, éste es el componente que más propiamen- el campo de los estudios sobre Ciencia, Tecnología
te se relacionaría con lo que sería la vertiente “bá- y Sociedad (CTS), surgidos precisamente a causa
sica” del ámbito de innovación. del declive del paradigma neopositivista, donde
La necesidad de fortalecer la dimensión pedagó- debemos buscar ese marco teórico-crítico. En Es-
gica de la arqueología, tanto cuando se dirige a la paña, algunas referencias básicas para aproximarse
formación de personal especializado (a través de la al tema serían Lamo et al. (1994), Iranzo et al.
organización de cursos de especialización, por (1994), González et al. (1996) y Echeverría (1999).
ejemplo) como cuando lo hace hacia la divulgación A nivel internacional, la cantidad de referencias
y difusión de los valores asociados a la Arqueolo- existentes y la diversidad interna del propio campo
gía y el Patrimonio (a través de actuaciones de re- CTS dificulta el poder ofrecer una síntesis adecua-
valoración, que hoy por hoy se están convirtiendo da. De trabajos recientes podríamos destacar a Fun-
en una importante fuente de recursos, pero también towicz y Ravetz (2000), aunque una referencia que
mediante publicaciones propias, así como median- sintetiza los avances logrados a principios de la dé-
te la organización de seminarios y conferencias de cada pasada podría ser Pickering (1992).
temática variada). Ésta es la dimensión que se en- Sin profundizar en las características de estos
globaría en el ámbito de la educación, inseparable, estudios, podemos resumir su razón de ser en el
como decimos, de la actividad científica entendida abandono (o posposición) de las preocupaciones
como un todo integrado. epistemológicas clásicas (objetividad, verdad) para
La definición de una estrategia valorativa e inter- pasar a centrarse en las características de la activi-
pretativa que abarque la totalidad de las acciones dad técnica y científica en cuanto prácticas social-
desarrolladas por nuestro grupo de investigación es mente constituidas. Es decir, el campo CTS surge
un tema que ya ha sido hace tiempo diseñado y for- bajo las tendencias reflexivistas que, en el campo
mulado en sus planteamientos básicos (Criado de la sociología de la ciencia y el conocimiento
1996a, 1996b), por lo que, en cierta forma, lo que científico, nacen con la crisis de la “concepción he-
aquí se propone es una actualización de dicho plan- redada”.
teamiento a través de una nueva perspectiva. Cree- Como señala Bourdieu, “lo no-analizado de todo
mos que la integración entre estas áreas y ámbitos análisis científico (subjetivista como objetivista) es
de trabajo puede y debe llevarse a cabo a través del la relación subjetiva del científico social con el
diseño de un programa de investigación específico, mundo social y con la relación (social) objetiva que
que complemente a la Arqueología del Paisaje pero implica esta relación subjetiva” (Bourdieu 1991:
que convierta a la propia actividad arqueológica, y 53). Por lo tanto, ni la ciencia ni la técnica son neu-
su dimensión social, en el objeto de estudio (este es trales axiológicamente; y la arqueología no es una
el componente que hasta ahora no había sido abor- excepción. La propia actividad arqueológica se
dado por nosotros de forma sistemática, y que en- puede considerar así como un objeto de estudio
traría en el ámbito de la evaluación, si nos atenemos para ella misma, incluyendo dentro de este campo
a la propuesta de Echeverría). de estudio las implicaciones que la arqueología
En un principio, una arqueología entendida como puede tener en tanto asunción y generación de unos
prestación de servicios podría ser concebida sim- determinados valores.
plemente como ‘arqueología comercial’. Sin em- La asunción de este presupuesto obliga a retomar
bargo, lo que nosotros postulamos es una arqueolo- el debate en torno a la supuesta dicotomía gestión-
gía que reintegre la dimensión científica y la comer- investigación. En nuestra opinión, los problemas
cial, que denominamos Arqueología Aplicada, y implícitos en este debate siguen siendo de índole
cuyas bases teoréticas constituyen el núcleo de este epistemológica, no sólo política o sociológica. Es
trabajo. decir, no se trata de enfocar la cuestión pensando
De entrada, cualquier arqueología (y vamos a en una supuesta afinidad a un poder establecido,
mantener puntualmente, para evitar confusiones, la por parte de los ‘gestores’, ni en la oposición al sis-
distinción entre arqueología de gestión y de inves- tema desde el campo de la Academia tradicional,
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David Barreiro Martínez Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada

por parte de los ‘investigadores’ (como si tener una puede ampliar su campo hacia otras esferas del sa-
empresa de arqueología, o trabajar para la adminis- ber, como la moral y la estética. Esta ampliación de
tración de cultura supusiese ser más connivente con la arqueología, aun estando orientada a la gestión
el sistema que permanecer en un departamento del patrimonio arqueológico, es condición sine qua
universitario). non para poder concebir una arqueología aplicada
Más bien, bajo nuestro punto de vista, las dico- que no pierda su potencial epistemológico, es decir,
tomías implícitas que subyacen a ese debate entre que suponga una ampliación respecto a una arqueo-
gestión e investigación son las que enfrentan a una logía entendida como una actividad meramente co-
cierta concepción de ciencia (o, en general, de sa- mercial (por muy correcta que sea metodológica-
ber) y de técnica. No se puede enriquecer un deba- mente) y que implique la superación del prejuicio
te sobre la condición sociológica de la arqueología que postula el saber y la técnica como dos ámbitos
comercial sin replantearse cuál es el alcance epis- humanos dicotómicos.
temológico de dicha práctica: a qué campo del saber
se adscribe, si es que se adscribe a alguno.
El debate, a nuestro juicio, debería centrarse en 2. Pragmatismo crítico
cómo superar estas falsas dicotomías y cómo rein-
ventar su verdadera condición, que es la de una La definición de un marco teórico-crítico para la
relación dialéctica. Autores como Velandia (2003) arqueología aplicada supone aceptar que toda acti-
reprochan a Hodder, por sus trabajos de finales de vidad racional, del tipo que sea, implica conoci-
la década de los ’80, que considere dicotomía lo que miento y acción. Si una de las grandes dicotomías
en realidad es relación dialéctica (esencialmente, la de la Modernidad es la que se estableció entre teoría
relación objetivismo-subjetivismo). Hodder (1998) y práctica, resulta evidente que intentar superar esa
demuestra una evolución hacia esa misma idea, pe- dicotomía, basada en los prejuicios intelectualista
ro lo que siguen reprochándole es que la llamada a y pragmatista, debería ser nuestro primer objetivo.
una arqueología postcolonial, democrática y liberal El prejuicio intelectualista se encarna en aque-
revela una mezcla postmoderna de paternalismo llas actitudes que manifiestan la superioridad del
(como si viniese a decir: dejemos que hablen los trabajo intelectual sobre toda actividad práctica y/o
subyugados) y relativismo (como si dijese: ya que material, y es evidente la raigambre de dicho pre-
nadie puede demostrar su verdad teórica, abando- juicio, con la división entre sophia y techne en la
nemos los problemas de la epistemología). Ya he- Grecia clásica, y con la exclusividad del saber para
mos argumentado que, para nosotros, adoptar una los filósofos. Así pues, hoy en día está muy exten-
perspectiva reflexivista y/o constructivista no sig- dida la opinión de que los que se dedican a la ar-
nifica abandonar el problema epistemológico; que queología comercial no hacen, arqueología de ver-
ésa sea una tendencia generalizada no significa que dad, sino otra cosa. Esta postura puede ser criticada
esa perspectiva se deba transformar en paradigma desde el punto de vista epistemológico, ya que ig-
(por eso es preferible hablar de campo CTS, antes nora todo el cuerpo valorativo y cognitivo que sub-
que de paradigma CTS). yace a cualquier práctica arqueológica, que es pre-
Para construir nuestra argumentación, nos cen- cisamente lo que hace que sea una disciplina que
traremos en la primera parte de este artículo en una requiere una gran dosis de especialización y que
ficticia discusión entre el pragmatismo y la tradición sólo pueden consumar, en su último grado, los ‘ex-
teórica crítica, a fin de comprobar si es posible lle- pertos’. Además, ignora, como veremos, que en la
var a cabo una síntesis de estas posturas antagóni- práctica de la arqueología (como en cualquier prác-
cas y, a través de ésta, poder abordar el prejuicio tica) se movilizan conocimientos además del teóri-
que enfrenta a la teoría con la práctica. coinstrumental. Por último, también debe ser criti-
En la segunda parte, intentaremos exponer las cado desde el punto de vista moral, pues no es sino
bases de una arqueología concebida como tecnolo- el reflejo de un elitismo intelectual bastante grose-
gía para la gestión del patrimonio arqueológico. ro. Se podría replicar que también nuestra reivindi-
Esto requiere una ampliación del concepto más co- cación del potencial epistemológico de la arqueo-
mún de tecnología, entendiéndola como una legíti- logía de “gestión” comparte dicho prejuicio (es
ma forma de saber en la que pueden confluir ele- decir, que lo hacemos porque, si no, tampoco nos
mentos instrumentales y cognitivos, a la vez que parecería arqueología de verdad). Nosotros repli-
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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada David Barreiro Martínez

caríamos que lo que buscamos no es subsumir a la como lo concibe Dufour (2003) es una consecuen-
“gestión” dentro de la investigación” (toda arqueo- cia y una condición de posibilidad para que el sis-
logía sigue siendo arqueología) sino una reintegra- tema se reproduzca, pues sólo ante este sujeto frag-
ción de las dos dimensiones de la disciplina: por mentado puede la lógica de las mercancías mante-
eso hablamos de la Arqueología Aplicada como lu- ner su ritmo expansivo y penetrar las relaciones
gar de esa reintegración. sociales. Esta fragmentación definitiva de la iden-
En relación con la postura desde la que se podría tidad, además de suponer la crisis del sujeto freu-
hacer esta última réplica a nuestra argumentación se diano (cuya identidad pugna por emerger frente a
sitúa el prejuicio pragmatista (¿por qué tiene que la objetividad social), y del sujeto marxista (cuya
generar conocimiento teórico para ser considerada identidad adquiere sentido en el mundo de la lucha
arqueología? ¿No basta con que use las técnicas y de clases) supone la crisis misma del sujeto racio-
los métodos de la disciplina para ello?). Si la época nal kantiano, capaz de juicio y crítica, que discier-
del funcionalismo se caracterizó por intentar dotar ne aquello susceptible de valor de cambio de aque-
de un marco teórico sólido a una práctica cuyos in- llo que no puede ser valorado (la ética), y que, des-
tereses se hallaban, implícita o explícitamente, en de luego, es incompatible con esa dinámica expan-
consonancia con la dinámica reproductora del sis- siva de la forma mercancía y la racionalidad técni-
tema, la época actual se caracteriza por un predo- ca. Este progresivo desmembramiento de la subje-
minio abrumador de las actitudes pragmáticas, sin tividad se puede interpretar como el final de la
necesidad de cobertura teórica, pues es la raciona- deriva que a lo largo de la Modernidad ha marcado
lidad tecnológica en la que se manifiestan estas ac- el debate en torno a la identidad del sujeto occiden-
titudes su propio criterio de justificación, a través tal, como señala Hernando (2002: 28 y ss).
de conceptos como la utilidad, la eficacia, la opera- Ante esto, Habermas (1989) propone centrarse
tividad, etc... La teoría no tiene relevancia práctica. en aquellos aspectos más resistentes a la dinámica
Esto es lo que sostiene Rorty (2000: 131) cuando impuesta por los medios sistémicos, que son los de
habla de lo innecesario de un ideal regulativo que la reproducción simbólica, que todavía está en un
nunca se acaba de traducir en la práctica de las ac- incipiente proceso de descomposición. Ahora bien,
ciones. Los argumentos epistemológicos frente a en nuestra opinión, esta reivindicación no puede
este prejuicio son idénticos a los anteriores: en la efectuarse al margen del sistema y de la racionali-
práctica arqueológica interviene el conocimiento; dad técnica que lo reproduce, pues el poder expan-
por lo tanto, una reflexión teórica sobre esa prácti- sivo y absorbente de la misma terminaría por asi-
ca tendrá, forzosamente, incidencia en la forma en milarlo, quizás cuando ya estos elementos simbóli-
que dicha práctica se materializa (el know how, es- cos se hallasen más debilitados. Por eso, nuestra
to no se niega desde el pragmatismo, pero también propuesta es asimilar las contradicciones internas
el know that, el saber qué se está haciendo y con qué de la práctica discursiva.
objetos estamos trabajando). Para ello, partimos de que la supuesta unidirec-
Los prejuicios intelectualista y pragmatista debe- cionalidad y unidimensionalidad del sistema no es
rían ser eliminados a través de una estrategia que tal, que ésa es una imagen proporcionada por la ra-
combinase la capacidad crítica de la teoría con la cionalidad técnica y su paradigma epistemológico
capacidad transformadora de la práctica. Lo que (el funcionalismo) y de que el sistema tiene sus
para nosotros es una primera premisa en este sen- propias contradicciones internas que no puede di-
tido es que todo intento de reconciliar ambas pasa luir, pues lo constituyen de raíz. Así, plantear una
por la asunción de las contradicciones internas de estrategia de aislamiento de la arqueología de esa
la práctica discursiva. Ésta puede ser esta una pro- dinámica, de falta de integración en el sistema y en
puesta subversiva para quien siga aspirando a la la racionalidad técnica, supone considerar al patri-
pureza moral, pero el hecho de vivir en las socie- monio como una entidad a-capitalista, como una
dades del occidente avanzado, y hacerlo sin desga- no-mercancía. El problema de esta estrategia sería
rrarse, implica vivir con nuestra necesaria dosis de que, más bien a corto plazo, la dinámica del siste-
cinismo (¿por qué llamarlo de otra forma?): de no ma eliminaría esas molestas entidades, como ha
ser así, las contradicciones reales y objetivas de la venido sucediendo en multitud de lugares someti-
realidad desintegrarían nuestra identidad. La frag- dos a la marcha incontenible de la modernización.
mentación identitaria del sujeto postmoderno, tal y Donde esto no ha tenido lugar ha sido en aquellos
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lugares no tocados por la modernización, o en luga- frente a una esfera práctico-moral que ha sido arrin-
res donde esa huella del pasado que es el patrimo- conada y mantenida, voluntariamente en muchos
nio ha sido transformada en una mercancía más, en casos, al margen de la lógica profunda del mismo.
un recurso económico. Si Marcuse (1993) acertaba al pensar que ningu-
Por otro lado, nuestra propuesta apunta hacia un na práctica científica es neutral y siempre reprodu-
horizonte de transformación, partiendo de que esta ce el sistema, se equivocaba al pensar que la filo-
transformación, como históricamente ha venido sofía poseía una rango diferente, alejado de los
sucediendo, es un producto de las tensiones gene- problemas terrenales. La crítica, si ha servido para
radas por la propia estructura autocontradictoria algo desde Marx, ha sido para introducir la teoría
del sistema. El rol de experto, por lo cerca que nos en la práctica, y para transformar la realidad posi-
toca, es un buen campo para aplicar nuestros pre- tivamente (no en el sentido de que esa transforma-
supuestos. Si, como defiende Foucault, la realidad ción tuviese efectos intrínsecamente buenos o va-
se ha hecho suficientemente compleja como para liosos, sino en el sentido de que, efectivamente, la
impedir soluciones exclusivamente teóricas y tota- realidad se transforma a través de la combinación
lizadoras, entonces está claro que la solución con- de teoría y práctica). De forma que identificar toda
creta al problema de la arqueología está en nos- práctica con reproducción del sistema y toda crítica
otros mismos, los expertos como intelectuales es- negativa con oposición al sistema es radicalmente
pecíficos. Si, además, el poder es co-extensivo, y falso, pues supone identificar al sistema como una
lo distinguimos convenientemente del dominio, entidad monolítica, sin fisuras y sin contradiccio-
entendiendo éste como el campo de relaciones de nes; en definitiva, la imagen que del sistema pre-
dominación que normalmente se entiende como tende ofrecer el neopositivismo.
‘poder’, tenemos un campo de acción en el que, al De lo que se trataría, sin embargo, no es de asu-
menos idealmente, priman las relaciones de inter- mir los principios del pragmatismo acríticamente,
subjetividad. Nosotros vivimos inmersos en una como sugerirían los neopragmatistas como Rorty o
determinada práctica discursiva y no podemos es- Fish. Para nosotros, resultan más interesantes las
tablecer una falsa distancia, no podemos instalar- ideas de Foucault acerca de las posibilidades de
nos en un falso nivel sobremundano que nos legiti- transformación en el propio modo de producción
me para ejercer una crítica a la totalidad. O pode- de la verdad, o las ideas de Habermas acerca de las
mos hacerlo, pero entonces es evidente que lo que posibilidades transformadoras que ofrece el princi-
decimos y lo que hacemos son dos cosas muy dife- pio de integración social que rige las prácticas so-
rentes. La teoría al margen de la práctica proporcio- ciales. En tanto práctica social, la arqueología apli-
na una independencia al pensamiento crítico (como cada tiene acceso a la producción de una determi-
creían Marcuse o Horkheimer), pero es una inde- nada verdad dentro de la práctica discursiva del
pendencia que, en primer lugar, es falsa, ya que, en sistema y de la racionalidad técnica, y se articula
el nivel más profundo del análisis, toda reflexión en torno a un concreto modo de integración social.
sobre las prácticas es inseparable del contexto en Pretendemos, entonces, rescatar dicho modo de
que éstas se desarrollan (como señalan Derrida y integración social de las formas propias de la racio-
Foucault en numerosos lugares de su obra) y, en nalidad técnica y de la lógica funcional del siste-
segundo lugar, es equívoca, pues esa supuesta in- ma. En nuestra opinión, esto sólo es posible a tra-
dependencia del crítico, que le confiere su supuesta vés de una potenciación de la intersubjetividad, el
pureza moral, no hace sino propiciar el avance real, único modo de paliar los efectos producidos por la
práctico, material, de un sistema inherentemente crisis del concepto de ‘verdad’ objetiva e inmuta-
expansivo. ble propia de la Modernidad, y esto, que es nuestra
Así pues, toda pureza moral, al estilo kantiano, segunda premisa, nos proyecta hacia una perspec-
no tendría sentido si se asume el principio de que tiva fundamentalmente pragmática.
toda moral es condicional y situacional (como de- Previamente, conviene extenderse algo en el te-
cía Dewey), si se considera que la separación de ma de cómo se manifiestan en la arqueología apli-
hechos y valores perpetúa la división weberiana cada los efectos de la cosificación, tal y como los
entre una ética de la convicción y una ética de la concibe Habermas (1989): como un principio de
responsabilidad cuyo resultado más evidente es que autoconservación sistémica que pasa por encima
el sistema ha podido reproducirse sin obstáculos de las prácticas de socialización comunicativa. Ha-
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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada David Barreiro Martínez

bría que entender este proceso como un desacopla- incluso acríticamente recibido. Pero esta es la per-
miento entre los nexos funcionales y los nexos co- cepción que se tiene cuando se igualan los distin-
municativos de toda práctica social. Esto es lo que tos intereses que constituyen el cuerpo social; en
propiciaría que el conocimiento generado en la ar- realidad, las voces críticas sólo se dejan oír cuando
queología aplicada, en su vertiente más puramente dichos proyectos afectan a intereses particulares.
técnica, se reifique. Este conocimiento no se pier- Por otra parte, esta implicación directa de los
de, se archiva; pero, en primer lugar, no tiene más agentes sociales con la práctica discursiva de la
trascendencia social que legitimar proyectos de modernización va a conllevar el que se dé un en-
modernización que sí van a tener una incidencia frentamiento entre diversas formas de moderniza-
social; en segundo lugar, dado que no revierte al ción: la que encarnan los agentes sociales afectados
entorno profesional más que tangencialmente, no y la que supone el proyecto que incide sobre el terri-
favorece la conformación de una estrategia inter- torio. Podría ser el caso, por ejemplo, de una auto-
subjetiva en dicho entorno (no se generan solucio- vía que vaya a atravesar una zona de cultivos co-
nes comunes para problemas comunes). merciales. No se puede decir que dichos cultivos
Otro síntoma de la cosificación es el aislamien- sean más agresivos que el proyecto de autovía, ni
to entre los expertos y la sociedad, que se produce mucho menos ignorar que dichos cultivos son el
en una doble dirección: la sociedad no recibe el medio de vida de la población local, pero sí es cier-
conocimiento experto generado en la actuación, y to que lo que se está dirimiendo no es un conflicto
percibe además dicho conocimiento como algo entre la modernización y el modo de vida tradicio-
ajeno a su propio ámbito de acción, como una ins- nal, sino entre dos formas de modernización, lo
tancia sistémica en la que el agente social no tiene que manifiesta esas contradicciones reales que son
opción de participar (éste es el sometimiento de los internas a la práctica discursiva del sistema. En es-
agentes sociales a la cultura experta que denuncia te caso, lo que es evidente es que los procedimien-
Habermas). Por otro lado, el experto que no invo- tos de evaluación de impacto socio-económico de-
lucra la perspectiva de los agentes sociales impli- ben funcionar a diferentes niveles y deberían (aun-
cados, incluso las propias contradicciones que se que no conocemos ningún caso) integrar la pers-
dan entre éstos, y de éstos con el proceso de mo- pectiva del patrimonio cultural y el Medio Am-
dernización, no puede percibir enteramente la pro- biente en su seno. No es cuestión de mantener al
blemática patrimonial que pretende resolver. patrimonio cultural apartado de los procesos eco-
Ahora bien, instaurar los necesarios canales de nómicos de desarrollo y de modernización, sino de
intersubjetividad requiere una estrategia de con- integrarlo en ellos, considerando la posibilidad de
senso, que se convertirá en el único modo de arti- otros modos de desarrollo diferentes, y asumiendo
cularlos. Este consenso debe darse entre los pro- unas contradicciones reales, implícitas en el dis-
pios expertos, a través de mecanismos de comuni- curso de la modernización.
cación y puesta al día en distintas facetas relacio- El consenso es así la condición de posibilidad
nadas con cuestiones metodológicas. Pero también para introducir la ética y la estética en el modo de
entre los expertos y los agentes sociales implica- racionalidad técnica, como un componente opera-
dos, lo que resulta bastante más complejo, puesto tivo más dentro del sistema (Queraltó 2000), y ha-
que toda práctica social se puede definir como un cerlo de forma que ésta no corra el riesgo de su ins-
conflicto de intereses a varias bandas. No consisti- trumentalización, pues el ideal regulativo no reside
ría, como en las lecturas más simplistas al respec- en un fin intrínsecamente valioso, sino en aquellos
to, en enfrentar los intereses de los grupos domi- asertos que son susceptibles de crítica y se encuen-
nantes (grandes corporaciones, empresas privadas, tran intersubjetivamente compartidos. Que estos
obras públicas) con los de un pueblo indefenso ante asertos de verdad no se puedan caracterizar como
las agresiones del sistema. El pueblo también inte- verdad absoluta no significa que no tengan rele-
gra la práctica discursiva de la modernización, en la vancia práctica (como acusa Rorty), ya que, en este
que la arqueología aplicada se ve inmersa. General- caso, habría que preguntar a Rorty si las certezas
mente, incluso, los intereses de los agentes sociales cotidianas, que forman parte del mundo de la vida
son coincidentes con los del grupo dominante. En al haber sido asumidas por la colectividad, no tie-
Galicia, en la periferia de Europa, todo proyecto nen una relevancia práctica. Cabría preguntarle a
modernizador es, a grandes rasgos, bien recibido, Rorty para qué sirven el derecho y la legalidad, si
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David Barreiro Martínez Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada

no es para regular los procesos de socialización, sostenible, la preservación de los bienes culturales
aunque cambien y evolucionen continuamente. Y, para las generaciones futuras es una acción básica,
con ello, si no es de relevancia práctica esta regu- a lo que habría que añadir los propios derechos que
lación, aunque se fundamente en una verdad inde- el patrimonio posee en tanto “huella del olvido”
mostrable. Y es cuando estas reglas son visiblemen- depositario de las racionalidades que nos han pre-
te injustas para una parte importante de la colecti- cedido (Criado 2001a). De este modo, es evidente
vidad, o cuando se manifiesta una evidente separa- que el patrimonio arqueológico, como entidad ma-
ción entre el espíritu de la norma y su aplicación, terial e inmaterial, debe ser preservado. Lo que
cuando se puede entrar en una dinámica transfor- ocurre es que su propia existencia, en ocasiones, es
madora y se puede cuestionar la verdad sobre la incompatible con la dinámica modernizadora. Se
que se construyen las leyes para construir otra ver- puede abordar el problema desde todas las ópticas
dad y otras leyes. posibles, pero lo que es inapelable es que sólo hay
Que las normas y reglas que rigen la arqueología una forma de que esto no ocurra anárquicamente:
aplicada deben ser intersubjetivamente compartidas entrar de lleno en la dinámica modernizadora y tra-
significa que existe un cuerpo legal que administra bajar progresivamente en la busca de modelos más
la actividad arqueológica, pero también que ese respetuosos con el patrimonio. Es posible y desea-
cuerpo legal es susceptible de modificación, a tra- ble proponer modelos alternativos de desarrollo, o
vés del consenso si es posible. Este objetivo, y de incluso de decrecimiento, pero es imprescindible
ahí que la interiorización de la contradicción sea la trabajar en el seno de las modelos actuales para ha-
primera premisa de nuestra propuesta, implica tra- cer posibles aquéllos. De no ser ésta la actitud de
bajar desde dentro de la práctica discursiva porque integración que oriente el trabajo, nuestra pureza
es ahí donde operan los mecanismos conceptuales moral y nuestra integridad pueden quedar a salvo,
y prácticos que la constituyen. La legalidad es la pero no el patrimonio.
manifestación normativa, pero la vida social late Nosotros optamos por el consenso (entendido
bajo ella. como un medio para el entendimiento, no como un
Otro punto de consenso debe ser buscado en el fin en sí mismo) porque creemos que trabajar de tú
terreno antagonista. Ha sido con el paso del tiempo a tú con los promotores, con los agentes moderni-
y con base en el diálogo como las grandes empre- zadores, supone aceptar que detrás de todo movi-
sas modernizadoras han ido asumiendo algunos miento sistémico están las personas. Hablar contra
principios básicos provenientes del mundo de la el modelo actual de desarrollo, en abstracto, viene
arqueología aplicada. Para llegar hasta donde esta- a ser como reconocer que los procesos sistémicos
mos, que es el inicio del camino, ha habido que sólo son transformables desde instancias ajenas a
transigir en más de una ocasión con intereses opues- dichos procesos, cuando hemos visto que no es así,
tos a una gestión del patrimonio ‘moralmente pura’; y que no por mantenernos alejados de los mismos
es decir, que velase sólo y exclusivamente por los nuestra implicación en su dinámica va a ser menor.
intereses del patrimonio. La propia estructura pro- Hablar directamente con los agentes modernizado-
cedimental en temas de gestión del impacto hace res supone que se les está haciendo partícipes de
que esto sea imposible, pues el vínculo que se esta- nuestra verdad pero, además, que se les está evi-
blece entre experto y promotor es clientelar: el ex- denciando que sus intereses no son unívocos, y que
perto se debe, prioritariamente, a los intereses de la tienen mucho que ganar integrando la gestión del
empresa que le contrata. Lo que ha venido cam- patrimonio cultural en sus proyectos.
biando, pero debe cambiar mucho más, es el com- En lo que atañe a nuestra propuesta ética, el se-
portamiento de las empresas hacia el patrimonio. Y gundo punto fundamental es el que incide en la ne-
esto ha sido posible porque se ha dado un primer cesidad de abrir canales de intercomunicación entre
paso: conseguir que las empresas asuman los inte- expertos. El gran problema es la fragmentación que
reses del patrimonio como parte de sus propios in- afecta a la práctica arqueológica. Es evidente que
tereses. cuanta mayor sea la fortaleza de la arqueología
Pero velar por los intereses del patrimonio no es profesional independiente mayores serán las posi-
lo mismo que velar por la materialidad del patri- bilidades de que ésta, a su vez, afronte con garan-
monio, que es lo que muchos parecen entender. Es tías la tarea de modificar paulatinamente el com-
cierto que, dentro de las estrategias de desarrollo portamiento de ingenieros y promotores hacia una
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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada David Barreiro Martínez

racionalidad más práctica que técnica, en la medi- maniobra crítica de bastante mayor alcance que la
da en que incorporen a sus criterios de operatividad crítica efectuada desde las torres de marfil de la in-
y eficacia las necesidades y posibilidades de la ges- telectualidad. Como tan bien ha denunciado Bour-
tión patrimonial. dieu (2002), “es como si los sabios se creyeran
Este contexto entre expertos afecta a tres ámbi- doblemente sabios por no hacer nada con sus cono-
tos básicos de la arqueología aplicada, y al más am- cimientos”, mientras lo cierto es que toda práctica
plio ámbito de la intervención ambiental y socio- científica sólo puede ser evaluada en la práctica.
económica, y cada uno debe asumir las responsabi- La propuesta se basa, como ya se ha expuesto,
lidades necesarias para lograr esa consolidación de en la intersubjetividad. Creemos que ésta es la úni-
la intersubjetividad. ca salida para evitar una fragmentación del conoci-
a) Los arqueólogos independientes deben sumar miento experto que sólo beneficia a intereses eco-
esfuerzos, en la línea de lograr una comunicación nómicos inmediatos. Será ésta nuestra propuesta
entre ellos y con otras instancias, para poder con- para evitar que el objetivo cognoscitivo se subordi-
solidar las posiciones alcanzadas. El incremento de ne a intereses económicos ajenos (Vicent 1991). Sin
conocimiento que está a la base de un nuevo modo embargo, un segundo frente de argumentación se
de hacer arqueología aplicada es en su propio be- abre en este punto, pues habiendo postulado la in-
neficio, y deben aportar sus perspectivas particula- teriorización de las contradicciones y el incremento
res y su experiencia. de conocimiento intersubjetivo como la base prag-
b) La Academia debe proporcionar el marco y los mática para una nueva forma de hacer arqueología
canales adecuados para ese incremento de conoci- aplicada, se hace necesario profundizar en el tipo
miento, debe coordinar su gestión, asumir las inquie- de conocimiento que es generado por ella y en có-
tudes y necesidades de los arqueólogos independien- mo operan los mecanismos para su producción y
tes y reorientar la investigación en función de éstas. gestión. O lo que es lo mismo, a la superación de
c) La Administración de Patrimonio debe inte- la dicotomía entre los prejuicios cientificista y tec-
riorizar las formulaciones que desde la Academia le nicista. Para ello, debemos conceptualizar la ar-
llegan, asumiendo una posición de defensa del ar- queología aplicada como un modo tecnológico de
queólogo independiente frente a las presiones eco- producción de conocimiento.
nómicas directas que éstos sufren. Respecto a las
presiones políticas que desde su propio ámbito le
llegan, que transmiten presiones económicas, deben 3. Entre la ciencia y la técnica
asumir que la mayor fortaleza de las otras instancias
también actúa en su beneficio, pues es el contacto El incremento en los últimos años de las deman-
directo de la arqueología profesional independiente das tecnológico-científicas que la conservación del
con el mercado el que posibilita que ésta, más con- Patrimonio Cultural requiere se debe, fundamen-
solidada, pueda incidir en el curso de la moderni- talmente, a su conversión en un recurso económico
zación. y social. Como disciplina encargada de la produc-
d) Los expertos afines, ya en un segundo momen- ción y gestión del patrimonio arqueológico, que es
to, deben ser partícipes de ese nuevo modo de pro- una parte sustancial de ese patrimonio cultural, la
ducción de conocimiento, e intentar generar, a su arqueología aplicada se constituye como una prác-
vez, cauces de intercomunicación con los expertos tica inmersa en el proceso de tecnologización. No
procedentes de otras áreas afines (entre ellas, la ar- obstante, conviene discernir entre una dimensión
queología aplicada). metodológica, centrada en los aspectos prácticos
Hasta aquí la argumentación referente al prag- concretos que contribuirían a esta adaptación tec-
matismo crítico como estrategia axiológica para una nológica de la disciplina (Blanco et al. 1998, VVAA
nueva arqueología aplicada. Los componentes prag- 1999) y una dimensión teorética, a través de la que
máticos, sintetizando, pretenden la superación del la arqueología aplicada debe ser conceptualizada,
prejuicio intelectualista, que reniega de toda funda- en sí misma, como una tecnología para la produc-
mentación teórica para la práctica y estigmatiza a ción y gestión del patrimonio arqueológico y del
ésta como mera función reproductora del sistema. conocimiento en relación con éste. Es esta dimen-
Creemos que el no dar la espalda a las contradic- sión teorética la que ahora nos ocupa, para lo que
ciones reales, el trabajar en sus resquicios, es una debemos comenzar por intentar superar el prejuicio
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David Barreiro Martínez Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada

cientificista y tecnicista. Ambos se fundamentan en material, la arqueología de la arquitectura, la arqueo-


una estrategia conceptual reduccionista, y suponen logia rural... son líneas de acción específicamente
las dos caras de la misma moneda. arqueológicas, basadas en el empleo de metodolo-
El prejuicio cientificista se basa en la negación gía arqueológica y que producen conocimiento ar-
de la posibilidad de que una técnica implique un queológico. Que este conocimiento no se considere
conocimiento no instrumental. Sin embargo, como como histórico, o que se considere subsidiario de
ya hemos dicho, la desvinculación de técnica y co- éste, es otra cuestión que no vamos a entrar a dilu-
nocimiento fue un proceso histórico generado con cidar aquí. Lo que nosotros proponemos es que, in-
el nacimiento de la filosofía en Grecia. La forma cluso asumiendo estos presupuestos, hay otros tipos
que adopta en arqueología, de ahí su peligro, estriba de conocimiento que sólo y específicamente puede
en que, bajo la defensa de la arqueología aplicada producir una arqueología orientada a la gestión del
frente al prejuicio intelectualista, atrincherado en patrimonio en conflicto con la modernización.
una Academia celosa de sus privilegios epistemo- Por otro lado, es cierto que la práctica arqueoló-
lógicos, se esgrime como argumento el que la ar- gica es, en buena parte, técnica. Pues si “una técnica
queología aplicada a la gestión del patrimonio tam- es una clase de realizaciones técnicas equivalentes
bién genera conocimiento histórico, esto es: datos. respecto al tipo de acciones, a su sistematización, a
Esto ya es indudable, y apenas se oyen voces en las propiedades de los objetos sobre los que se ejer-
sentido contrario. Pero el prejuicio cientificista resi- cen y a los resultados que se obtienen” (Quintanilla
de en lo que afirma: que sin generación de conoci- 1989: 33-4), entonces, en la arqueología tendrían
miento histórico, la arqueología aplicada no ten- cabida muchos tipos de técnicas, que implican ope-
dría sentido. Es decir, no se concibe otro conoci- raciones conceptuales y físicas concretas.
miento más que el histórico, si la arqueología quiere Esto último nos llevaría a concebir la arqueolo-
seguir siendo considerada como científica. A esto gía, cualquier tipo de arqueología, no sólo la apli-
es a lo que se refiere el establishment académico cada, como una tecnología (e incluso a concebir
cuando afirma que “toda Arqueología es investiga- toda arqueología como arqueología aplicada). Sin
ción”. Nosotros intentaremos demostrar que hay embargo, vamos a relegar este argumento en este
otros tipos de conocimiento inmersos en la arqueo- punto, dado que nuestro interés (al menos de mo-
logía aplicada. mento) no es conceptualizar la arqueología como
Como el reverso de la moneda, el prejuicio tec- una tecnología per se, sino hacerlo orientándonos
nicista señala el carácter eminentemente técnico hacia un fin, que es la gestión integral del patrimo-
de la arqueología, y no sólo de la aplicada. La ver- nio cultural, lo que no sólo implica la gestión de la
sión más conocida es la que considera a la arqueo- práctica arqueológica (excavar un yacimiento como
logía como una técnica auxiliar de la Historia. Es un fin en sí mismo también implicaría una labor téc-
evidente que la arqueología y la historia (y la his- nica y de gestión, como señalan Querol y Martínez
toria del arte, y la etnografía, y la geografía huma- 1996), sino la gestión de todo lo que acarrea esa
na) son disciplinas con un alto índice de comple- práctica en cuanto práctica social (que parte de la
mentariedad, pero no de subsidiariedad. De hecho, indisociabilidad de los procesos instrumentales y
esta complementariedad se ha visto fuertemente cognitivos).
atacada por la fragmentación e hiperespecialización Por lo tanto, concebir la arqueología aplicada
disciplinar. La cuestión es que el prejuicio tecnicis- como una técnica no es suficiente; y hacerlo como
ta niega a la arqueología, y más a la arqueología una ciencia es problemático. Llegado es el momen-
aplicada, el estatuto de científica, buscando descar- to de empezar a hablar de la arqueología aplicada
gar a la disciplina de toda responsabilidad social. como una Tecnología, como un saber hacer que
Como suele suceder, en ambos prejuicios sub- implica y produce distintos tipos de conocimiento
yace un momento de verdad. Es cierto que una ar- (operacional, representacional, relacional) y que
queología que no genere conocimiento histórico implica distintas acciones (cognitivo-instrumenta-
parece menos arqueología. Sin embargo, como se- les, práctico-morales, expresivo-estéticas) orienta-
ñala Criado (2001b), la inteligencia arqueológica no das según la disposición y necesidad social de co-
revela sólo significados relacionados con los acon- nocimiento, que a su vez es generado por dichas
tecimientos históricos en su sentido tradicional. La acciones, en el marco de una práctica discursiva en
arqueología del paisaje, la arqueología de la cultura la que conocimiento y acción se integran.
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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada David Barreiro Martínez

Así, una arqueología concebida como tecnología logo puede no saber por qué los yacimientos de
no ve menoscabado su potencial epistemológico. En una u otra época presentan distintos patrones regu-
tanto técnica, exige un saber operacional (know- lares de emplazamiento, pero eso supondrá una
how) y un saber representacional (know-that), que disminución en la calidad de su trabajo; la cuestión
necesitan entrenamiento e instrucción. En tanto es si esa merma de calidad es suficientemente im-
tecnología, implica una gama de conocimientos portante como para suponer una merma en los ob-
que engloba al mero hecho técnico de la arqueolo- jetivos que se le exigen, pero eso es otro tema.
gía. Ésta trabaja a partir de una serie de conoci- Indudablemente, en este punto es en donde ha-
mientos por sí misma generados, que sobrepasan la bría que establecer la diferenciación entre un saber
acción de prospectar, o excavar, y de otros conoci- puramente técnico (el del carpintero) y un saber
mientos que provienen de otros procesos, tanto experto (el del arqueólogo). Es decir, el saber hacer
cognitivos como morales e incluso estéticos. de la arqueología exige, como el de cualquier técni-
Estos procesos entran en contacto con la arqueo- ca, entrenamiento e instrucción, amén de una des-
logía como técnica a través de la capacidad relacio- treza que le permita competir, pero también toda la
nal que la racionalidad técnica posee. Esto es lo que gama de conocimientos adyacentes al buen hacer
permite establecer vínculos entre los distintos obje- de dicha técnica, que proceden de otras disciplinas
tos que constituyen el registro arqueológico. La ins- no arqueológicas (la historia, la antropología, la
trumentalidad de los entes gestionados exige enfa- geografía física y humana, etc.).
tizar el componente relacional, que dota de nuevo A su vez, estos conocimientos, que constituyen
significado a los objetos en sus relaciones con otros la acción cognitivo-instrumental, en la arqueología
objetos y con los propios sujetos del presente. aplicada deben ponerse en relación con otros ámbi-
Pero este nuevo significado, este incremento del tos de la experiencia. Al producir Patrimonio Ar-
conocimiento, asume nuevos valores cuando se po- queológico (no sólo Registro Arqueológico), la ar-
ne en relación con conocimientos previos adquiri- queología aplicada entre en contacto directo con el
dos a través de la interpretación previa del registro, dominio político, en tanto es responsable de sus
es decir, a través del conocimiento acumulado sobre acciones ante la Administración, que en España es
las clases a las que se adscriben los objetos que son la depositaria de la legitimidad que permite al ex-
gestionados y sobre las relaciones que se estable- perto actuar arqueológicamente. Por lo tanto, más
cen, apriorísticamente, entre dichas clases. Este co- allá de una ética profesional, que le mueva a esta-
nocimiento acumulado proviene, como es lógico, blecer un parámetro mínimo de calidad en sus tra-
de la experiencia arqueológica global (no sólo de bajos (que también debería tener el carpintero), hay
los agentes implicados en el momento presente) una dimensión axiológica en su trabajo, que pro-
previa a la acción presente. yecta a esta arqueología más allá del nivel cogniti-
Pero, además, una correcta gestión de los entes vo-instrumental.
exige ampliar la relación a distintas clases de obje- El experto, entonces, debe ejercer constantemen-
tos, con lo que la gama de conocimientos implica- te acciones que no se pueden caracterizar como
dos se amplía una vez más. Esto no sería relevante, cognitivas en su sentido tradicional, pero sí como
dado que cualquier técnica es potencialmente sus- práctico-morales. Esta dimensión práctico-moral
ceptible de gestionar distintas clases de objetos (un mueve conocimientos que son igualmente suscep-
carpintero puede hacer puertas, ventanas, mesas o tibles de transformación y acumulación, pero que
sillas), si no fuese porque, en un momento dado, se refieren al mundo social en el que desarrolla su
aparece el elemento interpretativo, es decir, la ca- acción el experto. Esta identificación entre ética y
pacidad de relacionar los objetos gestionados con epistemología ya la encontramos en algunos auto-
instancias actualmente ajenas al mismo (siguiendo res (Dewey, Putnam, Marcuse), y nosotros suscri-
con el ejemplo, un carpintero puede –y debe– co- bimos que esta dimensión cognitiva de la experien-
nocer las virtudes de las distintas maderas y la me- cia ética es la que posibilita la transformación de
jor técnica para trabajarlas, pero no necesita saber normas y valores.
botánica, no necesita saber cuáles son los procesos Además, en tanto el fin de la arqueología aplica-
vitales de una determinada especie de árbol, la razón da es la socialización del patrimonio (aunque se
por la que tal o cual madera tiene éstas o aquellas trate de una socialización no exenta de contradic-
propiedades). Por el contrario, un experto arqueó- ciones, como hemos visto), incluye así mismo una
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David Barreiro Martínez Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada

dimensión estética. Nuevamente, debemos matizar exclusivamente arqueológica, sino que moviliza los
que la preocupación estética, por sí sola, no quiere campos del derecho, de la sociología y de la filoso-
decir nada (también el carpintero debería tenerla). fía. Sin embargo, mantener dichos campos como
Pero, en el caso de la arqueología aplicada, adquie- independientes de la investigación supone mante-
re un rol fundamental, por cuanto la experiencia ner una disociación de las esferas de acción que, por
estética, y sus consecuencias (deseadas o no), es (o un lado, inutiliza para la práctica real de la arqueo-
debe ser) el fin último de la práctica. Naturalmente, logía aplicada los criterios que pudieran derivarse
no nos referimos a un concepto restringido de “es- de dichas investigaciones. Por otra parte, supone
tética”, reducido al componente meramente recre- que los criterios internos de evaluación (utilidad,
acional de la socialización, sino a un concepto glo- eficacia, rendimiento, fiabilidad, homogeneidad, re-
bal que implique la socialización del patrimonio en lacionalidad) son los únicos que van a regir la acti-
toda su complejidad. vidad, con lo que se está reproduciendo el modelo
Por tanto, si se puede caracterizar a la arqueolo- de una racionalidad técnica desprovista de elemen-
gía aplicada de “Tecnología” es porque su práctica tos de control distintos de los exclusivamente cog-
moviliza un saber que supera con creces al de una nitivo-instrumentales. Como ya se dijo, la solución
mera técnica, y abarca a toda una serie de conoci- no estribaría tanto en el mantenimiento de unos cri-
mientos y valoraciones paralelos y sucesivos. En terios externos de regulación y crítica, al modo kan-
primer lugar, el saber que moviliza de forma inme- tiano, sino de introducir (o reintroducir) los compo-
diata la arqueología aplicada es un saber cognitivo- nentes práctico-morales como criterios operativos
instrumental orientado al éxito (siguiendo la termi- del sistema. Esto no supone una tecnologización de
nología de Habermas): es un saber estratégico. Por la esfera práctico-moral, contra lo que pudiera pa-
tanto, aquí estamos hablando de una racionalidad recer, pues dicha esfera sigue siendo independiente
exclusivamente técnica. En segundo lugar, la prag- de la cognitivo-instrumental (y no depende de nues-
mática de la arqueología (no sólo de la aplicada) tra voluntad, además, hacer que no sea así), sino
moviliza un saber teórico (histórico) que se acopla más bien una moralización del saber cognitivo-ins-
con el saber instrumental como feed-back. Esta re- trumental.
lación es la que se establece entre investigación bá- Además, el mantenimiento de una doble dimen-
sica y aplicada. En cualquier caso, el acoplamiento sión dentro del saber práctico-moral sigue siendo
del saber teórico (conocimiento histórico) y del sa- fundamental, y aquí es donde entrarían en juego las
ber instrumental es el que configura, en arqueología premisas derivadas del pragmatismo crítico postu-
aplicada, la esfera cognitivo-instrumental de la dis- lado más arriba. Por un lado, la adaptación a las
ciplina. normas y regulaciones vigentes supone la movili-
Pero la arqueología aplicada, como práctica so- zación de presupuestos pragmáticos de acción; en
cialmente constituida, moviliza otros saberes. Mo- tres palabras: la aceptación de las reglas del juego.
viliza un saber práctico-estético, que implica la so- Por otro lado, el mantenimiento de un ideal regula-
cialización de los resultados obtenidos a través de tivo posibilita la crítica de los valores normativos
la práctica (y de la propia práctica), y que presenta vigentes. La diferencia con la dicotomía weberiana
una dimensión formativa y una dimensión divulga- entre ética de la convicción y ética de la responsa-
tiva. La investigación acerca de estas dimensiones bilidad radica en que esa distinción, si bien perti-
implica a los campos de la pedagogía, la crítica es- nente, aquí no implica una dicotomía, sino que se
tética, la museología (con todo su saber técnico im- trataría de una relación dialéctica. La contradicción
plícito) y la comunicación social, por poner algunos se interioriza, no se normaliza ni se anula.
ejemplos. Sin embargo, la temática relativa a este Por último, se postula que dicho ideal regulativo
ámbito de trabajo es lo suficientemente compleja que orienta la crítica es, a su vez, susceptible de crí-
como para que no entremos ahora en ella. tica, con lo que entraría en juego la segunda premi-
Simultáneamente, moviliza un saber práctico- sa antes explicada: la intersubjetividad necesaria
moral, regulado por normas, que funciona social- para paliar los efectos de la fragmentación identi-
mente e implica la puesta en juego de unos valores. taria que esa interiorización de la contradicción po-
Por tanto, presenta una dimensión jurídica, una dría provocar. El mantenimiento de los presupues-
dimensión socio-política y una dimensión ética. La tos comunicativos implícitos en toda acción humana
investigación acerca de estas dimensiones no es se convierte en requisito indispensable para que esa
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Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada David Barreiro Martínez

moralización de la razón técnica pueda hacerse socialización. A grandes rasgos, se pretende trasla-
efectiva; de no ser así, el saber práctico-moral per- dar la investigación al campo CTS, englobando, y
manecerá, en el mejor de los casos, alejado de las no suprimiendo, las líneas de investigación, tanto
acciones guiadas por la racionalidad cognitivo-ins- básica como aplicada, que se han venido desarro-
trumental. En el peor de los casos, acabará siendo llando hasta el momento.
absorbido en su totalidad por ésta. Hemos tratado de sintetizar brevemente una pro-
puesta que, en realidad, ha ido gestándose a lo largo
de los años, y cuyo desarrollo ha sido posible, ade-
4. Conclusiones más, merced a la colaboración de todos los miem-
bros del LAr-LPPP. Por lo tanto, somos conscientes
En síntesis, la arqueología concebida como tec- de que una de las grandes virtudes de nuestra pro-
nología supone sólo una parte de lo que la arqueo- puesta es, al mismo tiempo, una gran debilidad: la
logía es en tanto práctica social, como encarnación de haber sido diseñada desde un lugar concreto y
de distintos tipos de saber. La arqueología aplicada singular. Por lo que cualquier pretensión de univer-
es una tecnología, pero no puede ser descontextua- salidad sería un error por nuestra parte.
lizada del mundo social en el que tiene lugar. La Es por esto que hablamos de propuesta, y no de
arqueología aplicada como tecnología es un medio fundamentación. Y, además, de una propuesta rea-
para la producción y gestión del patrimonio arqueo- lizada desde y para la academia, porque lo que pre-
lógico, no un fin en sí misma, pero es necesario in- tendemos es, en primer lugar, hacer un llamamiento
tegrarla en un programa de investigación más am- a la reflexión por parte del mundo académico, para
plio que abarque otros saberes además del cogniti- que el mundo de la arqueología “de gestión” no sea
vo-instrumental. Una gestión del patrimonio que dejado de lado. En segundo lugar, porque creemos
finalice donde lo hace una arqueología concebida que es la Academia quien tiene que ofrecer los me-
como saber cognitivo-instrumental no tiene senti- dios y mecanismos epistemológicos, axiológicos,
do; debe proyectarse hacia su socialización median- teóricos, metodológicos e incluso tecnológicos pa-
te la incorporación de otros saberes y racionalidades. ra que la disciplina no se desintegre ni se escinda
Este nuevo programa de investigación, denomi- definitivamente. En tercer lugar, porque es la Aca-
nado Arqueología y Sociedad, pretende concebir demia quien tiene que hacer una propuesta de ca-
como su objeto de estudio a la arqueología como rácter abierto y plural, en la que las distintas sensi-
práctica social, para lo que debemos concebirla no bilidades y experiencias de los otros sectores tengan
sólo como una tecnología para la gestión integral cabida igualmente. Depende de nosotros el que es-
de patrimonio, sino también como una práctica so- to sea posible o se quede en un modesto sueño.
cial normativizada y como una tecnología para la

AGRADECIMIENTOS
A todos y cada uno de mis viejos y nuevos compañeros del Laboratorio de Arqueología, del CSIC, y del Laboratorio
de Patrimonio, Paleoambiente y Paisaje, unidad de la Universidad de Santiago de Compostela asociada al CSIC, cuyo
trabajo ha hecho posible el mío.

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David Barreiro Martínez Conocimiento y acción en la Arqueología Aplicada

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