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TEMA 3. Concepto de texto. Propiedades. Resumen.

1.1. CONCEPTO DE TEXTO.

Un texto es una unidad de carácter lingüístico intencionadamente emitida por


un hablante en una situación comunicativa concreta y con una finalidad determinada.
El texto es, pues, un acto comunicativo, porque el hablante realiza una acción
(como andar o comer) en la que manifiesta una intención: informar, ordenar, mostrar,
persuadir o prometer. Se trata de la unidad comunicativa máxima, y puede ser
entendido como un conjunto estructurado de enunciados de muy variable extensión,
desde un solo y breve enunciado como “¡Buenos días!” hasta una novela, pasando por
un artículo de opinión, un poema o una receta de cocina.
Todo texto (oral o escrito) debe cumplir unas condiciones, las propiedades
textuales, para ser considerado como tal. Estas propiedades son la adecuación a la
situación comunicativa; la coherencia, o selección y organización de la información con
vistas a un significado unitario: el tema del texto, es decir, la idea que transmite
globalmente; y la cohesión, o conexión entre los distintos elementos que constituyen el
texto. A estas propiedades esenciales hay que añadir la corrección (ortográfica, léxica y
gramatical), que es un elemento imprescindible en los textos formales, aunque algunos
aspectos de esta se relajan en los textos informales; y un estilo variado (riqueza y
precisión léxica, uso de recursos expresivos, sintaxis elaborada…), que es lo que
diferencia un texto solo funcional de otro cuidado y atractivo.

1.2. PROPIEDADES TEXTUALES ESENCIALES

Todo texto está construido a partir de varios niveles de organización, poseyendo


así una estructura semántica, sintáctica y pragmática o de comunicación. A estos
niveles, les corresponden respectivamente tres propiedades: semántica, sintáctica y
pragmática.
a) Todo texto posee una estructura semántica, pues consta de una serie
organizada de ideas (coherencia lineal o estructural), donde cada idea ha de ser
coherente en sí misma (coherencia local) y todas ellas deben apuntar hacia un asunto,
idea principal o tema (coherencia global).
La organización coherente de toda la información es la macroestructura, que no
puede faltar en el texto porque de ella depende su coherencia, en otras palabras, su
sentido. El destinatario de un texto espera de él que se centre en un tema y no salte de
una idea a otra, que no repita lo mismo constantemente, sino que su contenido se
articule en una secuencia progresiva de ideas y que preste atención a los aspectos más
destacados del contenido que transmite.
Los mecanismos de coherencia, tanto desde un punto de vista interpretativo,
como desde una orientación creativa se concretan en: un esquema organizativo del texto
o estructura –deductivo/analizante, inductivo/sintetizante o circular/encuadrado-, el
resumen del contenido y el tema o idea principal que ha de marcar la coherencia global
del texto.

b) Al mismo tiempo, todo texto manifiesta una estructura sintáctica o cohesión


textual. Esta propiedad alude a la red de relaciones formales que ponen de manifiesto la
coherencia local, lineal y global. Este tejido está formado por los
MECANISMOS DE COHESIÓN
1-. Recurrencia. Repetición de un elemento lingüístico a lo largo del discurso.
1.1 Recurrencia léxica. Repetición de una palabra y de sus derivados en
diferentes enunciados. Ej. “No seas perezoso. La pereza reduce tu capacidad
como ser humano. La pereza está en la base de muchas enfermedades
psicológicas y físicas”.
1.2 Recurrencia semántica. Supone la aparición de términos que están
relacionados por su significado.
1.2.1 Sinonimia conceptual, referencial o contextual. Es la relación entre dos
términos con el mismo significado ya sea objetivo, referencial o propio de un
contexto lingüístico, en él puede aparecer la metáfora, el símil. Ejemplos:
“Juan es un chico que se divierte insultando a los demás. Es un muchacho
con ese problema. Verdaderamente, es un burro, un cretino”. “Los pasajeros
abandonaron el buque como insectos que abandonan la fruta podrida”. “El
néctar de sus labios hechizó al adolescente”.
1.2.2 Antonimia. Es la relación de oposición semántica de dos términos.
Ejemplo: “No me gusta la actividad desenfrenada ni la pasividad total”.).
1.2.3 Hiperonimia-hiponimia. Campos semántico. Es una relación de inclusión
semántica. Una palabra de significado general (hiperónimo) incluye o
engloba una serie de palabras de la misma categoría gramatical –verbos,
adverbios, sustantivos, adjetivos- con un significado más específico
(hipónimos). Puede aparecer el hiperónimo antes o después de los hipónimos
o estar elidido y presentarse una enumeración de hipónimos. En ocasiones, no
existe un hiperónimo capaz de reunir a una serie de hipónimos y se recurre a
un sintagma como “días de la semana”, “partes de un coche” … Entonces
hablamos de campo semántico. Ejemplo de hiperonimia-hiponimia (“Todas
las profesiones son dignas, desde los barrenderos hasta los científicos,
pasando por albañiles, médicos, profesores, fontaneros, etc.”).
1.2.4 Campo léxico-asociativo o Asociación pragmática. Supone también una
relación de inclusión. Dada una palabra o sintagma clave en el texto que
representa uno de los motivos temáticos, se asocian a dicha palabra o
sintagma, que en ocasiones está implícito, una serie de palabras, que pueden
ser de distinta categoría gramatical, derivadas de nuestro conocimiento del
mundo, de nuestra experiencia, etc. Ejemplo: “Me he comprado una Trek. Es
una bici de montaña que sube bien, baja bien y llanea. No es nada especial,
pero todo lo hace correctamente y tiene un precio bastante económico para
un principiante.”.

2-. Sustitución o identidad referencial. Es un procedimiento mediante el cual se


alude a algo ya mencionado en el texto, mediante pronombres, determinativos,
adverbios o proformas léxicas (las llamadas palabras comodín, que pueden ser
verbos, sustantivos) para evitar la repetición.
2.1. Anáfora (lingüística). Consiste en reproducir el significado de un elemento
que ya ha aparecido anteriormente. Ejemplos: “Ayer hablé con tu abuela y la
encontré bastante animada, lo cual es raro”. “Vi a esa chica, pero no
recuerdo su nombre”. “Fuimos a casa y allí no había nadie”.
2.2. Catáfora. Consiste en anticipar, generalmente mediante el uso de
pronombres, algo que va a decirse a continuación. Ejemplos: “Le dijo a su
hermano que vendría”. “¿Quiénes son tus amigos? Juan y Manolo.
2.3. Proformas léxicas o palabras comodín. Son palabras de significado tan
general y amplio que se usan como comodines y pueden sustituir a muchos
términos de significado más preciso. Son verdaderos “superhiperónimos”:
suceder, pasar, hacer, persona, cosa. Ejemplos: “Me he comprado una cosa:
un ebook”; “Pedro es una persona muy difícil”; “¿Qué haces? Leer”.

3-. Elipsis. Mecanismo que se produce cuando uno de los términos que pudiera
repetirse se suprime, porque el contexto lingüístico suple su ausencia, es decir,
se omite puesto que se sobreentiende. Ejemplos de elipsis nominal, verbal y
oracional: “Juan y María se casaron enseguida. Un mes antes todavía no se
conocían.” “Tu madre sabe coser, pero tu padre no.” “Su pareja le pidió que
hiciese la comida, pero él no quiso”.

5-. Marcadores discursivos. Son elementos lingüísticos que permiten establecer


relaciones de las ideas entre sí y con el contexto o situación comunicativa.
Dentro de la estructura oracional, ya hemos analizado algunos de ellos como
nexos y como complementos oracionales, vocativos, interjecciones, etc.
5.1 Marcadores de función pragmática. Constituyen referencias a los
elementos del discurso. Se refieren al receptor, los vocativos y apelaciones
(“Eh, Raúl”); al canal, ciertos elementos de función fática (“Buenos días”;
“¿Me sigues?”); las interjecciones como marcas de la función expresiva o
emotiva del hablante (“¡Uy!, ¡qué fallo!”) o los complementos oracionales
que muestran la actitud del emisor frente al mensaje (“Francamente, no sé lo
que pinta este tío en política”).
5.2 Marcadores de relaciones textuales (conectores o nexos/enlaces
supraoracionales). Son elementos lingüísticos que establecen relaciones
formales y de significado entre enunciados complejos distintos superiores a la
oración. Forman un conjunto muy heterogéneo, que clasificamos en cinco
grupos:
5.2.1. Adición. Expresan una relación lógica de suma: más, más aún,
encima, incluso, hasta, ni siquiera, asimismo, por lo demás, de igual
modo, igualmente, de forma análoga, por otro lado, por otra parte,
también, tampoco…
5.2.2. Oposición. Expresan el contraste entre dos ideas. Suelen ser
conjunciones o locuciones conjuntivas adversativas y concesivas: antes
al contrario, por el contrario, sin embargo, no obstante, aun así, de
todas formas, en todo caso, al contrario, excepto, con todo y con eso, en
cualquier caso, sea como fuere, sea como sea, si bien es verdad, antes
bien, más bien…
5.2.3. Causalidad. Ponen de manifiesto una relación de causa consecuencia:
porque, por tanto, así pues, en tal caso, entonces, por consiguiente, en
consecuencia, de ahí (que), a causa de esto, por lo cual, en ese caso,
pues bien, en caso contrario, de hecho…
5.2.4. Orden del discurso. Sirven para señalar las distintas partes en las que
está estructurado un texto. Introducción: para empezar, en principio, a
propósito de, yo pienso, yo creo, en mi opinión, desde mi punto de
vista… Continuación: en la misma línea, en el mismo orden de cosas,
entonces, digamos… Transición: por otra parte, por cierto, en otro orden
de cosas… Enumeración: En primer lugar, en segundo lugar, primero,
segundo, luego, después, por un lado… por otro, a continuación…
Cierre: por último, para finalizar, en resumen, finalmente, en pocas
palabras…
5.2.5. Reformulación. Expresa de nuevo lo enunciado anteriormente con el
objeto de aclarar, matizar o sintetizar la información. Desempeñan tres
funciones básicas: explicación, conclusión, ejemplificación. Es decir, en
conclusión, en resumen, por ejemplo, verbigracia, pongo por caso, valga
como ejemplo, sin ir más lejos, o lo que es lo mismo, en definitiva, en
suma, en fin, al fin y al cabo, a fin de cuentas…
5.2.6. Localización espacio-temporal. Son nexos que sin renunciar a su
valor deíctico, sirven para ordenar en el espacio o en el tiempo: en un
principio, más tarde, antes que nada, inmediatamente, al mismo tiempo,
después, mientras tanto, a la izquierda, enfrente, detrás de…
5.2.7 Otras funciones. Aprobación: vale, de acuerdo, bien; atenuación: en
cierto modo, hasta cierto punto; concesividad: a pesar de todo, con todo
y con eso, aunque; condición: a condición de que, con tal de que, si;
digresión: por cierto, a propósito de…

c) Todo texto debe presentar también una estructura comunicativa o


pragmática. Se puede definir adecuación como el resultado de una serie de elecciones
que el emisor ha de llevar a cabo teniendo en cuenta las características concretas de los
diferentes factores de comunicación: intención y finalidad del emisor (elección de las
funciones del lenguaje...), quién es el receptor, qué relación hay entre ambos y dónde se
produce la comunicación, cuál es el canal, qué circunstancias rodean a la
comunicación..., esto condiciona la elección de un código adecuado, de un canal, de un
registro formal o coloquial, de una variedad de discurso (narración, argumentación,
descripción...), utilización de dilogías, ironía, hipérboles, etc.
La interrelación de los factores de la comunicación proporciona cuatro
parámetros que ponen de manifiesto la adecuación del texto al contexto. Estos
parámetros también se conocen como mecanismos de adecuación.
1-. Tipología textual. El ámbito social e institucional de la comunicación en el
que va a ser utilizado un texto obliga a operar una serie de elecciones que dan lugar a
clasificar los textos desde distintos puntos de vista:
1.1. Según el ámbito de uso, los textos pueden ser privados o públicos. Es
privado una carta, un mensaje de móvil a un amigo; es público un artículo
de opinión, una receta o una novela.
1.2. Según el canal, se distinguen textos orales (más espontáneos y
reiterativos) y escritos (más elaborados y progresivos).
1.3. Según el código, se diferencian entre verbales y no verbales.
1.4. Según la intención del emisor, hay textos informativos, explicativos (en
ambos predomina la función representativa o referencial), persuasivos,
prescriptivos (en los que domina la función conativa o apelativa) y estéticos
(definidos por el predominio de la función poética y la aparición, sobre todo
en la lírica, de la función emotiva o expresiva).
1.5. Según el ámbito temático, tenemos distintos tipos: textos científico-
técnicos, humanísticos, jurídico-administrativos, periodísticos,
publicitarios o literarios. Son los llamados géneros textuales (objeto de
estudio en los próximos temas.
1.6. Según la variedad del discurso, los textos ofrecen cinco modalidades
básicas o formas de elocución (superestructuras): narración (cuenta hechos
reales o ficticios. Su finalidad es informar, entretener, explicar o persuadir a
través de un relato, historia, suceso o ejemplo); descripción (consiste en la
representación lingüística de objetos reales o ficticios. Puede responder a
distintas finalidades: informar, argumentar o explicar), diálogo (supone un
intercambio comunicativo entre dos o más interlocutores sobre un tema
determinado. Puede aparecer en forma de entrevista, tertulia, debate, diálogo
teatral –género dramático- o diálogo combinado con la narración en una
novela, por ejemplo); exposición-explicación (se emplea en el desarrollo de
un tema, por lo que ha de realizarse de forma clara, ordenada y objetiva.
Suele aparecer en textos científico-técnicos, humanísticos y periodísticos de
opinión combinada en los dos últimos casos con la argumentación) y
argumentación (se define en el alegato de razones que justifican o prueban
una determinada afirmación. Su finalidad es persuadir o convencer al
receptor, por lo que implica la función conativa del lenguaje).

En la prueba de la EVAU (Evaluación para el Acceso a la Universidad) saldrá


un texto de ámbito público, escrito, verbal, explicativo o informativo o persuasivo del
ámbito científico-técnico, humanístico o periodístico, donde aparezcan la narración o
más probablemente la exposición y argumentación.

2-. Función comunicativa. Está relacionada con la intención del emisor y con la
finalidad del texto. En cada texto concurren, según el propósito comunicativo, unas u
otras funciones del lenguaje o funciones comunicativas en proporciones distintas, es
decir, aparecen jerarquizadas. Estas funciones son:
2.1 Expresiva o emotiva. El emisor destaca su estado de ánimo o su posición
ante lo comentado, es decir, muestra su subjetividad y se evidencia mediante
la presencia de unas marcas concretas:
2.1.1 Uso de la primera persona. Aparecen pronombres personales,
determinativos o desinencias verbales que implican al emisor. Con el plural
de modestia, atenúa su protagonismo: “Nosotros pensamos que…”. En
ocasiones, la 1ª persona del plural se usa para involucrar al receptor y que él
se sienta partícipe de la idea expuesta con una finalidad persuasiva (plural
sociativo): “Los seres humanos buscamos la felicidad, pero la condición
necesaria de la misma es la libertad”.
2.1.2 Voluntad de estilo. Se manifiesta en el uso de figuras retóricas (símil,
metáfora, metonimia, ironía, hipérbole, personificación, lítote –afirma
negando lo contrario, “no está nada mal”-, polisíndeton, paralelismo, etc., y
léxico connotativo: “Los vampiros son comparados a menudo con los
banqueros, pero no es justo. Los vampiros cobran a sus congéneres la misma
cantidad de sangre que estos les prestaron en su momento, sin intereses…”
2.1.3 Léxico valorativo. Evidencia el punto de vista del emisor en la elección de
sustantivos ponderativos (belleza, generosidad, usura, egocentrismo,
empatía), adjetivos valorativos (desconcertante, calamitoso, rarísimo,
incoherente), adverbios modalizadores (afortunadamente, desgraciadamente)
y los diversos procedimientos para expresar cantidad o intensidad:
“superfiel”, “ultracatólico”, “extraordinario”, “muy poco colaborativo” …
2.1.4 Tipografía. El tamaño, la disposición de la letra (negrita o cursiva) sirven
para llamar la atención del receptor sobre determinados contenidos del texto.
También los puntos suspensivos que pueden expresar ambigüedad, ironía,
vacilación, pero que son una invitación a que el receptor complete el sentido
de lo dicho por el emisor, es decir, de alguna manera guiado y persuadido por
este.
2.1.5 Otras marcas de subjetividad pueden ser las modalidades oracionales, ya
que expresan la actitud del hablante o su intención comunicativa (dudas,
deseos, posibilidades, sorpresas y, a menudo, como sucede con otras marcas
de subjetividad, apelaciones directas al receptor: interrogaciones, ruegos,
mandatos, donde se citan a la vez la función expresiva y apelativa). El modo
verbal también manifiesta subjetividad, sobre todo, el subjuntivo y el
imperativo: “Ojalá llueva este otoño”. Las perífrasis de obligación o de
probabilidad: “Tenemos que leer más si nuestro oficio ha de ser intelectual,
pero especialmente si queremos alcanzar nuestra humanidad plena”. Los
sufijos apreciativos: “Es un niñato, ¡menuda joyita!”
2.2 Apelativa o conativa. Se procura que el receptor actúe como respuesta al
mensaje enviado. Esta función se manifiesta en el uso de vocativos,
apelativos, interrogaciones, oraciones exhortativas, uso de imperativos,
perífrasis de obligación… Ejemplo: “Elisa, corazón, encárgate de llevar a los
niños al cole mañana, por favor”. Como ya hemos señalado, cuando el
emisor evidencia su subjetividad en un texto no solo aparece la función
expresiva, sino también la conativa: tipografía, plural sociativo, ironía…
2.3 Representativa o referencial. Se relaciona con el contexto, pues trata de
reflejar la realidad como es o como se percibe. Tiende a la objetividad. La
lengua trata de reflejar, de representar el mundo que nos envuelve, de
simbolizar lo real. Se relaciona con la modalidad enunciativa, el modo
indicativo de los verbos, el significado denotativo de las palabras, la ausencia
de los rasgos que marcan la subjetividad (2.1), empleo de oraciones con
indeterminación de agente: impersonales, pasivas reflejas o perifrásticas sin
CAg. (segundas de pasiva), aparición frecuente de construcciones nominales:
“Publicaré un artículo sobre el deporte matinal / Publicación de…” Es la
función dominante en los textos científico-técnicos.
2.4 Fática. Está encaminada al establecimiento y mantenimiento del contacto
entre emisor y receptor. Por ello se relaciona con el canal. Se plasma
mediante los saludos, las fórmulas de cortesía, la elevación del volumen de
voz o los subrayados, negrita y colores en los textos, las muletillas, las
provocaciones para llamar la atención… Ejemplo: ¿Me seguís?
2.5 Metalingüística. Se explica o aclara el código o se utiliza el código, para
hablar del código. Ejemplo: “Un verbo transitivo es aquel que necesita un
CD para formar un mensaje. ¿Me explico o no me explico?”. Aquí se
combina con la f. fática.
2.6 Estética o poética. Importa resaltar artísticamente el propio mensaje. La
función poética se manifiesta cuando se activa el significado connotativo de
las palabras y se usan las figuras retóricas. Ello redunda en la producción de
un mensaje polisémico, complejo, lleno de matices e interpretaciones. La
función estética suele aparecer en los textos humanísticos y periodísticos de
opinión, combinada con la función emotiva y conativa y, en menor medida, la
referencial.

3-. Participantes en la comunicación. El grado de implicación del emisor en el


texto hace que se presente su contenido con objetividad o subjetividad. Asimismo de la
relación entre el emisor y el receptor se extraen diversos grados de complicidad y de
confidencialidad.
El emisor puede presentarse voluntariamente en el texto o no mostrarse. Si desea
aparecer y dotar de subjetividad al texto, lo hará mediante el empleo de la primera
persona, mediante juicios de valor, opiniones, sugerencias, ironías y dobles sentidos…
(2.1) Si desea permanecer oculto es porque desea aparentar objetividad e imparcialidad
y dotar al texto de cierto cientifismo. Esto se consigue por medio de informaciones,
datos objetivos y expresiones impersonales: las impersonales sintácticas (de fenómeno
meteorológico, gramaticales y reflejas), las pasivas reflejas y las perifrásticas sin CAg,
las llamadas impersonales eventuales (“Dicen que subirán los precios de los
combustibles”) y las impersonales semánticas (“Si uno se compromete, debe acabarlo”;
“Si tú lo pruebas, repites”). Comentado en 2.3.
Todo texto implica un receptor implícito o ideal, no solo con la formación
adecuada sino con la posibilidad de sentirse aludido por el texto. El emisor se vale de
una serie de mecanismos para involucrar al receptor: vocativos, interrogaciones,
menciones explícitas (“Los estudiantes…”), menciones valorativas, aposiciones, la 1ª
persona del plural, el humor y la ironía, las frases inacabadas, las referencias
culturales…
La modalización epistémica se relaciona con el conocimiento del emisor sobre
un asunto, la valorativa consiste en la opinión del emisor y la deóntica aparece en el
texto para indicarle al receptor la necesidad, conveniencia o prohibición de algo de una
manera sutil o abierta y contundente. Por tanto, la primera predomina en los textos
científicos, la segunda en ensayos y artículos de opinión, combinada con la tercera, que
es la dominante en textos prescriptivos.

4-. Registro idiomático. El emisor elige la expresión lingüística más adecuada


al acto comunicativo entre las diversas variedades diastráticas (nivel socio-cultural
culto, medio o vulgar), diafásicas (variedades del habla del emisor según el contexto, el
estado de ánimo, el control de la situación…) e, incluso, diatópicas (referidas a los
dialectos o hablas locales del idioma).
El registro varía en función del canal oral o escrito, de la situación comunicativa
si es formal o informal, del dominio del código si es elaborado o restringido por falta de
formación y porque el medio o canal lo impone (móvil); por la aplicación de la norma
académica o de uso o su no aplicación.
Con todo ello, distinguimos los siguientes registros:
- FORMAL: culto técnico, culto estándar, estándar.
- INFORMAL-COLOQUIAL: popular, familiar, vulgar y argot.

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