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Teorías de la organización

Lectura
El origen de la agricultura, la Zizumbo, D. y García, P. (2008).
El origen de la agricultura, la
domesticación de plantas y el domesticación de plantas y el
establecimiento de corredores
establecimiento de corredores biológicoculturales en Mesoamérica.
Revista de Geografía Agrícola, (4), pp.
biológicoculturales en 85-97.

Mesoamérica
T eorías de la organización

El origen de la agricultura, la
domesticación de plantas y el
establecimiento de corredores
biológico-culturales en Mesoamérica1
Daniel Zizumbo Villarreal
Patricia Colunga GarcíaMarín2

Recibido: 30 de octubre de 2008


Aceptado: 15 de diciembre de 2008

Resumen

Los primeros grupos humamos arribaron a Mesoamérica aproximadamente 11 600 años antes del
presente (AP) .3 Ingresaron por la costa del Pacífico y poseían adaptación tecnológica para la caza de
mamíferos marinos. Posiblemente se internaron tierra adentro siguiendo los ríos Santiago-Lerma y Bal-
sas-Mezcala, y se establecieron en los sistemas lacustres de Chapala-Zacoalco-Sayula, valle de México y
valle de Puebla. Hacia 10 600 AP, nuevos grupos con adaptaciones tecnológicas para recolectar plantas y
cazar venados arribaron procedentes del suroeste y las grandes planicies de lo que ahora es Estados
Unidos de América (EUA) y se distribuyeron a lo largo de los ríos, entre los sistemas lacustres interiores y
en la costa del Pacífico. Evidencias paleoecológicas y ecogeográficas sugieren que el cultivo y la
domesticación se iniciaron hacia 10 000 AP, en áreas de selva baja caducifolia, entre los 600 y 1 600 msnm,
asociados al uso del fuego para la caza. Los datos biológicos, ecológicos, genéticos y evolutivos señalan al
occidente de México como el centro de domesticación inicial del complejo de especies característico de la
agricultura mesoamericana. Esta hipótesis está apoyada por su continuidad cultural desde el Pleistoceno
terminal y por la presencia de un sistema agroalimentario complejo en esta región para el Formativo
temprano, revelado por la cerámica. La distribución inicial de los grupos recolectores-cultivadores y la
distribución temprana de las plantas domesticadas permiten suponer la existencia de corredores
biológico-culturales arcaicos a través de los cuales se difundieron, desde el occidente de Mesoamérica,
los conocimientos, las tecnologías y los procesos asociados a la agricultura y a la domesticación, a lo largo
de los ríos Santiago, Balsas, Grijalva y Motagua. Sólo el corredor Valsequillo-Tehuacán-Oaxaca-Chiapas
ha sido explorado extensivamente en busca de evidencias del origen de la agricultura y de la
domesticación.

Palabras clave: occidente de Mesoamérica, tecnología, migraciones, selección.

1 Dedicado al Maestro Efraím Hernández X., uno de los pioneros en nuestro país en el estudio del origen de la agricultura y la
domesticación de plantas, tema central para el desarrollo de México y por haber sembrado este interés en sus alumnos y colegas.
2 Unidad de Recursos Naturales. Centro de Investigación Científica de Yucatán. Calle 43 No 130. Col. Chuburná de Hidalgo. Mérida,
Yucatán, México. CP 97070. e-mail: zizumbodaniel@gmail.com
3 Antes del presente (AP) es una escala de tiempo utilizada en la arqueología y otras disciplinas para especificar cuando ocurrieron
los eventos. La fecha origen para “antes del presente" es 1950. Se eligió 1950 porque en ese año se inició la publicación de
resultados de dotación con carbono 14. ^[Nota del editor].

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Zizumbo Villarreal, Daniel y Patricia Colunga García Marín

The origin of agriculture, plant domestication, and the setting of cultural and
biological corridors in Mesoamerica4
Abstract

The earliest human presence in Mesoamerica dates to approximately 11 600 BP. These groups initially oc-
cupied the Pacific coast and utilized technology adapted for marine mammal hunting. They may have
moved inland along the Santiago-Lerma and Balsas-Mezcala drainage basins and settled near the
Chapala-Zacoalco-Sayula, Valley of Mexico and Valley of Puebla lagoon systems. Approximately 10 600
BP, new groups using plant gathering and deer hunting technological adaptations entered the area from the
southwest and Great Plains of the present day USA, settling along rivers, in intermountain valleys and on
the Pacific coast. Paleo-ecological and eco-geographic evidences suggest that plant cultivation and do-
mestication began around 10 000 BP in areas of dry tropical forest between 600 and 1600 m asl in associa-
tion with the use of fire for hunting. Biological, ecological, genetic and evolutionary data indicate that
Western Mexico was probably the center of initial plant domestication of the species complex that is charac-
teristic of Mesoamerican agriculture. This hypothesis is supported by its cultural continuity since the late
Pleistocene and for the presence of a complex agricultural-food system in this region by the early Forma-
tive, as shown by ceramic evidence. The early distribution of the gatherer-cultivator groups and the domes-
ticated plants suggest the existence of archaic cultural and biological corridors along the Santiago, Balsas,
Grijalva and Motagua river basins through which the knowledge, technologies and processes associated to
agriculture and domestication were dispersed from West Mesoamerica. To date, the origins of agriculture
and domestication have only been extensively explored in the Valsequillo-Tehuacán-Oaxaca-Chiapas cor-
ridor.

Key words: Western Mesoamerican, technology, migrations, selection.

U no de los acontecimientos más importantes en tema agroalimentario denominado milpa, que fue
la historia humana ha sido el cambio de una econo- la base para el desarrollo de altas culturas en el
mía sustentada en la caza y la recolección de plan- Nuevo Mundo, gracias a su complementariedad
tas a una basada en la agricultura (Smith, 1998; ecológica y nutricional (Smith, 1995; Hancock,
2005). Se ha planteado que este cambio ocurrió de 2004).
manera independiente en por lo menos seis regio-
nes del mundo, entre 11 000 y 5 000 AP en áreas En este estudio consideramos a Mesoamérica
tropicales y subtropicales con alta biodiversidad; a como una región geográfica que incluye los actua-
partir del él los grupos recolectores-cazadores sa- les territorios del centro-sur de México, Guatemala,
tisficieron sus necesidades de Supervivencia diaria Belice, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa
e iniciaron un largo proceso de manejo y selección Rica. Se trata de una de las regiones ecológica y
que condujo a la agricultura y a la domesticación de culturalmente más diversas del mundo, donde el
plantas y animales (Smith, 2005; Gepts, 2008). pluricultivo de milpa y el sistema agroalimentario
Mesoamérica, junto con el Cercano Oriente y el basado en él, conformaron un rasgo cultural carac-
norte de China, es uno de los tres centros primarios terístico.
de domesticación en el mundo (Harlan, 1972); en
esta región plantas como el maíz, los frijoles, las Precisar dentro de este vasto territorio, dónde,
calabazas, los chiles, los tomates, los nopales y los cuándo y quiénes originaron la agricultura y la do-
agaves fueron domesticadas e integradas a un sis- mesticación de plantas es relevante desde la pers-

4 This is dedicated to our dear professor Efraím Hernández X, who pioneered the study of agriculture origins and plant domestication
in our country. By working on the central subjects for the development of Mexico, he aroused the same interest among his students
and colleagues.

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pectiva de las ciencias sociales para conocer las cuya resultante en muchas especies ha sido la
bases biológico-culturales de los primeros pasos fijación de un conjunto de alelos que les confieren
de la civilización (Smith, 1998, 2005; Zeder, 2006) y fenotipos favorables al consumo y al cultivo, pero
desde la perspectiva biológica y agronómica para durante el cual han disminuido o perdido su capaci-
conocer: 1) las condiciones ambientales donde es- dad de supervivencia en condiciones naturales,
tos procesos se llevaron a cabo; 2) localizar los nú- por lo que tienden a depender del humano (Colun-
cleos de recursos fitogenéticos que son la base ga y Zizumbo 1993; Gepts, 2004). Al conjunto de
para la productividad, sustentabilidad y el mejora- características genotípicas determinadas por es-
miento de los actuales sistemas agroalimentarios, tos alelos se le conoce como el síndrome de do-
y 3) establecer los procesos genético-evolutivos mesticación (Hammer, 1984).
que pudieron estar involucrados en cada una de las
El proceso de domesticación consiste en la se-
especies (Gepts, 2006, 2008).
lección recurrente de poblaciones de plantas con
Para el caso de Mesoamérica, se han plantea- características deseadas y su manejo agrícola en
do dos áreas alternativas en las que posiblemente diferentes ambientes. Este proceso puede estar fa-
se iniciaron estos procesos: en los valles intermon- vorecido o limitado por el sistema de reproducción
tanos del centro de México (Tehuacán-Puebla) y por la constitución genética de las plantas. Algu-
(MacNeish y Eubanks, 2000; Eubanks, 2002) o en nas de éstas han respondido positivamente al pro-
las áreas bajas del suroeste, en la cuenca del Bal- ceso de selección y de manejo agrícola y han sido
sas (Doebley et al., 2006, Piperno et al., 2007). domesticadas completamente; otras no, pues sólo
Esta última región ha sido menos estudiada ar- se logró fijar algunos caracteres del síndrome y,
queológica y arqueobotánicamente bajo la pers- por tanto, aún se encuentran semidomesticadas o
pectiva del origen de la agricultura de la domes- en proceso de domesticación (Gepts, 2004). En
ticación de plantas y del surgimiento de las civiliza- sistemas agrícolas bajo condiciones ambientales
ciones mesoaméricanas, e incluso es considerada limitativas, los grupos humanos incluso han mante-
incluso una área cultural marginal (Pollard, 1997; nido algunas plantas semidomesticadas como par-
Mountjoy y Sanford, 2006). te de su estrategia productiva (Colunga y Zizumbo,
1993).
El objetivo de este trabajo es integrar las contri-
buciones de diferentes disciplinas biológicas y so- Por manejo agrícola entenderemos al conjunto
ciales respecto a dónde, cuándo, cómo y quiénes de modificaciones que realizan deliberadamente
iniciaron la práctica de la agricultura y la domestica- los grupos humanos deliberadamente al ambiente,
ción de las plantas en Mesoamérica. A partir de con la finalidad de lograr la supervivencia y la pro-
esta integración se discuten, a manera de hipóte- ducción de biomasa de las plantas selectas, con
sis, diversos detalles de estos procesos y cuáles las cuales satisfacen sus necesidades ante las
pudieron ser los corredores biológico-culturales a condiciones ambientales prevalecientes (Zizumbo
través de los que se difundieron los conocimientos, y Colunga, 1993). La domesticación de plantas y la
las tecnologías y los procesos asociados. agricultura son por tanto dos procesos interdepen-
dientes y continuos en el tiempo.
Partimos de la premisa de que la disponibilidad
de agua dulce es un factor ecológico determinante A la par, los grupos humanos generaron y desa-
para la distribución y movimiento de plantas y ani- rrollaron conocimientos, técnicas y prácticas cul-
males, incluido el hombre, y que los ríos, como tu ra les para la trans for ma ción, con su mo y
fuente segura de este elemento, pudieron funcio- conservación de los alimentos, con los cuales me-
nar como corredores o rutas de dispersión humana joraron las cualidades alimenticias de las plantas y
y cultural tanto en tiempos previos como posterio- al mismo tiempo ampliaron su capacidad de selec-
res al origen de la agricultura y de la domesticación cionar las características deseadas en ellas. Al
de plantas. conjunto de recursos vegetales, animales, minera-
les y a los conocimientos, técnicas de transforma-
Entendemos la domesticación de plantas como ción y prácticas culturales asociadas es a lo que
un proceso evolutivo histórico que aún continúa, denominamos sistema alimentario.

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El presente estudio parte de datos paleoecoló- Algunos grupos ingresaron al interior del conti-
gicos, arqueológicos, biológicos y evolutivos gene- nente siguiendo el lecho de los ríos, hasta sistemas
rales y específicos para las especies principales lacustres interiores ricos en fauna mayor (Dixon,
que conforman el sistema productivo de milpa: 2001; Yesner, 2001), y llegaron hacia 12 300 AP
maíz (Zea mays L.), frijol (Phaesolus vulgaris L.), hasta los lagos Klamath, Summer y Albert, posible-
calabaza (Cucurbita spp.) y chile (Capsicum an- mente siguiendo el río Klamath, en los límites de
nuum L.). Además incluimos a los agaves (Agave los actuales estados de California y Oregon (Gil-
spp.) y a los ciruelos (Spondias purpurea L.), espe- bert et al., 2008).
cies que de acuerdo con el registro arqueológico
A Mesoamérica pudieron llegar a los lagos ubi-
eran cosechadas y consumidas por los grupos ar-
cados en el Eje Transversal Neovolcánico hacia
caicos desde hace 9 000 años, y jugaban un papel
11 600 AP (Dixon, 1999; 2001). Nosotros pensa-
importante en la dieta (Smith, 1965; Callen, 1965).
mos que pudieron llegar al sistema lacustre Chapa-
Estas dos especies, junto con el maíz, tenían, ade-
la-Sayula-Zacoalco siguiendo el río Grande de
más, una alta relevancia cultural a la llegada de los
Santiago y al sistema Zacapu-Páztcuaro-Cuitzeo,
europeos, por ser usadas para obtener bebidas al-
continuando por el río Lerma. A los valles de Méxi-
cohólicas (Bruman, 2000).
co y Puebla-Valsequillo posiblemente llegaron si-
guiendo el río Balsas-Mezcala y sus afluentes:
Corredores biológico-culturales y el
Amacuzac, Nexpa y Atoyac (figura 1). La presencia
establecimiento de las primeras
humana en estos sistemas lacustres se sustenta
poblaciones humanas en Mesoamérica por el registro de huesos de fauna modificados cul-
Las evidencias paleoecológicas y arqueológicas turalmente, huesos humanos mineralizados y refu-
sugieren que grupos humanos asiáticos pudieron gios de piedra con implementos líticos alrededor de
poblar Beringia entre 20 000-11 600 AP, aunque no los sistemas lacustres (Aliphat, 1980; Irwin, 1969,
se cuenta con registros humanos directos (huesos) 1978; Solórzano, 1990; Pollard, 1997; Irish et al.,
bien documentados hasta 14 000-13 000 AP (Fie- 2000; González et al., 2003, 2005; Arroyo et al.,
del, 2002; Hoffecker y Elias, 2003; 2007). Eviden- 2006, 2007). Los registros líticos no indican el uso
cias genético-moleculares permiten suponer al del arco y flechas, sino del “atlatl” como su principal
menos cuatro eventos fundadores de grupos hu- arma para la caza, un tipo de lanzadera de arpo-
manos asiáticos en América entre 20 000 y 14 000 nes, diseñada inicialmente para cazar mamíferos
AP (Malhi et al., 2002; Schur, 2004). Las evidencias marinos. Dixon (1999, 2001) señala que el uso del
lingüísticas por su parte, sugieren que al menos atlatl por los grupos humanos presentes en los sis-
tres grupos culturales ingresaron de Asia, entre temas lacustres revela su origen ancestral a partir
13 000 y 12 000 AP (Nettle, 1999; Hunley y Long, de los grupos que ingresaron a América por la
2005). Los registros paleoecológicos y arqueológi- costa.
cos indican que las condiciones climáticas de fina- Los sistemas lacustres mencionados contenían
les del Pleistoceno permitieron el paso de grupos alta concentración de megafauna. En el sistema
de humanos dedicados a la pesca, a la recolecta de Sayula-Zacoacalco se han registrado más de me-
mariscos y a la caza de mamíferos marinos, a tra- dio millón de esqueletos fosilizados de al menos
vés de la costa noroccidental, entre 14 000-13 000 nueve especies de seis géneros de proboscidios,
AP, para la que utilizaban pequeñas embarcacio-
así como esqueletos de gliptodontes, bisontes, ca-
nes y arpones para la caza de mamíferos marinos, mélidos, caballos, antílopes, venados, capi cabras,
procedimiento que se difundió rápidamente por la tapires, pecaríes, armadillos, mapaches, liebres,
costa oeste hasta Sudamérica (12 500 AP) (Alfimov perezosos, nutrias, zorrillos, tigres dientes de sa-
y Berman, 2001; Ward et al., 2003; Elias, 2001; ble, osos, jaguares, lobos y coyotes (Solórzano,
Hoffecker y Elias, 2006; Dillehay et al., 2008). No se 1991; Dixon, 1999).
cuenta con evidencias acerca de que estos grupos
hayan ingresado y se hayan dispersado en Améri- Los depósitos de carbón en los lagos del Eje
ca siguiendo manadas de megafauna, como ha Transversal Neovolcánico, correspondientes al
sido sugerido (Dixon, 1999). Paleoceno final (11 600 AP), sugieren la utilización

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humana del fuego como elemento para asegurar rante varios meses para los grupos humanos reco-
su supervivencia (Metcalfe et al., 1991; Metcalfe, lectores, esto pudo constituir un estímulo para de-
2006). El conglomerado de refugios humanos y su sarrollar la agricultura, en tanto que ésta asegura el
distribución en los alrededores de los sistemas la- alimento para la temporada seca del siguiente ciclo
custres del valle de México y Zacualco-Sayula, se- anual.
ñalan una baja movilidad de los grupos y un cierto
sedentarismo, debido posiblemente a su depen- Para este periodo (11 000-10 000 AP) se repor-
dencia de los refugios y a la organización social ne- tan campamentos humanos en resguardos roco-
cesaria para la defensa y la caza (Niederberger, sos, en los que se encontraron restos de fauna
1979; Lorenzo y Mirambell, 1986; Benz, 2002). mayor extinta e instrumentos líticos asociados con
su caza. Estos resguardos se han encontrado, tan-
Para principios del Holoceno (11 000-10 000 to en los alrededores de los sistemas lacustres
AP), los registros paleoecológicos en el Eje Trans- (Arroyo C. et al., 2006) como en los ríos que bajan
versal Neovolcánico y en las tierras bajas del sur, hacia la costa: Saldado y Coahuayana en Colima-
indican un incremento de temperatura, precipita- Michoacán (Polanco et al., 2004; Guzmán et al.,
ción y concentración de C02 en la atmósfera, así 2005), Salado en Tehuacán, Puebla (MacNeish y
como el establecimiento de un periodo prolongado Peterson, 1962; MacNeish, 1967), Atoyac en Oa-
de sequía durante la primavera, antes del periodo xaca (Flannery, 1986) y el río Grijalva en Chiapas
húmedo (Buckler et al., 1998; Metcalfe, 2006; Pi- (MacNeish y Nelken, 1983).
perno, 2006; Cunniff, 2008). Para estas fechas, en
las partes altas, la flora tropical desplazó los bos- Integración de nuevos grupos humanos:
ques boreales, mientras que en las zonas bajas, la recolectores-cazadores
vegetación arbustiva espinosa fue desplazada por
las selvas bajas caducifolias y en el lecho de los Nuevos grupos humanos llegaron a Mesoamérica
ríos la vegetación fue desplazada por selvas me- entre 10 600 y 10 000 AP procedentes del oeste y
dianas perennifolias (Piperno, 2006). Se ha plan- de las grandes planicies centrales del actual territo-
teado que la acción combinada de estos factores rio de Estados Unidos de América (EUA) (Dixon,
incidieron en el recambio de las especies de pastos 2001). Estos grupos, que habrían ingresado a
C3 por C4, por lo que se expandieron las poblacio- América a través de un pasillo de tierra que presen-
nes de Panicum spp., Setaria, Tripsacum spp. y taba vegetación de pastizales y verano cálido entre
Zea spp., así como las poblaciones de dicotiledó- 11 000 y 10 800 AP (Weiss et al., 2004; Bradley y
neas como Chenopodiaceae, Amaranthaceae, Stanford, 2004; Hoffecker y Elias, 2007), poseían
Asteraceae, Cucurbitaceae y Solanaceae (Sage, una amplia y antigua experiencia en la recolección
1995; Piperno et al., 2007; Cunnif et al., 2008). La de plantas y caza de fauna menor, con una cultura
magnitud de estos cambios pudo incidir en la extin- tecnológica conocida como “Clovis” (Dixon, 1999,
ción y el desplazamiento de la fauna pleistocénica 2001). Durante la dispersión y el establecimiento
por otra que combinaba el pastoreo y el ramoneo de estos grupos ocurrieron flujos genético y lin-
para su dieta (Brook y Bowman, 2002; Guthrie, güístico (Malhi et al., 2002; Hunley y Long, 2005), y
2006; Ugan y Byers, 2007). llegaron a conformar una cultura de supervivencia
y de adaptación ecológica basada en la recolec-
El establecimiento del periodo seco durante la ción amplia de plantas, la caza del bisonte, del ve-
primavera, antes del periodo de lluvias durante el nado y de animales pequeños, en el consumo de
verano, favoreció la incidencia natural cíclica del granos molidos (Bromus spp., Oryzopsis spp.,
fuego sobre la vegetación, este elemento constitu- Pannicum spp., Setaria spp.), tallos y bases de las
yó una presión selectiva que favoreció a las espe- hojas de agaves asados (Agave spp.), tallos y fru-
cies perennes con capacidad de rebrote y a las tos frescos de nopales (Opuntia spp.), bellotas y pi-
plantas anuales cuya germinación es promovida ñones (Quercus spp y Pinus spp.), y legumbres
por el fuego (Miller, 1999; Miller y Kauffman, 1998, (Prosopis spp.). Utilizaban una tecnología de pie-
Sánchez, 2002; Metcalfe, 2006). Asimismo, el lar- dra para el quebrado, el molido y el asado (fogón)
go periodo seco provocó escasez de alimentos du- (Doebley, 1984; Wills, 1995; Poinar, 2001).

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Además del fuego, traían con-


sigo el perro (Canis familiaris L.),
domesticado de múltiples linajes
en el este de Asia (Vila et al., 1997;
Savolainen et al., 2002; Leonard et
al., 2002) y que representaba un
animal que ampliaba su capacidad
de defensa, de caza y de recolec-
ción, y que además servía como
alimento en momentos críticos. El
perro incidió fuertemente en la
conformación de pequeñas ban-
das con alta movilidad (Wayne,
2006; Zeder et al., 2006). La pre-
sencia de estos grupos humanos
hacia 9 000 AP en los sistemas la-
Figura 1. Probables rutas humanas en Mesoamérica a través de los ríos: (1)
custres de Chapala-Zacoalco-
Grande de Santiago-Lerma, (2) Armería-Tuxcacuesco, (3) Balsas-Mezcala,
Sayula, valle de México y Puebla- (4) Amacuzac, (5) Mezcala-Nexpa-Atoyac. Principales sitios de caza de fauna
Valsequillo, así como en los lechos Pleistocénica en el Eje Transversal Neovolcánico (A) Chapala-
de los ríos circunvecinos, está Zacoalco-Sayula, (B) valle de México, (C) Puebla-Valsequillo.
sustentada por los hallazgos de
implementos pertenecientes a la
tradición Clovis (MacNeish, 1967; animales (Ceballos y García, 1995; Mass et al.,
Irwin, 1978; Aliphat, 1980; Lorenzo y Mirambell, 2005). Su perturbación sistemática por fuego, con-
1986; MacNeish y Nelken, 1983; Flannery, 1986; duce a una drástica reducción de la diversidad, y a
Haley y Solórzano, 1991; Hardy, 1994; Dixon, una tendencia acelerada a la dominancia de espe-
1999). cies de rápido crecimiento que presentan rebrote
en la raíz, la corona del tallo o rompen la latencia de
Origen de la agricultura
sus semillas después del fuego, lo que genera par-
Entre 10 000 y 9 000 AP la megafauna terminó por ches con pastos y sabanas. En el oeste de esta
desaparecer y quedaron bien establecidas las sel- región, las comunidades de pastos están confor-
vas en las tierras bajas (0 a 1 500 msnm), las selvas madas por especies como Panicum spp., Setaria
bajas caducifolias en las planicies, y las medianas spp., Tripsacum sp. y Zea spp., así como herbá-
perennifolias en el lecho de los ríos. El periodo de ceas dicotiledóneas como Cucurbita spp., Physalis
sequía agudo y prolongado durante la primavera spp, Phaseolus spp., Solanum spp., Capsicum an-
también quedó bien establecido (Metcalfe, 2006; nuum L., Hyptis suaveolens (L.) Poit, especies pe-
Piperno et al., 2007). Los registros paleoecológicos rennes como Agave spp., Opuntia spp., Nopalea
muestran una gran acumulación de carbón desde karwinskiana Salm-Dyck, Stenocereus quereta-
el suroeste de Mesoamérica hasta la costa sur de noensis (Weber) Buxbaum, Spondias purpurea L.,
Panamá, entre 10 000 y 7 000 AP, lo que indica el Prosopis laevigata Humb. & Bonpl. (ex Willd.) M.C.
uso sistemático del fuego, ya que tal acumulación Johnst, Pithecelobium dulce (Roxb.) Benth, Leu-
no es explicable por la incidencia cíclica natural del caena lanceolata S. Watson, Psidium guajava L.,
fuego asociada con los huracanes. Asimismo, es- Psidium sartorianum (O. Berg) Nied., Byrsonima
tos registros denotan la presencia y acumulación crassifolia HBK, Ceiba aesculifolia (Kunth) Britten
de polen de pastos del género Zea hacia la porción & Baker, Crescentia alata Kunth, Acrocomia acu-
oeste (Piperno, 2006; Piperno et al., 2007). leata (Jacq.) Lodd. ex Mart, Enterolobium cyclocar-
pum (Jacq). Griseb y Gossypium hirsutum L. entre
La selva baja caducifolia en el oeste de Mesoa- otras (Vázquez et al., 1995; Kauffman et al., 2003;
mérica constituye uno de los ecosistemas más di- Mass et al., 2005).
versos en el neotrópico, tanto en plantas como en

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Muchas de estas especies son favorecidas al El patrón comunitario para este periodo se ca-
ser dispersadas por fauna que se alimenta de ellas, racteriza por micro bandas reunidas durante la pri-
como venados (Odocoileus virginianus mexica- mavera, después de colectar nueces y granos
nus), pecarí (Tayassu tajacu ), coatí (Nasua larica ), durante el otoño-invierno, y permanece como ma-
chachalacas (Ortalis vetula), iguanas (Iguana igua- cro banda durante el verano en las terrazas de los
na), conejos (Sylvilagus sp. y Romerolagus sp.), valles (MacNeish, 1964).
liebres (Lepus sp.) tuzas (Thomomys sp.) y roedo- Domesticación de plantas
res (Oryzomys melanosis, Osgoodomys bandera-
El proceso de domesticación de plantas en Mesoa-
nus, Peromyscus parfulvus, Xenomys nelson).
mérica pudo haberse iniciado de diversas mane-
Durante la estación seca, las flores y los frutos de
ras: en plantas anuales de reproducción sexual
Spondias, Enterolobium, Prosopis y Opuntia son
como el maíz y el frijol, el síndrome de domestica-
muy importantes en la dieta de venados, chachala-
ción está controlado por pocos genes con grandes
cas y pecaríes, y en la estación lluviosa lo son las
efectos, los cuales a su vez muestran ligamiento,
hojas jóvenes de los pastos y los rebrotes de las es-
esto favorece su fijación en periodos cortos de
pecies arbustivas, mientras que durante el otoño
tiempo a través de la selección y del cultivo (Koi-
son las raíces y los granos de los pastos las que
nange et al., 1996; Doebley, 2004; Gepts 2004). La
son su alimento (Ceballos, 1990; Ceballos y Gar-
conformación de comunidades de pastos promovi-
cía, 1995; Mandujano y Martínez, 1997; Bello et al.,
dos por el fuego y la fauna pudo posibilitar la selec-
2001; Arceo et al., 2005; López et al., 2007). Un alto
ción de individuos con mutaciones nuevas y con
número de las especies de las plantas menciona-
características fenológicas relevantes para ser co-
das a la postre resultaron domesticadas o semido-
sechados, consumidos y almacenados (Jaenicke y
mesticadas.
Smith, 2006). Es posible que la germinación even-
tual de sus semillas durante el almacenamiento,
El uso del fuego, para producir biomasa que
mostrara el camino para su siembra. Así, la selec-
atrajera a los animales de caza, pudo constituirse
ción recurrente, el cultivo y la constitución génica
en el primer sistema de producción de cosechas
de estas especies llevaron a la fijación de los alelos
(Lewis, 1972; Parker, 2002), al favorecer la frag-
asociados a objetivos antropocéntricos (Gepts,
mentación de la selva y la conformación de par-
2004).
ches de pastos que pudieron promover eventos de
colonización, recolonización y cuellos de botella en En especies perennes como Agave, Spondias,
algunas especies anuales. Opuntia y Stenocereus, la conformación de bos-
quetes promovidos por el fuego y por la fauna posi-
La observación del consumo de frutos y granos bilitó la selección de individuos con características
que hacía la fauna silvestre pudo propiciar la cose- relevantes para ser cosechados, consumidos, al-
cha y el aprovechamiento de estos productos por macenados y propagados. La capacidad de propa-
parte de los grupos humanos. En el caso de aga- gación vegetativa de estas especies pudo, al ser
ves, cactus, pastos y legumbres, el conocimiento utilizada recurrentemente en sitios cercanos a los
previo de su uso alimenticio en las áreas semide- lugares de habitación temporal, facilitar la fijación
sérticas de Norteamérica también pudo ser impor- de los caracteres selectos (Colunga et al., 1986,
tante. Colunga y Zizumbo, 1993; 2007). Asimismo, el uso
del fuego, la protección de plántulas y su eventual
Es posible que la distribución y la densidad
propagación en los mismos bosquetes o in situ, im-
acrecentada de las especies favorecidas in situ con
pactaron en la evolución de estas plantas, lleván-
el fuego, y que resultaron comestibles, hayan defi-
dolas a la domesticación o a la semidomesticación
nido los rumbos de colecta y los sitios propicios
(Colunga et al., 1983; Casas et al., 2007).
para los asentamientos humanos estacionales.
Así, la primera fase de la agricultura consistió en Los fechamientos directos en restos arqueobo-
quemar la vegetación con la intención de obtener tánicos indican que las calabazas (Cucurbita pepo
mayor biomasa de las plantas alimenticias para in- L.) fueron las primeras plantas domesticadas en
crementar la caza y la recolección. Mesoamérica. Hacia 7 900 AP (Smith, 1997a;

Revista de Geografía Agrícola núm. 41 / 91


T eorías de la organización bloque uno

Zizumbo Villarreal, Daniel y Patricia Colunga García Marín

2005), los restos muestran características que im- 2001; Benz, 2001, 2006). Estos cambios pudieron
piden su dispersión natural, como incremento en el lograrse mediante la selección de plantas con: a)
tamaño del fruto, de la semilla, el ensanchamiento infrutescencias que retenían los granos, caracte-
de la base del pedúnculo y el engrosamiento del rística que incrementa las probabilidades para ser
pericarpio. Los análisis sobre las relaciones filoge- cosechadas; b) Infrutescencias con dos espiguillas
néticas entre poblaciones silvestres y domestica- con doble hilera de granos, característica que da
das de C. pepo, con ADN del cloroplasto y de la mayor producción de grano, y c) granos desprote-
mitocondria, no han podido definir cuáles poblacio- gidos con glumas cortas, característica que facilita
nes silvestres dieron origen a las domesticadas la molienda (Dorweiler et al., 1993, Hanson et al.,
(Wilson et al., 1992; Sanjur et al., 2002). 1996; Dobley et al., 2006; Wang et al., 2005; Jaeni-
ke y Smith, 2006).
Los registros arqueobotánicos señalan que C.
argyrosperma estaba domesticada hacia 4 900 AP Los análisis filogenéticos realizados con pobla-
(Smith, 2005), y los estudios filogenéticos sugieren ciones silvestres y domesticadas, que utilizan mi-
que las poblaciones silvestres de C. sororia del crosatélites nucleares, indican que las poblaciones
oeste de Guerrero, Michoacán y sur de Jalisco son de Z. mays parviglumis distribuidas en el suroeste
sus progenitores putativos (Sanjur et al., 2002) de Mesoamérica, en parches de selva baja caduci-
(figura 2). Las calabazas silvestres crecen espon- folia, son las poblaciones progenitoras putativas
táneamente en los sitios perturbados por el huma- del maíz domesticado (Matsuoka et al., 2002). Los
no, particularmente en sus asentamientos y en estudios sobre la estructura y las relaciones genéti-
aquellos que modifica mediante el fuego; sus semi- cas entre y dentro de las poblaciones de Z. mays
llas son comestibles, por lo que pudieron ser objeto parviglumis, que utilizan tanto microsatélites nu-
de selección y cultivo en sitios contiguos al res- cleares, como haplotipos de cloroplasto, señalan
guardo (Hart, 2004). que las poblaciones parentales putativas pueden
incluir a las poblaciones de la cuenca del Balsas en
Los estudios moleculares indican que Lagena-
su porción de los estados de Guerrero, Michoacán
ria siceraria L. es, junto con la calabaza, una de las
primeras plantas domestica-
das en el registro arqueoló-
gi co (Smith, 2005); sin
embargo, su origen se plan-
tea en el viejo continente
(Erickson et al., 2005).

Para el maíz, los estudios


genético-moleculares, con
mi cro sa té li tes nu clea res,
permiten suponer que la dife-
renciación entre poblaciones
domesticadas y silvestres se
inició hace aproximadamen-
te 9 000 años (Matsuoka et
al., 2002). Los registros ar-
queobotánicos señalan que
para 6 400 AP ya presentaba Figura 2. Localización de poblaciones silvestres progenitoras putativas de las
la fijación de los alelos para poblaciones domesticadas. (Aa) Agave angustifolia para alimento. (Af) Agave
raquis desarticulado, mazor- angustifolia para fibra (Ca) Capsicum annum; (Cu) Cucurbita argyrosperma; (Pv)
cas con dos y cuatro hileras y Phaseolus vulgaris, (Sp) Spondias purpurea, (Zm) Zea mays. (Colunga et al., 1999;
granos con glumas reduci- Fukunaga et al., 2005; Gepts, 1988; Kwak, 2007; Loaiza et al., 1989, Matsuoka et
das, que indican su domesti- al., 2002;Miller y Schall, 2006; Sanjur et al., 2002).
cación (Piperno y Flannery,

92 / Revista de Geografía Agrícola núm. 41


T eorías de la organización

El origen de la agricultura, la domesticación de plantas y el establecimiento de corredores biológico-culturales en Mesoamérica

y Jalisco (Fukunaga et al., 2005; Buckler et al., Agave angustifolia Haw. es la especie de agave
2006) (figura 2). con la más amplia distribución en las selvas bajas y
medias de Mesoamérica. Los registros arqueológi-
Los registros arqueológicos indican la presen- cos la señalan como una de las primeras plantas
cia del frijol común, Phaseouls vulgaris domestica- utilizadas como alimento y fibra hacia 9 000 AP
do entre 8 000 y 6 000 AP (Smith, 1965; Perry y (Callen, 1965). Las poblaciones domesticadas de
Flannery, 2007). Sin embargo, los fechamientos di- esta especie han perdido, casi en su totalidad, la
rectos en las semillas indican sólo 2 285 AP (Kaplan capacidad de reproducción sexual, debido a la pro-
y Lynch, 1999), esto supone una posible contami- pagación vegetativa recurrente y el corte del esca-
nación de semillas entre los diferentes estratos ar- po floral al inicio de su desarrollo. Se han propuesto
queológicos en los refugios estudiados. Los frijoles dos líneas evolutivas divergentes durante su do-
domesticados presentan indehiscencia en la vaina, mesticación: una hacia la producción de alimento,
con lo cual pierden la capacidad de dispersión na- incluidas las bebidas fermentadas, en la cual las
tural de sus semillas, así como pérdida de dorman- variantes domesticadas presentan gigantismo y
cia, gigantismo en vaina y semilla, y pérdida de alta concentración de carbohidratos en el tallo; la
sensibilidad al fotoperíodo (Koinange et al., 1996; otra hacia la producción de fibra, en donde las va-
Gepts et al., 1999). Los análisis fenéticos que utili- riantes domesticadas presentan gigantismo en
zan como marcador molecular la faseolina, una hoja, alta cantidad relativa de fibra larga y baja es-
proteína de reserva de la semilla, así como análisis pinosidad (Colunga et al., 1999). Con base en estu-
filogenéticos con microsatelites nucleares, indican dios genético moleculares se ha propuesto el sur
que la posible área de domesticación incluye la de Jalisco como una área importante de diversifica-
cuenca baja del río Lerma, el rio Grande de Santia- ción de esta especie bajo selección y cultivo para la
go, el río Verde y el río Mascota-Ameca, en las cer- producción de alimento y de bebidas fermentadas,
ca nías del sis te ma Cha pa la-Za cual co-Sa yu la así como el área de domesticación de variantes
(Gepts, 1988; Kwak et al., 2009) (figura 2). para producción de alcohol (Colunga y Zizumbo,
2007; García et al., 1993; Vargas et al., 2007,
La distribución geográfica y las características 2009), mientras que la porción norte de la penínsu-
ecofisiológicas del maíz y del frijol sugieren que el la de Yucatán ha sido propuesta como el área de
origen de la agricultura y la domesticación inicial de domesticación de una de las especies productoras
estas plantas se llevó a cabo en áreas de selva baja de fibra más importantes de Mesoamérica (Colun-
caducifolia, en elevaciones intermedias, entre los ga et al., 1999) (figura 2).
500 y 1 600 msnm, incluyendo los bordes con el
bosque de encino (Lepiz et al., 2004; Buckler et al., Spondias pupurea L. es también una de las pri-
2006; Kwak et al., 2009). meras plantas (8 000 AP) de uso alimenticio en el
registro arqueológico (Smith, 1965; Callen, 1965),
Los registros arqueológicos indican la domesti- se consume como fruta fresca o seca para elaborar
cación de Capsicum annuum L. hacia 6 000 AP alimentos y bebidas alcohólicas de alta relevancia
(Smith, 1965; Perry y Flannery, 2007), cuando los cultural (Bruman, 2000). Las poblaciones domesti-
restos muestran cambios en gigantismo y otros ca- cadas tienen reducida capacidad de reproducción
racteres que afectan su mecanismo de dispersión sexual debido a la propagación vegetativa recu-
por aves. Los estudios fitogeográficos, cariotípicos rrente. Bajo domesticación, muestran gigantismo y
y enzimáticos de poblaciones silvestres y domesti- cambios en la coloración de los frutos, de rojo a
cadas sugieren a las selvas bajas y los matorrales amarillo y verde, lo que reduce su capacidad de
del noreste de Tamaulipas-Veracruz como el área dispersión por medio de las aves. Los análisis filo-
de domesticación (Pickersgill, 1971; Loaiza F. et genéticos en poblaciones silvestres y domestica-
al., 1989), así como las selvas bajas cercanas a la das que utilizan secuencias de ADN del cloroplasto,
desembocadura del río Grande de Santiago, en indican dos posibles centros de domesticación,
donde se distribuyen poblaciones silvestres y se- uno en las selvas bajas caducifolias del sur de Ja-
midomesticadas con alta diversidad (Loaiza F. et lisco y Colima, y otro en las selvas bajas de la costa
al., 1989; Oyama et al., 2006) (figura 2). sur de El Salvador (Miller y Schall, 2005; 2006) (fi-

Revista de Geografía Agrícola núm. 41 / 93


T eorías de la organización bloque uno

Zizumbo Villarreal, Daniel y Patricia Colunga García Marín

gura 2). Los estudios señalan, además, que la dis- Santiago en Nayarit (Matanchén 4 400 a 4 000 AP)
tribución natural de esta especie en el oeste (Mountjoy, 1972, 1974) y en El Calón, Sinaloa
mesoamericano fue expandida por el ser humano, (3 850 AP) (Scout, 1999) (figura 3).
quien la acarreó a los ambientes que iba ocupando
Los registros arqueológicos hacia 9 000 a 8 000
(Miller y Knouft, 2006).
AP indican que los grupos humanos estaban dedi-
Corredores biológico-culturales y la difusión cados a la recolección amplia de plantas y a la caza
de plantas domesticadas del venado y de la fauna menor, incluían a la reco-
La concentración de la época de lluvias durante el lección de productos marinos en la costa con dife-
verano, el prolongado y agudo período de sequía rentes patrones de recolección (Niederberg, 1979;
durante la primavera, y el establecimiento de las MacNeish, 1964; Flannery, 1986; MacNeish y Pe-
selvas medianas perennifolias a lo largo de los le- terson, 1962; Voorhires et al., 2002). En la época
chos de los ríos entre 10 000 y 9 000 AP (Metcalfe, húmeda o de abundancia, se presenta un patrón de
2006; Piperno et al., 2007) pensamos que son fac- recolección corto, de 0.5 a 8.5 km (Voorhies et al.,
tores que incrementaron la importancia ecológica 2004; Morgan, 2008); en la época seca o de es-
del lecho de los ríos durante este periodo, al ser casez el patrón es largo, de 120 a 140 km y se
prácticamente los únicos sitios a los que la fauna y ocupaban varios días para la caza, la recolección
el ser humano podían recurrir para obtener agua de frutos, nueces, sal, conchas u obsidiana (Eer-
dulce y alimento durante el periodo seco. kens et al., 2008).

La distribución de los resguardos humanos en Los registros arqueobotánicos sobre la difusión


Mesoamérica durante el Arcaico (9 000 a 4 000 AP) temprana del maíz, las calabazas y los chiles do-
apoya esta hipótesis, dado que éstos se localizan mesticados hacia los valles de Tehuacán, Oaxaca
en las cercanías de los ríos, entre los sistemas la- y Chiapas, sugieren la conformación e integración
custres internos y su desembocadura en el océano de corredores biológico- culturales del suroeste
Pacífico (figura 3). En el centro de Mesoamérica, mesoamericano al sureste a lo largo de los ríos Bal-
los resguardos se encuentran en los sistemas la- sas-Mezcala, Tehuantepec y Grijalva (figura 3).
custres de los valles de México y Pue-
bla-Val se qui llo (Nie der berg, 1979;
MacNeish, 1964; Irwin, 1978) y en los
márgenes del río Salado en el valle de
Tehuacán (Guitarrero tardío 8 800 a
7000 AP). Hacia el sur, en la costa sur
de Guerrero (Puerto Marqués 4 300
AP) (Brush, 1965), y hacia el sureste,
en los márgenes del río Atoyac en los
valles de Oaxaca (Shiho Sih, 9 000 a
7 000 AP) (Flannery, 1986), en las cer-
canías a lo largo del río Grijalva en
Chiapas (Fase Santa Marta tardío
8 000 a 7 000 AP) (MacNeish y Peter-
son, 1962) y en la costa de este mismo
estado (Chanuto 7 500 a 6 000 AP) Figura 3. Distribución de poblaciones humanas arcaicas: (a) Sayula, (b)
(Voorhies et al., 2002; Voorhies, 2004) San Pedro, (c) Matanchén, (d) El Calón, (e) Tlapacoya (f) Valsequillo, (g)
(figura 3). En el occidente de Mesoa- Puerto Marqués, (h) Tehuacán, (i) Oaxaca, (j) Ocozocuautla, (k) Chanuto.
mérica, en las cuencas Zacoalco-Ato- Posibles corredores biológico-culturales arcaicos: (A) Chapala-
yac-Sayula (Sayula 5 600 AP) (Benz, Santiago-Matanchén. (B)
2002) y Ahua lul co-Teu chit lán-Tala Zacoalco-Sayula-Tuxcacuesco-Armería-Tuxpan-Coahuayana, (C)
Chapala-Tepacatepec-Infiernillo, (D) Valle de
(Teuchitlán 4 500 AP) (Pollard, 1997) en
México-Cuautla-Amacuzac-Atoyac-Mezcala-Papagayo, (E)
Jalisco, en la desembocadura del río
Valsequillo-Salado-Atoyac-Tehuantepec-Grijalva-Costa de Chiapas.

94 / Revista de Geografía Agrícola núm. 41


T eorías de la organización

El origen de la agricultura, la domesticación de plantas y el establecimiento de corredores biológico-culturales en Mesoamérica

Los registros paleoecológicos


de polen y fitolitos de maíz también
indican la difusión temprana hacia
las costas del Golfo de México,
alrededor de 7 300 AP (Pohl et al.,
2007), posiblemente siguiendo las
derivaciones de los ríos Coatza-
coalcos y Grijalva (figura 4). Los
registros de polen de maíz en Beli-
ce fechados hacia 5 400 AP (Pohl
et al., 1996), permiten suponer su
difusión hacia la península de Yu-
catán siguiendo el río Grijalva y el
río Motagua hacia la costa del Ca-
ribe de Centroamérica (figura 4).
Los registros de polen de maíz en
Figura 4. Posible ruta de difusión temprana de domesticados
las áreas costeras de Veracruz, fe-
Mesoamericanos al sureste: (A) Tepalcatepec-Balsas, (B)
chados hacia 5 000 AP (Sluyter y
Mezcala-Amacuzac, (C) Atoyac1-Salado-Atoyac 2, (D) Mixteco-Verde-Atoyac
Domínguez, 2006), sugieren su di- 2, (E) Tehuantepec, (F) Grijalva, (G) Costa sur, (H) Motagua, (I) Chamalecón,
fusión a través de los ríos Salado y (J) Coatzacoalcos (K) Papaloapan, (L) Ruta Maya.
el Papaloapan (figura 4). Todo ello
hace pensar que el corredor del río
López M., 2007) y en los valles de México, Cuautla,
Balsas-Mezcala se convirtió en escenario de gran- Tehuacán y Oaxaca (Garber et al., 1993; Harlow,
des movimientos de los grupos humanos arcaicos 1993), consistentes en objetos de jadeita y caraco-
(Benz, 1999; Blake, 2006) (figura 4). les marinos (Turbinilla angulata, Strombus costa-
tus, Strombus gigas) que proceden de las minas
El fechamiento temprano de registros de polen, del valle medio del río Motagua y de la costa del Ca-
fitolitos y granos de almidón de maíz en Panamá, ribe, apoyan la hipótesis de una integración de los
Colombia y Ecuador indican también su difusión corredores biológicos-culturales desde el Arcaico
temprana hacia Sudamérica. La presencia del (figura 5).
maíz en Panamá hacia 7 800 AP (Piperno y Pear-
sall, 1998; Piperno et al., 2000; Dickau et al., 2007) La amplia movilidad de los grupos mesoameri-
señala la ruta de los ríos Grijalva-Motagua-Chame- canos se observa aún hasta mediados del siglo XX,
lecón y la costa sur centroamericana. Las eviden- en los recorridos anuales de más de 500 km con fi-
cias paleoecológicas de polen y arqueológicas de nes de recolección y eventos religiosos. Los hui-
maíz (granos de almidón y fitolitos) en los valles del cho les en la re co lec ción de sal y el peyo te
Cauca y Ponce en Colombia hacia 7 500 AP (Acei- (Lophophora williamsii) asociados con ritos de fer-
tuno y Castillo, 2005), así como en la costa suroes- tilidad; los nahuas, zapotecos, huaves y mayas
te de Ecuador hacia 7 500 AP (Pearsall et al., 2004; asociados a intercambio de productos, peregrina-
Perry et al., 2007; Zorrillo et al., 2008) sugieren su ciones y a ritos religiosos (figura 6).
difusión entre las cordilleras occidental y central de
Intensificación del sistema de cultivo
Colombia. Los registros arqueológicos basados en
análisis de fitolitos y granos de almidón en artefac- Los registros paleoecológicos entre 7 000 y 5 550
tos implicados en la molienda, indican la difusión si- AP, para el suroeste de Mesoamérica, indican la
multánea del maíz con el chile y la calabaza (Perry acumulación de polen de asteraceas, especies ar-
et al., 2007). venses típicas de sistemas de cultivo con ciclos
cortos de barbecho, y un decremento en la acumu-
Los registros arqueológicos del Formativo tem- lación de carbón (Piperno, 2006; Piperno et al.,
prano, en la región occidental de Mesoamérica (Ja- 2007). En los alrededores del valle de Tehuacán (6
lisco-Colima-Michoacán) (Oliveros, 1970, 2004; 900 a 5 500 AP), los registros arqueológicos mues-

Revista de Geografía Agrícola núm. 41 / 95


T eorías de la organización bloque uno

Zizumbo Villarreal, Daniel y Patricia Colunga García Marín

sarrollo de la agricultura en sitios de


pie de monte y terrazas de los valles.

La difusión del maíz hacia áreas


donde no existían poblaciones silves-
tres, cuando aún presentaba baja dife-
renciación varietal, pudo promover la
fijación de caracteres domésticos y la
diferenciación racial en estas áreas, al
encontrarse aislado de los progenito-
res silvestres e ir desapareciendo los
segregantes con caracteres silves-
Figura 5. Rutas probables de importaciones de jadeita y caracoles
marinos en el arcaico tardio- formativo temprano procedentes del valle tres. Este proceso, junto con el au-
medio del río Motagua (A) y de la costa del Caribe (B) a: el valle de mento en el número de generaciones
Oaxaca (C), el valle de Tehuacán (D), el valle de México (E), el valle de que pueden estar sujetas a la selec-
Cuautla (F), El Opeño (G), y al valle de Colima (H). ción en un mismo lugar e intervalo de
tiempo (gracias a la reducción del bar-
tran el uso de piedras descortezadoras, cegado- becho), pudieron tambien acelerar la
ras, que bra do ras y mo le do ras, así como la do mes ti ca ción.
construcción de grandes hornos para el cocimiento Los registros arqueológicos en Tehuacán entre
de agaves o magueyes, una de sus principales (7 000 a 5 000 AP), señalan un patrón comunitario
fuentes de carbohidratos para esa época, junto con conformado por bandas semisedentarias, con
los granos de pastos (Callen, 1965). La cosecha y campamentos en verano en las terrazas de los va-
el aprovechamiento de los agaves implicó la utiliza- lles donde cultivaban, y unidades habitacionales
ción de barretas y mazos de madera endurecidos pequeñas con hornos también pequeños utilizados
con fuego para obtener filo y dureza para el corte para el cocimiento de agaves y otros alimentos,
de raíces, hojas y tallos, así como pa-
lancas de madera que ayudan a de-
senterrar o extraer los tallos o las
“ca be zas” del ma guey (Cam pell,
1999).

Lo anterior nos sugiere que la in-


tensificación de los sistemas de culti-
vo se pudo realizar con el uso de
herramientas desarrolladas para el
apro ve cha mien to de los aga ves,
adaptándolas a la eliminación de las
raíces de los árboles y de los arbustos,
así como para eliminar y alinear pie-
dras, con esto facilitaban la extracción
de las raíces de las especies peren- Figura 6. Peregrinaciones precolombinas, coloniales y actuales: (a)
nes. Con estas prácticas se habría Huicholes, viaje a Wirikuta por los ríos Grande de Santiago-Bolaños
(recolección anual de sal y peyote), (b) Nahuas por los ríos
disminuido la dependencia del fuego
Armería-Ayuquila-Mascota (veneración a Virgen de Talpa), (c) Nahuas
para desplazar las especies perennes
por los ríos Tepalcatepec-Balsas-Amacuzac (veneración a Oztoteotl,
de los terrenos de cultivo. Estas prácti- Cristo negro de Chalma, o a Tonantzin, Virgen de Guadalupe), (d)
cas, junto con el cultivo de los agaves, Zapotecos por los ríos Tehuatepec-Atoyac-Salado (veneración a
pudieron mejorar la captación de agua Tonantzin (Virgen de Guadalupe), (e) Zapotecos, Huaves y Mayas por los
de lluvia y la aereación del sistema ra- ríos Grijalva y Motagua (veneración al Cristo negro de Esquipulas).
dical de los cultivos, ayudando al de-

96 / Revista de Geografía Agrícola núm. 41


T eorías de la organización

El origen de la agricultura, la domesticación de plantas y el establecimiento de corredores biológico-culturales en Mesoamérica

muestran la tendencia a la sedenterización (Mac- Smith, 2006). Esto también debió implicar fuerte
Neish, 1964). selección humana sobre diferentes características
culinarias, junto con la del frijol y la calabaza, se
En sitios cercanos a la costa, los registros ar-
aprovechó su complementariedad alimenticia de
queológicos y paleoecológicos entre 6 000 a 5 500
nutrientes y micro nutrientes.
AP señalan la transformación de la selva por pasti-
zales con palmas asociadas, favorecidas por la ac- La selección simultánea en el campo y la cocina
ción del fuego, así como agricultura de maíz y la logró la complementariedad ecológica y alimenticia
explotación de recursos marinos en la costa de la tripleta maíz, frijol y calabaza, que constituyó
(Voorhies et al., 2002). la base para el desarrollo cultural en toda el área.
En las tierras altas en los valles de Tehuacán y Oa-
Los análisis moleculares asociados con los
xaca (entre 5 000 y 3 000 AP), el patrón de los asen-
cambios morfológicos que utilizan ADN arcaico de
tamientos humanos está caracterizado, durante la
maíz indican que hacia 5 500 AP se habían fijado
estación seca, por grandes refugios rocosos en el
los alelos para cuatro hileras de granos en la ma-
pie de monte, habitados por macro bandas; en la
zorca. Los restos arqueobotánicos recuperados en
estación húmeda, por conglomerados de viviendas
Tehuacán muestran mazorcas con 8 a 12 hileras,
familiares pequeñas, circulares u ovales, con de-
aunque estos alelos no se habían fijado aún (Jae-
pósitos comunales para los excedentes agrícolas,
nicke et al., 2003, Jaenicke y Smith, 2006) indican
en las terrazas del valle (Flannery, 2002).
incremento sustancial en la productividad del maíz.
En este periodo se registran restos de perros con- En las tierras bajas, los registros arqueológicos
sumidos como alimento, su crianza asociada al y palinológicos entre 5 500 y 3 800 AP, en la costa
huerto constata la importancia tanto del huerto de Chiapas, indican una adaptación cultural basa-
como del perro (Callen, 1965). da principalmente en la agricultura en terrenos con
buen drenaje, asentamientos dispersos conforma-
Los cambios genéticos en la planta de maíz que
dos por pequeñas unidades circulares u ovaladas,
aumentaron la producción, la mejora en las condi-
formadas por postes de madera sin una estructura
ciones del suelo para el desarrollo del cultivo, la in-
de soporte para las paredes (Blake et al., 1992,
tensificación del mismo y la conformación de los
1995; Lesure, 1997). En la costa, grandes campa-
huertos, pudieron incrementar la productividad, fa-
mentos fueron utilizados temporalmente en la épo-
voreciendo la sedentarización de los humanos.
ca de recolección de productos marinos (Borréis,
2004). Un desarrollo cultural similar ha sido regis-
Estructura del pluricultivo y del sistema trado cerca de la desembocadura del río Santiago,
alimentario de milpa en Matanchén, Nayarit y El Calón, Sinaloa, donde
Los estudios moleculares en el maíz indican que se reportan campamentos costeros estacionales
hacia 4 400 AP ya se habían fijado los alelos impli- utilizados para la explotación de productos mari-
cados en la arquitectura compacta de la planta: do- nos, por parte de grupos cultivadores establecidos
minancia apical, reducción del número de ramas y en los valles aluviales de este río (Mountjoy et al.,
una o dos mazorcas junto al eje central (Jaenicke et 1972; Mountjoy 1974, Scott, 1999).
al., 2003; Dobley et al., 2006; Jaenicke y Smith, Origen y difusión de la alfarería
2006). La fijación de estos alelos debió implicar
Fragmentos de cerámica simple correspondiente a
fuerte selección de la planta bajo cultivo por un
ollas, vasijas y tazones, relacionados con el alma-
lapso entre 5 500 y 4 400 AP, en el cual, posible-
cenamiento, cocimiento y consumo de alimentos,
mente las tres plantas: maíz, frijol y calabaza, pu-
encontrados en la costa del Pacífico hacia 4 300 AP
d i e r o n e v o l u c i o n a r j u n ta s m o d u l a n d o s u
(Brush, 1965), indican el origen de la alfarería en
arquitectura bajo selección y manejo humano, y
Mesoamérica. La presencia de este tipo de cerámi-
ocupar diferentes nichos en el mismo hábitat.
ca , asociada con implementos de piedra como
Hacia 4 400 AP se registra la fijación de los ale- metates ovales y manos cilíndricas convexas alar-
los relacionados con la calidad de la proteína y el gadas en Tehuacán, entre 4 000 a 3 500 AP (Mac-
almidón del maíz (Jaenicke et al., 2003, Jaenicke y Neish et al., 1970), sugiere que para este periodo el

Revista de Geografía Agrícola núm. 41 / 97

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