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EJÉRCİTO BOLİVARİANO

DEBATE REVOLUCIONARIO
(SEMANA DEL 18ABR22 AL 24ABR22)

TEMA
1 EL 19 DE ABRIL DE 1810

1. Antecedentes del 19 de Abril de 1810.


 Los movimientos antiesclavistas.
 El Precursor Generalísimo Francisco de Miranda.
LÍNEAS  La conspiración de Gual y España.
2. Influencia de la Compañía Guipuzcoana en el 19 de abril de 1810.
3. La Rebelión de los Mantuanos de 1808.
4. Los sucesos del 19 de abril de 1810.
5. ¿Dónde estaba Simón Bolívar ese día?
6. ¿Qué fue lo que realmente declaramos ese día?
7. ¿Por qué el 19 de abril tuvo éxito y los movimientos antiesclavistas y
precursores no?
8. La independencia es el bien más preciado que puede poseer un pueblo
¿Por qué?
9. El conflicto en Ucrania, un ejemplo en el escenario mundial de la lucha
de Rusia por su independencia.
10. El Comandante Chávez y el significado de su frase “La lucha por la
independencia continua”.
Anexos para el debate:
https://youtu.be/LQv8yHiP_go
https://youtu.be/b0q4auqZPMI
https://youtu.be/gau5Ij6JHGM
https://drive.google.com/file/d/
1EgAnR0cE_7PLxlhDzyuZbIDOBNEFMjJG/view?usp=sharing
1. Antecedentes del 19 de Abril de 1810.
En diciembre de 1809 circulaban en Caracas rumores de que España había sido enteramente
dominada por los franceses, que se intensificaron durante los meses siguientes. Aunque la
resistencia contra los franceses no cesó, estos lograron apoderarse de Sevilla en enero de
1810, con lo cual la Junta Suprema se desbandó y fue sustituida poco después por un
Consejo de Regencia cuya sede estaba en Cádiz. En marzo, estas noticias empezaron a
difundirse en Caracas, aunque no de un modo oficial, lo cual aumentó la incertidumbre. El 2
de abril fue delatada a las autoridades la conspiración de la Casa de Misericordia (por el
sector donde se reunían los conjurados), pero el gobernador y capitán general Vicente dé
Emparan y Orbe se limitó a confinar en sus haciendas a varios de los que aparecían
complicados, entre estos los hermanos Juan Vicente y Simón Bolívar.
Los partidarios de la creación de una Junta en Caracas se reunieron en diversas casas (entre
estas, la del médico José Ángel de Álamo) durante todo el día 18 y hasta bien adentrada la
madrugada del 18 al 19, mientras otros recorrían la ciudad para alertar a sus partidarios. Se
proponían iniciar el movimiento valiéndose de que por ser el 19 Jueves Santo, el capitán
general tenía que ir junto con el Cabildo Municipal y otras autoridades a la catedral para las
ceremonias religiosas y la imposición de las llaves. Algunos miembros del Cabildo, entre ellos
el alcalde criollo Martín Tovar Ponte, el alférez real Feliciano Palacios Blanco, el síndico
procurador Lino de Clemente y los regidores Valentín de Ribas, Nicolás Anzola, Isidoro
Antonio López Méndez, Dionisio Palacios, estaban de acuerdo en plantear la necesidad de
formar una Junta. Otros, como el alcalde español José de las Llamozas y el regidor José
Hilario Mora, no se oponían abiertamente pero se mostraban algo reacios; sin embargo,
aquellos lograron convencerlos. El marqués del Toro (Francisco Rodríguez del Toro) y su
hermano Fernando, que no eran miembros del Cabildo Municipal pero ejercían altos mandos
en las Fuerzas Armadas (el segundo era inspector general, y el primero coronel de milicia),
apoyaban el movimiento, al cual estaba ganada buena parte de la oficialidad criolla o
española de los cuerpos regulares y de las milicias, de capitán hacia abajo. No estaba
comprometida la jerarquía eclesiástica que regía el Arzobispado, el cual se hallaba en sede
vacante desde la muerte del arzobispo Francisco de Ibarray cuyo sucesor, Narciso Colly Prat,
aún no había llegado a Caracas; pero algunos sacerdotes eran partidarios del movimiento,
como el canónigo de la catedral caraqueña José Cortés de Madariaga y el presbítero
Francisco José Ribas, hermano del regidor Valentín de Ribas y de uno de los más destacados
promotores de la revolución desde la calle, José Félix Ribas. Algún rumor de lo que se
tramaba llegó el día 18 (al parecer por una delación o indiscreción del oficial de pardos Pedro
Arévalo) a los oídos de Emparan, pero este se limitó a decirle a quienes le transmitieron la
noticia que había ya adoptado las precauciones necesarias.

 Los movimientos antiesclavistas.


El movimiento antiesclavista fue una ruptura histórica de las categorías establecidas de la
humanidad. Fue la primera vez que, a nivel regional (abarcando un número considerable de
países), un gran número de personas se indignaron, y permanecieron indignadas durante
muchos años, por los derechos de otra persona. Y lo más sorprendente de todo, es que era
para favorecer los derechos de la gente de otro color, en otro continente. No hubo una sola
causa para este despertar moral. En cambio, varios acontecimientos que cambiaron el mundo
se combinaron para producir un resultado que sólo unas décadas antes pocos tenían razones
para creer que existiría. La era de los derechos y una voluntad sin precedentes de ver a todos
los seres humanos como capaces de razonar y por lo tanto nacidos con algunos derechos
naturales jugaron un papel.

 El Precursor Generalísimo Francisco de Miranda.

“El 20 de julio de 1808, Miranda había enviado una significativa carta al Marqués de Toro y al
Cabildo de Caracas. En ella mantenía que las circunstancias existentes eran “las más críticas
y peligrosas” para las Indias españolas. El resultado más probable de la conquista de España
por Francia, declaraba, sería someter al “Continente Colombiano” a los mismos infortunios
que la península ibérica. En consecuencia instaba a que el Cabildo de Caracas asumiera el
gobierno de la Provincia y enviara agentes a Londres para negociar directamente con los
ministros ingleses acerca del destino del Nuevo Mundo. Aseguraba que los intereses de las
juntas españolas eran incompatibles con los “intereses y autoridad” de las provincias
hispanoamericanas y pedía al cabildo que enviara copias de su carta a Bogotá y Quito”.

“De suma trascendencia para el acontecer emancipador de Latinoamérica, es la carta que


Miranda escribe al Marqués del Toro y al cabildo de Caracas el 20 de julio de 1808. En virtud
del desorden acontecido en España en ocasión de la abdicación del rey y los sucesos
complementarios, Miranda recomienda: <> (…) Pues bien, paso por paso se cumplieron las
sugerencias del general: el 19 de abril de 1810 el cabido asumió el gobierno en defecto de la
capitanía general; Andrés Bello, Luis López Méndez y Simón Bolívar salieron a Londres, y la
Junta de gobierno se dirigió a los cabildos de la región con el objeto de colaboración y apoyo”.
(Meza Dorta, 2007, 43 y 44). En efecto, Miranda, con gran sentido geopolítico, ya había
estudiado las repercusiones de los acontecimientos acaecidos en Bayona y la potencialidad
que tenían para lograr convulsionar el estatus político y administrativo del Nuevo Mundo y
encaminarlo hacia la deseada independencia del Imperio español.

Posteriormente, el 6 de octubre de 1808, Miranda, con énfasis otra vez en el estratega, dirigió
otra importante carta al Marqués de Toro y al Cabildo de Caracas; Robertson sintetiza de
nuevo el mensaje: <>. (Robertson, 1982, 280). De esta forma, el siempre incomprendido y
vilipendiado Precursor de la Independencia Venezolana continuó realizando su labor en bien
de la libertad de la América Española, esta vez, como terco propagandista, se valió del género
epistolar para difundir sus machacadas ideas acerca de las acciones requeridas para construir
su ansiada Columbeia.

 La conspiración de Gual y España.


Conspiración de Manuel Gual y Jose María España o Conspiración de Gual y España, se
conoce con este nombre en la Historia de Venezuela, el movimiento revolucionario que buscaba
liberar a Venezuela del colonialismo del imperio español, iniciado en el puerto de La Guaira a
mediados de 1797 y que finalizó el 8 de mayo de 1799. Considerado como uno de los
antecedentes más cercanos de los sucesos del 19 de abril de 1810.
Manuel Gual era Capitán de infantería y hombre de refinada cultura, hijo de un Coronel
español. José María España desempeñaba el cargo de teniente de justicia de Macuto.
En la conspiración de Gual y España desempeñaron un importante papel varios
revolucionarios españoles que encabezados por el educador y escritor Juan Bautista
Picornell, habían pertenecido a una logia masónica madrileña que había organizado en la
capital de España un golpe de Estado que tenía como propósito derrocar el régimen
monárquico e instaurar una República al estilo de la francesa. Este movimiento en el que
también estaban implicados el profesor de matemáticas Sebastián Andrés y el de
humanidades José Lax, así como el miembro del Real Colegio de Pajes, Manuel Cortés
Campomanes, debía estallar el 3 de febrero de 1796, día de San Blas. Pero los mismos
fueron delatados antes de lograr su objetivo siendo apresados, juzgados y condenados a
muerte, pena que les fue conmutada por la del encierro en predios de América, gracias a la
intervención del embajador de Francia. En diciembre de 1796 y a comienzos de 1797, los 4
conspiradores europeos fueron llegando al puerto de La Guaira, donde se les encerró en las
bóvedas. Al poco tiempo Picornell y sus compañeros entraron en contacto con Gual y
España, reforzando sus ideas revolucionarias. El movimiento que tuvo su foco en La Guaira
desde donde se extendió rápidamente a Caracas; contó con un conjunto de documentos
teóricos e instrucciones de carácter organizativo práctico. Inclusive se previeron cantos
revolucionarios como la Carmañola americana, inspirada en su homónima francesa, y una
canción americana surgida de la propia entraña del medio social, aunque con influencia de La
Marsellesa.
Se trató del primer movimiento organizado que plantea para la América española la
conformación de gobiernos republicanos y la igualdad de sus habitantes sin distingos de raza
o condición social. En la conjura participaron individuos de todas las clases sociales,
exceptuando a los mantuanos. En tal sentido figuraron entre los conjurados comerciantes
como Manuel Montesinos Rico; los abogados criollos Nicolás Ascanio y Luis Tomás Peraza;
los ingenieros militares Patricio Ronán y Juan Lartigue de Condé; funcionarios de la Real
Hacienda como Joaquín Sorondo, Juan José Mendiri, Martín Goinaga; y el párroco de La
Guaira, Juan Agustín González. También formaron parte de la conspiración abogados y
letrados, así como muchos artesanos, muchos sargentos, cabos y soldados, unos pardos y
algunos blancos.
Los objetivos de Manuel Gual y Jose María España era: Destutición de las autoridades
españolas de Venezuela, libertad de comercio y producción, creación de una Republica con la
unión de las provincias de tierra firme de Caracas, Maracaibo, Cumaná y Guayana
La conspiración de Gual y España fue delatada el 13 de julio ante el cápitan general Pedro
Carbonell, quien ordeno una persecución contra los conspiradores, en la cual resultaron
detenidos 49 criollos y 21 españoles. Tanto Gual como España escaparon a la vecina colonia
inglesa de Trinidad. Por la captura de los dos revolucionarios quienes recorrieron Curazao,
Guadalupe, Martinica, Saint Thomas, Saint Croix y Trinidad, se ofrecían 500 pesos de
recompensa, y en caso de presentar resistencia la cantidad aumentaba a 10.000 pesos por
Gual y de 5.000 pesos por España. A pesar de la recompensa que se ofrecía por su captura,
en 1799, Jose María España regresó secretamente a Venezuela, pero fue apresado en La
Guaira y enviado a Caracas, donde la Real Aundiencia lo condenó a la pena de muerte el 6
de mayo y fue ahorcado el 8 en la Plaza Mayor y su cuerpo descuartizado. Manuel Gual
permaneció en la isla de Trinidad, desde donde se comunicó con el Precursor Francisco de
Miranda, quien estaba en Londres. El 25 de octubre de 1800 murió en San José de Oruña
(Trinidad), probablemente envenenado por un espía.
Aunque la Conspiración de Gual y España fracasó como movimiento revolucionario, los textos
que se difundieron durante la misma tuvieron una considerable influencia en el movimiento
emancipador de Hispanoamérica. El documento más importante que emanó de la
Conspiración de Gual y España fue el de los Derechos del hombre y del ciudadano con varias
máximas republicanas y un discurso preliminar dedicado a los americanos, el cual contenía
como parte central el texto de los Derechos del hombre y del ciudadano, traducidos de la
declaración francesa que precedió al acta constitucional del 24 de junio de 1793. Esta conjura
es la de mayor contenido teórico, la más orgánica y completa, con perfecta definición de
ideario y fines, de todos los movimientos precursores de la independencia de la América
meridional.

2. La Rebelión de los Mantuanos de 1808.


El 14 de julio de 1808 el bergantín de guerra francés Serpent llegó al puerto de La Guaira; su
capitán, Paul de Lamanon, subió a Caracas el 15 y al mediodía se entrevistó con el
gobernador y capitán general Juan de las Casas, a quien entregó uno documentos en los que
el Consejo de Indias, le anunciaba el ascenso de José I al trono de España y de las Indias,
ordenándole por tanto reconocerlo como tal; lo que Casas no hizo de inmediato. Al poco
tiempo de difundirse la noticia en Caracas, estalló una manifestación que recorrió las calles
aclamando a Fernando VII como único rey de España y gritando contra Napoleón y los
franceses. Entre las principales figuras que participaron en este rechazo a la usurpación de la
corona española por parte de las fuerzas francesas se encontraban Diego Jalón, José Félix
Ribas, así como los criollos Manuel de Matos Monserrate, Diego Melo Muñoz, y José Martín
Tovar Ponte, hijo de unos de los mantuanos más importantes, el conde de Tovar. Ante estas
circunstancias, Casas que no había tomado ninguna determinación acerca de las ordenes
provenientes de la metrópoli, decidió rehusar cumplir las órdenes traídas por Lamanon,
teniendo éste que regresar a La Guaira, donde se encontró con la presencia de un buque
inglés, la fragata Acasta, cuyo capitán Beaver subió de inmediato a Caracas, anunciando el
levantamiento de los españoles contra los franceses y la formación de las juntas en territorio
español. La presencia del capitán Beaver reforzó la decisión de reconocer como única
autoridad a Fernando VII, ante lo cual el Cabildo de Caracas optó por apoyar a los
manifestantes. Mientras tanto, en La Guaira, la fragata inglesa, apresó al bergantín inglés.
En los días siguientes creció la tensión entre el Cabildo de Caracas, reducto de los
mantuanos y el capitán general de Las Casas, ya que los primeros abogaban por la formación
de juntas similares a las de España y a una mayor liberalización del comercio exterior, lo cual
rechazaba el segundo, apoyado por la Real Audiencia y en especial por su regente-visitador
Joaquín de Mosquera y Figueroa. Finalmente, ante las presiones y para calmar los ánimos, el
27 de julio de 1808, Casas le consultó al Ayuntamiento de la ciudad sobre la posibilidad de
crear en Caracas "una Junta a ejemplo de la de Sevilla". Dos días después, el cuerpo
municipal dio su aprobación y señaló que podrían firmarla 18 miembros en total, incluyendo al
propio Casas y a un representante "del pueblo". No obstante, la medida no se llevó a cabo ya
que al poco tiempo llegaron noticias oficiales de España, según las cuales la Junta Suprema
de Sevilla ratificaba a Juan de las Casas y a las demás autoridades en sus cargos. Por tanto,
no hubo junta de Caracas, siendo reconocida la de Sevilla, hecho que calmó la agitación pero
no hizo desaparecer el descontento de los mantuanos. En este sentido, uno de los más ricos
e influyentes hacendados de Maracay, Antonio Fernández de León manifestaba que al
arrestar a Matos Monserrate y a sus compañeros las autoridades habían cometido un acto
despótico. Por su parte, con el objeto de contrarrestar los rumores, a veces bien fundados,
que circulaban en Caracas y otras poblaciones acerca de la crítica situación que reinaba en
España, Casas y el intendente Juan Vicente Arce enviaron a buscar una imprenta a la isla de
Trinidad, que llegó a Venezuela en septiembre de 1808, y en la que se publicó el 24 de
octubre del mismo año, el primer número de la Gaceta de Caracas.
El 24 de octubre de 1808, el marqués del Toro le entregó al capitán general Casas una carta
que desde Londres le había escrito Francisco de Miranda el 20 de julio, en la cual le incitaba a
promover la instalación en Caracas a través del Cabildo Municipal y a ponerse luego de
acuerdo con los cabildos de Santa Fe de Bogotá y de Quito para lograr, según decía Miranda,
"nuestra salvación e independencia". Este acto de rechazo del marqués del Toro a los planes
de Miranda, era la expresión de la expresión de dos grupos generacionales opuestos en el
seno de los mantuanos. En el primero se hallaban personas de cierta edad (al cual pertenecía
el marqués del Toro) a las cuales no les interesaba sino una autonomía que a través de la
Junta de Sevilla les permitiera dirigir la política venezolana dentro del imperio, y mantenerse
libres del dominio francés. En cuanto al segundo grupo, el mismo estaba formado por jóvenes
que se reunían en la Cuadra Bolívar, y que parecían estar más inclinados a la independencia.
A pesar de la notable diferencia de objetivos entre los mantuanos más viejos y los jóvenes, el
movimiento conspirativo recobró fuerzas a principios de 1808, cuando Antonio Fernández de
León se trasladó a Caracas y propuso al marqués del Toro y a José Félix Ribas que se
reanudasen las gestiones para formar una junta, las cuales habían quedado suspendidas a
comienzos de agosto del mismo año a pesar haberse pronunciado el Cabildo de Caracas
afirmativamente a este respecto. Producto de las reuniones efectuadas por los mantuanos, se
recogieron 45 firmas y en la noche del 24 de noviembre de 1808, hallándose Juan de las
Casas reunidos con miembros del gobierno, le fue entregado a éste un oficio de remisión
suscrito por el conde de Tovar, el marqués del Toro y Antonio Fernández de León. En este
documento se le pedía formalmente a Casas la formación de una Junta Suprema en Caracas
(aunque se decía, por pura fórmula, que quedaría subordinada a la Junta Central de España)
y se autorizaba a 7 personas, para que unidas con el gobernador capitán general y con el
Cabildo de Caracas organizasen la Junta, incorporando a ésta a los representantes de otros
gremios e instituciones de la provincia.
Al poco tiempo de presentada el documento en el que se solicitaba la formación de una Junta
Central en Caracas, comparecieron a la reunión con Casas representantes de los cuerpos de
milicias de pardos de Caracas, los valles de Aragua y Valencia, capitaneados por Carlos
Sánchez, Pedro Arévalo, Muncio Colón y Juan Antonio Ponte, quienes manifestaron su
lealtad al Gobierno, protestando contra el proyecto de establecer una Junta, que según ellos
podía estar orientada hacia la independencia, la cual rechazaban al tiempo que ofrecían sus
vidas en defensa de "Fernando VII y su sabio Gobierno de Caracas". Tras la llegada de los
cuerpos de milicias de pardos, empezaron a efectuarse en esa misma noche los arrestos de
los firmantes de la petición de la Junta, algunos de los cuales quedaron en prisión, mientras
otros eran confinados a en sus haciendas u otros lugares fuera de la capital y otros eran
liberados tiempo después. De esta manera culminó la conspiración. A los 8 conjurados que se
les siguió causa fueron el marqués del Toro, José Félix Ribas, José Tovar Ponte, Pedro
Palacios Blanco, Mariano Montilla, Juan Nepomuceno Ribas, Nicolás Anzola y Luis López
Méndez. No obstante, el 4 de mayo de 1809 la causa les fue sobreseída por parte de los
fiscales Francisco Espejo y Francisco Berrío, quedando finalmente en libertad.

3. Los sucesos del 19 de abril de 1810.


El 19 de abril, a tempranas horas de la mañana, los miembros del Cabildo Municipal se
reunieron en la sede del mismo, situada entonces en la esquina noroeste de la plaza mayor
(actual plaza Bolívar) en el edificio conocido hoy como Casa Amarilla (Ministerio de
Relaciones Exteriores). Hacia las 8, los regidores Valentín de Ribas y Rafael González fueron
a invitar al gobernador y capitán general Emparan a reunirse con el cuerpo edificio, a lo cual
accedió el funcionario español acompañado por su asesor José Vicente de Anca. Allí se
encontraron ante un hecho consumado, como lo era la celebración de un Cabildo
extraordinario que Emparan no había convocado, siendo el único legalmente autorizado para
hacerlo. Fue este un primer paso revolucionario dado por los integrantes del Cabildo, que
Emparan condonó al aceptar participar en la reunión, donde se le interpeló acerca de la crítica
situación de España y se le instó a aceptar la formación de una Junta para «...atender a la
Salud Pública de este Pueblo, que se halla en total orfandad...», como lo expresa el Acta del
19 de abril de 1810. Emparan argumentó que la situación militar no era tan crítica y que si la
Junta Suprema había cesado, la Regencia la había sustituido; pero se le replicó que este
último cuerpo no era legítimo, pues había sido elegido por los comerciantes gaditanos y no
por el pueblo español o por las Juntas provinciales de España.
En última instancia, decían los cabildantes revolucionarios, la provincia de Venezuela tenía
tanto derecho a crear su propia Junta como las provincias españolas de Galicia, Murcia,
Aragón, Sevilla o Cádiz. Todas reconocían por rey a Fernando vil (pues en ningún momento
se habló contra el monarca prisionero), pero la Regencia no tenía derecho a ejercer soberanía
sobre Venezuela en nombre de aquel. Al dar las 9, Emparan cortó el debate alegando que era
hora de asistir a los oficios divinos de la catedral. Acompañado del Cabildo, Emparan cruzó la
plaza en medio de una inquieta multitud allí congregada. Al llegar a las puertas del templo se
oyeron voces de «¡a Cabildo, a Cabildo!». El joven Francisco Salias atajó enérgicamente a
Emparan y tomándolo por el brazo le conminó a volver a las casas consistoriales. Al ver ese
desacato a la primera autoridad civil y militar de la capitanía general los granaderos que
formaban la guardia ante el templo aprestaron las armas, pero su jefe, el capitán Luis de
Ponte, les ordenó quedarse firmes. Emparan debió comprender que ya no ejercía control
efectivo sobre las Fuerzas Armadas, y accedió a regresar, ante la conminación de Salias y el
consejo que también le dio el alférez real Palacios Blanco. Emparan, los cabildantes y la
multitud se desplazaron nuevamente hacia la sede del Cabildo. Entre tanto, no lejos de allí, el
coronel canario Manuel del Fierro, adicto a Emparan, había oído las voces tumultuarias y salió
a la calle, pero una patrulla que vigilaba su casa lo interceptó y lo mantuvo en ella arrestado.
En su marcha hacia el Cabildo Emparan tenía que pasar delante del cuerpo de guardia
principal, donde el piquete que estaba de servicio, mandado por el teniente Francisco Roa, no
le hizo al gobernador y capitán general los honores que le correspondían según la ordenanza.
Entre tanto, se había ido congregando más y más gente en la plaza mayor. Entre ellos, al lado
de Salias, otros revolucionarios como José Félix Ribas, Juan Germán Roscio, José Rafael
Villarreal, Francisco Javier Yanes, Tomás y Mariano Montilla, José Félix Blanco, y los
agitadores populares Juan Trimiño y J.J. Mujica, a quien apodaban El Pueblo. Reunido de
nuevo el Cabildo, se reanudó el debate, que duró varias horas. Poco a poco, llamados por
Emparan bajo presión de los cabildantes, fueron conducidos allí otros funcionarios españoles,
como el intendente Vicente Basadre, el brigadier de artillería Agustín García y los oidores y
fiscales de la Real Audiencia. Como los miembros de la Audiencia se negaron al principio a
acatar la orden de Emparan, por considerar que este se hallaba ya privado de su libertad de
acción, la segunda vez la intimación se les hizo en presencia «...de un sargento mulato con
sable desenvainado...», y fueron conducidos «...en medio de las bayonetas...». Lo mismo se
hizo con Basadre, García y Fierro; aunque este último no participó en la sesión del Cabildo,
fue conducido a las 2:30 p.m. desde su casa hasta la sede municipal, donde se le mantuvo
bajo vigilancia. También fueron llamados a participar los prelados de los 3 principales
conventos de hombres existentes en Caracas (agustinos, franciscanos, mercedarios), así
como el padre Juan Antonio Rojas Queipo, rector del Seminario Arquidiocesano. En cambio,
los representantes del Cabildo Eclesiástico y del Arzobispado, 2 de los cuales eran Manuel
Vicente de Maya y Juan Nepomuceno Quintana, no fueron admitidos. Al poco de haberse
reiniciado la sesión del Cabildo a raíz del gesto de Salias, se habían incorporado a los
debates algunos de los principales revolucionarios, quienes radicalizaron la discusión. Fueron
los presbíteros José Cortés de Madariaga y Francisco José Ribas, que se decían diputados
del clero, y los letrados Juan Germán Roscio y José Félix Sosa, diputados del pueblo, a
quienes se unieron poco después los hacendados mantuanos José Félix Ribas, quien tomó el
título de representante de los pardos, y Francisco Javier de Ustáriz. Como militares de
confianza de los revolucionarios estuvieron presentes, aparte del síndico Lino de Clemente,
que era oficial de Marina, el teniente coronel Nicolás de Castro y el capitán Juan Pablo Ayala,
oficiales criollos, hijos y nietos de militares españoles. Para mantener la relación entre los
revolucionarios reunidos en el Cabildo y el pueblo congregado en la plaza, jóvenes
conjurados como José Félix Blanco, sacerdote recién ordenado, y Francisco Javier Yanes,
pasante de abogado en el bufete de Roscio, iban y venían continuamente. Si al principio de la
mañana el objetivo parecía haber sido la formación de una Junta presidida por Emparan, a
medida que transcurría el tiempo las posiciones del gobernante español y las de los
revolucionarios se hacían más incompatibles. Finalmente, el canónigo Cortés de Madariaga
plantea con toda crudeza la cuestión de confianza. «Ataca violentamente el impetuoso chileno
los procedimientos de Emparan [escribe Caracciolo Parra Pérez], atribuyéndole dolosas
intenciones, increpa la debilidad de los cabildantes, arregla a su manera las noticias de
España y concluye pidiendo la deposición pura y simple del capitán general». Con la
esperanza de restablecer la situación, Emparan se asoma al balcón y dirigiéndose al pueblo
le pregunta si está contento con él y quiere que siga en el mando. Hay un momento de
indecisión, que es roto cuando un enérgico gesto negativo del canónigo, a quien secundan,
también detrás de Emparan, los regidores Anzola y Palacios, hace que estalle un ¡No!
rotundo. Entonces el mandatario español exclama: «¡Pues yo tampoco quiero mando!» El
movimiento revolucionario ha triunfado. Semanas después, en un informe dirigido desde el
exilio a la Regencia, escribirá con amargura el depuesto funcionario que por el grito «de un
pillo» los mantuanos lo habían despojado del mando, el cual pasó a manos del Cabildo, «que
hizo cabeza de la rebelión».
El mismo 19 de abril fue redactada el acta en la cual estaba consignado el establecimiento de
un nuevo gobierno. El Acta del 19 de abril de 1810 fue firmada por todos los asistentes al
Cabildo extraordinario de ese día, tanto los depuestos (Emparan, Basadre, etc.) como los que
desempeñaron un papel secundario (Rojas Queipo, etc.) y los que a partir de entonces
asumieron el poder (Tovar, Roscio, Cortés de Madariaga, Castro, etc.) Los 2 únicos
estamentos mencionados en el Acta son «el gremio de los pardos», que obtienen un
representante específico en la Junta, y los militares en servicio, a quienes se les dobla
el prest y el sueldo en esa fecha. El mismo día el Acta fue leída al son del tambor por los
escribanos Fausto Viaña y José Tomás Santana en diversos parajes de Caracas, donde se
oyeron, según certifican dichos escribanos, los gritos del pueblo: «Viva nuestro Rey Fernando
VII, nuevo Gobierno, Muy Ilustre Ayuntamiento y Diputados del Pueblo que lo representan».
La revolución se llevó a cabo sin derramamiento de sangre. Los funcionarios depuestos
fueron conducidos luego a La Guaira y encerrados en las fortalezas o confinados a bordo de
buques anclados en el puerto hasta que se les expulsó.

4. ¿Dónde estaba Simón Bolívar ese día?


El 15 de julio de 1808 llega a Caracas el francés Paul de Lamanon, con la misión de hacer
reconocer como nuevo rey de España a José Bonaparte. La reacción no se hizo esperar. Los
hermanos Bolívar, los Ribas, los Montilla, los Ustáriz, jóvenes entonces, organizaron una
gigantesca manifestación de unas 12.000 personas que pidió la expulsión de Lamanon.
Las conspiraciones secretas continuaron hasta que llegó el 18 de abril de 1810, víspera de la
revolución. Los más importantes representantes de la sociedad caraqueña estaban
comprometidos con el golpe. Al mediodía del 18, el gobernador y capitán general Emparan,
que estaba detrás de los hilos de la conspiración, envió a algunos de los golpistas a diversos
sitios del país; entre ellos, a Bolívar lo confinó en su hacienda de Yare, en los Valles del
Tuy. Por eso, cuando al día siguiente, el 19 de abril, estalla la revolución, Bolívar no se
encontraba en Caracas.

5. ¿Qué fue lo que realmente declaramos ese día?


El 19 de abril de 1810 marcó el inicio de la lucha por la independencia del dominio español en
Venezuela.

6. La independencia es el bien más preciado que puede poseer un pueblo ¿Por qué?
Ser independiente quiere decir que no se depende de otro para hacer algo, o que no se
quiere depender, lo cual no quiere decir que no se necesite o se quiera a los demás.
La independencia en su sentido más general implica la libertad, y por eso en una cultura de
paz es indispensable que todos sean libres, hombres y pueblos, por lo que la independencia
debe ser un valor muy importante a desarrollar en todos los países, pues solamente cuando
todos son independientes puede haber una verdadera paz.
El niño cuando nace es un ser totalmente desvalido que moriría irremisiblemente sin la ayuda
de los demás, por lo tanto, carece de independencia, y es solamente poco a poco y en el
transcurso de su desarrollo evolutivo que va adquiriendo un cierto nivel de independencia que
le posibilita hacer las cosas por sí mismo sin la obligatoriedad de recurrir a los otros.
Es así que a finales de la primera infancia debe haberse formado en el niño un nivel de
autonomía, y confianza en sus propias fuerzas, que le posibilite realizar por sí solo la mayoría
de las acciones de su vida cotidiana, aunque aún requiera del cuidado del adulto para su
desenvolvimiento más apropiado.
Del modo que el niño no nace independiente, el proceso educativo ha de organizarse de
forma tal que paulatinamente vaya adquiriendo esa calidad, mediante diversas actividades
que van posibilitando tal logro, y que pueden ser muy diversas: el juego, trabajos, acciones de
auto-servicio, formación de hábitos y otras acciones educativas que van promoviendo un
grado cada vez mayor de validismo y autonomía.
Suele ser un error de los adultos, particularmente de los padres, el coartar las posibilidades
de independencia de los niños, siendo sobre protectores e impidiendo que hagan lo que
pudieran hacer por sí solos, es por eso que la escuela infantil se convierte en un medio
idóneo para posibilitar estos fines de lograr una formación apropiada de la independencia en
los niños.

7. El conflicto en Ucrania, un ejemplo en el escenario mundial de la lucha de Rusia por su


independencia.

8. El Comandante Chávez y el significado de su frase “La lucha por la independencia


continua”.
"Más nunca Venezuela será colonia yanqui", exclamó visiblemente emocionado el mandatario
nacional al autorizar el inicio del acto conmemorativo / Cientos de venezolanos y el
componente militar se unen para celebrar los 200 años del proceso independentista /
Manifestaciones culturales, música y color resaltó en la caminata Con una masiva
convocatoria, el gran desfile cívico-militar en conmemoración a los 200 años de la
Independencia de Venezuela, se desarrolló con un gran júbilo este lunes en el Paseo Los
Próceres. En cadena de radio y televisión, los venezolanos rememoraron aquella gesta
emancipadora conducida por el Padre de la Patria, Simón Bolívar, quien protagonizó el acto
independentista que definió el proceso para liberar a Venezuela del dominio español en 1810.
"Bonito día que tenía que llegar y llegó, 19 de Abril. Un saludo desde esta tribuna al heróico
pueblo de Venezuela. Aquí estamos los hijos y las hijas de Bolívar 200 años después...Cuna
de América y revolucionaria desde siempre y para siempre", expresó el mandatario nacional
al autorizar el inicio de la gran caminata. Recordando las palabras del Libertador, el
presidente Chávez, manifestó que "aquí estamos juntos y somos hoy ya una sola cosa, civiles
y militares unidos el pueblo y su fuerza armada garantizando la independencia venezolana, de
la patria. Más nunca Venezuela será colonia yanqui ni colonia de nadie. Llegó la hora
definitiva de nuestra verdadera independencia 200 años después", dijo. Indicó que la
independencia de Venezuela no sería posible sin la liberación de nuestra América y el Caribe,
representados hoy en los líderes progresistas presentes en la actividad histórica., los jefes de
Estado de Nicaragua, Daniel Ortega; de Argentina, Cristina Fernández; de Cuba, Raúl Castro;
de Bolivia, Evo Morales; y el de República Dominicana, Leonel Fernández, entre otras
delegaciones. A ellos, el máximo líder de la Revolución Bolivariana les expresó que la única
forma de hacer patria es estar verdaderamente unidos. A 200 años de la lucha
independentista, fue enfático al señalar que la libertad y la igualdad son los valores que deben
enarbolarse ante la construcción de la democracia socialista que se proyecta en el país. "El
19 Abril, nació la patria grande que aquí está hoy más viva que nunca. Que viva Nuestra
América, que vivan nuestros pueblos, nuestros soldados verdaderos", sentenció.

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