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Denis Sulmont - Iniciativas Economicas Populares
Denis Sulmont - Iniciativas Economicas Populares
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- Añado una mención especial a la pequeña empresa como uno de los horizontes de las
iniciativas económicas populares.
Primero, entiendo que las actividades de las que estamos hablando no son
exclusivamente económicas, sino que están atravesadas por los diferentes aspectos de la
vida de la gente: sus relaciones sociales, los valores que comparten y las instituciones
que regulan sus prácticas.
El PNTJD indica que el 25% del total del empleo no-agrícola en América Latina
corresponde al sector informal al principio de los años 80, y al final del mismo decenio
ese porcentaje alcanza el 31% ( PNUD, 1993: 49).
Los países donde el empleo por cuenta propia tiene mayor peso son Bolivia,
Ecuador, México y Perú. Aquellos donde el porcentaje de empleo en pequeñas empresas
supera el promedio son Brasil, Colombia, Costa Rica, Paraguay y Chile.
TRABAJADORES INDEPENDIENTES Y EMPLEADOS EN
EMPRESAS PEQUEÑAS EN AMERICA LATINA - 1993
(porcentaje del empleo no agrícola)
Trabajadores independiente Pequeña empresa
(5 a 10 trabajadores)
Argentina 26.6 16.1
Bolivia 38.3 12.9
Brasil 23.4 24.5
Colombia 25.4 29.0
Chile 22.6 20.6
Costa Rica 22.2 24.7
Ecuador 29.0 15.2
México 30.6 20.9
Paraguay 21.4 29.5
Perú 34.7 14.9
Venezuela 25.1 22.4
Total América Latina 26.1 22.3
Fuenie: OIT Informa, América Latina y el Caribe, Panorama Laboral ‘94, 1, Cuadro LB
En segundo lugar, desde los años 70 y sobre todo a lo largo de los 80, la crisis
del modelo de desarrollo tuvo efectos particularmente traumáticos para el grueso de los
latinoamericanos. Las políticas de ajuste golpearon a los sectores sociales más
vulnerables. La pobreza se extendió, alcanzando a las dos quintas partes de la población.
A principios de los años 90, la proporción de personas por debajo de la línea de pobreza
es estimada en 40% en Brasil y Chile y en 60% en el Perú. Aunque la mayor parte de
los pobres se encuentra todavía dentro de la población rural, los nuevos pobres son
fundamentalmente urbanos. Además de los sectores tradicionalmente marginados,
resulta afectada una gran parte de las capas medias y de los trabajadores asalariados.
Muchos engrosaron las filas de quienes tienen que realizar actividades de pequeña
escala e informales para subsistir. Los jóvenes, no obstante su mayor nivel educativo,
enfrentan ahora mayores dificultades para encontrar un empleo estable y protegido.
Parte de ellos busca mejores oportunidades emigrando hacia otros países.
¿Qué pasará con las personas aptas para trabajar que, en proporción creciente, no
encontrarán un empleo ni en las empresas capitalistas ni la administración pública?
¿Deberán resignarse a caer en la condición de desocupadas y asistidas? ¿O tratarán de
tomar por la violencia lo que no pueden ganar por su trabajo? ¿Serán obligadas a
convertirse en “nuevos servidores” de los ricos, o a auto emplearse en actividades de
baja productividad y remuneración? ¿Encontrarán en las pequeñas empresas una
alternativa de inserción y de progreso? ¿Podrán ver valoradas en nuevas formas de
empleo autónomo y de servicios?
Una de las salidas al problema del empleo, vinculada a las iniciativas populares,
consiste en revalorar las actividades que no responden a la lógica del mercado ni a la
administración pública, sino a la realización de servicios personales y de ayuda a la
comunidad. A este conjunto de actividades, se le viene denominando “sector social”,
“tercer sector”3. Abarca el cuidado de los niños y personas mayores, la preparación de
alimentos para la familia, la atención de necesidades comunales, la protección del medio
ambiente, el desarrollo cultural, etc. Muchas de estas tareas son realizadas en forma
gratuita, como es el caso del trabajo de la mujer en el hogar. Algunas están a cargo del
gobierno central, del municipio, de la iglesia o de la cooperación internacional. Es
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En el Perú, no obstante la previsible baja del crecimiento demográfico, la PEA seguirá aumentando a
una tasa superior al 3% anual, vale decir un promedio de 280 mil personas cada año en lo que resta de la
presente década. En términos absolutos, la PEA (empleada y desempleada) sería en el año 2020 más del
doble de lo que es ahora. Los desafíos que ello significa son considerables.
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Ver Rifkin, 1994. Este sector guarda relación con el concepto de “economía de solidaridad” propuesto
por Luis Ra en Chile. Algunos lo identifican con las actividades económicas asumidas por organizaciones
cooperativas, mutualistas y asociativas” (Dufourny, 1993).
necesario que se reconozca su valor social. Es indispensable ampliar el propio concepto
de trabajo productivo y que las personas dedicadas a aquellas actividades tengan acceso
a los derechos laborales y de seguridad social. Cada país deber garantizar un ingreso
básico para quienes aceptan reconvertirse en empleos útiles de este tipo4.
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En su libro “El -fin del trabajo”, Rifkin considera que el llamado “tercer sector” es la única área que
puede absorber gente que no se requiere en el mercado y en el gobierno. Las habilidades sociales, señala
este autor, son las únicas que los computadores no pueden asumir. Cuidar 30 niños en una guardería es
demasiado complejo para una computadora.
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Tokman sostiene que el actuar al margen del marco regulatorio es ante todo la consecuencia de la
incapacidad de las actividades informales de absorber los costos de la legalidad. Si una lucro- empresa
informal quisiera absorber el costo total de operar legalmente, tendría que destinar el grueso de sus
El llamado sector informal es una categoría de análisis de carácter residual y
mixto. Es de carácter residual en tanto se define por contraste con la racionalidad
económica de las empresas capitalistas y del sector público, y también por encontrarse
al margen de la legalidad, especialmente la reglamentación fiscal y laboral (Guerguil,
1988). Es de carácter mixto, en tanto responde a tres procesos que se combinan
parcialmente: 1. la estrategia de sobrevivencia que comprende el trabajo por cuenta
propia y las llamadas Micro empresas; 2. la descentralización de la producción; y 3. el
desarrollo autónomo de las pequeña empresas6 .
1.6. Interrogantes
ganancias a ello. El problema no radica sólo en la ley o en la burocracia, sino en las condiciones de
producción de las empresas (Tokman, 1993). La desregulación afecta a los trabajadores de las empresas
mayores, contribuyendo al “dumping social”.
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En sus estadísticas, la OIT incluye también el servicio doméstico en el sector informal.
- ¿Cuál es la capacidad de acumulación de las micro-empresas? ¿Cuál es su
acceso al crédito y a los mercados?
- ¿Cómo se agrupan?
- ¿Cuál es el alcance del empleo familiar y del empleo asalariado en las micro y
pequeñas empresas?
d. ¿Cuáles deben ser las políticas de apoyo y promoción a las iniciativas económicas
populares?
-¿En qué medida las políticas deben reforzar las iniciativas y las capacidades de
los propios sujetos populares, “empujando lo que se mueve”? ¿Cómo
compatibilizar este criterio con la conveniencia de propiciar igualdad de
oportunidades y generar condiciones favorables para los sectores de menores
recursos?
-¿En qué casos y con qué criterios es necesaria una acción asistencial? ¿Con
viene focalizar la intervención en determinados sectores más necesitados?
¿Cómo manejar el criterio de discriminación positiva? ¿Cómo evitar el
clientelismo?
Cabe señalar también que la manera de formular las preguntas y de responder a ellas
varía de acuerdo a cada país y región. Por ejemplo, en Colombia, la pequeña empresa
tendrá probablemente más relación con la descentralización de la organización
productiva de las grandes empresas, mientras que en el Perú, surgirán más de la recesión
y la expansión de las actividades informales.
2. Perspectivas de desarrollo
Los puntos de vista respecto a las iniciativas económicas populares han ido
evolucionando en el tiempo. El debate se inició en los años 60 con el tema de la
“marginalidad”. Se empezó entonces a cuestionar la capacidad del sector empresarial
moderno de absorber el excedente de fuerza de trabajo proveniente del crecimiento
demográfico y de la migración del campo hacia las ciudades, en el contexto de una
economía capitalista dependiente.
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La heterogeneidad estructural en el Pení se traduce en la siguiente distribución de la PEA:
PEA Economía empresarial Economía de Subsistencia Total
Urbana 45 22 67
Rural 13 20 33
Total 58 42 100
Elaborado en base a Carbonetto et al., 1986
Este análisis tiene el mérito de llamar la atención sobre la existencia de
diferentes “lógicas” productivas y reproductivas. Sin embargo, una concepción
sectorializada de las actividades económicas resulta insuficiente. La heterogeneidad
estructural es relativa. Parte del campesinado tiene acceso al mercado de trabajo
asalariado mediante el empleo temporal y la migración de los hilos; la pequeña
producción y las actividades informales entablan relaciones de intercambio comercial y
de subcontratación con las empresas modernas. En suma, la heterogeneidad no implica
sólo exclusiones, sino que conlleva también múltiples interrelaciones.
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La exclusión social tiende a generar un círculo vicioso de desventajas acumuladas. En términos
generales, podemos decir que los sujetos que viven una situación de marginaclón se enfrentan a dos
tensiones. La primera, referida a su capacidad de actuar, surge entre el sentimiento de pérdida de poder
que tiende a la impotencia, y el deseo de resistir y encontrar salida que lleva a la innovación. La segunda,
referida a su relación con el entorno social, se expresa en una disyuntiva entre la adaptación a la realidad,
buscando formas inferiores de integración social yla ruptura con el medio social. El cruce entre estas dos
tensiones nos permite ubicar diferentes tipos de comportamientos típicos (Tironi, 1987).
La perspectiva de sujeto-actor nos remite al concepto de “estrategia”. Las
estrategias de subsistencia de las familias pobres suelen combinar diferentes fuentes de
recursos tales como el trabajo asalariado, el auto-empleo y el trabajo familiar y otras
oportunidades informales de ingresos. Estas estrategias deben entenderse no sólo como
estrategias de subsistencia, sino como estrategias de vida que responden a los valores y
las aspiraciones de las familias y de los grupos con los cuales se identifican.
Una tercera pista fecunda se refiere al rol de las instituciones en la dinámica del
desarrollo de las actividades económicas populares. Por institución, entendemos la
vigencia de normas y de formas reguladas socialmente por las costumbres y la ley. Una
de las características de las actividades económicas populares es el hecho de tener que
actuar en los márgenes de la legalidad o institucionalidad dominante. Este es el aspecto
al que alude el concepto tan usado de “informalidad”. Una de las características muy
extendida de las actividades económicas en América Latina consiste precisamente, en
que se inician sin cumplir con las reglamentaciones establecidas en el ámbito
económico, como el registro legal, las obligaciones fiscales, laborales y sanitarias. Se
trata de actividades ilegales o semi legales, pero toleradas o consideradas como lícitas;
se diferencian de las actividades delictivas en la medida que responden a prácticas
consideradas como legítimas, como es tener una casa y un empleo. Por cierto, muchas
empresas también recurren a la informalidad como una forma “salvaje” de competencia
aprovechando la ausencia de mecanismos de regulación.
a. El otro desarrollo
La idea del otro desarrollo fue planteada a comienzos de los años 70 por
economistas y sociólogos desilusionados ante la incapacidad de las políticas
desarrollistas convencionales de resolver la situación de la pobreza y de la desigualdad
en los países del tercer mundo y ante el creciente desdibujamiento de una alternativa
socialista. Plantearon la necesidad de superar el economicismo y de ampliar el espectro
de variables utilizado en el análisis del desarrollo y en la formulación de estrategias
(Moreno, 1985). Se habló de “desarrollo orientado hacia las necesidades humanas”. Se
reclamó la necesidad de redefinir los objetivos culturales del desarrollo, partiendo de la
convicción que el tipo de desarrollo de los países industrializados resulta a la vez
inalcanzable e indeseable para los países pobres.
Uno de los méritos de este enfoque es señalar que los requisitos necesarios para
un nuevo desarrollo van más allá de la mera toma del poder político o de una estrategia
económica. Apunta a cuestionar la estructura de valores, a cambiar las mentalidades.
Plantea una utopía como instrumento de acción sobre la realidad. Su desafío consiste en
transformarse en una fuerza creadora de conciencia social involucrando grandes
colectividades capaces de imponer transformaciones reales.
b. La economía de solidaridad
Más que una inversión en capital, el grueso de las Micro empresas serían un
modo de emplear de manera autónoma las fuerzas de trabajo, una alternativa al trabajo
asalariado. Serían ante todo “talleres laborales”, “unidades de trabajo” o “empresas
basadas en el trabajo”.
Una perspectiva renovadora del desarrollo que resulta útil para enfocar las
iniciativas económicas populares, es la que pone énfasis en la expansión de las
capacidades de las personas. Este enfoque ha sido sustentado por el economista
Amartya Sen y viene siendo sistematizado en el Perú por Javier Iguiñez.
El desarrollo no se mide sólo por cuántas cosas se producen por las personas
(tema de la productividad), ni cómo se reparten las cosas entre las personas (tema de la
equidad), ni cómo responden a sus exigencias elementales de subsistencia (tema de las
necesidades básicas), sino también, y ante todo, por la capacidad de ser y hacer que las
personas puedan lograr mediante dichas cosas. La riqueza de la vida no está en lo que
uno tiene, sino en lo que es y hace: su auto-estima y reconocimiento social así como su
capacidad de optar y alcanzar logros. El conjunto de formas de hacer y ser constituyen
lo que Sen llama los “desempeños”. Estos dependen de las “capacidades” de la gente.
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Esta concepción guarda relación con la teoría de la justicia de John Rawls (1971).
decisión, así como las relaciones de trabajo; y 3) una organización que racionaliza la
movilización de un conjunto de medios en función de los fines perseguidos.
Más allá de las definiciones operativas, lo que puede distinguir una pequeña
empresa respeto a la micro empresa es el hecho que la primera funcione con una
racionalidad empresarial orientada hacia la acumulación, a diferencia de la segunda que
prioriza la sobrevivencia. Por otro lado, lo que distingue una pequeña de una mediana
empresa es un nivel de escala de producción y complejidad organizativa que exige pasar
de una conducción directa del empresario a un sistema de administración especializado.
La transición entre los niveles es fluida.
Como hemos visto, las Micro empresas son esencialmente unidades de trabajo
autónomo orientadas hacia la subsistencia. Siguiendo el análisis de Razeto (1994), su
racionalidad se sustenta en dos elementos claves: la generación de ingresos económicos
netos destinados preferentemente al consumo, y la explotación de los propios recursos
humanos. El funcionamiento de una micro empresa supone un equilibrio entre estos
elementos.
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En esta parte seguimos recogiendo el análisis de Razeto (1994: 58 y sgtes).
contratar fuerza de trabajo externa” (op. cit.: 61). Esta situación aumenta el riesgo y la
inseguridad.
Las Micro empresas que logran acceder al crédito bancario tienen que sostenerse
en un mercado dominado por grandes empresas capitalistas. “Es posible que algunas lo
logren; es posible que algunos trabajadores que emprenden el camino del trabajo
autónomo o de la micro empresa familiar lleguen a convenirse en pequeños capitalistas.
Pero la inmensa mayoría de quienes lo intenten quedarán seguramente en el camino.
Porque no ha de olvidarse que las empresas basadas en el capital quiebran una sola vez”
(op. cit.: 62).
A partir de este análisis, salta a la vista que las perspectivas de la mayoría de las
Micro empresas no son muy alentadoras. Por la precariedad de sus activos y su propia
racionalidad económica, resulta difícil que puedan competir en el mercado con las
grandes empresas y obtener tasas de ganancias significativas, aun cuando sobre exploten
su propia fuerza de trabajo. La conclusión es que, para la gran mayoría de estas
unidades de trabajo, el proceso de acumulación resulta inevitablemente limitado y lento.
Su crecimiento descansa ante todo en una capacidad reducida de reinversión y de
algunos apoyos crediticios subvencionados. Depende además de los aportes
provenientes del trabajo asalariado del promotor de la micro empresa y de sus
familiares, incluyendo las “compensaciones por tiempo de servicio” y los “incentivos”
recibidos cuando han sido despedidos de las grandes empresas o de la administración
pública.
La eficiencia real de los talleres y de las Micro empresas no va tanto por el lado
de su posibilidad de convertirse en empresas capitalistas. Sólo unas pocas podrán
lograrlo. Esta eficiencia reside en que, no obstante la precariedad de sus recursos,
proporcionan ocupación e ingresos a una gran cantidad de pequeños grupos de personas.
Si tomamos en cuenta la capacidad de generar puestos de trabajo y asegurar alguna
remuneración por trabajo, la eficiencia de la micro empresa resulta notable
comparativamente con las grandes empresas.
Esta constatación no debe llevar a idealizar las Micro empresas. Sus ingresos son
muy exiguos. Exige una jornada laboral prolongada y las condiciones de trabajo son
generalmente de mala calidad. Sus integrantes no están cubiertos por un sistema de
previsión social y de prestaciones de salud. La situación de los asalariados es
extremadamente precaria y no se puede sindicalizar.
Sin embargo, las Micro empresas representan una solución concreta para quienes
no encuentran otra alternativa. Muchos siguen buscando un empleo asalariado en
empresas mayores o en el sector público. Pero muchos también aprecian la posibilidad
de trabajar por su cuenta y de administrar su propio tiempo de trabajo; encuentran más
estabilidad en una micro empresa que en una empresa mediana o grande que contrata de
modo eventual; prefieren mantener una forma de autoempleo, aún cuando el nivel de
ingreso sea menor. Algunos van mejorando lentamente; otros arriesgan y a veces logran
cierto éxito.
a. Las unidades donde sigue prevaleciendo la lógica del trabajo autónomo y del
consumo familiar; es decir las que corresponden más bien al concepto de micro
empresa de subsistencia.
11
. Sobre la relación entre microempresas y el entorno local, ver González, 1994
12
No me extenderé sobre este punto que es tratado por José Távara (1995).
13
En 1993, las empresas de 100 menos trabajadores emplearon el 44% de la PEA asalariada del sector
privado en Lima Metropolitana, mientras que las empresas de 99 0 más trabajadores emplearon el 25%
(Encuesta de Hogares, Ministerio de Trabajo).
popular emergente”. Propongo identificarlas como pequeñas empresas
emergentes de procedencia popular.
- “La adaptabilidad se logra mediante tres formas: “la subdivisión de una empresa en
entidades relativamente autónomas; la creación de lazos de subcontratación entre
empresas de distintos tamaños; y las relaciones de cooperación y competencia al interior
de distritos industriales”.
- “El dinamismo necesario para adaptarse a entornos cambiantes requiere una constante
innovación cuyo motor es la competencia. Pero no cualquier competencia. La que
interesa es aquella que no destruye los lazos cooperativos ni busca explotar la mano de
obra”.
- “La especialización flexible y los distritos económicos se sostienen sobre una micro
regulación basada en lazos de confianza y obligación, de origen familiar, político,
religioso, étnico, grupal y comunal”.
El distrito industrial, concepto propuesto por Alfred Marshall (1990), es una área
geográfica donde se concentran actividades especializadas en una misma línea de
producción14. El término “industrial” debe entenderse en el sentido amplio, incluyendo
actividades comerciales y de servicio. Se refiere más bien a la idea de una “zona
industriosa”. El distrito facilita la transmisión de habilidades de generación a
generación; permite compartir información, intercambiar y cosechar confidencias,
formar parte de un “atmósfera”. La aglomeración produce efectos de emulación,
intercambios informales, interacción gratuita. El distrito implica un principio de
organización no mercantil, imponderable, específico a la aglomeración misma, que no
puede ser introducido ni estimulado mediante decisiones administrativas superiores
(Benko y Lipietz, 1992).
Por otro lado, no olvidemos que las grandes empresas y los mercados de masas
siguen siendo importantes. La gran empresa, mediante la automatización informatizada
puede programas la producción según las variaciones de la demanda.
¿Cómo apoyar las Micro empresas y las pequeñas empresas en una perspectiva
de desarrollo? ¿Qué estrategia de apoyo podemos brindarles desde las ONGs? En esta
última parte, ordenaré algunas pistas de respuesta a estas preguntas.
En segundo lugar, como dice Víctor Tokman, “es necesario dimensionar las
expectativas de lo posible, pues no hay respuestas simples a problemas complejos de
desarrollo”. Es también necesario dimensionar lo que podemos hacer como ONGs, con
recursos extremadamente limitados, lo cual no niega el valor de nuestro rol.
El apoyo a la subsistencia popular tiene que ver con las políticas sociales, las
cuales incluyen la atención a los sectores desfavorecidos (familias pobres, mujeres,
jóvenes, ancianos) y los programas de emergencia; allí se ubica también la mayor parte
de los programas dirigidos a la micro empresa. El apoyo a la pequeña empresa remite a
las políticas de desarrollo, las que apuntan a crear las condiciones para el
fortalecimiento de una racionalidad empresarial y el acceso a los mercados.
Respetando las lógicas propias de estas políticas, es importante apuntar a una
interacción positiva entre ellas. Es así como el fomento de la capacidad de acumulación
de las pequeñas empresas ha de contribuir a atender mejor los problemas de
subsistencia, y viceversa.
Cabe resaltar también que las políticas de empleo pasan tanto por la política
social corno la de desarrollo. Ninguna de las dos por sí sola es suficiente para resolver la
crisis multidimensional del empleo.
Planteadas estas consideraciones, señalaré algunos aspectos estratégicos de
apoyo al fomento de las micro y pequeñas empresas de procedencia popular.
Ante todo, hay que reconocer que los programas dirigidos a las micro y las
pequeñas empresas suelen encontrarse en una zona fronteriza entre las políticas sociales
y de desarrollo. Por ello, se mueven en un terreno complejo y delicado que exige una
estrategia “fina” por parte de sus promotores.
a. Fomento productivo
El tema del acceso a los mercados y al crédito merece una atención especial. En
ambos casos, se presentan las diferentes opciones que he mencionado. Me parece
conveniente no cerrarse a las opciones mínimas defensivas, tal como puede deducirse -
indebidamente, creo- del enfoque de la economía popular de solidaridad. Una opción
maximalizadora ofensiva es por ejemplo la que sugiere Víctor Tokman en los siguientes
términos:
“Dentro de las políticas de apoyo o fomento productivo se trata (le actuar en una
doble dirección. Por un lado, estrechar la inserción de las Micro empresas a
sectores más modernos, vinculándolas a mercados más amplios, dinámicos y
rentables, mediante instrumentos como la promoción de subcontratación entre
empresas, el establecimiento de canales de comercialización, incluyendo para el
mercado externo. Por otro lado, el apoyo productivo tiende a mejorar la
capacidad de competir, corrigiendo la falta de acceso a recursos productivos, en
particular, al crédito a la capacitación y la tecnología (Tokman, 1993: 3).
15
. Sobre estas líneas de acción, ver Tokman, 1993.
En lo referente al crédito, el reto consiste fundamentalmente en resolver el
problema de la falta de garantías necesarias para acceder a él. La opción maximilizadora
supone, como hemos visto, una evaluación cuidadosa de los proyectos que pueden ser
financiados; obliga a ser selectivo y a apoyar sólo a las iniciativas que ofrecen
razonables perspectivas de éxito.
Mientras que las políticas de promoción productiva benefician sobre todo a los
patrones de las pequeñas empresas, las de bienestar social pretenden alcanzar también a
sus trabajadores. Comprenden acciones dirigidas básicamente a mejorar las condiciones
de trabajo, la atención de salud y la vivienda, lo cual ha de incidir favorablemente sobre
las capacidades productivas de las pequeñas empresas.
c. Consolidación legal:
Esta línea de acción busca crear las condiciones para que las Micro empresas
puedan acceder a los beneficios de la legalidad, sin recargar demasiado sus costos. Aquí
es necesario distinguir diferentes ámbitos de regulación, en especial lo referente a las
obligaciones fiscales y laborales, buscando soluciones adecuadas a las situaciones
reales.
d. Coordinación interinstitucional:
Bibliografía