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INICIATIVAS ECONOMICAS POPULARES, PEQUEÑAS

EMPRESAS Y DESARROLLO EN AMERICA LATINA:


ACLARACIONES CONCEPTUALES Y
NOTAS PARA EL DEBATE

Denis Sulmont Samain

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1. Planteamiento del Problema

1.1. Las iniciativas económicas populares

En América Latina, la mayor parte de la población en situación de pobreza está


involucrada en actividades económicas de subsistencia y de pequeña producción que
coexisten y se relacionan con las formas dominantes de organización económica. En el
ámbito rural, sigue ocupando un papel importante la economía campesina. En las
ciudades, se expanden las actividades llamadas informales. Los migrantes y pobladores
de bajos ingresos han ocupado el espacio urbano, construyendo su vivienda, creando
pequeños negocios y talleres, organizándose para subsistir. Se multiplican las Micro
empresas; se constituyen conglomerados y distritos de pequeños empresarios. También
se extienden las subcontratas y los “services “.

Estas actividades económicas involucran a personas pertenecientes a familias de


bajos ingresos, que no pueden asegurar su subsistencia mediante un empleo asalariado
en las grandes empresas y las instituciones públicas, ni cuentan con un sistema de
protección ante el desempleo. Tienen como común denominador movilizar la propia
capacidad de trabajo de sus promotores y los escasos recursos que están a su alcance,
para generar fuentes de subsistencia y de progreso. Algunas de ellas se convierten en
actividades propiamente empresariales.

Las categorías de análisis para abordar aquellas actividades económicas son


diversas. Las más usadas suelen ser residuales: sector informal, sector no moderno o no
empresarial, economía de subsistencia, economía popular, pequeña producción. La
variedad conceptual responde a la diversidad de las prácticas económicas populares así
como a diferentes enfoques teóricos y normativos.

Intentaré proponer un punto de partida para la discusión. Estoy usando la


expresión “iniciativas económicas populares y pequeña empresa”, subrayando las
siguientes características:

- Me estoy refiriendo a actividades económicas; es decir, acciones encaminadas a la


obtención de recursos escasos en orden a la satisfacción de necesidades.

- La palabra iniciativa llama la atención sobre el sujeto de la actividad y su capacidad


emprendedora.
- Califico la iniciativa económica de popular para precisar la situación de pobreza y de
baja condición social de los sujetos involucrados.

- Añado una mención especial a la pequeña empresa como uno de los horizontes de las
iniciativas económicas populares.

Tres aclaraciones breves a esta propuesta:

Primero, entiendo que las actividades de las que estamos hablando no son
exclusivamente económicas, sino que están atravesadas por los diferentes aspectos de la
vida de la gente: sus relaciones sociales, los valores que comparten y las instituciones
que regulan sus prácticas.

Segundo, quisiera evitar darle al término “popular” una connotación


excesivamente ideológica. No pretendo aludir a una “alternativa popular”. Más
modestamente me refiero a la condición social de desventaja y pobreza de las personas
y de los grupos sociales a los que pertenecen. Ahora bien, no niego que hablar de
popular en este sentido alude a una realidad escandalosa e interpeladora, que exige
cambios.

Tercero, las iniciativas económicas populares no pueden considerarse aparte de


la economía global; son prácticas que, respondiendo a una lucha -ya sea defensiva u
ofensiva- contra la pobreza, se relacionan con los mercados y los circuitos productivos
dominantes. Parte de ellas dependen de diversas ayudas institucionales. Muchas forman
parte de la lógica de acumulación del capital.

1.2. Apoyo y promoción

Desde diversas consideraciones, los agentes dedicados a la formulación de


políticas sociales y de desarrollo se interesan cada vez más por el rol que cumplen las
iniciativas económicas populares implicadas en el llamado sector informal y en las
llamadas micro-empresas; encuentran allí una de las pistas para atacar el problema de la
pobreza y de la crisis del empleo asalariado. Los gobiernos, las ONGs y los organismos
de cooperación internacional implementan numerosos programas de apoyo crediticio y
de asistencia técnica para intervenir en este campo.

Por parte de las ONGs, el apoyo a las prácticas económicas populares


corresponde sobre todo a la preocupación por relacionar la lucha contra la pobreza con
el protagonismo de la gente implicada. Su acción se centró en las actividades de
subsistencia; pero se ha extendido hacia la promoción de la pequeña empresa. También
las ONGs han prestado una atención particular a la perspectiva del desarrollo local.

El trabajo de las ONGs ha respondido a diferentes concepciones ideológicas. Las


más significativas son: la neoliberal (promovida por el Instituto Libertad y Democracia
dirigido por Hernando de Soto en el Perú); la estructuralista, que responde al enfoque
sectorial de promoción de las pequeñas empresas, la de la economía popular de
solidaridad (sistematizada por el LT en t y las que se sitúan en un horizonte de
“desarrollo alternativo”. Más adelante precisaré estas concepciones.
Cabe subrayar el creciente interés por el potencial de desarrollo propiamente
empresarial de las iniciativas económicas populares. Muchas de las ONGs asocian la
pequeña empresa a una perspectiva de democratización de los mercados y del crédito.
La pequeña empresa es valorada también por su afinidad con el nuevo
paradigma productivo de “especialización flexible”. Además, se la relaciona con el
desarrollo local.

Existe un cúmulo de experiencias prácticas de promoción que llevan a matizar


las posiciones ideológicas y permiten afinar las estrategias de acción.

Las iniciativas económicas populares responden ante todo a urgencias


impostergables y se justifican aún cuando el modelo de economía y de sociedad del
futuro no esté claramente perfilado. Lo que moviliza la acción son criterios básicos tales
como eficacia, equidad, sostenibilidad, solidaridad y democracia.

1.3 La Población Económicamente Activa implicada

Las iniciativas económicas populares abarcan una parte muy grande de la


población. Esta parte seguirá creciendo en los próximos años, debido a la restricciones
del empleo en las grandes empresas y el sector público.

El PNTJD indica que el 25% del total del empleo no-agrícola en América Latina
corresponde al sector informal al principio de los años 80, y al final del mismo decenio
ese porcentaje alcanza el 31% ( PNUD, 1993: 49).

De acuerdo a la OIT , el auto-empleo y la pequeña empresa moviliza cerca del


50% de la PEA urbana del continente ( OIT).

AMERICA LATINA: ESTRUCTURA DEL EMPLEO


NO AGRICOLA (Porcentajes)

1990 1991 1992 1993


1.Trabajadores independientes* 24.6 25.1 25.7 26.1
2.Empresas pequeñas** 21.0 21.4 21.8 22.3
3.Servicios domésticos 6.9 6.9 6.8 6.8
4.Sector Público 15.4 15.0 14.6 13.9
5.Grandes empresas privadas 32.1 31.6 31.1 30.9
(sector informal: 1. + 2. + 3.) (52.5) (53.4) (54.3) (55.2)
(sector formal: 4. + 5.) (47.5) (46.6) (45.7) (44.8)
Total 100.0 100.0 100.0 100.0
* Incluye trabajadores por cuenta propia (excepto administrativos, profesionales y técnicos) y
trabajadores familiares.
** Ocupados correspondientes a establecimientos que cuentan con menos de 5 ó 10 trabajadores,
dependiendo de la información disponible.
Fuente: OIT Informa América Latina y El Caribe Panorama Laboral 94, 1. Cuadro lB

Los países donde el empleo por cuenta propia tiene mayor peso son Bolivia,
Ecuador, México y Perú. Aquellos donde el porcentaje de empleo en pequeñas empresas
supera el promedio son Brasil, Colombia, Costa Rica, Paraguay y Chile.
TRABAJADORES INDEPENDIENTES Y EMPLEADOS EN
EMPRESAS PEQUEÑAS EN AMERICA LATINA - 1993
(porcentaje del empleo no agrícola)
Trabajadores independiente Pequeña empresa
(5 a 10 trabajadores)
Argentina 26.6 16.1
Bolivia 38.3 12.9
Brasil 23.4 24.5
Colombia 25.4 29.0
Chile 22.6 20.6
Costa Rica 22.2 24.7
Ecuador 29.0 15.2
México 30.6 20.9
Paraguay 21.4 29.5
Perú 34.7 14.9
Venezuela 25.1 22.4
Total América Latina 26.1 22.3
Fuenie: OIT Informa, América Latina y el Caribe, Panorama Laboral ‘94, 1, Cuadro LB

Se observa una importante presencia de las mujeres en las actividades eco


nómicas populares. Una tercera parte de los micro empresarios y sus trabajadores son
mujeres ( PNUD, 1993: 47).

1.4. Exclusión social y empleo1

El interés por las iniciativas económicas populares guarda relación con la


preocupación actual por la “exclusión social”. Este tema, que ha ocupado un lugar
central en la “Cumbre Social” de Copenhague de 1995, ha salido a la luz en Europa a

partir del cuestionamiento del pleno empleo y de la solidaridad social, principios


básicos del modelo de “inclusión sistémica” asumido por el Estado de bienestar en las
1
Sobre este punto ver el informe del Foro Regional sobre Exclusión social en América Latina organizado
por la Oficina Regional de la OIT (texto preparado por Denia Sulinont).
sociedades industrializadas. Desde los altos 80, estos principios son controvertidos. El
desarrollo de las nuevas tecnologías ahorrativas de mano de obra no garantiza la
expansión del empleo. Se habla de un “crecimiento sin e y la misma expectativa del
pleno empleo tiende a ser abandonada. Por otro lado, los sistemas nacionales de
seguridad social resultan insuficientes para atender adecuadamente a la parte de la
población “dejada de lado” por el mercado de trabajo.

En América Latina el problema de la exclusión social tiene características


propias que conviene precisar.

En primer lugar, el crecimiento urbano-industrial que registró América La tina


durante varias décadas del presente siglo, si bien tuvo notables efectos inclu yentes -la
migración hacia las ciudades, el acceso a la escolaridad, la expansión del trabajo
asalariado y de los sistemas de seguridad social, entre otros,- también fue incapaz de
resolver la pobreza rural y de absorber el excedente de oferta laboral en el sector
moderno de la economía. Los regímenes populistas movilizaron el Estado y propiciaron
una incorporación limitada de la población a los beneficios del crecimiento económico y
de la modernidad. Como resultado de ello, la sociedad latinoamericana se caracteriza
por una “heterogeneidad estructural”; subsiste la economía campesina y se extiende la
informal urbana, al lado de las empresas capitalistas y de las actividades
gubernamentales. Esta situación limita la universalización de los derechos económico-
sociales.

En segundo lugar, desde los años 70 y sobre todo a lo largo de los 80, la crisis
del modelo de desarrollo tuvo efectos particularmente traumáticos para el grueso de los
latinoamericanos. Las políticas de ajuste golpearon a los sectores sociales más
vulnerables. La pobreza se extendió, alcanzando a las dos quintas partes de la población.
A principios de los años 90, la proporción de personas por debajo de la línea de pobreza
es estimada en 40% en Brasil y Chile y en 60% en el Perú. Aunque la mayor parte de
los pobres se encuentra todavía dentro de la población rural, los nuevos pobres son
fundamentalmente urbanos. Además de los sectores tradicionalmente marginados,
resulta afectada una gran parte de las capas medias y de los trabajadores asalariados.
Muchos engrosaron las filas de quienes tienen que realizar actividades de pequeña
escala e informales para subsistir. Los jóvenes, no obstante su mayor nivel educativo,
enfrentan ahora mayores dificultades para encontrar un empleo estable y protegido.
Parte de ellos busca mejores oportunidades emigrando hacia otros países.

El desempleo abierto se sitúa alrededor del 7% de la PEA total urbana del


continente en 1993; el empleo asalariado formal, que depende de las empresas privadas
y de las actividades públicas, representa el 45% de la PEA urbana ocupada; el servicio
doméstico, las pequeñas empresas y las actividades informales por cuenta propia reúnen
el 55C/c restante. Sólo un tercio de la PEA es protegida por la seguridad social,
proporción inferior al sector asalariado formal. Una quinta parte está sindicalizada (
OIT, 1994).

La recesión económica con inflación de los años 80 afectó el empleo asalariado.


Las remuneraciones se depreciaron y muchos trabajadores perdieron el acceso a un
trabajo estable y protegido. En años recientes, la moderada recuperación económica
junto a la disminución de la inflación ha permitido una leve recuperación de los salarios
reales y una estabilización de los niveles de desempleo. Sin embargo, se observa que los
nuevos empleos se concentran en las actividades informales y las micro-empresas. Las
principales empresas y el Estado tienden a reducir la contratación de personal
permanente, promoviendo el uso de la subcontratación de servicios externos.

Estas transformaciones fueron propiciadas en varios países mediante un conjunto


de reformas de la legislación laboral. Se flexibilizaron las relaciones de trabajo, con el
objetivo de facilitar la aplicación de las medidas de ajuste, reducir los costos laborales,
y despejar el camino para las nuevas tecnologías de gestión y organización.

Hoy en día, grandes sectores de trabajadores latinoamericanos se encuentran


bajo modalidades discontinuas de contratación, sin derecho a la negociación co lectiva y
con un acceso restringido a los sistemas de seguridad social. En Brasil, el 60% de la
fuerza laboral ocupada desempeña un trabajo no formal, lo cual representa 36 millones
de trabajadores; de este total, la mitad desearía tener un empleo formal, lo cual quiere
decir que se siente excluida de un trabajo con derechos sociales protegidos. Esta
situación alcanza tanto a los trabajadores asalariados como los auto-empleados.

En los próximo años, el crecimiento económico, aún cuando fuera muy


sostenido, no podrá absorber directamente mucha fuerza de trabajo. El aumento de la
producción y de la productividad es una condición necesaria y fundamental, pero no
suficiente para enfrentar el problema del empleo.

La actual revolución tecnológica nos conduce a una situación radicalmente


novedosa en lo que concierne el empleo. El tipo de empleo masivo de la sociedad
industrial que prevaleció hasta los años 70 en los países desarrollados, ya no puede
constituir nuestra referencia del futuro. Como consecuencia de la auto matización y de
las telecomunicaciones, la reducción de los puestos de trabajo ha de ser drástica tanto en
la industria como en los servicios (Rifkin, 1995). Las fábricas y las oficinas requerirán
de mucho menos obreros y empleados. Su funcionamiento descansará en el trabajo de
reducidos equipos de “profesionales del saber” -analistas, ingenieros, científicos,
programadores, diseñadores, contadores, juristas, etc.-, los cuales constituirán una
proporción minoritaria -a lo más un 20%- del total de la fuerza laboral disponible.

Las empresas capitalistas y el sector público incorporarán núcleos restringidos


de trabajadores seleccionados entre los más calificados, incrementando sus
remuneraciones y sus posibilidades de promoción profesional. La mayor parte de las
tareas rutinarias y de los servicios periféricos serán subcontratados y encargados a
unidades pequeñas empleando a trabajadores precarios, sub-remunerados, con menores
posibilidades de desarrollo profesional. Asistiremos a un reforzamiento de la
segmentación del mundo laboral. En esta segmentación intervendrá cada vez más la
competencia por acceder a mayores niveles de formación técnico-profesional. Pero,
sumando los núcleos integrados y los círculos periféricos, la demanda de empleo por
parte de las principales empresas y del Estado no podrá resolver el problema del
excedente laboral. Por ello, persistirá la presión por la generación de nuevas formas de
empleo.
La situación del empleo se agrava en los países como los nuestros, con una
economía vulnerable, una red de protección social muy limitada e ineficiente, y una
población en edad de trabajar que sigue creciendo de manera muy rápida2.

¿Qué pasará con las personas aptas para trabajar que, en proporción creciente, no
encontrarán un empleo ni en las empresas capitalistas ni la administración pública?
¿Deberán resignarse a caer en la condición de desocupadas y asistidas? ¿O tratarán de
tomar por la violencia lo que no pueden ganar por su trabajo? ¿Serán obligadas a
convertirse en “nuevos servidores” de los ricos, o a auto emplearse en actividades de
baja productividad y remuneración? ¿Encontrarán en las pequeñas empresas una
alternativa de inserción y de progreso? ¿Podrán ver valoradas en nuevas formas de
empleo autónomo y de servicios?

En la sociedad actual, el empleo, entendido como actividad económica


socialmente reconocida y remunerada, sigue siendo el principal modo mediante el cual
las personas en edad activa tienen acceso a un ingreso y también a una serie de derechos
y prestaciones sociales claves, como la seguridad social y la jubilación. Asimismo el
empleo es una fuente de status y auto-estima social. Por ello, las mujeres que reclaman
condiciones de igualdad en la sociedad buscan incorporarse en el mercado de trabajo.

El problema del empleo afecta la viabilidad del desarrollo nacional. El


desempleo se traduce en una disminución de la capacidad de la gente para comprar los
bienes y servicios producidos y ofertados por las empresas de alta productividad. Una
forma de evitar este problema consiste en aceptar una sociedad que funciona a “dos
velocidades”, en la que coexiste un sector bien empleado y remunerado, de alto
consumo, con un sector mal empleado que sólo accede a un nivel de vida inferior. Esta
“solución” lleva a la desintegración social y a la larga no es sostenible. Resulta por lo
tanto fundamental buscar otras salidas que compatibilicen una dinámica de crecimiento
de la productividad del trabajo con la redistribución del empleo y del ingreso,
apuntando a que más personas, sin discriminación, puedan expandir sus capacidades,
incluyendo la de decidir sobre su modo de vida. La discusión en torno al futuro de las
iniciativas económicas populares se sitúa en esta perspectiva.

Una de las salidas al problema del empleo, vinculada a las iniciativas populares,
consiste en revalorar las actividades que no responden a la lógica del mercado ni a la
administración pública, sino a la realización de servicios personales y de ayuda a la
comunidad. A este conjunto de actividades, se le viene denominando “sector social”,
“tercer sector”3. Abarca el cuidado de los niños y personas mayores, la preparación de
alimentos para la familia, la atención de necesidades comunales, la protección del medio
ambiente, el desarrollo cultural, etc. Muchas de estas tareas son realizadas en forma
gratuita, como es el caso del trabajo de la mujer en el hogar. Algunas están a cargo del
gobierno central, del municipio, de la iglesia o de la cooperación internacional. Es

2
En el Perú, no obstante la previsible baja del crecimiento demográfico, la PEA seguirá aumentando a
una tasa superior al 3% anual, vale decir un promedio de 280 mil personas cada año en lo que resta de la
presente década. En términos absolutos, la PEA (empleada y desempleada) sería en el año 2020 más del
doble de lo que es ahora. Los desafíos que ello significa son considerables.
3
Ver Rifkin, 1994. Este sector guarda relación con el concepto de “economía de solidaridad” propuesto
por Luis Ra en Chile. Algunos lo identifican con las actividades económicas asumidas por organizaciones
cooperativas, mutualistas y asociativas” (Dufourny, 1993).
necesario que se reconozca su valor social. Es indispensable ampliar el propio concepto
de trabajo productivo y que las personas dedicadas a aquellas actividades tengan acceso
a los derechos laborales y de seguridad social. Cada país deber garantizar un ingreso
básico para quienes aceptan reconvertirse en empleos útiles de este tipo4.

1.5. El sector informal

Conviene hacer aquí un breve paréntesis para aclarar el significado de una


categoría que sigue siendo muy usada en América latina: la de “sector informal”.
El término surgió a principios de los años 70 desde África. Lo usó primero el
antropólogo Keith Hart, al analizar como los asalariados urbanos completan sus
remuneraciones recurriendo a “oportunidades informales de ingresos”. Fue
sistematizado luego por la OIT, a través del Programa de Empleo para América Latina y
el Caribe (PREALC). Este programa usó el concepto de la informalidad para dar cuenta
del conjunto de unidades de pequeña escala que desarrollan actividades que pueden
hacerse con acceso limitado de capital, las calificaciones, la tecnología y los mercados,
respondiendo fundamentalmente a la presión de mano de obra excedente respecto a los
empleos bien remunerados, protegidos y de alta productividad (Tokman, 1993).

CARACTERISTICAS DE LAS UNIDADES


DEL SECTOR INFORMAL
-Pequeña escala.
-Uso de tecnologías simples
-Escaso requerimiento de capital
-Poca división del trabajo y de la propiedad de los medios de producción.
-Operar al margen del marco institucional, sin permiso y sin protección legal de los
trabajadores.
-Fácil acceso a mercado competitivos.
Fuente: Tokinan, 1993: 5.

Desde una perspectiva neo-liberal, Hernando de Soto (1986) recogió el concepto


de la informalidad, poniendo el acento en la capacidad de iniciativa empresarial de los
informales y en las trabas institucionales corno causantes de su no acceso a la
formalidad.

El enfoque de De Soto tuvo un gran impacto y suscitó un debate. Introdujo el


interés por el problema de los costos de transacción y de la propiedad. Contribuyó a
difundir la ideología del “empresariado popular”. Pero fue cuestionado por reducir su
atención a los aspectos de orden jurídico y administrativo, dejando de lado la
racionalidad económica de las unidades de trabajo informal y sus relaciones con las
grandes empresas5. De Soto ofrece una visión atomizada de las iniciativas económicas
populares.

4
En su libro “El -fin del trabajo”, Rifkin considera que el llamado “tercer sector” es la única área que
puede absorber gente que no se requiere en el mercado y en el gobierno. Las habilidades sociales, señala
este autor, son las únicas que los computadores no pueden asumir. Cuidar 30 niños en una guardería es
demasiado complejo para una computadora.
5
Tokman sostiene que el actuar al margen del marco regulatorio es ante todo la consecuencia de la
incapacidad de las actividades informales de absorber los costos de la legalidad. Si una lucro- empresa
informal quisiera absorber el costo total de operar legalmente, tendría que destinar el grueso de sus
El llamado sector informal es una categoría de análisis de carácter residual y
mixto. Es de carácter residual en tanto se define por contraste con la racionalidad
económica de las empresas capitalistas y del sector público, y también por encontrarse
al margen de la legalidad, especialmente la reglamentación fiscal y laboral (Guerguil,
1988). Es de carácter mixto, en tanto responde a tres procesos que se combinan
parcialmente: 1. la estrategia de sobrevivencia que comprende el trabajo por cuenta
propia y las llamadas Micro empresas; 2. la descentralización de la producción; y 3. el
desarrollo autónomo de las pequeña empresas6 .

Por las características señaladas, conviene no abusar del concepto de “sector


informal” y usar un instrumental analítico más desagregado.

1.6. Interrogantes

Las preguntas que nos planteamos respecto a las iniciativas económicas


populares pueden agruparse en torno a grandes cuestiones:

a. ¿En qué se sustentan las iniciativas económicas populares? ¿A qué racionalidad


económica responden?

- ¿Responden a una forma de autoempleo?. ¿Son fruto de una capacidad


empresarial de sus promotores?

- ¿Se sustentan en la solidaridad y la cooperación?. ¿Qué rol cumplen las


familias, las redes sociales, étnicas y locales?

- ¿Requieren desarrollarse al margen del ordenamiento legal para ser viables?

ganancias a ello. El problema no radica sólo en la ley o en la burocracia, sino en las condiciones de
producción de las empresas (Tokman, 1993). La desregulación afecta a los trabajadores de las empresas
mayores, contribuyendo al “dumping social”.
6
En sus estadísticas, la OIT incluye también el servicio doméstico en el sector informal.
- ¿Cuál es la capacidad de acumulación de las micro-empresas? ¿Cuál es su
acceso al crédito y a los mercados?

- ¿Qué relación tienen con las empresas mayores? ¿Cuál es el alcance de la


subcontratación?

- ¿Cómo se agrupan?

b. ¿Cuál es la capacidad de las iniciativas económicas populares de generar fuentes de


trabajo e ingresos para la fuerza laboral excluida del mercado laboral dominante y de los
sistemas formales de protección social?

- ¿Cuál es el alcance del empleo familiar y del empleo asalariado en las micro y
pequeñas empresas?

- ¿Cuál es a la calidad de estas formas de empleo, el nivel de las remuneraciones


y la protección social de los trabajadores?

- ¿La pequeña y micro empresa constituyen una alternativa para la reconversión


de los trabajadores asalariados desplazados de las grandes empresas y del sector
público?. ¿Ofrece la posibilidad de “regenerar el empleo”, es decir promover
nuevas actividades productivas que aprovechan los conocimientos adquiridos
por esos trabajadores?

-¿Cuál es la re1acíón entre el empleo ligado a la micro y pequeña empresa y u de


las inversiones y de producción en las grandes empresas?

c. ¿Cuál es la contribución de las iniciativas económicas populares al desarrollo?

-¿En qué medida estas iniciativas responden eficazmente a la cobertura de


necesidades básicas de los sectores más pobres?

-¿Cuál es la capacidad de ciertas iniciativas económicas populares para pasar de


una lógica de subsistencia a una lógica de acumulación, de alcanzar mayores
niveles de eficiencia, de productividad y de competitividad? ¿Con qué
modalidad de organización empresarial? ¿En qué sectores y bajo qué
condiciones? ¿Cuántas actividades económicas tienen éxito y cuántas fracasan?

-¿Constituye el espacio socio-territorial local el ámbito privilegiado para el


desenvolvimiento de las actividades económicas populares? ¿En qué medida los
micro y pequeños empresarios pueden constituirse en agentes de un proyecto y
de una estrategia concertada de desarrollo local? ¿Cuáles son las condiciones
económicas, políticas, institucionales y socio-culturales favorables a ello?

-¿Cómo se articulan las iniciativas populares con las políticas sociales y


económicas a nivel nacional?

d. ¿Cuáles deben ser las políticas de apoyo y promoción a las iniciativas económicas
populares?
-¿En qué medida las políticas deben reforzar las iniciativas y las capacidades de
los propios sujetos populares, “empujando lo que se mueve”? ¿Cómo
compatibilizar este criterio con la conveniencia de propiciar igualdad de
oportunidades y generar condiciones favorables para los sectores de menores
recursos?

-¿En qué casos y con qué criterios es necesaria una acción asistencial? ¿Con
viene focalizar la intervención en determinados sectores más necesitados?
¿Cómo manejar el criterio de discriminación positiva? ¿Cómo evitar el
clientelismo?

- ¿Conviene distinguir las políticas sociales destinadas a responder a necesidades


de subsistencia, de las políticas de desarrollo orientadas en la promoción de
capacidades productivas y empresariales competitivas?

- ¿Cuáles son las modalidades más pertinentes de apoyo y de promoción de las


micro y pequeñas empresas? ¿Cómo tratar los problemas referidos al acceso al
crédito? ¿Con qué instrumentos financieros, con qué sistemas de garantía?
¿Cómo contribuir a relacionar la producción con la demanda? ¿Cómo propiciar
el acceso a la información?. ¿Cómo mejorar las eficiencia productiva y
administrativa de las empresas?. ¿Cuál es el rol de la capacitación y la asistencia
técnica?. ¿Qué importancia asignar a la legalización de las empresas? ¿Cómo
promover la interacción de las pequeñas empresas entre sí y con otros agentes
económicos e instituciones?

- ¿Cuál ha de ser el aporte específico de las ONGs? ¿Cómo se sitúa respecto a la


función del Estado central, de los gobiernos locales, de las instituciones
financieras, de los gremios empresariales y laborales, de los centros educativos y
de otras instituciones.

El abanico de preguntas es muy amplio y nos remite a problemas complejos.


Nuestro objeto aquí no es tener respuestas a todas las preguntas, sino tratar de
formularlas de manera más precisa y pertinente.

Cabe señalar también que la manera de formular las preguntas y de responder a ellas
varía de acuerdo a cada país y región. Por ejemplo, en Colombia, la pequeña empresa
tendrá probablemente más relación con la descentralización de la organización
productiva de las grandes empresas, mientras que en el Perú, surgirán más de la recesión
y la expansión de las actividades informales.

2. Perspectivas de desarrollo

2.1. Desde la marginalidad

Los puntos de vista respecto a las iniciativas económicas populares han ido
evolucionando en el tiempo. El debate se inició en los años 60 con el tema de la
“marginalidad”. Se empezó entonces a cuestionar la capacidad del sector empresarial
moderno de absorber el excedente de fuerza de trabajo proveniente del crecimiento
demográfico y de la migración del campo hacia las ciudades, en el contexto de una
economía capitalista dependiente.

En torno a la marginalidad, se perfilaron dos posiciones polares: 1) quienes


consideraron posible una progresiva integración de los marginados a la vida urbana y la
economía moderna dentro de una perspectiva de desarrollo capitalista, con la
intervención de diversos programas de apoyo y de promoción a cargo del Estado y (le
diversas instituciones; y 2) quienes interpretaron que el desarrollo capitalista
dependiente traía más marginación, pobreza y explotación, siendo prioritario un proceso
revolucionario para romper con la dependencia e instaurar un régimen socialista; en este
sentido, los sectores populares marginados del campo y de la ciudad eran considerados
como virtual masa de apoyo político a una opción radical de cambio, y no se valoraban
sus propias iniciativas económicas.

Entre estas posiciones polares, surgieron matices y nuevas pistas de


interpretación y de acción. Quisiera referirme a las tres pistas siguientes: la
heterogeneidad socio-económica y la racionalidad económica; el protagonismo popular;
y el rol de las instituciones.

Una primera pista corresponde a la necesidad de tomar en cuenta la


heterogeneidad de la estructura económica social y cultural de nuestros países. Varios
analistas intentaron superar el viejo esquema dualista de la realidad latinoamericana
(coexistencia de un sector moderno y tradicional), incorporando nuevas formas de
diferenciación de los sistemas de productivos y de los modos de subsistencia derivados
de los procesos de marginación. Pusieron el énfasis en las brechas existentes en el
acceso a la tecnología y en los niveles de productividad, distinguiendo básicamente
entre el sector moderno empresarial (de alta y mediana productividad) y el sector de
subsistencia (de baja productividad) que incluye la economía campesina y el llamado
Sector Informal Urbano7. Como lo indica la “curva del valor agregado”, el sector
moderno empresarial tiene como característica el poder generar ganancias incorporando
una masa salarial, a diferencia del sector de subsistencia que lo hace, esencialmente, con
el “ingreso de los independientes”.

7
La heterogeneidad estructural en el Pení se traduce en la siguiente distribución de la PEA:
PEA Economía empresarial Economía de Subsistencia Total
Urbana 45 22 67
Rural 13 20 33
Total 58 42 100
Elaborado en base a Carbonetto et al., 1986
Este análisis tiene el mérito de llamar la atención sobre la existencia de
diferentes “lógicas” productivas y reproductivas. Sin embargo, una concepción
sectorializada de las actividades económicas resulta insuficiente. La heterogeneidad
estructural es relativa. Parte del campesinado tiene acceso al mercado de trabajo
asalariado mediante el empleo temporal y la migración de los hilos; la pequeña
producción y las actividades informales entablan relaciones de intercambio comercial y
de subcontratación con las empresas modernas. En suma, la heterogeneidad no implica
sólo exclusiones, sino que conlleva también múltiples interrelaciones.

Una segunda pista corresponde al descubrimiento del protagonismo de los


sujetos involucrados en las iniciativas económicas populares a partir de la situación de
marginación social8. Toma en cuenta la capacidad emprendedora, innovadora, solidaria
y organizadora de los individuos, de sus familias y de sus grupos de referencia. Este
punto de vista permite superar las concepciones puramente estructuralistas que tienden a
ser paralizantes o tecnocráticas. Los marginados no pueden entenderse sólo a partir de
sus carencias, sino también de la movilización de sus recursos -fuerza de trabajo, redes
de solidaridad, presión política y moral-, desarrollando “estrategias” de subsistencia y
de vida, apuntando a afirmarse como ciudadanos con derecho a participar en la
modernidad y el progreso. Este énfasis en el sujeto-actor popular se ha dado desde
diferentes perspectivas ideológicas: la que subraya la identidad cultural (Matos Mar); la
liberal individualista (De Soto); la solidaria (Razeto), y la que se preocupa de la
fragmentación y anomia social (Tironi).

8
La exclusión social tiende a generar un círculo vicioso de desventajas acumuladas. En términos
generales, podemos decir que los sujetos que viven una situación de marginaclón se enfrentan a dos
tensiones. La primera, referida a su capacidad de actuar, surge entre el sentimiento de pérdida de poder
que tiende a la impotencia, y el deseo de resistir y encontrar salida que lleva a la innovación. La segunda,
referida a su relación con el entorno social, se expresa en una disyuntiva entre la adaptación a la realidad,
buscando formas inferiores de integración social yla ruptura con el medio social. El cruce entre estas dos
tensiones nos permite ubicar diferentes tipos de comportamientos típicos (Tironi, 1987).
La perspectiva de sujeto-actor nos remite al concepto de “estrategia”. Las
estrategias de subsistencia de las familias pobres suelen combinar diferentes fuentes de
recursos tales como el trabajo asalariado, el auto-empleo y el trabajo familiar y otras
oportunidades informales de ingresos. Estas estrategias deben entenderse no sólo como
estrategias de subsistencia, sino como estrategias de vida que responden a los valores y
las aspiraciones de las familias y de los grupos con los cuales se identifican.

La perspectiva de los sujetos es también insuficiente. Tiene que relacionarse con


las condiciones socio-económicas e institucionales en el cual se sitúan estos sujetos.

Una tercera pista fecunda se refiere al rol de las instituciones en la dinámica del
desarrollo de las actividades económicas populares. Por institución, entendemos la
vigencia de normas y de formas reguladas socialmente por las costumbres y la ley. Una
de las características de las actividades económicas populares es el hecho de tener que
actuar en los márgenes de la legalidad o institucionalidad dominante. Este es el aspecto
al que alude el concepto tan usado de “informalidad”. Una de las características muy
extendida de las actividades económicas en América Latina consiste precisamente, en
que se inician sin cumplir con las reglamentaciones establecidas en el ámbito
económico, como el registro legal, las obligaciones fiscales, laborales y sanitarias. Se
trata de actividades ilegales o semi legales, pero toleradas o consideradas como lícitas;
se diferencian de las actividades delictivas en la medida que responden a prácticas
consideradas como legítimas, como es tener una casa y un empleo. Por cierto, muchas
empresas también recurren a la informalidad como una forma “salvaje” de competencia
aprovechando la ausencia de mecanismos de regulación.

Una expresión importante de la institucionalidad es la propiedad, la cual remite


al problema de la seguridad jurídica y a la capacidad de realizar transacciones
económicas. El tema de la propiedad ha sido enfatizado desde una perspectiva neo-
liberal, pero resulta también fundamental desde otras perspectivas que rescatan las
dimensiones colectivas y solidarias de la vida humana.

Otro aspecto de la institucionalidad es la confianza entre agentes económicos, lo


cual implica adherirse a ciertos valores y reglas de juego comunes, compartir
información y ciertos espacios de interlocución. Esta confianza es importante para el
acceso a los mercados básicos, como son los del trabajo, del crédito y de los seguros. La
confianza se combina con la competencia y el sentido de la oportunidad. Permite
asegurar lo que algunos llaman una “competencia madura”.

La institucionalidad no sólo comprende el marco normativo dominante; incluye


también las instituciones y reglas de juego que comparten, gestan y recrean los propios
sujetos populares de acuerdo a su tradición, sus prácticas cotidianas y sus luchas
sociales. Las iniciativas económicas de estos sujetos se mueven en un cuadro complejo
donde la institucionalidad dominante y popular se entre cruzan.

Finalmente, el enfoque de la institucionalidad nos remite a tema de los derechos,


de la justicia y de la democracia. Los derechos son facultades básicas reconocidas y
garantizadas social y políticamente que permiten a la gente ejercer su libertad,
desarrollar sus capacidades y participar en las decisiones en la vida colectiva. La justicia
alude al principio de igualdad de oportunidades asociado al de la libertad, y la necesidad
de tomar en cuenta a los sujetos desfavorecidos. La democracia nos remite a la
combinación entre el reconocimiento de derechos básicos, la representatividad política y
la participación ciudadana. Resulta fructuoso enfocar la expansión y la promoción de las
iniciativas económicas populares desde la perspectiva que indican estos conceptos. En
este sentido, el objetivo consiste en fortalecer la sociedad civil, democratizar los
mercados y el Estado, particularmente a nivel local.

En resumen, para enfocar de manera integral las iniciativas económicas


populares, me parece que conviene tomar en cuenta tres dimensiones:

- La racionalidad económica de la pequeña producción, lo cual remite a


determinadas formas de organizar el trabajo, administrar recursos escasos y
manejar la relación con los mercados.

- La estrategia individual y colectiva de los sujetos implicados para


enfrentar la escasez de recursos y otras desventajas.

- El marco institucional y las políticas que inciden sobre la vigencia de los


derechos, la regulación de los mercados y las decisiones que afectan el
desempeño de las pequeñas y micro empresas.

2.2. ¿Hacia qué desarrollo?

Las iniciativas económicas populares interpelan las teorías y estrategias de


desarrollo. El interés que han suscitado se relaciona con la búsqueda de nuevas vías de
desarrollo. Podemos ubicar aquí tres formulaciones en esta perspectiva.

a. El otro desarrollo

La idea del otro desarrollo fue planteada a comienzos de los años 70 por
economistas y sociólogos desilusionados ante la incapacidad de las políticas
desarrollistas convencionales de resolver la situación de la pobreza y de la desigualdad
en los países del tercer mundo y ante el creciente desdibujamiento de una alternativa
socialista. Plantearon la necesidad de superar el economicismo y de ampliar el espectro
de variables utilizado en el análisis del desarrollo y en la formulación de estrategias
(Moreno, 1985). Se habló de “desarrollo orientado hacia las necesidades humanas”. Se
reclamó la necesidad de redefinir los objetivos culturales del desarrollo, partiendo de la
convicción que el tipo de desarrollo de los países industrializados resulta a la vez
inalcanzable e indeseable para los países pobres.

Los promotores de esta corriente hicieron hincapié en la satisfacción de las


necesidades básicas imprescindibles para el mantenimiento de un nivel digno de vida, la
educación, la salud, la libre participación política y el derecho al trabajo. Plantearon la
necesidad de intensificar el “esfuerzo interno”, en el sentido que cada comunidad sea
capaz de definir autónomamente sus necesidades básicas y la forma de satisfacerlas,
apuntando a la utilización óptima de recursos locales y unidades productivas de pequeña
escala. Abordaron el tema de la “tecnología adecuada”. Revaloraron las formas
tradicionales de producción y propiciaron el “rearme cultural” de las poblaciones
autóctonas. Tomaron en consideración los problemas del medio ambiente.
Entre las críticas dirigidas a este enfoque, cabe relevar las siguientes: 1) no está
claro cuáles son los sujetos sociales y los agentes políticos capaces de llevar a la
práctica una estrategia de “otro desarrollo”, cómo conseguir un consenso en torno a sus
objetivos, y como contrarrestar las fuerzas que se oponen a ellos; 2) las metas
propuestas requieren de un sostenido crecimiento económico y no se precisa cómo se
articulan con el proceso de acumulación a nivel nacional.

Uno de los méritos de este enfoque es señalar que los requisitos necesarios para
un nuevo desarrollo van más allá de la mera toma del poder político o de una estrategia
económica. Apunta a cuestionar la estructura de valores, a cambiar las mentalidades.
Plantea una utopía como instrumento de acción sobre la realidad. Su desafío consiste en
transformarse en una fuerza creadora de conciencia social involucrando grandes
colectividades capaces de imponer transformaciones reales.

b. La economía de solidaridad

La perspectiva de la economía de solidaridad fue sistematizada por Luis Razeto


en el Programa de economía del trabajo en Chile a partir de las experiencias de las
llamadas “organizaciones económicas populares”. Tales organizaciones abarcan los
talleres laborales, las bolsas de cesantes, las organizaciones para el consumo básico
(comedores populares, comités de abastecimiento, huertas fa miliares, mini granjas) y
las asociaciones para resolver problemas habitacionales y otros servicios.

Las organizaciones económicas populares son pequeños grupos que enfrentan en


común problemas inmediatos de subsistencia y que reciben ciertos apoyos. Uno de sus
rangos relevantes sería, de acuerdo a este enfoque, el de sustentarse en valores de
solidaridad y ayuda mutua, y de combinar funciones económicas, sociales, culturales y
educativas. “Ellas se conciben a sí mismas como unidades económicas alternativas, que
aspiran a la autonomía, y como modo de organización que postulan y tratan de llevar a
la práctica líneas de transformación socio-económica y político-cultural” (Razeto et al.,
1993: 13-14).

En este sentido, las organizaciones económicas populares no pueden ser


entendidas sólo como un fenómeno transitorio y defensivo en respuesta a problemas
inmediatos de subsistencia. También formarían parte de un proceso de organización más
amplio, tendiendo a niveles superiores de acción política. Se las puede considerar
incluso como portadoras de un proyecto de transformación social basada en la apertura
de espacios de acción autónoma y de solidaridad.

La economía de solidaridad comprende las relaciones de “comensalidad” que


aluden al hecho de compartir la mesa, y que se refieren fundamentalmente a la
economía doméstica; comprende también las relaciones de cooperación y asociación
autogestionaria; y las relaciones de donación, incluyendo los subsidios y las ayudas
institucionales, así como el trabajo voluntario. Esta economía de solidaridad coexiste
con el mercado de intercambios y el sector público o economía de planificación.
La perspectiva de la economía popular de solidaridad subraya el rol del trabajo
en la identidad de las iniciativas económicas populares, particularmente las llamadas
Micro empresas.

“Los sujetos que organizan estas pequeñas unidades de producción y


comercialización tienen dificultades para asumir como propia la denominación
de ‘microempresas’. Ellos, en su inmensa mayoría, no se sienten empresarios,
aunque el prefijo ‘micro” les torna más aceptable el vocablo. Para referirse a su
unidad productiva o comercial usan expresiones como esas: ‘mi taller’, ‘mi
trabajo’, ‘mi local’, ‘mi lugar de trabajo’, ‘mi oficio’ (...); ellos se piensan a sí
mismos, en su inmensa mayoría, como trabajadores independientes, como
trabajadores que poseen sus propios medios de trabajo, como artesanos; rara vez
como empresarios, nunca como capitalistas” (Razeto, 1994: 53).

Más que una inversión en capital, el grueso de las Micro empresas serían un
modo de emplear de manera autónoma las fuerzas de trabajo, una alternativa al trabajo
asalariado. Serían ante todo “talleres laborales”, “unidades de trabajo” o “empresas
basadas en el trabajo”.

Para la economía de solidaridad, las iniciativas micro empresariales de los


sectores populares responden a una lógica de trabajo y subsistencia que es viable en
tanto mantiene autonomía respecto al capital. Se trata de una economía pobre que puede
mejorar su capacidad productiva y de acumulación de manera muy lenta pero segura. En
este sentido, con recursos escasos, resulta más eficiente que las grandes empresas para
asegurar algún tipo de empleo e ingreso para la población de bajos ingresos. De manera
también paulatina vienen conformando su propio mercado, en base a demandas locales
y populares. Sólo una minoría de las Micro empresas pueden llegar a incorporarse a una
dinámica de acumulación capitalista.

La perspectiva de la economía de solidaridad desconfía de la subordinación de


las Micro empresas al sistema bancario y a las empresas capitalistas mayores mediante
la subcontratación. Considera indispensable respetar la racionalidad especial de las
experiencias económicas populares, en especial los valores de solidaridad y apoyo
mutuo presentes en ellas, buscando un entrelazamiento entre las relaciones de mercado
con las de donaciones y las subvenciones públicas.

El análisis que presenta Razeto es importante para entender y valorar la


racionalidad económica y social de los talleres y de las Micro empresas y para potenciar
su capacidad de responder a las necesidades de la gente de bajos ingresos y desarrollar
mercados locales.

La economía popular de solidaridad presenta sin embargo dos problemas


centrales. En primer lugar, deja la impresión que “no hay nada que hacer” del lado del
capital. Ofrece una perspectiva dualizada de la economía: por un lado las empresas
mayores, con su lógica concentradora y excluyente; por otro lado, las organizaciones
económicas populares, con su lógica solidaria de defensa y de subsistencia. Tal visión
no da suficiente cuenta de las relaciones entre las empresas de diferentes tamaños y
naturaleza. No valora las oportunidades que ofrece el incremento de las capacidades
productivas de las grandes empresas. En resumen, diría que es un enfoque “defensivo”
que no perfila una estrategia “ofensiva” respecto a la economía global.
Otra crítica a la que se presta este enfoque se refiere a la idea que la solidaridad
constituye un atributo fundamental de lo popular. Esta tesis es cuestionable, primero
porque existen también relaciones de solidaridad entre personas de familias y grupos
que no son de condición popular; más aún, este tipo de relaciones cumple un rol
decisivo en los altos niveles de las grandes empresas capitalistas. Segundo, porque,
tanto entre los pobres como entre los ricos, existen comportamientos competitivos,
conflictos de interés y prácticas no solidarias. El tema de la solidaridad llama la
atención sobre la importancia de las relaciones de la reciprocidad y de la confianza en
los procesos económicos; pero esta importancia no se limita sólo al ámbito de las
actividades del trabajo autónomo y de la subsistencia.

c. La expansión de las capacidades

Una perspectiva renovadora del desarrollo que resulta útil para enfocar las
iniciativas económicas populares, es la que pone énfasis en la expansión de las
capacidades de las personas. Este enfoque ha sido sustentado por el economista
Amartya Sen y viene siendo sistematizado en el Perú por Javier Iguiñez.

El punto de vista de la expansión de las capacidades trata de superar la


concepción de la economía del desarrollo que considera la persona humana como mero
instrumento de producción. Asume que el objetivo central del desarrollo es la
realización de la libertad y el desempeño en la vida de las personas.

El desarrollo no se mide sólo por cuántas cosas se producen por las personas
(tema de la productividad), ni cómo se reparten las cosas entre las personas (tema de la
equidad), ni cómo responden a sus exigencias elementales de subsistencia (tema de las
necesidades básicas), sino también, y ante todo, por la capacidad de ser y hacer que las
personas puedan lograr mediante dichas cosas. La riqueza de la vida no está en lo que
uno tiene, sino en lo que es y hace: su auto-estima y reconocimiento social así como su
capacidad de optar y alcanzar logros. El conjunto de formas de hacer y ser constituyen
lo que Sen llama los “desempeños”. Estos dependen de las “capacidades” de la gente.

La noción de capacidades no alude sólo a las habilidades ni debe entenderse sólo


como “capital humano”; incluye la libertad de las personas de escoger su manera de
vivir y de lograr desempeños valiosos. El ejercicio de la libertad supone a su vez el
acceso a bienes que permitan alcanzar tales logros. Estos bienes pueden ser poseídos,
intercambiados en los mercados y obtenidos mediante la producción; incluyen también
lo que las personas pueden obtener del Estado. El acceso a los bienes remite a los
derechos con los que cuentan las personas y las familias, de acuerdo a su posición en el
sistema social. También depende de los derechos al interior de la familia, en particular
los de la mujer.

El “desempeño” (lo que una persona es capaz de ser y hacer) se sustenta en


diferentes tipos de capacidades que van desde las capacidades elementales de escapar a
la morbilidad y mortalidad, de estar adecuadamente alimentado y de poder desplazarse,
hasta cuestiones más complejas, relacionadas a la auto-estima (no tener vergüenza de sí
mismo), la posibilidad de auto-realización personal (tener logros) y la participación en
la vida pública9.

La perspectiva de Sen ha inspirado la concepción del “desarrollo humano” que


el PNUD define en los siguientes términos:

“El desarrollo humano es un proceso mediante el cual se ofrece a las personas


mayores oportunidades. Entre éstas, las más importantes son una vida
prolongada y saludable, educación y acceso a los recursos necesarios para tener
un nivel de vida decente. Otras oportunidades incluyen la libertad política, la
garantía de los derechos humanos y el respeto a sí-mismo. (...) La libertad es
primordial para el desarrollo humano. Los individuos deben ser libres de ejercer
sus opciones en mercados viables y debe dárseles la oportunidad de expresar sus
opiniones para configurar su propia estructura política”
(PNUD, 1990: 19).

El mérito del enfoque de la expansión de capacidades consiste en incorporar la


perspectiva del sujeto -la persona humana como fin y nunca sólo como medio- en la
dinámica económica, lo cual nos lleva a tomar en cuenta los derechos fundamentales
relacionados a la libertad, y a centrar la atención en la capacidad de logro de la gente. [
subrayarse que tal enfoque no nos lleva a dejar de lado la problemática de la
productividad, ni la de la equidad, ni de las necesidades básicas. Me parece que abre un
horizonte teórico para tratar los temas planteados alrededor del “otro desarrollo” y de la
“economía de solidaridad”.

3. Las Micro y Pequeñas empresas

3.1. ¿Qué entendemos por empresa?

El diccionario de la real academia española encabeza la definición de la palabra


empresa del siguiente modo: “acción ardua y dificultosa que valerosamente se
comienza”. En el contexto de una economía de mercado, se entiende por empresa una
unidad de gestión autónoma que reúne un conjunto de factores, particularmente capital
y trabajo, y que se dedica a producir y vender bienes y servicios respondiendo a una
demanda, con fines de maximización de beneficios. Dicha unidad organiza el proceso
de trabajo, combinando la división de funciones y la cooperación entre ellas. Se rige por
la planificación, el cálculo contable y la racionalidad económica; persigue la eficiencia,
la productividad y la competitividad. Supone una visión de futuro, una capacidad de
ahorro e inversión, el tener en cuenta las necesidades y demandas de los consumidores y
un manejo del factor riesgo.

La empresa así entendida no es sólo una fenómeno económico; es un hecho


social total que involucra: 1) la conjunción de actores-empresarios, trabajadores,
consumidores, usuarios, etc.- que son portadores de capacidades y necesidades y que
responden a determinados fines y valores ; 2) una institución que regula la propiedad, la
responsabilidad, la autoridad y el poder, las formas de representación y toma de

9
Esta concepción guarda relación con la teoría de la justicia de John Rawls (1971).
decisión, así como las relaciones de trabajo; y 3) una organización que racionaliza la
movilización de un conjunto de medios en función de los fines perseguidos.

El empresario no es el único actor de la empresa, pero ocupa obviamente un


papel central. Es quien toma la iniciativa, innova, organiza y dirige, asumiendo la
responsabilidad.

Podemos señalar tres concepciones clásicas del empresario. Según la primera


(Sombart), el empresario debe reunir las siguientes cualidades: 1. es conquistador
(busca mercado); 2. es organizador (organiza la producción para aumentar la
productividad y obtener menores costos unitarios); y 3. es negociador (sabe tratar a los
demás). Según la segunda (Weber), el tipo ideal de empresario es el que trabaja en
forma incesante para acrecentar su riqueza, motivado no por el consumo sino por el afán
de aumentar sus obras (evaluadas en dinero). Según la tercera (Schumpeter), lo propio
del empresario es ser innovador, saber dar una respuesta creativa a una situación difícil
de prever, encontrar formas más eficientes de combinar los factores de producción. El
empresario Schumpeteriano se distingue del simple capitalista por un lado, y del simple
administrador por otro. Para Schumpeter, la innovación empresarial es el motor del
desarrollo.

Por lo general la función de promoción y dirección empresarial es desempeñada


por una persona o un grupo de personas ligadas a la propiedad y fuertemente
identificadas con los objetivos y el destino de la empresa. La relación entre la
conducción ye! patrimonio empresarial depende del tipo de organización institucional
(empresa familiar, Sociedad de Responsabilidad Limitada, Sociedad Anónima, empresa
asociativa, cooperativa; empresa pública, empresa municipal, etc.). De un modo u otro
la conducción empresarial supone un liderazgo personal.

Existe normalmente una relación estrecha entre dirección gestión y


administración empresarial; estas funciones tienden a especializarse a medida que
aumenta la complejidad de la empresa.

De manera directa o indirecta, el empresario es también un empleador que


contrata, organiza, dirige y controla a un conjunto de trabajadores dependientes. En las
empresas de pequeña escala, el mismo dueño administra y asume directamente gran
parte del trabajo, frecuentemente con la contribución de sus familiares.

A partir de estas anotaciones elementales, tratemos de precisar la especificidad


de la micro y pequeña empresa.

La palabra micro-empresa se ha convertido en un nombre genérico que se refiere


a un tipo de actividad económica de muy pequeña escala, orientada básicamente hacia la
subsistencia. La micro empresa constituiría la unidad típica de unos de los componentes
del llamado sector informal. Las fronteras entre micro empresa, empresa familiar y
trabajo por cuenta propia por un lado, y pequeña empresa por otro, no son claramente
definidas. Una micro actividad económica es calificada de “empresa” en la medida que
responde a una iniciativa privada dirigida hacia un mercado. Como dice Razeto, en la
mayoría de los casos se trata de una unidad de trabajo más que de una inversión de
capital.
Varios autores coinciden en asociar la micro empresa a la búsqueda de un
empleo alternativo al trabajo asalariado. Para Ernesto Parra: “El micro empresario es
una persona que crea su propia unidad económica: a) como fuente de empleo ante la
ausencia de puestos de trabajo; b) como instrumento para elevar los escasos ingresos
que percibe en su puesto de trabajo y que apenas le permiten subsistir; e) como una
forma de obtener independencia después de años de trabajo asalariado como empleado u
obrero bajo el mando del patrón” (Parra, 1985).

Jesús Aguilar (1994) subraya también la prioridad puesta en la satisfacción de


las necesidades básicas. Considera válido referirse a tres tipos de Micro empresas
(Aguilar, 1994: 58-59):

- Las Micro empresas de sobrevivencia: son las que, urgidas de conseguir


ingresos, compiten ofertando sus productos o servicios a precios que apenas
cubren sus costos. “Debido a la ausencia de registros contable mínimos, tienden
a confundir el capital de trabajo y los ingresos. El propietario suele usar
indistintamente el dinero y hasta la mercadería como recursos de consumo
doméstico”.

- Las Micro empresas de subsistencia: comprenden “aquellas que alcanzan a


reponer la inversión efectuada además de obtener los ingresos indispensables
para remunerar el trabajo”.

- Las Micro empresas en crecimiento: se refieren a”las que tienen capacidad


para retener excedentes y reinvertirlos. (...) de manera gradual llegan a
capitalizar y ampliarse, constituyendo fuente de ingresos y nuevos puestos de
trabajo”.

En este último caso, podemos decir que la micro empresa se convierte


propiamente en “empresa”.

Tratemos finalmente de precisar el término pequeña empresa. En un sentido


genérico, este término abarca todo tipo de iniciativas y organización empresarial de
pequeña escala, incluyendo las llamadas micro-empresas. Se tiende sin embargo a
diferenciar las pequeñas de las micro empresas, clasificándolas según el número de
trabajadores y/o el monto de los activos y de las ventas anuales. Los rangos son
convenciones que varían según los organismos que los elaboran.

Más allá de las definiciones operativas, lo que puede distinguir una pequeña
empresa respeto a la micro empresa es el hecho que la primera funcione con una
racionalidad empresarial orientada hacia la acumulación, a diferencia de la segunda que
prioriza la sobrevivencia. Por otro lado, lo que distingue una pequeña de una mediana
empresa es un nivel de escala de producción y complejidad organizativa que exige pasar
de una conducción directa del empresario a un sistema de administración especializado.
La transición entre los niveles es fluida.

CRITERIOS DE CLASIFICACION DE EMPRESAS

SEGÚN EL PERSONAL OCUPADO:


Según el Ministerio Según la Ley de la Según la CEPAL
de Industrias, Perú, Pequeña y micro Santiago de Chile
1993 empresa, Perú
Micro empresa 1–4 1–9 1 – 10
Pequeña empresa 5 – 19 10 – 19 11 – 50
Mediana empresa 20 – 119 51 – 100
Gran empresa 200 y más 101 - mas
SEGÚN LOS ACTIVOS Y LAS VENTAS ANUALES
(criterios usados por el banco continental en 1995)
Activos Ventas anuales
(miles de US $) (miles de US $)
Micro empresas Menos de 20 Menos de 40
Pequeña empresa Entre 20 y 300 Entre 40 y 750

3.2. Micro empresas de trabajo y subsistencia

Como hemos visto, las Micro empresas son esencialmente unidades de trabajo
autónomo orientadas hacia la subsistencia. Siguiendo el análisis de Razeto (1994), su
racionalidad se sustenta en dos elementos claves: la generación de ingresos económicos
netos destinados preferentemente al consumo, y la explotación de los propios recursos
humanos. El funcionamiento de una micro empresa supone un equilibrio entre estos
elementos.

En la mayoría de los casos, el tamaño de las operaciones y de los activos fijos de


la micro empresa no varía significativamente, Su capacidad de crecimiento es
extremadamente lento. Esta capacidad depende del aprendizaje y de la mayor eficiencia
en la organización del trabajo, de la introducción de algunas pequeñas innovaciones
tecnológicas propias, y de la consolidación de una cartera de clientes. Por lo general, la
micro empresa no deja de operar de acuerdo a una racionalidad basada en el trabajo y
orientada al consumo.

La misma búsqueda de satisfacción de las necesidades lleva sin embargo a las


micro pequeñas empresas a tratar de encontrar nuevas formas de crecer más
rápidamente, mediante mejores medios materiales y técnicos de producción, lo cual
implica inversiones de capital. Estas pueden provenir básicamente de tres fuentes: a. el
ahorro propio y la reinversión; b. el crédito ene! mercado financiero comercial; y e. el
acceso a créditos subvencionados proporcionados por instituciones de apoyo10.

La primera forma de capitalización (ahorro propio e inversión) es lenta pero


segura. La segunda (créditos bancarios), introduce un importante cambio en el modo de
operar de la unidad económica, debido a que se encuentra ante la exigencia de
rentabilización externo con el que opera. El micro empresario debe empezar a responder
tanto a las exigencias del trabajo -y del sustento fa miliar-, como a los del capital
financiero. “El pago del crédito se convertirá en su principal preocupación, pues si no lo
logra la micro empresa deberá cerrar. Se incrementarán los gastos de administración y
comercialización. Es posible que para utilizar eficientemente los nuevos medios
materiales la fuerza de trabajo familiar resulte insuficiente por lo que tendrán que

10
En esta parte seguimos recogiendo el análisis de Razeto (1994: 58 y sgtes).
contratar fuerza de trabajo externa” (op. cit.: 61). Esta situación aumenta el riesgo y la
inseguridad.

Además, para los micro empresarios, el acceso al crédito bancario resulta


particularmente oneroso. Y para los bancos, las pequeñas operaciones de crédito
implican mayores costos operativos.

Las Micro empresas que logran acceder al crédito bancario tienen que sostenerse
en un mercado dominado por grandes empresas capitalistas. “Es posible que algunas lo
logren; es posible que algunos trabajadores que emprenden el camino del trabajo
autónomo o de la micro empresa familiar lleguen a convenirse en pequeños capitalistas.
Pero la inmensa mayoría de quienes lo intenten quedarán seguramente en el camino.
Porque no ha de olvidarse que las empresas basadas en el capital quiebran una sola vez”
(op. cit.: 62).

La tercera forma de capitalización es el acceso a créditos específicamente


destinados a apoyar el desarrollo de las micro empresa. Este camino parece el más
viable, siempre y cuando reúna una serie de condiciones; en particular: a una cuidadosa
evaluación de los proyectos financiados; b. una orientación del crédito a la
consolidación del “capital propio”; e. la implementación de servicios de información,
asistencia técnica y capacitación.

A partir de este análisis, salta a la vista que las perspectivas de la mayoría de las
Micro empresas no son muy alentadoras. Por la precariedad de sus activos y su propia
racionalidad económica, resulta difícil que puedan competir en el mercado con las
grandes empresas y obtener tasas de ganancias significativas, aun cuando sobre exploten
su propia fuerza de trabajo. La conclusión es que, para la gran mayoría de estas
unidades de trabajo, el proceso de acumulación resulta inevitablemente limitado y lento.
Su crecimiento descansa ante todo en una capacidad reducida de reinversión y de
algunos apoyos crediticios subvencionados. Depende además de los aportes
provenientes del trabajo asalariado del promotor de la micro empresa y de sus
familiares, incluyendo las “compensaciones por tiempo de servicio” y los “incentivos”
recibidos cuando han sido despedidos de las grandes empresas o de la administración
pública.

La eficiencia real de los talleres y de las Micro empresas no va tanto por el lado
de su posibilidad de convertirse en empresas capitalistas. Sólo unas pocas podrán
lograrlo. Esta eficiencia reside en que, no obstante la precariedad de sus recursos,
proporcionan ocupación e ingresos a una gran cantidad de pequeños grupos de personas.
Si tomamos en cuenta la capacidad de generar puestos de trabajo y asegurar alguna
remuneración por trabajo, la eficiencia de la micro empresa resulta notable
comparativamente con las grandes empresas.

Esta constatación no debe llevar a idealizar las Micro empresas. Sus ingresos son
muy exiguos. Exige una jornada laboral prolongada y las condiciones de trabajo son
generalmente de mala calidad. Sus integrantes no están cubiertos por un sistema de
previsión social y de prestaciones de salud. La situación de los asalariados es
extremadamente precaria y no se puede sindicalizar.
Sin embargo, las Micro empresas representan una solución concreta para quienes
no encuentran otra alternativa. Muchos siguen buscando un empleo asalariado en
empresas mayores o en el sector público. Pero muchos también aprecian la posibilidad
de trabajar por su cuenta y de administrar su propio tiempo de trabajo; encuentran más
estabilidad en una micro empresa que en una empresa mediana o grande que contrata de
modo eventual; prefieren mantener una forma de autoempleo, aún cuando el nivel de
ingreso sea menor. Algunos van mejorando lentamente; otros arriesgan y a veces logran
cierto éxito.

También ciertas Micro empresas entran en una relación de subcontratación con


otras empresas. En este caso, su racionalidad económica cambia. Por un lado la
subcontratación abre mayores oportunidades de trabajo; pero por otro lado obliga al
micro empresario a compartir el valor de su trabajo con quien contrata su servicio. Las
empresas mayores, en efecto, sólo usan este modo de operar si los costos del trabajo
externalizado le resultan menores que en el caso de usar trabajadores de planta. En la
medida que entra a operar en un sistema de subcontratación, la micro empresa tiene que
intensificar el trabajo, incrementar su nivel de productividad o reducir los ingresos
disponibles para sus integrantes.

Como lo subraya Razeto, el mercado “natural” de las Micro empresas lo


constituye los propios sectores de bajos ingresos cuyas necesidades implican una vasta
demanda de productos y servicios sencillos, para los cuales las Micro empresas tienen
ventajas comparativas. Estas van configurando su propio mercado, local y popular (op.
cit.: 68)11.

3.3. El potencial de las pequeñas empresas12

La pequeña empresa, considerada hasta hace poco como una modalidad


empresarial marginal en la sociedad industrial, viene ocupando hoy día un lugar más
importante en las economías tanto subdesarrolladas como desarrolladas. Se ha
multiplicado y constituye una fuente de empleo que crece más que en las empresas
grandes13.

El mundo de las pequeñas empresas es diverso. Podemos distinguir entre:

a. Las unidades donde sigue prevaleciendo la lógica del trabajo autónomo y del
consumo familiar; es decir las que corresponden más bien al concepto de micro
empresa de subsistencia.

b. Las que emergen de un proceso exitoso de crecimiento de algunas de las


iniciativas económicas populares; se trata de Micro empresas que han logrado
encontrar algún nicho de mercado, alcanzar un cierto nivel de eficiencia, mejorar
su productividad y ser competitiva; es decir, incursionar en una lógica de
acumulación a pequeña escala. Podemos asociarlas a la idea de un “capitalismo

11
. Sobre la relación entre microempresas y el entorno local, ver González, 1994
12
No me extenderé sobre este punto que es tratado por José Távara (1995).
13
En 1993, las empresas de 100 menos trabajadores emplearon el 44% de la PEA asalariada del sector
privado en Lima Metropolitana, mientras que las empresas de 99 0 más trabajadores emplearon el 25%
(Encuesta de Hogares, Ministerio de Trabajo).
popular emergente”. Propongo identificarlas como pequeñas empresas
emergentes de procedencia popular.

c. Las que se constituyen como resultado de la descentralización de las empresas


mayores y que actúan ante todo como subcontratas y “services”.

d. Las que tienen su origen en inversiones de personas y entidades que disponen


de una alta capacidad de inversión, es decir los pequeños negocios de sectores
medios y altos.

e. Las pequeñas empresas conformadas por técnicos y profesionales altamente


calificados.

f. Las pequeñas empresas artesanales, que implican valores y habilidades


artísticas.

Corno lo subraya Távara, para captar el desempeño y las potencialidades de las


pequeñas empresas, es necesario superar el enfoque atomístico liberal, que toma al
pequeño empresario individual como unidad de análisis, así como el enfoque sectorial
que considera al conjunto de las pequeñas empresas como un sector al cual se aplica
determinadas políticas. Távara propone adoptar como unidad de análisis el ámbito
socio-territorial. Poniendo el énfasis en las relaciones micro-empresa, y la forma como
se articulan el mercado y las instituciones a nivel local. En una perspectiva similar se
sitúa el análisis de Raúl González (1994).

La discusión en torno a las perspectivas de expansión de las pequeñas empresas


tiene que ver con el debate que han suscitado el paradigma de la especialización
flexible, y el de los distritos industriales.

El paradigma de la especialización flexible propuesto por Piore y Sabel (1984)


se refiere a una estrategia de adaptabilidad e innovación permanente, sustentada en
unidades de producción descentralizadas y de pequeña escala, empleando a trabajadores
calificados y polivalentes, coordinadas entre sí y sometidas a una competencia favorable
a la innovación. Lo que Távara llama la “competencia madura” y “cooperar para
competir”.

La lógica de la especialización flexible es resumida por Camilo León (1995) en


los siguientes términos:

- “La adaptabilidad se logra mediante tres formas: “la subdivisión de una empresa en
entidades relativamente autónomas; la creación de lazos de subcontratación entre
empresas de distintos tamaños; y las relaciones de cooperación y competencia al interior
de distritos industriales”.

- “La cooperación entre las empresas -algo impensable en un esquema económico y


social impersonal- es posible gracias a un conjunto de redes al interior de grupos que
crean y recrean valores y normas sociales”.

- “El dinamismo necesario para adaptarse a entornos cambiantes requiere una constante
innovación cuyo motor es la competencia. Pero no cualquier competencia. La que
interesa es aquella que no destruye los lazos cooperativos ni busca explotar la mano de
obra”.

- “La especialización flexible y los distritos económicos se sostienen sobre una micro
regulación basada en lazos de confianza y obligación, de origen familiar, político,
religioso, étnico, grupal y comunal”.

El distrito industrial, concepto propuesto por Alfred Marshall (1990), es una área
geográfica donde se concentran actividades especializadas en una misma línea de
producción14. El término “industrial” debe entenderse en el sentido amplio, incluyendo
actividades comerciales y de servicio. Se refiere más bien a la idea de una “zona
industriosa”. El distrito facilita la transmisión de habilidades de generación a
generación; permite compartir información, intercambiar y cosechar confidencias,
formar parte de un “atmósfera”. La aglomeración produce efectos de emulación,
intercambios informales, interacción gratuita. El distrito implica un principio de
organización no mercantil, imponderable, específico a la aglomeración misma, que no
puede ser introducido ni estimulado mediante decisiones administrativas superiores
(Benko y Lipietz, 1992).

El distrito industrial puede llamarse “conglomerado”; remite también al


concepto de “grupos de eficiencia” (Castro y Villarán, 1991). La eficiencia se logra a
partir de la “diferenciación” (especialización o subdivisión de funciones) y la
“integración” (conexión íntima entre las partes del complejo). La cooperación permite
atender problemas tales como el control de la calidad y de los precios, la compra de
materias primas, el costo del transporte, la promoción conjunta de exportaciones, la
publicidad, etc.

Es necesario señalas los límites del modelo de especialización flexible y de los


distritos industriales, especialmente en el caso latinoamericano. La mayoría de las
aglomeraciones de pequeñas empresas que existen en nuestra región se sustentan en una
sobre explotación de la fuerza de trabajo, más que en la innovación estimulada por una
competencia madura (Schmitz 1990).

Por otro lado, no olvidemos que las grandes empresas y los mercados de masas
siguen siendo importantes. La gran empresa, mediante la automatización informatizada
puede programas la producción según las variaciones de la demanda.

3.4. Estrategias de apoyo

¿Cómo apoyar las Micro empresas y las pequeñas empresas en una perspectiva
de desarrollo? ¿Qué estrategia de apoyo podemos brindarles desde las ONGs? En esta
última parte, ordenaré algunas pistas de respuesta a estas preguntas.

Primero, el desarrollo al cual nos referimos se sitúa en una economía


globalizada, dominada por una lógica de mercado y del gran capital, de la que no
podemos “escapar”. Reconocer este hecho no quiere decir que nos sometamos a la
14
En el Perú, los conglomerados de pequeñas empresas que se acercan a este concepto
son:
Gamarra, Caquetá, Tacora, el Parque Industrial de Villa El Salvador (Lima), El Porvenir, Florencia de
Mora y La Esperanza (Trujillo).
lógica del mercado y del capital de manera pasiva, ni que renunciemos a introducir otros
criterios que también puedan orientar la dinámica económica y social. Creo que sí
podemos actuar “ofensivamente”, defendiendo en particular los siguientes criterios: la
democracia; la equidad, que incluye la solidaridad con los más desfavorecidos; y la
sostenibilidad social y ambiental. Me parece que el enfoque de la “expansión de las
capacidades” ofrece un marco conceptual fructífero para precisar nuestra perspectiva de
desarrollo. Quiero insistir que este enfoque supone una política de crecimiento
productivo y de redistribución. En este sentido, no se opone a la propuesta de
“reconversión productiva con equidad” que plantea la CEPAL para América Latina
(CEPAL, 1990). Más bien la profundiza.

En segundo lugar, como dice Víctor Tokman, “es necesario dimensionar las
expectativas de lo posible, pues no hay respuestas simples a problemas complejos de
desarrollo”. Es también necesario dimensionar lo que podemos hacer como ONGs, con
recursos extremadamente limitados, lo cual no niega el valor de nuestro rol.

En tercer lugar, tomando en cuenta la naturaleza de las micro y pequeñas


empresas, es conveniente tomar como objeto de los programas de promoción no las
empresas en sí, sino el entorno local de desarrollo en el cual se mueven. Ello significa
dirigir las acciones hacia los diferentes agentes que interactúan en este entorno: tanto las
pequeñas como medianas y grandes empresas; los sindicatos de trabajadores; las
diversas asociaciones y gremios, los centros educativos, la iglesia, el municipios, las
agencias financieras, las entidades públicas, etc. En otras palabras, el tejido económico,
social, institucional y cultural a nivel territorial.

En cuarto lugar, me parece necesario distinguir entre lo que significa el apoyo a


la subsistencia popular y el apoyo a la promoción empresarial. No hay que contraponer
lo uno a lo otro; ambos son importantes. Pero si se los confunde, se corre el peligro de
provocar “efectos perversos”. Por ejemplo, un programa de modernización empresarial
dirigido a una micro empresa orientada al consumo de una familia puede terminar
destruyendo la fuente de ingresos de esta familia. Al revés, un subsidio demasiado
generoso puede castrar el dinamismo propio de una pequeña empresa. Hay que tener la
sabiduría de discernir.

El apoyo a la subsistencia popular tiene que ver con las políticas sociales, las
cuales incluyen la atención a los sectores desfavorecidos (familias pobres, mujeres,
jóvenes, ancianos) y los programas de emergencia; allí se ubica también la mayor parte
de los programas dirigidos a la micro empresa. El apoyo a la pequeña empresa remite a
las políticas de desarrollo, las que apuntan a crear las condiciones para el
fortalecimiento de una racionalidad empresarial y el acceso a los mercados.
Respetando las lógicas propias de estas políticas, es importante apuntar a una
interacción positiva entre ellas. Es así como el fomento de la capacidad de acumulación
de las pequeñas empresas ha de contribuir a atender mejor los problemas de
subsistencia, y viceversa.

Cabe resaltar también que las políticas de empleo pasan tanto por la política
social corno la de desarrollo. Ninguna de las dos por sí sola es suficiente para resolver la
crisis multidimensional del empleo.
Planteadas estas consideraciones, señalaré algunos aspectos estratégicos de
apoyo al fomento de las micro y pequeñas empresas de procedencia popular.

Ante todo, hay que reconocer que los programas dirigidos a las micro y las
pequeñas empresas suelen encontrarse en una zona fronteriza entre las políticas sociales
y de desarrollo. Por ello, se mueven en un terreno complejo y delicado que exige una
estrategia “fina” por parte de sus promotores.

Estos programas deben precisar a qué tipo de pequeñas empresas dirigen


prioritariamente sus acciones. Diferentes opciones son posibles y pueden ser
complementarias. En algunos casos, conviene tomar una opción mínima (defensiva), es
decir optar por Micro empresas de subsistencia (por ejemplo, cuando se trata de atender
a situaciones urgentes de desamparo); en otros casos, conviene optar una opción
maximizadora (ofensiva), es decir centrarse en las empresas con mayor capacidad de
acumulación. En cada caso las exigencias de selección y las formas de apoyo crediticio,
por ejemplo, tienen que ser distintos.

Mencionaré cuatro grandes líneas de acción15

a. Fomento productivo

Esta línea busca aumentar la capacidad de autosostenimiento y de acumulación


de las micro y pequeñas empresas. Comprende programas dirigidos principalmente al
acceso a:
- los mercados
- el crédito
- la capacitación
- la tecnología
- la gestión
- la información

El tema del acceso a los mercados y al crédito merece una atención especial. En
ambos casos, se presentan las diferentes opciones que he mencionado. Me parece
conveniente no cerrarse a las opciones mínimas defensivas, tal como puede deducirse -
indebidamente, creo- del enfoque de la economía popular de solidaridad. Una opción
maximalizadora ofensiva es por ejemplo la que sugiere Víctor Tokman en los siguientes
términos:

“Dentro de las políticas de apoyo o fomento productivo se trata (le actuar en una
doble dirección. Por un lado, estrechar la inserción de las Micro empresas a
sectores más modernos, vinculándolas a mercados más amplios, dinámicos y
rentables, mediante instrumentos como la promoción de subcontratación entre
empresas, el establecimiento de canales de comercialización, incluyendo para el
mercado externo. Por otro lado, el apoyo productivo tiende a mejorar la
capacidad de competir, corrigiendo la falta de acceso a recursos productivos, en
particular, al crédito a la capacitación y la tecnología (Tokman, 1993: 3).

15
. Sobre estas líneas de acción, ver Tokman, 1993.
En lo referente al crédito, el reto consiste fundamentalmente en resolver el
problema de la falta de garantías necesarias para acceder a él. La opción maximilizadora
supone, como hemos visto, una evaluación cuidadosa de los proyectos que pueden ser
financiados; obliga a ser selectivo y a apoyar sólo a las iniciativas que ofrecen
razonables perspectivas de éxito.

b. Promoción del bienestar social:

Mientras que las políticas de promoción productiva benefician sobre todo a los
patrones de las pequeñas empresas, las de bienestar social pretenden alcanzar también a
sus trabajadores. Comprenden acciones dirigidas básicamente a mejorar las condiciones
de trabajo, la atención de salud y la vivienda, lo cual ha de incidir favorablemente sobre
las capacidades productivas de las pequeñas empresas.

c. Consolidación legal:

Esta línea de acción busca crear las condiciones para que las Micro empresas
puedan acceder a los beneficios de la legalidad, sin recargar demasiado sus costos. Aquí
es necesario distinguir diferentes ámbitos de regulación, en especial lo referente a las
obligaciones fiscales y laborales, buscando soluciones adecuadas a las situaciones
reales.

d. Coordinación interinstitucional:

En este rubro, colocamos básicamente: 1) el apoyo a la organización gremial de


los micro-empresarios en diferentes sectores y niveles; y 2) la interrelación entre
agentes institucionalizados en el entorno local, con la finalidad de coordinar la
promoción de las pequeñas empresas en función de una estrategia de desarrollo local.

Por último, un criterio que me parece importante resaltar, es el de evitar acciones


demasiado directas respecto a las micro y pequeñas empresas beneficiarias. Las
acciones directas fuertemente individualizadas tienden a generar situaciones de
dependencia y de clientelismo. Sin dejar de lado el criterio de discriminación positiva
respecto a los sectores en desventaja, hay que apuntar a promover condiciones
favorables de alcance general, de modo que la mayor cantidad de beneficiarios
potenciales puedan hacer valer sus iniciativas, en un clima de emulación positiva.

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