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La infección es más prevalente en los niños que en los adultos. Giardia es endémica en las
zonas del mundo con malas condiciones sanitarias. También es una importante causa de
morbilidad en los países desarrollados, en los que se asocia con guarderías, residencias para
personas con discapacidad mental y brotes transmitidos por alimentos o relacionados con el
agua.
Giardia infecta a los humanos tras la ingesta de sólo 10-100 quistes (los cuales miden 8-10 mm
de diámetro). Cada quiste ingerido produce 2 trofozoítos en el duodeno. Una vez abiertos los
quistes, los trofozoítos colonizan la luz del duodeno y del yeyuno proximal, donde se unen al
borde en cepillo del epitelio intestinal y se multiplican por fisión binaria.
A medida que los trofozoítos pasan por el tracto intestinal se enquistan para formar quistes
ovales que contienen 4 núcleos. Los quistes salen con las heces de los individuos afectados y
pueden seguir siendo viables en el agua hasta 2 meses después. Su viabilidad no suele
afectarse por el empleo de cloro a las concentraciones que se utilizan para potabilizar las
aguas.
La prevalencia específica para la edad es más alta durante la infancia y comienza a descender
tras la adolescencia.
La transmisión de Giardia es frecuente en ciertos grupos de alto riesgo que incluyen a los niños
y a los trabajadores de las guarderías, a los consumidores de aguas contaminadas, a los
viajeros a ciertas áreas del mundo, a los varones que practican sexo con otros varones y a las
personas expuestas a determinados animales.
El mayor reservorio y vehículo de diseminación de Giardia parece ser el agua contaminada con
quistes de Giardia, pero también existe la transmisión alimentaria.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El período de incubación de Giardia es de 1-2 semanas, pero puede ser más largo. Se produce
un amplio espectro de manifestaciones clínicas, que depende de la interacción entre G. lamblia
y el huésped. Los niños expuestos a G. lamblia pueden presentar una excreción asintomática
del parásito, diarrea aguda infecciosa o diarrea crónica con signos y síntomas
gastrointestinales persistentes, incluido el retraso en el crecimiento y dolor abdominal o
retortijones.
Las infecciones sintomáticas son más frecuentes en los niños que en los adultos. La mayoría de
los pacientes sintomáticos presenta un período limitado de diarrea aguda con o sin febrícula,
náuseas y anorexia; en una pequeña proporción de ellos, el curso es intermitente o lento y se
caracteriza por diarrea, dolor y distensión abdominal, hinchazón, malestar, flatulencia,
náuseas, anorexia y pérdida de peso.
Las heces inicialmente son profusas y acuosas, y luego se vuelven grasientas, malolientes y
flotantes. Las heces no contienen moco, sangre ni leucocitos fecales.
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Se debe sospechar una giardiasis en los niños que presenten diarrea aguda no disentérica,
diarrea persistente, diarrea intermitente y estreñimiento, malabsorción, dolor abdominal
crónico e hinchazón, retraso en el crecimiento o pérdida de peso.
Se debe mantener un grado elevado de sospecha en el diagnóstico diferencial de los niños que
acuden a guardería, en contacto con un caso índice, con historia reciente de viaje a una zona
endémica y niños con inmunodeficiencia humoral.
Los niños con diarrea aguda en los que se identifica Giardia deben recibir tratamiento. Por otra
parte, los que manifiesten un retraso en el crecimiento o malabsorción o síntomas digestivos
como diarrea crónica también deben ser tratados.
Las personas infectadas o en riesgo deben lavarse las manos tras cada contacto con heces. Este
punto cobra especial importancia en los cuidadores de niños que usan pañales en las
guarderías, donde la diarrea es frecuente y la tasa de portadores de Giardia es elevada.
Las personas con diarrea, especialmente los niños que utilicen pañales, no deben usar las
piscinas. También se debe evitar tragar agua de las piscinas o beber agua no tratada de pozos,
lagos, fuentes, lagunas, riachuelos y ríos.
Los viajeros a áreas endémicas no deben ingerir alimentos crudos que puedan haber crecido,
ser lavados o preparados con agua potencialmente contaminada.
ETIOLOGÍA
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Los gusanos adultos hembra pueden persistir en el tubo digestivo de individuos por lo demás
sanos y asintomáticos durante años.
La larva currens es la manifestación de una reacción alérgica a las larvas filariformes que
migran por la piel, donde dejan tractos urticariales, tortuosos y pruriginosos. Las lesiones, que
pueden recurrir, suelen localizarse en la pared abdominal inferior, las nalgas o los muslos,
como consecuencia de la migración larvaria a partir de las deposiciones.
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Se deben examinar varias muestras de heces, ya sea por extensión directa, por el método de
agar en placa de Koga o la prueba de Baermann.
Por otra parte, el líquido duodenal puede obtenerse mediante el método del hilo encapsulado
(Entero-test) o por aspiración mediante endoscopia.
Es preciso realizar un seguimiento estrecho con exámenes de heces repetidos para asegurar la
completa eliminación del parásito. Tras el correcto tratamiento los anticuerpos frente a
Strongyloides descienden en 6 meses.
PREVENCIÓN
Las medidas sanitarias para prevenir la transmisión por la tierra y de persona a persona son las
más eficaces en el control de la enfermedad. El uso de zapatos es una estrategia preventiva de
primer orden.