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DATOS HISTÓRICOS DE JUAN, EVANGELISTA

Nombre: Juan (masculino)


Significado: Dios es misericordioso, de origen Hebreo.
Falleció: en Éfeso, en el actual Turquía (c. 104 d.C.)
Celebración: 27 de diciembre.
Juan es el primero de los apóstoles que conoció a Jesús en la tierra y el último en ser
llamado a la casa del Padre en el cielo. Conoció a Jesús en su primera juventud y murió
anciano. Vivió como cristiano unos setenta años, en contraste de los nueve
(aproximadamente) de su hermano Santiago que murió mártir en el año 42.
Su temperamento no es apocado ni tímido, sino decidido e impetuoso, a veces,
demasiado. Es espiritual, pero no espiritualista, en el sentido de abstraerse de la realidad,
sino mantenerse en ella con prontitud y energía.
Había sido discípulo de Juan el bautista. Se designa a sí mismo como “el discípulo al
que el Señor amaba” y fue el único en quedarse al pie de la cruz.
Tras la Ascensión, es significativa su unión con Pedro y de quienes encontramos
registrada su actividad en los Hechos de los apóstoles. Después de Pentecostés,
seguramente convive con María, la madre de Jesús, por muchos años hasta que ella fue
asunta al cielo (como refiere la tradición) por lo que su relato transparenta la fe de María.
En sus cartas se advierte la sensibilidad ante la caridad predicada por Jesús y a decir
de san Jerónimo, era el tema principal de sus predicaciones cuando, ya anciano, era
llevado y presentado en las comunidades nacientes.
Se le atribuye la autoría del cuarto evangelio, el Apocalipsis y tres cartas, por lo que el
Espíritu Santo le inspiró palabras divinas con estilos muy variados (biográfico, profético y
epistolar). Su evangelio lo habría escrito alrededor del año 90, largo fue el tiempo de
maduración para poner por escrito lo que percibió en el espíritu no sin una evidente
influencia de María, en la comprensión del misterio de Cristo.
Fue desterrado a la isla de Patmos, donde escribió el Apocalipsis, hacia el año 95.
Juan conocía muy bien los escritos de los profetas y la luz de la Revelación en Jesucristo le
permite entender y usar sus símbolos y lenguaje elaborando una epopeya de la Salvación.
Al regreso de ese exilio, muere anciano, siendo emperador Trajano hacia el año 104.
Su sepultura en Éfeso está atestiguada desde el siglo II; aunque no consta que muriese de
martirio es igualmente probable que lo padeciera.
Con el tiempo, será una de las “columnas de la Iglesia” como señala san Pablo y fue
el último superviviente del colegio apostólico.
En palabras de san Policarpo, discípulo suyo, sólo él conservaba en su memoria la
voz, el gesto, hasta el latir del mismo corazón de Jesús.

Jesús en los cuatro Evangelios


Sesión 11 – Material Adicional
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