Está en la página 1de 44

La Independencia del Ecuador

Se conoce como Independencia del Ecuador al proceso de liberación del


dominio colonial de la Real Audiencia de Quito, que desde 1563
pertenecía al Imperio español.
Este proceso de emancipación se inició el 9 de octubre de 1820, con la
toma del poder por los criollos revolucionarios de la ciudad de Guayaquil.
La liberación quedó asegurada tras la batalla de Pichincha, en 1822, tras
la cual Ecuador pasó a integrar la Gran Colombia, de la que formó parte
hasta 1830, cuando proclamó su propia independencia.
Antecedentes de la Independencia del Ecuador
Cuando las noticias de las guerras napoleónicas llegaron a América, un
grupo de criollos de la ciudad de Quito comenzó a conspirar para tomar el
poder.
El 10 de agosto de 1809 estos criollos, liderados por Juan Pío Montúfar,
sitiaron el Palacio Real y reemplazaron al presidente de la Audiencia por
una junta de gobierno que juró fidelidad a Fernando VII.
Jaqueada por conflictos internos y atacada por los realistas, la Junta
Suprema de Quito se disolvió el 24 de octubre. Luego de recuperar el
poder, los realistas encarcelaron a los cabecillas de la rebelión. Algunos de
ellos fueron condenados a prisión, mientras que otros murieron el 2 de
agosto de 1810, durante un motín popular que pretendía liberarlos.

Una segunda junta de gobierno autónoma, liderada por Carlos de


Montúfar, hijo del líder de la insurrección de 1809, se instaló en Quito el 22
de septiembre de 1810. Esta junta desconoció al Consejo de Regencia y
convocó un congreso que el 15 de febrero de 1812 proclamó la
independencia y sancionó una constitución.
El Estado de Quito tuvo una corta vida, ya que en noviembre de 1812
tropas provenientes de Lima y Bogotá vencieron a las fuerzas patriotas en
la batalla de El Panecillo y ocuparon la capital. De esta manera, la
Audiencia de Quito volvió a manos de los realistas, que la conservaron
hasta 1820.

Reunión de los conspiradores quiteños de 1809 en la casa de Manuela


Cañizares. Óleo sobre lienzo de principios del siglo XX, autor desconocido.
Desarrollo de la Independencia del Ecuador
En septiembre de 1820, la expedición libertadora comandada por José de
San Martín desembarcó en el sur del Perú. Esta noticia alertó a los criollos
revolucionarios de la ciudad de Guayaquil, que el 9 de octubre de
1820 se levantaron en armas y tomaron varias instalaciones militares. Ese
mismo día formaron una junta de gobierno que proclamó la Independencia
de Guayaquil.
El ejemplo de Guayaquil fue imitado por las ciudades de Samborondón,
Daule, Baba, Jipijapa, Naranjal, Portoviejo y Montecristi, que se plegaron
al movimiento independentista.

El 8 de noviembre, representantes de los pueblos del nuevo Estado se


reunieron en la Asamblea Constituyente. Esta Asamblea eligió al criollo José
Joaquín de Olmedo como presidente de la Provincia Libre de Guayaquil y
dictó un Reglamento Provisorio de Gobierno.
Para liberar a Quito, que permanecía fiel a los realistas, Olmedo solicitó la
ayuda de Simón Bolívar, el cual había independizado a Venezuela y
Nueva Granada. El libertador envió a su lugarteniente, Antonio José de
Sucre, quien el 24 de mayo de 1822 logró derrotar a los realistas en
la batalla de Pichincha. Esta victoria aseguró la independencia y el fin de
la dominación española.
Causas y consecuencias de la Independencia del Ecuador
Causas
Entre las causas de la Independencia del Ecuador se destacan las
siguientes:

• La Independencia de los Estados Unidos, que fue un modelo


a imitar por los patriotas de Quito y Guayaquil.
• La influencia de las ideas difundidas por la Revolución
francesa, en especial las de libertad, igualdad ante la ley
y fraternidad entre los pueblos.
• La invasión napoleónica a España, que en 1808 puso en
crisis a la monarquía española al reemplazar al rey
Fernando VII por el francés José Bonaparte.
• La rivalidad entre los peninsulares y los criollos locales, que
competían por monopolizar los cargos más importantes de
la administración colonial.
• Los deseos autonomistas de los criollos de Quito y
Guayaquil, que no querían depender ni de Bogotá ni de
Lima.

• La proximidad de las expediciones libertadoras lideradas


por Bolívar y San Martín, que alentaron a los criollos
guayaquileños a rebelarse contra las autoridades
españolas.
Consecuencias
Entre las principales consecuencias de la Independencia del Ecuador se
destacan:

• La realización de la entrevista de Guayaquil, el 27 de julio


de 1822, en la que San Martín y Bolívar discutieron la
manera más conveniente de finalizar la guerra
emancipadora en Perú.
• La integración forzosa del Ecuador a la Gran Colombia,
Estado multinacional creado por Bolívar y del que formó
parte hasta el 13 de mayo de 1830, tras lo cual sancionó
su propia constitución y designó un gobierno propio.
• El aumento de rivalidades entre las ciudades de Quito y
Guayaquil, que se atribuían mutuamente el protagonismo
principal en las luchas por la independencia.

Batallas de la Independencia del Ecuador


Entre los principales hechos de armas de la Independencia del Ecuador se
destacan los siguientes:
Nombre Fecha Resultado

Batalla del Camino Real 9 de noviembre de 1820 Victoria patriota.

Primera batalla de Huachi 28 de noviembre de 1820 Victoria realista.

Batalla de Tanizagua 3 de enero de 1821 Victoria realista.

Batalla de Yaguachi o de
19 de agosto de 1821 Victoria patriota.
Cone

Segunda batalla de Huachi 12 de septiembre de 1821 Victoria realista.

Combate de Riobamba 21 de abril de 1822 Victoria patriota.

Batalla de Pichincha 24 de mayo de 1822 Victoria patriota.


Batalla del Camino Real, el 9 de noviembre de 1820, que finalizó con la
derrota de los realistas a manos de los patriotas de Guayaquil, quienes
avanzaban hacia la ciudad de Quito.
Protagonistas de la Independencia del Ecuador
Entre los protagonistas más destacados de la Independencia del Ecuador se
encuentran:

• José de Antepara y Arenaza (1770-1821): comerciante y


político guayaquileño, uno de los precursores de la
Revolución de 1820.
• José Joaquín de Olmedo y Maruri (1780-1847): jurista y
político guayaquileño. Entre 1810 y 1812 fue diputado
ante las Cortes de Cádiz, las cuales sancionaron la
Constitución española de 1812. Participó en la conspiración
de octubre de 1820 y fue designado presidente del Estado
Libre de Guayaquil.
• Carlos de Montúfar y Larrea (1780-1816): político y militar
quiteño, apodado El Caudillo, quien impulsó la
Independencia del Estado de Quito y luchó en la guerra
por la emancipación de Nueva Granada, durante la cual
fue fusilado por los realistas.
• José de Villamil (1788-1866): político y militar americano,
nacido en la Luisiana española. Fue uno de los precursores
de la Independencia del Ecuador.
• Manuela Sáenz de Vergara y Aizpuru (1797-1856):
patriota quiteña que participó en las guerras por la
Independencia del Ecuador y Nueva Granada. Se la
conocía con el apodo de Libertadora del Libertador, por
haberle salvado la vida a Bolívar durante un atentado.

Las Juntas de Gobierno


Fueron organismos políticos que surgieron en la Monarquía
Española en el Siglo XIX, tanto en América como en la península
ibérica, frente a la crisis generada por las abdicaciones de
Bayona en 1808 y la cesión de los derechos de la corona española
a Napoleón Bonaparte y la consiguiente Guerra de la
Independencia Española. Las provincias de Ultramar reaccionaron de
forma muy semejante a los reinos metropolitanos, y a través del
derecho tradicional, revirtieron el gobierno del rey a la comunidad.
• Sin embargo, la retroversión provisional del rey a la comunidad se
convirtió en una revolución que transformó el estado, y las Cortes
españolas lo mismo que las Juntas americanas, defendieron el
derecho de Fernando VII al trono, pero como un rey subordinado a
la soberanía popular. Además, las juntas hispanoamericanas
rechazaron la pretensión de los peninsulares de subyugarles
al gobierno de la Regencia española, reducida a la ciudad
de Cádiz, y fueron consideradas insurgentes por los gobiernos de la
Metrópoli. Con el triunfo en el seno del movimiento juntista del
ideario republicano, resultante de las
revoluciones estadounidense y francesa, estos movimientos juntistas
derivaron en movimientos abiertamente republicanos,
correspondientes al desarrollo de los movimientos de independencia
• Había dos posiciones predominantes en Hispanoamérica. Los
españoles, particularmente los altos funcionarios de gobierno y clero,
fueron partidarios de que la situación de gobierno se mantuviera,
continuando en sus cargos los virreyes y gobernadores y otras
autoridades, bajo la dirección del Consejo de Regencia con sede en
Cádiz. Por otra parte, los criollos y algunos españoles, postularon la
formación de juntas de gobierno, un fenómeno a veces
denominado juntismo, por cuanto consideraron que la Regencia solo
tenía validez para el pueblo que lo había generado y que su
autoridad no era extensiva a América. A su vez, esgrimieron el
argumento escolástico de que las colonias o reinos americanos eran
entidades político-administrativas independientes de las existentes en
la España europea, porque habían quedado vinculadas
jurídicamente a la Corona de Castilla mediante la Bula Inter caetera.
Estando ausente el monarca, ellos tenían los mismos derechos
de autogobierno, porque también se apoyaron en la doctrina
tradicional del poder de las Siete Partidas, que en tales
circunstancias les devolvía la soberanía para establecer el orden
político que resultase más conveniente a sus intereses.
• Por ello, en la mayor parte de los territorios hispanoamericanos, los
criollos, a través de los cabildos, manifestaron sus intenciones y
promovieron con éxito en la mayoría de los casos la instauración de
juntas de gobierno locales fieles a la persona de Fernando VII (pero
no al gobierno nacional español o francés), a quien reconocían como
legítimo soberano, pero subordinado a la soberanía de la Junta.
Entre 1808 y 1810, se constituyeron juntas
en México, Montevideo, Chuquisaca, La Paz, Quito, Caracas, Buenos
Aires, Santa Fe y Santiago. Algunas de ellas fueron efímeras, otras
perduraron en el tiempo, pero en sus inicios ninguna tuvo
carácter separatista. Con el triunfo en su seno de las ideas liberales
y republicanas venidas de Estados Unidos y Francia se transformaron
en el conjunto de reformas políticas, económicas y administrativas
que condujeron finalmente a la independencia de las naciones
hispanoamericanas.
Primer Grito de Independencia del Ecuador
El 10 de agosto de 1809, marcó el inicio del proceso de Independencia del
Ecuador. Ese día fue destituido el Presidente de la Real Audiencia de Quito,
Manuel Urriés Conde Ruiz de Castilla, instalándose una Junta Soberana de
Gobierno, teniendo como autoridades a Juan Pío Montúfar en el cargo de
Presidente de la Junta, José Cuero y Caicedo como Vicepresidente de la
Junta.

De inmediato las autoridades españolas (peninsulares) dispusieron eliminar


la rebelión movilizando tropas desde Guayaquil, Popayán y Pasto con la
misión de tomar Quito y acabar con los insurrectos; al ser apresados y
condenados, el pueblo de Quito emprendió en acciones para rescatar a los
patriotas encarcelados en el Cuartel Real de Lima (actual Museo de Cera),
hecho que terminó en la masacre de los próceres el 2 de agosto de 1810
en la que irrumpieron no solo los pobladores de los centros urbanos de
Quito; sino también desde las periferias, siendo participes todos los grupos
sociales.

El 10 de agosto

En la mañana del 10 de agosto de 1809 los patriotas sorprendieron a los


comandantes españoles de la guarnición de Quito y sitiaron el Palacio Real,
actual Palacio de Carondelet, con el fin de entregar al conde Ruiz de
Castilla, quien era el presidente de la Real Audiencia, el oficio mediante el
cual se le había cesado de sus funciones. El apoyo de los 177 soldados de
la guarnición colonial fue clave para el triunfo de la revuelta, ya que
plegaron a ella sin que se produjeran enfrentamientos armados. La tropa
se formó en la Plaza de la Independencia, al mando de Salinas, cerca de
las cinco de la mañana.
El doctor Antonio Ante se presentó, según relata el historiador Pedro Fermín
Cevallos, en el Real Palacio antes de las seis de la mañana y exigió que
despertaran al presidente de la Real Audiencia, para entregarle el
siguiente oficio:

“El actual estado de incertidumbre en que está sumida la España, el total


anonadamiento de todas las autoridades legalmente constituidas, y los
peligros a que están expuestas la persona y posesiones de nuestro muy
amado Fernando VII de caer bajo el poder del tirano de Europa, han
determinado a nuestros hermanos de la presidencia a formar gobiernos
provisionales para su seguridad personal, para librarse de las
maquinaciones de algunos de sus pérfidos compatriotas indignos del
nombre español, y para defenderse del enemigo común. Los leales
habitantes de Quito, imitando su ejemplo y resueltos a conservar para su
Rey legítimo y soberano señor esta parte de su reino, han establecido
también una Junta Soberana en esta ciudad de San Francisco de Quito, a
cuyo nombre y por orden de S. E. el Presidente, tengo a honra el comunicar
a US. que han cesado las funciones de los miembros del antiguo gobierno.-
Dios, etc.- Sala de la Junta en Quito, a 10 de agosto de 1809.- Juan de
Dios Morales, Secretario de lo Interior”
Esta supuesta muestra de fidelidad al rey es una estrategia conocida como
la máscara de Fernando VII, que fueron una estrategia militar en la que
supuestamente se juraba lealtad al rey, pero tenían el único fin de lograr la
autonomía sin temor a represalias.

La revolución ejecutada el 10 de agosto de 1809 no dejó dudas sobre el


carácter autonomista y liberador del movimiento patriota. Sin embargo, en
la misma época, tampoco quedaban dudas de que el movimiento de
aquellos criollos patriotas se inspiraba en el pensamiento ilustrado
inculcado por Eugenio Espejo (1747-1795) y que, sobre todo, al asumir
como suyo el principio de soberanía popular y de representación del
pueblo, ejecutaba un acto revolucionario que, en última instancia,
movilizaba un proyecto autonomista.

El júbilo popular fue inmenso, destaca Pedro Fermín Cevallos:

“A las seis de la madrugada se vio que en la plaza mayor se formaba una


gran reunión de hombres, frente al Palacio de Gobierno, y se oyó muy
luego una prolongada descarga de Artillería, repiques de campana y
alegre bullicio de los vivas y músicas marciales.”
Se formó entonces la Junta Soberana de Quito bajo el liderazgo de Juan
Pío Montúfar marqués de Selva Alegre; quienes tomaron posesión de la
administración de la Audiencia en la sala capitular de San Agustín, el día
16 de agosto.
En consideración a su edad y a que vivía en el Palacio Real, se dejó a Ruiz
de Castilla permanecer en él, pero Pedro Fermín Cevallos destaca la
prisión de los siguientes funcionarios coloniales:

“El Regente de la Real Audiencia, Bustillos; el Asesor general, Mansanos; el


Oidor Merchante, el Colector de rentas decimales, Sáenz de Vergara; el
Comandante Villaespeso, el Administrador de Correos, Vergara Gabiria y
algunos, aunque pocos, militares sospechosos.”

Descendiente de una familia de origen vasco que se hallaba establecida


en Venezuela desde fines del siglo XVI, y ocupaba en la Provincia una
destacada posición económica y social, Simón Bolívar nació en la ciudad de
Caracas el 24 de julio de 1783. Sus padres fueron el Coronel don Juan
Vicente Bolívar y Ponte, y doña Concepción Palacios Blanco. Tenía tres
hermanos mayores que él -María Antonia, Juana y Juan Vicente- y hubo otra
niña, María del Carmen, que murió al nacer. Antes de cumplir tres años, Simón
perdió a su padre, fallecido en enero de 1786. La educación de los niños
corrió a cargo de la madre, mujer de fina sensibilidad, pero también capaz
de administrar los cuantiosos bienes que poseía la familia. Además de la
herencia paterna, Simón era titular de un rico mayorazgo, instituido para él
en 1785 por el Presbítero Juan Félix Jérez y Aristaguieta.

En su ciudad natal transcurrieron sus primeros


años, con ocasionales viajes a las haciendas que la familia poseía en los
Valles de Aragua. En 1792 falleció doña Concepción. María Antonia y Juana
contrajeron matrimonio bien pronto, y los dos varones de la familia, Juan
Vicente y Simón, siguieron viviendo con el abuelo materno, don Feliciano
Palacios, tutor de ambos. La casona de la familia daba al frente a la
plazuela de San Jacinto, en pleno centro de la ciudad. Al morir el abuelo,
Simón quedó al cuidado de su tío y tutor Carlos Palacios. En julio de 1795,
cuando cumplía 12 años, sufrió una crisis muy propia de la primera
adolescencia: huyó del lado de su tío, para acogerse a la casa de su hermana
María Antonia y de su marido, hacia quienes sentía mayor afinidad afectiva.
A consecuencia de estos hechos, que pronto se arreglaron favorablemente,
Simón Bolívar pasó algunos meses como interno en la casa de don Simón
Rodríguez (1771-1854), nacido también en Caracas, quien regentaba
entonces la Escuela de primeras letras de la ciudad. Entre aquel genial
pedagogo y reformador social, y el niño Simón Bolívar, se estableció pronto
una corriente de mutua comprensión y simpatía, que duraría tanto como sus
vidas. Rodríguez se marchó de Caracas en 1797. Antes y después de ser
alumno suyo, tuvo Bolívar otros maestros en Caracas, entre los cuales se cita
a Carrasco y a Vides, quienes le dieron lecciones de escritura y de aritmética,
a fray Jesús Nazareno Zidardia, al Presbítero José Antonio Negrete,
profesor de Historia y de Religión, y a Guillermo Pelgrón, preceptor de
latinidad. Recibió también lecciones particulares de Historia y de Geografía
que le dio don Andrés Bello (1781-1865), quien atesoraba ya en su juventud
el caudal de conocimientos que habría de conducirlo con el tiempo a ser el
primer humanista de América.
La vocación de Bolívar era el ejercicio de las armas. En enero de 1797,
ingresó como cadete en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de
Aragua, del cual había sido Coronel años atrás su propio padre. No tenía
aún 14 años cumplidos. En julio del año siguiente, cuando fue ascendido a
Subteniente, se anotaba en su hoja de servicios: Valor: conocido; aplicación:
sobresaliente. El adiestramiento práctico en los deberes militares lo
combinaba Bolívar con el aprendizaje teórico de materias consideradas
entonces la base de la formación castrense: las matemáticas, el dibujo
topográfico, la física, etc., que aprendió en la Academia establecida en la
propia casa de Bolívar por el sabio Capuchino fray Francisco de Andújar
desde mediados de 1798, y a la cual asistían también varios amigos de
Simón.
A comienzos de 1799, viajó a España. En Madrid, bajo la dirección de
sus tíos Esteban y Pedro Palacios y la rectoría moral e intelectual del sabio
Marqués de Ustáriz, se entregó con pasión al estudio. Recibió allí la
educación propia de un gentilhombre que se destinaba al mundo y al
ejercicio de las armas: amplió sus conocimientos de historia, de literatura
clásica y moderna, y de matemáticas, inició el estudio del francés, y aprendió
también la esgrima y el baile, haciendo en todo rápidos progresos. La
frecuentación de tertulias y salones pulió su espíritu, enriqueció su idioma, y
le dio mayor aplomo. En Madrid conoció a María Teresa Rodríguez del Toro
y Alayza, de quien se enamoró. A fines de 1800 pensaba en constituir un
hogar, asegurarse descendencia, y regresar a su país, para atender al
fomento de sus propiedades. Hubo un compás de espera: en la primavera
de 1801 viajó a Bilbao, donde permaneció casi todo el resto del año. Hizo
luego un breve recorrido por Francia que le condujo hasta París y Amiens. En
mayo de 1802 estaba de nuevo en Madrid, donde contrajo matrimonio, el
día 26, con María Teresa. Los jóvenes esposos viajaron a Venezuela, pero
poco duró la felicidad de Simón. María Teresa murió en enero de 1803. El
joven viudo regresó a Europa a fines de ese mismo año, pasó por Cádiz y
Madrid, y se estableció en París desde la primavera de 1804.
En la capital del naciente Imperio Francés los
placeres de una vida social, mundana, y los estímulos de orden intelectual,
comparten la atención de Bolívar, no menos que el espectáculo fascinante de
una Europa en plena ebullición política. Frecuenta teatro, tertulias y salones,
donde conoce a bellas mujeres, pero trata igualmente a sabios como
Alejandro de Humboldt y Amado Bonpland, y asiste a las conferencias y a
los cursos libres de estudios donde se divulgan los conocimientos y las teorías
más recientes. En esta época de su vida se entrega con pasión a la lectura.
Se ha encontrado de nuevo con Simón Rodríguez, cuyo saber y cuya
experiencia hacen de él un extraordinario compañero de conversaciones,
lecturas y viajes. Van juntos a Italia, y cruzan a pie la Saboya. En Roma, un
día de agosto de 1805, en el Monte Sacro, Bolívar jura en presencia de su
maestro no dar descanso a su brazo ni reposo a su alma hasta que haya
logrado libertar al mundo Hispanoamericano de la tutela española. De nuevo
se separan Bolívar y Rodríguez. El primero, poco más tarde, asciende al
Vesubio en compañía del Barón de Humboldt y de otros científicos. Bolívar
regresa a París, en donde se afilia a una logia masónica. A fines de 1806,
conocedor de los intentos realizados por el Precursor Miranda en Venezuela,
Bolívar considera que ha llegado el momento de volver a su patria. Se
embarca en un buque neutral que toca en Charleston en enero de 1807;
recorre una parte de los Estados Unidos, y regresa a Venezuela a mediados
del mismo año.
Vive ahora como un joven aristócrata, atento al fomento de sus
haciendas, y en 1808 sostiene un sonado pleito con Antonio Nicolás Briceño
por los linderos de una de ellas; pero piensa siempre en el porvenir del país.
En las reuniones que él y su hermano Juan Vicente celebran con sus amigos
en la quinta de recreo que poseen en Caracas a orillas del río Guaire, se
habla de literatura, pero también se hacen planes para la Independencia de
Venezuela.
Llega el 19 de abril de 1810. La Junta establecida ese día nombra a
Bolívar, en compañía de Luis López Méndez y de Andrés Bello, comisionado
ante el Gobierno Británico. Cumplida su misión, Bolívar regresa de Londres a
fines del mismo año. En Inglaterra ha visto el funcionamiento práctico de las
instituciones. En el seno de la Sociedad Patriótica de Caracas es uno de los
más ardientes abogados de la Independencia, que el Congreso proclama el
5 de julio de 1811. Bolívar se incorpora al Ejército, y con el grado de Coronel
contribuye en 1811, bajo las órdenes de Miranda, al sometimiento de
Valencia. En 1812, a pesar de grandes esfuerzos, no logra evitar que la
plaza de Puerto Cabello, de la cual era comandante, caiga en poder de las
fuerzas realistas por una traición. A mediados de 1812, el General Miranda
capitula ante el jefe español Domingo de Monteverde. En el puerto de La
Guaira un grupo de oficiales jóvenes, entre los cuales figura Bolívar, deseosos
de continuar la lucha, arrestan al infortunado Precursor. Pero todos los
esfuerzos son inútiles. Bolívar logra salvarse gracias a la hidalguía de un
amigo suyo, don Francisco Iturbe, quien obtiene un pasaporte para él. Se
traslada a Curazao, y luego a Cartagena de Indias, donde redacta y publica
su «Memoria dirigida a los ciudadanos de la Nueva Granada por un
caraqueño», uno de los escritos fundamentales, en el cual expone ya su credo
político, así como los principios que habrán de guiar su acción en los años
futuros.
Comienzan entonces sus fulgurantes campañas militares, en las cuales
alternarán victorias y reveses hasta 1818, y a partir del año siguiente
predominarán los triunfos. A la cabeza de un pequeño ejército, limpia de
enemigos las márgenes del río Magdalena, toma en febrero de 1813 la Villa
de Cúcuta, e inicia en mayo la liberación de Venezuela. La serie de combates
y de hábiles maniobras que en tres meses le condujeron vencedor desde la
frontera del Táchira hasta Caracas, a donde entró el 6 de agosto, merecen
en verdad el nombre de Campaña Admirable con que se les conoce. A su
paso por Trujillo, en junio, había dictado el Decreto de Guerra a Muerte, con
el objeto de afirmar el incipiente sentimiento nacional de los venezolanos.
Poco antes, a su paso por la ciudad de Mérida, los pueblos le habían
aclamado Libertador, título que le confieren solemnemente en octubre de
1813 la Municipalidad y el pueblo de Caracas, y con el cual habrá de pasar
a la historia.

El período que va de agosto de 1813 a julio de


1814, la Segunda República, es en verdad el Año Terrible de la Historia de
Venezuela. La Guerra a Muerte hace furor, y los combates y batallas
indecisos, afortunados o perdidos, se suceden unos a otros con gran rapidez.
A pesar de victorias como la de Araure, la de Bocachica, o la primera batalla
de Carabobo, y de resistencias tan heroicas como la del campo atrincherado
de San Mateo y de la ciudad de Valencia, tanto Bolívar como el General
Santiago Mariño (quien había libertado antes el Oriente del país) se ven
obligados a ceder ante el número de los adversarios, cuyo principal caudillo
es el realista José Tomás Boves. Éste triunfa en la Batalla de La Puerta (junio
de 1814), y los patriotas se ven en la necesidad de evacuar la ciudad de
Caracas. Se produce una gran emigración hacia el Oriente del país. Allí,
Bolívar y Mariño ven su autoridad desconocida por sus propios compañeros
de armas. El Libertador halla de nuevo fraterno asilo en la Nueva Granada,
donde interviene con varia suerte en las contiendas políticas internas y logra
que la ciudad de Bogotá se incorpore a las Provincias Unidas. En mayo de
1815, hallándose frente a Cartagena, Bolívar abandona el mando para
evitar el estallido de la guerra civil.
Aislado en Jamaica desde mayo hasta diciembre de 1815, aguarda
impaciente el momento de intervenir de nuevo en la lucha. Mientras tanto,
medita acerca del destino de Hispanoamérica y redacta en septiembre la
célebre Carta de Jamaica, donde abraza con penetrante comprensión y con
visión profética el pasado, el presente y el porvenir del Continente.
Mientras que la derrota de Napoleón en Europa, y la llegada a
Venezuela de un poderoso ejército español que manda el General Pablo
Morillo, infunden nuevos ánimos a los partidarios de la causa realista, Bolívar
se traslada a la República de Haití, en busca de recursos para continuar la
lucha. El Presidente de aquel Estado, Alejandro Petión, se los proporciona con
magnanimidad. Pronto sale de Los Cayos una expedición al mando de
Bolívar, que llega en mayo de 1816 a la Isla de Margarita y pasa poco
después al Continente. Carúpano es tomado por asalto, y ahí da Bolívar, el
2 de junio, un decreto que concede la libertad a los esclavos, el cual ratificará
poco después. La expedición pasa luego al puerto de Ocumare de la Costa,
en donde Bolívar se ve separado accidentalmente del grueso de sus fuerzas,
y debe embarcarse de nuevo. Regresa a Haití, en donde organiza una
segunda expedición que llega a la Isla de Margarita a fines del año. A
comienzos de 1817 Bolívar se halla en Barcelona. Su objetivo es apoderarse
de la Provincia de Guayana, y hacer de ella la base para la liberación
definitiva de Venezuela. En julio, la capital de aquella Provincia, Angostura
(hoy Ciudad Bolívar), es tomada por los patriotas. Se organiza de nuevo el
Estado. Bolívar crea el Consejo de Estado, el Consejo de Gobierno, el Consejo
Superior de Guerra, la Alta Corte de Justicia, el Tribunal del Consulado, y se
preocupa por establecer un periódico (que aparecerá en junio de 1818), el
«Correo de Orinoco». Entre tanto, tiene que luchar no sólo contra los
españoles sino también contra la anarquía que se había insinuado en su
propio campo: en octubre de 1817, tras un juicio militar, el General Manuel
Piar, uno de los principales jefes republicanos, es fusilado en Angostura.
Hacia esos mismos días, el Libertador dicta la «Ley de Repartición de Bienes
Nacionales», que habrá de contribuir a fortalecer el sentimiento patriótico.
En 1818 la campaña del Centro se inicia bajo favorables auspicios, pues
el Libertador logra sorprender en la ciudad de Calabozo al general realista
Morillo, pero los republicanos son derrotados en el sitio de Semén. Días
después, en el Rincón de los Toros, Bolívar está a punto de morir a manos de
una patrulla realista, en plena noche. El 5 de junio está de nuevo en
Angostura. Llegan entonces un Agente Diplomático de los Estados Unidos y
un gran número de voluntarios europeos.
El Segundo Congreso de Venezuela, convocado por Bolívar, se reúne en
Angostura el 15 de febrero de 1819. Ante él pronuncia un Discurso que es
uno de los documentos fundamentales de su ideario político. Le presenta,
también, un proyecto de Constitución. Poco después emprende la campaña
que habrá de libertar a la Nueva Granada. El ejército tramonta los Andes
por el inhóspito páramo de Pisba, y tras los cruentos combates, en julio de
1819, de Gámeza y del Pantano de Vargas, obtiene un triunfo decisivo en
la batalla de Boyacá, el 7 de agosto. Días después Bolívar entra en Bogotá.
Dejando organizadas las provincias de la Nueva Granada bajo el mando
del General Santander, el Libertador regresa a Angostura, donde el
Congreso, a propuesta suya, expide la Ley Fundamental de la República de
Colombia en diciembre de 1819. Este gran Estado, creación del Libertador,
comprendía las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y
Panamá.

A estos acontecimientos que habían fortalecido


la causa republicana, vino a sumarse la Revolución Liberal que estalló en
España en enero de 1820. La situación ha cambiado. En todas partes los
ejércitos de la República obtienen ventajas. Cartagena es sitiada, Mérida y
Trujillo libertadas. El nuevo Gobierno español intenta llegar a un acuerdo
pacífico con los patriotas. Los comisionados de ambas partes firman en
Trujillo, en noviembre de 1820, un Tratado de Armisticio y otro de
Regularización de la Guerra. El Libertador y el General Morillo se entrevistan
en el Pueblo de Santa Ana. Algunos meses después, expirado el Armisticio,
los ejércitos republicanos se ponen en marcha hacia Caracas. El 24 de junio
de 1821, en la Sabana de Carabobo, Bolívar da una batalla que decide
definitivamente la independencia de Venezuela. Los restos del Ejército
Realista se refugian en Puerto Cabello, que caerá en 1823. El Libertador
entra triunfador en su ciudad natal en medio de la alegría de sus
conciudadanos.
Vuelve ahora la mirada hacia el Ecuador, dominado todavía por los
españoles. Por Maracaibo se dirige a Cúcuta, en donde se halla reunido el
Congreso, y de allí a Bogotá. En 1822 dos ejércitos patriotas tratan de
libertar a Quito: Bolívar conduce el del Norte, y el General Antonio José de
Sucre el del Sur partiendo de Guayaquil. La acción de Bomboná, dada por
Bolívar en abril, quebranta la resistencia de los pastusos, mientras que la
batalla de Pichincha, ganada por Sucre el 24 de mayo, liberta
definitivamente al Ecuador, que queda integrado a la gran República de
Colombia. En Quito Bolívar conoce a Manuela Sáenz, el gran amor de los
últimos años de su vida. El 11 de julio Bolívar se halla en Guayaquil, en donde
desembarca el día 25 el General José de San Martín, procedente del Perú.
Allí se abrazan y se entrevistan los dos ilustres capitanes de la Independencia
Suramericana. Lo que conferenciaron en privado, consta en los documentos
auténticos emanados de Bolívar y de su Secretaría General. El objetivo
principal del General San Martín, que era negociar sobre el destino futuro
de Guayaquil, no pudo realizarse, puesto que la Provincia se había
incorporado ya a la República de la Gran Colombia. A mediados de 1823
la situación político-militar del Perú se había deteriorado muchísimo. Llamado
por el Congreso y por el pueblo de aquella Nación, el Libertador se embarcó
en Guayaquil el 7 de agosto y llegó a comienzos de septiembre al Callao.
La anarquía reinaba entre los patriotas. Bolívar, facultado únicamente para
dirigir las operaciones militares, se dedicó con tesón a reorganizar el ejército,
dándole como núcleo central los cuerpos que le habían acompañado desde
Guayaquil. En enero de 1824 Bolívar se hallaba enfermo de cuidado en
Pativilca, en la Costa del Perú, donde recibió la noticia de que la guarnición
del Callao se había pasado a los realistas. Ante tantas dificultades, su
indomable espíritu se manifestó en su exclamación famosa: «¡Triunfar!».
Lima cae en manos de los realistas, pero el Congreso del Perú, antes de
disolverse, nombra a Bolívar Dictador -como en la antigua República
Romana- con facultades ilimitadas para salvar al país. Él acepta
serenamente tan tremenda responsabilidad. Retirado a Trujillo, trabaja
infatigablemente; su genio y su fe en el destino de América operan el
milagro. Emprende la ofensiva, y el 7 de agosto de 1824, en Junín, derrota
al Ejército Real del Perú. La campaña continúa, y mientras Bolívar entra en
Lima y restablece el sitio del Callao, el General Sucre, en Ayacucho, pone el
sello definitivo a la libertad americana el 9 de diciembre de 1824. Dos días
antes, desde Lima, Bolívar había dirigido a los gobiernos de Hispanoamérica
una invitación para enviar sus plenipotenciarios al Congreso que habría de
reunirse en Panamá, el cual efectivamente se celebró en junio de 1826.
Ha terminado la fase militar de la Independencia. El 10 de febrero de
1825, ante el Congreso Peruano reunido en Lima, Bolívar renuncia los
poderes ilimitados que le habían sido conferidos. Dos días más tarde aquel
cuerpo decreta honores y recompensas al Ejército y al Libertador, pero éste
no acepta el millón de pesos que se le ofrecían particularmente. Sale luego
de la capital para visitar a Arequipa, El Cuzco y las provincias que entonces
se llamaban del Alto Perú. Éstas se constituyen en Nación, y lo hacen bajo la
égida del héroe: «República Bolívar», se llamó la que hoy conocemos con el
nombre de Bolivia. Para el Nuevo Estado Bolívar redacta en 1826 un
Proyecto de Constitución en el cual están expresadas sus ideas para la
consolidación del orden y la independencia de los países recién
emancipados.
Entretanto, una Revolución acaudillada por el General Páez -«La
Cosiata»- ha estallado en Venezuela contra el Gobierno de Bogotá, en abril
de 1826. Bolívar regresa a Caracas y logra restablecer la paz a comienzos
de 1827. Sin embargo, las fuerzas de disociación predominan sobre las
tendencias aglutinadoras. Bolívar se distancia más y más, política y
personalmente, del Vicepresidente Santander, hasta que sobreviene la
ruptura total. El 4 de julio de 1827 Bolívar sale por última vez de Caracas,
se embarca en La Guaira, y por la vía de Cartagena llega a Bogotá. Allí, el
10 de septiembre, presta ante el Congreso juramento como Presidente de la
República.
La Convención Nacional reunida en Ocaña en 1828 se disuelve sin que
los diversos partidos hayan logrado ponerse de acuerdo. Bolívar, aclamado
Dictador, escapa en Bogotá, en septiembre de aquel año, a un atentado
contra su vida; poco después ha de ponerse en campaña para enfrentarse a
las fuerzas del Perú que han penetrado en el Ecuador, en donde permanece
durante casi todo el año de 1829. A pesar de estar enfermo y de sentirse
cansado, lucha por salvar su obra. A comienzos de 1830 vuelve a Bogotá
para instalar el Congreso Constituyente. Venezuela se agita de nuevo y se
proclama Estado Independiente. En la Nueva Granada la oposición crece y
se fortalece. El Libertador, cada vez más enfermo, renuncia a la Presidencia
y emprende viaje hacia la Costa. La noticia del asesinato de Sucre, que
recibe en Cartagena, le afecta profundamente. Piensa marchar a Europa,
pero la muerte le sorprende en San Pedro Alejandrino, una hacienda situada
en las cercanías de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Días antes, el
10, había dirigido a sus compatriotas su última proclama, que es su
testamento político.
El motín del 2 de agosto de 1810, también llamada masacre del 2 de
agosto de 1810,1 fue una revuelta ciudadana y una rebelión de
prisioneros ocurrida en Quito. capital de la entonces Audiencia y Cancillería
Real de Quito, en la que un grupo de patriotas asaltó el Real Cuartel de
Lima con la intención de liberar a los prisioneros que habían participado el
año anterior en la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito y que
habían sido acusados de crímenes de lesa majestad para los cuales el fiscal
pedía pena de muerte o prisión permanente.
El pueblo quiteño sublevado asaltó dos cuarteles y una cárcel y las
autoridades realistas respondieron ejecutando a los presos que no habían
huido y ordenando la salida de las tropas. Luego, la lucha se extendió a las
calles de la ciudad. Hubo tumultos y muerte de los españoles más odiados,2
Entre 200 y 300 personas (1% de la población de entonces), perdió la
vida en la refriega. El saqueo de las tropas realistas produjo pérdidas
valoradas entre 200 y 500 mil pesos de la época. La matanza como
represalia, ordenada por el gobernador realista, Manuel Ruiz Urriés de
Castilla, I conde de Ruiz de Castilla, tuvo amplia repercusión en toda la
América hispana, como un acto de barbarie y justificación de la "Guerra a
Muerte" decretada por el libertador Simón Bolívar.

Juan Pío Montúfar


Ir a la navegaciónIr a la búsqueda

Juan Pío de Montúfar

II Marqués de Selva Alegre

S.A.S. el marqués Juan Pío de Montúfar


II Marqués de Selva Alegre

24 de septiembre de 1761 - 3 de
octubre de 1819

Predecesor Juan Pío de Montúfar y Frasso

Sucesor Joaquín de Montúfar y Larrea-


Zurbano

Presidente de la Junta de Gobierno Autónoma


de Quito.

10 de agosto de 1809 - 22 de
septiembre de 1809

Predecesor Manuel Ruiz Urriés de Castilla


(Presidente de la Audiencia de
Quito)

Sucesor Juan José Guerrero y Matheu

[mostrar]Otros títulos

Información personal

Nombre Juan Pío María Torcuato de


secular Montúfar y Larrea-Zurbano

Otros títulos • Caballero de la Real


y Soberana Orden
de Carlos III
Nacimiento 29 de mayo de 1758
Quito, Imperio español

Fallecimiento 3 de octubre de 1819


(61 años)
Alcalá de
Guadaíra, España

Familia

Dinastía Casa de Montúfar

Padre Juan Pío de Montúfar y Frasso

Madre Rosa María de Larrea-Zurbano


y Santa Coloma

Consorte Josefa Teresa de Larrea-


Zurbano y Villavicencio

Hijos véase Matrimonio y


descendencia

Escudo de Juan Pío de Montúfar

[editar datos en Wikidata]

Plano de la ciudad de Quito, atribuido a Juan Pío Montúfar, alrededor de


1805.
Juan Pío de Montúfar y Larrea-Zurbano, II marqués de Selva
Alegre y caballero de la Orden de Carlos III, (Quito, 29 de
mayo de 1758 - Alcalá de Guadaíra, 3 de octubre de 1819), fue un noble
español nacido en Quito. En el año 1809 fue elegido cabeza de la Primera
Junta de Gobierno Autónoma de Quito, precursora de lo que poco menos
de dos décadas más tarde sería la independencia del actual Ecuador.

Índice
1Biografía
1.1Matrimonio y descendencia
1.2Vida pública
2Presidente de la Junta de Gobierno Autónomo de Quito
3Últimos años y muerte
4Condecoraciones y méritos
5Genealogía
6Bibliografía
7Referencias
Biografía[editar]
Juan Pío de Montúfar y Larrea-Zurbano nació en la ciudad de Quito, en el
seno de una de las familias locales más importantes e influyentes de la
época. Su padre era el funcionario español Juan Pío de Montúfar y Frasso,
nacido en Granada (donde su padre ejercía como oidor de la Real
Audiencia) aunque de una familia de cortesanos y letrados radicada
en Madrid durante algunas generaciones y con orígenes en la villa
de Tamajón,1 presidente de la Real Audiencia de Quito desde 1753 a
1761 y primer marqués de Selva Alegre. Su madre era la noble criolla
Rosa Larrea y Santa Coloma. Tuvo otros tres hermanos
menores: Pedro (1759-1846), Ignacio (1760-1795) y Joaquín (1761-
1803).2
Tras la temprana muerte de su madre y después de su padre, Juan Pío y
sus hermanos pasaron a vivir con sus abuelos maternos en una casa cercana
a la Plaza Grande, en el mismo lugar que hoy ocupa la conocida
como Plaza Chica. Su abuelo, el general Pedro Ignacio Larrea, le procuró
maestros privados de la mejor categoría, entre los que destacó Apolinario
Hoyos. Estudió además gramática latina y filosofía en el Colegio Seminario
de San Luis.
A los 16 años empezó a llevar la gestión de varias de las haciendas de la
familia, solicitando más tarde la administración de sus herencias en
Cochicaranqui, Angla y Milán. El marqués de Selva Alegre fue gran amigo
de Eugenio Espejo, José Mejía Lequerica, Francisco José de Caldas y
Anastasio Guzmán y Abreu, por lo que estaba considerado no solo un
hombre de gran posición social sino también un amante del pensamiento de
la Ilustración.
Matrimonio y descendencia[editar]
En 1779 contrajo matrimonio con Josefa Teresa de Larrea-Zurbano y
Villavicencio, originaria de la ciudad de Riobamba, que además era su
prima segunda. La pareja procreó seis hijos legítimos, a saber:
Francisco Javier de Montúfar y Larrea-Zurbano (1775-1853)
Juan José de Montúfar y Larrea-Zurbano (1777-1779)
Carlos de Montúfar y Larrea-Zurbano (1780-1816)
Joaquín de Montúfar y Larrea-Zurbano (1782-1850), III marqués de Selva
Alegre
Rosa de Montúfar y Larrea-Zurbano (1783-1869)
Juan de Montúfar y Larrea-Zurbano (1787-1788)
Jossef Andrés de Santa Cruz y Calahumana1 (Huarina, Imperio
español, 30 de noviembre de 1792 – Beauvoir-sur-Mer, Francia, 25 de
septiembre de 1865) fue un militar y político boliviano-peruano. Es
considerado por muchos historiadores como el organizador de la República
de Bolivia.
Fue Presidente del Consejo de Gobierno del Perú (1826-1827), Presidente
de Bolivia (1829-1839), Protector del Estado Sud-Peruano y Nor-
Peruano (1836), y Protector de la Confederación Perú-Boliviana (1836-
1839).23 Fue nombrado Gran Mariscal de Zepita por el Gobierno
peruano.
1Primeros años
2Servicio en el ejército realista
3Servicio en el ejército independentista peruano
4Presidente del Consejo de Gobierno del Perú (1826-1827)
5Presidente de Bolivia (1829-1839)
5.1Obra administrativa
6Confederación Perú-Boliviana (1836-1839)
6.1Prolegómenos
6.2Guerra por el establecimiento de la Confederación
6.3La Confederación
6.4Labor administrativa
6.5Fin de la Confederación
7Destierro
8Últimos años
9Repatriación de sus restos
10Interpretación de su figura
11Controversia sobre su nacionalidad
12Matrimonio y descendencia
13Linaje aimara, peruano y español
14Descripción física y psicológica
15Ley destituyendo de todos sus honores al general Santa Cruz
16Referencias
17Bibliografía
18Véase también
19Enlaces externos
Primeros años[editar]
Andrés de Santa Cruz nació el 30 de noviembre de 1792 en el
departamento de La Paz en la actual población de Huarina. Fue bautizado
el 5 de diciembre en la ciudad de La Paz con el nombre de Jossef Andrés
de Santa Cruz y Calahumana.4 Hijo de una familia de la nobleza colonial
formada por el maestro de campo José de Santa Cruz y Villavicencio,
noble criollo miembro de la Orden de Santiago, natural de Huamanga,
hoy Ayacucho (Perú), y por Juana Basilia Calahumana, heredera de una
rica familia mestiza que decía descender de los incas y que ostentaba
el cacicazgo del pueblo de Huarina (Bolivia), cerca del lago Titicaca.5 Al
momento de nacer, Andrés de Santa Cruz fue declarado en su partida de
bautismo como español, término utilizado en las colonias para referirse a la
raza blanca, aunque sus rasgos mestizos harían que a lo largo de su vida
fuera llamado constantemente por sus enemigos políticos como el indio o el
cholo Santa Cruz.
Realizó sus primeros estudios en el colegio San Francisco de su ciudad natal
y en el colegio San Buenaventura del Cuzco; en este último conoció a quien
sería posteriormente primero su aliado y luego encarnizado rival: Agustín
Gamarra. De ese último colegio escapó en 1809 para no recibir un injusto
castigo.
Servicio en el ejército realista
A los 17 años y obedeciendo a su padre, se incorporó al ejército realista
como alférez del regimiento "Dragones de Apolobamba". Se inició así su
carrera militar, en el contexto de la invasión de las tropas rioplatenses
al Alto Perú (actual Bolivia), al iniciarse la guerra de la independencia
hispanoamericana. En 1811 combatió en la batalla de Huaqui, a órdenes
del brigadier José Manuel de Goyeneche y tras esta acción fue ascendido
a teniente. Combatió luego a órdenes del general Joaquín de la Pezuela en
las batallas de Vilcapugio y Ayohúma, en 1813.
En 1815 participó en la develación del levantamiento independentista del
brigadier Mateo Pumacahua, y colaboró en el subsiguiente exterminio de
las guerrillas dispersas. Luego participó en la ofensiva sobre Tucumán a
órdenes del general José de la Serna. Era ya capitán cuando cayó
prisionero junto a su comandante Mateo Ramírez ante el coronel Gregorio
Aráoz de Lamadrid y el teniente coronel Francisco Pérez de
Uriondo el 14 y 15 de abril de 1817 en la Batalla de Tarija. Estuvo
prisionero en Tucumán y luego fue trasladado a Las Bruscas, cerca
de Buenos Aires. Fugó en un barco inglés a Río de Janeiro y volvió a Perú
tras largo viaje. Se reintegró al ejército realista, y se le confió la
comandancia militar de Chorrillos, desde donde debía extender su
vigilancia hasta Nazca, al sur. Luego se le confió el mando de las milicias
realistas de Carabayllo, las mismas que pasaron a reforzar la división
destacada a la sierra central para enfrentar a las fuerzas patriotas del
general Juan Antonio Álvarez de Arenales. Tras la batalla de Cerro de
Pasco (6 de diciembre de 1820) fue apresado y conducido al cuartel
general patriota que el general José de San Martín había establecido
en Huaura. Allí decidió abrazar la causa independentista (8 de
enero de 1821).
Servicio en el ejército independentista peruano[editar]

El mariscal Andrés de Santa Cruz.


Con el rango de coronel pasó a ejercer la gobernación provincial
de Piura donde organizó dos batallones para reforzar las posiciones
patriotas en las proximidades de Cuenca (actual Ecuador).
La corriente libertadora del Norte, encabezada por Bolívar y que ya había
independizado Venezuela y Nueva Granada, avanzaba por entonces
hacia la Presidencia de Quito; y, desde allí, Sucre, el lugarteniente de
Bolívar, atacaría a los españoles que le cerraban el paso en la sierra
quiteña. Por su parte el Gobierno del puerto Guayaquil, ya independizado
y bajo la presidencia de Joaquín Olmedo contaba con el compromiso de
apoyo de San Martín, quien encargó una división auxiliadora para Quito al
general Juan Antonio Álvarez de Arenales, pero este estando enfermo no
aceptó y se convino en pasarle el mando al entonces coronel Santa Cruz.
Confluían así las dos corrientes libertadoras, la del Norte (iniciada en
Venezuela) y la del Sur (iniciada en Río de la Plata). Mientras Sucre, con su
ejército representaba a la Gran Colombia, Santa Cruz, con sus 1500
soldados peruanos, encarnaba el aporte del Perú a la lucha por la
emancipación de Quito y de América en general. Se libró la Batalla de
Pichincha (24 de mayo de 1822) que fue un gran victoria para los
patriotas, quienes tomaron enseguida Quito. A consecuencia de esta
victoria, Santa Cruz fue ascendido a general de brigada. El Congreso
peruano le dio una medalla al mérito (22 de octubre de 1822).
Luego de la campaña quiteña, Santa Cruz continuó participando en la
guerra independentista en suelo peruano. Tras el fracaso de la Primera
Campaña de Intermedios encabezó el 26 de febrero de 1823 un
pronunciamiento que impuso al Congreso la destitución de la Suprema Junta
Gubernativa del Perú y la designación del coronel José de la Riva
Agüero como Presidente de la República. Fue el primer golpe de Estado de
la historia republicana peruana.
Ya prestigiado como militar competente, se le encomendó el comando de
la Segunda Campaña de Intermedios, destinada a enfrentar a los realistas
que aún resistían en el sur peruano. Antes de partir prometió ante el
Congreso vencer o morir, pero no haría ni lo uno ni lo otro. Trabó las
batallas de Zepita, Sicasica y Ayo, con resultados dispares, y finalmente
condujo la desastrosa retirada de su ejército desde el Desaguadero hasta
la costa, en busca de puerto donde embarcarse (septiembre de 1823).
Santa Cruz se retiró a Piura, y no obstante su anterior fracaso, Bolívar le
convocó a integrar el Ejército Libertador, en miras a la campaña final de la
independencia que se libraría en la sierra central y sur peruana. Fue
nombrado jefe del Estado Mayor de la División Peruana y como tal
participó en la batalla de Junín (6 de agosto de 1824), cuyo parte
redactó; luego fue nombrado prefecto de Huamanga, donde permaneció
en lo que restaba de la campaña, tomando Gamarra la jefatura del
Estado Mayor en su lugar. Su tarea consistió en mantener operativas las
comunicaciones del ejército, vigilando su retaguardia, reclutando nuevas
fuerzas y conteniendo alguna que otra partida dispersa de realistas. Por
ese motivo no concurrió a la batalla de Ayacucho. Luego pasó a ser jefe de
Estado Mayor del Ejército Libertador durante la campaña del Alto Perú
dirigida por Sucre. En abril de 1825 fue elevado al rango máximo
de Gran Mariscal y nombrado Prefecto de Chuquisaca. En el Alto Perú fue
creada la nueva República Bolívar (actual Bolivia), con auspicio de Bolívar
y con Sucre como primer presidente.
Nació en Cuenca el 31 de julio de 1804. Sus padres fueron el Coronel
Francisco García-Calderón y Díaz-Núñez, cubano que luchó contra los
realistas desde 1810 y la guayaquileña Manuela de Jesús de Garaycoa y
Llaguno, quien pertenecía a una de las más destacadas familias del puerto.

Luego de la muerte de su padre por orden de Aymerich en San Antonio de


Ibarra, se trasladó a vivir en Guayaquil. Realizó sus estudios primarios con el
padre José María de Landa y Ramírez. Posteriormente estudió en el Colegio
Seminario de Guayaquil y desde 1817 fue alumno de su pariente Vicente
Rocafuerte.

El 9 de Octubre de 1820 se unió al ejército Revolucionario con el grado de


Subteniente a órdenes del Coronel Ignacio Alcázar. El 9 de Noviembre
actuó en el combate de Camino Real. Así, entre triunfos y derrotas,
participó en casi todas las luchas por la independencia entregándole a la
patria toda su juventud y valor. Pese a su juventud, era todo un veterano
de la guerra.

Participación en la Batalla de Pichincha:

El 24 de mayo de 1822 finalmente llegó la hora de su máxima gloria, de


su heroico sacrificio. Aquel día comandó la primera compañía del batallón
Yaguachi, estuvo en las líneas de fuego portando la insignia celeste y
blanca de la provincia libre de Guayaquil, fue herido sucesivamente en
cuatro partes del cuerpo, siendo la última de ellas mortal.

Muerte:

El "héroe niño" no murió en el campo de batalla, sin embargo le impactó


una bala de cañón de metralla, que se dispersó en todo su cuerpo y le
causó heridas múltiples. Fue retirado del campo en contra de su voluntad, y
trasladado al Hospital San Juan de Dios en Quito, que actualmente es el
Museo de la Ciudad. En este lugar recibió atención médica junto a otros
heridos. Días después el cuadro clínico del Teniente Calderón se agravó por
otra enfermedad.

Falleció por una complicación doble a causa de comida dañada que había
ingerido en el ejército, y una septicemia que se desarrollo producto de las
heridas de batalla. Murió como un héroe el 7 de junio de 1822, días
después de la Batalla de Pichincha.

Como un acto de gratitud el libertador Simón Bolívar junto al General


Antonio José de Sucre dispusieron que:

• La tercera compañía del batallón "Yaguachi" no se le asignará otro


capitán.
• Siempre se pasará revista al batallón como si estuviese vivo, y que
en la Revista de Comisario, cuando fuere llamado por su nombre,
toda la compañía respondiera: "Murió gloriosamente en Pichincha,
pero vive en nuestros corazones".
• Que a su madre la señora Manuela Garaicoa, matrona respetable y
muy republicana se le pagará mensualmente el sueldo que hubiera
disfrutado su hijo.

Abdón Calderón en sus


últimos instantes de vida.

Su predisposición de seguir combatiendo a pesar de haber recibido cuatro


balazos en los miembros superiores e inferiores, amerita una admiración
especial. Abdón Calderón es un verdadero héroe. Fue un joven que cumplió
con su deber en momentos cruciales. Y, sobre todo, en la batalla de Pichincha.

Leyenda:
Su famosa leyenda empezó en 1905, cuando el periodista Manuel J. Calle
publicó su escrito "Leyenda del tiempo heroico", en el que dio una versión
adornada con detalles románticos
Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá (Cumaná, 3 de febrero de 1795-
Berruecos, 4 de junio de 1830), conocido como el Mariscal Sucre, fue
un político, diplomático y estratega militar venezolano, prócer de la
independencia de América del Sur.
Se le otorgó el título de "Gran Mariscal de Ayacucho" por el
congreso peruano en 1824, tras comandar el Ejército Unido Libertador del
Perú, otorgando la victoria en la batalla de Ayacucho al derrotar al
último virrey español en América; en 1821 realizó actividades diplomáticas
que permitieron la conformación del Ejército Libertador del Sur de
Colombia, al cual Simón Bolívar le dio la responsabilidad de comandar,
recibiendo el título de General en Jefe,34567 labor que realizó venciendo
con ayuda del ejército de la Provincia Libre de Guayaquil al ejército
realista en la batalla de Pichincha, donde obtuvo el grado de general.

Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá nació el 3 de febrero de 1795 en


Cumaná, Capitanía General de Venezuela en ese entonces, de una familia
cuyos ascendientes eran originarios de Bélgica y España. Fue hijo de
Vicente de Sucre Pardo y García de Urbaneja, militar y político español y
María Manuela Alcalá y Sánchez. Perdió a su padre y a su madre a los
siete años de edad. Aún adolescente fue enviado a Caracas al cuidado de
su padrino, el arcediano de la catedral, presbítero Antonio Patricio de
Alcalá, para iniciar estudios de ingeniería militar en la Escuela de José
Mires. En 1809, con su hermano Pedro y otros jóvenes, integró como cadete
la compañía de Húsares Nobles de Fernando VII, en Cumaná, unidad
organizada por Juan Manuel Cajigal y Niño, gobernador de la provincia
de Nueva Andalucía.
Escudo de armas de la familia Sucre.
En 1810, la Junta de Gobierno de Cumaná le confiere el empleo de
subteniente de milicias regladas de infantería. Este grado fue ratificado
por la Junta Suprema de Caracas el 6 de agosto de ese mismo año. En
1811 desempeña en Margarita el cargo de comandante de ingenieros. El
31 de julio de ese año recibió el despacho de teniente. En 1812 se halla
en Barcelona, en calidad de comandante de la artillería. Allí, el 3 de julio
del citado año, junto con otros ciudadanos notables, firmó el acta de la
junta de guerra que se reunió aquel día para resolver lo conducente a la
seguridad de la República, a raíz de los acontecimientos en Caracas
(ofensiva de Domingo de Monteverde) y la ocupación de Cúpira por un
grupo de partidarios de Fernando VII.
Tras la capitulación del general Francisco de Miranda, Sucre, amnistiado
por Monteverde regresó a Cumaná, donde el nuevo gobernador
realista Emeterio Ureña le extendió pasaporte para que se trasladase a
Trinidad; pero no consta que hiciera uso de dicho documento. En 1813, bajo
las órdenes del general Santiago Mariño, integra el grupo de republicanos
conocido como los libertadores de oriente y participa en las operaciones
para la liberación de aquella parte de Venezuela. Como edecán del
general Mariño, en 1814, asiste a la conjunción de las fuerzas de oriente
con las de occidente en los valles de Aragua. Ese año, su hermano Pedro
fue fusilado en La Victoria por los realistas; y víctimas de José Tomás
Boves mueren en Cumaná sus hermanos Vicente y Magdalena. No menos de
14 parientes inmediatos perecerán en la Guerra de Independencia. En
1815, tras combatir bajo las órdenes del general José Francisco Bermúdez
en Maturín, pasa a Margarita y escapando del general Pablo Morillo,
sigue a las Antillas y Cartagena. En esta plaza, con Lino de Pombo de jefe
inmediato, dirige los trabajos de fortificación para la defensa de la ciudad
contra el asedio realista de Pablo Morillo. En diciembre está en Haití.
Cuando regresaba después a Venezuela naufraga en el golfo de Paria. En
1816, Mariño lo nombra jefe de su Estado Mayor y lo asciende a coronel.
Este mismo jefe lo designa en 1817 comandante de la provincia de
Cumaná. Ese año, después del Congreso de Cariaco (8 de mayo)
desconoce la actuación de dicho cuerpo colegiado y la autoridad de
Mariño y se traslada a Guayana, donde se pone bajo las órdenes
de Simón Bolívar. El 17 de septiembre de ese mismo año recibió de Bolívar
la designación de gobernador de la Antigua Guayana y comandante
general del Bajo Orinoco, y también el encargo de organizar un batallón
con el nombre Orinoco.
Empezaba su carrera de gobierno en la cual desempeñaría todos los
cargos de la Administración civil hasta presidente de la República en
Bolivia. El 7 de octubre de 1817 recibió el nombramiento de jefe de Estado
Mayor de la división de la provincia de Cumaná, bajo las órdenes del
general Bermúdez, nombrado comandante de la citada gran unidad. Estos
nombramientos tenían, además, la finalidad de reducir la disidencia que
reinaba en Cumaná. «El general Bermúdez y Vd. van a hacer cosas
grandes en Cumaná y quizás algún día serán llamados los salvadores de su
país», dijo Bolívar a Sucre en aquella ocasión. En agosto de 1819 fue
ascendido a general de brigada por el vicepresidente de Venezuela,
Francisco Antonio Zea; grado que será ratificado por Bolívar el 16 de
febrero de 1820. Viaja a las Antillas comisionado para adquirir material
de guerra; misión que cumple con éxito. Ese mismo año desempeña,
interinamente, la cartera de Guerra y Marina y es jefe titular del Estado.
El monumento constaba de un conjunto de cinco figuras, obra del escultor
canario Manuel Ramos González (1898-1971), en el que aparecía
Onésimo Redondo junto a un grupo de hombres: un campesino, un obrero,
un estudiante y un combatiente.3 La escultura se situaba en el centro de
un zócalo que unía dos estructuras simétricas verticales de hormigón,
presididas por el yugo y las flechas. El diseño de la estructura corrió a
cargo del arquitecto Jesús Vaquero. El conjunto en su totalidad tenía unas
dimensiones de 31 metros (3,5 cada figura y 12 el emblema del yugo y las
flechas).3 Su edificación se efectuó en terrenos propiedad del Ministerio de
Industria, con la calificación de rústico y protección medioambiental.4

Detalle del conjunto escultórico del monumento, con Onésimo Redondo al


frente haciendo el saludo fascista.
El monumento se concibió como conmemoración de los 25 años de la muerte
de Onésimo Redondo. Las obras se iniciaron en el verano de 1957 y se
prolongaron durante algo más de 3 años, quedando el monumento
finalizado a finales de 1960.3
La inauguración se realizó el 24 de julio de 1961, coincidiendo con el 25
aniversario de la muerte del líder nacional-sindicalista.1 A la inauguración
asistieron: el dictador Francisco Franco, el ministro-Secretario general del
Movimiento José Solís Ruiz, el ministro de Información y Turismo Gabriel
Arias-Salgado y la viuda de Redondo, Mercedes Sanz-Bachiller.1
Al acto de inauguración, según las crónicas del régimen en el NO-DO,5
asistieron más de 50 000 personas (entre ellas 20 000 falangistas).
Desde entonces y hasta su demolición, el monumento presidió el cerro, uno
de los accidentes geográficos más notorios de Valladolid, por lo que
resultaba visible desde numerosos puntos de la ciudad. Sobre el monumento
no se realizaron trabajos de mantenimiento ni conservación, lo que unido a
que fue objeto de actos de vandalismo y de pintadas de grafitis, hizo que
se encontrase muy deteriorado en el momento de su demolición.
Con la entrada en vigor de la Ley de Memoria Histórica en 2007, se
planteó la cuestión de qué hacer con el monumento. En 2010 el
diputado Gaspar Llamazares, de Izquierda Unida, formuló una pregunta
parlamentaria en el Congreso de los Diputados al gobierno acerca de la
fecha en que tenía pensado iniciar la retirada del monumento.6
En 2011 la Comisión de valoración de vestigios del franquismo decidió el
derribo del mismo.7 En un informe de la Comisión de Patrimonio
del Ministerio de Cultura se descartaba que el monumento tuviera algún
valor artístico, de manera que no podía considerarse un monumento de
interés cultural.8 No obstante, el partido de extrema derecha La
Falange solicitó al gobierno que la escultura se conservara en algún
museo.8
En enero de 2015 la junta de gobierno del Ayuntamiento de
Valladolid concedió la licencia necesaria para las obras de derribo del
monumento,9 que estaba previsto que se iniciaran el 1 de junio de 2015
con un coste estimado de unos 100 000 euros.3 Sin embargo, en enero de
2016 se decidió trasladar el conjunto escultórico al Centro Documental de
la Memoria Histórica, en Salamanca.10 La ejecución de la retirada del
monumento se efectuó finalmente entre enero y febrero de 2016.11
La Republica de Ecuador nació el 13 de mayo de 1830. Esta es una fecha
histórica, conmemorada por todos los ecuatorianos.

Durante once años Ecuador formó parte de la Gran Colombia, en aquel


entonces el país era conocido como el Distrito del Sur. El 13 de mayo de
1830, Ecuador se convirtió en un país libre e independiente, dando paso a
una nueva República. Las primeras ciudades que se
emanciparon fueron Guayaquil, Loja y Quito, ésta última lo logró en la
Batalla de Pichincha.

En la mañana del 13 de mayo un grupo dirigentes quiteños se reunieron en


los salones de la Universidad Santo Tomás de Aquino, donde declararon
que “Ecuador había sido constituido como un Estado libre e
independiente”. El venezolano Juan José Flores asumió la presidencia de la
República por un periodo de 5 años. El 24 de septiembre de 1830,
se promulgó la primera Constitución de la República del Ecuador.

La Republica

El Acta de nacimiento de la República del Ecuador dice textualmente:


En la ciudad de San Francisco de Quito, a trece de mayo de mil ochocientos
treinta; congregadas las corporaciones y padres de familia por el General
Prefecto del Departamento en virtud de la presentación que les ha dirigido
el Procurador general e instruido de los puntos que contiene, dijeron: Que
consecuentemente con sus principios de amor al orden, han sostenido la
integridad nacional hasta la presente en la mayoría de Colombia
pronunciándose por una nueva forma de Gobierno, ha disuelto la unión,
como lo acreditan las Actas de Venezuela, Casamare, Nieva, Popayán y
otras provincias.

Que aun el Gobierno, considerando ser este el voto general ha


manifestado del Congreso en su ultimo mensaje, la nulidad de su
representación y la necesidad de cesar en sus funciones.

Que no pudiendo resistir a esa voluntad, ni mostrarse insensible a sus


verdaderos intereses, se ve precisado a uniformar su sentimientos con los
deseos de la Nación para salvarse de los horrores de la anarquía y
organizar el Gobierno mas análogo a sus costumbres, circunstancias y
necesidades, declaran:

La Republica de Ecuador

1. Que en ejercicio de su Soberanía, se pronuncian por constituir un


Estado Libre e independiente con los pueblos comprendidos en el
Distrito Sur, y los mas que quieran incorporarse inmediatamente por
las razones de la naturaleza y reciproca convivencia;
2. Que, mientras se reúna la Convención del Sur, y se nombre los altos
funcionarios, queda encargado del mando supremo , civil y militar, el
Sr. General Juan José Flores, quien deposita toda su confiesa
convencidos por los respectivos testimonios que les ha dado
propensión de conservar el orden y tranquilidad, por haber salvado
tan gloriosamente al Sur en las circunstancias tan difíciles, por el
acierto, integridad y tino con que se ha conducido en la carrera de su
mando, conciliándose con su talento y virtudes el aprecio general de
estos pueblos, que son los deudores de inmensos beneficios;
3. Que, en ejercicio del citado Poder que se le confiere, se le autoriza
para que nombre los funcionarios que estime necesarios y haga
cuanto crea conducente al mejor régimen del Estado, manteniéndose
lo empleado y leyes vigentes, con modificaciones que sean
indispensables;
4. Que, en quince días después de haber recibido las Actas de los
pueblos que deban formar con Quito un solo Estado, convocara el
Congreso Constituyente, conforme al Reglamento de Elecciones que
expedirá el efecto;
5. Que, si dentro de cuatro meses no se hubiere instalado la Convención,
se reunirá al pueblo para deliberar sobre sus destinos.
6. Que, el Ecuador reconocerá siempre los eminentes servicios que ha
prestado a la causa de la libertad S.E. el libertador, cuyas glorias,
que son las de Colombia se conservaran entre nosotros como deposito
sagrado y se transmitirán a la posteridad para su gratitud y
admiración;
7. Que, se eleve esta Acta a S.E. el Jefe Supremo, por medio del Sr.
Presidente de la Asamblea para su conocimiento que tenga a bien
dirigirla a los demás Departamentos por medio de una diputación
que nombrara al efecto.
Batalla de Pichincha
La Batalla de Pichincha fue un enfrentamiento bélico ocurrido el 24 de
mayo de 1822, entre el ejército independentista, comandado por el
general Antonio José de Sucre, y el ejército realista, dirigido por el
militar español Melchor Aymerich.

El enfrentamiento, llevado a cabo en las faldas del volcán de Pichincha,


fue decisivo para la Independencia de Quito y todas sus provincias,
dando como resultado la formación de la República del Ecuador.

Origen de la Batalla de Pichincha

Los hechos que ocasionaron la batalla estuvieron influenciados por los


movimientos independentistas en el año 1810, y que pedían la
liberación de las colonias españolas en América.

En Ecuador, para el año de 1809 se había instalado la primera Junta


de Gobierno autónoma en Quito.

Más tarde, en 1820, la ciudad de Guayaquil declara su independencia


del dominio español. Esto sucedió gracias a la ayuda de los ejércitos
criollos o independentistas, entre los que estaban militares peruanos y
venezolanos liderados por el general Simón Bolívar.

El 11 de enero de 1821, Bolívar nombra en la ciudad de Bogotá


a Antonio José de Sucre como comandante del Ejército del Sur.

Posteriormente, Sucre fue enviado a Guayaquil en sustitución del


general José Mires. Este asumió la misión de que la provincia de Quito
se incorporase a la República de la Gran Colombia, para conseguir, con
esto, la liberación de la ciudad y su independencia del Imperio español.

Resumen de la Batalla de Pichincha

La campaña de liberación del Ecuador habría comenzado con los


movimientos estratégicos de Sucre, quien lideraba al ejército patriota.

A mediados de mayo de 1822, Sucre se acercaba a Quito, sabiendo


que las tropas del ejército realista, comandados por el general español
Aymerich, avanzaban rápidamente a su encuentro.

Esto obligó a Sucre a flanquear al enemigo por las laderas del


Cotopaxi y en condiciones climáticas nada favorables.
Los españoles, al enterarse de la estrategia de Sucre, se replegaron en
Quito, ocupando las principales calles y entradas de la ciudad.

En la mañana del 23 de mayo, el comandante Sucre, a cargo de 2.971


soldados, la mayoría de ellos habitantes y campesinos de las
poblaciones cercanas, escalaron el volcán de Pichincha para sorprender
a los españoles en un frente diferente.

La estrategia fue descubierta por los españoles, quienes divisaron el


avance de los patriotas.

Aymerich, con 1894 hombres, dio la orden de enfrentar a Sucre


ascendiendo a la montaña de manera rápida. Sin embargo, este lugar
era poco conveniente para efectuar cualquier jugada militar.

El Batallón de Albión

Las tropas de ambos bandos fueron enviadas paulatinamente. Los


batallones criollos de Paya, Trujillo y Yaguachi comenzaron a
replegarse por las pobres condiciones del terreno y por las bajas
sufridas en sus filas.

Más tarde, el batallón de Albión, formado por soldados británicos al


servicio de los criollos, se incorporó a la batalla. Los albiones, por sus
municiones y experiencia en campos de guerra, eran indispensables
para ganar en Pichincha. Su intervención fue decisiva en el resultado
final.

El batallón había conseguido una posición privilegiada respecto a las


tropas españolas, pues se encontraban geográficamente más arriba que
estas. Esta situación les generaba una ventaja militar única.

La lucha entre ambos contrincantes produjo bajas masivas al ejército


español, rompiendo su línea y su estrategia. Finalmente, los españoles se
rindieron, de manera oficial, dos días más tarde: el 25 de mayo de
1822.

Consecuencias de la Batalla de Pichincha

Con la capitulación del general español Melchor Aymerich, los patriotas,


comandados por el general Antonio José de Sucre, pudieron entrar a la
ciudad de Quito y declarar la independencia.

Quito era la ciudad más importante y estratégica en Ecuador para


sellar su autonomía como nación. Gracias a esto, Bolívar pudo entrar
victorioso a la ciudad un mes después de la batalla y así, intentar
consolidar su proyecto político llamado La Gran Colombia.

Conoce además sobre la Independencia de Guayaquil y el Nacimiento


de la República del Ecuador.
Abdón Calderón Garaycoa
Fue un héroe de la guerra de independencia del Ecuador. Nació en Cuenca, Ecuador el 30 de
julio de 1804, y murió el 7 de junio de 1822 en la ciudad de Quito, como consecuencia de las
heridas sufridas en la Batalla del Pichincha. Fue tal su heroísmo que Simón Bolívar no solo le
ascendió post mortem sino que decretó que en el futuro se pase revista de la primera compañía
del batallón Yaguachi como si él estuviera vivo, honor pocas veces visto en la historia militar.
Bautizado en Cuenca el 31 de julio de 1804, fue hijo del matrimonio de Francisco Calderón y
Díaz, nacido en Cuba, quien era Contador de las Cajas Reales, funcionario del gobierno colonial
en Cuenca, y también mártir de la Independencia, y de Manuela de Jesús de Garaycoa y
Llaguno, guayaquileña, quien pertenecía a una de las más destacadas familias del puerto.

Reseña Histórica
Su padre, Francisco Calderón, apoyó el golpe patriota de Quito del 10 de
agosto de 1809, por lo que fue apresado y enviado a Guayaquil y luego
a Cuenca y Machala. Liberado al establecerse a la Junta Superior del
Gobierno de 1810, se incorporó al ejército patriota del Estado de
Quito con el grado de coronel. Como tal participó en toda la campaña de
1811 a 1812, militando en el bando de los sanchistas o radicales. Tras la
derrota final del ejército patriota, luego del Combate de El Panecillo fue
fusilado en Ibarra el primero de diciembre de 1812 por orden de Sámano.
Su último deseo fue que se le quitara la venda de los ojos y le fuera
entregado a su hijo Abdón su escapulario que fue propiedad del gran
prócer quiteño Eugenio Espejo. Toda esta experiencia marcaría
profundamente la vida y muerte de su hijo Abdón.
Abdón hizo sus estudios en Guayaquil, contando entre sus maestros
a Vicente Rocafuerte, su pariente lejano, futuro presidente del Ecuador,
quien en 1842 habría de contraer matrimonio con Baltazara Calderón,
hermana menor de Abdón, nacida en Cuenca en 1806.
Abdón tenía apenas 16 años cuando estalló la revolución del 9 de
octubre de 1820 que declaró la Independencia de Guayaquil. El
ilustre José Joaquín de Olmedo creó entonces un ejército llamado División
Protectora de Quito con la finalidad de independizar también al resto de
la Audiencia. Ese mismo día, Abdón se alistó en el división donde alcanzó el
grado de subteniente en el Batallón Voluntarios de la Patria bajo órdenes
de don Ignacio Salazar. Se destacó de inmediato por su "valor heroico",
según palabras del coronel patriota Luis Urdaneta, quien pidió para Abdón
el grado de teniente después del triunfo de Camino Real (9 de
noviembre de 1820). Con ese grado militar tomó parte en los diversas
acciones de la campaña libertadora de 1820-1822: la primera derrota de
Huachi, la de Tanizagua, la victoria de Cone, la segunda derrota de
Huachi, el avance de Guayaquil a Cuenca y de Cuenca a Quito. Para
cuando peleó en la Batalla del Pichincha, Abdón Calderón, pese a su
juventud, era todo un veterano de la guerra.

La Batalla de Pichincha y su posterior muerte


La Batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822 fue el escenario del
acontecimiento que lo convertiría en leyenda, su propia muerte. Como lo
narran los testigos y el propio parte de batalla del General Antonio José
de Sucre, a pesar de recibir varias heridas sucesivas continuó luchando. Este
hecho incontrovertible ha sido narrado en libros de texto con adjetivos
grandilocuentes, creando un mito que se enseñaba en las escuelas primarias
ecuatorianas sobre un personaje con capacidades casi sobrehumanas que,
a pesar de estar inutilizado, sostenía la bandera Independentista casi con
los dientes, hasta finalmente morir en batalla. Esta narración proviene de la
estampa escrita a principios del siglo XX por Manuel J. Calle, quien en su
obra "Leyendas del Tiempo Heroico", quiso destacar el heroísmo del joven
cuencano en medio de la batalla.
La historia real es que Abdón Calderón, a pesar de haber recibido cuatro
heridas de bala, siguió en la línea de fuego, alentando a todo su batallón,
al que comandaba como teniente. Cuando cayó, desfalleciente, sus
soldados improvisaron una camilla con un poncho y le pusieron en una
choza, situada en el ruedo. Al terminar el feroz combate fue trasladado a
la ciudad de Quito, donde murió al cabo de catorce días a causa de la
disentería en el hospital San Juan de Dios el 7 de junio de 1822. Antonio
José de Sucre en su escueto parte de la Batalla de Pichincha, fechado el 28
de mayo del aquel año dice: " [...] hago una particular memoria de la
conducta del Teniente Calderón, que habiendo recibido sucesivamente
cuatro heridas, no quiso retirarse del combate. Probablemente morirá, pero
el Gobierno de la República sabrá compensar a la familia los servicios de
este oficial heroico".
Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá nació el 3 de febrero de 1795 en
Cumaná, Capitanía General de Venezuela en ese entonces, de una familia
cuyos ascendientes eran originarios de Bélgica y España. Fue hijo de
Vicente de Sucre Pardo y García de Urbaneja, militar y político español y
María Manuela Alcalá y Sánchez. Perdió a su padre y a su madre a los
siete años de edad. Aún adolescente fue enviado a Caracas al cuidado de
su padrino, el arcediano de la catedral, presbítero Antonio Patricio de
Alcalá, para iniciar estudios de ingeniería militar en la Escuela de José
Mires. En 1809, con su hermano Pedro y otros jóvenes, integró como cadete
la compañía de Húsares Nobles de Fernando VII, en Cumaná, unidad
organizada por Juan Manuel Cajigal y Niño, gobernador de la provincia
de Nueva Andalucía.

Escudo de armas de la familia Sucre.


En 1810, la Junta de Gobierno de Cumaná le confiere el empleo de
subteniente de milicias regladas de infantería. Este grado fue ratificado
por la Junta Suprema de Caracas el 6 de agosto de ese mismo año. En
1811 desempeña en Margarita el cargo de comandante de ingenieros. El
31 de julio de ese año recibió el despacho de teniente. En 1812 se halla
en Barcelona, en calidad de comandante de la artillería. Allí, el 3 de julio
del citado año, junto con otros ciudadanos notables, firmó el acta de la
junta de guerra que se reunió aquel día para resolver lo conducente a la
seguridad de la República, a raíz de los acontecimientos en Caracas
(ofensiva de Domingo de Monteverde) y la ocupación de Cúpira por un
grupo de partidarios de Fernando VII.
Tras la capitulación del general Francisco de Miranda, Sucre, amnistiado
por Monteverde regresó a Cumaná, donde el nuevo gobernador
realista Emeterio Ureña le extendió pasaporte para que se trasladase a
Trinidad; pero no consta que hiciera uso de dicho documento. En 1813, bajo
las órdenes del general Santiago Mariño, integra el grupo de republicanos
conocido como los libertadores de oriente y participa en las operaciones
para la liberación de aquella parte de Venezuela. Como edecán del
general Mariño, en 1814, asiste a la conjunción de las fuerzas de oriente
con las de occidente en los valles de Aragua. Ese año, su hermano Pedro
fue fusilado en La Victoria por los realistas; y víctimas de José Tomás
Boves mueren en Cumaná sus hermanos Vicente y Magdalena. No menos de
14 parientes inmediatos perecerán en la Guerra de Independencia. En
1815, tras combatir bajo las órdenes del general José Francisco Bermúdez
en Maturín, pasa a Margarita y escapando del general Pablo Morillo,
sigue a las Antillas y Cartagena. En esta plaza, con Lino de Pombo de jefe
inmediato, dirige los trabajos de fortificación para la defensa de la ciudad
contra el asedio realista de Pablo Morillo. En diciembre está en Haití.
Cuando regresaba después a Venezuela naufraga en el golfo de Paria. En
1816, Mariño lo nombra jefe de su Estado Mayor y lo asciende a coronel.
Este mismo jefe lo designa en 1817 comandante de la provincia de
Cumaná. Ese año, después del Congreso de Cariaco (8 de mayo)
desconoce la actuación de dicho cuerpo colegiado y la autoridad de
Mariño y se traslada a Guayana, donde se pone bajo las órdenes
de Simón Bolívar. El 17 de septiembre de ese mismo año recibió de Bolívar
la designación de gobernador de la Antigua Guayana y comandante
general del Bajo Orinoco, y también el encargo de organizar un batallón
con el nombre Orinoco.
Empezaba su carrera de gobierno en la cual desempeñaría todos los
cargos de la Administración civil hasta presidente de la República en
Bolivia. El 7 de octubre de 1817 recibió el nombramiento de jefe de Estado
Mayor de la división de la provincia de Cumaná, bajo las órdenes del
general Bermúdez, nombrado comandante de la citada gran unidad. Estos
nombramientos tenían, además, la finalidad de reducir la disidencia que
reinaba en Cumaná. «El general Bermúdez y Vd. van a hacer cosas
grandes en Cumaná y quizás algún día serán llamados los salvadores de su
país», dijo Bolívar a Sucre en aquella ocasión. En agosto de 1819 fue
ascendido a general de brigada por el vicepresidente de Venezuela,
Francisco Antonio Zea; grado que será ratificado por Bolívar el 16 de
febrero de 1820. Viaja a las Antillas comisionado para adquirir material
de guerra; misión que cumple con éxito. Ese mismo año desempeña,
interinamente, la cartera de Guerra y Marina y es jefe titular del Estado.
El monumento de la Rotondo

El H. Congreso Nacional de la República de 1913, con motivo de cumplirse


el centenario de la reunión sostenida entre los libertadores Simón
Bolívar y José de San Martín el 26 de julio de 1822, dio paso a un
proyecto para construir un monumento memorial a la Entrevista de
Guayaquil.1 En vista de lo ocurrido, la Municipalidad de Guayaquil le
encargó la coordinación de los trabajos a la Sociedad Bolivariana, para lo
cual se le hizo entrega de un aporte de diez mil sucres.
En 1927 se dio a conocer presupuesto final para concluir la obra, la cual
estaba constituida por un semicírculo de mármol que funcionaría como
marco del monumento, y su labor sería dirigida por la Sociedad
Constructora Nacional Fénix y se terminó en 1929. Luego se colocó la
primera piedra del basamento donde se sustentaría la escultura.
En 1935, el Concejo municipal adjudicó la obra al escultor español José
Antonio Homs, a quien se le había encargado en años anteriores las
esculturas del pórtico norte de la Plaza del Centenario. La concepción
general del proyecto arquitectónico fue otorgado al escultor Juan Rovira.
La sesión de noviembre de 1936 del Cabildo, en el cual presidía el alcalde
de Guayaquil Patricio Luis Vernaza, dejó constancia que si bien los bocetos
para el monumento era de mérito, pero muy inferiores al proyecto, se
recomendó remitir al escultor Homs las fotografías del proyecto para que,
debidamente estudiado, remita otro boceto del monumento que satisfaga
de mejor manera. Homs acogió la sugerencia, para lo cual remitió el
material solicitado desde la ciudad de Barcelona, España.2
En febrero de 1937 la Comisión de Obras Públicas de la municipalidad
presentó un informe al pleno donde expresaba su opinión de que la
corporación podía aceptar uno de los bocetos del artista. A partir de
aquello, se comenzó el trabajo de las estatuas las cuales fueron modeladas
y vaciadas en Barcelona, mientras tanto, los altorrelieves de las placas
fueron fundidos en el taller Beneduce y Marinelli de la ciudad
de Florencia, Italia.
INICIO DE LA REPUBLICA DEL ECUADOR

La República del Ecuador nació como Estado el 13 de mayo de 1830, tras


concluir un período de inestabilidad política luego del proceso de
independencia de España que culminó en la gran batalla de Pichincha el
24 de mayo de 1822. Irónicamente luego del proceso de independencia
estuvimos adheridos a la Gran Colombia hasta 1830. Durante esos ocho
años la República de Ecuador no existía, pues había el Distrito del Sur (la
antigua Audiencia de Quito) que estaba bajo el mando del Prefecto
General que era el Gral. Juan José Flores.

Este Distrito del Sur estaba integrado por tres departamentos: El


Departamento de Ecuador, con todo el norte del país donde Quito es la
capital, por otra parte el Departamento de Azuay, (todo el austro
ecuatoriano) cuya principal ciudad es Cuenca; y, finalmente, el
Departamento de Guayaquil, con jurisdicción en toda la costa. En el año de
1830, específicamente el 13 de mayo, el Departamento de Ecuador,
mediante acta firmada por una Asamblea de Notables de Quito, resolvió
retirarse de la denominada “Gran Colombia”, pasando a formar un Estado
independiente de nombre “República del Ecuador”. El Gral. Juan José
Flores, fue nombrado Jefe Supremo del Gobierno. Flores es de origen
venezolano. En consideración a que los Gobernadores de los dos
departamentos, tanto de Guayaquil, como del Azuay, están bajo el mando
del Gral. Flores, la Asamblea

de Quito, resuelve encomendarle su integración a este nuevo Estado, por lo


que el 19 y 20 de mayo, se adhieren a la República. En uso de sus
funciones el General Juan José Flores, convocó a una Asamblea
Constituyente el 14 de agosto de ese año en Riobamba con el fin de
expedir la Constitución Política de esta nueva República. Para el 22 de
septiembre de 1830 se emite la primera Constitución, declarando que los
departamentos del Azuay, Guayaquil y Ecuador consolidados formando un
solo cuerpo independiente con el nombre de Estado del Ecuador.

También podría gustarte