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De 1812 hasta 1820 se vivió una tensa calma en la Audiencia de Quito. En España se
precipitaban los acontecimientos. Vuelto Fernando VII al trono, desconoció la Constitución de
Cádiz e inició un gobierno autocrático, reaccionario y represivo. Esto se hizo sentir en América.
Dejando de lado cualquier avance constitucionalista o autonomista, el Rey intentó volver a las
colonias a la situación anterior a las guerras napoleónicas. Esto precipitó la ruptura. Durante la
segunda década del siglo XIX, los impulsos independentistas fueron madurando en Guayaquil.
El respaldo a las autoridades realistas, que se dio frente a los movimientos de Quito (1809-
1812), dio paso a la demanda por la total autonomía. Las acciones contra el puerto, por parte
de los marinos ingleses al servicio de la independencia del Cono Sur, demostraron que los
españoles carecían de los recursos necesarios para defender Guayaquil, cuya vida estaría cada
vez más a merced de las fuerzas navales insurgentes. El hecho pesó en una ciudad liderada por
comerciantes, a la que llegaban regularmente noticias de los triunfos de Bolívar y de San
Martín.
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EL ECUADOR EN COLOMBIA
El proyecto bolivariano
Luego de la victoria, los notables quiteños resolvieron la anexión del distrito a Colombia.
Cuenca había hecho otro tanto semanas antes. En Guayaquil, en cambio, hubo resistencias
para dar ese paso. Bolívar tuvo que usar la fuerza para conseguirlo. Así, lo que hoy es Ecuador
quedó integrado a Colombia con el nombre de Distrito del Sur que, a su vez, fue dividido en
tres departamentos que seguían las antiguas unidades regionales con capitales en Quito,
Guayaquil y Cuenca. La República de Colombia había sido fundada en 1819, en plena guerra
independentista, como una unión de Venezuela y Nueva Granada, con la expectativa de que
también se uniera Quito, como en efecto sucedió. Era un intento de crear un gran país, que
sería un referente continental. El general Simón Bolívar fue elegido presidente de la República.
Pero justamente por las urgencias de la campaña, no pudo ejercer el mando, que quedó en
manos del vicepresidente Francisco de Paula Santander, que imprimió en su administración un
sesgo liberal. Organizó juntas de protección de la agricultura y el comercio, impulsó una
política librecambista, declaró ilegal el trabajo gratuito de los indígenas, estableció un salario
mínimo, impuestos directos e impulsó seriamente la abolición del tributo indígena. Esta
política lo puso en conflicto con los grandes latifundistas. Con el tiempo se enfrentó a Bolívar,
que pugnaba por mantener la unidad de Colombia e impulsar la integración de las nuevas
repúblicas americanas. Por algunos años, Bolívar dirigió la guerra y gobernó el Perú. Además
de las cuestiones peruanas, le preocupó entonces su plan de convocar un gran congreso en
Panamá para gestar la unión de los países hispanoamericanos. También propuso un proyecto
de Constitución para Bolivia, que se había creado en su homenaje. En 1826 estaba ya de vuelta
en Bogotá y asumió la Presidencia de Colombia. Pero la tarea le resultó muy difícil por las
fuerzas de dispersión y por las conspiraciones, inclusive las de su Vicepresidente. Sus enemigos
lo combatieron sin tregua y hasta intentaron asesinarlo. En una ocasión lo salvó de la muerte
su compañera quiteña Manuela Sáenz. Los conservadores se agruparon alrededor de Bolívar,
en tanto que Santander congregaba a los liberales y partidarios del federalismo. Luego de su
experiencia en Perú y frente a la situación de Colombia, el Libertador agudizó su tendencia
centralista. El temor de la movilización popular, la liberación de los esclavos, la integración de
los pardos y del federalismo llevaron a Bolívar a posturas godas, centralistas y conservadoras.
“No aspiremos a lo imposible –insistía– no sea que por elevarnos sobre la región de la libertad,
descendamos a la región de la tiranía. De la libertad absoluta se desciende siempre al poder
absoluto”. En su propuesta de Constitución para Bolivia proponía un presidente vitalicio,
senado hereditario y otras instituciones cercanas a la monarquía. Bolívar vio que se
resquebrajaba la unidad de Colombia y asumió la dictadura. Pero esto agudizó las tensiones y
la dispersión. Venezuela se separó de Colombia. Al fin, en 1830 el Libertador renunció al poder.
En poco tiempo se enteró que el Mariscal Sucre había sido asesinado (4 de junio). El 17 de
diciembre murió camino al exilio. La gran República que creó se había disuelto.
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La etapa grancolombiana fue de gran agitación para el Distrito del Sur. La guerra de
emancipación del Perú absorbió enorme cantidad de sus recursos, hasta que culminó la
campaña en Ayacucho en 1824. El actual Ecuador llegó a pagar por esa guerra tres veces más
que el resto de Colombia. En 1829, cuando las tropas peruanas invadieron el país por el sur, el
Mariscal Sucre fue encargado de la defensa y venció al ejército invasor en Tarqui (27 de
febrero). También en ese caso, los Departamentos del Sur sufrieron la carga más pesada del
esfuerzo bélico. Se firmaron acuerdos de paz y, posteriormente, un tratado con limitación de
fronteras, pero el conflicto territorial quedó pendiente. Al fin, en 1830, cuando la Gran
Colombia estaba ya virtualmente disuelta, el Distrito del Sur se separó para formar un Estado
autónomo. Los latifundistas quiteños resistieron las políticas de Santander, especialmente las
medidas librecambistas que perjudicaban la producción textil, y las reformas igualitarias que
afectaban la estructura jerárquica corporativa, tan acentuada en la sociedad quiteña. Por ello,
los notables de Quito aceptaron entusiasmados la idea de la dictadura de Bolívar. En
Guayaquil, los terratenientes y comerciantes del puerto, reticentes en principio a la anexión,
encontraron que las políticas de Santander les favorecían. Por ello mantuvieron su lealtad a
Colombia mientras en Quito había agitación. Pero cuando cayeron las exportaciones al final de
los años veinte, y se reactivaron vínculos de comercio con Lima, las tendencias autonomistas
renacieron. Las rebeliones de esclavos los llevaron a pensar en la necesidad de mayor
represión. Cuenca también experimentó una reactivación del comercio con Perú. Esto
reafirmaría sus reivindicaciones de autonomía. Por motivaciones diversas y hasta
contradictorias, las élites dominantes regionales del Distrito del Sur fueron llegando al
rompimiento con Colombia. Cuando se trata de explicar la desmembración del gran país
ideado por Bolívar resulta claro que, al conflicto de intereses entre oligarquías regionales, se
unió la inexistencia de una clase social con capacidad para llevar adelante un proyecto nacional
que fuera más allá de las presiones localistas y regionales. A estas causas de dispersión interna
se sumó la política de debilitamiento de las potencias capitalistas interesadas en que no se
consolidara un gran Estado, sino unidades políticas pequeñas, débiles y manejables.